La iniciación
Soy sumisa. Acabo de encontrar un Amo y esta es mi historia.
Mí querido Amo y Señor:
Por fin llego el día. Fue mi iniciación real como sumisa. He estado esperando este momento mucho tiempo. He tenido la suerte de encontrar un Amo estupendo con quien me compenetro completamente.
Nos vimos a las 10:30 y nos fuimos a un hotel. Reconozco que cuando llegamos al hotel estaba tranquila, pues estuvimos desayunando y charlando hasta que estuvo lista la habitación. Pero una vez que llegamos a la habitación me encontraba algo nerviosa y tensa. Mi Amo primero me pidió que me desnudara.
Pensé que se le habría olvidado que tenía que castigarme, pero no fue así. Claro, el es el Amo y no se podía olvidar pues es el encargado de mi doma y amaestramiento. Me pidió que me tumbara sobre sus piernas y me azotó el culo y los muslos, y tuve que contar cada azote diciendo "lo siento Amo, no se volverá a repetir". Esta vez no fue muy duro, por ser la primera, y se quedo en 20 azotes. Aun así, la piel comenzaba a arder, y me gustaba la sensación de calor intenso.
Luego me ordenó que fuera al baño y me tumbara en la bañera. Quería limpiarme, hacer una especie de ritual por el cual me entregaba a el, y el chorro de agua pasó por todo mi cuerpo, pero especialmente por mi coño, que abrí para el. Luego me dijo que cerrara los ojos, que quería marcar su posesión, y se desabrochó el pantalón. Inmediatamente sentí como meaba sobre mí, caliente, cayendo su chorro por todo mi cuerpo. Lo que en un principio podría ser una sensación desagradable por desconocida para mi, en el fondo me agradó pues me gustaba mentalmente que mi Amo me considerara su posesión. De hecho lo soy y así lo siento. Luego me volvió a limpiar con el agua de la ducha.
Quiero que siempre estés tranquila conmigo, que me respetes, pero no me tengas miedo. Por eso tendremos una palabra que cuando tú la digas en una sesión, será la contraseña para que yo sepa que no estás bien, o que necesitas acabar. ¿Qué palabra quieres que sea esa?
Le dije: Luna. Esa será la palabra, aunque espero no tener que decirla nunca, mi señor.
Me indicó entonces que saliera de la bañera, pues había terminado y me dijo que me secara, me pusiera los zapatos de tacón alto y la ropa interior. Braga y sujetador negros. Antes de salir del baño, me colocó mi nuevo collar de perrita sumisa, de cuero rojo, y también un pañuelo rojo en los ojos. Ya no veía nada. Solo oía y sentía. Ya estaba más relajada. Muy excitada, y por supuesto totalmente entregada a mi Amo y señor.
Me sacó del baño dándome la mano. Y me dijo: Para terminar la iniciación, dos cosas más. Y me dio un beso, en señal de las caricias futuras, y una bofetada, en señal de los azotes que recibiría.
Luego me quedé en posición de espera, con las piernas abiertas y las manos en la espalda. Mi Amo me puso una correa en cada muñeca y una cadena uniéndolas. Luego contra la pared, y me azotó. No se bien con que, aunque creo que con un pequeño látigo. Cada azote era increíble. Lo sentía tanto. Me concentraba, para recordar bien cada instante. También debía contar cada azote, y dar las gracias a mi Amo por hacer algo así por mi. La verdad le estoy muy agradecida por haberme hecho sentir como lo que soy: una sumisa. SU SUMISA...
Luego comenzó a colocarme una cuerda alrededor de las tetas, a modo de corsé. Fue algo increíble. Sentía el roce de las cuerdas cuando pasaban de lado a lado, el roce, y pensaba en como me gustaría poder verlo. Mis ojos estaban vendados, pero recordé que había oído el "clic" de la cámara, por lo que al menos podría recordar luego el momento, y también verlo al mismo tiempo. Mi Amo siguió atando las cuerdas alrededor de mi cuerpo, y finalizó las últimas ataduras entre mis piernas, rozando mi coño.
En ese momento, algo pellizcaba mis tetas. Pinzas de la ropa. Muchas pinzas en mis tetas, y luego en mi coño. La presión era fuerte, intensa, pero reconozco que me gustaba, me excitaba. Me sentía cada vez más cachonda y húmeda. Estaba tan mojada .
Mi señor comenzó entonces a quitar las pinzas con un látigo. Una pinza con cada golpe, a excepción de las de los pezones, y dos más que dejó en los labios de mi sexo. Con cada latigazo me estremecía con una mezcla de dolor y placer, de sumisión y entrega.
Me puso en la cama a cuatro patas, y metió en mi coño un vibrador, que quedó sujeto por una de las cuerdas que aún llevaba alrededor de mi cuerpo. El vibrador se salía de la humedad, parecía imposible que se mantuviera dentro, pero mi Amo lo colocó de nuevo con la cuerda, y esta vez se quedó muy dentro de mí.
Yo notaba a mi Amo excitado. Sentía su mirada lasciva sobre su recién adquirida propiedad.
Ven, me dijo. ¿Crees que te mereces chupar la polla de tu Amo?
Creo que eso es algo que debe decidir mi Amo, le contesté.
Buena respuesta, opinó el.
Y sin más, me abrió la boca, agarró mi melena con fuerza para atrás y metió toda la polla dentro. Yo la chupe con ganas, con cariño, y sobre todo como sabía hacerlo.
Me recriminó, diciéndome que así chupaban pollas las amas de casa, las mamas, que muy bien para ser eso, pero no para ser una puta, y me metió la polla hasta el fondo de la garganta, y me dijo: vas a tener que comer mucha polla, y aprender a comerla como lo que eres, y si vomitas me da igual. Quiero sentir tu garganta, tu campanilla. Se la estuve chupando un rato. Me gustaba sentirla dentro de mí, aunque más de una vez, sentía que me faltaba la respiración. Por otro lado, no dejaba de pensar que creía que sabía chupar una polla, y no me había gustado nada que mi Amo me dijera que la chupaba como un ama de casa . Tenía claro que le iba a demostrar que aprendería a chuparla como a el le gustara, como la mejor puta, pero nunca mas quería oír que la chupaba como un ama de casa.
Me volvió a poner de pié, y me llevó de la correa que había unido antes a mi collar. Se sentó en un sillón, y me hizo arrodillarme y seguir chupándole la verga. Las pinzas que quedaban empezaban a molestar. La presión era cada vez más fuerte. Esperé un rato, y le pedía a mi Amo que si por favor podía retirar ya las pinzas de mi coño, y accedió. Me tumbó en la cama y me dijo que me tocara un rato, para que la circulación de la sangre volviera a su sitio, y así me veía el tocarme. Me dejó el vibrador. Me recordó, no obstante, que tenía prohibido correrme hasta no tener su permiso. Yo lo recordaba perfectamente. No olvidaba casa cosa que mi Amo me había enseñado y dicho. Agradecía todo, pues quería convertirme en una excelente sumisa, y aunque lo deseaba tanto, sabía que el camino era largo, y duro.
Me concentré en mi coño y el vibrador. Sentía el calor que emanaba de el. Lo notaba ardiendo, y a la vez empapado en mis jugos. Era increíble. No recuerdo haber estado nunca tan mojada. Mi Amo quitó también las pinzas de los pezones, y los tocó igualmente para que la sangra volviera a ellos.
Cuando consideró que ya me había relajado suficiente, me pidió que volviera a donde el estaba sentado. Quiero que como una buena perra, me quites las botas, me dijo. Y así lo hice. Ahora quiero que refriegues tu coño contra mi pierna, que la mojes con tus flujos. Muévete de arriba abajo. Eres mi perra . Estuve un buen rato, cada vez mas excitada, aunque la postura me cansaba, pero era lo que mi Amo deseaba en ese momento. Luego quiso que le pasara la lengua por la pierna, para limpiar lo que antes había ensuciado. Lamí aquella pierna de mi Señor, hasta dejarla limpia de mi, aunque segura de que mi olor no había desaparecido.
Luego me llevó de la correa, hasta tumbarme en la cama. Estuve un rato allí tumbada, con las piernas abiertas. Noté un calor intenso en un pecho. Aun ahora al recordarlo escribiéndolo me estremezco de placer y cierto dolor. Era la cera. Luego fue el turno del otro. Yo solo oía la fuerte respiración de mi Amo, su excitación, le olía junto a mi, su excitación .. hasta que me dijo: abre las piernas. ¡Estaba algo asustada! Joder, la cera resbalando por mi coño, ya de por si castigado por el látigo, las pinzas . Pero no podía desobedecer. Me recordó lo de la palabra, pero yo le dije: ya sabes que no voy a usarla ¿verdad?
Abrí mi coño con las manos, tal y como mi Amo me exigió y la cera resbalaba por mis labios, mi clítoris, y llegaba hasta mi ano . ¡que sensación!, pero no puedo más.
Vuelve a abrirlo, dice el. Quiero gritar ¡no! ¡Otra vez no!, pero lo hago. Tímidamente lo abro, aunque mantengo mis manos cubriendo mi clítoris, que creo que es la zona más castigada hoy. Vuelve a caer la cera, y sobre la zona ya caliente . Las sensaciones son indescriptibles. Mi Amo para, y comienza a retirar la cera ya fría. Se que está contento, y susurra a mi oído que lo estoy haciendo muy bien. Me agrada que me lo diga, me tranquiliza que yo sea la sumisa que el quiere educar y adiestrar.
Me besa, me toca, me chupa, y a mi me encanta sentir a mi Amo tan cerca de mi. Me pone a cuatro patas sobre la cama para follarme y pregunta para si mismo pero en voz alta, que agujero se follará de los dos . Finalmente la mete un rato en mi coño, pero la saca.
Quiero que te masturbes, tienes mi permiso para correrte. Le pido por favor el vibrador. Mi excitación es tal, que me cuesta hasta correrme. Finalmente llega un orgasmo, y oigo a mi Amo decirme: eso puta, córrete, eso es lo quiero, ver como te corres. Es un orgasmo muy intenso, largo, increíble, y todo gracias a que mi Amo me ha permitido correrme.
Me vuelve a poner a cuatro patas, y me dice que abra mi culo para el. Así lo hago y mete su polla en mi culo, de un golpe. La recibo, es mía en ese momento, entra y sale, y aprieto mi esfínter para darle mas placer a mi Amo, que se corre, inundándome con su leche.
Mi Amo me dice que no me vista todavía. Que me quede allí. Así lo hago. Disfrutando de las palpitaciones de mi coño, del latido de las marcas de los latigazos. Oigo como cae el agua mientras el se ducha. Comienzo a relajarme. Aún huelo a la mezcla de mi sexo y el de mi Amo. Me gusta, incluso hace que me recorra un hormigueo por el cuerpo.
Compruebo que no tengo muchas marcas. Veo una en el muslo, con cuatro líneas rojas, ligeramente abultada, y la toco, sabiendo la excitación que me provocará los próximos días, cuando la vea, la toque y me recuerde esta sesión de iniciación con mi Amo.
Cuando vuelve mi Amo, me dice que vaya a ducharme, y mientras lo hago, me mira desde la puerta.
Cuando acabo, me pone crema en las zonas azotadas, para evitar que se marque mucho.
Ya estamos relajados, pero ha sido una sesión muy intensa, y disfrutada por ambas partes, pero sobre todo ha servido para saber lo que ambos somos para el otro: El es MI AMO y yo soy SU sumisa.