La infame vida de una recien casada (Cap 5)
En la última etapa de este breve pero denigrante viaje de novios, Anna es vendida como esclava por su marido a un pervertido matrimonio que disfruta de ella durante toda la noche.
5.- La última etapa del viaje de novios
El viaje tuvo que retrasarse tres días porque Anna no estaba en condiciones de viajar… Su cuerpo se encontraba muy dolorido y tuvo que permanecer acostada… El sufrimiento y nerviosismo que paso para acoplarse al descomunal pene del Maestro Manjani y el tremendo orgasmo, que la convulsionó por más de cinco minutos, la dejaron en un estado muy lamentable.
Margot, ayudada por el servicio cuido de ella hasta que comprendió que se encontraba bastante recuperada y lista para ser usada de nuevo, por lo que Pierre decidió que había llegado el momento de seguir con el viaje de bodas.
Ahora se dirigían a un pequeño pueblo situado en la costa atlántica… Tras varias horas de viaje por la autopista, salieron de ella y por una pequeña carretera comarcal llegaron a un albergue… Pierre bajo del coche, mientras Anna, que dormitaba, abría los ojos y preguntaba:
“¿Ya hemos llegado, amor?”
“Si, cariño… Ahora conocerás a mis amigos Claude e Yvone… Esta será nuestra última etapa antes de irnos al extranjero en un viaje que será inolvidable para ti”.
“Lo que tú ordenes, amor mío… Haces de mi lo que quieres y mi deseo es complacerte… Dime, ¿quién es Claude?”, preguntó intrigada.
“No te impacientes… Ya mismo los vas a conocer”, le respondió.
De pronto, dos soberbios dobermans se aproximaron al coche ladrando desaforadamente impidiendo que ambos pudiesen bajar del vehículo... Un silbido emitido por un hombre corpulento de unos 40 años, con un enorme bigote, hizo que los animales se retirasen a un rincón tumbándose en el suelo.
Pierre, bajo entonces del coche y dirigiéndose a su amigo se unió a él en un fuerte abrazo.
“¿Qué tal Claude?... ¿Y tu mujer?… ¿Cómo estáis?”
“Estamos muy bien… ¿Y tu mujercita qué tal se encuentra?... ¿Ya se ha recuperado de la visita a casa de Margot y Noel?... Ella me ha llamado para decirme más o menos a que hora llegaríais”.
“Pues esta bastante recuperada… Al ser muy joven se recupera rápido… Está ahí sentada en el coche… ¡Anna, sal del coche!”
“Vaya palomita que te has buscado, sinvergüenza”,… le dijo mientras miraba la figura de su jovencísima mujer.
“Pues tú no te quedas muy atrás… Yvone está muy bien, también”,… le respondió Pierre mientras abría el maletero y sacaba el equipaje.
“Si, pero ya sabes que uno siempre desea la fruta del árbol del vecino”, dijo Claude sonriendo y mirando a Anna.
“No hay ningún problema en eso Claude, hemos venido para estar con vosotros y esa fruta la vas a tener y disfrutar siempre que quieras todos estos días”.
Anna comprendió que de nuevo sería utilizada… Entraron en la casa y pasaron directamente al salón que se encontraba ala derecha… Frente a la entrada había una escalera que subía a la plata superior.
“Un momento que voy a llamar a Yvone”… Al cabo de unos instantes regresaba con una joven que no aparentaba tener más de treinta años, alta, rubia, con un rostro que denotaba crueldad, quizá debido a su delgadez y su mirada profunda… Sus manos largas y huesudas llamaron la atención de Anna, pues al ver que tenía las uñas muy largas se dio cuenta que poco o ningún trabajo doméstico realizaba.
“Hola, Pierre, tanto Claude como yo pensábamos que ya no tendríamos la oportunidad de conocer y saborear a tu esposa por si habíais decidido cambiar de ruta, pero me alegro de veros”.
“Hola, Yvone… ¿Cómo iba a dejar de venir, si sabía que estabas cada vez más preciosa?”... Y acercándose a ella, le dio un fuerte beso y prolongado en los labios, mientras Anna observaba silenciosa.
Después de saludar a Pierre, Ivone se acercó a la joven casada y la miró de arriba-abajo y de abajo-arriba con engreimiento.
“Hola”, le dijo Anna mientras le tendía la mano… Pero Yvone paso de responder a su saludo y siguió repasando su anatomía e incluso dio una vuelta alrededor de ella para analizarla con detalle como si mirase a un animal… Cuando terminó, preguntó a Pierre:
“¿Qué tal se porta en la cama esta chiquilla?”
“Muy bien… hasta el momento las sesiones a las que ha sido sometida demuestran una predisposición a la entrega y sabe disfrutar del placer que se le impone… Creo que poco a poco veremos en ella una buena sumisa y, además, masoquista… ¿Verdad, Anna?”
La joven esposa bajo su mirada al suelo y asintió con la cabeza sin pronunciar palabra… Yvone, que estaba a su lado, le levantó la cabeza y la miró fijamente.
“Responde cuando te pregunten”,… le dijo.
“Si”,… respondió Anna con lagrimas que resbalaban ya por sus mejillas.
La mano de Yvone apretó más fuerte su rostro y dijo:
- “Se responde… ‘Si, Señora’… ¿Acaso no sabes que una señorita debe mantener siempre buenos modales?”
Anna con los brazos colgando a lo largo de su cuerpo, aceptaba derrotada el vil trato a que era sometida y humillada ante su propio marido, que observaba divertido la escena.
Luego, Yvone, deslizó sus dedos por el cuello de Anna y lentamente fue bajándolos hasta llegar a su blusa… Los dedos de la mujer desabrocharon el primer botón, luego el segundo y así poco a poco hasta dejar la blusa completamente abierta… La mano de Yvone se introdujo por el pecho derecho y se lo sacó del sostén, quedando expuesto a la vista de todos.
Anna empezó a tener miedo de Yvone… La forma como esta mujer la trataba no se parecía en nada al trato despótico y humillante que había tenido que sufrir de Camile, Fleur y Margot… Por la forma que Yvone la miraba, Anna adivinaba una forma de sadismo más duro si cabe que el sufrido con las otras mujeres a las que había sido entregada.
Yvone seguía sosteniendo el pecho de Anna fuera del sostén, mientras sus huesudos dedos lo apretaban sin ninguna compasión y sin tener en cuenta el dolor que le estaba causando… Al mismo tiempo acariciaba el pezón, excitándolo hasta ponerlo duro.
- “¿Te gusta que te acaricie el pecho?”
Anna asustada respondió…. - “Si señora!”
Y sin más, Yvone, la dejó y se fue a sentar con los hombres que estaban viendo la escena y hablando entre ellos.
“¿Qué tal va el negocio?”, pregunto Pierre.
“Ahora hay muy poca gente… En este época del año no suele venir nadie… En esto momentos tenemos un matrimonio holandés que está de vacaciones… Son clientes habituales que suelen venir siempre a pasar unos días de sus vacaciones con nosotros… Ya te los presentaré más tarde.”
Anna, que estaba de pie con un pecho desnudo intentó cubrirse pero su intención se la cortó Yvone diciéndole:
- “No te lo tapes, al revés, quítate la blusa y el sujetador y quédate desnuda de cintura para arriba, que te veamos bien”.
Como una autómata Anna obedeció y con dos rápidos movimientos quedo tal y como le había sido ordenado por Yvone.
“Tu mujercita tiene unos pechos preciosos, dignos de ser acariciados”,… dijo Claude.
“Preciosos y delicados, dignos no sólo de ser acariciados sino también torturados… ¿Anna, te gustaría que te torturase los pechos?”,… preguntó Yvone.
Anna asustada, negó con la cabeza al mismo tiempo que con voz temblorosa decía: - “No, señora”.
Una sádica sonrisa se dibujo en el rostro de Yvone: - “¡Acaríciatelos!”
La orden fría e impersonal que recibió Anna, bañaron sus ojos al tiempo que sus manos se dirigieron a sus pechos y los apretaron y movieron rotándolos, al tiempo que con los dedos pulgar e índice se acariciaba los pezones, que se endurecieron rápidamente… Estaba dando un espectáculo humillante ante los tres personajes.
“Acércate!”, le ordenó Yvone tajantemente… Y Anna dejó de acariciarse y se acercó al sofá donde estaba ella sentada.
“Más cerca… Arrodíllate y sigue acariciándote”… Y Anna obedeció, arrodillada junto a Yvone que la observaba detenidamente… Cuando los pezones estuvieron enrojecidos y erectos vio que sacaba de uno de sus bolsillos un trozo de cordel de nilón, de pesca, y efectuó a cada extremo, sendos lazos corredizos y se lo entregó diciendo.
“Sujétate tú misma los pezones en cada lazo corredizo y ténsalos fuerte para que no se escapen”.
Anna, abrió los ojos desorbitadamente y movió la cabeza negando la orden… Yvone, se enfureció y le respondió.
- “Si no lo haces tú misma, seré yo quien te los ataré… Decide!”.
Ante la amenaza de Yvone, Anna obedeció y deslizó cada uno de los nudos corredizos alrededor de sus pezones, dejándolos poco tensos.
- “Muy bien… Sigue acariciándote los pezones”.
De rodillas junto a ella, Anna siguió acariciándose sus pezones y al cabo de unos minutos vio como estos aparecían semi-estrangulados por el cordel… Yvone, entonces tiro del cordel y cada lazo corredizo se cerró más provocando un dolor por la presión que ejercían sobre cada pezón.
- “Sigue acariciándote” le ordenó.
Con la boca abierta, Anna prosiguió acariciándose mientras sus pechos se elevaban en una continua y agitada respiración… Los pezones los tenía durísimos y su coño se abría y cerraba en busca de un desesperado orgasmo.
Yvone, que la estaba observando con detalle, hizo un gesto a los dos hombres para que no perdiesen detalle de lo que estaba pasando y les dijo que observasen los ligeros movimientos del vientre de Anna y su agitada respiración… Ahora era el momento de comenzar a darle ligeros tirones al cordel que sostenía en su mano para calentarla… Y así lo hizo Yvone, mientras Anna seguía acariciándose los pezones y estrujando con fuerza sus mamas.
Yvone sabía que el orgasmo no tardaría en llegar y seguía tirando en cortos y rápidos movimientos del cordel que ataba los pezones de Anna, que no pudo contener por más tiempo su calentura y echando la cabeza hacia atrás, lanzó un grito desaforado, sus manos apretaron con fuerza sus pechos, sus piernas temblaron y una abundante catarata de jugos vaginales resbalaron por sus piernas.
Era el momento esperado por Yvone, que tiró del cordel con fuerza y arrastró a Anna tras de sí… La terrible presión que sufrieron sus pezones le provocaron una serie de espasmos muy violentos con gran dolor... Derrotada, Anne se postró a los pies de Yvone y sin decirle nada comenzó a besar el calzado… Y así estuvo hasta que escuchó:
- “Y ahora utiliza la lengua, esclava”… Era la primera vez que le habían llamado de ese modo.
Yvone estaba muy satisfecha y sonriente viendo como la lengua de Anna pasaba una y otra vez sobre sus zapatos, mientras mostraba a los dos hombre cómo la había iniciado en una nueva vida… La vida en esclavitud.
De repente, y como queriendo demostrar a todos su dominio sobre Anna, se levantó y tirando del cordel que seguía aprisionando sus pones le dijo:
- “Vamos, esclava… Te mostraré tu habitación… Las manos cruzadas detrás de la nuca”.
Un aplauso se escuchó cuando ambas abandonaban el salón.
- “Volveremos más tarde, que voy a disfrutar con ella”, dijo Yvone al salir del salón.
A la hora de la cena se reunieron en el comedor los dos matrimonios a los que se les unió los dos huéspedes que tenían… Hechas las presentaciones, se sentaron todos a la mesa… Se llamaban Adam y Monique y eran mucho más mayores… Supieron que Pierre y Anna eran recién casados y se encontraban de viaje de boda.
A la Sra Monique le asombró la juventud de Anna y su aspecto sumiso… Pero más asombró tuvo cuando Yvone –que la conocía muy bien- le explicó con detalle como había logrado que Anna se corriera con sólo atarle los pezones y excitárselos… y como agradecimiento, se postro a sus pies y beso y lamió sus zapatos… Todo esto lo decía con la mayor naturalidad mientras que Anna estaba roja como un tomate de vergüenza que estaba pasando.
“Quieres decirme, Pierre que tu esposa la estás degradando para ser una esclava sumisa?... Que fuerte, verdad Adam”.
“Exactamente… ¿Verdad querida?”, preguntó Pierre a su esposa.
“Si”, dijo Anna con la cabeza baja y con voz muy baja.
“Es asombroso que una mujer no ofrezca resistencia a la humillación de ser utilizada por otros para su placer”, dijo la Sra Monique.
“¿Y por qué, no?, Monique... Tu sabes perfectamente que estas cosas ocurren”, comento el Sr Adam.
“Claro que existen… Ya lo se… Pero una cosa es saberlo y otra muy diferente conocer un caso real”,… respondió la Sra Monique.
Ante estos comentarios que demostraban un claro interés, intervino Claude, diciendo:
- “Bueno, supongo que mi amigo Pierre no tendrá ningún inconveniente en alquilar a su mujer para que sea sometida a una sesión para vuestro placer tranquilamente en vuestro apartamento”.
De inmediato, Anna, que permanecía callada durante la conversación, miró a su marido de forma angustiosa al ver el denigrante trato que proponía Claude… Pero Pierre sólo buscaba su beneficio y de inmediato el tema le intereso y dijo:
“Por supuesto que no tengo ningún inconveniente de entregaros a mi mujer, siempre que el precio sea interesante… Yo pido 600 €”.
“Me parece caro”, respondió de inmediato el Sr Adam.
“Ten en cuenta que será vuestra durante toda la noche y podréis realizar con ella todo lo que os apetezca”,.. intervino Yvone para influir en la decisión.
“¿Qué te parece, cariño?”,… le pregunto el Sr Adam a su esposa.
“¿Y yo podré hacerle a ella todo lo que quiera?”,… queriendo con ello saber hasta donde podía llegar.
“Por supuesto”, intervino Claude,… - “siempre que no la estropeéis… Estamos lo suficientemente alejados de todo como para pasar una noche inolvidable disfrutando de esta joven preciosidad, que por mucho que grite, nadie se enterará salvo nosotros”.
“De acuerdo”,… dijo el Sr Adam… - “Aquí está el dinero”.
“Un momento”, dijo Pierre… “Creo que antes de llevaros a mi esposa es necesario formalizar un contrato de alquiler y que sea mi esposa quien lo redacte”.
Mientras Yvone fue en busca de papel y bolígrafo, Anna levantó la vista para mirar a su esposo pero su expresión era dura y optó por levantarse y colocando su cabeza sobre su hombro, le susurró:
“Por favor Pierre, no me humilles más… Tengo miedo”.
“No temas… No pasarás tanto dolor como el que te provocó el Maestro Magaji cuando te azotó o cuando te dio por el culo… Estos son dos personas mayores a los que debes obedecer pues de lo contrario me veré obligado a decirle a Claude que te azote a base de bien… Te aseguro que lo recordarías durante mucho tiempo”.
“Vamos Anna, escribe”,… le dijo Yvone.
Obedientemente Anna, se sentó, tomó el bolígrafo y esperó a escribir lo que le dictase su esposo... A medida que escuchaba la voz de Pierre su mano temblaba más y sus ojos se llenaban de lágrimas.
Era un contrato de esclavitud por doce horas al precio de 600 € y con unas condiciones de obediencia total para realizar con ella todo tipo de prácticas sexuales sin limitación alguna y si se negaba habría duro castigo con ella, el castigo que creyesen conveniente aplicarle.
“¿Estáis de acuerdo con esto?”,… Preguntó Claude.
“Por supuesto”,… respondió el Sr Adam.
“Entonces firmad ambas parte”,… añadió Yvone.
“Me parece correcto”, dijo la Sra Monique.
Y por una parte firmó Pierre y Anna y por la otra el matrimonio belga... Dicho contrato quedaría custodiado por Claude e Yvone, que se encargarían que todo fuese tal y como estaba escrito.
“Son las 9 de la noche… Por tanto hasta mañana a las nueve de la mañana, Anna es vuestra”,… dijo Yvone… “Y para celebrarlo podríamos tomar algo con qué llenar nuestros vacíos estómagos, ¿no os parece?”
“Buena idea”,… dijo la Sr Monique,… - “Pero que sea Anna quien, desnuda, nos sirva la cena y la bebida… Así podremos contemplarla y analizar su cuerpo, que hasta ahora no lo hemos visto… ¿no crees, Yvone?”
“Estoy de acuerdo, pero yo matizaría que sus platos –comida y agua- lo colocase en el suelo a tus pies y que comiese y bebiera con las manos esposadas a la espalda… Una esclava jamás debe comer en la mesa de sus Amos… ¿Qué te parece?”
“Genial”, dijo aplaudiendo la Sra Monique.
Anna sirvió la cena y la bebida y, a una orden del Sr Adam, se acercó a él y tras girarse, puso los brazos en la espalda, para que se los esposara… Luego, con la cabeza agachada se acerco donde estaba la Sra Monique, se postró de rodillas y comenzó a comer… Qué gran humillación estaba sufriendo ante su marido, que no le importó, ni bastó, venderla con tal de ganar un dinero, sino que ahora la estaba degradando para que con el culo levanto mostrase su orificio anal y su coño, a todos los presentes.
Terminada la cena, Yvone cogió a Anna y se la llevó para arreglarla antes de entregarla a sus nuevos Amos… Al cabo de 15 minutos entraba en el salón muy bien maquillada, peinada y con un camisón transparente que la “cubría” hasta la mitad de los muslos.
- “Sr Adam, Sra Monique, les entrego a su esclava… Disfrutes todo lo que puedas con ella… Nos veremos mañana por la mañana… Mientras, Pierre, Claude y yo nos vamos a nuestro dormitorio para que estos dos “monstruos”, me destrocen a pollazos por todos lados”.
Todos rieron la ocurrencia de Yvone, al tiempo que Pierre se acercaba a su esposa Anna y susurrándole al oído, le dijo:
- “Pórtate bien, querida… No tengas miedo y entrégate totalmente para que esta pareja disfrute con ello… Espero que mañana te devuelvan muy satisfechos por el trabajo que les hagas y te hagan”.
Y sin más, cada grupo se fue a disfrutar de unas horas de gran lujuria
Con el corazón a cien, Anna fue acompañada por la pareja belga hasta la habitación que tenían reservada en el albergue, sin perder de vista el pequeño látigo que la mujer llevaba en la mano... La señora, Monique, era rubia, bastante alta, con un rostro de mujer viciosa en los que destacaba unos gruesos labios, largas piernas y culo amplio… El hombre, Adam, era algo mayor que ella y delgado.
Al entrar en el dormitorio, Anna vio que la habitación tenía una amplia cama, una cómoda con una televisión y dos sillones… En una mesa más pequeña había una botella de whisky y varios vasos.
El matrimonio se sentó en los sillones y Anna, sin que ellos le dijesen nada se situó delate de ellos, se abrió de piernas, puso sus manos cruzadas detrás de la nuca y miró al frente esperando recibir alguna orden.
“Levántate el camisón poco a poco hasta quitártelo”,… le dijo el Sr Adam… Y Anna se apresuró a cumplir lo mandado, mirando asustada la mano de la Sra Monique con el látigo preparado.
“Y ahora muéstranos el culo”,… le dijo la Sra Monique.
Dócilmente Anna giró sobre sus desnudos pies y mostro su culo… Unos segundos después se escuchó un chasquido y el látigo golpeó con fuerza ambas nalgas, lo que hizo que Anna se retorciese desesperada por el dolor que inesperadamente le había provocado el látigo.
- “¿Quién te ha dicho que cambies de postura?... ¡Muestra el culo!”, le grito, al tiempo que lanzaba otro latigazo que le marcaba de nuevo las dos nalgas… - “Inclínate hacia delate y abre las piernas.”
Y mientras Anna adoptaba la posición exigida, el matrimonio se desnudo por completo y comenzó a besarse y palparse entre ellos.
“¿Qué te apetece que hagamos, cariño?”, le dijo el Sr Adam a su esposa.
2Lo que tu quieras, amor… Ya sabes que Anna está aquí para satisfacer todos nuestros caprichos y como ya ha probado lo que es dolor por los dos latigazos que le he dado, será muy rápida en cumplir cualquier cosa”.
“Bueno, pues sorpréndeme”, le dijo su esposo.
“Claro… Ahora verás…. Anna, ponte frente a nosotros con las piernas abiertas y flexionadas… Eso es… Muy bien… Y ahora, mastúrbate, querida, que queremos ver como lo haces cuando estás sola y como te corres”.
Y Anna, consciente de su sumisión, dejando escapar unas lagrimas por tanta humillación, puso sus dedos sobre el clítoris y comenzó a trabajar sus carnes más íntimas que pronto comienzan a segregar jugos para hacer más resbaladiza la zona mientras el clítoris comienza a crecer y endurecerse cada vez más… Entregada ya, no tarde en masturbarse lo mejor que sabe, con los ojos semicerrados y la boca abierta… Unos ligeros gemidos escapan de su boca.
Los dos esposos se arrodillan a escasos centímetros del coño de Anna para no perder detalle… Están tan cerca de Anna que nota el aliento de ambos sobre su coño, lo cual la excita de tal forma que todavía se entrega más a masturbarse el clítoris dejando que sus dedos chapoteen entre los jugos que esta segregando su coño.
“¿Te das cuenta Adam cómo tiene de abierto el orificio vaginal?... Que barbaridad el pollón que le deben haber metido porque está superabierta… Y eso que tan sólo tiene dieciocho años… Madre mía cómo lo tendrá cuando llegue a la treintena si sigue por este camino”.
“Observa, Adam, lo que he pensado… Anna, para y pon tus manos en la nuca”… Y Anna, que estaba a punto de correrse, se descompone pero obedece… - “Y ahora, ¡cabeza erguida!... Y quieta o te sacudo con el látigo hasta dejarte la piel en carne viva”.
La Sra Monique, se embadurna las manos con crema y sin dudarlo mete tres dedos en su coño separando más los labios vaginales… Con lentos empujones los introduce lo más profundo que puede… Y a los tres dedos, le añade un cuarto dedo, el meñique… La estrechez de su mano, larga y fina ayudan a la penetración y el coño de Anna se va adaptando poco a poco a tener los cuatro dedos metidos.
De nuevo la Sra Monique saca los dedos del interior de la vagina que permanece semiabierta y sin perder tiempo junta los cinco dedos y sin perder tiempo, empuja de nuevo… El coño de Anna empieza abrirse lentamente pero el dolor crece por momentos y comienza a gritar:
- “Pare… Me dueleee muuuchooo… Nooo… Basta… AAAAAAHHHH”.
Pero el Sr Adam, la sujetaba de los hombros e intenta que el cuerpo de Anna descienda y se encuentre con la fuerza que su esposa está haciendo con su mano… Y al final, el coño se abre definitivamente y la mano penetra en el interior de la cavidad vaginal, mientras Anna, manteniendo su posición inicial de piernas abiertas y flexionadas, se deshacía en lagrimas y gritos de desesperación, que sin duda estarían oyendo su marido, que no acudiría en su ayuda, al encontrarse follando y dando por el culo a su amiga Yvone, en presencia de su esposo Claude.
“Nunca me imagine que me darías este regalo tan bonito”,… exclamo el Sr Adam observando el puño de su mujer dentro del coño de Anna, sin preocuparse del dolor que le estaría causando… Y la Sra Monique, le sonrió satisfecha y poco a poco sacó su mano toda chorreando de grasa y jugos vaginales.
“Pues si eso te gustó, lo que viene ahora te encantará… Mira mi puño cerrado… ¿Lo ves?... Pues, querido, aprovechando que Anna está completamente abierta, la voy a penetrar así… Sujétala bien”.
“¿No hay peligro de estropearla?... Ya se que tienes la mano muy delgada y muy fina, querida, pero tu puño tiene el grosor de cuatro veces el de mi polla”,… le dijo el Sr Adam, alarmado.
“La esclava está muy bien reventada… Sólo al principio como has visto le ha costado dilatarse pera ahora, con un poco más de crema y lo viscoso que tiene el coño, le entrará muy bien… Observa”.
La Sra Monique, temblando de placer, empujó su puño cerrado sobre la abertura vaginal y la presión continuada hizo que lentamente la vagina fuese cediendo y tragando el puño… Y mientras, Anna, gritaba y suplicaba en vano… Tenía la impresión de que su delicado coño, cerrado, hace apenas una semana y poco ofrecido para el goce, se estaba desgarrando por la mitad.
Tras sacarle el puño de la cavidad vaginal, la Sra Monique y su marido se dedicaron a besar y acariciar a Anna consolándola por los momentos crueles que le han obligado a pasar, aunque los tres saben que todavía queda mucha noche por delante.
Pasados unos minutos el Sr Adam se sienta en el sillón y le dice:
- “Mastúrbame”.
Y Anna dócilmente se arrodilla ante él y empieza a prodigar caricias a la gruesa polla del Sr Adam, que se endurece más y más por momentos.
- “Acaríciale los cojones con la otra mano”, le ordena su esposa.
El Sr Adam, de repente, comienza a gemir y su cuerpo se estira… Está corriéndose, pero a diferencia de lo que Anna ha visto hasta ahora, no descarga violentos chorros de semen, sino que, de forma lenta, va resbalando a lo largo del grueso pollón… Y es que la edad no perdona y el Sr Adam queda postrado en el sillón totalmente agotado e incapaz de moverse, pero aún le dice:
“Chúpame y déjame bien limpia la polla”.
“No… Espera”, le dijo su esposa… - “Antes quiero sentarme yo de espaldas a tí y metérmela por el culo mientras ella me lame el coño… Ya nos limpiará después”… Sin esperar más, coloca la cabeza del pene en su agujero anal y contrayendo su rostro de dolor que le hace meterse la polla de su marido en el culo, se deja caer lentamente y se la clava hasta la base… Luego, se desliza hacia atrás y coloca sus piernas apoyadas en los brazos del sillón… Mirando a Anna, le dice:
“Ven, putita a trabajarme bien el coño… Y tu, mi amor, encúlame lentamente para que se prolongue mi placer”… El Sr Adam, coge a su esposa por los pechos y comienza a encularla cómo a ella le gusta… Y mientras, Anna, continua lamiendo y chupando el clítoris… ¿Cuánto duró esto?... Pues tan sólo unos minutos, al cabo de los cuales el dormitorio se llenó de gritos de placer del matrimonio, mientras la Sra Monique le llenaba la boca a Anna de sus jugos vaginales.
La pareja quedó postrada, muy agotada, y ante una señal de la Sra Monique mostrándole el látigo, Anna tuvo que limpiarle, asqueada, con su lengua su coño y culo y la polla al Sr Adam hasta quedar ambos plenamente satisfechos e incluso contentos al ver las repetidas arcadas que ello le producía a la infeliz Anna, que quedó semiarrodillada a sus píes y sin fuerzas para moverse.
- “Voy hacerte un favor que me ha pedido Yvone… ¿Qué es?... Pues mira… Es un juego de dos cadenas unidas… Una es para ceñir tu cintura y ponerle un candado de cierre… ¿Ves que bien te queda?... ¿Y la otra?... La otra pasa por entre tus piernas y se engancha atrás con otro candado… ¿Qué te parece?”
Anna callaba sin decir nada, pero asustada.
“Y ahora, lo más interesante”… Fue al cajón de la cómoda y sacó dos monstruosos dildos… Uno, rosado, de 19 cm y otro negro de 20 cm… El negro se lo hundió en el coño y el rosado en el culo.
“Y ahora, a descansar Anna, que mañana tienes que regresar a casa y otras cosas te esperarán, seguro… Pero no te olvides que antes de devolverte tienes que tomar tu desayuno y qué mejor leche y jugos que los que te daremos nosotros… hay que alimentarte bien”… dijo la Sra Monique… ¿Cómo iba a descansar la pobre Anna con eso metido?
“Hay que ver esta chiquilla como está de abierta por abajo… Es asombroso como la han dilatado en tan poco tiempo… Genial, genial”, dijo el Sr Adam.
A la mañana siguiente, se reunieron todos para comprobar que el contrato se había cumplido en las condiciones acordadas y Pierre recibe de su amigo Claude a su esposa, que sumisamente y llorosa se abraza a él esperando su consuelo por la noche tan terrible que a pasado complaciendo una vez más el capricho de su vicioso marido.
Horas más tarde y tras haber sido follada y enculada por Claude ante su esposa Yvone y su marido Pierre, que observaban sonrientes como la machacaba a pollazos por todo el salón, escuchando sus gritos de dolor y placer, partían rumbo a su casa para preparar la segunda parte de lo que ella pensaba que quizá sería su autentica luna de miel en la que desconocía que tenía preparado para ella pero seguro, conociéndolo como ya lo conocía, sería tan degradante y humillante como lo había sido hasta ahora.
Continuará…