La humillación de Ligia (V)

Después de pasar toda la noche sin dormir, Ligia se dispone a despertar a su amo con una mamada.

Despertando al Amo Me deslicé con cuidado de no despertarle buscando su pene. Como estaba acostado de lado, sólo podía alcanzar con dificultad el glande con la punta de mi lengua. Empecé a lamerlo, primero despacio y poco a poco más vigorosamente, haciéndolo rebotar de un lado a otro. Noté que se estaba empalmando, lo cual era un alivio porque así me costaba menos trabajo llegar. Cuando estuvo lo bastante crecida, me metí la punta en la boca y la mantuve dentro con la fuerza de la succión mientras con la lengua la recorría de forma circular. Los primeros gemidos empezaron a oirse. Bien, Ligia, me dije orgullosa, no hay quien la chupe mejor que tú. Seguí en ese movimiento hasta que bruscamente se dió la vuelta para quedarse boca arriba. Esto me obligó a hacer un movimiento inesperado que me produjo una punzada de dolor en mi maltratada espalda. Conteniendo un grito, seguí con mi tarea, ahora en una postura más cómoda. Empecé a metérmela hasta la garganta de arriba a abajo, como si mi boca fuera una vagina ardiente. Ahora que tenía acceso a sus huevos, comencé a masajeárselos suavemente con la mano derecha, tal y como me había ordenado hace 9 interminables horas. El Amo se colocó la almohada para estar más cómodo. A estas alturas yo estaba tan extenuada que mi capacidad de luchar se había agotado. Estaba totalmente sumisa y dócil como un perrito. Sólo quería darle el máximo de placer para dejarle satisfecho y recibir mi recompensa o su compasión. Noté que su glande se endurecía un poco más. Se estaba excitando más y más. Sus gemidos aumentaban, y eso me llenaba de placer pues sabía que un Amo contento significaba librarme de los castigos y a lo mejor incluso poder dormir...dormir...dormir... -Mastúrbate, me ordenó de repente. Obedecí sin dudar. Con mi mano izquierda guardé el equilibro mientras con la derecha pasaba mis dedos por los labios vaginales y el clítoris. Cuando me rocé, noté que tenía el clítoris hipersensible. Una explosión repentina de placer me inundó y dejé escapar un gemido de placer sobre su verga. Empecé a mover mi dedo corazón y mi boca al mismo ritmo. Estaba supercachonda. ¿Habrá sido él quien me ha puesto así? El Amo tiene un poder increíble. Puede hacerme cosas horribles pero también maravillosas. Si me porto bien con él, no tengo de qué preocuparme. Sólo complácele. Sé una buena esclava... -Te correrás en el mismo momento en que lo haga yo. ¿Has entendido, puta? -Mmm..sí, Amo..., dije con dificultad. Lamí con fuerza la punta de su pene mientras me humedecía el dedo en mi coño para seguir otra vez con mi clítoris. Alternaba lamidas de la punta con penetraciones en la boca dejando deslizar mis labios sobre toda la extensión de su verga. Más y más rápido. Ansiaba correrme. Quería explotar. -Aaaahhh... Sentí que se aproximaba al orgasmo. Me sentí en la cima de un volcán a punto de explotar. Un poco más Ligia, un poco más. -¡¡Aaggh!! Empujó las caderas hacia arriba y eyaculó fuertemente dentro de mi boca. Al mismo tiempo, me corrí intensamente. Mis oleadas de placer coincidían exactamente con sus movimientos. Empecé a tragar su semen con un cuidado extremo de no derramar nada mientras mi clítoris hacía estremecer todo mi cuerpo y me hacía perder la fuerza en las piernas. Cuando terminé de tragarme todo su semen, mi coño aún latía por la fuerza del orgasmo y sentí que iba perdiendo la conciencia poco a poco. Lo último que ví antes de caer en un profundo sueño fue la cara del Amo con una sonrisa de satisfacción y crueldad.