La Historia de Yamileth (4)

Acá algunas de las tantas experiencias que he vivido cuando ya me había adentrado en la vida de la calle.

Las personas que significaban algo para mi, se habían ido por distintas circunstancias, llena de amargura es cuando iniciaba mi andadura y todas las vivencias en la prostitución.

Luego de ver partir a Melvin, regresé al cuarto que me alquilaba Vanesa, definitivamente ahora si que me sentía sola, tenía una sensación de amargura y resentimiento hacia la vida por todo lo que estaba viviendo, era claro que ya no cometería el error de intentar el suicidio pero en mi se estaba haciendo mas grande esa sensación de que inmerecidamente me estaba tocando sufrir la tristeza que vivía.

Esas festividades de fin de navidades y fin de año fueron el inicio de mi entrada definitiva al vicio del cigarro y el alcohol, usados por mi inútilmente como escape a mi tristeza y amargura, recuerdo bien que la víspera de navidad fui a trabajar aunque solo atendí un par de clientes y luego fui con mis compañeras a tomar, lo cual hice hasta prácticamente perder la cordura, esa noche fueron Vanesa y su novio quienes obligándome lograron que desistiera de seguirme emborrachando y de manera forzada me llevaron a mi apartamento, durante todo el trayecto le dije a Vanesa que me dejara en paz, que ella tenía mucha culpa de lo que estaba viviendo, la ultrajé y la maltraté verbalmente hasta la saciedad, una vez en mi apartamento empecé a lamentarme por haberme hecho la operación ya que no había conseguido nada de lo que me propuse, ni tenía un trabajo decente y no había logrado retener a Melvin, en ese momento me odiaba a mi misma sentía una rabia hacia la vida por ser transexual por no ser comprendida y en esa profunda depresión me quedé dormida sin darme cuenta. Al mediodía del día de navidad desperté en el suelo con un fuerte dolor de cabeza, mareada y con una sensación de tristeza, tenía vagas imágenes de todo lo que había sucedido la noche anterior y definitivamente me sentía con un terrible desánimo.

Me levanté para hacerme un café, me metí a la ducha e intenté sobreponerme a los estragos de mi borrachera, el resto del día, intenté ordenar la casa y esa noche me fui temprano a dormir. Los días siguientes no fueron muy distintos, en el día me quedaba en la casa encerrada y por la noche salía para hacer dinero, pero eso se había convertido en una amarga rutina.

Pienso que mi corazón se endureció a raíz de aquella depresión y emocionalmente estaba muy inestable, la misma vida que adopté - como no podía ser de otra forma – me llevó a tener una serie de percances y problemas que fueron calando en mí y sin darme cuenta perdía en cada noche, en cada salida, con cada "cliente" la inocencia de mis ideales, de aquellos sueños con los que inicié mi conversión a Yamileth.

En cierta ocasión un tipo se acercó a la esquina donde estábamos con otra compañera e intentó asaltarnos, con una navaja el hirió a mi compañera y ante eso yo intenté ayudar de la manera que fuera, entre las dos logramos arrebatarle el arma y en lugar de la calle había una piedra con la que yo le golpee la cabeza, la policía estaba cerca del lugar, a mi amiga la llevaron al hospital, lo mismo que al tipo, pero a mi me llevaron a la delegación de policía por la agresión a la espera de que nuestro agresor impusiera o no una denuncia y así lo hizo, resulta que por ese altercado en el que me defendí tuve que pasar 3 meses en la cárcel, ese si que fue un problema porque en éste país no hay leyes especiales que regulen nada, así que fui llevada a una cárcel para hombres y aunque me mantuvieron aislada siempre estuve a la sombra del miedo pues por mi condición en todo momento estuve expuesta a una violación o algún ataque por parte de cualquiera ahí dentro.

En todo ese tiempo Lisa – que fue la chica a la que atacó el tipo – me iba a visitar prácticamente siempre que se podía y estuvo muy pendiente de mi, eso permitió que se creara una gran amistad entre las dos. Al salir de la cárcel ella me ofreció que me fuera a vivir a su casa y yo acepté.

Frecuentemente éramos objeto de extorsiones por parte de policías que llegaban donde estábamos y nos pedían dinero a cambio de no llevarnos a la delegación, muchas veces teníamos que huir y escondernos de las redadas sorpresas que ellos hacían y evitar pasar 48 horas detenidas solo porque sí, por supuesto que en más de alguna ocasión caí en alguna de esas redadas, en otras ocasiones tuve problemas con otras chicas que trabajaban en la misma zona y nos enfrentábamos en pleitos callejeros así que a veces lucía moretes o cortaduras en mi cuerpo como producto de esas riñas.

Creo que todo ese ambiente viciado fue calando en mí, de repente yo había adquirido un gusto por el dinero que fácilmente me daba la prostitución pero entre más ganaba más iban desapareciendo los sentimientos para convertirme en una persona vacía que mentía a otros para fingir placer y para ayudarles a mentirse a sí mismos.

Luego de más de medio año de "estarme curtiendo" en la calle conocí a Miguel, un tipo que en cierta ocasión llegó a la esquina en un carro muy lujoso, me pidió que subiera y fue el primer hombre con el que practiqué el sexo anal. Ya en ese tiempo me parecían estupideces eso de los amores bonitos (como el de Melvin) y pensar en ellos lo que hacía era aumentar mi cólera y amargura, y fue en uno de esos arranques de resentimiento que acepté con él hacerlo, no sin antes asegurarme una buena paga. Miguel denotaba ser un tipo que ya había vivido bastante, obviamente no era un inexperto en el tema del sexo y tenía una personalidad muy fuerte, era un tipo alto (creo que medirá 1.90 mts) de piel blanca, cabello castaño pero que siempre lucía corto, siempre usando ropa de marca, perfumado, diría que con un aspecto atlético, para ese entonces el tenía 29 años, yo ya tenía 19.

Miguel trabaja en bienes raíces, algo que en mi país se paga bien, vive cómodamente en uno de los complejos habitacionales de renombre de la capital y le eso le permite tener los lujos que el se daba. Eso sí, es más bien tosco en el trato para con las mujeres (diría que es el típico machista), la verdad es que no se cómo fue a dar por aquellas calles oscuras pero el hecho es que llegó y se fijó en mi, convenimos un precio por hacerle compañía y sexo oral, subí a su auto, me dijo que íbamos a su casa y en el camino hicimos plática, el me preguntó mi nombre, mi edad, dónde vivía, etc. el me contó de su trabajo que era soltero, de sus hobbies. Al llegar a su casa me invitó unas copas y estuvimos hablando por un rato más, el me dijo entonces que quería pasar conmigo la noche, yo le dije que no había problema siempre y cuando pagara por ello y el sin problema accedió.

Esa noche por primera vez tuve sexo anal, fue una experiencia totalmente distinta a cualquier otra que hubiera experimentado antes, todo inició con un preludio tranquilo, el me hizo pasar a su cuarto que era todo lujo, dominada por una cama grande, con música suave y media luz a pesar de su rudeza, Miguel fue bastante amable –que no cariñoso- diría que se portó bien. Yo iba a besarle en la boca pero el me tomó con fuerza y me dijo que eso no, que "el no besaba maricones" , entonces le coloqué el preservativo y practiqué sexo oral, luego me tomó del cabello y me dijo que era suficiente de eso, que me pusiera boca abajo que esa noche sabría lo que era bueno, en ese momento yo le rogué que esperara un momento y le confesé que era la primera vez que haría algo así, el soltó una enorme carcajada como de incredulidad pero yo le insistí en que era cierto, entonces cambió su risa por un tono más serio con el que dejó salir un "voy a ver que puedo hacer", creo que de alguna manera intentó hacerlo lo más delicadamente posible, a pesar de ese esfuerzo el dolor que sentí fue grande, en algún momento quise zafarme pero el me retuvo fuertemente y siguió en su afán hasta que acabó, esa sensación fue verdaderamente extraña pero de alguna manera liberadora –por así decirlo- recuerdo ese momento como uno de gran intensidad en mi y mientras sentía a Miguel dentro de mi en mi mente al mismo tiempo me preguntaba si era correcto lo que hacía, y luego caía en la cuenta del dolor que me provocaba, finalmente terminé muy cansada de tanto envite y el igual.

Yo creí que esa noche pasaría el resto de la misma con él pero no había tenido tiempo de descansar nada cuando el me ordenó que me levantara, que me vistiera y que me fuera, tomó dinero de un cajón que tenia al lado de la cama, me pagó mi dinero, llamó un taxi y me dio unos billetes extra para que lo pagara. Regresé en taxi a la casa ya no quise volver a "mi esquina", esa noche dormí exhausta y con cierta confusión en mi mente por aquella experiencia vivida, también en mi mente se quedaba muy grabada la imagen de Miguel, supongo que por ser el primer hombre con el que hice algo que no había imaginado.

La noche siguiente Miguel volvió a llegar a la esquina donde yo estaba y me dijo que fuera nuevamente con él, me llevó otra vez a su casa pero ésta vez solamente tomamos unas copas y casi no hablamos, esa situación me pareció extraña, aunque yo intenté entablar conversación sus respuestas eran muy secas y cortantes, entonces intenté acercarme para acariciarlo e intentar complacerle, en ese momento me tomó del brazo muy fuerte y me dijo que no tenía ganas que me dejara de "mierdas" (ciertamente Miguel era muy rudo y si lenguaje siempre ha sido soéz), después de un rato me dijo que llamara a un taxi y de la misma manera que la noche anterior, me pagó y me dio dinero extra para el transporte. Esa forma de ser de Miguel me desconcertaba porque no era habitual ese tipo de reacciones en otros clientes. El siguió llegando al menos dos veces por semana a la calle donde estaba, si no me encontraba preguntaba por mi y regresaba más tarde para que fuera con él a su casa, en ocasiones se enteró que estaba en alguna disco y me iba a sacar de allí y no había explicación válida para decirle que no.

En varias ocasiones el se molestaba cuando yo quería acariciarlo por que yo era "un maricón" y no le gustaba, generalmente hablábamos le practicaba sexo oral y el me sacaba de su casa, esa fue la tónica durante varios meses. En todo ese tiempo además de él atendía una gama de clientes de lo más florida, a veces llegaba un doctor que estaba casado y cada salida con él era para que me relatara lo mal que lo trataba su esposa, lo descuidada que era ella con su aspecto personal y que yo era todo lo contrario, que lucía muy femenina, que tenía mejor figura que ella, etc., una vez llegó un tipo de unos 50 años al que solamente vi un par de ocasiones que me hacía que lo grabara en vídeo mientras el se metía cosas en el ano, realmente ver eso para mi era patético. Recuerdo cierta vez que llegó un tipo en una camioneta y me pidió que actuara como si fuera su hija y que fingiera que el venía a la escuela a traerme, así que fue a darle la vuelta a la cuadra y cuando regresó yo tuve que actuar como si fuera su hija y decirle "papi", eso si que fue extraño.

Habían situaciones simpáticas pero también otras menos agradables, por aquel tiempo había aparecido un grupo que se dedicaba a matar a travestis y prostitutas, en esas noches de repente aparecían vehículos polarizados sin placas de los que se asomaban de repente pistolas o fusiles y disparaban a quemarropa, esas noches fueron muy tensas porque ante mis ojos murieron tres compañeras que no habían hecho nada malo, tan solo por el placer que unos salvajes sentían por asesinarnos.

Una noche llegó un tipo que no tenía mal aspecto y me pidió que fuera con él, yo dije que sí pero mi sorpresa fue que al subirme al auto, en el asiento de atrás iban otros dos tipos, en ese momento me puse un poco nerviosa aunque intenté disimular mostrándome amigable, pregunté a dónde íbamos y me respondieron ya lo vas a ver. Llegamos a un lugar bastante solitario y me pidieron que bajara, ni bien lo había hecho cuando el tipo que manejaba me sujetó de los brazos y uno de los otros me golpeó muy fuerte en el estómago acompañado de un "eso es por ser maricón", el otro también me dio un puñetazo en la cara y me escupió, me tiraron al suelo y me dieron una paliza que acompañaron con ultrajes más no poder, me quitaron mi cartera y se la llevaron con todo el dinero que había ganado esa noche, me rompieron la ropa que llevaba y prácticamente me dejaron desnuda en un lugar en el que no tenía idea dónde estaba. Más tarde pasó por allí una patrulla, me llevaron a la delegación para darme asistencia, tuve que llamar a Lisa para que me ayudara, al verme ella se preocupó mucho, me contó que los tipos habían regresado a la esquina y que habían tirado mi cartera y gritando cosas hostiles contra las compañeras que estaban allí. Pasé una semana para poder recuperarme, realmente me habían dejado bastante lastimada y adolorida, tenía muchos moretes, mi ojo derecho prácticamente no podía abrilo y perdí 3 dientes, por lo que tuve que hacerme una cirugía dental para que me implantaran unas piezas artificiales, en mi mente pensaba que esa vida no era lo que yo quería, me preguntaba por qué la vida me trataba así.

En esa semana que había estado "fuera de circulación" Miguel se acercó a preguntar por mí, las compañeras solo le decían que había tenido un problema y nada más, en una de esas ocasiones a quien interrogó fue a Lisa y ella le dio detalles –ya que sabía que era uno de mis clientes habituales y lo había visto más de una ocasión- le comento lo que me sucedió y el insistió en que quería verme.

Lisa me contó lo que Miguel pedía y me preguntó si yo quería permitir que el llegara y le contesté que sí. Al día siguiente llegó Miguel, el me llevaba unos discos para que pudiera escucharlos y me preguntó sobre todo lo que había pasado, en ese momento me pareció tan extraño no ver a Miguel en una actitud grosera y verle realmente preocupado por mi estado, creo que con todo él no es una mala persona, a lo mejor un poco áspero, pero no mala persona. Pienso que allí realmente inició una mejor relación entre nosotros, para tiempo después ir a vivir con él.