La ilusa mujercita 8

Sesión de azotes. Le estreno el culo. Esnifa mi semen

Mientras estábamos abrazados llevé mi mano a su entrepierna para comprobar su humedad y según iba acercándome iba notando el calor que desprendía esa parte de su cuerpo.

Estaba caliente y mojada, había disfrutado del "castigo" y eso no lo podía permitir, no quiero que piense que todos los castigos van a ser placenteros para ella.

Me separé de ella y me dirigí al sofá, me senté y con un gesto de mi dedo índice le hice saber que debía acercarse.

La cogí por la nuca y la empujé hasta que quedó tumbada boca abajo encima de mis piernas con lo cual tenía acceso

completo

a su trasero que era mi objetivo, iba a recibir el castigo en esa zona de su anatomía.

Sin mediar palabra por mi parte le solté un azote duro y seco, de los que sabes que van a doler y escocer durante minutos, ella reacciono soltando un grito desgarrador que tuvo que oírse en todo el edificio, pero no me importaba lo más mínimo.

Su reacción era lógica ya que no se esperaba eso para nada y por que, tengo que reconocerlo, quería hacerle daño.

Quería dejarle claro que cuando estemos en plan amigos el juego es distinto, pero si somos Amo-sumisa debe acatar todas y cada una de mis órdenes, y vaya que si lo tendrá claro.

Yo: solo acabo de empezar puta, puedes quejarte, gritar o llorar, si desobedeces tendrás el correspondiente castigo, más vale que lo tengas en cuenta.

Ana: lo siento Amo de verdad, me arrepiento de haberlo hecho pero pare por favor.

!!Zas¡¡, otro azote salvaje, esta vez en la otra nalga.

Yo: no voy a parar hasta que crea que has aprendido la lección, y cómo sigas quejándote tendré que cerrarte la boca.

Después de esos dos correctivos que estampé con mi mano en su culo, comencé a acariciarle las nalgas muy suavemente, desviando mis dedos intencionada y deliberadamente hacia su ano cerrado y virgen.

Dio un respingo cuando sintió mis falanges irrumpir en su agujero escondido entre esas dos masas redondas de carne que se bamboleaban, que "temblaban" como tiembla un flan, cada vez que le daba un azote.

"Plas, plas", otras dos nalgada más, seguía quejándose así que debo ponerle solución.

Yo: levántate y trae el consolador de ventosa, voy a hacer que te calles.

No dudó ni un segundo y fue rápido a por el, llegó junto a mí y con la cabeza baja me tendió su mano ofreciéndome el falo de goma.

Lo pegué en el suelo de parquet.

Yo: quiero que te pongas en la misma postura que antes pero esta vez con el juguete dentro de tu boca, así estarás calladita y entretenida mientras sigo aplicándote el castigo.

No dijo nada y se dispuso a obedecer, sabía que no estaba en situación de protestar.

En cuanto se metió el dildo en la boca me desaté y empecé a castigarle el culo a una velocidad endiablada, pasando de una nalga a otra y subiendo y bajando la fuerza con la que le administraba los azotes.

Su culo estaba completamente rojo marcado por mis manos, había un gran contraste entre la piel blanquecina de su espalda y piernas y el rojo sangre de sus nalgas.

Ella seguía gimiendo y agitándose, esfuerzos que no le servían para nada pues la tenía bien agarrada y cuando subía el volumen de sus quejas, le empujaba la cabeza sobre el consolador para que le entrara hasta la garganta y sus gemidos de queja quedaran ahogados.

Seguí repitiendo esas acciones hasta que en uno de los empujones que fue demasiado profundo, llegó a vomitar, momento que di por concluido el castigo.

Yo: limpia eso, coge el consolador, vete al baño y avísame cuando estés ahí.

Ana: si Amo.

Sus primeras palabras desde que empecé a azotarla, las dijo a un volumen prácticamente inaudible y con los ojos y mejillas bañados en lágrimas debido al castigo y al esfuerzo de tragarse el juguete que le ahogaba sus quejidos.

Mientras ella ponía en orden el resultado de su castigo, fui a la habitación a por aceite de masajes, a falta de lubricante serviría eso, sería un componente imprescindible para el siguiente paso, su debut anal.

Ana: ya estoy lista mi Señor.

Fui hacia ella llevando el aceite, un collar, una cadena y un bocado que tenía un mini-pene que se introducía en la boca una vez puesto este y estaba acompañado de dos cadenas con pinzas que se ajustaban en los pezones.

Al verme llegar con tanta parafernalia su cara palideció aún más de lo que normalmente es en su estado natural.

Al ver su reacción intenté tranquilizarla.

Yo: no te asustes, esto no te va a doler es solo para que te sientas más dominada, sumisa, entregada y humillada.

Ana: pido permiso para hablar Amo.

Yo: habla puta.

Ana: ya sé que no tengo alternativa, que tengo que obedecer, pero me gustaría poner un límite por si no puedo soportar lo que viene ahora, no quiero defraudarle como hice antes, aunque usted no me lo haya recriminado sé que no le ha gustado lo que pasó.

Yo: cómo no podrás hablar, cuándo veas que estás al límite dame unas palmadas en la pierna, esa será la señal para que baje el ritmo y pare unos segundos o minutos y si quieres dejarlo, parar lo que estemos haciendo, dámelas en ambas piernas.

Y así es cómo creamos nuestro código de seguridad cuando está privada del habla.

Ana: entendido mi Señor, ¿que desea que haga ahora?.

Yo: ponte a cuatro patas delante de la taza del váter, cómo si estuvieses evacuando una noche de excesos por tu boca, del resto me encargo yo.

Adoptó la postura que le ordené y me dispuse a colocarle todos los accesorios.

Primero el collar, de cuero negro, sin adornos ni dibujos con una anilla en el centro para enganchar la cadena, la cual medía un metro y medio, del mismo color, material y decoración que el collar.

Después el bocado, igualmente negro con tachuelas plateadas en toda su circunferencia la cual terminaba en un cierre simple de hebilla, en la parte delantera un pene de unos cinco o seis centímetros azulado, que una vez ajustado queda instalado dentro de la boca, y que en su parte exterior era una pequeña bola azul.

Por último las cadenas plateadas, delgadas, de una longitud que una vez puestas tiraban de las pinzas y los pezones hacia arriba si se adoptaba una postura normal por lo cual la sumisa tendía a agachar la cabeza para minimizar el dolor.

Ajuste las pinzas a sus, sorprendentemente, erectos pezones tirando de las cadenas para comprobar si estaban bien ajustadas sin provocar dolor, un par de tirones y no se soltaron así que ajuste perfecto.

Mientras realizaba esta operación oí un gemido escaparse a través del bocado, del que ya se escapaba bastante saliva, sonido emitido por ella que indicaba que le estaba gustando mi tratamiento.

Yo: que pasa zorrita, ¿te está gustando?

Solo pudo asentir con la cabeza.

Procedí a derramar el aceite sobre sus castigadas nalgas para darle un pequeño masaje y así aliviar un poco el dolor y escozor que tenía, acción que después me confirmó que le vino muy bien.

Fui poco a poco masajeando esas dos maravillas que la naturaleza le había proporcionado, sin olvidarme de su ano, el cual iba acariciando al paso de mis manos de una nalga a otra.

Después de unos cinco minutos recreándome con su culo decidí atacar el objeto de mi deseo.

Le embadurne bien su agujero y mis dedos y empecé pasando mi dedo de arriba a abajo por esa zona, la cual estaba muy suave.

Empezaba a gemir.

Después antes de introducirle un dedo, jugué un poco con su coño para que el intruso que iba a profanar su ano no le resultara desagradable.

Le metí un par de dedos con los cuales la follaba mientras con otro le acariciaba el clítoris, ya gemía más ostensiblemente, gemidos que eran corroborados por sus fluidos.

Visto que ya estaba húmeda y caliente, decidí empezar a explorar su ano con mi dedo índice; se lo fui introduciendo lentamente para que se acostumbrase, con su ex novio solo pudo "meterse" la punta de su pene, así que no quería que fuese una experiencia desagradable para ella.

Una vez estaba completamente enterrado en su interior, fui moviéndolo en círculos a fin de ir abriéndolo y dilatándolo para que pudiese recibir un segundo dedo y más tarde se tragase mi polla hasta hacer tope con mis huevos.

Mientras hacía eso, iba masajeando su punto G con dos dedos, los cuáles a estas alturas ya están empapados, combinaba los círculos dentro de su ano con otros en el interior de su vagina.

Ya gemía sin pudor, sus labios y barbilla estaban empapados de saliva ante la dificultad de tragar debido al bocado.

En la postura que estaba era ideal para follarle el culo de arriba hacia abajo y el coño al contrario, gracias a eso los dedos "se tocaban" dentro de su cuerpo y eso la estaba poniendo a cien.

Así qué llegó la hora de estrenarle el culo con una polla de verdad y se lo advertí.

Yo: ya estás preparada para una nueva experiencia, estás bien dilatada pero al principio te dolerá un poco, aguanta hasta tenerla toda dentro y descubrirás un mundo nuevo de sensaciones.

Giró la cabeza para mirarme y darme un permiso que no necesitaba, pero me gustó saber que estaba dispuesta a llevarlo a cabo.

Así que sin más, saqué los dedos de sus dos agujeros y fui aproximando mi polla a su agujero hasta "taponarlo" con la punta.

Empecé a empujar poco a poco, lenta pero inexorablemente, sintiendo como su esfínter cedía y dejaba que mi polla llenase su culo.

Sentía como iba entrando cada centímetro, cómo me apretaba mi miembro, sentía las paredes de ese túnel engullendo poco a poco mi mástil hasta llegar al contacto de mi pubis con sus nalgas.

Estaba llena de polla, notaba su culo apretar mi polla no queriendo que el intruso se escapase.

Se acostumbró a tenerla dentro y ella misma me dio la señal para que empezara a darle caña, llevó su culo hacia adelante y de un golpe se la clavó al realizar la operación a la inversa.

Tenía ganas de rabo y se lo iba a dar.

Sin perder tiempo comencé a metérsela y sacársela a buen ritmo, los dedos y el aceite hicieron bien su trabajo y la follaba con facilidad.

Viendo que gemía y la cara interna de sus muslos empezaba a estar mojada, incrementé el ritmo de la follada pasando de un buen ritmo a un ritmo endiablado.

Dentro, fuera, dentro, fuera!!!, con ese sonido característico de mi cuerpo chocando con el suyo.

La cogí por el pelo y le empujé la cabeza hacia abajo, en dirección a la taza del váter, cuando la tenía dentro tiré de la cadena y toda el agua inundó su cara con la dificultad para respirar que eso conlleva para ella si además le sumamos el bocado que llevaba puesto.

Fueron escasos segundos pero seguro que eternos para ella.

Tiré de su cabeza hacia arriba, la incorporé y la imagen que vi sacó el animal salvaje que llevo dentro y ahí me desaté, me volví loco, y la follé sin importarme nada, en ese momento solo existíamos yo y mi próximo orgasmo.

Le bombeaba el culo de tal manera que con cada embestida la levantaba del suelo, dos, tres, cuatro empujones y en cada uno de ellos ella se elevaba y mis huevos castigaban su aún dolorido culo.

No podía más y exploté dentro de ella "preñándole" el culo.

Estábamos los dos agotados, derrotados, pero aún quedaban un par de cosas que tenía que hacer.

No sé si ella se había corrido o no, (no me importaba lo más mínimo en ese momento), diría que sí por la humedad y la cantidad de líquido que se repartía por su entrepierna, muslos y suelo.

Yo: aprieta el culo, que no se te escape ni una gota de mí lefa, ahora vuelvo.

Fui a la cocina a por una cuchara y un pequeño vaso.

Yo: ahora quiero que expulses mi semen, lo recogeré con la cuchara y lo depositaré en el vaso, luego te digo lo que tienes que hacer con él.

Se puso en cuclillas mientras empujaba mi leche hacia el exterior y poco a poco fue saliendo todo hasta llenar el vaso por la mitad.

Yo: métete un par de dedos y saca lo que quede, lamelos y déjalos limpios.

Le quité el bocado para que pudiera obedecerme.

Yo: muy bien puta, ya estamos acabando falta el paso final, baja la tapa del váter, coge el vaso y echa el semen encima.

Ana: si Amo.

Hizo lo que le dije y con la cuchara le preparé tres "rayas", no soy consumidor de drogas ilegales y no me gusta que mi sumisa las consuma pero que esnifase mi semen me daba un morbo terrible.

Yo: quiero que esnifes al menos dos rayas.

Ana: Amo, no se ni como se hace eso, guíeme por favor.

Me sorprendió que su única objeción fuese que no sabe como es el proceso para llevarlo a cabo, creí que pondría más pegas.

Yo: nunca lo hice, pero debes taparte un agujero de la nariz y con el otro al inicio de la raya, ir aspirándolo hasta que no quede nada.

Ana: ok

, lo intentaré Amo.

Y así lo hizo

, la

primera no lo hizo muy bien algo normal teniendo en cuenta que era su primera vez.

La segunda

fue

del tirón, sin dudas, a la primera.

Yo: muy bien perra, ahora limpiame la polla con tu boca y lengua y después date una ducha, estás hecha un desastre, hemos acabado por el momento.


Críticas, ideas y sugerencias son bienvenidas.