La impotencia no es un obstáculo

Esta historia es una historia urbana de la vida real con un hombre que era impotente. Con quien compartí muchas horas de placer y solo unos instantes de su vida. El tiempo era demasiado corto para conocernos más. Demasiado tarde aprehendí que una relación no se construye piel a piel.

No voy a decir mentiras sobre nada de mi vida. Mi existencia siempre fue la misma simple y sencilla. Nunca tuve en exceso nada, tampoco nada llegó a tiempo... solo la inescrutable naturaleza que va agotando nuestras emociones y nuestro cuerpo. Soy una mujer madura de 33 años, un poco mas de la estatura normal, morena con una estructura ósea grande rostro creo que bien no lo se.

Esta historia es una historia urbana de la vida real con un hombre que era impotente. Con quien compartí muchas horas de placer y solo unos instantes de su vida. El tiempo era demasiado corto para conocernos más. Demasiado tarde aprehendí que una relación no se construye piel a piel.

Lo conocí trabajando como becaria de investigación en un proyecto relacionado con uno de esos temas de prioridad nacional en mi país. El formaba parte de el cuerpo de bibliotecarios; estaba encargado de la restauración de documentos antiguos además de la colocación de textos, el tenia 41 me llevaba por diez años.

Siempre me llamó la atención su corta figura y su actitud ante la vida que a simple vista era diferente a la de las demás personas con sus mismos años. Aun sin que yo se lo solicitara siempre estaba ahí cerca de mi para ayudarme. Un día comenzamos a charlar sobre la ubicación de los primeros pozos profundos que se hicieron en mi ciudad durante la década de los cincuentas. Se ofreció a ayudarme a ubicarlos al día siguiente pues ambos no íbamos a trabajar.

Quedamos de vernos en algún sitio de la ciudad para empezar nuestra labor de búsqueda. Y comenzó la expedición en auto por el centro histórico de la ciudad del día siguiente. Estábamos por terminar cuando me comentó que el era impotente que sus erecciones no alcanzaban más del 50 por ciento de una normal. En ese momento no le dije nada pero eso me encendió la cabeza con ideas pues tenia muy largo tiempo de no tener ninguna relación sentimental o física estable. Decidí que podría ser una oportunidad para disfrutar de ambas sin peligro alguno, no puedo decir que fuera un error por que lo que se decide concientemente no es un error.

Pasamos a comprar comida rápida y después fuimos a el lugar en el que vivía. El dormía en un cuarto en el segundo piso bastante frió. Tenia un aspecto bastante triste había solo una cama, un par de sillas y algunos instrumentos musicales. Él amaba la música sobre todo, siempre estaba formando un grupo musical que nunca terminaba por concretarse – suena un poco surrealista, pero así era.

No sentamos a comer y yo no concluí la comida no me la comida para llevar. Entonces le propuse que me besara los pechos es algo que a mi me gusta mucho. Primero me miro incrédulo después sin pensar un solo segundo más dejó la comida que le quedaba.

Me desnudo de la blusa y el sostén y se quedó mirando fijamente mis los senos Mientras con sus manos recorría el camino que hay entre la cintura a los brazos. No se atrevía tocar los pechos solo deseaba mirarlos. Después de unos segundos se abalanzo sobre de ellos comenzó a acariciarlos con mucha fuerza y a besarlos por todas partes. Me mordió los pezones y la piel de los pechos. En ese momento el placer no me dejaba sentir el dolor. Fue hasta el día siguiente que vi todas las marcas que su boca dejo sobre de mi cuerpo.

Después de largo rato de estar acariciándome los pechos y besándolos, Paso a mi rostro beso cada rasgo de la cara, la comisura de los labios, me beso los ojos, la nariz, la lengua, la frente no hubo un solo milímetro que su boca dejara sin tocar. Me beso con prisa y desesperación como si yo me fuera escapar en cualquier momento.

Más tarde pasó a mi cuello y lo mordió, me beso con mucha ternura los oídos. Me giró de espaldas y comenzó a besar la columna vertebral y los hombros. Me beso toda la espalda, fue bajando hasta llegar a las nalgas. Sin prisa las acaricio y las separó para poder besar mi ano. Me sentía entre avergonzada y llena de deseo. Las caricias de su lengua en ese orificio eran cálidas y húmedas que jamás había imaginado que se pudiera sentir placer en ese lugar.

Alguien me llamó por teléfono de mi casa me levanté para poder responder. Se fue el detrás de mi para impedir que respondiera. No respondí el aprovecho el tiempo para restregar su pene contra mis nalgas. Mientras con su mano acariciaba mi vulva y besaba mi espalda y hombros. Me quede quieta sintiendo ambos placeres. Después de un rato regresamos a la cama.

Me acomode de frente y sin mas el bajo hacia mis caderas y empezó a besar el hueso pélvico. Despacio bajo hacía la vulva, separó con los dedos ambos labios e introdujo su lengua entre ellos para ubicar el clítoris. Paseaba su lengua por cada parte hasta que al fin se detuvo en el clítoris para rozarlo por largo rato. Introdujo su nariz y barbilla en mi vagina. Así estuvo por muy largo rato yo estaba extasiada podía pensar muy poco en nada me concentré en sentir placer. Se comió toda mi humedad cuando al fin abandonó mi vagina esta se sentía reseca; volvió besar mis labios con el sabor de mi humedad. Mentiría si dijera que tuve un orgasmo, no llegué a él en esa ocasión. pero no lo necesitaba pues el placer de sentirse vivo y deseado no se compara con nada

Finalmente se colocó sobre mi cuerpo separó mis piernas comenzó a hacer los movimientos de penetración. Podía sentir su erección y la calidez de su pene. No alcanza la fuerza necesaria para estar dentro de mi sin embargo para él había placer. Así permaneció largo rato, no puedo decir cuanto tiempo hasta que al fin como decimos acá se vino. Sin titubear comenzó a besarme le rostro y los labios estaba sonriente y radiante igual que yo. Pues creo que el placer de quien te da placer también es tuyo. No había ni un dejo de egoísmo en su persona pues primero me hizo sentir placer para después concentrarse en el propio. Su cuerpo estaba todo sudado y humedecía el mío. Después me abrazo por la espalda la cintura y empezó acariciar mi espalda hasta mi cintura – decía que le gustaba mucho esta parte de mi cuerpo. Me quede hasta las 11 de la noche después tuve que regresar a casa más a fuerzas que de ganas.

Pasamos algunas noches más juntos, quizás si alguien le interese le pueda contar más.