La huida

Una noche fría de invierno y con niebla, huyendo de un ladrón, fui a caer en las garras de "mi salvador". ¿Cómo olvidar el día que marcó el resto de mi vida...?

Soy Ana tengo 22 años y trabajo en un restaurante de comida rápida. La historia que les voy a contar me sucedió hace más o menos hace un mes. Así que todavía la conservo grabada en mi mente y en mi piel.

En mi trabajo a menudo me toca todo tipo de turnos y este día coincidía que acabe muy tarde. Voy y vengo en bici ya que no quiero perder tiempo y dinero esperando al autobús.

Así que una noche nublada de invierno, un día entre semana, iba de vuelta a casa cuando de repente aparece un tío de la esquina de una calle que cruza a la que yo circulaba e intenta tirarme de la bici. Yo reacciono como puedo intentando no caer y tan pronto mantengo el equilibrio empiezo a pedalear sin parar para volver a coger velocidad.

El tío me persigue corriendo y aunque le saco algo de ventaja, veo que tiene aguante y viene tras de mí gritándome que pare. Cojo más velocidad y hago un giro brusco para despistar a mi persecutor con tan mala suerte que choco contra un poste. Caigo de lado y el peso de la bici me hace daño en la pierna izquierda, pero me sobrepongo al dolor.

Vuelvo montar en la bici y al empezar a pedalear durante unos segundos se me sale la cadena. Maldigo mi suerte y abandono la bici. Intento huir a pie cojeando un poco mientras oigo acercarse a mi persecutor.

Durante mi huida veo una figura al final de la calle y le grito auxilio. Tarda en escucharme, pero se acerca corriendo a mí a la vez que mi agresor aparece por la esquina. Yo sigo corriendo como puedo hacia la figura que he visto.

Mi persecutor es más rápido y me alcanza por detrás agarrándome de la mochila que llevaba. Tira de la mochila y vuelve a huir por donde había venido. Mi ayudante ya me había alcanzado y persigue al ladrón. Ambos desaparecen tras girar la esquina y yo me quedo sola, en mitad de la calle, intentando recuperarme del golpe anterior mientras oigo los pasos de su carrera.

Tras unos minutos de soledad y silencio veo aparecer a mi ayudante con la mochila lo cual me da algo de alivio.

  • Tome señorita. Me dice cuando me tiene enfrente.

  • Muchas gracias, no sabe el mal rato que he pasado.

Cojo la mochila para comprobar que esta todo.

  • ¡No puede ser...me ha quitado el móvil y la cartera!

  • Lo siento señorita no pude pillarlo, ha tirado la mochila y yo la he recogido.

  • No se preocupe gracias a que ha aparecido sino...no sé qué me habría hecho.

  • ¿Se encuentra bien?

  • Si, pero me he accidentado con la bici y me duele la pierna. Si pudiera ayudarme a recogerla....

  • Si claro quédese aquí que yo la traigo. Deje reposar la pierna.

Vi como traía mi bici que estaba a unos metros cerca del poste donde me había chocado.

  • Mala suerte, tiene la cadena rota y la rueda delantera torcida.

La noche iba de mal en peor y mi salvador debió de notar mi estrés

  • Vera porque no me acompaña a mi casa, así descansa un poco, se recupera del susto y vemos que podemos hacer con su bici. Además, no es aconsejable quedarse mucho por estas calles y menos a estas horas.

Al ser mi salvador no dude apenas en aceptar y más con su último razonamiento. No me apetecía estar expuesta a más peligros. Le pedí que me llevara la bici ya que con intentar caminar ya tenía suficiente. Al verme cojear no dudó en ayudarme, sin yo pedírselo, rodeándome con un brazo por la cintura e invitándome a apoyarme en su hombro para caminar. Acepté ese detalle, pero mientras me rodeaba vi como por unos instantes su mirada posaba en mis pechos. No le di importancia al hecho ya que para rodearme el hombre debía situarse bajo mi brazo y además reconozco tener unos pechos bastante grandes; detalle que a ningún hombre se le escapa cuando me cruzo con uno en mi día a día.

Caminamos durante unos minutos hasta una calle más estrecha con casas bajas y algunos portales con anuncios en venta. Entramos en uno de ellos dejando la bici fuera.

  • No se preocupe aquí apenas pasa gente y además nadie va querer una bici en ese estado.

Entendí que tenía razón y entre al portal detrás de él. Había unas escaleras que subía a los escasos dos o tres pisos que tenía la casa, pero el tomo unas escaleras que bajaban a una especie de sótano.

Me volvió a rodear para ayudarme a bajar las escaleras y sentí su cara más cerca de mis pechos pues, aunque era más alto que yo, ya había bajado un escalón para servirme de apoyo. Bajadas las pocas escaleras, se adelantó para abrir una vieja puerta de madera e invitarme a pasar. Accedí con mueca de agradecimiento. Tuve la sensación de que nada más pasar por delante de él aprovechó para mirarme el culo.

Para ir y venir en bici del trabajo siempre intento ponerme algo cómodo y en este caso llevaba una sudadera que, aunque era holgada no conseguía disimular el volumen de mis pechos; y unas mallas grises ajustadas, pero cómodas que marcaban mi culo. Aunque no soy muy alta tengo buen tipo sin siquiera ir al gimnasio, tan solo con lo que quemo en el trabajo y con la bici, mantenía unas piernas tonificadas y un culo firme; y como ya he citado antes, unos buenos pechos por herencia familiar.

Volviendo a esa noche entré en un cuarto pequeño preparado para vivir con una cama, una mesilla y una lámpara colgando.

  • Disculpa, soy humilde y sobrevivo como puedo.

Se justificó mi salvador al verme inspeccionar su cuarto.

  • No te preocupes no te juzgo.

  • Bueno siéntate en la cama y descansa, te vendrá bien.

Torpemente me fui a sentar en el borde mientras mi salvador cerraba la puerta con llave y me servía una botella de agua de un pack que tenía en el suelo.

  • No te asustes cierro con llave porque si no a la mínima se abre. No encaja bien.

Tras decirme esto se lanzó a inspeccionar mi pierna mala.

  • Vamos a ver como llevas esto...

Me quitó la deportiva y el calcetín y me subió la malla hasta la rodilla para inspeccionar toda mi pierna. Le ponía tanto interés que no puse objeción a que me ayudara.

  • Bueno, no parece nada grave. Seguramente te duela por el golpe y el frío, pero no tienes nada roto ni siquiera la llevas hinchada.

Pude corroborar por mí misma lo que decía y puse media sonrisa por la buena noticia. Volvió a bajarme la malla cuidadosamente estirando mi pierna y apoyándola en el suelo estirada.

Al subir su cabeza, su mirada quedó clavada en mi entrepierna marcada por las mallas. No me había dado cuenta que con una pierna estirada y la otra doblada, pero abierta, mi sexo quedaba expuesto. Por inercia cerré la pierna buena y él a su vez se echó hacia atrás para sentarse en el suelo.

  • Bueno cuéntame que ha pasado.

Mostró interés por superar el momento incómodo de antes y me animé a contarle pues aún no me había podido desahogar con nadie. Tras narrarle todo me confesó que conocía a mi agresor de estar por el barrio y que había más gente como él. Incluso me aconsejó no denunciarle pues no me serviría más que para disgustos.

Tras pensarlo no me pareció mal su consejo. Recordé de nuevo lo que me había quitado: un viejo móvil que ya me tocaba cambiarlo y la cartera que por suerte esta vez no contenía más que algo de dinero, pero nada importante. Después de un rato de charla ya me sentía mejor e hice ademán de moverme para calzarme el pie malo.

  • ¿Te vas?

  • Si es tarde y además no quiero abusar de tu hospitalidad.

  • Te recuerdo que esa gente sigue ahí fuera y ¿cómo piensas ir tu sola cojeando y con una bici averiada?

Su comentario me devolvió a la realidad de mi situación, aunque mi pierna estaba algo mejor, la bici solo me servía para ir más lenta y sin cartera ni móvil no podría recibir mucha ayuda.

  • ¿Puedes acompañarme, por favor?

  • Bueno ayudarte y darte cobijo es una cosa, pero exponerme a todo un camino entiende que es demasiado. Estamos más seguros aquí.

  • Si, pero yo necesito volver y sin ti no me siento segura.

  • Bueno si al menos tuvieras dinero para ayudarme. Ni siquiera has tenido un detalle viendo en la situación que vivo.

  • Tienes razón. Te estoy muy agradecida y bueno si me acompañas en mi casa tengo dinero.

-...mmmm....interesante. Pero hay cosas que no se puede tener con dinero, e insisto a estas horas es más prudente no salir.

Al comentario anterior le siguió una caricia a mi pierna y clavó su mirada a mis pechos para darme a entender a que se refería con que no todo se obtiene con dinero. Asustada retire mi pierna e intente rebatirle.

  • Como te he dicho cuando lleguemos a mi casa puedo darte el dinero que necesites y podrás pagarte una chica para tus necesidades....

Nunca he aprobado la prostitución, pero ahora la estaba usando a mi favor para salir del apuro.

  • ...mmmm...Me sugieres exponernos ahí fuera para que tú me des dinero para poderme ir con una prostituta...Veras para eso mejor estar aquí a salvos y que tú te conviertas mi putilla por esta noche.

Su declaración tan grosera me dejó aún más asustada y a la vez muy enojada.

  • No, no, lo siento yo necesito irme.

Me puse la deportiva sin atar a toda prisa y me levanté directa a la puerta.

  • Ábreme por favor.

Dije echa un manojo de nervios y con voz asustadiza.

  • Si claro no te pongas así. Respeto tu elección.

Abrió la puerta y calmadamente me invitó a salir.

  • Bueno, suerte señorita.

Su despedida medio burlesca me devolvió el pensamiento del peligro que corría afuera y lo que había pasado antes de que él me salvara. Fui caminando despacio hasta la escalera que subía al portal. Desde ahí oí unas voces masculinas afuera y recordé lo estrecho del callejón en el que vivía "mi salvador" al cual había seguido sin dudar minutos antes.

El miedo me volvió a parar y me quedé sopesando mis opciones. Mi salvador había resultado ser un cerdo que quería abusar de mi...pero ahí afuera estaban los tipos que estaban dispuestos a asaltarme y que tenían la pinta de ser aún menos civilizados que él.

No podía arriesgarme. Definitivamente debía pasar una noche con "mi supuesto salvador" dispuesto a ultrajarme. Por lo menos así saldría viva. Volví con desgana y toqué tímidamente la puerta. Mi abusador parecía esperarme pues no había echado la llave y nada más golpear me abrió con una sonrisa perversa.

  • Acepto pasar la noche contigo. Por favor trátame bien.

Le dije dándome por rendida y poniéndome totalmente a su merced.

  • No se preocupe señorita. Va a disfrutar como nunca.

Me dijo mientras salía para ayudarme a entrar esta vez agarrándome con fuerza del culo sin miramientos. No tardó en cerrar la puerta de nuevo y sin apenas darme tiempo me rodeó por la espalda con sus brazos y pegó mi cuerpo al suyo.

  • Hasta con ropa de deporte está usted divina señorita.

Dijo esa especie de halago mientras olía mi cuello y mi pelo.

  • Y veo que le gusta marcar sus atributos.

Me soltó el muy cretino a la par que ya tenía una de sus manos en mis pechos y con la otra recorría la forma de mi coño marcado por las mallas. Como reacción intenté cerrar las piernas como la anterior vez, pero ya tenía su mano metida entre mis piernas. Su reacción también fue la de agarrarme más fuerte tanto mis pechos como mi coño y apretarme más a su cuerpo. Así note por primera vez un bulto duro que se pegaba a mi culo.

  • No se ponga tensa señorita. Cuanto más relajada este más disfrutara de las cositas que le voy a hacer...

A sus tocamientos sumo los restregamientos de su polla contra mi trasero. Odiaba en la situación en que me encontraba, pero él tenía razón. Ya que por miedo había elegido este camino, más me valía relajarme pues me esperaba una noche larga con mi abusador.

Me sacó de mis pensamientos cuando paró en sus movimientos y me giró quedándonos cara a cara. Bajé la mía pues me daba asco tener que mirarlo, pero de nada me sirvió pues me levantó la barbilla para seguidamente plantarme un morreo.

Eché mi cabeza hacia atrás por inercia, pero frente a su insistencia y mi planteamiento de hace unos segundos de relajarme; dejé de evitarle y le entregué mis labios. Por supuesto durante el beso no perdió la oportunidad de magrearme el culo, de apretarlo fuerte poniendo a prueba su dureza, y soltarme algún que otro azote.

Cuando creyó oportuno subió el nivel.

  • Parece que hace calor aquí. ¿Por qué no se quita esto?

No me dio tiempo a reaccionar cuando él mismo agarro mi sudadera para ayudarme a quitarla. Se quedó maravillado al ver el tamaño de mis pechos ya semiocultos por el sujetador. Al percatarse de mi vergüenza de verme ya semidesnuda de cintura para arriba me acompaño quitándose él también la camiseta.

  • No se preocupe no voy a dejarla sola.

A su comentario le acompaño una imagen que no me esperaba. Mi " salvador" estaba cachas y tenía buena figura. Con el shock del robo sólo me había fijado en que vestía muy simple, con ropa vieja por su situación, y que me doblaría en edad incluso rondaría los cincuenta. Pero no me percaté de su corpulencia y físico.

Volvió a la sesión de besos y magreos, pero esta vez noté como alargó su brazo buscando tocar mi coño desde atrás. Al hacerlo sentí una breve mueca en sus labios, pero siguió besándome. Movió su mano para tocarme mejor por delante, y esta vez sí que paró para volver a sonreírme.

  • Señorita está empezando a mojarse.

Su afirmación me pilló por sorpresa y más aún al descubrir por mí misma que era verdad. Sentía humedad entre mis piernas. No sé cómo había sucedido. No quise darle ese gusto e intenté ponerle cara de asco. Se limitó a seguir con los tocamientos mientras me daba besos en el cuello.

A los minutos cogió mi mano y la llevo a su bulto. Quería que le tocara...Hizo movimientos con mi mano para darme a entender lo que le gustaba. Con poca gana me limité a hacer lo mismo recorriendo mi mano a lo largo de su polla. Tenía la sensación de que se me hacía largo el recorrido, pero como me tenía abrazada, su hombro no me permitía mirar abajo.

Tras unos minutos se alejó de mí y entonces mi mirada volvió a recorrer su torso y cintura hasta parar toda curiosa en el bulto que formaba su polla erecta. Me pareció enorme, pero el ya consciente de mi curiosidad y mi calentura me sacó de mis pensamientos con brusquedad.

  • Vamos quítese el sujetador, no aguanto más, quiero jugar con esas tetazas.

Estaba más caliente y había perdido esos segundos de dulzura. Nada más quitarme el sujetador lo tiro al suelo y empezó a sobarme. Me volvió a girar de espaldas para abusar mejor de mis pechos. Los apretaba con fuerza, los meneaba enérgicamente hacia arriba, abajo, a los lados. Incluso me sometió a tortura de pezones y palpamientos.

Yo no sabía cómo sentirme, nadie me había tratado así, casi como un objeto. Mientras mi mente no sabía asimilar la situación; mi cuerpo iba en contra...se iba excitando; en especial mi coño pues sentí mojarme más. Mi abusador me volvió a girar frente a él. Se quedó un rato más admirando mis pechos ahora algo rojizos por la tortura.

  • Creo que ya es hora de que conozcas al que será tu nuevo amiguito. Ponte de rodillas.

De nuevo sin poder reaccionar y guiada por la fuerza de su brazo en mi hombro acabé de rodillas.

  • !Aaaa mi pierna!

Me había olvidado de ella completamente, pero al ejercer peso para arrodillarme sentí el calambrazo. Mi abusador comprendió la situación y me ayudó a levantarme de nuevo.

  • Ves a sentarte al borde de la cama.

No rechisté ya que me convenía una mejor postura y me dirigí cojeando. A lo que me senté y levanté mi mirada, el cerdo ya estaba desnudo de cintura para abajo. Obviamente me quede fija mirando su polla. Se dio cuenta y empezó a meneársela mientras se acercaba hasta quedarse plantado enfrente y a escasos centímetros.

  • ¿Qué te parece? ¿Te gusta?

Me preguntó colocándola en diferentes posturas para asombrarme de su tamaño. Sinceramente no sabía si sorprenderme por su largura o su grosor, pues en mis escasas experiencias no había estado con una así. Mi abusador animado por mi cara de asombro cogió mi mano para que se la tocara. Insegura inicie una paja lenta. Incluso cubierta con pelos me parecía muy larga. No pude evitar preguntar cuanto mediría desde la raíz.

Absorta en esos pensamientos no me había dado cuenta que yo misma aplasté su pelo para intentar verla desde la raíz.  También se dio cuenta y sonrió maliciosamente. Me odie por ello..."Estúpida encima de verte en esta situación te permites seguir su juego". Pero ahora mi cuerpo era más dueño de mí que mi mente.

  • ¿Por qué no la pruebas?

Volví a la realidad al oírle, pero puse cara no haber escuchado.

-! Vamos chúpala... ¡

Repitió a la vez que ya llevaba mi cabeza hacia su polla. Cuando mis labios tocaron su punta abrí la boca sin razón alguna. Asustada temí lo peor, pero él solo metió la punta.

  • Vamos despacio no te preocupes.

No sé porque, pero me relajó ese detalle. Se retiró el mismo la piel y espero a que actuara...Quería que le chupara el capullo. Hice lo que pude con mi escasa experiencia. Le besé, lamí y chupé succionando. Me hizo mirarle mientras lo hacía y vi su cara de satisfacción. Quizá lo hice demasiado bien pues sentí cómo se puso más gorda tanto en mi mano como en la boca.

De repente me tapo la nariz que por inercia me hizo abrir más la boca y él aprovecho para meter todo lo que pudo.

Sentí ahogarme y al ver mi cara de desesperación soltó mi nariz. Cogí aire por el único orificio que podía y a los segundos volvió a taparme. Al querer echarlo por la boca tuve que esforzarme en abrirla más con lo que aprovechó para metérmela toda.

No me lo podía creer...tenía mi cabeza apoyada en su abdomen presionada por su brazo y había hecho desaparecer toda su polla en mi boca. Al instante me entró tos, arcadas y constante lagrimeo. Conseguido su objetivo cesó la presión y la saco poco a poco dejándome descansar.

  • Ya está...sabía que eras capaz de tragártela toda.

Pasé de su comentario y me centré en recomponerme. Tras unos instantes volvió apuntarme con su polla llena de mis babas. Le miré con suplica de que no aguantaría otra vez.

  • No te preocupes, esta vez hazlo como tu sepas. No voy a forzarte.

Decidí confiar al ver que descansa sus brazos en sus caderas y dado que tampoco me daría más opciones. Volví a jugar con su capullo que es lo que más le gustaba y continúe con una mamada tragando a mi ritmo. Para mi sorpresa me estaba metiendo más de la mitad yo sola.

  • Sigue así...pero más rápido.

Agarré su polla con la mano e intenté aumentar el ritmo. Me quito la mano y me la echo atrás así que me encontré mamándosela sin manos. No tardó en animarse. Puso sus manos en la cabeza sin hacer presión y coordinó los movimientos de su cadera con mi cabeza.

Cada vez sentía tragar más centímetros, pero sus movimientos no me permitían parar.

  • No pares estoy a punto.

Tomó dominio de mi cabeza y empezó a pegarme una brutal follada de boca.

  • Ahh ahh...ya está, ya está.

De repente paro de moverme mi cabeza así que yo hice intención de quitarme, pero con todas sus fuerzas me pego contra su abdomen mientras que con un golpe de cadera hizo desaparecer de nuevo toda su polla en mi boca.

  • ¡Aquí tienes tu premio!

Al decir esto empecé a notar las convulsiones de su polla y chorros de semen bajando por mi garganta. El cerdo se había pegado una larga corrida hasta que me soltó lentamente. Me hizo lamer los restos que quedaban en el capullo y disfruto viendo como también me los tragaba.

  • Bueno señorita es hora de que me muestre sus agujeritos.

Dicho esto, agarro mis piernas y tiro hacia arriba haciendo tumbar sobre la cama y con rapidez agarro mis mallas por la cintura y tiro de ellas. De repente me tenía en braguitas con las mallas por los tobillos. Quitó con suavidad mis mallas de los tobillos para no provocarme otro calambrazo en la pierna herida.

  • Vaya que sexy esta con esas braguitas rojas.

Se quedó inspeccionándome de arriba a abajo mientras me tenía con las piernas abiertas. La visión de tenerme sentada en la cama, apoyada en la pared, con mis tetas al aire; y las piernas abiertas de par en par le debió de excitarle mucho. Yo tampoco pude evitar fijarme en su cuerpo, plantado frente a mí ya completamente desnudo, y en su polla que, aunque ya flácida, colgaba imponente.

No espero más y me quitó las bragas dejándome completamente al natural. Se acercó a besarme mientras su mano fue directa a mi coñito desnudo. Empezó un leve masajeo con leves metidas de dedo. Yo ya estaba húmeda de hace rato y el sentir el calor de su mano y sus caricias me hicieron empaparme más.

Deseé con todas mis fuerzas que no lo notara, pues no quería darle ningún gusto, pero los ruidos de mis flujos me delataban. Entre besos y masajes de repente mi mano como por voluntad propia fue a agarrar su polla. A tiempo paré y desvié la trayectoria. Pero él ya se había percatado y cogió mi mano y la llevo a su polla. Paró unos instantes de besarme para susurrarme al oído.

  • Menéala despacio, aún tiene que recuperarse.

A esas alturas todo lo que me decía y hacia me ponían más cachonda. Me rendí a sus besos y caricias y comencé a pajearlo suavemente recorriendo cada centímetro con mi mano. No pude evitar el deseo de sentirla ya dentro de mí.

De repente me tiro a lo largo de la cama poniéndome boca abajo. Abrió mis piernas y colocó su polla en la entrada de mi coño, pero no sucedió lo que me esperaba. Posó sus manos en mis nalgas y como al principio comenzó a magrear y azotar. Esta vez fue a más y más. No pude verme, pero juraría que me había puesto el culo rojo, y para colmo al rato se levantó y de reojo pude verlo empalmado de nuevo. El cabrón se había puesto cachondo torturándome. Soltó un escupitajo en la entrada de mi ano y noté como colocaba su polla en mi entrada.

  • No, no, nooo...eso sí que no!

Me apresuré a protestar por primera vez viendo sus intenciones.

  • Señorita no puedo quedarme sin probar su culito.

  • No por favor, eso ya es demasiado y además soy virgen por allí. Me va doler muchísimo.

  • Lo siento señorita, en ese caso sólo puedo añadir que va ser todo un placer para mí estrenar su culito.

  • Nooo, nooo pare, esto ya no me gusta.

Con su cuerpo encima de mi poco podía moverme y de nada servían lo gritos. Él siguió adelante con su plan. Oí como escupía en su mano para lubricar su polla, era el único lubricante con el que contaba, y decidido apuntaba de nuevo a mi ano. Empezó a presionar, pero yo me resistí apretando el culo, fue paciente y sin dejar de presionar esperó a que me cansara de hacer fuerza.

Llego un momento que no pude más y relajé. Noté como su polla empezó a invadir mi culo poco a poco. Para ayudarse dejó caer todo su peso sobre mí. Sentí como su polla desgarraba mi ano y entraba como cuchillo en la mantequilla. El dolor era inmenso y parecía que no cesaba pues mi violador estaba decidido a meterla entera. Nunca me había planteado el sexo anal y menos que acabarían abriéndome el culo de esa manera.

  • Aaaahh que delicia, lo tiene usted apretadísimo señorita. Apenas puedo moverla.

Satisfecho de haberla metido toda, pues sentí que ya no avanzaba más, se limitó a soltar gemidos y frases denigrantes para humillarme más.

  • Pero no se preocupe, yo se lo voy a dejar bien abierto.

Tras disfrutar buen rato de tenerme empalada, se incorporó apoyando los brazos en la cama; y empezó a retirar su polla lentamente, aunque sin sacarla apenas por temer a que la presión la expulsara del todo. Comenzó a follarme lentamente, sólo porque la presión no le permitía moverme más rápido, y un ardor incesante me hizo morder la almohada. Aunque sus embestidas no duraron mucho, debido al placer extremo que debía estar experimentando, su polla se empezó a hinchar más y más amenazando con eyacular en cualquier momento.

-Aaaauuuhhh!!!

No pude evitar gritar de dolor pues esa repentina crecida significó que mi culo tuvo que abrirse aún más para darle cabida.

  • ¡Aguante señorita! ¡Estoy apunto!

Me animó mi violador entre espasmos y movimientos frenéticos. Tuvo un orgasmo tan fuerte que perdió la fuerzas en los brazos y cayó literalmente encima de mi espalda. Por suerte no me hizo daño, pero yo no tenía nada que celebrar...Al perder el equilibrio me la clavó con tanta fuerza y tan profundo que casi pierdo el conocimiento por el dolor. Los siguientes segundos note como mi culo se inundaba de semen. Juraría que soltó incluso más que en mi boca.

Cuando se dió por satisfecho volvió a elevarse con los brazos, apoyó el peso en sus piernas, separó con fuerza mis nalgas y poco a poco la fue sacando. El ardor que dejó en mis paredes anales se vio aliviado por la salida repentina de su semen, aunque por la postura gran parte aun la tenía dentro de mí. Mi violador se quedó admirando su obra, mientras mantenía mis nalgas abiertas, y no se reprimió de comentar la escena.

  • Ufff, que pasada, menudo hoyo le acabó de hacer.

Se retiró satisfecho a limpiarse el miembro, sucio de sangre, semen, e incluso heces seguramente; mientras que yo permanecí tumbada bocabajo exhausta. Bebió agua y me ofreció. Con ganas acabé la botella de un trago. Volvió a la cama y comenzó a acariciarme la espalda. No sé qué pretendía y ni quería averiguarlo. Me había vencido física y moralmente.

  • No se enoje señorita, ahora si va a disfrutar de veras.

Me contestó viendo mi pasividad. Echó su cuerpo hacia atrás y metió su cabeza entre mis piernas. El cerdo lamió de abajo a arriba pasando la lengua desde el inicio de mi coño hasta mi culo. Lo que a mí me pareció una guarrada a mi coño le empezó a gustar y mi culo lo agradeció más, pues su saliva me aliviaba el ardor. Intuitivamente abrí las piernas invitándole a seguir. El cabrón sonrió, abrió mis nalgas, ahora con suavidad, y lamio como si le fuera la vida en ello. Minutos después yo ya estaba cachonda y movía mis caderas al compás de su lengua.

Por la incomodidad de la posición con un movimiento rápido me giro, ahora boca arriba, echó mis piernas hacia atrás y pegó su lengua a mi culo expuesto. Siguió lamiendo en sentido inverso, del culo al coño. En un momento de excitación soltó mis piernas y se abalanzó a besarme. Yo excitada también le correspondí al beso y más cuando noté su polla, de nuevo medio dura, pegarse a mi coño. Durante el morreo tomé la iniciativa y comencé a restregar mi coño contra su polla provocándole una erección de caballo. Él se unió a mis movimientos lo cual aumentó la excitación de los dos.

-.... mtmla....

Sin ser dueña de mí balbucee unas palabras que minutos atrás jamás habría pronunciado.

  • ¿Que quiere señorita?

  • ...Métemela...

  • ¿Quiere que se la meta?

Anteponiendo la excitación a mi vergüenza le respondí con un "sí".

Cogió su polla y la puso en mi entrada mientras seguíamos besándonos. Hacía ademanes de meterla, pero siempre acababa frotando su glande contra mi clítoris.

  • Ya por favor...

Harta de sus rodeos acabé suplicándole sin importarme ya la humillación.

  • Me gusta que supliques...pero necesito algo más.

  • ¿El que...?

  • Aún no me has agradecido que te haya enseñado a hacer una buena mamada.

  • Gracias.

Me apresure a decir sin pensar para acabar con sus juegos.

  • Y ahora lo más importante...Agradéceme que te haya partido el culo antes.

No podía más...definitivamente estaba decidido a quitarme toda dignidad. Al ver que dudaba ante esto, volvió a restregar su glande contra mi clítoris.

  • ¡Gracias!

  • ¿Gracias que...?

  • Gracias por desvirgar mi culo esta noche.

Balbucee con timidez intentando superar el momento cuanto antes...

  • Bueno, me vale...

Dicho esto, me besó a la vez que coloca su poya en mi entrada y empezó a hacer presión. Debido a su tamaño, y que yo llevaba tiempo sin sexo, entró igual de despacio que en mi culo. Pero el dolor y el placer eran iguales. Me extrañó que no me la metiera con la brutalidad que le caracterizaba, por supuesto yo, estando tan mojada, la recibí con ganas hasta el final. Yo misma lleve mis manos a sus caderas para apretarlo aún más a mí y obligarlo a quedarse un rato bien dentro disfrutando de sentirme tan llena.

Al rato cogió mis manos y me sujeto entrelazando los dedos para empezar una progresiva follada. Por primera vez los dos gemíamos. En esos instantes olvidé todo mi odio hacia él y me entregué casi como una novia. Minutos después hasta le confesé que me iba a correr.

  • Muy bien puta.

Esa fue su respuesta a la vez que aumentaba sus movimientos. Eso es lo que siempre iba ser para él. Y quizá tenía razón pues, aunque le había consentido todo por extorsión, no es menos cierto que había disfrutado.

Entre esos pensamientos me corrí a chorros, empapando aún más su polla, y gimiendo como nunca. Al verme llegar fue decelerando las penetraciones hasta salirse de mí.

  • Perfecto, ahora me toca a mí.

Me mandó poner la almohada bajo mi culo elevando así mi posición, a la vez que colocaba mis piernas en sus hombres. Por suerte la pierna mala ya no me había molestaba. Me quedé mirando sus acciones sin entender hasta que estuvo listo y se dirigió a mí.

  • Te voy pegar buenas clavadas y quiero que las cuentes. ¿Entendido?

No supe que responder cuando el ya colocó su polla en mi entrada y me agarró fuerte de las caderas. Tomó aire y con velocidad del rayo y todas sus fuerzas entro en mí.

  • ggghhh...

Dolor y calambre es lo que sentí con esa salvaje penetración.

  • ¡Cuenta zorra o te la clavo por el culo!

Me amenazó mientras se mantenía unos segundos dentro de mí para retroceder lentamente. Casi sentí que se salía fuera cuando volvió con más fuerza.

  • ¡Aaaahhggg...Dos!

Adiviné a decir cuando paró al fondo de vagina.

  • ¡Aiiiiiiiihhhhggg...Tres!

Grité la tercera vez intentado estar lista para la cuarta embestida.

  • ¡Aauuuuuuuhhhhgggg...Cuatro!

No conseguía adivinar cuando me la iba a clavar o cuando se iba a retirar...Y esa mezcla de dolor al recibirlo y placer cuando salía lentamente volvió a humedecer mi coño, para mi asombro, reduciendo el dolor de tan brutales penetraciones. Conté diecinueve cuando paró más rato de la cuenta, soltó mis caderas, y me apartó las piernas a los lados dando la sensación de querer salirse. Pero de repente...

  • ¡Tomaaa Zorraaaaa...!!!

  • ¡Ooooohhhhhggggg....!

En la última embestida utilizó todo su peso y cuerpo para meterse dentro de mí, fue tan inesperada y dolorosa que me dejó sin aliento para contar. En el movimiento acabó encima de mí mientras sentía como me llenaba de corrida por dentro. Al tenerlo de frente mirándome serio, y una vez que recuperé el aliento, susurré...Venteeee...Cerré los ojos, arqueé mi cuerpo y me corrí a chorros...

Él lo tomo como un agradecimiento y su respuesta me llego como un leve eco pues quedé rendida. Caí en un profundo sueño debido al cansancio acumulado de las horas de trabajo; del shock de la persecución; y finalmente a los abusos extremos de mi "salvador".

  • De nada Mi Putita...

Continuara...