La historia del monaguillo o el final del XXII

Se acaba el XXII ejercicio de autores de todorelatos, el monaguillo...

El tañido de la campana cercana es tan fuerte que despierta al monaguillo; se despierta maldiciendo su suerte porque a su lado ya no está el nuevo cura de la parroquia. “Maldita sea, si no sé ni cómo se llama”, se lamenta, y únicamente recuerda las últimas palabras que le dijo antes de que el sexo le dejara tan extenuado que se quedó dormido: “¡Fólleme, padre!”. Las palabras resonaban en su cabeza como las campanas que le habían despertado, porque no se acordaba bien qué le había dicho al nuevo cura.

¿Quién sería ese nuevo cura? Parecía venir de unas misiones muy lejanas, allá por sudamérica, porque justo antes de correrse dijo algo como:

¡Che Dios, oiké opakatú!". Que le hizo decir al monaguillo:

"Ejú, túva, ha´usé ndéve". ¿Será un don de lenguas extraño que se transmite en el coito?

Parecía haber huido en un tren, porque el padre Damián, el párroco titular, lo había recogido en la estación. Venía alterado y un poco caliente, eso ayudó cuando entraron en materia y a que soltara aquello de “Tómame padre, hazme tuyo aquí”.

Claro que después de aquello del coro, era natural que se enrollaran y en un momento dado le dijera aquello de “Padre, le voy a hacer una mamada de polla que no le va a quedar gota de leche”.

El nuevo sacerdote había sido enviado por el Obispo como vicario de la zona, y por eso sería natural que le hubiera dicho: “Fólleme Vicario”, “Métamela ya por favor, clávemela Vicario”.

Y parecía un hombre muy piadoso y siempre rezando, por eso pudo ser que le dijera en el momento culminante: “¡Ah, ah, ah..! Y… y perdona nuestras… nuestras ofensas. ¡Pero no se detenga! ¡No deje de hacerlo! ¡Asi! ¡Oh, Dios! ¡No nos dejes caer en la tentación! ¡Ahhh! ¡Ya no puedo contenerme! ¡Estoy lleno de gracia! ¡Voy a explotarrr! ¡Fólleme, padre! ¡Fólleme como Dios manda! ¡Así! ¡Así! ¡Ahhhhh!”

Pero también un poco procaz, así que no es extraño que le dijera “Chúpemela, hermano”, justo antes de que el nuevo cura se lanzara sobre su verga.

Y, además, este nuevo cura, ¿se llamaba Justino? Era muy letrado, y como habían estado estudiando antes de enredarse, ¿sería natural que le hubiera dicho “¡Aspérjame con su hisopo, padre Justino! ¡Bendiga mi vientre!”, cuando preso de la calentura que volvía a apoderarse de él.

Por lo que contó, había estado en la cárcel, seguramente como capellán de la misma, así que era natural que le dijera eso de “Fólleme padre, fólleme” al grito, y comenzara a moverse sobre su herramienta.

Eso si, muy educado y cortés, tanto que seguro que le dijo “Puede tocar cuanto desee, padre. Soy todo entero para usted”. Cosa que aquel tratamiento formal hizo reír al hombre que a pesar de todo no soltaba la nalga que tenía aferrada.

Por cierto, que antes de pasar a la acción, el monaguillo estuvo calentando su miembro, por lo que no puede recordar si lo que le dijo al cura fue: “Ven, no tengas miedo, te prometo no morder. Al menos no mucho”. Dicho con picardía mientras se irguió, y añadió “Sé que llevas rato mirándome.”

Que le gustaban lo hombres lo supo el monaguillo cuando el nuevo cura les habló de cierta feligresa que tuvo antes y que intentó acostarse con él, les contó que una vez la mujer, consciente de que era ahora o nunca, sacando sus voluptuosos pechos hacia delante, dijo con una voz que rozaba lo sensual y soez a la vez: “¡Fólleme, padre!”, quizá por eso luego que estuvieron juntos saldría esas mismas palabras.

Tentaciones las tienen todos, dijo. Por eso el monaguillo quiso tentarle diciendo: “Fóllame, padre. Jódeme con tu polla gruesa. Lo deseas. Seguro que te masturbas antes de dormirte, imaginando en tu mente las cerdadas que oyes a diario para luego sentir como la leche tibia y pegajosa pringa tu barriga y las sábanas aparecen por la mañana manchadas de ocre. Úsame, padre”.

También contó que, en la parroquia anterior, había tenido un hombre que le hacía las cosas de la casa, y con el que, inevitablemente, llegó al “Fólleme, padre” en susurros.

Había algo místico en él, algo que seguramente sería lo que le haría decir al monaguillo: “Tómeme, padre” con voz queda mientras tomaba entre las suyas la mano del hombre, besándola cariñosamente. “Tómeme, porque si recupero la cordura jamás seré su súcubo.”

Tal vez se llamara Carlos y por eso le dijera: “Don Carlos, es hora de entrar, ¡fólleme, padre!”, ¿por qué diablos no se acordaba bien?

O que fuera un poco dominante y hubiera sido él el que dijera: “Mejor dime ¡Padre metete en mí!”.

Y si no fuera nada de todo aquello sino que, simplemente, cuando ocurrió, dijera "Ayyyyy... padre... fólleme".

De lo que estaba seguro el monaguillo era de que le dijo algo como que "Ya no tengo dudas, Sumo Sacerdote, ya lo veo claro. Por favor, suelte la vara y fólleme, si es eso lo que quiere".

Sea la fórmula que sea, lo cierto es que fue una velada la mar de placentera para el monaguillo y sus sacerdotes, monjas y hermanas...

Recuerda, no es a ver quién lo hace mejor... sino simplemente si te atreves a hacerlo.

¿Aceptas el reto?

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Orden

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Título

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Autor

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1

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Cinco días de estigmas

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Rocío

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2

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Las cosas no son tan simples

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Gatacolorada

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3

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La mafia de los mantos blancos

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Aleyxen

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4

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La Entrevista

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Anadelalba20

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5

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Génesis 1, 27

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Longino

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6

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Juguetes rotos

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Silvade

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7

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La Pregunta

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Anónimo

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8

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La señora Eulalia

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Machirulo

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9

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Con sabor a demonio

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Aleyxen

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10

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Reencuentros en la tercera fase

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Elektra

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11

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Cielo e infierno

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HellMaster

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12

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El vicario

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Shadow

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13

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Venceremos... Venceremos... algún día

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Gatacolorada

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14

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Una historia inmoral

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cuartodecimano

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15

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Hermana mayor

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doctorbp

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16

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Tren de medianoche

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Vieri32

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17

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Es palabra de Dios

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SexNonVerba

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18

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La Reducción

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Longino

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Fuera de Concurso

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Iria y las pruebas de Fé

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Cantydero

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Agradecemos a los autores su tiempo e ingenio, a los comentaristas el rato que han echado para decirnos lo que les ha gustado y lo que no, y a los lectores en general, a los que esperamos que pasaran un buen rato leyendo estos relatos. Nos leeremos de nuevo en el XXIII Ejercicio de Autores.