La historia de una persona comun y corriente (1)

Les contaré lo que me sucedió despues de haber cumplido los 18 años. Lo que cambió mi vida

La historia de una persona común y corriente (1)

Les contaré lo que me sucedió después de haber cumplido los 18 años. Hasta antes de esa edad me consideraba un muchacho típico de una población rural, muy conservadora. Pero algo sucedió que cambió mi vida.

Era un joven deportista de altura mediana, de complexión delgada, con el cabello rubio ensortijado de un largo que me llegaba hasta los hombros. Con una cara con aspecto aniñado y lampiño. Pero con un órgano sexual que causaba envidias y desencadenaba bajas pasiones; en los hombres y en las mujeres respectivamente. Pues mi polla medía en erección unos 20 cm. con un diámetro de 6 cm. y remataba con una buena cabeza. Algunas de mis compañeras me consideraban guapo. Había tenido novias, pero nada serio. En el aspecto sexual me consideraba afortunado, pues había salido con algunas mujeres mayores que yo y me habían enseñado lo suficiente para ser casi un experto. Había un pero con ellas, que me gustaba más tener relaciones anales que por la vagina. Eso me volvía loco. Por ello me llamaban entre ellas "el analimal". Eso me gustaba pues mujer que salía conmigo ya sabía a lo que iba.

Así transcurrió, ese tiempo de mi juventud. Pero hubo algo que me cambió mi vida 180 grados. Al salir de vacaciones de la escuela. Toda la pandilla hicimos un viaje a la capital del estado, con una duración de 5 días. Todos los días fueron de fiesta. Conocimos mujeres, a las que hicimos presa de nuestras vergas. Para mí fue magnífico, porque la mayoría quería llegar vírgenes al matrimonio, así que las relaciones siempre fueron anales y sin tener que tocar su tesorito. El último día fuimos a un centro nocturno donde se presentaba un espectáculo travesti. Esa fue mi perdición.

Al entrar, nos dieron las mesas próximas al escenario. Así que pudimos ver el espectáculo a menos de 2 metros. Hubo bailarinas, bailarines, cantantes que imitaban a artistas de moda. Y la estrella era una hermosa rubia de 180 cm. de altura, con unas zapatilla de plataforma y tacón elevado. Muy hermosa, con grandes caderas, unas nalgas paradas y unos pechos impresionantes. Al principio salía con un vestido que cubría el cuello y llegaba hasta los pies. Pero a medida que pasaba en espectáculo se iba quitando la ropa hasta quedar con una pequeña tanga, arriba de unas pantimedias de red, con un hilo dental tan delgado que parecía que no existía. Sin sostén mostrando un par de tetas enormes con unas areolas rosas con unos pezones grandes y parados. Que con los movimientos cadenciosos de su cuerpo temblaban y se bambolean. Desde que inició su baile, ella no dejó de observarme, su vista seguí mis ojos hasta hacerme sentir incomodo.

Al término de su actuación. La discusión en nuestra mesa fue acerca de que si era hombre o era mujer. Yo apostaba a que era la única mujer en la compañía. Para salir de dudas fui comisionado para investigar. Esperé hasta el final de espectáculo. Y con la llave que abre todas las puertas, con un buen billete al mesero. Me dejó pasar a los camerinos de los artistas. Busque el de Samantha (que así se llamaba) y alguien me ayudó a encontrarlo. Toque a la puerta y escuche una voz femenina y sexy diciéndome que entrara. Al pasar lo que vi me quito el habla. Samantha se encontraba desnuda y únicamente le cubría una bata transparente que dejaba ver todo su hermoso cuerpo. Con esa vista mi entrepierna comenzó a aumentar de volumen. Ella se fijo en eso y me ofreció asiento. Quede enfrente viendo semejante cuerpo escultural. Ella tenía la bata abierta dejando ver desde sus muslos hasta sus pechos, pero tenía las piernas cruzadas; así que no podía ver lo que había por debajo de su pubis. Esa vista hizo que mi aparato de pusiera tan tieso que no lo podía disimular.

Entonces le dije que había tenido una discusión con mis amigos acerca de su sexualidad. Ella únicamente soltó una carcajada y me dijo que me acercara. Que viera por mi mismo lo que ella tenía. Al levantarme de mi asiento ya no fue posible ocultar mi verga tiesa y dura como nunca había estado. Por más que hice no pude ocultarlo. Entonces la puse hacía arriba, pero salía parte de ella por el pantalón, dejando la cabeza libre. Ella se dio cuenta de eso y lo que hizo, cuando me acerque, fue revisarme como lo hace los policías. Y al tocar la cabeza hinchada de mí verga, atreves de mi camisa, me preguntó que arma tan grande portaba. Me dijo que la tenía que decomisar. Así que me bajo los pantalones junto con los bóxers hasta las rodillas. Dejando mi animal al aire. Samantha lo tomo con sus delicadas manos y grandes uñas pintadas y lo empezó a acariciar. Y en forma súbita se lo metió en la boca; todo lo que pudo que fue bastante. Y me inició a dar una tremenda mamada con lo que sentía casi que me vaciaba. Pero ella tomo mi verga de tal modo que lo impidió. Continúo mamándomela hasta casi sentir que estallaba. Entonces me dijo que la besara lo que hice inmediatamente y como me había enseñado mis maestras. Sentí como gemía, y me bajo mi cabeza para que le mamara las enormes tetas. Lo que hice, tratando de pulir mi técnica, para no desilusionarla.

Con un movimiento brusco, se hincó en el sillón donde estaba sentada y me ofreció lo que más me gustaba. Al ver semejante grupa de yegua fina, en mi cara procedía a mamarle el culito, metiendo mi lengua lo más profundo que pude, le di lengüetazos y la lubrique lo más que pude con mi saliva. Me dijo que se la metiera. Para mí fue más que una súplica una orden. En la posición en que estaba Samantha me facilitó la entrada. Primero de la cabeza, que tuve que hacer un esfuerzo extra para que entrara, pues su hoyito estaba muy estrecho. Con esto ella dio un pequeño grito de dolor y placer. Pero cuando le tenía toda la verga adentro de sus intestinos ella gritaba de placer. Con sus manos me fue dando el ritmo con el que quería ser enculada, ya que si empujaba muy fuerte y rápido sus manos me detenían apoyándose en mis muslos. Así estuvimos por un tiempo prolongado. Hasta que ya no pude más y me vacié en su ojete, toda la leche acumulada esa semana.

Se dejó caer sobre el sillón haciendo que se saliera mi verga de su ojete. Entonces me fije, al estar observando cómo le escurría mi semen por sus muslos, que no había el orificio que debería de estar por delante de culito. No tenía labios mayores ni menores ni vagina. Había gozado como nunca, pero ahora sabía que no me había cogido a ninguna mujer. Sino a un hombre, que tenía todas las características de una hermosa mujer. Lo primero que se me ocurrió fue salir corriendo de ese camerino lo más rápido posible, pero mis pantalones y bóxers hasta las rodillas me lo impidieron. Al llegar a la puerta me tope con una afroamericano enorme, desnudo, únicamente una especie de taparrabos le cubría. Me dijo Samantha que era su escolta personal.

El gigante de ébano me tomó entre sus brazos y le preguntó a Samantha que quería que hiciera conmigo. Ella le dijo que me hiciera exactamente lo que yo había hecho con ella. Me desnudó delicadamente, me acostó en el sillón y procedió a mamarme mi hoyito. Lo hizo con una lengua enorme, ese era un mal augurio para mí. Si su lengua era enorme como sería su verga. Esta pregunta me la contestó rápido al apoyar su aparato sobre mi muslo.

Continuó mamándome mi culito y luego procedió a meterme de uno en uno los dedos de su mano. Y después me metió un consolador de poco grosor. Este lo estuvo metiendo y sacando. Al principio opuse resistencia, pero después me dejar llevar dócilmente. Y al final comencé a sentir placer. Principalmente cuando estuvo con el dildo trabajando mi ojete. Al final comencé en forma involuntaria a mover mi cadera con el ritmo que él daba al estar trabajando mi ano. Entonces escuché una voz muy sensual, era Samantha, que me decía que si eso me estaba gustando que me esperara cuando recibiera la tremenda vergota de René (que así se llamaba el Negrón).

Samantha me llenó mi ojete con abundante lubricante. Y entonces René me enseño su tremendo aparato. El mío que estaba completamente erecto parecía un enano con semejante cosa. Empezó a metérmelo delicadamente, centímetro a centímetro. Cuando me quejaba de dolor se detenía. Para luego continuar. Al principio sentí dolor intenso, pero este se transformo poco apoco en placer, y después en un estallido de placer. No supe cuando logró meter tremenda verga en mi pequeño culito. Porque de repente sentí su pubis que empujaba en mis nalgas. Así siguió, dándome placer, que casi creí que me iba a volver loco de gozo, hasta que llegue a eyacular más semen que cuando me había cogido a Samantha. Después sentí su lavativa de semen y como palpitaba su verga dentro de mí. Sentí sus espasmos de su cuerpo, ya que me tenía rodeado con sus brazos. Su olor de macho me gustó y me excitó, que me hizo apretar el culo evitando que sacara su verga. Entonces volvió a metérmela y sacarla, como al principio, golpeándome nuevamente con su pubis mis nalgas. Su verga volvió a la erección inicial. Me cogía de nuevo pero más despacio sin mucha prisa

Esta historia continuará….