La indómita mujer de José Manuel
José Manuel manda a culear a su mujer los sábados con el profe de Gimnasia que la completa absolutamente. En su propio edificio, pero ella quiere más y mucho más.
La indómita mujer de José Manuel
Los sábados por la mañana son los dias mas felices en la vida de José Manuel
Manda a culear a su mujer con el profesor de gimnasia, Gustavo, que da clases en su propio edificio. Se la coge aproximadamente una hora o una hora y media y la devuelve fantásticamente descargada de estrés, con la concha bien abierta, el orto impecablemente dilatado, con muchisimas ganas de seguir cogiendo y así, ella pasa una mañana de ensueño y una semana totalmente satisfecha. Siempre en espera de una nueva cogida, segura, limpia, sin traumas de ninguna clase.
El despertador suena cerca de las siete en el departamento de José Manuel, mientras Gustvo, el profe de gimnasia, ya está hace rato en carrera para un día de vertiginoso trabajo. El muchacho, de unos 35 años, fisicoculturista parece que sabe coger bien y además les habla mucho a las “brujas” que les da clase de gimnasia. Son varias las que se pelean por tener una mañana a solas con el joven graduado del Liceo Militar, quien dejó la carrera para oficial del Ejército para dedicarse a lo que cree que sabe. Pero no resulta fácil para las mujeres clientas de su gimnasia, conseguir una clase exclusiva.
Cierta vez, la mujer de José Manuel le contó que el muchacho tenia casi todos los turnos ocupados por la mañana y entonces no podia culear con él porque debía compartir el lugar con otra veterana que al parecer pagaba bien para que le hagan hacer gimnasia. Pero a ella no se le ocurria hacerse coger con el profe. Lo hacia trabajar el doble por mucha guita y la vieja –como era lesbiana- salía después lista para tortear con una amiga que le daba goma de consoladores a más no poder, como ella misma contaba a carcajadas.
Ella bramaba de bronca porque no podía culeárselo al profesor, a su gusto. Solo podría hacerlo bien entrada la noche, o a las seis de la mañana algunas veces, muy de vez en cuando. Pero como el tipo terminaba muerto de cansado, sólo tenia turnos desde las siete y media en adelante.
Hasta que José Manuel tomó la decisión de invitarlo a un café frente a la plaza de su barrio y se lo planteó sin más vueltas.
-Mirá viejo, yo tengo casi sesenta y no puedo darle a mi mujer la pija que necesita. Por favor, deseo que te la culees una o dos veces por semana por la siesta mientras estoy en el laburo.
-No puedo, tengo todos los turnos ocupados con masajes y otras cosas de laburo, le dijo elmuichacho.
-Pero yo te voy a pagar bien.
-Todas me pagan bien (estaba agrandado el pendejo).
-Y bueno, a qué hora me la podes culear a mi mujer.
-Realmente, a las apuradas, cualquier día de la semana te la puedo coger, pero si la vieja de los sábados acepta mover el horario, te digo para que me la mandés a las siete y media, es la hora que estoy más descansado, recién levantado y bañado.
-Fantástico, le dije. Tendria tiempo para dormir y cuando llegue a las nueve o diez de a mañana, me encontrará con la pija enarbolada. Así, tal vez me la pueda culear un rato yo y ella prolongará el día de sexo casi hasta el medio dia.
Resultó todo un acierto, porque la mujer de José Manuel espera el sábado como si fuera el último día de su vida. Seguramente el pendejo sabe culeársela muy bien como ella necesita, de otro modo no estaría tan feliz.
Realmente su presupuesto empezó a ajustarse con esos gastos, pero sin dudas resultó una gran inversión, porque dejaron de pagar un analista y un montón de medicamentos, incluso viaja menos con las amigas. La mujer, que ya tiene más de 50, no se enferma como antes.
-Remedio santo fue la pija, se decía José Manuel.
Bueno, en realidad, en cualquier época de la vida, una verga dura y que dure, es una solución extraordinaria. Un antídoto para muchos males. El antioxidante ideal.
Cada viernes, ella se baña horas, se perfuma bien, José Manuel le chupa la concha una media hora; también le mama la verga apasionadamente, siempre pensando en el profesor Gustavo y en la culeada del dia siguiente.
A José Manuel, esos cuernos no le duelen desde hace mucho, simplemente porque lo tiene asumido como una forma de atención médica, de atención a la salud física y mental como cualquiera necesita, una terapia que le hacen a la bruja, que por otra parte, cabe decir que está muy pero muy buena. Una tetitas pequeñas, aún no caídas por la edad, bastante duritas. El culo impecable, por la gimnasia, el rostro juvenil por la atención con cremas carísimas y la mirada iluminada, seguramente por bastante pija, el remedio más efectivo.
Desde que el pendejo se la coge los sábados es impresionante la forma que ella le chupa la pija a José Manuel. Le saca toda la leche varias veces y le vuelven las olvidadas ganas de culearla toda la noche, lo que casi nunca le da el cuerpo..
José Manuel ahorró las cenas de los viernes, algunos viajes que se veia obligado a hacer los fines de semana para que ella culeara tranquila y se solucionaron un montón de problemas porque ahora ven algunas cosas con más optimismo, ya no pelean por estupideces, y ella –especialmente- no vive caliente sin recibir la dosis de pija necesaria para su edad.
Cada sábado sube al coqueto y perfumado gimnasio, apenas con un pantaloncito corto y una polera sin corpiño ni tanga. Cuenta su mujer que generalmente el tipo empieza la sesión dándole un jetazo inhumano, comiéndole la lengua y ella se moja totalmente la concha cuando le pone las dos manos en las tetas mientras le devora la boca. Para ella, lo confiesa los siete días de espera, son una eternidad.
Luego la acuesta en la camilla boca abajo y se dispone a hacerle masajes en la espalda, dejándole la pija –cubierta con el boxer- a centímetros de los ojos. A medida que él va acostándose sobre su cuerpo, sus manos llegan hasta el orto y en el momento que comienza a tocarle la raya del culo, ella brama de necesidad y entonces le baja el boxer con los dientes y la pija le castiga levemente en los ojos.
Después, Gustavo sigue dándole masajes en la espalda y retira unos centimetros la pija, empezando un juego de acercarse y alejarse que los divierte mucho. Cuando él se dedica a sobarle el culo y a tocarle despacio y profundo el orto, ella ya tiene media pija en la boca y empieza la verdadera fiesta. La mujer de José Manuel le cuenta al marido en sus breves e intensas sesiones de sexo, que la verga del muchacho es divina. Por la manera como le late al contacto con su cara y sus labios. Se la mama una media hora como mínimo. Y el muchacho no acaba, salvo que ella esté caliente y se lo pida. Pero él no larga la leche, hasta que ella se lo exige.
Le cuenta que generalmente le grita despacio, casi en un susurro, lloriqueando pidiéndole la leche y él queda enloquecido.
-Dámela ahora, dámela querido, largame la leche en la garganta por favor. Acabame adentro urgente. Y cosas por el estilo, mientras el tipo le va derramando litros en la garganta, casi con la pija totalmente metida en la boca y sus dedos en el orto, que a la mujer directamente la hacen desfallecer.
Ella se pone casi a cuatro patas levantando el culo para que la mano haga bien su trabajo, y él le clava la pija en la boca y bombea como si le estuviera culeando la concha.
Hace poco Gustavo hizo colocar un gran espejo al costado y dice la mujer que es realmente bella la imagen de ella tragando el “sable” y ver las dos manos del pendejo trabajándole el culo arqueado pidiendo dedos. Muchas veces, es tanta la necesidad de chuparle la pija y tragar la leche, que no necesitan coger. Para quedar exhausto. Sin embargo, cuando a pija aguanta y al muchacho le falla alguna cliente, ellos siguen de fiesta. Por ejemplo, hace unos días, la mujer de José Manuel batió su record de cuatro polvos en tres horas. El primero, obviamente por la boca. Hasta que llorando, como siempre histeriquea ella, le rogó que el hiciera el culo porque lo tenía hermosamente dilatado.
Gustavo se trepó a la camilla como un felino, a poco de largar toda su miel en la garganta, pero aún con la pija semidormida, la sentó en el hoyo abierto de par en par. La atrapó con sus dos manazas de rugbier y la tomó fuertemente de la espalda, le acarició el rostro, se lo besó con lujuria y empezó a cogerla cuando la verga sintió la orden del cerebro para que diera batalla otra vez y otra vez. Y otra vez.
La pija de Gustavo fue parándose estando enterrada totalmente en el culo. Y la mujer de José Manuel sintió que desfallecia al notar que el monstruo cobraba vida dentro de sus entrañas. No era entonces la penetración la que la excitaba, sino el sentir que dentro suyo un animal de carne y nervios de acero crecía y crecía sin pausa. NI piedad. Hasta que estuvo repleta, casi sin respiración, para empezar a sentir la inmensa humanidad y potencia de Gustavo perforando las cavernas de su propia alma.
Cuenta la mujer de José Manuel que la última vez fue irreal la culeada. Fue de otra dimensión, la manera que Gustavo se la cogió. No fue un polvo cualquiera. Jamás sintió que alguien pudiera haberla cogido de esa forma en toda la vida. Tanto que parecían dos pijas, las que pujaban por desagarrarla por dentro. Se la cogió tanto, y ella misma, lo cogió tanto a él, que lo rogó retener la acabada, ella necesitaba coger una o dos horas más. Se lo rogó y el la complació. Nunca le sacó la verga en algo menos de dos horas interminables en la que desfalleció acabando. La catarata de orgasmos que sufrió o que ganó, no lo vio ni el cine, y mucho menos en una novela porno, asegura la mujer de José Manuel.
Hace unos dias, le confesó al marido que ella, en medio del absoluto éxtasis a que la había conducido la verga en el culo, le rogó al profe que la hiciera culear por el orto con otro profesor para que ella le tenga la pija en la boca. Pero él, muy respetuoso, profesional y además muy responsable, le dijo directamente que le pidiera permiso al marido, para hacerla culear con dos tipos. Tenía dudas que le pase algo, o ella tenga un ataque de ira, o el otro la estuviera culeando mal. Por cualquier motivo, era mejor prevenir.
Gustavo no es ningún improvisado, es muy profesional, lo llamó por teléfono para perdirle autorización del marido. De otra forma, no podía meter un tercero.
José Manuel le dijo que sí, por supuesto, que se hiciera culear con dos, pero debía ser igual de higiénico, reservado y sobre todo que tuviera una pija descomunal, de otro modo, no tiene sentido pagar nada.
Y así se lo contó la mujer de Jose Manuel, pues justamente el último sábado pasado debutó con dos vergas y se lo contó de esta manera:
-Querido, yo soñaba desde hace tiempo con tragarme las dos vergas y después de mamarlas media hora a cada una, tragué mas leche que nunca. Pero las pijas jamás se cayeron, de modo que inmediatamente me senté con el orto en una de ellas y como era delgada me entró fácil, pero era tan larga que sentí como que me punzaban los intestinos, le tuve que rogar que me sacara un pedazo, creo que el nuevo profe tiene 27 centimetros de pija, divina, pero me hacia doler muchisimo y hasta que entendió de culearme sólo hasta la mitad de la pija, no pude disfrutarla tanto. Mientras le chupé la verga al profe Gustavo, que la tiene muy pero muy gruesa, de unos 22 centimetros, pero ni él mismo puede rodearla toda con la mano, parece un burro. Es extraordinaria.
Le tragué de nuevo la pija y cuando estuvo durisima, me la calzó en la concha, pues yo estaba acostada sobre el cuerpo del otro pendejo, bien ensartada en el orto, pero con la concha arriba. El chico me puso la cabeza en la puerta y me gritó que me agarrara fuerte de las sábanas porque iba con todo para adentro. Asi lo hice y sentí una puñalada en las entrañas.
Al principio me falto el aire, pero a los pocos segundos, las dos pijas empezaron un trabajo de pelicula, bien acompasado, culeándome de manera delicada y firme a la vez. Creo que me cogieron una hora o una hora y media, me agotaron, no podia respirar a veces, otras les gritaba que pararan, pero después les rogaba que me dieran mucha mas goma.
Luego me hicieron girar sin sacarme las pijas y continuaron con la fiesta de un culeo sensacional, imposible de describir. Tanto me gustó la forma de culearme que le rogué al Gustavo que me hiciera filmar la cogida la próxima vez porque no puedo perderme esas imágenes de las dos pijas taladrándome magnificamente bien.
Jamás sentí tanta leche en el culo. Cuando me sacó la pija de allí, salía un chorro y lo vi por el espejo. Era fantástico para una pelicula porno. El culo despidiendo leche, varios segundos.
No puedo creer la cantidad de leche que tenia el pendejo. Era tanta, que cuando me clavó la verga en la garganta para terminar de acabar senti un rio de leche también.
Gustavo seguia culiándome la concha como si recién empezara. Se paró y me siguió cogiendo de parado. Me abrazaba con cariño, pero a la vez rudamente como macho que era. La verga entraba y salia. Tenia tantas ganar de seguir culeando pero pedi por favor al amigo que volviera a ensartarme el orto. Y lo hicieron los dos muy hermoso. Maravilloso.
Pero quería más y más. Entonces me jugué entera y les rogué que trataran de meterme las dos vergas por el orto. Fue un trabajo bastante arduo. Primero me calcé perfecto la poronga delgada del pendejo mas alto, me le acosté encima del cuerpo y lo apreté fortisimo de los hombros. Y empecé a comerle la boca desesperada, trataba de distraerme con ese juego de lenguas, sabiendo lo que se me venia encima.
Yo suponia que era como un camión que me caería encima, pero jamás me imaginé que iba a ser como una verdadera topadora, que me trepanaría los sesos. Cuando sentí la punta de los dos dedos del profe urgandome el orto ya empecé a fruncir el ano, del miedo.
Me dijo que me relajara de otra manera no podrían culearme por el culo como yo queria. Entonces traté de comerle la lengua al chiquilin y no concentrarme en mi ano. Pero senti que me lo abria como si fuera con un aparato; los dedos trabajaban mucho y me ponian bastante crema.
En el momento que menos imaginé, sentí primero una mano helada en la espalda y era el profe que trataba de apoyarse para mandarme bien la garcha por el orto. Y junto con la mano en la espalda, entró la cabeza entera apretada sobre la pija del muchacho. Realmente no lo soportaba. Era muchisimo dolor.
El me saco enseguida la pija, sabiendo que yo le iba a rogar que no siguiera, pero cuando me arquée para agradecerle que me la habia sacado, volvió a ponerme el gel dilatador y entonces si resultó tremenda la furia con que entró en mis entrañas esa masa de carne imposible de describir por lo gruesa.
Casi ocho centimetros de diámetro entraron en un par de segundos hasta el tronco y no me pude contener de gritar y gritar a los alaridos. Sentía que me desgarraban terriblemente las paredes del culo, que me cortaban a jirones el ano, ya me imaginaba que sangraba todo el orto y que tendrían que coserme por dentro y por afuera.
El profe me dio la almohada para moder y ahogar el grito, a la vez que empujó totalmente la verga hacia adentro, alli sí me quedé sin respiración. Les hice señas pero no me entendieron, trataba de explicarles que no me entraba el aire y ni se mosquearon, estaban concentrados en darme verga y más verga.
Entonces opté por tranquilizarme y relajarme un poco para que le aire penetre en mis pulmones. Las dos pijas estaban literalmente matándome. Yo sabia que era la responsable de lo que me habia expuesto, pero no me imaginaba tanto dolor. Ni que duraría tanto tiempo, mas de cinco minutos de lagrimas interminables me duró el pánico, la asfixia y el dolor insoportable. Y las pijas jamás retrocedieron. Sabían que si las sacaban un momento, sería después imposible volver a entrar en mi desvastado territorio: Las pijas Iban y venian como verdaderos taladros humanos y siguieron culeándome a mansalva.
Me encogí todo lo que pude he hice fuerza como si estuviera cagando, para que las paredes del orto trataran de dilatarse un poco más. Las pijas seguían entrando y saliendo y cuanto más fuerza hacia, mas vergas penetraban mi maltratado ano, pujaban por todo el culo, ocupaban absolutamente el recto y ya chocaban con mis entrañas.
El profe Gustavo empezó a culearme desesperado, como esos perros o caballos cuando están muy calientes y ya con la pija adentro tratan de enterrarla más y más. El estaba zafado, estaba lanzado a cogerme al mango hasta acabar. Me tomó de los pelos pero sin hacerme doler, sólo para que tuerza el cuello hacia atrás y el orto se eleve. Y logró meter la verga totalmente hasta las bolas y él mismo fue el que gritó. Si gritó tambien y fuerte.
-Qué hermoso te estoy culeando yegua, esto es coger carajo, gritaba.
Y a mi me hacia enoloquecer su entusiasmo al punto que rápidamente despareció el dolor y me sumé a la culeada entre los tres. Con la cabeza, ya empecé a coger también. Sentí sinceramente que yo me los estaba cogiendo a ellos. Y les grité entonces. Me zafé totalmente:
-Sí, si…. si, si culiénme más, culienme todo el dia. Cójanme fuerte. Háganme el orto como quiera, rómpanme el orto hijos de putas, cojan y cojan cuanto quieran. Asi se coge mierdaaaaaaaa. Esto si que es coger la putaaaaaa madre. Y les seguia gritando totalmente zafada como una degenerada, como una villera reputa. Y escupí la cara del pendejo y le chupé mi escupida, lo mordí, no sabia que más hacerle mientras disfrutaba de las dos vergas sensacionales que me trituraban el orto y también los sesos.
-Madre mía, qué cogida, no queria que jamás vayan a parar. De ninguna manera. Mi recto estaba todo ocupado por dos mosntruos, el ano dilatado ya a mas de diez centímetros, ya no tenia ninguna sensibilidad en el ano, solo me gustaban los gritos, la cantidad de carne adentro y el choque en las entrañas de las dos cabezas. Y los labios del profe chupandome las orejas y mamándome el cuello. Diciéndome inmundicias, que me vuelven loca…
Si, gocé bien la chupada de cuello, mientras las pijas entraban y salían duramente. Empecé a pedirles pija en la boca, denme algo en la boca algo hijos de puta, les gritaba. Pero no podia, salvo que hablaran a alguien para que me haga tragar una verga. Al más pendejo se le ocurrió lo del consolador. Improvisaron un consolador de goma del tamaño de un brazo con que haciamos gimnasia y rápidamente salió de mi orto y empezó a metérmelo en el culo, con muchisima violencia, porque adivinó que mi hoyo estaba dilatado al tamaño de un puño. Y me puso la pija en la boca, lloré de felicidad y agradecimiento mientra iba acomodándome mi nuevo monstruo en el orto.
Fue estar en el olimpo. Nadie puede imaginarse una garcha de 25 centimetros en la garganta, un consolador de 30 centimetros perdido por la mitad, más la pija del profe –gruesisima siempre en el culo, y él abrazándome y besándome haciéndome sentir la puta mas grande del universo, a la vez que me adoraba y sentia que era trataba como una reina.
Ya no sentía ningún dolor y solamente felicidad al estar completamente cubierta por esos dos sementales y el juguete mágico. Y segui gritando,
-Quiero pija, quiero pija, háganme el orto, háganme culiar con un caballo cojánme fuerte, y me dijeron.
-Ya no te entra más mi amor, ya no entra más nada querida. Creo que hemos cumplido. Hemos cumplido contigo, con tu boca, con tu culo y también con tu marido….
-El caballo…. queridos mios…. sueño con andar a caballo mis amores… alcanzó a decirles casi en un susurro, durmiéndose plácidamente –aún ensartada- la mujer de José Manuel.