La Iniciación de Neus
Neus despierta la perrita que dormía en su interior al entrar en un nuevo mundo de placeres con la ayuda de un desconocido.
La iniciación de Neus
A partir de este relato, como parte de mi instrucción para llegar a ser una complaciente perrita para mis amantes, os relataré mis primeras experiencias el mundo de placeres extremos en que he sido atrapada. Para empezar os explicaré como conocí a mi instructor y como él me introdujo en todo esto. Deseo que mis experiencias os exciten tanto como a mí y que veáis en ellas a la perrita en la que me estoy convirtiendo con su ayuda.
Todo empezó una tarde, hace sólo unas semanas, cuando conocí a un desconocido a través de Internet. En realidad no puedo decir que fuese un encuentro ocasional, todo al contrario, fue él quien sin mi deseo contactó conmigo. Así, mientras hablaba con mis amigas por el Messenger, recibí el siguiente mail:
Hola Neus,
No me conoces de nada aún pero espero que no por ello dejes de leer este mail.
Aunque no lo sepas, yo a ti de conozco desde hace ya mucho tiempo. Hace años que te observo desde mi ventana. Eres mi distracción principal desde que eras jovencita y aprendiste nuevos usos para el cepillo del pelo, aquel que utilizaba tu madre para peinarte y con el cual después te penetrabas mirándote en el espejo. O para los lápices de colores que cada mañana metías con prisas en tu cartera para ir al colegio, después de haber dibujado toda la noche con ellos entre tus piernas. O sin ir más lejos, ayer por la noche, cuando tu vecino derramo salvajemente su caliente leche sobre tu linda cara mientras su mujer hacía la comida en la ventana de al lado. Seguro que su esposa es incapaz de imaginar como su tierno marido se folla a cuatro patas a la niña que alguna vez había llevado al colegio hacía tan sólo unos años haciéndole un favor a tu madre. Esa niña rubita de ojos azules, con cara angelical, vestida de colegiala, que con el tiempo ha aprendido a saborear la leche de su esposo. La verdad, es que los rastros de semen sobre tu rostro infantil excitan a cuantos los ven... si tenemos en cuenta la larga colección de amantes que han pasado por tu cama.
Como ves te conozco bastante bien, se que eres una perra vagabunda a la que aún nadie le ha sabido poner el collar pero espero que eso cambie a partir de ahora. Ese es el motivo de este mail. Yo te transformaré en una zorrita obediente. Aprenderás a dar el máximo placer a los demás con tu cuerpo, el mismo placer que ahora mismo disfrutas en solitario al acariciarte el coño con tus deditos mientras lees este correo...
Espero tu respuesta para empezar a instruirte y transformarte en mi mejor sumisa. Una perrita complaciente y húmeda en cualquier situación siempre que yo te lo permita.
Mi primera reacción fue cerrar de golpe el navegador. Tenía miedo pero a la vez mi conejito empezó a mojarse de la excitación. El temor se mezclaba con la humedad de mi coño. Un desconocido me había estado observando a través de la ventana. Por primera vez, alguien conocía mis secretos más íntimos y perversos. Hasta entonces nadie había descubierto por completo a la perrita en celo que duerme en mí. Una parte de mí que me da miedo despertar, y que durante muchos años, he mantenido oculta entre las paredes de mi habitación. Por todo ello no podía permitir que ese desconocido arruinase mi vida descubriéndome. Mientras volvía a leer el mensaje, el pánico se apodero de mí y le respondí:
Aún no se como has podido llegar a saber tantas cosas de mi. Pero quiero que sepas que mi vida es mía y que no estoy dispuesta a hacer lo que los demás quieran.
Por otro lado decirte que estás confundido y que yo nunca he hecho nada de todo eso que dices y que con tus invenciones y mentiras no conseguirás nada de mí, ya que como mi familia puede asegurar, yo soy una buena chica.
Sin más.
A la mañana siguiente mi madre me dio un paquete que había encontrado en el buzón. El paquete no llevaba remitente, sólo mi nombre. Me fui a mi habitación para abrirlo con más tranquilidad pensado que sería un regalo de alguno de mis admiradores secretos. Para mi sorpresa en el interior encontré un vibrador plateado. Aunque fantaseaba a menudo con poseer uno, nunca antes había tenido uno entre las manos. Hasta entonces sólo los lápices y el cepillo del pelo me ayudaban en mi placer diario de penetrar a mi estrecho y jugoso conejito. El consolador estaba frío, a diferencia de mi coñito que empezó a mojarse con el contacto de la superficie metálica. Mientras su punta jugaba entre mis piernas, mis fantasías me llevaban a una habitación oscura. Me veía a mi misma yacida de espaldas sobre una gran cama con los ojos vendados, con las muñecas atadas a los barrotes y con las piernas obscenamente abiertas. Indefensa en esa posición notaba con una mano acariciaba fuertemente la entrada de mi conejito mientras que con los dedos de la otra mano, lubricados con mis propios jugos, empezaba a jugar en mi culito. La mano dejo paso a una lengua mientras uno de los dedos se aventuraba en mi aún virgen agujero. Me estaba derritiendo de placer en el interior de mi sueño cuando la estrecha zorra de mi madre me despertó con sus gritos desde la cocina para que fuese a desayunar. Por suerte no entro en ese instante en la habitación, donde su querida hija realizaba un lujurioso espectáculo con un enorme vibrador metido entre sus muslos sobre los que chorreaban calientes flujos.
Estuve toda la mañana en clase pensando acerca del origen del vibrador y recordado el reflejo de mis fluidos sobre su superficie. Empape las braguitas pensando en las cosas que haría esa misma tarde con mi nuevo juguete. Me calenté imaginando su helada punta plateada en la entrada de mi ardiente conejito mientras el profesor miraba entre mis piernas y observaba como lentamente me lo introducía en mi húmedo coñito. Seguro que se la podría dura al ver mis sabrosos jugos salir de entre mis piernas para derramarse por encima del juguete que manejaba habilidosamente su alumna. Al pobre viejo verde más de una vez lo han pillado mirándonos las braguitas. Al profesor le gusta excitarse con sus jóvenes alumnas y a mi gusta que me las mire. Algún día me las quitaré para que pueda ver lo bien rasurado que lo llevo.
Si esa mañana fue húmeda, la tarde no lo fue menos. Mientras conversaba con algunos amigos por el Messenger mis manos empezaron a tomar las medidas del consolador. Pero no fueron sólo mis manos las que disfrutaron de su
dureza y frialdad. Mi conejo se lo comió entero, ya no tendría que utilizar nunca más zanahorias para alimentarlo, deje de ser una niña para convertirme en una mujer. Mientras disfrutaba de mi regalo recibí el segundo mail del desconocido:
Como te dije en mail mi anterior, ya sabía que eras una perrita salvaje. Aún nadie ha sido capaz de domarte mi niña, lo se, pero eso cambiara con el tiempo. Aprenderás a ser una buena zorrita, te mojaras con sólo escuchar mis palabras, las palabras de aquel que te doma.
No me equivoco contigo Neus, en ti se esconden las perversiones más depravadas, el placer por complacer a todo hombre o mujer sediento de tu cuerpo. Sólo debes aprender a dejarte llevar por tus instintos, aquellos que intentas esconder desde niña. Los mismos que te hacen jugar con el regalo que he dejado esta mañana en tu buzón. Veo que ya has recibido el vibrador, y por los jugos que se reflejan en él, me parece que es de tu agrado.
No te escondas detrás de tu apariencia angelical, demuéstrame que eres una perra deseosa de dar placer a su amo, te llevaré a donde ninguno de tus torpes amantes te ha sabido conducir, te haré alcanzar el más soñado de tus orgasmos, acepta mi proposición... o sufre las consecuencias de ser una perrita rebelde...
Espero tu respuesta...
Tenía razón estaba sedienta de placer. Su regalo me había despertado de mi sueño para entrar en un orgasmo continuo. Con el vibrador aún clavado en mi coñito le escribí:
Así que has sido tu quien me ha hecho el regalo. La verdad es que si me ha gustado y en pago a ello estoy dispuesta a escucharte y a darte la oportunidad de despertar mi curiosidad, si lo consigues puede que incluso acepte llegar a más.
Esa misma noche recibí su respuesta:
Vas por el buen camino para tu correcto adiestramiento como perrita. Utiliza tu nuevo juguete tanto cuanto quieras, imprégnalo de tus jugos, márcalo con tu olor y hazlo de tu propiedad. El juego te ayudara a despertar tus instintos. No escondas el vibrador. Cuando termines de jugar con él, se una buena niña, y guárdalo en tu mesita de noche donde cualquiera pueda encontrarlo. Es parte de ti, no escondas aquello que te da placer. Deja de ser una niña y despierta a la perra en celo que duerme en ti.
Mañana recibirás mi segundo regalo, recuerda que no lo puedes utilizar hasta recibir mi permiso para ello.
Deseaba seguir el juego y me fui a dormir con mi juguete entre las piernas. A la mañana siguiente recibí un nuevo paquete. Pude evitar con excusas las preguntas del mi madre acerca del origen de estos. No creo que le gustase descubrir que su hija era una gatita en celo y que durante las noches se divertía con el consolador que un extraño le había regalado para acceder a formar parte de sus perversos juegos. Como en el caso del otro paquete, este también lo abrí en mi habitación. Se trataba de un collar de pequeñas perlas azules que se ajustaba perfectamente a mi cuello. Era precioso. El desconocido parecía conocer bien mis gustos y como agradecimiento por este segundo obsequio le escribí:
No dudes que utilizaré tu regalo con tanta regularidad como me sea necesario y tal y como me pides lo guardaré en la mesilla para tenerlo siempre a mano. Por otra parte me ha gustado mucho el collar de perlas azules, sobre todo me han gustado porque no son las típicas perlas grandes sino de un tamaño bastante pequeño.
Siguiendo sus anteriores instrucciones guardé el collar en la mesilla junto al consolador a la espera de recibir el permiso para poder utilizarlo. Mientras lo guardaba mi conejito recordó que era viernes. Mis padres suelen ir los fines de semana a la casa que tenemos a las afueras de la ciudad. Así, casi cada viernes, disfruto de la casa para mi sola. Suele ser durante estos días en que mi amable vecino cuida tiernamente de mi conejo el cual se humedece instintivamente preparándose para el fin de semana que le espera. Esa tarde de viernes no iba a ser a diferente a las otras, pero esta vez mi mente no podía dejar de pensar en las últimas palabras del desconocido:
Me complace escuchar que te ha gustado el collar que te he enviado. No obstante, no lo puedes utilizar a menos que aceptes continuar tu instrucción como perrita. El collar representa tu primer vínculo conmigo, si te lo pones aceptas de libre voluntad que yo sea tu guía en el camino. No te lo podrás sacar nunca, a menos que yo te lo ordene o nuestra relación se de por finalizada.
En caso que aceptes mi proposición, y como primera obligación deberás quitártelo cada mañana y masturbarte con él, así al igual que haces con tu vibrador, tomaras posesión de tu collar con tu olor a perrita. De esta forma durante el día, mientras paseas por la calle o estas en clase, recordaras tu esencia. Quiero que en el metro, en el autobús o en la facultad los hombres se exciten con tu olor a perrita en celo. Ellos te miraran, te desearan y los más atrevidos te meterán mano, te consideraran una calientapollas, pero eso es lo que quieres que pienses de ti y lo que te da placer, así que déjalos hacer... tienes que aprender a complacernos.
Acepta el collar y empieza a ser mi perrita. Espero ver tu respuesta.
Durante el fin de semana encontré un lugar mejor que la mesita para guardar el valioso collar. Estaba segura que a mi instructor le gustaría mi idea. De noche, el interior de mi conejito se convirtió en el estuche de mi precioso regalo. El símbolo de mi iniciación y me mantendría caliente en mis sueños. Además de esta forma se impregnaría rápidamente de mi olor que era la primera de mis obligaciones. Al fin llego el lunes y me puse el collar como muestra que deseaba ser instruida por él.
Durante el desayuno mi madre notó el olor que desprendía mi collar, el olor a perrita en celo de su hija. No dijo nada pero lo pude ver en sus ojos. No solo mi madre sintió las esencias de mi conejito. La erección que se marcaba en el pantalón de mi padre era un claro síntoma que le excitaba ese olor más allá de que yo fuera el de su propia hijita. Ya no me veía como su hija sino como a una mujer en celo que deseaba joder con cualquiera, como a una calientapollas que no le importa que sea su padre aquel que se excitará mirándola. Creo que fue en ese preciso instante cuando desperté en él la más profunda de sus fantasías, follarme. Pero aún no había llegado el momento en que la polla que me dio la vida se clavase en lo más profundo de mí, disfrutase de su obra y me llenase con su leche. No obstante, durante ese desayuno, me divertí exhibiéndome inocentemente delante de mi padre. Endurecer aún más su tieso rabo y de paso enriquecer sus fantasías con nuevas imágenes mías. Imágenes que seguro que utilizará en alguna de sus pajas o mientras se tira a mi madre a cuatro patas. Espero que lo disfrute mientras no pueda poseerme completamente.
Esa tarde, después de terminar mi última clase, me conecte desde la facultad para leer el correo. El desconocido estaba satisfecho con mi comportamiento:
He observado que esta mañana te has puesto el collar para ir a la facultad, así que tengo que entender que aceptas ser mi perrita y que deseas ser instruida. Espero que antes de ponerte por primera vez el collar cumplieras tu primera obligación. El collar debe hacer el olor de tu coñito húmedo, es parte de ti y es una pieza clave tu iniciación. Así que cada mañana debes quitártelo y masturbarte con él. Aquellos que se acerquen a ti olerán que estas en celo, sentirán el olor que desprende mi perrita cuando está mojada. Con el tiempo no será necesario, ya que tu coño estará húmedo la mayor parte del tiempo, listo para satisfacer a hombres y mujeres siempre que yo lo desee. Recuerda que te estás preparando para satisfacer mis deseos y espero lo máximo de mi mejor adquisición.
Como no puedo observarte todo el día, te impongo una segunda obligación. Cada noche, cuando llegues a casa, redactarás un mail explicándome tus experiencias diarias en la calle. De esta forma podré evaluarte y corregir aquellos comportamientos incorrectos de una buena perrita. Como tercera obligación, debes hacer públicas tus experiencias como perrita. Una vez escojas el medio donde los demás podrán leer lo calientapollas que eres házmelo saber para que pueda supervisarte.
Desde allí le respondí por primera vez como su perrita narrándole mis primeras experiencias:
Efectivamente tal y como ha visto esta mañana me puesto el collar para ir a clase por lo que ya sabes por donde había pasado antes. Anoche me masturbé con él y con el vibrador y después me lo deje dentro de mi conejito toda la noche por lo que esta mañana olía bastante.
En el trayecto del metro pude apreciar que los hombres se acercaban más de lo normal incluso pude llegar a notar como alguno se restregaba por encima de mis vaqueros.
Por ahora has conseguido despertar mi morbo y mi curiosidad así que efectivamente estoy dispuesta a continuar con nuestro juego.
Quería participar en sus perversos juegos y mi conejito se humedecía con solo imaginar su primer reto. Pero este ya forma parte de otro relato.