La historia real de Anna Hoyt, parte I

El autor, MASTER MICHAEL (bondage@abac.com) la presenta como una historia real. Yo simplemente he traducido las cuatro partes de las que consta.

La historia real de Anna Hoyt. Parte I


Título original: The Real Story of Anna Hoyt

Autor: MASTER MICHAEL bondage@abac.com http://home.abac.com/bondage

Traducido por GGG mayo 2001, retocada en agosto 2020


He decidido hacer la crónica de las hazañas, los matices y la dinámica de mi relación con Anna Hoyt para este grupo de noticias.

Dicho esto, debo explicar por qué. Para empezar no publico normalmente relatos de mis encuentros de la vida real para disfrute de otros. De hecho, creo firmemente que una relación con elementos de sado y disciplina DEBE ser de intimidad privada. A causa de ello no asisto a "reuniones" ni voy a acontecimientos sociales, ni siquiera participo en "charlas" ni en "salones". Debería quedar entre dos personas.

Pero hay una muy buena razón por la que creo que este grupo debería saber sobre anna y yo.

Para muchos de nosotros, el sado y la disciplina son una forma de vida. Para algunos, supone un alivio bien recibido DE la vida, e incluso para muchos otros es simplemente juego y diversión.

Para anna es más, mucho más.

Estoy escribiendo esto porque os quiero mostrarla a ella y a mí, hasta que extremos tremendos nuestros deseos neuróticos, eróticos, pueden alcanzar niveles peligrosos, poniendo en peligro nuestro propio sustento, a la gente que nos rodea, y - en el caso de anna - incluso nuestras vidas.

Como veis, anna es única. Después de haber estado más de ocho años practicando el modo de vida del sado y dominación he llegado a conocer la "demografía" (si queréis) de la mujer sumisa, y mi primer encuentro con anna la situó inmediatamente fuera de la norma.

Según mi experiencia, la mayoría de las mujeres consiguen una comodidad interna con ellas mismas y su sexualidad después de los treinta y cinco años. Esto no quiere decir que antes o después de esta edad no estén cómodas en la práctica del sexo, o en la exploración de su sexualidad. Más bien parece que están deseando a esta edad salirse del tiesto para responder a las preguntas que se hacen. La edad varía a ambos lados hasta en unos 7 años, pero a grandes rasgos, la media es de 35. Pero, de nuevo: es mi experiencia, estoy seguro de que hay excepciones, porque como humanos somos entidades complejas.

Durante estos años se alcanza la madurez y la prudencia. Y un nivel de cinismo que normalmente ha sido desarrollado durante años de experiencia personal. La mayoría, en este punto, son muy independientes, tanto si están casadas como si no, y, con más frecuencia que la situación contraria, tienen seguridad financiera por derecho propio.

Otro aspecto común son las ocupaciones. De largo parecen ocupar posiciones de nivel directivo si trabajan. Si no trabajan es porque no lo necesitan.

anna tiene 26 años. Cuando tenía 18 heredó la fortuna que su abuela colocó en un negocio familiar, en el que obtenía unos 28.400 dólares al mes. Puedo asegurarlo porque, como pronto veréis, llegué a estar muy íntimamente involucrado en sus actividades del día a día. Conduce un Mustang blanco descapotable, con la capota siempre abajo, y vive en Hillcrest en una casa modesta de cuatro dormitorios.

Para los que se lo pregunten, desde que conozco a anna hasta la fecha, no me ha dado ni ofrecido dinero en absoluto.

Mi primera "entrega" para vosotros será nuestro primer encuentro. Estoy escribiendo esto cronológicamente y por partes, para poder recordar cómo se desarrollaron los acontecimientos y mis pensamientos sobre ellos.

Tengo una página web que puse en marcha cuando me impliqué es esta forma de vida. Es http://home.abac.com/bondage. A lo largo de los años su contenido ha cambiado muchas veces, y ha servido a diferentes propósitos. Realmente monté el sitio sin expectativas, y por ello me sentía libre para decir exactamente lo que sentía y exponer exactamente lo que esperaba.

Las respuestas a mi página varían desde lo absurdo hasta planteamientos serios. Un día, en marzo del año pasado, llegó una proposición de anna. Decía: "Amo. He leído cada palabra de tu página. He encontrado las fotos escondidas allí. Quiero que me adiestres, severamente, tal como dices que puedes."

Acompañaba a lo anterior una completa descripción de su nombre, edad, medidas, dirección, número de teléfono y dirección electrónica.

Esto era muy raro, puesto que, a nivel estadístico, la norma dicta que una mujer no facilite este tipo de información.

Tomé nota de la dirección electrónica de AOL (America On Line) que facilitaba y me conecté para ver su perfil. No estaba entre los listados. Pero, tras colocarla en la "Buddy List" (Lista de colegas) de AOL, mágicamente, apareció que estaba conectada.

Me arrepiento de no haber guardado las conversaciones, porque todavía tengo preguntas en mi mente sobre lo que dije. Lo que quedó más de manifiesto, sin embargo, fue el entusiasmo que yo le había producido esa noche, y su deseo de que empezara inmediatamente con ella. De nuevo esto era extraño.

Me preguntaba si sería gorda. Me preguntaba si sería un hombre. Me preguntaba si sería menor de edad.

Le pregunté la edad y le di instrucciones para que me enviara una foto. Cumplió de inmediato y lo que apareció fue la foto de una mujer sorprendente de 26 años.

Más señales de alerta.

Sin paciencia para perder el tiempo con juegos, decidí cerrar el caso de una vez. Le ordené que se reuniera conmigo en 29 minutos en un restaurante de comida rápida en las afueras de El Cajón. En la coyuntura actual el encuentro sería a las 11 de la noche. Me despedí y estaba seguro de no verla, hasta el punto de ir a buscar un cupón para una copa de helado, para el caso de que estuviera abierta hasta la medianoche mientras esperaba.

Cuando llegué, ya estaba allí.

En cuanto miré hacia su coche agachó la cabeza mirando a su regazo. La puerta de pasajero estaba abierta. Entré.

"Escucha detenidamente," dije tras un silencio de espera de unos 15 segundos. "A partir de ahora, cuando yo hable, te quedarás inmóvil. Nada de estremecimientos. Nada de rascarse. Los ojos permanecerán bajos, pero abiertos, la cabeza inclinada. Lo que debes hacer es respirar. Pero eso es todo lo que harás. ¿Entendido?"

"Sí," dijo con algo que sonó como una garganta reseca. Sus manos estaban temblando.

"Bien. Ahora, cuando hables se mantienen las mismas restricciones, excepto que puedes mover la boca para hablar. ¿Entendido eso?"

Esta vez solo un asentimiento rápido y nervioso.

"Perfecto. Finalmente si no te comportas como te han ordenado, será un motivo para castigarte físicamente en el grado en que hayas desobedecido. Debes tenerlo claro. Te azotaré sea donde sea. Te quitaré los pantalones, la ropa interior y te azotaré el culo desnudo. Sea donde sea. Pase lo que pase. ¿Comprendido?"

Un gruñido, gemido, luego un aclarar la garganta. Sus ojos cerrados esta vez.

"Sí, Señor."

Me enderecé delante de ella e hice oscilar duramente la mano abierta, abofeteándola de plano en su mejilla, provocando un sonoro "SMAK" dentro de los límites del coche.

"Abre los ojos," declaré secamente.

Sus ojos se abrieron lentamente en medio de respiraciones cortas y vacilantes.

No soy violento, ni sádico. No abuso de animales, niños, ni, en realidad, de ninguna mujer con la que esté relacionado. Sin embargo una vez que he obtenido el acuerdo de una mujer para la sumisión, espero SOLO el nivel más alto de obediencia. Creo que ella merece eso y sabe que lo espero. Por eso la abofeteé.

Hablamos unos 20 minutos en su coche. Para conseguir profundizar en la persona, suelo hacer preguntas sobre la infancia, deseos, ambiciones y fantasías. Cuando le pregunté sobre su fantasías de ataduras y disciplina, no tuvo pelos en la lengua.

"Quiero alguien que me posea por completo, 24 horas al día, 7 días a la semana. Solo servir a uno, sin tener más contactos con ningún ser humano y obligada a vivir confinada."

Esta respuesta melodramática no parecía tal a estas horas apagadas de la noche. Su intensidad y su genuina sinceridad eran reales. Explicó simplemente que era lo que quería desde hacía mucho tiempo. Lo sabía. Buscaría hasta encontrarlo.

Arriesgando su seguridad y la mía, además de la posibilidad de un arresto, decidí, esa misma noche, probar su fortaleza.

"Sal del coche," dije.

Cuando salió quité las llaves y bloqueé el coche.

"Camina hasta el final de ese edificio a tu izquierda."

Mientras caminaba me pregunté por qué iba a hacer lo que iba a hacer. Me gustaba la idea, ansiaba la excitación que me producía, pero me pregunté por qué.

Al final del edificio empezaba un callejón que iba de norte a sur, paralelo por la parte trasera de las pequeñas tiendas y almacenes, cerrado durante el día. No había luces, solo apartamentos al otro lado del campo, que, junto con la suave luminosidad de la luna, arrojaban un suave destello sobre la escena.

"A la izquierda, baja por el callejón."

Cuando la oscuridad del callejón nos engulló, alcancé y agarré el cabello de anna con un tirón y la arrastré enérgicamente hasta unas escaleras de cemento que llevaban a una puerta trasera. Coloqué la cabeza de anna, con la nariz por delante, sobre el cuarto escalón, doblándola eficazmente en posición erguida.

Acercándome desde atrás, permitiendo que mi virilidad se diera a conocer a su culo, la cogí de la cintura y desabroché su cinturón y el primer botón de sus vaqueros.

"Veamos lo bien que obedeces esta noche," gruñí.

Con estas palabras le quité los pantalones y las bragas con un solo movimiento hasta los tobillos.

De rodillas, le quité los zapatos sin desatar los cordones y tiré de los pantalones y la ropa interior alejándolos completamente de su cuerpo.

Agarrándola de nuevo del pelo, sintiendo las hebras tensarse desde la parte superior de su cabeza, la puse en pie para quitarle la camiseta, dejando al descubierto sus pechos henchidos y sus pezones de color rojo brillante y duros.

Ahora, completamente desnuda, volví a poner lentamente la cabeza de anna en el cemento y con mis largas manos en el interior de sus muslos, le separé ampliamente las piernas.

Con los rayos de luna emitiendo una luz blanca sobre su hermosa piel, las nalgas del culo parecían brillar, con la carne firmemente redondeada produciendo sombras curvas sobre su coño. Un fuerte, rancio aroma de excitación llegó a mi nariz mientras me daba la vuelta. Alcanzando sus pantalones retiré el cinturón de las presillas.

A través del campo se oían los televisores en las salas de estar dentro de los apartamentos a unas 100 yardas (90 m).

Los coches pasaban por ambos extremos del callejón aunque ninguno seguía, de momento, nuestro camino. Me eché atrás y la azoté una vez, con dureza, de lleno en la mitad del culo. El aguijonazo y la bofetada del cuero fueron significativos y provocaron un sincero quejido de anna. Echándome de nuevo atrás utilicé ambas manos y la azoté de nuevo. Conté un total de 25 latigazos sobre su culo y parte baja de las nalgas.

Dejé caer el cinturón. Le levanté la cabeza. La besé de lleno en la boca con mi lengua exigiendo acceso libre a la suya.

Le volví a bajar la cabeza y dije "Me pondré en contacto contigo," mientras me iba.

Así es como empezamos.

EL AMO MICHAEL