La historia de una persona común y corriente (2)

Lo que sucedió despues de haber estado con René y Smantha

La historia de una persona común y corriente (2)

Al estar cogiéndome, nuevamente, René me tomo con sus poderosas manos y me colocó en la posición del misionero. De esta forma pude ver mejor su cara. Me gusto su apariencia, tenía unas facciones delicadas y una mirada profunda que sentía que me atravesaba. Por el esfuerzo empezó a sudar profusamente y sus gotas de sudor llegaban a caerme en mi cara. Las probé con mi legua y me gustó su sabor, y a la vez me excitó. Volvió a tomarme con sus fuertes brazos y me puso mis pies en su cuello por lo que mi culo quedó más elevado que mi cara, y por el tamaño de mi cogedor; quede apoyado en el sillón con la espalda, cuello y cabeza. El no perdió perdía el ritmo. Así que muy despacio me metía su verga, en mi culo, y muy despacio lo sacaba. Cuando el sacaba su verga yo apretaba mi culo y cuando me la metía lo relajaba.

Así estuvimos un buen tiempo. El dolor que había sentido al principio se transformo en un placer indescriptible que me hacía pedir que me la encajara, su vergota, en mi gustoso culo. Entonces empecé a sentir de nuevo que mi verga se ponía tiesa y muy erecta, como jamás la había visto, y de mayor tamaño. Cada vez que René me metía su pollón sentía como las paredes de mi intestino lo envolvían como un guante de tan ajustado que quedaba y rosaba ricamente mi próstata haciendo que lanzara gritos de placer.

René, empezó a bufar como un toro y yo a sentir que se verga crecía más. Era el preludio de otra venida. Me dispuse a recibirla. Pero el con un movimiento rápido de la sacó de un golpe y me la metió en la boca, bueno lo que cupo de esa enorme cabeza y me inundó mi boca con chorros de semen, que pensé me iba a dar asco, pero no me gusto su sabor y me comí todo lo que pude, porque se escapó por la comisura de mis labios pequeños chorritos. Que ávidamente los alcanzaba a tomar con mi lengua. Y luego como si fuera un experto le limpie su verga, en toda su extensión, con mi lengua.

Después de pasar un poco la excitación sentí que mi culo me ardía y que algo escurría fuera de él. Palpe con mi mano, esperando sentir un culito errado, y me encontré con la sorpresa de sentir un hoyo abierto por donde salía semen y escasos hilos de sangre. Me asusté, pero entonces Samantha me tranquilizó y me puso una pomada que quitó el ardor y me dejó una sensación agradable. Me acarició el culo con su mano y sentí un cosquilleo muy sensual y deseando que René me volviera a meter su verga hasta que su pubis tocara mis nalgas. Me colocó una toalla sanitaria, que impregnó con la pomada que me había puesto, para evitar manchar con lo que estaba saliendo de mi culo. Y me puso una de sus tangas para mantenerlo en su lugar la toalla sanitaria.

Samantha me ayudó a vestirme y me dijo había tenido mucho gusto en conocerme y que si quería seguir la fiesta me esperaban en hotel donde se hospedaban. Por cierto muy cerca de donde estábamos nosotros. Salí a toda prisa y fui con mis amigos. Ellos estaban muy ansiosos de saber que había pasado, pues me había tardado tanto que el local nada mas esperaba que saliéramos para cerrar.

Les dije que Samantha era una mujer, de cómo estaba vestida cuando llegué y como me la cogí. Di muchos detalles de ella, de su cuerpo y de cómo había sido esa relación sexual. Que me manifestaron su envidia y de su mala suerte de que ellos no habían sido los que hubieran ido a conocerla. Salimos y nos fuimos a pie hacia el hotel, yo me retrase debido al dolor que sentía en mi culo recién desflorado. Pero lo que más me preocupaba era que al caminar sentía como rosaba la toalla sanitaria en mi ojete y me hacía sentir placer, tanto que empecé a sentir nuevamente que mi verga se ponía erecta. Uno de los amigos se dio cuenta y me dijo que traía, que así como iba no se acostaría conmigo porque corría peligro que lo ensartara.

Llegamos al nuestros cuartos, en el hotel donde estábamos, todos entraron menos yo. Les dije que Samantha me había invitado a su hotel y que me disculparan pero me dijo que nada más podía acudir yo. Así que me despedí y me encamine hacia el otro hotel.

Cuando llegué le pregunte al encargado donde estaba el cuarto de Samantha. Me vio con sorna y con una risita burlona y me dijo que era en el tercer piso. Que podía pasar. Ella ya se lo había comentado, que llegaría una persona joven y le diera el pase.

Llegue enfrente de la puerta del cuarto de Samantha y dude en tocar, pero cuando ya me iba a retirar vi a René que abría la puerta. Me hizo una señal con la mano de que pasara. Todo estaba en penumbras y no pude ver quienes más estaban ahí. Sentí una mano delicada, que supuse era la de Samantha, era otra mujer preciosa que me jalo hacia una de las habitaciones. Quise hablar pero me colocó en los labios su dedo índice a manera de señal de que me callara. Me metió en la ducha y me hizo que utilizara un jabón de fragancia muy femenina. Al terminar me dio una bata de baño para secarme. Después me paso a una habitación con mayor iluminación.

Pude ver bien esa mujer. Era una morena preciosa, con una hermosa cara, pechos pequeños a penas cubiertos con una especie de blusa, que parecía un baby doll muy transparente y corto, unos pantaloncitos muy cortos y con abertura a ambos lados que al moverse dejaban ver parte de su pubis y la parte superior de los muslos, por la parte de enfrente, y por detrás dejaban ver sus enormes cachetes de sus nalgas. Estas eran impresionantemente grandes y paradas; sus muslos también eran muy gruesos y sus piernas delgadas con respecto a lo anterior. Esto daba una ilusión óptica de que sus nalgas parecían tremendamente grandes. Bueno si eran muy grandes, pero se le veían bien.

Me sentó enfrente a un espejo e inició a maquíllame. Yo me negaba, pero con esa forma de que parecía que no quería pero por dentro era lo que más deseaba. Me puso unos pechos postizos y un sostén. Luego me jalo hacia atrás mi pequeña verga (porque se me había empequeñecido de la noche a la mañana) con todo y testículos y me los fijo con una especie de tanga que en lugar de tela, por delante, tenía unos labios mayores y menores con un vello púbico bien recortado. Y luego me puso un pantimedia de licra, que me quedo muy ajustada, de color dorado y encima me puso unas medias negras de red. Y luego me puso un vestido suelto de seda. Me dio unas sandalias con una gran plataforma y tacón, como de corcho. Y me dejó el pelo únicamente cepillado. Me pintó las uñas de color rojo.

En esa forma, claro previo ensayo para caminar con esos zapatos, a otra habitación. Donde estaban unos hombres muy elegantemente vestidos, en gran platica. Al entrar yo a la habitación todos guardaron silencio y hubo una serie de comentarios. En eso un hombre de edad y gran vientre se levantó y dijo para que todos lo oyeran. Esta es mi putita yo ya pagué por ella. Así que me hicieron sentarme a un lado de ese hombre; no desagradable, pero un viejo según yo.

Después se apagaron las luces y a media luz Samantha bailo para todos nosotros completamente desnuda. Junto con René que también estaba completamente desnudo con su tremenda verga bien erecta y con un aditamento que se fijaba en su base para hacerla que permaneciera bien parada. Así bailaron sensualmente, acariciándose, mamándose sus vergas, besándose largamente en la boca. Con lo que lograron que la audiencia aullara y gritara y se empezaran a desvestirse, por lo caliente que se habían puesto. Mi dueño se desvistió inmediatamente dejando ver un cuerpo que le hacía falta horas en el gimnasio. Pero al verle lo de más abajo me asustó, pues tenía una verga del mismo tamaño de René pero de color blanco y los vellos púbicos blanco de canas. Esto no auguraba nada bueno para mí culito, que aun me dolía.

Al terminar de bailar, René y Samantha se trenzaron en tremendo 69, asiendo rugir a los espectadores. Mi dueño ni tardo ni perezoso me tomó de la cabeza y me la bajo a la altura de su pollón y tapándome la nariz hizo que abriera la boca y en lugar de tomar aire lo que fue una cabeza de una polla que aun estaba semi-flacida. Así que no tuve otra alternativa que empezar a mamársela y sentir como crecía y se endurecía. Me hizo que la sacara y la metiera en mi boca, que le pasara la lengua de arriba y abajo. Y que chupara unos huevos enromes que parecían de toro semental, apenas me cupieron en mi boca. Así estuve hasta que me dolió la boca de tanto tiempo mamando. Pero el resultado que vi cuando me quito de mi encargo me hizo que me sintiera orgullosa (ya estaba pensando en femenino). Su verga era digna de admiración, gruesa, y larga y con una gran cabeza. Entonces lo que hizo me sorprendió, por la fuerza que demostró, me rompió las pantimedias de licra y la tanga. Únicamente me dejó la parte de las pantimedias que estaban cubiertas por las medias de red. Unto mi ojete con abundante saliva y me hizo que me sentara sobre su verga. Al írseme introduciendo sentía que llegaría hasta mi boca

Esta historia continuará….