La historia de Yamileth (2)

La decisión hacia mi transformación definitiva ya no tenía regreso y no cabía el arrepentimiento, era lo que yo deseaba y quería seguir el rumbo para lograr convertirme en lo que siempre había soñado.

La decisión hacia mi transformación definitiva ya no tenía regreso y no cabía el arrepentimiento, era lo que yo deseaba y quería seguir el rumbo para lograr convertirme en lo que siempre había soñado.

Me fui de mi casa con 15 años, dejando atrás a mi madre y su enfado por revelarle que yo quería ser una chica, sin tiempo para poder explicar nada o poder mediar palabra había sido sacada por ella y tuve que irme con las ropas que tenía puesta. Mi amiga Flaviana que ejercía la prostitución junto con Carlos y Jaime que eran una pareja gay, me arroparon para intentar que no decayera en mis ánimos, esa misma noche Flaviana me dijo que podría quedarme en su casa y acepté pero el desconsuelo fue tanto que tomé la tonta decisión de quitarme la vida, sin embargo por suerte para mi no tuve éxito en mi intento y quedó en eso, un episodio infame de mi vida del que me avergüenza hacer memoria y del que como consecuencia llevo unas marcas en mis muñecas de las que debo dar explicaciones cada vez que extiendo la mano para saludar a alguien.

Carlos y Jaime son dos chicos muy amenos y simpáticos, son una pareja muy feliz que afrontaron con valor la discriminación a la que fueron sometidos por su opción pero de ellos aprendí una lección muy grande: si quería que el resto de personas me aceptara tenía que empezar a aceptarme a mi misma como era, entonces comprendí que el intento de suicidio fue la peor acción que había hecho en mi vida. Ellos me presentaron con Vanesa, una travesti que en aquel momento rondaba los 30 años, muy hermosa: rubia, alta, delgada, elegante, de piel blanca y suave y unos ojos celestes que probablemente encantaban a cualquiera que se cruzaba con su mirada; ella fue desde el inicio muy protectora conmigo, Carlos y Jaime me ayudaron a contarle mi pasado inmediato y ella me dijo que si estaba segura de querer ser una mujer pues estaba en un buen momento para realizar mi sueño pero si dudaba que lo reflexionara muy bien porque luego podría significar una vida llena de arrepentimientos y frustración. Aun recuerdo muy bien esa noche: Carlos y Jaime fueron por mi a la casa de Flaviana, ella se fue a trabajar y ellos me llevaron a ver a Vanesa, luego de presentarnos y darle parte de mi vida se marcharon y allí quedé con aquella persona que no me daba desconfianza y sentí como me acogía con calidez y la sentí verdaderamente interesada por lo que me ocurría.

Una vez que estuvimos solas, ella me pidió que la acompañara a un cuarto en el que tenía una enorme cantidad de ropa, zapatos, pelucas, maquillaje, accesorios, en fin, que parecía ser un paraíso para mi en aquel instante. Me dijo que quería verme vestida y si estaba dispuesta a hacerlo para ella y le dije que sí, me prestó el cuarto de baño que había allí y me dio una serie de implementos para que pudiera asearme, pude bañarme, me depilé y me cubrí de perfume, me sentía tan bien y me encantaba, cuando salí ella me preguntó cuál era mi talla y la verdad yo no tenía ni idea porque lo único que había vestido hasta aquel momento eran ropas que tomaba a escondidas de mi mamá, así que empezó a darme ropa para que probara cuál era la que me tallaba mejor, finalmente encontramos mis tallas y me dio a escoger qué ponerme, recuerdo que elegí un traje de color vino, era un juego con una blusa de tirantes tallada y una falda que llegaba hasta las rodillas, elegí unos zapatos de tacón alto y me pidió que me maquillara, así lo hice y ella me ayudó un poco, finalmente me dio una peluca, recuerdo que era de color negro, después de ese ritual que duró cerca de hora y media me puso frente a un gran espejo y me preguntó ¿ves a la persona que está reflejada allí?, esa eres tú, ¿ es así como te sientes bien?, yo le dije que me sentía extraordinariamente bien y ella hizo la re-pregunta ¿es lo que quieres ser? Y nuevamente contesté que sí. Vanesa me dijo que podía ayudarme a llegar a ser quien estaba en el espejo pero que tuviera en cuenta que una vez diera un paso adelante no habría retorno, yo le repliqué que sabía eso, aun así ella me insistió en que reflexionara al respecto y que regresara en cuanto lo pensara bien.

Me fui de casa de Vanesa muy ilusionada, aunque con cierto temor, pues dar ese cambio significaría un montón de cosas que me parecía serían demasiado drásticas para mi gusto. Llegué donde Flaviana y le narré todo lo que me sucedió y le dije cuan ilusionada estaba, ella me dijo que se alegraba por mí, y que no me lo pensara tanto, que era tiempo de tomar valor y dejara de ver hacia atrás que mi destino estaba hacia el frente. Esas palabras fueron definitivas para regresar donde Vanesa e iniciar mi nuevo camino.

Un día después de la plática con Flaviana fui a ver Vanesa, yo iba con toda la ilusión del mundo, me imaginaba cómo iba a ser mi vida al fin como una chica, me imaginaba en un trabajo como secretaria o algo así, no estaba muy segura pero sentía que sería maravilloso poder desenvolverme finalmente como una chica, en mi mente me veía yendo a los malls para probarme y comprar ropas, zapatos, comprando cosméticos, etc. sentía que mi vida sería perfecta una vez iniciara mi nuevo camino.

Pero Vanesa tenía una propuesta que no entraba en mis planes y me ofrecería una opción que ni remotamente había considerado para mí. Al llegar a su casa me hizo pasar, allí estaba ella, acompañada de su Novio, Rafael, ella lucía muy bonita, porque lo era; me invitó un par de botanas y alguna bebida sin alcohol solo para charlar un rato y no estar en un ambiente tan poco cordial. Como ya lo hiciera un par de días antes, me hizo pasar al cuarto donde tenía esa cantidad enorme de ropas y accesorios y me pidió que me cambiara y lo hice: escogí un top de color rosado y una falda corta negra, me puse unas sandalias y la peluca que ella me había dado la vez anterior, mi maquillé con esmero lo mejor que pude y salí para que me vieran, ella y Rafael coincidieron en que me veía muy bien de chica, la verdad es que mi físico ayudaba porque no era una persona de facciones fuertes, siempre he sido de complexión delgada y no muy alta (1.70 mts), lampiña y sin musculatura; esos fueron factores que ayudaban a que no me fuera difícil adquirir un aspecto femenino cuando me enfundaba en las faldas o la ropa ajustada.

Vanesa me hizo sentar junto con ellos, me explicó que ella me haría los contactos y me conseguiría lo necesario para transformarme y a cambio yo debería trabajar un tiempo para ella, el problema fue que cuando me iba explicando entendí que el precio sería prostituirme para poder ganarme el derecho a realizar mi sueño! Eso no era lo que quería así que dije que no, Vanesa me insistió y Rafael la apoyó diciéndome que solo sería un tiempo mientras le pagaba a Vanesa, yo le respondí nuevamente que eso no era para mi y que si eso significaba tener que dejar de lado mi sueño, buscaría otra manera de lograrlo, me cambié y me fui con una tremenda tristeza porque realmente esperaba otra cosa, ahora todas las cosas que me había imaginado se habían disuelto tan fácilmente.

Fui a casa de Flaviana y le hice saber la tristeza que sentía, ella me dijo que me comprendía porque a pesar de que ella estaba en el mundo de la prostitución no era algo de lo que se sintiera orgullosa y sabía de los grandes riesgos que se corrían, porque sus anhelos no eran esos pero las circunstancias la habían empujado a tener que trabajar en la calle. Sin embargo ella me dijo que no podría mantener los gastos de la casa y a mi sin yo hacer nada, pero es que muchas opciones no tenía, con 16 años no tenía edad para poder buscar trabajo formal y no tenía mayor formación académica ya que había abandonado el bachillerato. Flaviana recordó que conocía a una señora que tenía una boutique y pensó que ella me ayudaría, así que al día siguiente fuimos a verla, la señora dijo que no habría problema en que yo le ayudara si no me importaba no recibir una paga tan alta, la verdad es que yo quería ganarme la vida de manera honrada y digna y el poco pago no era problema, porque Flaviana no me exigiría demasiado aporte económico.

La señora – doña Carmen – desde un inicio fue muy amable conmigo, era muy atenta y no me maltrataba, creo que de alguna manera me recordaba la figura de mi mamá y yo intentaba no dar problemas como empleado, por eso decidí que no le daría indicios de mi íntimo deseo de querer ser una chica, creo que en el fondo ese aire parecido al de mi mamá me frenaba porque no deseaba decepcionarla también a ella tal y como había sucedido con mi madre hace un par de semanas.

Inicié entonces el año con una nueva vida, perdí el contacto con mi mamá y con un nuevo trabajo en la boutique de doña Carmen, viviendo en la casa de mi amiga Flaviana y con el apoyo de Carlos y Jaime, pero aun así, el motivo que me había empujado a entrar en esa nueva situación en la que estaba, seguía dentro de mi y no podía ignorarlo, no puedo negar que no era feliz, porque a pesar de haber encontrado personas que me apoyaban no podía todavía realizarme como yo lo quería.

Después de un par de meses de estar trabajando empecé a salir con Flaviana, Carlos y Jaime, las noches de fin de semana íbamos a alguna disco o un bar y la pasábamos bien, eso se había convertido en una cita semanal obligada entre nosotros cuatro y nos la pasábamos muy bien. Un viernes cuando estábamos preparándonos para salir Flaviana y yo, mientras yo estaba con ella observándola como se acicalaba para salir, de repente imaginé que quien se tallaba esa ropa, era yo, por un momento mi mente se dejó llevar que la sedosidad de las medias la podía sentir en mis piernas y que mi figura se delineaba con el corte de esos vestidos ajustados, en ese pensar estaba cuando a lo lejos escuché la voz de Flaviana que me llamaba: Ernesto, qué te pasa, me dijo. No creas que no he notado como me observas cuando estoy haciendo esto, he visto tu mirada cómo se pierde en el espejo, te gustaría vestirte así verdad??, no entiendo qué es lo que te lo impide, en ésta casa yo no te voy a regañar si lo haces y Carlos y Jaime no creo que vayan a quejarse tampoco.

La verdad es que en todo éste tiempo no había caído en la cuenta de que ya en esa situación no había nada que me impidiera expresarme libremente, qué era lo que me detenía, en verdad nada, simplemente mi temor pero ya muchos pasos había dado dejando todo atrás, Flaviana tenía razón, además estaría apoyada por ella y por mi par de amigos chiflados, en ese momento le sonreí y le dije que era verdad que a mi me gustaría poder vestirme y salir como chica, entonces ella me dijo que sería la última noche en que iría acompañada por Ernesto y que la próxima semana de esa casa saldrían dos lindas chicas.

En la siguiente semana salimos con Flaviana a comprar algunas cosas para mi: un par de faldas unas blusas, medias y zapatos, Carlos y Jaime me llevaron donde Vanesa nuevamente y ella me dio un par de pelucas y otros accesorios y maquillaje, hasta me los dio en condiciones de crédito! ya que yo no tenía muchos recursos monetarios. Ese jueves por primera vez en varios días fui al trabajo con una gran ilusión, no veía la hora de terminar mi labor para poder ir a prepararme; cuando regresé me encontré a Flaviana que ya me esperaba para hacer un profundo ritual de belleza, así que me bañé, me depilé y con ella empezamos a escoger que me pondría, la verdad es que no tenía muchas opciones porque solo había comprado un par de cosas pero para mí serían suficientes para esa noche: recuerdo bien que usé una falda negra corta, una camisa de manga larga en color rojo medias y unas botas hasta la rodilla y una peluca castaña, Flaviana me ayudó a maquillarme y cuando me vi al espejo me sentí tan liberada, tenía sentimientos encontrados porque sentía alegría pero quería llorar, además tuve algo de miedo porque no sabía qué pasaría cuando saliera a la calle.

Flaviana me preguntó cómo debía llamarme de ahora en adelante y en mi mente tenía el nombre perfecto para mi: le dije que desde ese día podía llamarme Yamileth (lo escogí en honor a una de mis amigas del colegio quien siempre fue muy comprensiva conmigo y yo admiraba por ser muy bonita) y es así como esa noche con una sensación de mariposas en el estómago, con mis piernas temblorosas y las manos transpirando salí tomando fuertemente la mano de Flaviana hasta subir a un taxi. Llegamos a la disco y afuera nos esperaban Carlos y Jaime, ellos se asombraron al verme ya que nunca me habían visto tan arreglada y aun incrédulos me preguntaron si era yo Ernesto, a eso les contesté que no, que era Yamileth, ellos se alegraron mucho por mí y me dieron un fuerte abrazo los dos.

Esa noche casi ni hablé, tenía miedo de delatarme por mi voz y solamente me lo pasé sentada viendo como mis amigos bailaban porque yo no sabía como moverme, un par de chicos me invitaron a bailar pero no acepté, aun así esa noche me lo pasé de lo mejor y me sentí muy feliz, regresé a la casa y ni siquiera me cambié, me quedé con esa ropa puesta y deseé que la noche pasara muy despacio.

Desde aquella noche de Jueves, todas las semanas, las noches desde Jueves a Sábado emergía de dentro de mi Yamileth, y cada vez más tomaba más confianza en mi misma, fui mejorando la manera de maquillarme, empecé a poner más empeño en ahorrar para poder comprarme cosas y me dediqué a ponerme un poco más en forma, con Flaviana íbamos al gimnasio y me ayudaba con los detalles de cómo caminar, cómo sentarme, me enseñó algunos pasos de baile, etc. en eso también colaboraron Carlos y Jaime y Vanesa me conseguía la ropa que yo necesitaba, en mis visitas a varias discotecas me fui haciendo de nuevos conocidos, salía a bailar con chicos, de vez en cuando me encontraba con Vanesa y otras travestis, con las que aprovechaba para hablar de nuestras historias, Vanesa me insistía en lo bien que me veía y las otras chicas también me lo decían, Vanesa me insistía en que podría mejorar mucho si tomaba hormonas para desarrollar mejor los rasgos femeninos pero no me atrevía aunque ella me argumentaba que no tenía sentido que si yo me sentía bien como Yamileth me limitara a la noche cuando podría serlo todo el día. Flaviana me decía también que no comprendía mi negativa a vivir como chica si al fin y al cabo era la razón por la que había decidido buscar un nuevo camino.

Yo hablé con doña Carmen al respecto, pues si iba a vivir como una chica las 24 horas del día ella lo notaría y sería de muy mal gusto no hacérselo saber después de todo lo que me había apoyado, así que me armé de valor y le dije lo que pensaba hacer doña Carmen y para mi sorpresa ella me respondió que no tenía problema siempre y cuando eso no interfiriera en mi trabajo y que atendiera bien a los clientes como lo había hecho hasta ese día.

Finalmente un 26 de Agosto de 1999 fui nuevamente a la casa de Vanesa porque la noche anterior le había comunicado que quería probar la opción de las hormonas, así que llegué y ella me esperaba en su sala, me explicó por largo rato lo que iba a sucederme, las sensaciones que podría sentir y me describió el tipo de medicamentos que me iba a administrar, así que una vez escuchado todo eso respiré hondo y puse mi brazo para que ella me pinchara, mientras el líquido iba de la jeringa a mi cuerpo pensé que ese era el primer paso y que ya no retrocedería, después del pinchón me fui a casa de Flaviana y no percibí ningún dolor o algo por el estilo, al día siguiente empecé a tomar otras pastillas de la manera en que Vanesa me lo había indicado, en las primeras semanas no notaba mucho cambio sin embargo con el paso de los primeros meses empecé a notar mis cambios emocionales, me había vuelto más sensible y de pronto a veces discutía más de lo debido con Flaviana, me afectaban ciertas cosas por insignificantes que fueran y a veces inexplicablemente sentía ganas de llorar, los cambios físicos llegaron después: la sensibilidad en los pezones, fue de lo más palpable, pero también estaban los mareos y a veces cierto deseo como de vomitar, aunque no había sido alguien con mucha musculatura era evidente que mi fuerza disminuía y tuve que tener mucho cuidado con mi alimentación porque empezaba a ganar peso con demasiada facilidad, además mi piel se volvió muy sensible y debí aprender sobre cómo cuidarme mejor, en fin, que todo eso me ayudó a elevar mi autoestima, cada vez me desenvolvía con más soltura y en las discos ya me animaba a bailar y coqueteaba con chicos.

Empecé a disfrutar de ir de compras con Flaviana, íbamos a centros comerciales nos probábamos ropa y zapatos, etc. por ese tiempo Carlos y Jaime emigraron del país, yo me sentí muy triste ya que me habían apoyado mucho, aunque me quedaba Flaviana y eso aminoraba mi tristeza.

En una de esas salidas por la noche, conocí a Melvin y de el me enamoré por primera vez, recuerdo que entró acompañado de su novia – Martha es su nombre – el se acercó a la barra en donde yo estaba para pedir un par de bebidas y en ese momento se cruzó con mi mirada y me sonrió, llegó a su mesa y pidió a su novia cambiar de lugares así que el quedó viendo hacia donde yo estaba. Durante largo rato de la noche pasamos intercambiando miradas de complicidad, ambos sabíamos que queríamos estar cerca. Cuando su novia se levantó para ir al baño el aprovechó para acercarse y preguntarme mi nombre, me citó para vernos la noche siguiente allí mismo, yo acepté.

En ese tiempo estaba iniciando una etapa que fue muy bonita a pesar de que no duraría mucho tiempo, aun hoy guardo el recuerdo de ese momento de transición y cambios drásticos, ese tiempo en el que Melvin me hizo sentir una persona importante, me llenó de cariño y comprensión. Ese fue el inicio de mi camino hacia un cambio definitivo en mi...