La horrible cita a ciegas de Ashley

Más aventuras de Ashley

¡¡La horrible cita a ciegas de Ashley!!


Título original: Ashley's Bad Blind Date!!!!!!!

Autora: Ashley Jacobs (ashleyjacobs20@hotmail.com) (c) 1999

Traducido por GGG, noviembre de 2003

Advertencia: Esta historia está pensada solamente para adultos maduros. Aunque este relato, a diferencia de los dos últimos, es totalmente de ficción, tiene retazos de cosas reales que me han hecho y a las que me han forzado, pero en momentos y lugares diferentes, no todo a la vez como ocurre aquí. Espero que sea mi siguiente gran éxito. He recibido muchos comentarios estupendos sobre "Los tormentos de Ashley" y "Ashley en el cine". Las dos están en proceso de continuación como hemos hablado (o escrito). En todo caso ¡adelante con el espectáculo! (Oh, por favor, cuéntame lo que pienses en ashleyjacobs20@hotmail.com)

(N. del T.: la fecha de este texto es 21/02/1999 y no me consta que haya habido continuación de ninguno de estos relatos)

PARTE 1

Era al final de la tarde del martes, había estado sentada en casa leyendo aquella revista gratuita para adultos solteros que había encontrado en el supermercado. La había cogido solo por curiosidad. Estoy felizmente casada, lo he estado los últimos 5 años. Ahora tengo 23. Supongo que solo estoy un poco aburrida. Quiero decir, tengo esas fantasías. Nunca han sido más que fantasías pero bueno han estado ocupando más y más tiempo de mis pensamientos. Entonces me tropecé con aquel anuncio de la sección trasera de la revista. Decía simplemente, "¡Ven a conocer tus deseos más oscuros! Encuentra esa diferencia que buscas en ti. Podemos conocernos, o ser solo amigos telefónicos al principio, según prefieras. Llama al 555-1454 y pregunta por Patrick." No podía creer que lo estuviera pensando de verdad. Estaba considerando en serio... llamar a ese anuncio. Antes de que me diera cuenta tenía el teléfono en la mano y estaba marcando. Contestó un tío y no dije nada. Él siguió diciendo, "hola, hola." Yo no decía ni palabra, luego sin pensarlo dije, "¡¡¡hola...!!!". Pareció que estaba muy excitado. Dijo rápidamente, "¿Llamas por mi anuncio?" Dije, "em... bueno... sí." Llegamos a conocernos y hablamos unas cuantas veces más. Era siempre encantador y todo eso ¡pero yo estaba casada! No tenía intención de encontrarme con él. Solo era una forma de pasar el rato y tenía curiosidad por todo aquello. De modo que pensé ¡qué narices! Pasaron los días y no había hablado con Patrick en absoluto. Era un lunes por la noche. Estaba aburrida y pensé, ¡qué coño, le llamaré! Esta vez fue diferente. Muy seco, muy exigente en sus palabras. Me dijo que esa noche deberíamos vernos. Me reí y dije "Em, esto, yo no lo creo así, cariño. Era agradable hablar contigo... Pero...," Me cortó.

"555-2212, en el 5235 de Locust Lane." Me dejó turulata, ¡mi número de teléfono y mis señas! ¡Casi me muero! Dijo, "Ashley, harás lo que te diga, o tu marido sabrá lo que tú y yo hemos estado haciendo a sus espaldas." Dije, "em... ah, ah, ese no es mi número." Dijo, "Entonces no tienes nada de qué preocuparte. ¿Verdad? Adiós." Tras eso colgó.

¡¡Estaba alucinada!! Le volví a llamar, "Em... vale, vale, qué quieres." Dijo, "Simplemente conocerte, querida Ashley." A regañadientes dije, "muy bien... Pero por favor no se lo digas a mi marido." No contestó pero me ordenó, "Tienes que llevar una falda corta, la más corta que tengas, y una blusa bonita. Tacones altos y medias color carne... sostén a tu elección pero estoy seguro que llevarás." Y luego riéndose ordenó, "Ven al bar Town-Ace, en Surplus Avenue. ¡ESTA NOCHE! A las 8." "Sí..." chillé. "¡Bien! Nos vemos allí." "Click"...

Miré la hora... Corrí arriba temblando. Pero me las apañé para encontrar un atuendo entre lo que tenía, el que mejor se ajustara a su elección. Me vestí todo lo rápidamente que pude y salí de casa sin dejar ni una nota. Fui al bar corriendo y sin aliento. Era un antro. Para nada el tipo de sitios que me gustan. Miré a mi alrededor y vi a alguien que me sonreía. Pensé, ¡no puede ser él! Estaba sentado con otros dos tíos. Luego se movió a mi encuentro. Estaba anonadada.

Pensando todavía que no era él, me levanté esperando que me preguntara, "¿Te gustaría beber algo?" o algo así. Pero dijo, "¡Hola, Ashley!" Contesté muy mansamente, "¡...sí!" Dijo, "Bien elegido," mirando mi ropa. "Estamos muy contentos de que hayas decidido venir. Estos son Peter y Mike. Van a unirse a nosotros allí en aquel apartado. Vete ahora allí y siéntate entre los dos." No sabía qué hacer. Solo quería tener la oportunidad de hablar con Patrick, a solas. Intentar quitarle de la cabeza lo de contarle todo a mi marido, así que lo hice. Todos me siguieron al reservado. Patrick se sentó frente a nosotros, mirándome sentada entre aquellos dos hombres mayores y grandes. (Realmente todos eran mayores, Patrick incluido.) Patrick exigió, "¿De cuánto tiempo dispones esta noche para estar fuera, Ashley?" Tartamudeé, "... unas horas." Dijo, "Por el momento está bien." Empecé a decir, "Por favor, Patrick, yo quiero a mi marido y ..." Me cortó, "Cierra el pico, zorra." No dije ni pío. Dijo con voz calmada, "Peter, ¿tiene la zorra las bragas puestas?" Me quedé sin aliento cuando aquel tío, al que ni siquiera conocía, me metió la mano por debajo de la falda y sentí que palpaba por allí un rato. Contestó satisfecho, con la mano todavía bajo mi vestido, "Sí bragas, y mallas encima de ellas." Me sentía avergonzada... "Ashley," ordenó Patrick, "vas a dejar a estos dos elegantes caballeros que te bajen las mallas y te las quiten. ¿Entiendes eso?" Dije, "... por favor ... yo... em... ¡por favor!" Dijo, "¡¡Cállate!!" Estaba tan asustada. Solo pude mirar al suelo mientras sentía dos juegos de manos levantarme la falda de manera que les permitiera acceder a mis mallas. Me las quitaron y se las pasaron a Patrick. Las miró, las olió y dijo, meneando la cabeza, "¡Muy bien! ¿Estás asustada, Ashley? ¡Deberías estarlo!" Se rieron todos. ¡Sentía tanto frío sin las mallas! "Ahora, tíos, vamos a hacer que la zorra se sienta verdaderamente en casa... QUITADLE las bragas. ¡Ah! Y esta vez no seáis tan suaves. Esta vez, em... ¡cortádselas!" Solo pude quedarme allí sentada, atónita, encogida de miedo... mientras Peter sacaba una pequeña navaja de su cinturón. Intenté saltar hacia delante, pero me agarró del brazo y me exigió, "Quédate ahí sentada, zorra." Me cortó las bragas con facilidad y también se las pasó a Patrick. Luego Mike y Peter tomaron cada uno una de mis rodillas y me las separaron ampliamente. Sentí que Patrick ponía la punta afilada de su bota justo en mi entrepierna. La empujó ligeramente. "Lo estás haciendo bien, chochete." Dijo, "Ahora coge este teléfono y llama a tu marido. Queremos que lo arregles para estar a nuestra disposición hasta digamos... mañana, mañana por la mañana... veamos. Unas horas esta noche... bueno eso no nos bastará. Lo sentimos." Supliqué, "Yo... em... no puedo hacer eso. ¿Qué puedo decirle para justificar no ir a casa esta noche?" Dijo, "¡Es una lástima! Todavía no conozco tu vida, cariño. Pero quizás pueda ayudarte... ¿Por qué no me dejas hablar con él?" Luego empezó a apretar con fuerza su bota contra mi chocho, haciéndome cada vez más daño a medida que la punta avanzaba y casi entraba en mi vagina. Muy nerviosa tomé el teléfono y llamé a Paul. ¡Le mentí! Le dije que estaba en casa de mi madre. (Vive a unas 3 horas).  Le dije, "Paul, un antiguo vecino nuestro, que prácticamente me había visto crecer, está enfermo y hago falta... Para ayudarle." Paul era tan comprensivo. Me sentía fatal. Luego debido a mi nerviosismo repetí estúpidamente algo que él me dijo. Algo que no debería repetir. Dije, "¡Oh, no! Hasta el jueves no... ¡es demasiado tiempo!" Luego dije, "Vale... de acuerdo..." y luego sintiéndome atrapada colgué el teléfono. Patrick me sonrió, "¿Qué, qué es eso del jueves, nena?" Sentí que enloquecía, "...ah ah..." Patrick exigió, "¡No me mientas, zorra! Sé que no tienes que buscar excusas para quedarte con nosotros hasta el jueves. Así que tu maridito va a estar fuera, ¿eh?" "¡Oh, que bien se nos están poniendo las cosas hoy! Puedes estar con nosotros, hasta el jueves... entonces bien... Pensad en ello, ¡¡nuestra propia pequeña esclava si queréis!! Y nadie quiere saber más. Ahora vas a levantarte y a caminar hasta nuestro coche, con nosotros, muy tranquilamente o ya sabes. ¿Lo pillas?" ¿Qué podía hacer? Asentí y me levanté. Salí por la puerta con ellos tras de mí, y fui a su coche. Me metí en el asiento trasero como me dijeron, con los otros dos hombres. Se sentaron cada uno a un lado. Patrick conducía a través de la noche. Llevábamos unos 20 minutos cuando Patrick, en un semáforo, se dio la vuelta y ordenó, "Ashley, ¡quítate toda la ropa! Pero quédate con los zapatos y ¡¡hazlo ya!! ¡Y de la forma más excitante!" Los dos hombres se limitaron a estar allí sentados y mirarme. Luego, como no me movía, el hombre de mi derecha, Peter, me dio una bofetada en la cara. Patrick, desde el asiento delantero dijo, "¡Venga, vamos, zorra! ¡HAZLO!" Así que empecé a quitarme la falda, bajarla por las piernas y dejarla a mis pies. Me solté los botones de la blusa, me la quité y se la pasé a uno de ellos. Luego allí estaba sentada, entre dos extraños, DESNUDA DESDE LA CINTURA. (Me habían quitado las bragas antes en el bar.) Dijeron, "¿Y bien? No está mal... El sostén también, nena." Lo solté también y lo pasé, intentando cubrirme inmediatamente con las manos, pero Patrick miró hacia atrás y dijo, "Las manos en los costados... ¡AHORA! Deja que los chicos disfruten con la visión..." Allí estaba yo, casi tiritando y asustada y ¡tan... tan... tan avergonzada! Finalmente llegamos ante una casa de los suburbios y nos paramos en la calle. Eran como las once de la noche. Hacía frío y estaba oscuro. No había nadie fuera. No me gustaba la idea de estar allí, desnuda y sabiendo que pronto mi iban a obligar a salir de esa manera. Patrick se dio la vuelta y dijo, "Vale. Cariño, estamos en casa... Vamos dentro." Todos se rieron de mí. Hacía tanto frío esa noche. Era febrero, en Filadelfia, y me sacaron fuera y me obligaron a estar en la inhóspita calle, sin nada a excepción de los zapatos de tacón. Eso me hacía sentirme aún más desprotegida. ¡¡Me sentía DESNUDA!! Me llevaron lentamente, a mi parecer, hasta los escalones y me metieron en la casa. Allí me tiraron al suelo. Patrick gritó encendiendo las luces, "¡Ven aquí, Max!" Conmocionada oí ladrar a un perro y ruidos de garras corriendo del vestíbulo hacia la habitación. Max era un gran labrador negro y entró embistiendo. Patrick dijo, "Túmbate allí. ¡No te muevas! ¡Y no grites! Puede excitarse y morderte. Solo tienes que dejarle olfatearte y hacerse con tu olor." Estaba horrorizada y me tumbé allí mortalmente asustada. Peter dijo. "Oh, como va a disfrutar Max contigo, cariño." Dije, "¡¡QUÉ!!"

Fin de la parte 1

PARTE 2

¿Qué podía hacer? Estaba allí tumbada temblando mientras aquel gran animal avanzaba hacia mí, ponía la nariz en mi entrepierna y empezaba a olfatearme. Yo estaba desesperada. No sabía qué hacer. Me quedé helada. ¡Estaba allí tumbada con este perro peludo olfateándome por todas partes! Los hombres se sentaron en el sofá y se reían de mí, animando a Max. Patrick dijo, "Bien, ¡levántate y ponte a cuatro patas, zorra! Ya sabes... colócate para facilitar la entrada... deja que el viejo Max sea el primero en disparar en tu coño. El primero de muchos, podría añadir, querida." "¡No! ¡No! Por favor, eso es horrible. Soy una mujer decente. No puedo hacer eso." Supliqué. "Dices eso como si aquí se pudiera elegir, chocho. No tienes nada que decir. Ahora, levántate y separa esas piernas flacas y blancas y deja que el viejo Max, aquí presente, entre en esa raja sucia. Recuerda que el coño ya no es tuyo. ¡ES NUESTRO! Apréndete eso y apréndelo deprisa. Si queremos cerrar con pegamento esa ventosa, ¡lo haremos! ¡LO CONSEGUISTE!" Me echó mano y me agarró del pelo. Me colocó como quería. "¡Ahora quédate aquí como un chocho bueno!" Me ordenó. Luego cogió a Max de la correa y llevó su hocico hasta mi entrepierna. El perro no necesitó que le animaran más, nada más. ¡Debía sentir el terror y la excitación en mí! Su lengua se disparó como un dardo a una diana. ¡Me llenaba el agujero! No pude evitar gemir cuando su lengua áspera y prohibida me tocó profundamente en mis partes más íntimas. El largo y sonrosado miembro de Max empezó a deslizarse fuera de su vaina, y a ponerse duro. Patrick ordenó, "Es el momento de experimentar todo un nuevo nivel de vergüenza, zorra. Llegarás a darte cuenta de ello. Es más por él que por ti. Y también para que disfrutemos nosotros. Probablemente no te sentirás bien con esto, ESTA VEZ." "Si acaso dolerá como lo entiendo, cuando un perro entra en un coño por primera vez... ¿Es tu primera vez, verdad?" "Hemos oído que lo hace con tanta fuerza e ímpetu que te quemará por la fricción de sus movimientos. Así que lubrifícate... ¡si es que puedes! Luego cuando empiece a aflojar, su polla se anudará hasta su tamaño total. Gorda como una naranja. Eso mantendrá a los dos... em... amantes juntos durante un rato. No podrás quitártelo de encima... Nadie podrá. ¡Así que si no se queda satisfecho tendrás un perro en tu coño para toda la vida!" Todos los hombres volvieron a reírse. Me moría de vergüenza. "De paso te diré que Max normalmente está follando durante unos 20 minutos o así antes de correrse, así que será mejor que le ayudes... y que intentes disfrutar... Si es que puedes..." Patrick ayudó a Max a subirse encima de mí. Una vez allí el perro empezó inmediatamente a empujar pero parecía no poder encontrar el maldito agujero... Me pinchaba y me pinchaba intentando encontrarlo... Y luego Patrick ayudó a que Max empujara la cabeza de su polla dentro de mí. ¡OH DIOS! ¡No podía creerlo! ¡Estaba siendo follada por un perro! ¡QUEMABA! Solo podía estar allí de rodillas gritando. ¡OH DIOS, COMO QUEMABA! Ellos allí sentados riéndose de mí y animando a Max. "Vamos, Max. ¡VAMOS!", coreaban, "Fóllate el chocho de esa zorra por su... ¡Sí! Fóllate ese chichi... ¡Sí! Hazla tuya. Es solo una zorra asquerosa." Intenté bajar las manos para sacarlo pero... "GRRRRR" gruñó y cerró sus mandíbulas sobre la parte trasera de mi cuello. ¡Me paré enseguida! ¡No podía hacer nada excepto intentar lubrificarme para evitarme una quemadura severa! Encontré mi clítoris y, para diversión de los tíos, ... me lo trabajé con frenesí. Bien, como Patrick había dicho el perro me folló durante más de 20 minutos. Dios, era doloroso. Me había mordido en el cuello y me había enganchado del pelo mientras me violaba. Cuando acabó se dio la vuelta y me arrastró del maldito nudo que estaba clavado profundamente en la vagina. Era terriblemente humillante ser arrastrada con el chocho por delante. Finalmente el maldito nudo se aflojó y su polla se deslizó fuera de mí. Max se levantó y caminó hasta un rincón. Allí se tumbó y se hizo un ovillo en el suelo. Jadeando... yo, yo misma, exhausta había caído al suelo. Me riñeron, "Zorra, ni siquiera has terminado. ¡LEVÁNTATE!" No podía ponerme en pie, las piernas me dolían tremendamente de haber estado en aquella posición, de haber sido arrastrada y empujada. Sin poder escapar del maldito nudo. Riendo, me ordenaron, "Vete allí con tu amante y lámele los huevos hasta dejárselos limpios. Recuerda, una zorra como tú siempre tiene que dejar limpios a sus amantes." Ni me moví de mi colapso. Patrick exigió, "Realmente necesitas dejar de dudar, ZORRA." Me agarró del pelo y los otros dos hombres me agarraron de los brazos. Me sujetaron en alto y Patrick encendió un cigarrillo pausadamente. Me soltó el pelo y me levantó el pecho izquierdo tirando del pezón. Levantó la piel suave y endurecida hacia mi cara. Acercó la lumbre del cigarrillo a la suave piel blanca de la parte de debajo de mi pecho izquierdo. "¿Seguro que no quieres reconsiderarlo?" preguntó. Grité, "¡VALE! ¡VALE!" Cuando me liberaron empecé a caminar temblorosa hacia Max. "¡ARRÁSTRATE... CHOCHO!" me ordenaron por encima del hombro. Derrotada... hice lo que me ordenaban y cuando estuve entre las piernas de Max lamí los repugnantes huevos peludos de Max. "Bien, chochete. ¡Ahora como recompensa sube arriba y date una ducha, zorra! Lávate bien y ponte guapa para nosotras y trae de vuelta aquí tu culo desnudo. ¡Muy pronto haremos mayor uso de él!" Subí arriba para darme la ducha y caí al suelo del baño en posición fetal y me puse a llorar por mi situación. Finalmente me metí en el agua y me di la ducha. Me sentía un poco mejor limpia, pero estaba tan aterrada. '¿Qué sería lo próximo?' me preguntaba mientras bajaba las escaleras envuelta en una toalla que había encontrado. Con el pelo aún mojado. No había secador así que lo tenía con aspecto rizado. Cuando llegué abajo estaba solo Patrick esperándome. "Eh, estás muy excitante," dijo. "Se te ve muy bien mojada, y recién follada, nena. ¡Resultas muy, pero muy, caliente! Ven aquí." Fui hacia allí. Sonriendo me abofeteó directamente en la cara. "¿Qué es eso de la toalla, chocho? Nunca tienes que esconder ese estupendo cuerpo tuyo... nunca... ¿Entendido? Desnuda, siempre... Si quiero follarte desnuda en público así será, ¿me entiendes?" Luego me exigió, "Ahora ponte de rodillas y quítame los zapatos y los calcetines. Luego empieza a lamerme y a limpiar mis pies sucios y cansados. Y, ah sí, di 'sí amo, entendido' de ahora en adelante." Grité desafiante, "QUE TE JODAN..." Él gritó, "Conque... ¡que me jodan! ¿Eh?" Me echó en una silla de la cocina, sacó algo de cuerda de un cajón y empezó a atarme las manos detrás de la espalda. Encendió de nuevo un cigarrillo y dijo, "¿Recuerdas lo de antes? Bueno pues ahora te lo has ganado. ¡Te lo has ganado de verdad!" Le supliqué y le imploré que no lo hiciera, pero me miraba y se reía. Casi parsimoniosamente me dijo, "Necesitas aprender cuál es tu sitio, chochete." Sujetó el cigarrillo en la mano y me lo mostró. Luego me soltó una calada en la cara. Tosí y se rió. Me cogió el pezón izquierdo con la mano y tiró de él hacia fuera. Luego dijo, "HUMMM, realmente no quiero dañar notoriamente la mercancía... de momento al menos, pero necesito hacerlo. Por tu propio bien, ¡de verdad!" Levantó mi pecho indefenso consiguiendo acceso pleno a la suave parte de abajo. Luego acercó lentamente el cigarrillo por debajo y por encima de mi apreciada parte baja de la mama. "Oh, dios, por favor, no me quemes ahí." Supliqué, esperando... "OH, ¿dónde te gustaría que te quemara?" contestó. "No, dónde no, ¡POR FAVOR!" grité. Explicó, "Pero hay que quemarte en algún sitio como castigo, chocho mío, ¡así aprenderás! ¡Puedes decidir dónde! Tienes que elegir si en la parte de debajo de la teta o en la parte de arriba. ¿Realmente quieres arruinar este precioso escote?" ¡Sonreía! Mientras, yo suplicaba, "Por favor, ¡POR FAVOR! Haré todo lo que digas. ¡Todo!" Él me explicó...

"¡OH! No temas... lo harás en cualquier caso, chocho." "¿Quieres otra oportunidad? Está bien," dijo, "Levántate y baila." Dije, "No puedo, estoy atada." Dijo, "¡Lo ves! Sigues con tu obstinación. Ahora zorra, ¿lo hago en la parte de abajo o en la de arriba? Si no eliges ¡lo haré en las dos! Grité mientras me levantaba el pecho tirando del pezón y acercaba cada vez más el cigarrillo a mi pecho blanco y prístino. Preguntó, "¿Y bien?" "¡DEBAJO!" grité.

"¿Estás lista?" preguntó. Y tras decirlo tocó lentamente mi carne tierna con la lumbre del cigarrillo. Grité como nunca antes había gritado. Me dolía el pecho como nunca antes me había dolido, mientras sujetaba el cigarrillo contra mi tierno pecho. Colocó la cara encima de mi pecho. "Oh, ¡huele a piel quemada!" gritó. Casi me desmayo a causa del olor de mi propia carne quemada. Me soltó el pecho y me sonrió. "Ves, chocho, puedo hacer lo que quiera con este cuerpo y lo haré. ¿Me entiendes ahora, chocho? Nadie puede verlo esta vez, debajo de tu pecho y tu escote está intacto... ¡POR AHORA!" "Pero que le dirás a tu maridito... eheheheh." En ese preciso instante se abrió la puerta de golpe. "Eh, tío, hemos vuelto y ¡traemos algunos amigos!" Entraron los dos tíos mayores de antes. Uno de ellos llevaba una correa y tenía con él a un enorme pastor alemán. Mike dijo, "¿Sabes? Como Max parecía tan feliz, creo que Trevor, aquí presente, también se merece algo de ese chocho." Patrick rió y dijo, "Oh bien, me gustaría verlo." Luego, para sorpresa mía, entró una mujer y dijo, "Entonces ¿dónde está ella?" Patrick dijo, "Oh, mierda Mike, ¿te has traído a tu novia?" Con los ojos chispeantes al verme atada a la silla, Lisa dijo. "Oh, ¡es tan guapa! Me gusta ésta." Lisa caminó directa hacia mí y se arrodilló al nivel de mi asiento. Levantó la mano derecha y la puso suavemente en mi pecho, luego lo apretó con toda la fuerza de la mano... Grité cuando me agarró donde acababa de ser torturada. Sonrió al ver mi reacción y levanto mi pecho dolorido. "Oh, muy bonito Patrick... No me has esperado... Veo que la has castigado por algo." Lisa me miró y dijo, "¿Eres una muchachita traviesa?" Yo no podía hablar. La miré y lloré. Me abofeteó y dijo, "Chocho, será mejor que contestes cuando te hable."