La historia de Yamileth

A lo mejor ésta sea considerada como una historia común por quienes la lean, pero es mi vida y quiero compartirla.

Lo pasos que he seguido hasta llegar a ser quien soy, seguramente son muy similares a los de las distintas personas que escriben en ésta categoría: desde niña supe que era diferente a todos los que me rodeaban, no supe exactamente qué era hasta que entré a mi pre-adolescencia en la que definitivamente entendí que yo me veía como un niño pero realmente no deseaba serlo.

Al nacer fui bautizada con el nombre de Ernesto, pero a medida fui creciendo adopté el nombre de Yamileth que es quien soy ahora. Ya de pequeña buscaba entre las ropas de mi mamá cuando ella salía para poder probar cómo me quedaban y era una atracción muy fuerte ir y curiosear entre sus cosas, yo intentaba no pensar en eso, pero era una fuerza muy atrayente y me desesperaba a pesar de que intentaba jugar con mis amigos para evadir ese "llamado".

En el colegio siempre fui un niño muy bien portado y en general no daba problemas a mis maestros, siempre en todos los cursos era elegido como el presidente del grado, pero en mi interior convivía con un conflicto muy fuerte y poco a poco iba dando espacio para mostrar ante otros la persona que verdaderamente era. Alguna vez fui al colegio con ropa interior femenina puesta sin que nadie se diera cuenta; las veces que lo hice antes de salir sentía mucho miedo pero me armaba de valor y salía aunque con la sensación de que las personas a lo mejor me descubrían y se me quedaban viendo. Muchas veces optaba por no jugar con mis compañeros y buscaba la compañía de mis amigas para poder escuchar las cosas de las que hablaban, me encantaba tocar su cabello y en mi interior deseaba enormemente poder verme como ellas, pero a esas alturas eso era imposible.

Cuando contaba ya con 11 años, cierto día se me ocurrió depilarme las piernas, había ahorrado un par de monedas y con ella fui a comprar unas medias y una maquinita desechable para poder rasurarme, tal como veía que lo hacía mi mamá, fue un fin de semana en el que mi madre fue a visitar a unos tíos y yo decidí quedarme, inmediatamente ella se fue yo salí corriendo a la tienda para poder comprar lo que necesitaba y lo hice; en esa ocasión me sentí tan bien y miraba el reflejo de mis piernas perfectamente lisas frente al espejo y me sentía muy bien. El problema fue que no podía dejar que mi mamá ni mis amigos me vieran las piernas, así que durante varios días no salía a jugar y solo usaba pantalones. Desde esa ocasión, cada cierto tiempo yo me depilaba y luego tenía que pasar varios días cubriéndome, al mismo tiempo aprovechaba cada salida de mi mamá para probarme su ropa, sus zapatos, su ropa interior, etc. me beneficiaba que en aquel entonces empezaba a crecer y sus cosas me quedaban, también empecé a probar su maquillaje y me sentía libre aunque estaba encerrada en cuatro paredes sin poder salir al mundo como yo deseaba.

A los 13 años cuando todos mis amigos pensaban en querer ser grandes jugadores de fútbol y muchos buscaban impresionar a nuestras amigas, yo caía en depresiones y estados de ansiedad por no poder decir a todos lo que yo realmente deseaba: ser una chica más. Por ese tiempo pasaba más tiempo con mis amigas y había desarrollado grandes lazos de amistad, para ellas era indiferente que estuviera yo presente, no evitaban hablar de cualquier tema yo era su confidente y no había problema alguno en contarme desde los chicos que les gustaban hasta sus sensaciones con su primera menstruación así como los cambios que notaban en sus cuerpos con sus pechos, etc. yo simplemente escuchaba de manera atenta e imaginaba cómo sería poder percibir todas aquellas sensaciones que a mi me parecían fantásticas y reclamaba a la vida por no poder sentirlas.

En esa misma época, aprovechando una nueva salida de mi mamá, un día me depilé las cejas, eso fue un fin de semana, para ser exactos un Domingo, ese día me sentía más hermosa y me gustó cómo las había dejado pero el problema fue cuando iba pasando el día y me di cuenta que mi mamá me descubriría; me invadió un gran temor, la solución que se me ocurrió fue usar una gorra, efectivamente dio resultado y mi mamá no lo notó. El día siguiente, lunes era día de ir al colegio ¡que horror!, se notaba que mis cejas estaban delineadas, ¿qué iba a hacer?, ¿cómo iba a explicar a mis compañeros aquello? Evité esa mañana dar la cara a mi mamá antes de ir al colegio, pude evitar verla y salí rápidamente de la casa, en el colegio no permitían usar gorras pues por disciplina solo debía portarse el uniforme tal y como lo exigía el reglamento así que a medida que iba aproximándome al portón mi corazón latía más fuerte y me afligía mucho lo que me harían mis amigos. Para mi sorpresa durante las primeras horas de clase nadie notó nada, pero al regresar del recreo platicaba con una amiga y de repente ella se me quedó viendo muy fija y me preguntó con sorpresa ¿te has depilado las cejas?, yo inmediatamente moví mi rostro hacia otro lado y le dije que cómo se le ocurría que yo haría semejante cosa, pero ella insistió en verme nuevamente la cara y exclamó ¡sí, te has depilado! Con una voz muy nerviosa yo le rogué que no le dijera a nadie más pero fue como si le hubiese pedido lo contrario y con viva voz ella gritó ¡hey, miren Neto se depila las cejas!, en ese momento mis amigas se me acercaban para ver con curiosidad y me preguntaban si era cierto, querían tocarlas, etc, mientras mis compañeros se burlaban y me decían que de tanto estar con las niñas ya me creía una de ellas, me gritaban que era una mariquita y ese día fui el hazme reír durante el resto de las clases; esa semana fue tortuosa porque desde aquel lunes nadie olvidó el incidente y cada vez fueron peores las bromas que me hacían, soporté un mes siendo objeto de burlas, apodos, y en el colegio se había extendido el rumor de que yo era gay.

A pesar de que solo faltaban un par de semanas para terminar el año escolar decidí no ir más aunque mi mamá no se enteró de esa decisión. En ese tiempo me vestía y salía a la misma hora de la casa pero mi destino no era el colegio, me iba a pasar el tiempo en un parque a algún centro comercial hasta que mi madre se iba al trabajo, entonces yo regresaba a la casa y me vestía con sus ropas, me ponía sus zapatos y me maquillaba; ese ritual se convirtió en una práctica diaria y cada vez más me sentía en un callejón sin salida porque cuando ella llegaba tenía que fingir que hacía tareas o que no me pasaba nada.

Al terminar el año escolar mandaron llamar a mi mamá de parte del colegio para que explicara el motivo de mi ausencia en las últimas semanas, lo que había causado que reprobara el grado. Ese día mi madre regreso muy enojada y me golpeó, me preguntó qué había estado haciendo durante todo ese tiempo y yo solamente me callé y soporté los golpes. Ante esa reacción de mi parte mi madre optó por no continuar pagándome el colegio, me envió a trabajar con una amiga de ella y con la paga que me daba el siguiente año asistiría a la escuela nocturna. Ese fue un gran golpe a mi vida, yo sabía que eso significaba un mayor sacrificio, sabía que había decepcionado a mi mamá y que difícilmente recobraría su confianza.

Tenía 15 años y ya llevaba un año y medio trabajando con la amiga de mi mamá y asistiendo a la escuela nocturna, en esa sección nocturna llegaban personas de todo tipo, habían pandilleros, drogadictos, algunas personas que se prostituían, también había personas que eran buenas pero eran muy pocas y además eran muy irregulares en las clases por sus compromisos familiares o laborales, lo que me obligó a estar más en contacto con los demás; en ese grupo había un par de tipos que eran gays y una chica que se prostituía, ellos ya se conocían de antes y fue con ellos entablé amistad llegué a tener tanta confianza que me decidí a contarles lo que me sucedía, en lugar de juzgarme o de burlarse de mí, me dijeron que yo tenía que ser honesta conmigo primero y luego con los demás, especialmente con aquellos que quería y debería hacerles saber que yo me sentía mujer y que quería ser mujer. Esa idea me aterraba pero no dejó de revolotearme en la cabeza durante varios días.

A los 15 años decidí revelarle a mi mamá lo que yo sentía, lo que quería, lo que deseaba, fue una decisión que medité durante mucho tiempo, finalmente me armé de valor y un día viernes pedí permiso en mi trabajo para esperarla cuando ella llegara de trabajar, ese día me esmeré para verme lo más posible como una chica, mientras me preparaba me temblaba el cuerpo y tenía miedo, pero por dentro sabía que ya no había marcha atrás. Cuando ya era tarde me senté en la sala en el sofá esperando la llegada de mi mamá, cuando ella abrió la puerta y me vio se sorprendió no me dirigió palabra alguna, tiró sus cosas y entró corriendo a su cuarto, yo iba tras ella y cuando llegué a la puerta ella regresaba con un cinturón para golpearme, quise explicarle pero ella me empezó a golpear y me gritaba que ella no quería un hijo maricón, que ella no podía tolerar eso y que mejor me largara, quise entrar a mi cuarto por mis cosas pero no me lo permitió y tuve que salir así como me había vestido a la calle y salí corriendo, fui a la escuela nocturna, no entré a clase y esperé a que salieran mis amigos, les conté lo sucedido y ellos me dijeron que lo sentían mucho, mi amiga (la que se prostituía) me dijo que yo podía quedarme en su casa mientras pensaba que haría. Esa noche me fui con ella pero no dormí, me sentía muy mal, sentía que el mundo se me venía encima, así que en un momento de la madrugada busqué entre las cosas de la cocina de su casa y encontré un cuchillo, en ese momento pensé que no valía la pena vivir y corté las venas de mis muñecas, en la mañana ella me encontró inconsciente y me llevó al hospital, por suerte las heridas que me provoqué no fueron lo suficientemente profundas como para matarme, ella me recriminó mucho lo que había hecho y me hizo reflexionar que si realmente me sentía atrapado era tiempo de que reaccionara y que intentara ser feliz como realmente quería. El resto del día me lo pasé en el hospital y tuve tiempo para pensar en las palabras de mi amiga.

Al día siguiente regresé a la casa con ella y llevaba un poco de confusión aun conmigo, lo que había decidido es que no regresaría a trabajar con la amiga de mi mamá, pero no tenía claro qué iba a hacer para poder vivir. Mi amiga me dijo que ella no podría mantenerme sin hacer nada y que pensara en qué podía hacer. El día lunes contacté a mis amigos gays y les comenté mi situación, ellos me dijeron que conocían a algunas personas que podían ayudarme, así que esa noche me llevaron y presentaron con Vanesa que era una travesti, ellos me dijeron que tuviera confianza en ella, que podría ayudarme, se fueron y me dejaron con ella, yo le expliqué que hacía tiempo me sentía distinto y que yo sabía que lo que deseaba era ser mujer, ella me miro y me preguntó si estaba seguro de lo que decía y le dije que sí. Esa corta respuesta que di sería el inicio de un cambio definitivo en el rumbo de mi vida.

Vanesa me consiguió unas ropas de mi medida y me hizo vestir con ellas, me maquillé y me puso frente a un espejo, hizo que me mirara y me preguntó ¿es así como te sientes bien?, y le volví a replicar que sí, ella me dijo que si estaba segura estaba muy bien pero que sino lo reflexionara porque después ya no habría marcha atrás. Esa noche me ofreció que me ayudaría a realizar mi deseo de ser mujer pero que lo pensara bien, regresé a casa de mi amiga y le conté lo sucedido, ella me animó a seguir dando pasos adelante y que ya no viera hacia atrás...

El día miércoles yo regresé a buscar a Vanesa y le dije que estaba decidida, que no tenía duda alguna, ella dijo entonces que me ayudaría, el problema es que el trabajo que me ofreció fue el de prostituirme, algo a lo que yo contesté que no, estaba segura de que mi vida no quería que tomara ese rumbo, esa noche yo regresé a casa de mi amiga y le dije que yo no quería entrar a ese mundo que yo consideraba tan peligroso, ella me preguntó que si disponía de alguna otra alternativa, me pidió que pensara en otra salida y que le dijera. Me fui a mi cuarto y empecé a valorar mis posibilidades: la verdad es que a mi casa no volvería, y no pediría regresar al que había sido mi trabajo hasta la semana anterior, no tenía más familiares a quiénes recurrir ya que los hermanos de mi mamá habían emigrado del país, mi padre había abandonado a mi mamá cuando yo tenía alrededor de 5 años, algunos primos de mi mamá habían quedado pero estaban en otro lado del país y prácticamente no había contacto con ellos. Siendo menor de edad no podía pedir trabajo en una empresa formal porque las leyes prohíben el trabajo de menores así que solo me quedaba el empleo informal.

Mi amiga me contactó con una señora en una boutique y yo le ayudaba con la venta de la ropa y regresé a la escuela nocturna, empecé a vivir una doble vida, en el día yo era Ernesto, adopté el nombre de Yamileth y las noches de fin de semana yo me vestía de chica y salía con mis amigos gays a discotecas y fui conociendo a otras travestis, de vez en cuando me encontraba con Vanesa, ella me insistía en que si no quería buscar otra forma de vivir porque sabía que durante el día yo tenía que desenvolverme como chico, además ella y las otras travestis me decían que yo lucía mejor de chica y que me veía muy bien, la verdad es que en la noche yo era feliz porque podía ser lo que yo deseaba, pero a lo mejor Vanesa tenía razón y no me era suficiente, yo debía realizarme completamente. Luego de un tiempo en una salida a la disco conocí a un chico – Melvin – yo contaba ya con 17 años y el tenía 20, desde el inicio tuvimos química, por increíble que parezca el entró esa noche a la discoteca con su novia (que era una chica biológica) y yo estaba en la barra con varios amigos cuando el se acercó por allí para pedir un par de bebidas, recuerdo bien que yo no tenía mucha ropa pero había ahorrado un poco y me había comprado algunas cosas muy bonitas para poder salir, esa noche llevaba una blusa de tirantes en tono metálico, una falda negra más o menos corta y unas botas negras hasta las rodillas, en ese tiempo aun usaba una peluca porque mi cabello no era lo suficientemente largo. En fin que Melvin se asomó por la barra y pidió sus bebidas pero a la vez me miraba y se sonrió conmigo, yo pensé que no se había dado cuenta de que no era yo una chica pero posteriormente el mismo me confirmó que sabía perfectamente quien yo era. El regresó a su mesa y cambió de lugar con su novia y quedó con la vista hacia mí, durante toda la noche el me observaba y yo pues no le era indiferente, hubo un momento en el que su novia se levantó al baño y el aprovechó para acercarse a mi, me preguntó mi nombre y que si podíamos vernos allí nuevamente el siguiente día. Dije que sí y me retiré porque había prometido a mi amiga que llegaría temprano esa noche para prepara unos regalos que ella debía dar en una fiesta que tendría.

A la noche siguiente me encontré con Melvin y pudimos platicar tranquilamente, el me preguntó de todo, estaba muy interesado en saber de mi, me inspiró mucha confianza y le conté mi historia, el estaba estudiando en la universidad y le gustaba practicar el futbol, su compañía era muy agradable y en todo momento fue muy respetuoso, era muy ameno estar con el, esa noche me fue a dejar a la casa de mi amiga y me pregunto si podríamos seguir viéndonos porque a el no le importaba si yo era o no una chica ya que le había agradado mucho mi compañía y se había sentido muy bien y fue así que empezamos a frecuentarnos. Con el tiempo nos veíamos primero las noches de viernes y sábado y luego prácticamente todas las noches, el no me vio en ningún momento como chico porque yo no lo permitía aun y cuando el me aseguraba que no tendría problemas con eso aunque el nunca dejó a su novia, por ese tiempo ya había empezado a tomar hormonas que Vanesa me había facilitado, la verdad es que ella se había convertido en una de mis grandes aliadas, por medio suyo obtenía la ropa que quería, ella me la daba incluso hasta en condiciones de crédito y me ayudaba a conseguir todos los accesorios que yo requiriera, ella me propuso que empezara a tomar hormonas, al inicio no estaba segura pero después de tanta insistencia de su parte me decidí a tomarlas, mi manera de pensar fue cambiando, cada vez tenía la sensación de ser más emocional y tenía mis arranques que muchas veces recaían en Melvin pero el muy pacientemente los soportaba, sobre todo cuando le recriminaba porque seguía con su novia.

En la boutique en la que trabajaba no estaban yendo muy bien las cosas así que la señora tuvo que prescindir de mi en ese mismo tiempo –recuerdo que corría el mes de Agosto- mi amiga me dijo que se iba del país y que tendría que dejar la casa a unos familiares por lo que yo tendría que salir de allí. En cuestión de dos semanas me había quedado sin mi empleo y sin mi mejor amiga, solo me quedaba Melvin y el fue mi apoyo en esos momentos. Dada la situación y por mi condición en esas fechas decidí pedir ayuda a Vanesa sin que Melvin se enterara pues no quería que supiera las cosas en las que andaría. Vanesa estaba contenta de que al fin hubiera aceptado su oferta, a esas alturas mis formas eran más femeninas así que pasaba perfectamente por una chica, Vanesa me presentó con Paola y Karina que eran dos travestis que se prostituían y en quienes ella confiaba, esa noche me llevaron al lugar donde ellas "trabajaban" y allí me aleccionaron sobre lo que yo debía hacer con los clientes, en mis adentros no quería tomar ese rumbo pero la verdad es que muchas opciones no tenía. Mi primer noche "atendí" 4 clientes y la verdad es que mal no me fue y me habían tratado muy bien, ese fue el inicio de una nueva etapa en mi vida...

Había transcurrido un mes y medio desde que empecé a ejercer la prostitución ,eran finales de Octubre y había encontrado una forma de hacer dinero fácil, durante ese tiempo me distancié de Melvin porque el iba a buscarme por las noches y nunca me encontraba, alguna que otra dejaba de ir a trabajar pero ya no lo veía con la frecuencia de antes, el me preguntaba si yo estaba saliendo con alguien más pero le explicaba que no era eso aunque no sabía que no lo veía por estar en la calle. Ya había ahorrado suficiente dinero y le pedí a Vanesa que me hiciera un préstamo, la meta era hacerme los implantes de seno, aunque yo deseaba tenerlos, también pensaba que me servirían para poder darle mayor placer a Melvin y me animaría a pedirle que dejara a su novia y se viniera conmigo. Yo quería darle esa sorpresa a el en el mes de Diciembre asi que Vanesa me contacto con un cirujano en Mexico que podía hacerme la operación, salí a finales de noviembre rumbo al D.F. pero antes hablé con Melvin, le dije que tenía que salir del país, el pensaba a esa altura que ya no lo quería pues ya llevábamos 4 meses en los que la comunicación era muy irregular, le aclaré que no era así y le pedí que me esperara a que volviera pues le demostraría cuánto lo quería.

Con 18 años partí a Mexico para operarme y así lo hice, no pasé por un proceso de estudio como hacen otras transexuales, ese paso lo omití con la ayuda del contacto de Vanesa, regresé al país un 20 de Diciembre, exactamente un mes y medio después de haber hablado con Melvin, ese día regresaba Yamileth, ya Ernesto cada vez más iba quedando solo en un recuerdo vago que iba dando paso al despertar de aquella mujer que siempre había estado allí, ya no volvería a llevar una doble vida nunca más, ya no había retroceso para mí, ya no hay marcha atrás, Yamileth venía dispuesta a encarar al mundo como lo que realmente era, una mujer. Luego de un poco mas de un año de hormonas y la cirugía nadie podría imaginar que aquella mujer alguna vez fue un chico, ahora venía dispuesta a comerme el mundo, estaba dispuesta a luchar por ser feliz, tenía la idea de conseguir un trabajo como mujer y de poder tener una vida al lado de Melvin, eso era lo que deseaba.

Pero resulta que la vida no tenía para mi los mismos planes que yo; en la primera oportunidad de poder comunicarme le hablé a Melvin y le pedí que esa noche nos viéramos, el accedió y quedamos de vernos en el mismo lugar don de nos habíamos conocido. Yo estaba ansiosa y feliz, después de tanto tiempo podría ver de nuevo a Melvin, pensaba que podría contentarlo por todos éstos meses en los que el había sentido que yo lo estaba dejando de lado, esa noche lo pediría que nos fuéramos a vivir juntos, esa noche me le entregaría. Me arreglé con mucho esmero y me puse lo mejor que tenía en mi guardarropa, llegué a la disco y allí estaba el, cuando me vio se sorprendió de mi nuevo aspecto y yo le pregunté que si le gustaba lo que veía a lo que el me respondió que si, pues bien, yo le dije que todo eso era para el y que podía empezar esa misma noche, el me sonrió de una manera muy forzada y se me quedó viendo con seriedad, yo pregunté qué sucedía pues su reacción no era la que yo esperaba, pregunté si era por los pechos y me dijo que no tenía nada que ver, que al contrario le gustaba como me veía ahora, lo que me dijo es que su novia estaba esperando un hijo suyo y que no podía dejarla ahora; conociendo a Melvin, sabía que su sentido de la responsabilidad era muy grande y sabía que tenía todo en contra, sin embargo yo le dije que lo amaba y que lo que había hecho era para que él pudiera estar más a gusto conmigo que yo quería estar con el que podíamos ser felices. El me pidió que entendiera la situación que él no iba a ser un irresponsable, en un intento desesperado yo le dije que no importaba si el tenía que apoyarla a ella estaba bien pero que se quedara conmigo, que no pondría objeción en que asumiera la responsabilidad de su futuro hijo, para ese momento mis ojos tenía muchas lágrimas derramadas y sabía por la expresión en su rostro que mi batalla estaba perdida, el me miró, secó mis lágrimas (o al menos lo intentó) y me dijo que si la situación fuera otra no dudaría en intentar ser feliz conmigo; esas palabras me desarmaron y rompí en llanto, salí corriendo del local y el fue tras de mi, me detuvo y me abrazó fuertemente, me pidió que me calmara y que intentara comprender su situación, el me dijo que verdaderamente me amaba y que nunca le importó que yo fuera un hombre o una chica, que lo había conquistado mi manera de ser me dijo nuevamente que si situación fuera distinta no dudaría en irse conmigo pero que no podía ser. Finalmente entendí y guardé silencio, lo abracé fuertemente, solamente lo besé y le pedí que me soltara, le deseé mucha suerte y le pedí que si un día cambiaba de opinión me buscara.

El se alejó esa madrugada del 22 de Diciembre del año 2000, fue la última vez que hablé con el, aunque no fue la ultima que lo ví, cuando creí que iba a poder iniciar una vida feliz, realmente empezaba un camino hacia un oscuro túnel del que no saldría en mucho tiempo.