La ilusa mujercita 10

Me voy de viaje y la llevo al limite sin correrse. Compro vibrador a distancia controlado por movil para masturbarla. La meo para marcar mi territorio

Recomiendo leer las anteriores entregas para seguir la historia.

Después de limpiarnos y recomponernos un poco le ordené vestirse ya que tenía algo en mente.

Yo: vamos a salir a comprarte algo de ropa provocativa, de puta, de zorra, la usarás hoy mismo.

Ana: miedo me da lo qué estás pensando pero al final me gustará, como siempre.

Yo: solo vas a poner caliente al personal jeje, bueno en este caso a una sola persona.

Salimos de casa y nos dirigimos a una tienda de ropa, la típica entre la gente de su edad aunque había de todo.

No son de mis establecimientos preferidos para esos menesteres, pero ahí podría encontrar algo que nos gustase a los dos.

Dimos una vuelta por la tienda mirando de todo un poco, Ana se paraba cada pocos metros para mirar una prenda y otra y otra....

Me estaba empezando a cabrear y ella lo notó en mi cara y me dijo:

Ana: vale vale perdona, venga no te hago perder más tiempo, escoge lo que quieras y vamos a calentar al personal.

Sin mirarla le espeté de forma seca y brusca:

Yo: no me digas lo que tengo que hacer.

Busqué lo que me pareció más apropiado sin contar con ella para nada, no me importaba si me seguía o no, solo quería salir de esa tienda con parte de la que sería su ropa y castigarla por su comportamiento.

Salí de la tienda y ella venía detrás de mí, tenía que comprar algo más y no quería perder el tiempo así que le dije:

Yo: siéntate ahí y no te muevas hasta que vuelva, a ver si eso eres capaz de hacerlo sin levantarte a mirar trapitos.

Dame tu móvil así no te distraerás y podrás pensar y recapacitar.

Sin más seguí mi camino en busca de el resto de las prendas las cuáles me costó encontrar, pero al final conseguí lo que quería.

Tardé un poco más de lo necesario, pero lo creí conveniente ya que es muy nerviosa y estar ahí sin moverse ni poder hacer nada es un castigo para ella.

Cuándo estaba llegando a su altura le hice un gesto para que me siguiera.

Nos dirigimos hacia los baños para que se vistiese con su ropa nueva, le entregué la bolsa con las prendas y le pedí la contraseña de su móvil, mientras ella se vestía yo fisgaría su intimidad a ver si había algo interesante.

Cuando acabó salió del baño y me encontró esperándola en la puerta, móvil en mano dispuesto a hacerle una foto.

Yo: ¡¡estás preciosa!!, tal y como me imaginaba.

Ana: me parece demasiado atrevido, muy vulgar.

Yo: creo que nadie te ha pedido tú opinión ¿verdad?, pues entonces cierra la boca y ábrela solo cuando te lo ordene, ¿de acuerdo?

Ana: si Amo.

Yo: el polvo que echamos como si fuésemos "novios" no significa ni cambia nada, ya sabes que no busco una pareja formal, ¿o no lo había dejado lo suficientemente claro?, contesta puta.

Ana: si Amo, está completamente claro.

Yo: perfecto, no te tenía por tonta; sigues siendo un poco desobediente pero con entrenamiento y tiempo eso cambiará.

Su cara lo decía todo, era una mezcla entre rabia por mi trato hacia ella y de pena y arrepentimiento por no hacer las cosas bien.

Yo: ahora que todo está claro acompáñame al baño, tengo que mear y ya sabes lo que tienes que hacer en estos casos.

Para los que no habéis leído los anteriores relatos una de sus obligaciones es aguantarme la polla siempre que tengo que mear y al acabar limpiármela con su boca.

Os describo como iba vestida:

Peto vaquero con minifalda lo más corta posible, le llegaba hasta unos cinco centímetros por debajo de su culo por lo que cualquier movimiento indebido o descuido dejaría ver su generoso trasero.

Debajo de la minifalda unas medias blancas con sus respectivos ligueros, estos de color rojo, al igual que el culotte que protegía su intimidad.

En la parte de arriba una camiseta blanca muy fina, sin sujetador debajo y en su cabeza unas coletas a cada lado de su cabeza, labios rojos y nada más.

En sus pies unos zapatos de tacón alto cerrados.

Pues así vestida nos dirigimos al baño, había un tío meando que en cuanto nos vio no nos quitó ojo, diría que hasta se le cortó la meada.

Me puse lo más lejos posible de él, le hice un gesto a mí putita y se acercó a mí, me bajó la cremallera, buscó mi polla, la sacó y mientras me la sujetaba me dispuse a mear.

Mientras meaba entró otro tío, mientras el anterior se largaba, se quedó unos segundos parado al ver semejante escena, se apartó un poco mientras seguía observándonos.

Acabé de vaciar la vegija, la zorrita se arrodilló y me la dejó limpia, la guardó y cerró la cremallera, lista para el próximo uso que decidiera darle.

El tío al ver que ya se acabó el espectáculo se fue a lo suyo no sin antes decir que quién tuviese una zorrita como esa.

Recogí el guante que me lanzó y le dije a la sumisa:

Yo: hazle lo mismo que me has echo a mí a este señor pero sin llevártela a la boca, la única polla que va a entrar ahí, por ahora, es la mía.

Me miraron los dos, cada uno por un motivo diferente pero nadie dijo nada y la zorrita se dispuso a llevar a cabo mi orden.

Lo hizo sin ponerle ni una pizca de entusiasmo ni ganas, pero lo importante es que lo llevo a cabo sin protestar, sabía que hoy yo no estaba de humor para consentirle quejas o tonterías.

En cuánto le subió la cremallera del pantalón a ese extraño, este sacó su cartera y cogió 20 euros y me los dio, en agradecimiento por el buen rato que le hizo pasar Ana me dijo.

Yo: mira ahora ya eres oficialmente una puta jeje.

Dale las gracias a este señor, sé educada.

Ana: gracias señor.

Dicho esto el tío cogió y se largó.

Yo: entra en una de las " cabinas" del baño y bájate el culotte, quiero comprobar una cosa.

Ana: si Amo.

Entré detrás de ella y tal y como estaba, de pie, con la ropa interior en las rodillas, metí mi mano bajo su minifalda buscando su coño, pero no me hizo falta llegar a él para saber que le estaba gustando todo esto, la mancha líquida en su culotte la delataba.

Yo: vístete que nos vamos, camina un par de metros delante de mí, hacia el aparcamiento, quiero ver como te follan con los ojos.

Salimos del baño y avanzamos por el largo pasillo a un paso suave, quería recrearme con la situación.

Cómo era de esperar le llovían las miradas, de jóvenes, de mayores, gente sola o acompañada, unos más discretos, otros completamente descarados, de todo género y edad.

Llegamos al aparcamiento y en cuanto vio el coche aceleró el paso, se notaba que la situación le estaba superando.

Yo: ¿tienes prisa?

Ana: si joder!!!, necesito que me quites este calentón.

Yo: pues relájate que no te voy a follar, y cuida tu lenguaje que ahora no estamos de charla de amigos en casa, de acuerdo?

Ana: de acuerdo mi Amo, puedo hacerle una mamada al menos?

Yo: nada de sexo por ahora(ni durante unos días como veréis más adelante).

Tienes que aprender a disfrutar de lo que te dé cuando decida dártelo y darme las gracias por ello, no quiero verte mendigando un polvo o una polla que chupar, no seas vulgar ni patética.

Ana: si Amo, esperaré a que decida darme mi premio.

No sonaban nada convincentes esas palabras, pero no le quedó más remedio que pronunciarlas y creérselas.

Salimos del aparcamiento y conduje hasta una estación de tren cercana para mi siguiente "fechoría".

Entramos en el edificio y saqué dos billetes para un trayecto de duración media, no quería que me supiese a poco mi siguiente perversión ni que fuese tan larga que llegase a ser aburrida y predecible.

Subimos al primer vagón que teníamos a mano y echando un ojo escogí los dos asientos que consideré los apropiados.

Quería exhibirla y que calentara a algún pobre niñato virgen.

Y cómo la hora y el lugar eran los apropiados para que apareciese tal espécimen, su presencia no se hizo esperar.

Se subió un niñato que tendría apenas 20 años, se sentó en la fila opuesta a la nuestra, unas plazas más atrás de nuestra ubicación pero quedando cara a cara con nosotros.

Tenía el pelo corto, gafas, acné por toda la cara que no le hacía ningún favor a su poco agraciado físico, ya qué era más bien gordito y mediría poco más de un metro sesenta.

No miraba hacía al frente ni le lanzó ninguna mirada furtiva a mi zorra, por lo que consideré que era el candidato perfecto.

Yo: ¿ves a ese chaval, a ese pringadillo de enfrente?, seguro que nunca ha tocado una teta y mucho menos ha visto una o un coño, seguro que es virgen.

¿tú que crees?.

Ana: pinta de serlo tiene Amo, desde luego yo no me liaría con él y dudo que alguna chica lo haya echo.

Yo: pues hoy vas a alegrarle el día, vamos a hacer que se corra en los pantalones o en su defecto que en casa se haga la paja de su vida.

Ana: ¿que está pensando Amo?

Yo: tu simplemente haz lo que te diga.

Abre un poco las piernas, que vea tu ropa interior, capta su atención a ver si no es tan tonto como parece.

Y así lo hizo, fue separando sus piernas poco a poco hasta que su culotte quedaba en la línea visual del niñato.

Tardó en atreverse a mirar pero al fin se decidió y miraba de reojo.

Le dije que se abriese más aún hasta que la minifalda se quedase en la parte alta de su culo.

Así completamente abierta se veía perfectamente su culotte mojado.

Ahora sí que el chaval miraba sin disimulo, con los ojos bien abiertos sin perder detalle, parecía que quería traspasar la tela con sus ojos y ver el coñito que ocultaba.

Decidí concederle ese deseo y le dije a mí putita que se quitara ese obstáculo que impedía la visión de su cueva de placer.

Llegados a este punto al niñato casi se le sale el corazón y los ojos ante tal espectáculo, tenía ante él un coñito precioso, depilado, cerrado, estrecho, algo que nunca habrá visto tan cerca.

Cómo llevaba chándal se le notaba a la perfección que estaba totalmente empalmado, si seguíamos con el juego era capaz de correrse sin tocarse.

Subí la apuesta y empecé a meterle un par de dedos a Anita empapándolos bien en sus flujos, metiéndolos y sacándolos repetidamente, sin tocar su clítoris por que si no se correría y no quería eso.

Estuve así unos cinco minutos, recorriendo su interior y sintiendo su humedad y calor hasta que los saqué y se los acerqué a la boca para que me los chupara y saborease sus propios fluidos.

La polla del chaval ya estaba babeando a tope, mojando y traspasando la tela de sus calzoncillos y pantalón, un empujoncito más y descargaría toda su lefa.

Y como no podía ser de otra manera, lo empujé.

Le ordené a Anita que se levantara y se sentase a su lado, que cogiese su mano y se la llevara a su coño, que le dijera que yo le daba permiso para meterle 1 dedo y jugar unos segundos con el en su interior.

Así lo hizo y expirado ese plazo, la putita debía llevarse el dedo a su boca y lamérselo como si estuviese comiéndome el rabo.

El pobre niñato no pudo resistir tal morbo y su polla explotó dentro de sus pantalones, dejando una buena mancha en ellos.

Me puse en su lugar y comprendiendo la vergüenza que pasaría cuando saliese a la calle de esa manera le dije a la zorra:

Yo: anda dale tu culotte para que se limpie con el por que no le bastará con los pañuelos de papel, y así de paso se lleva algo para sus futuras pajas.

Ana estaba a tope, caliente, mojada, loca por correrse, ya sonreía.

Yo: vamos perra nos bajamos en la próxima.

Llegamos a la parada, nos apeamos y nos sentamos en una terraza a tomar algo y charlar, tenía una mala noticia que darle.

Yo: ¿cómo estás, te ha gustado lo de hoy?

Ana: estoy muy bien, me ha encantado todo lo de hoy aunque ha sido fuerte lo de cogerle la polla a un desconocido y ese pobre chaval.....

Yo: de pobre nada, ha tenido la mejor corrida de su vida jajaja.

Ana: ¿y yo cuando tendré mi orgasmo?, Amo.

Yo: tenemos que hablar de eso, no tendrás un orgasmo hasta la semana que viene, me voy de viaje de negocios y estaré fuera cinco días, y hasta que vuelva no te follaré ni podrás masturbarte ni correrte.

Ana ¿cómo?, necesito correrme, le necesito dentro de mi Amo, no me haga esto, creo que no he echo nada tan malo para merecer eso.

Yo: no vas a tener placer si yo no te lo ordeno y te doy permiso o si yo no estoy presente, y luego en casa verás que tengo medios para conseguir que no me desobedezcas.

Ana: no lo entiendo ni lo comprendo pero sé que tengo que aceptarlo, pero cuando vuelva lo voy a dejar seco, me pedirá que pare, que ya es suficiente, que no puede más jeje.

Yo: así me gusta, que no cuestiones mis decisiones, tienes que ir aprendiendo que desde que aceptaste ser mi sumisa tus orgasmos pueden ser limitados y controlados por mí.

Ahora toma, paga con los veinte euros que te has ganado puta jeje.

Cogimos el tren de vuelta sin mayor novedad y nos fuimos a mi casa, ahí tenía unos "regalos" para ella mientras durase mi ausencia.

Entramos en casa, le dije que preparase algo de cenar mientras me duchaba.

Me duché, cenamos y después le dije que trajese la bolsa que había encima de la cama.

En la bolsa había un vibrador que se podía controlar a distancia desde el móvil a través de Internet, con lo cual podía seguir "castigándola" y llevándola al límite del orgasmo.

También había un cinturón de castidad, el cual tenía el culo libre(lógico por razones de higiene), pero no me preocupaba eso, ya que aún no estaba preparada para orgasmos anales sin mi ayuda.

La parte delantera no tenía acceso de ningún tipo, solo una especie de "embudo" por el que podría evacuar su orina, pero que no le permitía acceder a su clítoris.

Además llevaba un pequeño dildo que se introducía en su coño al ponérselo y otro para su culo, que se podía quitar para hacer sus necesidades.

Así qué una vez puesto el cinturón estaría completamente llena, y el vibrador a distancia también lo llevaría dentro de su coño, iban a ser cinco días infernales para ella, sin poder masturbarse ni correrse.

Le dije que si tenía algún percance serio con el cinturón que había una llave guardada en mi casa, pero que tendría que demostrarme esa urgencia por abrirlo.

Instalé la aplicación necesaria para poder controlar el vibrador, lo probamos para ver como funcionaba y volvimos a guardar todo para que se lo llevara a su casa.

Antes de irse le tenía preparada una última cosa.

Yo: vete al baño, desnúdate y métete en la bañera, tengo que hacer una cosa antes de irme de viaje.

Obedeció y cuando entré ya estaba lista esperándome.

Yo: lo que viene ahora es nuevo para los dos, pero veo necesario hacerlo, tengo que dejar claro a quién perteneces, marcar mi territorio y mis pertenencias.

Ana: adelante Amo, haz lo que tenga que hacer.

Dicho eso me bajé la cremallera del pantalón, me saqué la polla y empecé a mearla.

Mi líquido dorado bañaba su piel resbalando desde su cabeza hasta los dedos de sus pies, impregnando todo su cuerpo.

Su primera reacción fue apartar la cara, pero en cuánto se acostumbro al olor y temperatura de mi orina, levantó la cabeza y recibía cada gota con ganas, repartiendo mi meada por todo su cuerpo con sus manos.

Algunas gotas entraron en su boca ya que tuvo que abrirla para poder respirar.

Acabé de mear y le dije que no se duchara, que se secara un poco y se vistiese, y se fuese a su casa.

Antes de irse oliendo a sexo y orina me preguntó cuando me iba, le dije que pasado mañana y poniendo cara de pena se marchó.

El tiempo que quedaba antes de irme iba a dedicarlo a putearla, a ponerla caliente hasta el límite del orgasmo, límite que no tenía permitido traspasar.


Críticas, elogios, ideas y sugerencias son bienvenidas.