La infiel

Una mujer debe saber usar su cuerpo para prosperar y si además le gusta , pues miel sobre hojuelas. Aunque ....

LA INFIEL.

Silvia nota el miembro dentro de ella, está empotrada sobre el hombre, se mueve muy despacio, le gusta controlar la situación, sobre todo cuando coge. A Gastón , su jefe, estando con la pija dentro le cuesta desarrollar su razonamiento, sólo piensa en la buena que está su secretaria y lo bien que folla. El pelo a lo paje, la nariz recta, los labios golosos, los ojos pardos y el cuerpo: dos tetas que oscilan con los pezones enhiestos, talla 90, lo sabe porque le ha comprado más de un corpiño, el vientre plano, y la piel suave, toda bronceada, como si tomara el sol desnuda, aunque es de cama solar.

Silvia oscila adelante y atrás.

- Entonces , ¿ quieres que me líe con Santiago?

- Sí, necesito saber qué piensa, qué informa.

- Está saliendo con mi amiga Marisa.....pero lo intentaré.

- Por favor no pares, que me estás volviendo loco.

- Loco..loco ...o sólo un poco gustoso.

Acelera la cabalgada, se le ha hecho tarde, tiene que volver a casa. Se toca el clítoris para llegar, no necesita mucho al igual que el macho. Estallan, él primero, ella cuando siente la leche. Se separan. Queda la macha del semen sobe las sábanas cuando se levantan y van al baño.

Gastón se ducha sólo con agua, ella se lava la concha en el bidé.

-

Te recompensaré....20 lucas de extra, ese cabrón hace informes de cómo va la empresa y yo soy el director ..y me juego el puesto.

- Quiero algo más, esto tiene que durar...para que te sea útil y tiene sus riesgos para mí. Me tienes que nombrar asistente ejecutiva de dirección. Es un incremento todos los meses y pasar al nivel de gerencia.

- Si sacas buena información , lo tienes.

- No me vale, lo quiero con la primera, luego lo mismo se te olvida.

- Lo hablamos, ahora tengo prisa. Son las siete y vienen mis suegros a casa.

Silvia también tiene prisa pero no lo dice, así lo hace sentirse culpable. Es una manera de controlarle. Salen de hotel -alojamiento . Él se monta en el auto y apenas pasadas dos cuadras deja a Silvia que toma un taxi.

Quince minutos y entra en casa, apenas dan las ocho. Llega al salón, su hijo y su marido están sentados haciendo las tareas del muchacho. Ella besa al chico en la mejilla y con humedad los labios de su esposo.

  • ¿ Cómo están mis chicos?
  • Esperando a la dueña de la casa. -

contesta Héctor con una sonrisa-

y haciendo las matemáticas con el joven genio.

Silvia se enternece y colocándose en medio de ambos los abraza por el cuello y les besa.

  • ¿ Les apetece a los trabajadores una milanesa completa – completa.? La hago mientras acaban la tarea.
  • Uau...¡gracias , mami!

Silvia va a la cocina, sabe que no va a tardar mucho, saca todo de la heladera. La milanesa está preparada a falta de sartén, el tuco es de sobre, las papas sólo pasar por la freidora y el huevo frito tampoco le va a llevar tiempo. Va al cuarto y se cambia, un camisón largo , transparente y encima la bata, se calza las chinelas y vuelve a la cocina. Mientras todo se va haciendo pone la mesa. Apenas han pasado quince minutos cuando les avisa:

  • Chicos, ¡ la cena está lista!

Ella sólo come la milanesa, los dos varones se devoran todo con hambre canina. Beben coca light.

-

Mamá, me ha encantado. Esta comida me gusta mucho.

- Sí, ya lo sé, pero mañana, te toca pescado y mucha fruta. No puedes vivir sólo de carne. Anda toma la leche y empieza a pensar en irte a la cama, que mañana no hay quien te levante.

El chico se levanta, y grande, alto y guapo con sus trece años se va hacia la cocina. Silvia aprovecha para darle un beso en los labios a su marido. Le engaña, pero le ama. Es difícil encontrar un hombre tan bueno y tan guapo. Tiene un año menos que ella, y desde que la conoció se enamoró como un loco. Silvia siempre le ha querido, pero....no puede evitar engañarle de vez en cuando. Ha tenido alguna aventura en los 14 años de matrimonio, ahora sólo se lo hace con su jefe, y siempre cuando vuelve a casa siente una mezcla de alegría, remordimientos y amor, porque ama a Héctor, y se lo va a demostrar cuando vayan a la cama. Él la mira, es preciosa, y sonríe cuando le vuelve a besar y se abre un poco la bata para que pueda ver sus senos que se transparentan en la fina tela. Nota como se le pone dura la verga.

Se quedan un rato viendo la tele, Silvia recoge la mesa, él la sigue con la mirada, ella con un guiño, cuando no mira su hijo, con la bata suelta le muestra su cuerpo apenas velado. A Junior, como le llaman al joven Héctor, le cae el sueño encima.

  • Me voy a la cama. -

da un beso a sus padres y desfila hacia su cuarto.

Se quedan solos

,

Silvia se quita la bata, se sabe seductora con el camisón, su marido la contempla con deseo, no se hablan, esperan que su hijo se duerma, y mientras les aumenta el deseo concupiscente.

Se levantan y se abrazan, las manos del hombre recorren el cuerpo de ella. Cuando se besan , se devoran. Él no puede dejar de acariciar las nalgas prietas de la mujer mientras la empuja hacia su polla dura. Tira de ella hacia el dormitorio. Cierra la puerta. Silvia va al velador y enciende la lámpara que deja la habitación en la penumbra romántica. Con la luz tras ella, se delinea su figura, juega con la iluminación moviéndose para que sus curvas lujuriosas vayan destacando ante la mirada excitada de Héctor que se desnuda rápidamente, ansioso.

- Esposo..¡ qué lomo tienes!

Lo dice de corazón, su marido está muy bueno. Moreno, con ojazos negros, guapo, delgado, con el cuerpo musculado, un culo delicioso, de estatua griega y apuntando hacia ella: la pija pétrea.

Se baja el camisón dejando al aire primero sus hombros, luego sus pechos que oscilan al paso de la tela y de nuevo cuando fuerza que pasen las caderas. Ahí lo suelta, queda desnuda ante él, esperándole. Él la rodea con los brazos, sus manos le recorren la espalda y se posan en las nalgas, la aprieta y restriega su verga contra el pubis femenino. Silvia le muerde la boca al besarle, le quiere volver loco, hacerse perdonar su infidelidad, satisfaciendo su lujuria.

La empuja hacia el lecho, ella cae, él sobre ella, le abre las piernas y entra en la gruta de la mujer que da un ligero gemido al tiempo que le clava las uñas en la espalda.

Como si fueran espuelas que castigan al caballo, Héctor se mueve a la carrera dentro de ella. Silvia se da cuenta que no va a llegar a correrse, su marido está demasiado ansioso, se la mete rápido, dentro y fuera centrado en su placer. Lo ama, quiere que sea feliz, así que empieza a suspirar y jadear como si la estuviera transportando al paraíso.

-

Aaayy... cariño... sigue...así ...así...cómo me gusta.

Héctor acelera las embestidas, está fuera de sí, empieza a escupir su semen.

  • ¡

Me matas!....mi vida...mi amor...mi macho.-

casi grita Silvia mientras simula los espasmos del orgasmo. Se queda abrazada mientras la polla pierde potencia y va saliendo de su vagina.

-

Cariño, te quiero....No sé si te quiero más por guapo, por bueno , por listo o por lo bien que coges. Creo que por esto último.

- Bobita, vos si que sos maravillosa. La mejor esposa del mundo. La suerte de mi vida es que te hayas casado conmigo.

Siguen abrazados un rato, Silvia se levanta para ir a lavarse, deja que el chorro del bidé le golpee el clítoris y se lo acaricia, por fin se relaja. Se seca y vuelve a la cama. Su marido la toma en los brazos, la besa mimoso, ella responde y poco a poco se van quedando dormidos.


Silvia busca su oportunidad para cazar a Santiago, sabe que no tiene mucho tiempo, queda apenas un mes para la Junta y Gastón quiere saber el informe del codirector y sobre todo controlador por el socio mayoritario de la empresa. Marisa le he dicho que durante dos días, su novio no la va a ver. Tiene que preparar un trabajo y lo tiene que hacer en la oficina, donde dispone de todos los datos, que acabará tarde.

Decide jugar la partida, avisa a Héctor que no le espere a cenar durante esas dos noches. Le dice que como le han ascendido a asistente ejecutiva tiene que ayudar a Santiago. A Héctor le cae bien el novio de la amiga de su mujer, han almorzado juntos con los chicos un par de veces.

De casa ha salido con una blusa blanca de seda y una falda de cuero negro, unos dedos por encima de la rodilla que se ciñe como un guante. Corpiño y tanga blancos, medias negras a medio muslo, botines. Gastón cuando la ve le dice al oído:

  • S

i ese cabrón no ataca es un impotente.

- Espera que todavía no me he puesto en plan guerrero. Eso cuando se vayan todos.

Santiago está encerrado en su despacho, Silvia entra varias veces para llevarle papeles con datos. Le divierte como trabaja. Usa lápices de colores, goma, una regla milimetrada y folios blancos que numera en los bordes a medida que los va llenando.

Empieza a marcharse el personal. Se han quedado solos Silvia y Santiago.

- Si quieres puedes ir a casa. A mi me queda como una hora larga.

- Me quedo por si necesitas algo. He avisado a mi marido que no me espere. De vez en cuando entro con café y si necesitas algo más me das una voz , estoy al lado.

- Gracias, eres una joya. Una luz que ilumina la noche.

- Zalamero-

le da un beso en la mejilla dejando ver el canal de sus pechos y se retira acentuando el contoneo de sus caderas, seguida por la mirada complacida del hombre.

Le mira mientras trabaja. Va al baño, se quita el corpiño, se deja cuatro botones abiertos. Se da cuenta que está caliente. El seducir al novio de su amiga le excita. Prepara un par de cafés. Antes de llevarlos se pellizca los pezones para que se marquen más.

-

Te traigo un café.

Lo pone sobre la mesa de trabajo, se queda al lado del hombre, él la mira, se da cuenta cómo está de incitante la mujer, le dedica una sonrisa .

-

Anda, tómate el café conmigo. Ya casi lo tengo acabado.

Silvia se sienta de modo que él pueda verla, se cruza las piernas, deja ver el final de la media y el comienzo del muslo desnudo.

-

¿ Cómo estás? . Llevas prácticamente todo el día sentado.

- Me duele un poco la espalda, pero queda poco. Prefiero hacerlo de una tacada, concentrado, sin fijarme en nada..... En nada no, que estás preciosa. Me alegra verte, me animas.

- Anda , que sabes decir lo que nos gusta a las chicas. Me quedo o vuelvo dentro de un rato con otro café.

- Quédate mientras acabamos éste. Luego vete un rato que me desconcentras y me llenas de malos pensamientos.

- Nunca hay malos pensamientos, sólo deseos de niño malo.

  • Te puedo asegurar que no son de niño y son más que malos, perversos.

Santiago bebe el último sorbo, Silvia igual, se acerca a recoger la taza y como sin importancia , le da un beso rápido en los labios.

- Cuando quieras algo , llama.

Piensa que ya casi lo tiene cazado, no le ha quitado los ojos ni del escote ni de las piernas. Está hirviendo, si no fuera porque se le iba a mojar la falda se quitaba el tanga. ¿ Será tan suave y buen amante como le ha confesado Marisa?

Se tiene que concentrar en el último esfuerzo, claro que si no lo consigue hoy, lo intentará mañana.

- Silvia, vete preparando el último café que ya casi he acabado por hoy.-

oye la voz de Santiago desde el despacho contiguo.

Esta vez no necesita pellizcarse los pezones, los tiene duros y se marcan bajo la tela. Entra con la bandeja con las dos tazas y el azúcar. Se contonea cuando se acerca a la mesa, deja ver sus senos libres a través del amplio escote de la blusa desabrochada.

-

¿ Ya lo has acabado?-

mira la mesa cubierta de folios.

-

Sí, sólo queda pasarlo a limpio y meterlo en el ordenador. Mañana me podrías ayudar. Hay muchos gráficos que he hecho a lápiz y regla y yo no soy bueno en informática.

- Pues me lo das y te lo meto yo durante el día. A mí se me da bien y así tienes tiempo para corregirlo luego por la tarde.

- Lo único que recuerda que es confidencial. Nadie tiene que saber lo que pone.

- Seré una tumba.-

Está feliz , lo ha conseguido, el dinero y el puesto son suyos. Cuando respira satisfecha las tetas , quieren romper la camisa.

Él se ha levantado, se estira con la taza en la mano, mueve el cuello.

-

¿Estás contracturado? Si quieres te doy un masaje e intento que se te quite la tensión.

- Me vendría muy bien.

Silvia se sitúa tras Santiago y con dedos hábiles empieza a apretar en los hombros y el cuello. A medida que se van relajando los músculos , se va pegando más y más a él. Le roza la espalda con los pechos. Se imagina que el hombre se dará cuenta de su invitación, aunque no se preocupa, sabe que ella va a tomar como siempre la iniciativa. Comenzará con una pequeña mamada, quizás con eso le deje satisfecho.

.

Le sorprende la mano del hombre deslizándose por su pierna. Le ha subido la falda y llegado al final de la media, investiga la unión de los muslos.

  • Eres una niña mala y cachonda. Estás mojada.
  • Sí , tenés razón. Estoy mojada , estoy cachonda como dices vos y soy mala , muy mala.

Le ha subido la falda hasta la cintura, ella está empotrada en su espalda. Él se gira, la mira, sus ojos devoran los senos medio desnudos. Los acaricia con las manos. Silvia jadea, cree que le van a estallar los pezones de calentura, cuando los oprime, suave al principio, más fuerte al final.

Quiere besarlo, lo intenta, él se separa, la toma por los hombros y con suavidad pero con firmeza, hace que apoye su torso en la mesa. Él se coloca tras de ella y tira de la tanga, que queda a medio muslo. Se sabe expuesta, dispuesta a recibir su verga.

- Silvia, Silvia...eres una niña mala... y a las niñas malas hay que castigarlas.

. Una mano del hombre se apoya en el cuello y sujeta a la mujer sobre la mesa, la otra toma la regla de plástico.

¡ ZAS! ¡ZAS!¡ZAS ! ¡ZAS!

Le ha dado cuatro reglazos en el culo, ella chilla, pero no se atreve a moverse, tiene una mezcla de miedo y excitación.

Él le acaricia las nalgas que le arden , mientras con la otra mano se suelta el cinturón y se baja el pantalón y el calzoncillo. Tiene la polla dura. Se acerca a la mujer, recorre con el glande el valle de las semiesferas. Silvia se asusta cuando se detiene en el esfínter anal , pero pasa tras breves segundos. Llega a su vulva empapada. Ella levanta la grupa para ser más accesible, el ciruelo se para en la puerta buscando la entrada. Es ella la que se mueve para acoger la cabeza de la verga. Y él entra despacio en ella, llenándola. Se queda parado, haciendo que sienta la pija que le invade.

  • A la niña mala, ya la hemos castigado. Ahora toca tranquilizar a la mujer cachonda.

Y empieza el bombeo, duro, hasta dentro. Al tener los muslos cerrados, la vagina es una funda estrecha para el arma del hombre.

Siempre ha controlado todo, siempre ha sido ella la que ha dirigido el placer, por eso ahora que está sometida a la lujuria y el poder del macho, no puede evitar empezar a gemir de placer.

  • ¡

Aaahhh! ….. ¡aaaah! ….no pares.

- Nena , tranquila...no paro...disfruta.

La voz fría de él le vuelve loca, la tiene controlada, juega con ella. Quiere tocarse para acabar, pero no puede y se da cuenta que no lo necesita, que está en una carrera hacia la cima del orgasmo que le llega como una ola cuando Santiago acelera sus ataques y se derrama en ella.

Silvia abre los ojos , los ha cerrado cuando le llegó el culmen del placer. Ve la mano del hombre sacando unos pañuelos de papel, él la saca y se los pone en la concha.

-

Nena, vamos a procurar que no te manches.

En los suaves kleenex se queda el semen del hombre. Ella se levanta, se sube la bombacha y se baja la falda. Contempla como el hombre se limpia la polla. Cuidadoso pone las toallitas manchadas en una cartulina, con la que hace un paquete. Se sube el boxer y los pantalones.

- Habrá que ir para casa.-

le dice con una sonrisa.- .

Te llevo en un taxi. Ésto lo tiro yo. Mañana tendremos que acabar el trabajo. Recuerda que nadie tiene que verlo.

Silvia llega a casa, su familia está dormida. Se lava la concha, se pone una remera larga y se va a la cama. Su marido nota su presencia, se vuelve y la abraza. Siempre, cuando le ha engañado, ha cogido después con él como un volver a encontrarse, atarse a tierra. Ahora no tiene ganas, ha vivido algo que no se esperaba: le gusta sentirse sometida. Se acaricia las nalgas, se le ha pasado el escozor pero le queda el recuerdo.


Santiago se bebe el güisqui con un poco de agua que se ha preparado, enciende el pequeño puro y se sienta mirando la noche estrellada.

Piensa en lo fácil que es hacerse el ingenuo. ¿ Cómo pueden haber pensado que no se iba a dar cuenta de le encerrona que le habían preparado entre Gastón y Silvia? . Si no era capaz de saber lo que pasaba en la empresa, no valía para su trabajo de opinar y criticar. Al día siguiente Gastón , su auditado, sabría lo que él quería que supiera. Todo era verdad, pero un par de páginas cortas , en las que iban a ir las matizaciones y los problemas de cara al futuro, los haría él tranquilo en casa.

Silvia estaba buena y el polvo había sido muy agradable, recuerda la frase de Benedetti :

Soy monógamo , pero no fundamentalista.

Y es verdad que es así. Está a gusto con Marisa, está inmensa, folla como los ángeles, es divertida, buena persona, sabe querer, en fin que está a gusto con ella. No le apetece meterse en muchos líos. Silvia no es un lío, sonríe mientras lanza una voluta de humo al aire, es un entretenimiento.

No tiene prisa, repasa las mujeres de su entorno próximo. Silvia, Marisa , Raquel , su cuñada que está buena como un pan, una tía en sazón, casada con un cretino y Danielita , la hija, una bomba. Esa es de las mirar , jugar pero no tocar. Es muy joven y no quiere líos. Está casi al pleno con Marisa, mira las fotos que se sacaron un día que fue a almorzar con su familia. La ve tan feliz, tan entregada, tan guapa, que acaba la copa, da la última calada, apaga el resto del purito, se desnuda y se va a la cama.

Este relato, al igual que los anteriores (La reina , La cazadora, La delantera prodigiosa, Cuñadas, Los dientes de la ratita y La prima y la amiga de la prima) , pertenecen a una serie de historias encadenadas , donde el último personaje es el protagonista del siguiente. La autora agradece los comentarios y los aportes argumentales.