La huida secreta

Mi mejor amiga, madre de dos hijos, abandonó la ciudad y poco después me enteré del porqué

Soy Ana, viuda, madre de un chico. La historia en realidad no es mía, sino de mi amiga Raquel.

Fuimos juntas al colegio y al instituto, aunque al final la vida nos trató de diferente manera. A ella le gustaban los tíos duros mientras que yo era normalita. Ella comenzó a fumar en el colegio mientras que yo no lo he hecho nunca. Su primera borrachera fue a los 12 años, la mía al graduarme en la universidad. Su primera relación sexual a los 13 y yo me estrené con mi novio con el que llevaba 1 año de relación, a los 17 años. Ella se puso a trabajar en casi cualquier cosa cuando tenía 18, yo terminé una carrera y pude ir obteniendo buenos puestos. Ella se casó a los 20, de "penalti", y yo a los 25, como ni novio de toda la vida. Ella tuvo dos hijos, yo sólo uno.

Al igual que nosotras, nuestros hijos son amigos. Van al mismo instituto porque vivimos cerca la una de la otra.

Bueno, mejor dicho, vivíamos cerca la una de la otra. Ella decidió desaparecer de la noche a la mañana después de que pasaran dos semanas sin vernos y eso no era normal.

Su marido y el mío murieron hace años en un accidente de tráfico, estaban a punto de volver de un partido de fútbol y un conductor de una furgoneta, borracho, que venía también del partido los embistió. Ni siquiera se habían llegado a poner los cinturones y casi no habían cerrado las puertas cuando el borracho se lanzó con su furgoneta saliendo de la calzada a 70 por hora. Lo bueno fue que el borracho se quedó tetraplégico...su muerte habría sido lo fácil, mejor así, que sufra toda la vida, y su familia, como nosotras y las nuestras.

El caso es que nos veíamos todas las semanas y nos echábamos un cable, sobre todo yo a ella. Yo vivía en un chalecito y ella en un apartamento pequeño. No es necesario decir que mi marido y yo "Hicimos caja" mientras que Raquel y su marido tenían trabajos mil euristas y no fueron capaces de ir ahorrando. Aunque yo tengo una posición de responsabilidad me puedo llevar el trabajo a casa y puedo quedarme con los niños, así muchas veces sus hijos se quedan en mi casa hasta que ella vuelve de hacer turnos o incluso duermen en casa.

La historia comenzó cuando una tarde llegó medio abatida. No de cansancio, sino de baja moral. Estuvimos hablando, me comentó que su vida era una mierda, que no tenía a ningún hombre, que ya no la miraban, que sólo tenía trabajos de mierda....en fin, un comienzo de depresión o una noche de bajón. Estuvimos hablando, llorando juntas, recordando cosas agradables y menos agradables pero no creo que se fuera a casa más tranquila. Se llevó a sus hijos, Sergio y Raúl y se fueron a casa. Serían las 19:00 .

El caso es que ese fue mi último día en verles. Al día siguiente la llamé y no me cogió el móvil, ni el día de después, ni el siguiente. Así estuvo una semana. Me enteré de que Sergio y Raúl no fueron al colegio y al instituto el día después de la "bajona" y aunque al principio estuve muy preocupada luego me puse muy furiosa cuando supe que su madre pidió un cambio de colegio. ¿Pero qué le había pasado a Raquel?

Ya, entre enfadada y curiosa, me acerqué a uno de los trabajos que conocía de mi amiga y la vi atendiendo en la caja. Por un lado respiré, estaba algo preocupada por su integridad física, pero la preocupación dio paso enseguida al enfado. Me acerqué al mostrador y cuando me vio se quedó helada. Procuré no elevar la voz, aunque tenía muchas ganas, para evitar ponerla en una mala situación en su trabajo:

  • ¡Me tenías muy preocupada gilipollas! ¿Se puede saber qué ha pasado y por qué no atiendes al móvil?

  • Aquí no Ana, ahora no tía.

  • ¡Pues dime dónde, porque como no me coges el teléfono y he tenido que hacer esto!

  • Vale, vale - me decía con la cara colorada como un tomate y sudando - en mi tiempo de comida, ven a recogerme y te lo cuento. A las 14:00 aquí.

  • De acuerdo, pero más te vale estar a esa hora si no quieres que me enfade más.

La verdad, al pensarlo después creo que no le importaba que estuviera más enfadada, había dejado de comunicarse conmigo desde hacía una semana, con lo que si yo estaba hirviendo le daba igual. Le estuve dando muchas vueltas...¿qué habría pasado para que ella quisiera desaparecer? ¿Un novio violento, un problema con alguien? No me había contado nada anteriormente así que tenía que ser algo que pasó la noche de la "depre". Estuve haciendo memoria de la situación y me llamó la atención verla arreglada, es decir, pintada, con el pelo bien peinado y de hecho creo que de peluquería. Raquel no se había cuidado mucho desde la muerte de nuestros maridos.

Estuve dándole mil vueltas a lo que pudo pasar, no me podía concentrar en el trabajo, ¿qué pasó esa noche para que ella quisiera desaparecer? Mi imaginación me llevó a pensar en todo, hasta en un asesinato. En mi mente todo podía tener sentido, ella se habría asustado y en vez de llamar a la policía huyó de la escena del crimen y ahora quiere seguir huyendo....pero ¿a quién y por qué? Las dudas me estaban comiendo por dentro, tuve que inventarme dos reuniones urgentes y extraordinarias para obligarme a prestar atención a algo que no fuera el problema desconocido de Raquel. El tiempo era como un túnel oscuro, largo y sobrio. Sobre todo largo, muy largo, interminable. Cada minuto parecían horas y cada hora, días. No sabía cómo hacer para acelerar la salida de ese túnel.

Finalmente llegó la hora de ir a verla, el tráfico se portó bien y me forzó a estar muy pendiente de la conducción, así el viaje me pareció más corto aún y no pensé tanto en lo que podía ser.

  • Hola - me saludó seca y cortada- Vamos al Restaurante Simposio, pero invitas tú que a mi no me llega ahí. Estaremos solas- dijo anticipando mi pregunta de porqué a ese sitio.

El camino al restaurante fue en silencio absoluto, yo de vez en cuando la miraba, para ver si se arrancaba a hablar y ella sólo miraba al suelo o hacia adelante. El restaurante estaba a tan solo 2 minutos a pie, pero igualmente el trayecto se me hizo larguísimo, las ansias de conocer que tenía habían parado el tiempo en cada momento relevante.

Nada más entrar, para evitar que nos interrumpieran y para acelerar el proceso de la confesión de lo que fuera que Raquel había hecho, porque conociéndola estaba segura de que algo habría hecho ella, escogí la mesa y pedí directamente la comida y la bebida. Nos sentamos y por fin, Raquel empezó a abrirse:

  • Ana, por favor, si te cuento esto que me da mucha vergüenza, y me voy a ir a otro sitio es porque no quería que nadie se enterara, así que, si te lo digo hoy y no estás de acuerdo, déjame irme sin más.- Mientras me decía esto, no era capaz de mirarme a la cara.

-¿Has matado a alguien? Pregunté alarmada.

-¡Nooo! Me dijo sorprendida.

  • ¿Corréis peligro, los niños están bien?

  • Si, no es nada de eso, estamos bien.....déjame que te cuente y lo entenderás.

  • Vale, me callo. En ese momento Raquel resopló y nerviosa empezó su confesión.

  • Cuando nos fuimos de tu casa la otra tarde, acuérdate que estuvimos hablando un rato largo, de camino a casa me puse a mirar a todos los hombres con los que me cruzaba y, ¿sabes cuántos me miraron a mí?

La pregunta me pilló por sorpresa....siendo como es, aunque no se arreglara mucho, pero llamativa y pechugona, supuse que todos y así se lo dije.

  • ¿Todos?

  • ¡Ninguno, -dijo molesta - no me miró ninguno! Se me veía un canalillo que un poco más y se me ven los pezones, la minifalda casi no me tapaba el culo y enseñaba todas las piernas y no me miró ninguno, ni los viejos sentados en los bancos del parque al lado de casa me miraron. Me sentí vieja y fea. Y mientras, los niños se molestaban y pegaban entre ellos. Reflexioné de camino a casa. He tirado mi vida a la basura. No era atractiva, tengo trabajos de mierda, no tengo un duro y tenía que criar a dos salvajes.

Lo que estaba contando era triste, sin embargo parecía que me hablaba de una tercera mujer, no veía empatía entre lo que decía y ella misma, eso me chocó mucho.

  • Cuando llegué a casa - continuó - les hice dos sándwiches a Sergio y Raúl y los mandé a hacer los deberes, a cepillarse los dientes y a dormir. Mientras tanto yo me pinté, me puse un batín sexy y unas sandalias que tenía para las noches en las que quería que Rubén - su difunto marido - "jugara" conmigo. También busqué en el armario una cinta de VHS porno que teníamos y veíamos en "esas" noches. Pillé una botella de vodka y, con zumo de naranja y unos hielos, me hice un destornillador que tomé mientras me miraba en el espejo. Tenía pinta de ser una de las actrices de la película que me disponía a ver. Quería sentirme sexy y deseada, aunque sólo fuera para mí misma. Ponía muecas, poses sugerentes y...

En ese momento nos trajeron las bebidas y un entrante. Por supuesto que cuando el camarero se acercó, ambas callamos y esperamos a que se alejara lo suficiente como para que Raquel siguiera hablando.

  • Te habías puesto sexy - la recordé y apremié para que continuara.

  • Eso es muy fino, me había vestido como una zorrilla. Fui a dar un beso de buenas noches, ya algo achispada, a los niños y luego me dirigí al salón. Me preparé otra bebida más, creo que llevaba ya 4 destornilladores, cada vez menos naranja y cada vez más vodka. Supuse que los niños, después de unos 30 minutos de silencio, se quedaron dormidos y en el vídeo puse la cinta porno. Me quité las bragas con poco equilibrio, fui a la cocina haciendo eses con dificultad debido a la combinación de alcohol y los tacones de las sandalias, a por un pepino grande, lo lavé, y me volví al salón. La película en realidad era una compilación de escenas de varias películas, cada una con una especialidad (lésbicas, tríos, tríos bisexuales, zoofílicas, orgías y sexo en pareja), así que no tardó en comenzar la acción, nada de diálogos, sólo gemidos y toqueteos. Empecé a masturbarme mirando la televisión, la escena era de dos hombres y una mujer, los hombres eran heteros creo recordar, y complacían a la mujer lamiéndola y penetrándola por todos sus agujeros. En ese momento, que ya estaba bastante borracha, me dio por probar el sexo anal, que nunca lo hice con Rubén, pero como sabía que no estaba dilatada ni mojada marché, haciendo bastante ruido chocando con los muebles, a la cocina a por aceite de cocinar.

Yo estaba ojiplática, pero muy intrigada porque no entendía que meterse un pepino en el culo fuera la causa de que Raquel quisiera abandonar la ciudad, ella no era ninguna mojigata y aunque no hubiera tenido nunca sexo anal no significa que lo viera horrible.

  • Como pude - prosiguió - volví al sofá, me puse a cuatro patas, me mojé el culo, y medio sofá, con la botella de aceite y comencé a intentar introducirme el pepino. Entre mi borrachera y que me pasé con el aceite, no había manera de agarrarlo bien, ¡parecía estar vivo el cabrón¡ - soltamos una risa nerviosa ambas, pero enseguida Raquel volvió a su narrativa - después de varios intentos logré introducirme un poco, molestaba pero no dolía. Lo empecé a meter y a sacar y mi culo se acostumbró rápido, así que profundizaba más cuando lo metía después....me comenzó a gustar y me masturbé el culo con el pepino mientras metía los dedos en el coño mirando la tele y suponiendo que la actriz a la que le hacían una DP era yo. Entre que estaba borracha y me estaba gustando mucho más de lo que yo recordaba qué era masturbarse, no reprimí mis jadeos y es bastante probable que despertara a mis hijos y a los vecinos con mi auto-follada. Tuve un orgasmo brutal, me temblaba todo y entre eso y el mareo de las bebidas me caí del sofá. Supongo que los vecinos también se dieron cuenta del golpe. Esa caída cortó el orgasmo que había tenido y me sentí frustrada con el mundo de nuevo, volví a pensar que no era capaz siquiera de tener un orgasmo en condiciones a solas, que ni siquiera el mundo me dejaría disfrutar de eso. Me volví a subir al sofá, bebí de un trago la última copa que me puse, y enfadada con el destino, me dispuse a masturbarme para tener tantos orgasmos como quisiera. Era como una rebeldía, "no quieres que orgasme, pues me voy a masturbar hasta que no aguante más", pensé, o dije en voz alta, ya no me acuerdo bien. El caso es que volví a meterme el pepino en el culo y medio con furia, medio con deseo, me masturbé hasta alcanzar uno, dos, tres, no recuerdo cuántos orgasmos y cada vez que tenía uno, parecía alardear de ello como un contrincante hace cuando gana contra el otro, pero en este caso sentía gozo contra un destino que me había llevado a tener una vida de mierda.

Yo no comía nada y daba un trago de vez en cuando a la bebida que nos trajeron. Raquel había hecho que me imaginara la escena y, he de reconocerlo, me subió la temperatura, notaba que mi vagina estaba caliente y me había olvidado de la intriga del porqué de su intento de huida...sólo quería que me contara más de su autosatisfacción. Cuando fuimos juntas al instituto probamos a besarnos y a masturbarnos juntas, si bien se quedó sólo en eso, no me puedo esconder a mi misma que me excita ver a dos mujeres bonitas teniendo sexo. Raquel había dejado de mirar a la mesa para mirar mis ojos mientras relataba su experiencia y podía ver brillo en sus pupilas, un brillo lascivo, como de aquella vez en el instituto en que nos masturbamos juntas.

  • Me quedé dormida en el enésimo orgasmo. Ahí, en el salón, desnuda, maquillada, con las sandalias de tacón y el pepino no sé dónde si en el suelo, en el sofá, en mi coño o en el culo. En mitad de la noche soñé que de la pantalla salieron dos actores, extremadamente jóvenes y que siguieron disfrutando y haciendo disfrutar a mi cuerpo. Yo me deleitaba chupando sus pollas, una era grande y la otra pequeña, me toqueteaban por todos los lados, metían sus dedos por mi culo y mi coño, y yo ayudaba me encantaba. Me sentía deseada y además en la gloria. Se corrieron en mi boca, en mis tetas, en mi culo....y a cada corrida yo pedía más.

Vino el camarero, silencio de nuevo, como si estuviéramos urdiendo un plan maquiavélico. Se quedó extrañado al ver que no habíamos probado bocado de los aperitivos y le comentamos que todo estaba bien, que no teníamos mucho apetito. La verdad es que con lo que estaba contando mi amiga me daban ganas de ir al baño y hacerme un buen dedo, más que de comer delicias en platos pequeñitos. Le dijimos que si podía cambiar lo escogido por unas ensaladas variadas, y accedió muy amablemente.

  • Los incipientes y afilados rayos de sol que entran por la venta de mi habitación me despertaron y me vi en la cama, desnuda, pintorrojeada y pegajosa. Un dolor enorme de cabeza y unas arcadas me sacudieron de la cama. Fui corriendo al baño y vomité todo lo que había bebido la noche anterior. Al levantarme y acercarme al lavabo me vi reflejada en el espejo, tal y como me noté la tarde anterior, de nuevo vieja, pero ahora parecía sucia y triste, olía a alcohol, a sudor y a sexo. Me lavé la cara, me enjuagué la boca y me volví a mirar al espejo.....bueno, ahora sólo parecía vieja y triste, solté una risita por el chiste estúpido. Decidí darme una ducha, ¿qué coño hice anoche para tener todo el cuerpo así de pegajoso? ¿Qué hice con ese pepino? ¿Cómo llegué a la cama? Fresca y limpia pensé en hacerme un café solo y tomarme una caja de ibuprofenos, con la toalla aún en la cintura me dirigí a mi cómoda para ver la hora que era, las 6:23 de la mañana, menos mal que por lo menos podría llegar a tiempo al trabajo. A sabiendas de que Sergio y Raúl aún dormirían, dejé la toalla en el cuarto de baño y, desnuda, fui a la cocina. A medida que me acercaba me extrañaba oler café, tostadas y cacao caliente. Cuál fue mi sorpresa cuando vi a Sergio y a Raúl, desnudos en el salón desayunando y cuando me vieron se acercaron a mi para abrazarme y darme los buenos días y decirme que me querían mucho.

Raquel hizo una pausa, de nuevo bajó la vista y miró al mantel. Parece que ese stop que hizo me invitaba a pensar. ¿Por qué? ¿Qué esperaba que yo adivinara? Dejé de mirarla, comencé a buscar las respuestas con mis ojos por el mantel, por los cubiertos, por la servilleta. No tardé más en darme cuenta, abrí los ojos como si lo hubiera presenciado yo misma y la miré a la cara, ¡el sueño! El sueño no fue imaginación suya, pasó realmente, sólo que los actores que pensaba que saltaron de la pantalla eran en realidad Sergio y Raúl. Me llevé las manos a la boca, como para reprimir un chillido. Raquel asintió.....¿pero.....cómo, porqué? Sus hijos se habían aprovechado de su madre borracha, la habían violado. Pensaba que empezaba a encajar las piezas del puzzle hasta que me interrumpió en mis pensamientos para decir:

  • Pero eso no quedó ahí. Yo también me di cuenta de lo que habíamos hecho. Me quedé paralizada y ellos lo notaron. "Mamá, ¿estás bien?", me preguntó mi pequeño Sergio, ¡cómo iba a estar bien! Se me cayó el mundo encima, me senté en el sofá del salón y empecé a llorar desconsoladamente. Me habían follado mis hijos, o yo a ellos, no sé qué hizo quién, pero lo peor fue que me gustó.

  • Mamá, no estés triste, sabemos qué es lo que quieres y te gusta. Nunca más seremos un problema. Además a nosotros también nos gusta ¿verdad Sergio? - decía Raúl mientras Sergio asentía sonriendo. - y además nos parece que eres la mujer más bonita del mundo.

  • Al oír eso me puse tan contenta que sólo quería abrazarlos, así que abrí los brazos y los llamé para eso, darles un abrazo y comerlos a besos.

  • Mami, te queremos mucho y eres muy muy guapa, eres la mamá más guapa del universo - me dijo Sergio mientras me abrazaba.

  • Todo esto ocurrió sin darme cuenta de que los 3 estábamos desnudos. Aunque poco después de que Raúl me pasara un clínex para secarme las lágrimas, pude ver que ambos estaban con una erección de aúpa. La situación no acompañaba, pero ver a su madre desnuda y rozarla supongo que hizo la reacción física suficiente como para que sus cuerpos se activarán. "Oyeeee", les dije medio riendo, medio enfadada, "que soy vuestra madre,un poco de respeto".

  • Mamá es que estás muy buena y claro, con lo de ayer......mira, mira - dijo mientras Raúl se iba a la cocina y volvía. Cuando lo hizo pude ver que me acercaba mi móvil y me enseñaba una grabación.....era yo, ¡masturbándome con el pepino! - seguro que te excitas hasta a ti misma - me dijo emocionado. La verdad es que en ese vídeo grabado con mi móvil disfrutaba como una perra en celo, no paraba de orgasmar y orgasmar. Hasta que se vio que me quedé dormida y luego mis hijos se aproximaron sólo para mirarme de cerca, fui yo quien les animó, completamente borracha eso sí, a que me tocaran y me dieran sus pollas. Mis hijos no habían abusado de mi, era yo quien les ordenaba qué hacer, cómo tocarme, cómo follarme, dónde correrse....hasta me bebí dos corridas suyas que me cayeron en las tetas. Buscaba la lefa y la chupaba de los dedos según la recogía como desesperada. Mientras veía el vídeo del móvil, sin darme cuenta, no sólo me estaba mojando otra vez, sino que mis hijos estaban aprovechando para sobarme las tetas y toquetearme por completo. Cuando caí en la cuenta vi que Raúl tenía su mano a mi entrepierna y me estaba frotando el coño.

  • Espera, no - dije de una forma poco creíble. Me estaba gustando aunque sabía que nos habíamos pasado de la raya - Hoy no es igual que ayer, no, espera. Realmente, aunque lo decía, no quería pararle.

  • Mamá, dime cómo quieres que lo hagamos, qué quieres que hagamos y así haremos - decía Raúl, mientras no paraba de sobarme el coño, que ya estaba palpitando de nuevo y me hizo perder el poco control que yo tenía en esa situación. Sergio me estaba lamiendo mis pezones, se había agarrado a una teta y me la estaba comiendo al tiempo que su hermano me estaba pajeando. Lo malo es que no podía pararlos y no me refiero a la fuerza, que desde luego que no, sino siquiera con órdenes verbales, no era capaz de decir que pararan. En cambio, empecé a jadear y a susurrar entre jadeos "siiiii, ohhhh siiiii".

Debería de estar furiosa con mi amiga, debería estarlo, sin embargo estaba húmeda y caliente. Entendía que borracha y molesta con la vida se masturbara y luego se dejara llevar en una relación sexual que casi ni recuerda, incluso que no les riñera al contárselo al día siguiente por hacerles cómplices de algo que no entendían. Pero estando serena...sin embargo yo estaba también cachonda y quería saber más.

  • Me tumbé en el sofá y mientras Sergio lamía mis pezones, Raúl me penetró con sus dedos de la mano derecha y, como un experto, frotó el clítoris con la izquierda. Me preguntaba: "¿sigo así, dime qué quieres mamá?"; a lo que yo mal-respondía: "seguid, ohhh, seguid así, qué maravilla hijos....ohhh". No tardé mucho en correrme como no recordaba, era fantástico. Al haberme corrido, Sergio me puso su pollita en la boca y me pidió que le hiciera lo de ayer. Entendí que quería que se la chupara, y con un deseo enorme comencé a hacerle una felación. La tragaba con mucha facilidad por su pequeño tamaño y él lo disfrutaba tremendamente. Mientras se la mamaba a Sergio, Raúl me metió dos dedos en el coño y dos en el culo y me preguntó:"¿así lo quieres mamá, como ayer?", a lo que, jadeando y con la verga de mi vástago pequeño asentí. El movimiento de Raúl era perfecto, salía del coño, entraba en el culo, salía del culo, entraba en el coño...y el ritmo igual, ni muy despacio ni muy deprisa, perfecto. Estaba a punto de tener otro orgasmo cuando Sergio anunció su corrida y al tiempo que su leche empezó a inundar mi boca, mis esfínteres se contrajeron en otro orgasmo mejor que el anterior.

Yo estaba encharcada, seguro que tendría hasta los pómulos rojos de tanta excitación. Mis pezones debían estar apuntando a la luna y la silla seguro que tenía una marca en la zona donde se situaba mi vulva. Me estaba imaginando a Raquel follando con sus hijos y me dieron ganas de unirme a esa fiesta carnal.

  • Raúl me pidió que me pusiera a cuatro patas mientras esta vez él se sentaba delante de mi cara. Sergio se puso detrás y, no sé si porque no tenía puntería o porque lo eligió así, me la metió por el culo. Sus embestidas eran suaves, pero rítmicas. La polla de Raúl era ya la de un hombre, de tamaño medio, ni enorme ni pequeña, creo que justa. Me la llevé a la boca y me la comí al tiempo que disfrutaba la suave enculada que me proporcionaba Sergio. Pensaba que pasaría lo mismo que antes, es decir, corrida en la boca y listo, sin embargo Raúl me sorprendió cuando pidió a su hermano parar y le dijo que nos pusiéramos como ayer. Al ver que no recordaba qué postura era, me pidió que, Sergio sentado, me sentara yo encima de Sergio mirando al techo, con la pollita de Sergio en mi culo. Entendí qué es lo que querían, así que así hice y me dispuse a ue Raúl me follara el coño. De una embestida la metió sin problemas y comenzó a moverse.

No pude resistirlo y sin querer creo que me llevé disimuladamente mi mano a la entrepierna, no quería masturbarme delante de Raquel, sólo quería calmar mi calentura agarrando un momento mi sexo.

  • Raúl marcaba el ritmo, los dos me agarraban las tetas, las caderas, el culo, mientras me perforaban y me decían "mamá estás buenísima, eres la mejor, qué buena estás", frases que creo necesitaba oír más que nunca. Mientras me follaban me acaricié el coño hasta tener otro orgasmo inimaginable, no paraba de retorcerme de placer. Les pedí que pararan y que yo acabaría con ellos. Se sentaron en el sofá y les hice una mamada a dúo, compaginándome, primero un poco a uno y luego al otro. Así hasta que Raúl me dijo que ya se corría. Su maná sexual sabía riquísimo y lo tragué con mucho gusto. Poco más tardó Sergio, quien me dio otro buen trago de lefa juvenil.

Estuve a punto de mover mi mano para frotarme, la historia de Raquel era depravada pero me había excitado sobremanera. Al final tuve que hacer como que se me cayó agua encima para que se pensara que me había mojado y también la silla con el vaso. Aproveché este impás para excusar mi torpeza e ir al servicio a "secarme". Al estar el restaurante vacío me dedeé en el WC, no estuve más de minuto y medio ya que con el grado de excitación que tenía fue incluso raro no haberme corrido nada más tocarme.

Intenté componerme, me lavé las manos y la cara y me limpié con tallistas húmedas mi sexo. Cuando, más serena, salí del WC y cuál fue mi sorpresa cuando vi que Raquel se había largado. Pregunté al camarero, quien me dijo que salió sollozando y estaba sólo fuera, al lado de la puerta, fumando. Pagué la cuenta, me acerqué a ella y la dije:

  • Tranquila Raquel, yo no voy a decir nada a nadie. Entiendo lo que te ha pasado, pero ¿qué vas a hacer a partir de ahora? ¡No puedes cambiar de vida, sobre todo por ellos!

  • ¿Qué quieres que haga? Son chavales, seguro que mañana o pasado mañana le digan algo a algún amigo del instituto, o del colegio y  ahí, no es que se acabe todo, sino que iré a la cárcel y los perderé para siempre. ¿Sabes lo bien que se portan ahora? Aunque en el instituto y en el colegio he dicho que estaban enfermos, han estado haciendo los deberes en casa, tienen su habitación recogida, me ayudan con algunas cosas más como hacer ensaladas o fregar los cacharros y, lo que es el pequeño precio, me colman de atenciones, sentimentales y sexuales....¡no quiero que esto termine!

Las lágrimas le salieron a raudales de sus azules ojos, volviéndolos joyas melancólicas. Entendía que mi amiga era de nuevo feliz en su vida, después de la muerte de Rubén, volvía a disfrutar de la vida.

  • Tranquila Raquel...¿podéis cenar esta noche en casa y vemos cómo lo solucionamos?

Y, todavía enjugándose las lágrimas, me confirmó que vendrían para buscar entre las dos una solución a ese problema.