La historia de Vanessa (2): Mi novia y yo.

Diego (Vanessa) después de aceptar que no puede ser mujer empieza su vida de hombre, pero no puede satisfacer a su novia. ¿Qué es lo que le espera en el futuro?

Nota: Maribel y Mari son la misma persona, en el texto se llama de estas dos formas. Lo que pasa es que escribí el relato en varios días.

Cuando entre en la preparatoria ya estaba resignado de mi idea de ser mujer, así que decidí tratar de vivir mi vida como un hombre común y corriente. En la preparatoria conocí a nuevas personas una de esas personas es Maribel, a la cual me acerque porque me parecía bastante bella.

Maribel era la chica más guapa y “buena” de mi preparatoria, todos los chicos babeaban por ella. Aunque no se les podía culpar por ello, porque ella era increíble. Ella era extrovertida, se llevaba bien con todos y casi con todas (algunas mujeres no la “toleraban”, por simple envidia), siempre ayudaba a los demás, era divertida y eso sin contar su bien desarrollado cuerpo. Su cuerpo es simplemente fabuloso, tanto que podría pasar horas y horas hablando de él, por ello en la clase de deportes cuando las chicas practicaban, todos los chicos dejaban de hacer lo que estaban haciendo y se dedicaban a observar como esos senos y esas nalgas se movían con cada movimiento de Maribel.

Yo me volví su mejor amigo y por ello observe la cantidad exagerada de cartas, regalos, invitaciones y declaraciones que recibía aunque ella muy amablemente los rechazaba. Congeniaba bastante bien con ella a tal punto de que un día se me declaro, yo la acepte pero no porque quisiera estar como tal con ella sino porque, como lo dije antes, quería vivir como un hombre. Desde ese momento me volví el punto de mira para los demás hombres, porque había conseguido lo que ninguno de ellos pudo.

Mi relación con ella era bastante sana, solíamos pasar muchas horas juntos, salíamos al cine, caminábamos en el parque, nos acariciábamos, nos besábamos, lo típico en una relación. Solía ir a su casa y ella a la mía que ya nuestros padres nos trataban como un integrante más de la familia, cuando yo iba a su casa todo era normal, pero cuando ella venía a la mía mi madre casi siempre ponía una excusa y se iba, era obvio que nos dejaba solos para que hiciéramos “nuestras cosas”.

Mi relación era bastante buena, pues no vía a Maribel con ojos de amor, pero aun así disfrutaba de su compañía. Los días fueron pasando hasta que ya solo nos faltaba un año para terminar la preparatoria. Mi cumpleaños número 18 llegó y tuve una pequeña fiesta donde fueron varios de mis conocidos, comí pastel y me dieron muchos regalos la mayoría eran ropa masculina, algún videojuego y balones de algún deporte. Pero Maribel no me dio nada, algo que no me molesto pero aun así le pregunte y ella me dijo que me tenía preparado algo especial.

Al otro día cuando salimos de clases, me dijo que me iba a entregar mi regalo. Caminamos hasta llegar a mi casa y directamente nos metimos a mi cuarto, donde ella me pidió que me sentara y yo seguí su indicación. Ella tiro su mochila a una esquina de mi cuarto, se empezó a quitar su suéter y lo tiro junto a su mochila, después se quitó la blusa y por último dejo caer su falda al suelo; dejándome a la vista un espectáculo increíble, sus senos estaban enrollados por un listón rojo, que solo cubría sus pezones, ese listón estaba amarrado en forma de moño de regalo. Baje mi mirada y pude observar su tanga, que era de color negro y hacia contraste con el moño rojo que la adornaba.

En mi mente pasaron mil cosas  pero una de ellas me puso al mil y me causo una erección, me imagine a mi novia llevando todo el día aquel listón en su pecho y aquel moño en su tanga, por alguna razón me parecía bastante erótico (quizás porque quería sentir esa sensación de hacer algo sexual en público y poder ser descubiertos), que en cualquier momento pudo ser descubierta. Entonces ella me miro a los ojos y con la voz más sexi que he escuchado de una mujer me dijo: “mi regalo de cumpleaños para ti, es mi virginidad”.

Ella se quitó el listón del pecho y me dejo ver sus senos, los cuales eran un sueño hecho realidad, me acerque a ellos y los comencé a tocar, deslice mis manos sobre ellos y empecé a presionarlos sentí como si estuviera tocando unos bombones muy grandes forrados por terciopelo. Me agache y comencé a lamerlos y a chuparlos, la sensación era muy buena pero ella parecía que lo estaba disfrutando más que yo. Los lamía porque me excitaba la idea pero la realidad es que no me pareció la gran cosa, no porque me pareciera malo sino porque me gustaría que a mí me estuvieran comiendo los senos.

La recosté en la cama, me hinque y le quite la tanga, tenía frente a mí su vagina. Era de color rosado, olía a fresas, sus labios estaban inflados y su zona púbica estaba muy bien depilada que parecía que en esa zona nuca hubo ni habría un solo pelo. “Si tuviera una vagina, me gustaría que fuera igual a esta” pensé mientras estuve varios minutos observándola sin moverme ni un poco, “te gusta” escuche que ella me dijo y le respondí con un “me encanta”. Decidí a lamerla y comencé con la tarea mientras mi novia gemía de placer, su sabor era bastante rico además de que mi lengua disfrutaba de la sensación que tenía cuando lamía las paredes de esa vagina. Estuve como diez minutos haciéndole sexo oral mientras ella gemía y presionaba con sus manos mi cabeza contra su vagina.

Me levante decidido a penetrarla y pude observar completamente su cuerpo desnudo, su piel blanca y bien cuidada me encantaba, ese cuerpo era tan perfecto que estoy seguro que ningún chico que fantasease con ella desnuda podía pensar en un cuerpo que le llegase a la altura. Verla desnuda me excitó aún más, en mi defensa creo que cualquier persona al ver semejante cuerpo se excitaría sin importar si esa personas es heterosexual, homosexual y, me atrevo a decir, asexual.

Entonces me quite la playera, me quite los pantalones y lo más rápido que pude me quite el bóxer. Deje a la vista mi pene erecto y por un momento prácticamente instantáneo pude ver la cara de decepción de mi novia, inmediatamente la cambió a una cara de excitación, pero sabía lo que pasaba y lo que ella había pensado, porque mi pene medía cinco centímetros cuando estaba erecto.  Cuando pase a mi pubertad note que mi pene era pequeño y pensé que era normal, que algún día crecería, pero habían pasado varios años pero aun así nunca había crecido.

Ella tomo la iniciativa y abrió sus piernas, yo me acerque e introduje mi pene el cual entro sin ningún esfuerzo, pensé que era por el tamaño de mi miembro así que no le tome importancia (después me entere que no era por eso). Entonces terminamos en la posición del misionero, yo empecé a salir y a entrar de su vagina y ella empezó a gemir, sus gemidos eran falsos lo pude notar porque había escuchado los gemidos de mi madre cuando era cogida y para nada eran iguales a los que mi novia estaba haciendo.

Seguí con el bombeo, cada vez la sensación de placer era más alta. Mientras esto ocurría con nuestros órganos sexuales, mi novia y yo nos besábamos y nos acariciábamos. La sensación de placer se hizo tan fuerte que estaba a punto de llegar al orgasmo, así que decidí sacar mi pene para no embarazarla y me corrí en su abdomen, soltando unas tres míseras gotas de un líquido transparente que no parecía ser semen. Después mi novia me dio un beso y me dijo que le había encantado, pero sabía que era mentira porque solo había durado dos minutos. Ella se fue a bañar, se vistió de nuevo y se fue a su casa no antes sin despedirse de mí y decirme que quería que se repitiera la ocasión.

Me fui directo a la cama y estuve pensando por un buen rato, era obvio que ella me terminaría pues no podía satisfacerla. Mis ganas de ser un hombre “normal” se estaban desboronando igual que mis ganas de ser mujer lo hicieron en su momento, entonces ¿Qué podía hacer?, ¿cuál era mi lugar en el mundo? No sabía cuál era la respuesta a mis dudas, después de pensarlo llegue a la conclusión de que no servía como hombre y lo mejor que me podría haber pasado era haber nacido como mujer.  Y antes de dormirme maldije a la vida por ser tan injusta conmigo.

Al otro día en la escuela Maribel me hablo como siempre y pasamos todo el día juntos, pero en ningún momento hablamos de lo ocurrido el día anterior. El tema nunca se habló tal vez porque ella no quería lastimarme, así pasaron algunas semanas como normalmente habían sido desde que nos volvimos novios.

Un día, un amigo de la secundaria me invitó a una fiesta y como no tenía nada que hacer ese día decidí ir. Le pregunte a mi novia si tenía algo que hacer ese día, me dijo que estaría ocupada porque iría de compras con sus amigas. No le dije nada sobre la fiesta y para no molestarla decidí ir solo. El día de la fiesta llegue una hora más tarde, así que la música ya estaba bastante alta y la mayoría de integrantes estaban bailando o bebiendo refresco o cerveza. Vi a quien me invito y fui con él, charlamos un rato mientras yo tomaba refresco (no tolero el alcohol) y él cerveza.

Pasando varios minutos ya había tomado demasiado refresco, así que sentí la necesidad de ir al baño, le pregunte a mi amigo sobre donde estaba el baño y me señalo en dirección que daba a una puerta al fondo de un pasillo. Camine hacia allí, pero antes de llegar a la puerta del fondo escuche unos sonidos que me resultaron familiares, eran gemidos, similares a aquellos que de niño escuche de mi madre. Me acerque a una puerta que estaba antes de llegar al baño, donde parecía que salían los gemidos. Me quede quieto y pude escuchar mejor aquellos gemidos, que sonaban como si algún ángel estuviera teniendo el máximo placer de su vida, acompañando esos sonidos de placer se podía escuchar el dulce sonido que se produce cuando la piel de dos personas chocan en el acto sexual.

Estuve varios minutos parado escuchando aquel misterioso y placentero acto que estaba ocurriendo detrás de esa puerta color blanco. Estaba seguro que si no hubiera música a alto volumen, aquellos encantadores gemidos se escucharían en todo el vecindario. Entonces escuche “estoy a punto de correrme”, y los ruidos pararon. Recordé que tenía que ir al baño y sin interrupciones vacié vejiga,  al salir del baño pude ver como la puerta se abría así que decidí quedarme en el baño y solo dejar entreabierta la puerta, para poder observar quienes eran ellos; pues me moría por saber quiénes habían sido los protagonista de esa sesión de sexo que solo pude escuchar, pero gracias a el ruido que hicieron sabía que había sido una sesión magnifica.

De la puerta vi salir a un chico como de 25 años de edad, parecía medir 1.85 metros, era bastante guapo y su cuerpo parecía ser el de un atleta. Detrás de él salió Maribel, mi novia, ella se puso de puntas (no lo mencione antes, ella mide 160) para darle un beso a aquel chico, él chico no se movió para corresponderla y solo se fue, no sin antes darle una nalgada a mi novia. Yo observe todo esto desde el baño y quede petrificado, Maribel acababa de engañarme, “todo esto es mi culpa” pensé. No había podido satisfacerla por eso ella había buscado a alguien más que si pudiese hacerlo, me quede un poco en el baño pensando  en la situación y no llegue a una conclusión.

Cuando salí del baño ya habían pasado varios minutos desde que mi novia y aquel tipo se habían despedido, así que en el pasillo ya no había nadie. Camine hacia el lugar donde muchas personas estaban y vi Maribel tomando un vaso de refresco, ella aún no se había percatado de mi presencia. Me acerque.

―Hola amor, ¿Cómo estás? ―le dije mientras me sentaba en una silla, que estaba al lado de ella, pude notar que tenía una sonrisa de oreja a oreja, estaba empapada en sudor y su pelo estaba completamente despeinada.

―Hola amor, que sorpresa verte por aquí ―me dijo con cierto nerviosismo.

―Un amigo de la secundaria me invito, pero no me habías dicho que irías de compras con tus amigas ―le dije con cierto tono de enojo en mi voz.

―Es que lo cancelamos hoy y como una amiga me invito a esta fiesta decidí venir.

―Está bien, pero me podrías decir porque estas despeinada y empapada en sudor ―le dije esperando alguna reacción.

―He estado bai…bailando demasiado, además de que aquí hace mucho calor ―me dijo con una voz llena de duda y nerviosismo.

En ese mismo momento empezó a sonar una canción lenta, de esas que se bailan con tu pareja de tal forma que pegan su cuerpo. Ella aprovecho eso para sacarme a bailar y así librarse de mis preguntas. Pegamos nuestros cuerpos y empezamos a movernos al ritmo de la música, ella acerco su boca a la mía y me comenzó a besar de forma lenta y apasionada. Cosa que yo correspondí, al saborear con mi lengua un sabor que estaba impregnado en la boca de Maribel, un sabor que antes nunca había probado pero aun así me estaba encantando. En ese momento todo se detuvo, deje de escuchar la música, cerré mis ojos, me deje llevar por los movimientos de nuestros pasos de baile y por la lengua de mi novia que estaba bailando a su modo con la mía.

Todo lo que duraba esa canción estuve en aquel trance, en el cual en ningún momento separe mi boca de la boca de Maribel. Hasta que se acabó aquella melodía y volví al mundo real, por alguna razón ese delicioso sabor me había quitado el enojo que sentía por la infidelidad cometida hace algunos minutos, por aquella mujer que ahora tenía en mis brazos y que acababa de besar. Ya tranquilo, me senté de nuevo junto a ella y nos la pasamos hablando sobre cosas casuales, dándonos besos y una que otra caricia. Hasta que dieron las siete de la noche y ella me pidió que la acompañase a su casa, acepte y tuvimos un camino a su casa lleno de bromas y cumplidos.

Llegando a su casa la lleve a la puerta, antes de partir a mi casa me despedí y ella me dio un beso. Beso que no pude disfrutar, pues ahora aquel sabor que tanto me había gustado había desaparecido de su boca, claramente lo disimule y correspondí aquel beso. En esos momentos llego su madre, ―Gracias por traerla, eres un buen yerno― me dijo mientras yo le decía un adiós y me iba a mi casa.

Llegue a mi casa y me bañe, después cene y por último me fui a la cama, pero no pude dormir* por los pensamientos que tenía. Mi novia me había engañado, pero sabía que el culpable era yo por no poder satisfacerla así que no tenía derecho a enojarme con ella. Pero también note que ella me seguía queriendo, pues los momentos en la fiesta que pasamos juntos eran prueba de ello. Así que después de quemarme el coco pensando en ella llegue a la conclusión de que no le diría nada, ni le reprocharía, más bien dejaría que las cosas siguieran así. Si no podía ser mujer, por lo menos me conformaría con hacer feliz a una verdadera mujer y dejaría que un verdadero hombre la hiciera conocer el verdadero placer.

Los días pasaron y todo siguió como siempre, con única diferencia que yo sabía que Maribel me engañaba. Algo que desde el primer día que lo descubrí dejo de importarme, por lo que antes ya he narrado. Pero había algo que me carcomía mi cabeza, eso era imaginar lo que había sucedido en aquella habitación durante la fiesta, me hacía pensar que aquel chico era bastante bueno en la cama, pues lo gemidos de Maribel se escuchaban increíblemente fuertes y parecía que la estaban haciendo gozar como nunca. Esto despertó en mí un anhelo: quería ver como un verdadero macho hacía gozar como se debe a mi novia.

Un día estaba caminando en el centro de la ciudad y vi a la madre de mi novia paseando con otra mujer, no conocía a esa mujer pero no puedo negar que tenía un buen cuerpo y era bastante bella, ver a la madre de Maribel me pareció raro porque por lo que sabía ella debería de estar trabajando a esta hora, pero no le tome importancia. Me acerque a mi suegra y le pregunte si sabía si su hija estaba en casa, ella al verme se puso nerviosa y me dijo que si, que hace una hora antes de salir la había visto en su casa. Yo le di las gracias y me fui en dirección a su casa.

Al llegar entre y antes de pronunciar unas palabras para hacerle saber a mi novia que estaba allí, fui interrumpido por gemidos. Quede atónito, mi novia estaba teniendo sexo en este preciso momento, pero ahora no quería pruebas para decirle que sabía que me engañaba, lo que quería era observar lo que estaba haciendo con la persona que estuviera con ella. Camine por las escaleras lo más lento posible, para no hacer ruido y camine hasta llegar a la puerta de su habitación donde pude notar que la puerta no estaba cerrada, quizás porque sabía que sus padres no estaban en casa.

Abrí un poco la puerta y pude ver como mi novia estaba acostada boca arriba, mientras que el mismo chico de la fiesta tenía las piernas de mi novia en sus hombros y estaba cogiendo a mi novia. Esa escena era maravillosa, él la cogía de una forma ni rápida ni lenta, una forma normal que provocaba que en cada movimiento de su cadera mi novia soltara un fuerte gemido. Pasando unos minutos el saco su pene de la vagina de mi novia y pude verlo, su pene era enorme no sabía con exactitud su tamaño pero podía decir que no media menos de veinticinco centímetros de largo y siete de grosor, además de estar lleno de venas que resaltaban y lo hacían lucir apetitoso, tanto que mi boca empezó a salivar. No podía creer que mi novia podía tener todo eso dentro de ella, ahora entendía porque gemía de forma increíble.

Después de sacar su pene, tomo a mi novia por las caderas y con suma facilidad volteo su cuerpo, mi novia a su vez estiro sus manos a su cama para sostenerse y quedo en la posición del “perrito”. El chico se puso en posición y empezó a penetrar de nuevo a mi novia, mientras le acariciaba los senos, yo por ese momento metí mi mano en mi pantalón y comencé a acariciar mi pequeño pene. ¡Pero como gozaba mi novia! Con cada envestida ella gemía más y su cara reflejaba el placer que estaba sintiendo. El cuerpo de mi novia y del chico comenzó a temblar, habían llegado al orgasmo al mismo tiempo, excitado por la situación yo también llegue al clímax.

Apenas había eyaculado, como baje lo más rápido y silencioso que pude y me fui de ahí. Llegue a mi casa cesando, por la situación tan excitante que había tenido, estuve toda la noche pensando en eso y envidiando a Maribel por poder ser penetrada, mientras que yo solo podía imaginármelo. Es que siendo mujer se goza tanto, ¿porque no puedo ser una?

Había observado la increíble penetración a mi novia, pero quería verlo más de cerca y claro poder ver todo con cada detalle. Así que me arme de valor, la invite a mi casa y hable con ella.

―Amor, necesito decirte algo ―le dije con la voz más tranquila que pude hacer en aquel momento tan decisivo.

―Dime.

―Sé que me engañas, lo note en la fiesta y ayer en tu casa ―mientras le decía, note como su cara cambio de expresión y parecía que comenzaría a llorar.

―Lo siento, lo siento quería no era mi intención solo que… ­―la interrumpí con un gesto y ella calló, mientras bajaba su mirada al suelo.

―No te preocupes, te entiendo yo no te podía satisfacer de ninguna manera al fin de cuentas mi pene es diminuto. No me molesta que estés con otros hombres, pero dime aún me amas.

―Sí, te amo. Lo que paso sólo fue un momento de fragilidad, te juro que ya nunca más volveré a estar con alguien más, tómame de nuevo y hazme tuya ―me lo dijo de forma sincera, lo sabía porque la conocía muy bien.

­―Mira, puedes estar con cualquier hombre que quieras en la cama, al fin de cuentas no te puedo hacer gozar como ellos. Pero te pido un favor, que me dejes ver como alguno de ellos te penetra ―su cara se levantó y cambio en un instante, me abrazo y me dio las gracias.

―Bueno, creo que es hora que lo sepas. Yo soy una zorra ―quede confundido con la declaración que me acababa de hacer.

Entonces, ella me empezó a contar sus experiencias. Me contó que cuando tenía trece años conoció a un vecino de 40, que se había mudado enfrente de su casa, el señor era muy amable así que ella pasaba mucho tiempo con él. Hacía con ella cosas un poco extrañas, la sentaba en sus piernas, le solía acariciar el cuerpo y le daba de comer comida que tenía un líquido raro color blanco, después comprendió que ese líquido era semen. Un día ese señor le dijo que le quería enseñar un juego, para ese juego ella se tenía que quitar la ropa, el señor también se desnudó y obviamente la violó. Ella le dijo lo que había pasado a sus padres, pero ella lo dijo de forma inocente pues no sabía que eso estaba mal, así que el señor termino en la cárcel con cadena perpetua pues Maribel no había sido solo su víctima, sino que había muchas mujeres involucradas.

Sus padres la llevaron a terapia y su “recuperamiento” parecía ser rápido, pero lo que ellos no sabían era que Maribel lo había disfrutado y que esa era una de las razones por las que visitaba a su vecino, para ser complacida. Entonces en ella empezó a haber un vacío que no sabía llenar y por ello empezó a involucrarse con muchas personas mayores, para que estos la hicieran sentir placer, también por ello no solía salir con chicos de su edad porque según ella no estaban tan bien desarrollados como los maduros. Me dijo que la razón por la que se convirtió en mi novia, fue por la insistencia se sus padres pero no se arrepentía de ello, pues por mí sentía un afecto especial. También se disculpó por no haberme dicho nada.

Yo acepte las disculpas y le agradecí por contarme aquello que parecía ser tan íntimo, y le insistí en mi propuesta. Ella acepto pero me dijo que muy probablemente, solo la vería coger con un chico porque conocía a las otras personas con las que había tenido relaciones y estos podrían decirles a todos lo pasaba, y ella no quería que yo saliera perjudicado. A mí eso no pareció un problema y ella me dijo que el siguiente miércoles cumpliría con mi solicitud, algo que me dejo bastante feliz.

El día llego, durante la escuela todo fue normal, ella y yo nos la pasamos juntos, pero una hora antes de salir puede notar su impaciencia por salir de la escuela. Por fin la campana que marcaba el final de las clases del día sonó, ella salió casi corriendo y yo traté de seguirle el paso, sabía que ella estaba desesperada por llegar a su casa y acostarse con ese chico. Cuando estábamos llegando pude notar que en su puerta estaba el mismo chico de la fiesta, al parecer esperándonos, llegamos y ella sin decir nada abrió la puerta y pasamos todos.

Ya estando dentro nos presentó, el nombre de aquel misterioso chico al parecer era John. Después de eso Mari nos dijo que tenía que “prepararse”, mientras nos guiñaba un ojo, se fue en dirección a su cuarto no sin antes decirnos que mientras esperábamos nos fuéramos conociendo. John fue quien inicio la plática, me contó que estaba en el último semestre de la carrera de Derecho, que practicaba varios deportes (se podía notar en su increíble cuerpo). La plática duro varios minutos, realmente John no me cayó mal, era un chico bastante ocurrente y gracioso, sabía cómo hacer plática. En medio de la plática escuchamos un grito de Mari avisándonos que estaba lista.

―En un momento vamos ― respondió John, con un grito. ―Mira, Diego, ¿Estás seguro de esto? Yo me acostaba con Mari porque no sabía que tenía novio y la verdad no quiero ser mala onda ―Me dijo con voz amable.

―Tal vez no te lo dijo Mari, pero quien tuvo la idea de esto fui yo. Porque mi pene mide cinco centímetros y yo no puedo satisfacerla, así que decidí que alguien más lo hiciera ― le respondí con voz nerviosa.

Ya no me respondió nada, pero pude notar en su cara que tenía lastima por mí. Entonces sin rodeos le dije: ―Quiero que te vengas en su boca ― solo pude ver un gesto de aceptación. Momento en la que los dos nos levantamos en dirección al cuarto de Mari.

Al entrar pude verla, ella estaba utilizando un vestido rojo de una sola pieza, que le llegaba hasta sus tonificados muslos. Sus zapatos eran de color negro y eran de piso, algo que me encanto (no me gustan los tacones), su pelo estaba recogido en una coleta, obviamente, para que no la molestara al mamar polla.  También estaba maquillada, su maquillaje era muy ligero pero perfecto para resaltar su sus ojos y esos carnosos labios.

Justo al entrar me senté en un sofá que ella tenía en su cuarto, para poder admirar de una mejor manera lo que estaba a punto de ocurrir. Mari, sin decirle nada a John, se acercó a él y comenzaron a besarse su beso fue lento y apasionado, mientras sus lenguas jugaban entre ellas, las manos de John comenzaron a moverse en todo el cuerpo de mi novia; hasta llegar a sus nalgas y ahí quedarse por el tiempo que duro ese maravilloso beso. Mari se separó un momento y movió los tirantes del vestido a un lado, dejándolo caer y dejando a la vista su ropa interior de color rojo que escondía de manera coqueta sus dos grandes tesoros, sus senos y su trasero.

Él se abalanzo sobre ella y comenzó a besarle el cuello, mientras se colocaba detrás de ella, estando detrás siguió con los besos pero ahora en su espalda mientras intentaba quitarle su brasier. Al quitarlo siguió con los besos en la espalda, pero ahora sus manos jugaban con los pezones de Mari y apretaba con sus enormes manos aquellos hermosos y bien formados senos.  Después se puso enfrente de ella y comenzó a lamer sus senos, lo hacía de una forma suave mientras les daba una que otra mordidita, podía ver en la cara de Mari lo bien que lo estaba pasando. Entonces John tomo de la cintura a Mari y la recostó en la cama, comenzó a lamer sus senos de nuevo pero poco a poco empezó a bajar por su abdomen hasta llegar a la tanga, la cual quito en un solo movimiento y la tiró a un lado. Ahora acariciaba con sus manos las piernas mientras poco a poco su boca se acercaba a esa jugosa vagina, la besó y después la lamió con gran habilidad, pude notar que se estaba enfocando en el clítoris.

Mari estaba soltando gemidos, sus piernas se movían de un lado hacia otro y sus manos se acariciaban sus propios senos. Esa escena duro durante varios minutos hasta que el cuerpo de mi novia comenzó a tener convulsiones y ella dio un gemido bastante alto, había tenido un orgasmo. Era increíble aquel chico aún no la penetraba y aun así ella ya había alcanzado el tan anhelado clímax.

Después de ese orgasmo, de parte de mi novia, John se puso de pie y se quitó la camisa tenía un cuerpo increíble, se podían notar que sus músculos estaban bien trabajados. Tenía ganas de dejar mi asiento e ir a tocar ese abdomen que parecía estar hecho de acero, pero obviamente me aguante las ganas. Al recuperarse de su intenso orgasmo Mari se levantó de la cama y se arrodillo ante John, y como una desquiciada le desabrocho rápidamente su pantalón y se lo quitó. Ella comenzó a lamer y darle mordidas a aquel jugoso pene encima del bóxer, provocando de este se humedeciera, dándome a entender que al igual que yo tenía hecha agua la boca.

Mari le bajo el bóxer con los dientes y dejo a la vista esa jugosa verga, que tenía ganas de poder saborear. Era la segunda vez que la vía pero aun así me seguía sorprendiendo su tamaño y las venas que resaltaban de ella. Mari puso sus dos manos sobre aquel pene, sus manos no abarcaban ni la mitad de su tamaño, y la masajeo mientras su boca lamía los testículos que también tenían un gran tamaño. Después dejo de lamer los testículos y beso cada rincón de la rica verga, dejo de masajearlo y la introdujo en su boca. Comenzó por el glande, el cual durante algunos minutos saboreo como un caramelo, pasó mamar la verga tratando de tragársela por completo, pero no podía ni introducir la mitad antes de que le dieran algunas arcadas. Aun así siguió succionando hasta que John la separo y la volvió a recostar sobre la cama.

En ese momento me levante y me acerque a ellos para poder apreciar mejor las cosas. John puso las piernas de Mari en sus hombros, antes de penetrarla con el glande rosaba los labios de la vagina de ella. Ella estaba súper excitada, ―Métemela por favor ―le dijo con una voz de excitación y suplica. Entonces de un solo movimiento le clavo la mitad de esa maravillosa tula, haciendo que ella soltara un gemido de placer, sin dejarla respirar metió la otra mitad, dejando a mi novia en un limbo donde no existía otra cosa que el placer. Yo quedé sorprendido pues de una forma muy rápida ese enorme falo había invadido la vagina de Mari.

John empezó con los movimientos que lo hacían mover hacia adelante y hacia atrás, la cogía de una forma fenomenal. Ella estaba disfrutando a mil ese vaivén, se notaba en como enterraba sus dedos en su cama, además de que con la intensidad las arremetidas de él los senos de ella rebotaban como si estuviese corriendo. Me encantaba escuchar tanto los gemidos de ella como los de él, sus suspiros y el ruido que su piel hacia al encontrarse. Esa cogida duro bastante hasta que él saco su pene y creí que estaban a punto de acabar, pero que equivocado que estaba. La tomo de la cintura y con un movimiento rápido y limpio, la volteo de tal forma que ella estaba en la posición del “perrito”, entonces volvió a metérsela y siguió con su tarea de darle placer. La penetraba mientras sus manos llenaban de caricias a sus senos y le decía alguna que otra palabra “sucia”.

La escena era maravillosa y se notaba que los dos gozaban. Volvieron a cambiar de posición, ahora John se recostó boca arriba en la cama y Mari se puso en cuclillas encima de su polla, Mari con su mano condujo la polla de él y empezó a bajar poco a poco mientras su vagina se comía aquella tula. Cuando ya la tenía completamente dentro de ella, comenzó a cabalgarla de una forma que denotaba maestría en estas artes. Ella subía y bajaba mientras gemía como una loca, esto se prolongó durante un buen rato hasta que la cabalgata de Mari empezó a ser más rápida, pues ella estaba a punto de llegar al clímax. Sus ojos se tornaron blancos mientras su cuerpo se tensaba y sus dedos se enterraban en el abdomen de John.

Cuando su intenso orgasmo termino, se dejó caer en el cuerpo de él. Pero John se levantó y le dijo que se la mamara para que él también terminara. Ella sumisamente se levantó como pudo y comenzó con su tarea, entonces él  tomo con sus manos la cabeza de Mari y le dio envestidas como si se la estuviera follando, provocándole múltiples arcadas. El siguió haciendo lo mismo hasta que le enterró en la boca, la mayor parte de pene que pudo, a Mari y dejo dentro de ella su semen. Por último él saco su pene y dejo que Mari lo terminara de limpiar de los residuos de semen, entonces él se vistió y se fue no sin antes despedirse.

Cuando nos quedamos solos ella volvió a recostarse en la cama, para descansar después del increíble polvo que había tenido. Entonces yo me acerque a ella y ella me dio un beso, durante ese beso pude reconocer el sabor que en la fiesta me había vuelto loco, al parecer ese sabor era del semen de John. Claramente me quede a disfrutar un rato de ese sabroso sabor. Después me despedí y me fui a mi casa.

Antes de dormirme fantasee demasiado sobre estar en el lugar de Mari y ser yo la que estaba siendo cogida, por ese fantástico hombre y su gran polla. Dormí complacido por lo que durante el día había sido testigo.

Las semanas pasaron y los miércoles se volvieron días en los que podía observar como John complacía a Mari. Días en los que fantaseaba poder ser mujer. Durante esas semanas me di cuenta de algo, yo no veía a Mari como mi pareja sino como mi mejor amiga.

Ya solo faltaba una semana para terminar la preparatoria, y se armó una discusión con mi novia. Ella me decía que había yo había sacado seis o menos en matemáticas, pero yo me negaba a eso pues creía que podía sacar mínimo siete. La discusión llego a tal, que le dije que apostáramos a lo que ella acepto. Yo le dije en plan broma que si yo ganaba ella no se acostaría con nadie en seis meses, pude notar su cara de enojo pero antes de hacerle saber que era broma, ella me dijo que estaba de acuerdo pero que si yo perdía me vestiría de mujer.

Me resulto curioso y me gustó la idea, pero me hice el indignado y le dije que yo ganaría. Nunca me había vestido de mujer, pues aunque quería ser una linda mujercita, abandone esa idea antes de si quiera probar usar una prenda femenina.

El día de las calificaciones llego y pude ver que en la hoja que el profe me dio había un gigante seis.

¿Sera que, Diego (Vanessa), por fin se dé cuenta que no necesita una vagina para satisfacer a un macho?

*Durante la historia Vanessa reflexionara antes de dormir, eso es así porque yo suelo hacerlo. Así que es como una pequeña referencia a mi persona.