La humillación de Trinidad, día 2
Trinidad busca denunciar en rectoría las vejaciones sufridas en la biblioteca dando vida, sin querer, a otra situación aún más denigrante.
Día 2
Al despertar al dia siguiente, Trinidad inmediatamente descartó lo ocurrido la noche anterior. Lo tomó como lo que realmente había sido, un mal sueño.
Sin embargo, se sentía super caliente. De verdad podría dejar seco a alguien de tantas ganas que tenía de lamer verga y beber semen. Esa pesadilla sí que se había sentido real y lo peor, se sentía muy excitada. Su vaginita parecía un durazno muy pero muy jugoso.
Se fue a la ducha y se tocó pensando en las ganas que tenía de que alguien acabara en su lengua. Tuvo un orgasmo casi instantaneo.
Al salir de la ducha se secó tocando sus tetas operadas. Seguía super caliente y si bien siempre se las tocaba al mirarse al espejo, esta vez apretó con fuerza esos pezones rosaditos hasta dejarlos morados. Operarse las bubis había sido lejos la mejor decisión de su vida. Era increíble lo bien que se veía con esos 500cc en cada lola. Le encantaba verse como la versión inteligente de una Barbie. Lo malo es que a veces, lucir así parecía alejar a los hombres, pero eso estaba por cambiar radicalmente. Si tan solo Trinidad lo supiera.
Se puso una faldita escocesa. Era un poco corta pero mejor así, Trinidad tenía bonitas piernas y no había nada de malo en mostrar sus atributos. Intentó ponerse ropa interior pero algo la detuvo. No le dió importancia hasta ponerse la polera.
Cuando leyó en el espejo
Tus deseos son órdenes
fue que comenzó a recordarlo todo. ¿Y si lo de ayer no había sido un sueño? No, no podía ser cierto.
Sin embargo, se sentía increiblemente caliente con esa polera puesta y le resultaba imposible cambiársela. Era como una mala broma. Su vagina estaba hecha un río. Cualquiera que viera su entrepierna se daría cuenta como se le formaban hilitos de jugo desde un muslo al otro. Y realmente necesitaba lamer una buena verga, que ojalá le diera mucha leche, tenía demasiada sed de leche. Eso era lo más terrible.
Analizó la situación. Se sentía bien, definitivamente la droga no había producido un daño neurológico severo, pero iba a ser complejo aguantar tanto rato los calores que estaba experimentando.
Aún así, iría en seguida a hablar con el decano. Esos tipos no se iban a salir con la suya. Ella se encargaría de hacerlos pagar y sino contaba con el apoyo del decano, entonces también lo demandaría. A él y a toda la Universidad si era necesario.
En eso pensaba cuando la secretaria del decano le preguntó en qué la podía ayudar.
Trinidad exigió hablar con el decano, le dijo a la secretaria que había sido drogada y violada la noche anterior por todo el equipo de la biblioteca de derecho. La secretaria no pudo contener su asombro sin embargo viendo como estaba vestida, con esa falda cortísima y con esa polera blanca y ajustada, le costó descartar los juicios de valor que su mente comenzaba inmediatamene a elaborar.
Se le marcaban visiblemente los pezones duros y las tetas, que a penas eran contenidas por el escote, luchaban por mantenerse dentro de la tela casí transparente. intentó con fuerza no ser prejuiciosa. Si una chica era violada, había que buscar a los culpables. No importa si se vestía como una puta.
Al indicarle que pasara a hablar con el decano, pudo ver como al levantar la cola de la silla de madera, la zona que estuvo en contacto con su vagina aún la unía al mobiliario con un hilito de jugo. ¿Esa niña que decía haber sido violada estaba más encima excitada? No era su problema se dijo y cerró la puerta tras dejar pasar a la zorrita caliente y vestida de puta. Don Ignacio Sánchez se encargaría de ella.
"Sr. Sánchez", dijo Trinidad "¡he sido drogada y sexualmente violentada por el equipo de biblioteca de derecho ayer por la noche!"
Con gran escepticismo, el sr. Sánchez le pidió que le explicara con lujo de detalles como algo tan horrible podía haber ocurrido.
Sin otra alternativa, Trinidad relató detalladamente como había sido utilizada como una puta por todo el staff de documentos.
"Entonces, de acuerdo a los que dices, ¿ahora eres adicta al semen y no puedes dejar de hacer lo que otros te dicen que hagas?" Le preguntó el decano.
"¡Sí! Pero no creo que los efectos sean permanentes. Tiene que haber alguna forma de anular la droga." Dijo Trinidad desesperanzada.
"Ok Trinidad, pero aún así, no deberías ir vestida así, menos con una polera que invite a la gente a darte órdenes."
Trinidad explicó la parte que le faltaba. Lo de la polera y de los efectos que producía en ella.
"Uh, entiendo" dijo el rector. "Eso explica la ausencia de brasier."
"¡Le juro que si no me ayuda los demandaré a ellos, a usted y a toda la universidad. Les faltarán años para pagarme en compensaciones!" Exclamó Trinidad,
El decano lucía pensativo, pero rápidamente su rostro cambió de expresión. "Bueno Trinidad, como yo veo las cosas, ellos tienen razón. Nadie te ha violado, solo han actuado o mejor, reaccionado en respuesta a las actitudes de una putita mal educada que no sabe comportarse. Pero yo te ayudaré. Ven acá y siéntate en mis piernas"
"¡¿Qué se ha imaginado, viejo asqueroso?! ¡¡Cómo se le ocurre sugerir algo así!!" terminó de decir Trinidad cuando ya estaba mojando el pantalón del Sr. Sánchez con su vaginita empapada de jugos.
"Bueno, bueno, no hay necesidad de alterarse. Estoy seguro que un poco de leche cambiará tu ánimo. Creo que solo así podré ayudarte. Comienza a lamerme la verga Trini, vamos a ver si eso te calma un poco. De verdad lo necesitas"
"No, no, no, no. Esto no puede estar pasando." Dijo Trinidad mientras se ponía de pie, bajaba el cierre del pantalón del rector, sacaba su verga y se la metía en la boca. Mientras lamía con gran abandono, se sentía desconsoladamente caliente. Necesitaba tanto la leche del decano.
"Dios mío," comenzó a sollozar Trinidad "¿Por qué no puedo dejar de hacer esto? Por favor sr. Sanchez, acabe en mi boca, necesito su leche."
"Trinidad, de verdad pareces una puta. Creo que de ahora en adelante, siempre que puedas, deberías referirte a ti misma como lo que eres: una putita. ¿Está claro?"
"SSii sr. Sánchez" dijo Trinidad sacándose la verga de la boca brevemente. "Le suplico que acabe en la boca de esta putita que necesita tomarse la leche."
"Eso está mejor." Sentenció el decano. "¿Sabes que otra cosa estaría buena? Darte por culo en esa colita de gimnasio que tienes. Apoya las manos y codos en mi escritorio y ponte en puntitas de pies."
Trinidad sintió terror al verse privada de su dosis de semen. Realmente se iba a volver loca si no bebía leche de hombre pronto. "Por favor sr. Sánchez, no se viole a esta putita, se lo ruego" Dijo mientras apoyaba los antebrazos en el bajo escritorio.
"¿Violarte? No existe tal cosa, Trini. Somos dos adultos pasando un buen rato, nada más que eso".
"Es injusto." Dijo con la carita llena de lágrimas, caliente como nunca se había sentido en la vida, con la vagina chorreando jugos, el culito paradísimo y poniendo los pies en puntas, "Sabe bien que esta putita no puede evitarlo. Además, soy virgen de ahí. Nunca nadie ha entrado en la cola de esta putita."
"Ya veo. Mira, para que tengas más calma, yo no haré nada. Solo pondré mi verga en la entrada de tu culito, lo empaparé todo con los jugos que encharcan tu vagina de puta y tu harás el resto. ¿Está bien? Quiero que así, tal como estas, comiences a mover tu cola despacio para atrás hasta que ya no se me vea la verga. Luego vuelves hasta que se vea la cabeza sin que se salga y repites hasta hacerme acabar."
"¡¡Aghhghhhhhhhhg!!" Lloró Trinidad desconsolada mientras comenzaba a masturbar al rector con su cola de niña virgen. Se estaba partiendo el culo ella solita y lo peor es que estaba tan caliente que le costaba separar el dolor con el placer. "Le dueeeele la coooo... co-la a la pu... pu-ti-ta seee ñooorr"
"Pobre putita. Para que veas que soy bueno, permitiré que tu también lo pases bien. No me gustan las injusticias. Cuando yo lo diga, tendrás orgasmo tras orgasmo hasta que diga lo contrario. Pero ojo, serán los orgásmos más fuertes de tu vida ¿Bueno? Desde ahora, ¡yá!"
Al escuchar esto, ondas de placer casi visibles comenzaron a retorcer el cuerpo de Trinidad. Comenzó a sacudirse como si se hubiera convertido en un temblor y como si el epientro de todo fuera su adolorida colita. Intentó decir algo mientras se taladraba a si misma el culo con la verga del decano pero nada más que un gemido entecortado salió de su boca "¡¡Aghhg ahhhhhhgh ahghghhhhg...!!" Necesitaba parar. Si seguía convulcionando de placer se iba a volver loca.
Sin embargo, no podía parar. Solo podía rogar por un desenlace temprano que llenase su culo de leche y pronto.
Así, cubierta de jugos y sudor, se escuchó vibrando y diciendo "ppporr fav... faavorr, eeest es-tata pu...puti...pu-putita nnooo nn-o non pueeed pue-de máaaaaaaaassss"
La imagen era maravillosamente desoladora, por eso, luego de un par de minutos, el rector no pudo sino llenar copiosamente de leche la colita de Trinidad. "Puedes dejar de acabar ahora," dijo el decano limpiandose el sudor de la frente, "¡Qué buen ejercicio! Tendremos que hacer esto más seguido, Trini."
"Nooo, no más sr. Sánchez, pooor favooor." Trinidadse había matado a sentadillas todo el año para lograr la cola perfecta y realmente quitaba el aliento verla derrumbada sobre el escritorio, aún en puntitas de pie, con la cola escupiendo la leche del rector sobre el suelo de madera pulida.
"Dios mío, Trini, que desperdicio más grande. Déjame ayudarte" dijo el sr. Sánchez mientras ponía su taza de café a medio tomar bajo la gotera de leche que salía del culo de Trini. "No podemos permitir algo así, menos con tu adicción a la leche. Vamos echa todo, todo fuera de esa colita de puta."
Trinidad procedió, con resignación, a vaciar su cola de la leche que la innudaba por dentro, directo en la taza de café, cuidando de no derramar ni una sola gotita. Nunca se había sentido tan puta. Tan humillada.
"Bueno Trinidad, debemos reconocer que te lo haz ganado. Puedes tomarte tu recompensa ahora. Hasta el fondo" dijo el rector mientras Trinidad bebía su café y leche con desesperación.
"Sabroso, ¿verdad? Te mereces eso y mucho más Trini, ya verás. Ahora, no seas una puta mal agradecida y da las gracias por tu lechita."
"Gra-gracias por darle la leche a esta putita, sr. Sánchez." dijo Trini mientras como una perrita, con la cola levantada y a langüetazos, terminaba de limpiar las gotitas de leche sobre el suelo de madera mientras miraba la verga que dejaría reluciente hasta sacarle todo resquicio de leche.
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