La historia menos pensada: mi tío
Nunca hubiera imaginado que mi tío tuviera ese morbo. Me entregué a el como nunca antes.
Hola, me llamo Diego y les compartiré una historia que hasta ahora nunca he contado a nadie. Vivo en Buenos Aires (Argentina) y siempre tuve una familia unida, sobretodo por el lado de la hermana de mi madre. Ella estaba casada con Pablo (mi tío político) y tenían 2 hijos, quienes eran algo mayores que yo. Ellos vivían en una casa de campo a 2 horas de Buenos Aires.
Cada tanto íbamos a su casa a visitarlos o ellos venían a la ciudad. Lo que si era una costumbre sagrada en la familia era ir todos los veranos un par de semanas al campo. Ellos tenían una casa hermosa en forma de “L”, la cual tenía una piscina mediana en el patio central. Al fondo daban unas sierras por donde se ponía el sol. Realmente era muy lindo. Yo particularmente disfrutaba mucho ya que andaba a caballo con mis primos y mi tío, jugábamos al fútbol, etc.
Cuando yo cumplí los 18 años, mis primos ya se habían mudado hace bastante tiempo a estudiar a Buenos Aires, por lo que en verano habitualmente estaban dando exámenes y no estaban en el campo. Justo cuando cumplí los 18 años, mi padre cambió de trabajo y no pudieron ir a la casa de mis tíos. Me preguntaron que quería hacer yo, ya que mis primos tampoco estarían por lo que iría a pasar solo con mis tíos. En principio dudé, pero ellos me llamaron a darme ánimo para que vaya, por lo que al fin decidí ir una semana.
Como siempre anduvimos a caballo, trabajamos con el ganado, nos bañamos en la piscina, etc. Lo que si empecé a notar fue un comportamiento distinto en mi tío. La primera vez que lo noté fue en un momento en que mi tía fue al pueblo cercano y me propuso bañarnos en la piscina. En un momento sentí que me empezó a mirar diferente. Yo ya conocía esa mirada en otros chicos con los que había estado, pero me costaba identificarla en el. Primero que nada porque era mi tío de toda la vida y si bien no teníamos relación sanguínea, era parte de mi familia. Además jamás pensaría que le gustaban los chicos.
En ese momento sentí una especie de “click” y por alguna razón que no puedo explicar también empecé a verlo de forma diferente. El tenía 51 años, era algo más alto que yo (aprox. 1.80 cm) y si bien tenía algo de panza era un hombre bien formado y fuerte. En ese momento intenté borrar todos esos pensamientos de mi mente aunque el morbo ya me había picado.
A los 2 días llegó mi tía con la noticia de que debía viajar a Buenos Aires por un tema de trabajo. Ella era arquitecta y la habían llamado por un proyecto en el que estaba trabajando. Al día siguiente mi tía viajó a la ciudad bien temprano. Cuando me levanté desayunamos con mi tío y me invitó a ir a la piscina. Otra vez en mi mente volvió a aparecer la imagen de la vez anterior en la piscina. Nos bañamos un rato y en un momento el salió de la piscina, se desnudó y agarró una toalla para secarse. En ese momento quedé helado. No solo por la sorpresa de que se desnudara sin previo aviso, sino porque vi que aparte de sus piernas macizas tenía una verga gorda y cabezona con 2 enormes huevos. El no se preocupó nada en taparse y me dijo que se secaba ahí para no mojar la casa.
En ese momento un torbellino de pensamientos me invadieron. Los 2 solos ahí por varios días, las miradas de morbo, esa hermosa verga, puf. Sin darme cuenta mi verga empezó a animarse sin que pudiera controlarlo. Una excitación total me invadió al punto de que no podía salir de la piscina porque evidentemente el lo habría notado. Me dejó una toalla al lado de la piscina y me indicó que me seque afuera.
Esperé a que el ingresara en la casa y salí. No sabía si sacarme el short para secarme o no. Miré para adentro de la casa y como no lo veía me lo saqué y me sequé rápidamente. Mi verga todavía tenía vida propia después de haberlo visto desnudo. Sin embargo en un momento veo que desde la ventana de la cocina el me miraba con la misma cara de morbo que le había visto el día anterior cuando nos bañábamos. Me puse muy nervioso, me envolví en la toalla y me fui a vestir al cuarto.
Al bajar ambos actuábamos como si nada, aunque los 2 sabíamos lo que habíamos vivido. Llegó la noche y recuerdo que el compró algunos vinos. Cocinamos una carne mientras tomábamos. Yo no estaba acostumbrado a tomar mucho vino, por lo que a la segunda copa me empecé a animar. Recuerdo que luego de cenar nos sentamos al lado de la piscina a tomar de vino y ver el cielo. Era una noche de mucho calor. Ahí me dijo de bañarnos nuevamente. Antes de que pudiera responder se empezó a sacar la ropa hasta quedar desnudo y se tiró al agua. Yo me empecé a reír producto del vino y los nervios.
“Dale, metete” me dijo.”Querés que me meta en bolas” le dije riendo? “Claro” me contestó. Luego de dudar un poco me empecé a sacar la ropa lentamente. Estaba muy descolocado por la situación y algo mareado por el vino. Me desnudé y metí al agua también. El corazón me latía a mil. No sabía si lo que estaba viviendo era verdad o mentira. Lo que si sabía era que no daría ningún paso hasta estar seguro de sus intenciones.
Ahí me dijo: “Hoy estabas calentito no?” Yo me puse colorado inmediatamente. Sabía que hacía referencia a cuando lo había visto desnudo en la mañana. “Por qué lo dices?” le pregunté. “Porque cuando saliste del agua tenías la verga un poco parada”. Yo no sabía que decir. Confirmé que me había espiado desde la cocina. Así que le dije “A veces tiene vida propia”. “Sobretodo cuando ve algo que le gusta” me dijo.
En ese momento me di cuenta que era evidente lo que iba a pasar.”Puede ser” le dije riendo nervioso. “Y ahora ves algo que te guste?” me dijo acercándose.”Puede ser” repetí más nervioso mirando su verga bajo el agua casi que involuntariamente. Casi se me para el corazón cuando vi que mi tío tenía una enorme erección. Era solo cuestión de estirar mi mano para agarrarle su verga, cosa que hice inmediatamente. “Estaba seguro” dijo riendo maliciosamente.
En ese momento se acercó a mi apretándome contra el borde de la piscina. Mientras yo seguía acariciando su verga me empezó a besar y a agarrar mis nalgas. Me dijo “Este culito me dejó loco hoy a la mañana. Pasé todo el día pensando en el. Hasta me masturbé en la tarde”. Yo a esa altura estaba ardiendo de la excitación. Me agarró la pija y empezó a masturbar. Me di cuenta lo que estaba viviendo. Era una locura. Por una lado parecía una fantasía perfecta y por otro estaba teniendo sexo con un hombre 30 años mayor que yo que encima era mi tío.
Rápidamente salió de la piscina ayudándome a salir a mi también. Yo seguía embobecido con el mástil erecto de mi tío. La cabeza de su verga era más grande aún y esos huevos le colgaban de una forma hermosa. Antes de entrar a la casa agarró una toalla y empezó a secarme poniendo mucho énfasis en mi verga y mis bolas. Luego se puso atrás de mi y comenzó a secarme la espalda, bajando hasta mis nalgas. Ahí comenzó a explorar mi raya, frotando su mano envuelta en la toalla de arriba a abajo.
Yo sentía que explotaba y en ese momento pensé que iba a acabar ahí mismo. Por suerte me aguanté y entramos a la casa. Me llevó directo al sofá en donde me sentó y se paró frente a mi. Ahí por fin di rienda suelta a la lujuria y se la empecé a chupar salvajemente. Me la metía todo lo que podía, pero realmente no me entraba ni la mitad. Era enorme, estaba muy dura y caliente y aún conservaba el olor a cloro de la piscina. Mientras se la chupaba acariciaba sus huevos con mi mano. Me dejó hacer. Yo recorría su verga de arriba a abajo con mi lengua mientras acariciaba con mis manos su espalda y sus nalgas.
La saqué de mi boca y corrí su cuero para ver la cabezota enorme. Un líquido preseminal asomaba. “Ya estoy pronto” me dijo. Ahora falta aprontarte a vos. Me hizo arrodillarme en el piso y apoyar mi pecho sobre el sofá. El se arrodilló atrás mio y abrió mis nalgas completamente dejándome muy expuesto. Comenzó a pasar su lengua por mi ano haciéndome unas cosquillas que me enloquecieron. Empecé a sentir como ni agujero se mojaba. Mi pija apoyada sobre el almohadón del sofá estaba a punto de explotar. Le tuve que pedir que se detenga ya que iba a acabarme en cualquier momento.
Me preguntó si estaba pronto para metérmela. Si bien yo ya había tenido sexo varias veces, nunca había tenido una verga de ese tamaño adentro mio. Evidentemente puse una cara de terror ante su pregunta porque se paró y fue hasta su dormitorio. Volvió con un frasco de gel lubricante, el cual paso por su verga y mi ano. Esa sensación fría y aceitosa hizo que casi rogara por que me penetrara. No me dio para pedirle que se ponga condón. Al fin y al cabo era mi tío. Me tomó de la mano y me llevó hasta el borde de la mesa del comedor. Era tal nuestra calentura que ni se nos pasaba por la cabeza que cualquiera nos podría ver desde los ventanales.
Me hizo agacharme sobre la mesa dejando mi culo a su merced. Hubieron unos segundos que parecieron interminables. En un momento me dijo “Pero que cola sobrinito!” y apoyó la cabezota de su verga en mi ano. Empezó a hacer fuerza pero realmente sentí que me rompía. Intenté decirle que pare, pero el siguió empujando hasta que consiguió meter la cabeza. Yo veía las estrellas. Di un grito de dolor mientras el empujaba hacia mi introduciéndose cada vez más adentro mio. Yo no para de gritar “Ayyyy!….Ayyyy!” El se salió con suavidad, llenó su mano de lubricante y lo frotó por mi ano metiendo sus dedos dentro de mi. Volvió a apoyar su verga sobre mi ano y repitió la acción anterior. Lo que más costó fue que entre su cabeza. Luego de eso empujó con suavidad y firmeza hasta que sentí su pelvis apoyarse contra mis nalgas.
Dolor total…lujuria total. Agarró mis nalgas muy fuerte con ambas manos y empezó un mete saca suave pero sin pausa. Yo apoyé mi cara contra la mesa, respirando fuerte y gimiendo por el dolor y el placer. Mi verga estaba a mil y el cada vez me daba más fuerte. Le dije que pare ya que me iba a acabar y el me respondió “Y cuál es el problema? Sacate toda la lechita”. Yo quería aguantar ya que sabía que si acababa me iba a resultar muy incómodo seguir aguantando sus embestidas, pero no pude más.
Empecé a gemir mientras mi leche salía de mi verga buscando lugar entre la mesa y mi panza. Mi ano se apretaba al ritmo de mis espasmos. Recuerdo que me dijo “Ufff…como se apreta este culito” mientras seguía dándome a voluntad. Unos segundos después de eyacular el placer que sentía al ser penetrado desapareció dejando solo una sensación de dolor que parecía llegar hasta mis intestinos.
“Por favor!!! No doy más!” le dije mientras a el parecía no importarle. Seguía dándome. A veces la metía hasta el fondo y apoyaba su pecho contra mi espalda apretándome contra la mesa. Quedaba totalmente empalado por esa enorme verga. Se quedaba así unos segundos y luego se salía suavemente. La sacaba casi en su totalidad para volver a meterla hasta el fondo. Cada vez que la metía a fondo yo daba unos gritos de locura.
Realmente me dolía y ya no había el morbo previo al orgasmo. “Acaba por favor!” le imploré. Tenía miedo de que me estuviera lastimando. “Querés la lechita?” me dijo. “Siiiii” le dije casi sin aliento. Ahí soltó mi cintura y me tomó de las muñecas haciéndome levantar mi pecho de la mesa. Quedé un poco más erguido mientras el comenzó un mete saca frenético. Yo sentía que no me podía mover. Lo tenía atrás mío apretándome contra la mesa del comedor, mientras me sujetaba de mis muñecas. Al hacerme levantar el pecho de la mesa sentí mi semen pegado a mi panza. Yo ahí pensaba que el no acabaría más y le pedí por favor que parara.
“Pará por favor. No doy más. Me estás lastimando”. El parecía no escucharme. Me estaba bombeando como nunca antes lo habían hecho. Sentí que su verga se ponía muy dura. Pensé que iba a lastimar mi culo para siempre. Su verga parecía ganar tamaño. No sabía si era porque el estaba por acabar o porque realmente yo no podía más. En eso el empezó a gemir fuertemente y sentí los espasmos de su verga en mis intestinos. Chorros de leche inundaron mis entrañas. Parecía que no terminaría nunca de acabar, hasta que por fin paró. Se salió de adentro mío, dejándome la sensación de que mi ano estaba completamente abierto.
“Parate derecho” me ordenó. Yo lo hice e inmediatamente sentí como chorros de semen salían de mi cola, cayendo hacia mis pernas. El lo juntó y frotó por mis nalgas, principalmente por mi raya. Ahí hizo algo que me sorprendió. Me dio varias nalgadas en mi cola sucia por su semen. Cada vez que me pegaba salpicaba su lechita y me generaba un ardor en mis nalgas.
Se apoyó atrás mio y puso sus manos sucias de semen en mi boca. Yo cerré instintivamente la boca ya que en ese momento no me interesaba tener en mi boca el semen de mi tío que había salido de adentro de mi cuerpo. El intridujo un par de dedos con fuerza en mi boca, los cuales finalmente dejé entrar. “Probalo putita, que después vas a probar mucho más” me dijo. En ese momento no dejó de sorprenderme el morbo que tenía mi tío.