La importancia de ser sumisa

Primera parte de la historia de como conocí a la sumisa que me completaba

TODO ES FICCIÓN Y NADA MÁS

Mientras la lefa salía de mi rabo y se desbordada por su coño la chica, que hace unos pocos días no conocía, se dejaba caer sobre la cama respirando profundamente.

Me estiré a su lado y empecé a observarla. Su pequeño y apetecible culo aún estaba enrojecido de mis azotes. Sus tetas se bamboleaban con su respiración. Su cara estaba desencajada por el orgasmo. Pese a ello lo que más me excito fueron las palabras que salieron de su boca.

-Amo, ¿Puedo limpiarle la corrida del rabo?

Supongo que para que entendáis está historia debería empezar por el principio. Tendré que contaroslo rápido porque las arcadas que oigo me demuestran que dentro de poco voy a estar ocupado.

Yo nunca había sido hábil en lo que a amor se refiere. No era un chico feo pero mi personalidad introvertida hacía que solo fuese un amigo para las chicas.

Dejando esto aparte yo había desarollado una fantasía con la dominación. Me imaginaba a mis compañeras más guapas desnudas y a cuatro patas ofreciéndome sus deliciosos coñitos depilados.

Por esa razón empecé a entrar en chats de sexo. Durante varios meses tuve que aguantar a chicas que hablaban con monosílabos y se corrían solas, cuando eran chicas, y de golpe apareció ella.

Empecé a hablar con ella, un usuario cualquiera, y el relato fue genial, esa chica estaba hecha para mi.

Le pedí el skype y empezamos a hablar por ahí. Sin que yo se lo dijese empezó a llamarme amo y a hablar de ella misma como perra.

Finalmente me atreví a pedirle una foto. Estaba convencido de que no iba a contestar pero a los pocos minutos recibí dos imágenes acompañadas con texto. En la primera se leía, así es como ve la gente, y se podía ver a una preciosa chica con una melena rubia. En la segunda se leía, así es como quiero que me vea mi amo, y se veía a la misma chica desnuda y estirada sobre la cama con las piernas abiertas. Aunque sus tetas y su coñito depiladito eran increíblemente apetecibles lo que me volvió loco era la mezcla de timidez y deseo que se veía en su cara. Parecía que decía: soy una perra, no puedo evitarlo.

Después de esto me volqué en conocer más a esa chica. Me dijo que se llamaba Silvia y vivía en el barrio rico de mi ciudad. Era la hija de la típica familia perfecta. Sacaba excelentes notas y tocaba el violín. Precisamente fue en las clases de violín donde conoció a su único ex. S                u ex también era un chico perfecto y todo el mundo estaba convencido de que estaban hechos el uno para el otro. El gran problema llegó cuando empezaron a acostarse. Hasta ese momento Silvia solo se había masturbado pero ya sabía lo que le gustaba. Nunca fue capaz de compartirlo con su novio que además se corría con increíble facilidad ya fuese después de darle dos envestidas o unos lametones rápidos mientras Silvia se quedaba con ganas de que le dejase el culo rojo mientras le recordaba lo puta que era o que le dejase hacerle la garganta profunda.

Por esta razón Silvia tuvo que dejar a su novio. Nadie supo nunca porque lo había hecho pero ella se sentía muy culpable. Sabía perfectamente que una relación era mucho más que el sexo pero quería alguien que le entendiese.

Pronto me di cuenta de que esa chica necesitaba emocionalmente  a alguien como yo. Intenté apoyarle y vi que sexo aparte ella empezaba a abrirse. Empecé a cogerle un sincero cariño y por eso le propuse quedar. Para mi sorpresa aceptó.

El día que nos habíamos citado yo estaba increíblemente nervioso. Llegué quince minutos  antes para poder calmarme y no lo consigue. Pese a ello toda la sangre que había estado en mi cerebro bajo cuando la vi. Yo ya sabía que Silvia era preciosa, incluso la había visto desnuda; pero la forma en que vestía, con un sensual top y unos leguins apretados me quitó el hipo.

Cuando me vio vino corriendo hacia mí y se me abrazó clavándome sus generosos pechos.

-Me encanta tu look perrita

-Ni te imaginas la vergüenza que he pasado en el viaje. Todo el mundo me miraba-dijo con una voz increíblemente dulce-¿Te gusta?

-Me encanta perrita-respondí-¿Tienes el coñito húmedo?

La sonrisa que puso mientras asentía hizo que me doliese la erección.

A partir de ahí todo fue increíblemente rápido. Fuimos a un bar donde estuvimos charlando. Mientras lo hacíamos ella no dejaba de intentar demostrarme que era bonita, educada, … se lo tomaba como un reto personal.

-Silvia, me encantas, no te preocupes, no has de complacerme que esto es el siglo XXI-Acaba por decirle.

Ella sonrió sintiéndose aliviada y se dirigió al baño no sin antes decirme que le siguiese.

Lo que pasó después fue increíblemente placentero. Cuando entré ella me esperaba con la misma cara de viciosa que tenía cuando me envió las fotos. Me pidió que me sentase en el baño y tras sacarme la polla empezó a darle dulces lametones mientras me miraba.

En esos momentos yo simplemente no podía aguantar más así que la cogí del pelo y empecé a follarme su boca. Ella no se resistía de modo alguno, es más, no ponía ningún problema y había empezado a masturbarse salvajemente con sus arcadas como sinfonía de fondo.

-Sigue tu marrana-le dije liberando su pelo-hazme una garganta profunda.

Ella asintió con la boca llena de babas y se metió toda mi polla en la boca no sin alguna dificultad. Las arcadas volvieron pero para más placer empezó a aspirar haciendo vacío con su boca para aumentar el placer.

No aguanté mucho y me corrí en su boca. Ella no dejó caer ni una gota y se tragó toda mi lefa. Cuando se levantó una teta se le había salido tras mis embestidas y la humedad en sus legins me demostraba que no era el único que se había corrido.

-Vamos-le dije

-¿A dónde?

-A mi casa,  a follarte ese coñito de zorra

Mientras salíamos del bar mi erección volvía a levantarse.

Continuara...

Si alguna chica tiene una fantasia similar y quiere ponerse en contacto conmigo mi skype es james.moriarty.mistery