La historia de Rubén (9)

Estábamos en casa una mañana con Bea y me llamó Aurora...

Estábamos en casa una mañana con Bea y me llamó Aurora, una de las gemelas, me preguntó cómo estaba, que ya sabía por su padre que todo iba muy bien, que nos quería invitar a cenar el domingo a los dos en su casa, yo le dije que trabajaba y ella me contestó que no me preocupara que lo tendría libre, se despidió de mi hasta el domingo.

BEA: ¿Qué pasa?

YO: Qué nos han invitado las gemelas a cenar el domingo en su casa.

BEA: ¿Pero tú no trabajas?

YO: Pues eso le he dicho, pero me ha asegurado que lo tendría libre.

BEA: Que trabajo más raro tienes chico.

Me encogí de hombros, le cogí la mano y la besé mirándole a los ojos, me sonrió y la llevé a la cama, nos quedamos de pie al lado, le quité la camiseta, le acaricié las tetas suavemente erizándole los pezones, suspiró y levantó la cabeza mientras le besaba y lamía el cuello, la estiré quitándole el pantalón, no llevaba bragas y la dejé en bolas, me desnudé mirándola estirada con aquel cuerpazo, ella reía de ver mi cara de salido, le separé las piernas metiéndome en medio lamiéndole los muslos, fui subiendo poco a poco siguiendo por las ingles, el vello púbico dándole vueltas al chichi estrechándolo cada vuelta un poco más hasta llegar al medio del coño, gemía despacio disfrutando cada movimiento de mi lengua, de golpe le pegué un lametazo de abajo arriba, pegó un grito levantando la cabeza mirándome sorprendida, le fui dando uno detrás de otro, haciéndole mover todo el cuerpo de gusto, se levantó de golpe cogiéndome por los hombros estirándome en la cama, se puso encima cogiéndome la polla, metiéndosela entera en la boca sacándola poco a poco, chupándola con tanta fuerza que me ponía los pelos de punta, lo hizo un par de veces más sacándome unos gemidos enormes, me miró sonriendo y se la metió en la vagina hasta el fondo cabalgándome suavemente, levantando la cabeza mirando al techo soltando el aire muy despacio, mientras yo le acariciaba los pezones, pasó poco tiempo que empezó a correrse gimiendo, moviendo las caderas muy despacio temblándole todo el cuerpo, se estiró besándome, dejando mi polla palpitando, nos giramos, le abrí bien las piernas metiéndosela de nuevo, follando moviendo mis caderas cada vez más rápido, sin parar de decirle lo que llegaba a quererla, y como disfrutaba haciéndole el amor, me corrí con su mano acariciándome el pelo y la otra apretándome el culo, me atrajo hacía ella con la mano de la cabeza abrazándome muy fuerte diciéndome lo feliz que era.

Al medio día me llamó Juan, mi amigo y ex compañero de trabajo, para quedar conmigo y hablar un rato que hacía tiempo que no nos veíamos, quedamos al día siguiente para tomarnos una cerveza en un bar, por la noche estaba a punto de cerrar la caja cuando apareció el tipo que me tenía que sustituir, para decirme que Vladimir le había dicho que me sustituyera el domingo por la noche y el lunes, para que descansara un poco, pensé que las gemelas ya habían hecho de las suyas con su padre, cuando cambiamos los maletines en el parking y subía en el ascensor recibí un mensaje de Vladimir.

“Ahora que ya has cambiado la mercancía, ¿has hablado con el sustituto?”

YO: “Sí”

VLADIMIR: “Qué te lo pases bien, un abrazo”

La madre que lo parió, será verdad que se entera de todo el tío ese pensé, me metí en la cama y me dormí.

Por la mañana le confirmé a Bea que teníamos vía libre el domingo para cenar con las gemelas y el lunes tendría fiesta, le pedí si podía organizarse el lunes para hacer alguna salida y comer fuera, estuvo encantada. Poco después salí de casa para encontrarme con mi amigo en el bar acordado, aparqué delante y él me miraba desde dentro, no saludamos.

JUAN: ¿Y ese coche?

YO: Coche de empresa tío.

JUAN: Joder, yo también quiero trabajar contigo, ¿y se cobra bien?

YO: Bueno, lo suficiente para vivir tranquilo.

No quise darle más explicaciones, si a mí todavía me parecía raro, explicárselo a alguien podía ser un caos. Pedimos un par de cervezas y fuimos hablando de cosas sin demasiada importancia, de pronto me dice.

JUAN: Mira, mira al otro lado de la calle.

Vi caminando a Mónica mi ex al lado de Vanesa, estaba guapísima vestida con una minifalda y una blusa a juego, entraron en el bar de enfrente sentándose en una mesa al lado de un ventanal, desde donde estábamos las podía ver perfectamente.

JUAN: ¿Sabes alguna cosa de ella?

YO: No, ni me interesa.

JUAN: ¿Y eso?, si estabas loco por ella.

YO: Coño Juan, hasta que me dejó por alguien de su trabajo, o es que ya no te acuerdas joder, además, ahora soy muy feliz con mi pareja, estamos viviendo juntos y me llena la vida como no la había tenido nunca.

Juan se alegró de que me fuera también y seguimos hablando de cómo le iba a él, nos despedimos y quedamos en no dejar tanto tiempo sin vernos.

El domingo nos levantamos contentos de tener todo el día para nosotros hasta la hora de la cena, aprovechamos para descansar, mirar series y estar juntos como dos enamorados perdidos, por la tarde Bea empezó a buscar ropa para ponerse, quería darles buena impresión a las gemelas, fue amontonando ropa sobre la cama que parecía un mercadillo, yo la miraba riendo por lo preocupada que la veía por la ropa.

BEA: ¿Quieres dejar de reír como un tonto y ayudarme coño?

Cogí un vestido de los que había tirado encima de la cama.

YO: Pruébate este por favor.

Se lo puso y le quedaba increíble, era cortito, muy fino de tela y con un buen escote que le dejaba unas tetas impresionantes sin sujetador.

YO: Nena, yo no me lo pensaba más.

Ella se miraba en el espejo dando vueltas para aquí y para allí.

BEA: ¿No es un poco atrevido?

YO: ¿Atrevido?, venga mujer si te sienta de maravilla, además, ahora que puedes enseñar ese pedazo de cuerpo que tienes lo vas a desaprovechar, ¿cuando quieres ponértelo, cuando no se te aguanten las tetas y te cuelguen por todos lados?

Me tiró a la cara una camisa que cogió de encima de la cama riendo, me abrazó besándome.

BEA: ¿De verdad crees que tengo un cuerpazo cariño?

YO: Mi niña solo hay que verte, estás para mojar pan.

Se descojonó de risa quitándose el vestido para meterse en la ducha, me busqué en el armario algo cómodo para ponerme y lo dejé encima de una silla, me duché después que ella, me vestí y la esperé en el sofá escuchando música, salió con el pelo recogido dejándose un poco de flequillo y la cara pintada discretamente, estaba preciosa, dio una vuelta sobre si misma enseñándome el modelito.

YO: Estas guapísima cariño, ¿y debajo que tal?

Me miro sonriendo y se levantó la falda del vestido dando otra vuelta para que le viera un tanga blanco.

YO: Madre de Dios como va mi niña, no sé si voy a aguantar toda la noche sin tirarme encima de ti.

Se le notaba en la cara lo contenta que estaba, salimos de casa, llamamos desde la puerta del jardín de las gemelas, nos abrieron y salieron a recibirnos a la puerta de casa, mientras atravesábamos el jardín.

BEA: Ostia, y yo preocupada por si mi vestido era corto, has visto como van esas dos.

Joder si me había fijado, llevaban unos vestidos enganchados al cuerpo casi iguales de diferente color, tan cortos que un poco más y se les veía el chichi, se saludaron con Bea con dos besos presentándose, aquella noche sabía qué Anabel era la del vestido granate y Aurora la del gris si no nos engañaron, a mí con un abrazo clavándome las tetas en el pecho, me puse colorado del saludo, Bea reía divertida, entramos y nos invitaron a tomar algo antes de cenar.

YO: Pensaba que vuestro padre también estaría.

ANABEL: El nunca está, siempre está de aquí para allá sin parar.

BEA: Es una casa muy bonita.

AURORA: Tú sí que eres bonita, no me extraña que Rubén ya no venga a vernos.

Me lo estaba imaginando, o le acababan de tirar los tejos a mi novia descaradamente delante de mí.

ANABEL: Sí, hacéis una buena pareja.

Bea me cogió de la mano, yo le daba un trago a la cerveza.

BEA: Es un sol y folla de maravilla, aunque supongo que vosotras ya lo sabéis.

Me salió la cerveza por la nariz, devolviéndola al vaso al escuchar aquello, no me podía creer que Bea hablase así, me miraban las tres riendo.

YO: Vale, vale, ya está bien coño, ¿vamos a cenar o qué?, me estáis poniendo nervioso.

Tuvimos una cena muy agradable en la que las tres congeniaron de puta madre, no paraban de hablar y reír, cuanto más vino bebíamos más divertida era la noche, después tomamos unas copas, pusieron música y bailaban las tres delante de mí mirándolas con la copa en la mano, que maravilla ver aquellos tres cuerpos moviéndose, las gemelas no se preocupaban ni de bajarse el vestido enseñando el tanga sin ningún pudor, nos despedimos de ellas efusivamente y quedamos en repetirlo, Bea quedó encantadas con ellas, volvimos para casa.

BEA: Que bien me caen, que simpáticas, y no me habías dicho que eran tan guapas cabroncete.

YO: Bueno, yo…

BEA: Ya, ya, no digas nada anda.

Llegamos a casa y nos fuimos a dormir, los dos llevábamos un puntillo del alcohol que no estábamos para muchas alegrías.

El lunes nos levantamos y cogimos el coche para ir a pasear a un pueblo de la costa, miramos algunas tiendas que Bea aprovechó para comprarse alguna prenda de ropa, acabamos caminando dentro de un puerto buscando un restaurante para comernos una paella, vimos un barco enorme atracado, se llamaba “Akuaries I”, de frente a nosotros caminaba un hombre fuerte, alto, rubio, con ojos azules, en bermudas y un polo que ponía el nombre del barco, Bea lo paró para preguntarle si sabía de un restaurante que hicieran la paella buena, yo creo que lo hizo para mirárselo bien y hablar con él, muy amable nos indicó uno, cuando llegó a la altura del barco salió corriendo un mujer rubia monísima que se le tiró encima, rodeándolo con sus piernas a la altura de la cintura, abrazándolo y besándolo con pasión, nosotros miramos como se la llevó para dentro sin dejar de besarla, seguimos caminando.

YO: ¿Qué tío no?

BEA: ¿No te has fijado en el paquete que marcaba?, madre de Dios, no me extraña que la chica este loca por él.

YO: Serás cabrona, ¿lo has parado para mirarle el paquete?

BEA: Ostia, es que no se ven cosas así todos los días.

Reímos llegando al restaurante, pedimos una mesa en la terraza, cuando estábamos por la mitad de la paella llegó la pareja del barco, sentándose en una mesa reservada cerca de la nuestra, él muy amablemente nos preguntó si estaba buena, hablamos un ratito los cuatro y cada pareja se dedicó a su comida, no sé que tenía aquella pareja que no parábamos de mirarlos, bueno supongo que Bea se lo miraba a él y yo me la miraba a ella.

BEA: Es que son muy guapos los dos, ¿no te parece?

YO: Bueno, sí, puede que sí.

BEA: Venga joder, si no le has quitado la vista de encima a la rubia desde que se ha sentado.

YO: Perdona, sí cariño son muy guapos los dos.

BEA: Y que cara de felicidad, claro que con la polla que debe tener ese tío no me extraña que ella esté contenta.

YO: La madre que te parió, me estás diciendo que la mía no está a la altura.

BEA: No tonto, la tuya es la perfecta para mí, no te cambiaría por nada, calla, calla que la están llamando a ella.

Joder con la obsesión que cogió con aquella pareja, se quería enterar de todo, la chica descolgó el teléfono.

RUBIA: Hola Irene cariño, ¿cómo estáis?..., claro que quedamos el viernes, veniros a casa que con Luis estamos pensando en unas cuantas cosillas…, no te preocupes lo pasaremos bien…, un beso a José María de los dos.

BEA: Lástima que la conversación no ha dado para mucho.

Acabamos los postres, pagamos, nos despedimos de la pareja feliz y fuimos a buscar el coche para volver a casa, conducía por la autopista y le puse la mano encima del muslo a Bea, le subí la falda y le metí la mano en el coño por encima de las bragas.

YO: ¿Te has puesto cachonda con aquellos dos cariño?

BEA: Me pones cachonda tú metiéndome mano mi amor.

Abrió las piernas para que pudiera tocárselo bien, le aparté las bragas y le metí dos dedos frotándoselo, se empezó a mojar, me miró excitada bajándome la cremallera del pantalón, metió la mano dentro sacándome la polla pajeándola, se agachó de lado metiéndosela en la boca iniciando una mamada de puta madre mientras conducía, le pasé la mano por detrás buscándole el culo metiéndole un dedo dentro del coño, Bea se levantó pasándose la mano por la boca.

BEA: Me estoy poniendo cachonda, cachonda.

YO: Hazte una paja mi amor.

Me miró y sin decir nada se bajó las bragas a los tobillos, abrió las piernas subiéndose la falda tocándose, con la otra mano me cogió la polla, empezó a gemir por el contacto de su mano con su coño, a mí me costaba mantener la vista en la carretera, después de un rato la mano que me sujetaba la polla empezó a descontrolarse, su cuerpo se movía sin parar y se corrió de puta madre pegando unos gemidos de la ostia.

BEA: Joder que bueno, y tú prepárate que cuando lleguemos a casa te voy a dejar seco.

Me guardé la polla dentro del pantalón.

YO: Calla coño que me pones cachondo.

Acercó su boca a mi oído.

BEA: Te voy a pegar una mamada mi amor que vas a alucinar.

YO: Que cabrona estás hecha nena.

BEA: Y después dejaré que me la metas en el culo hasta que te corras como un animal.

YO: Cállate joder, o paro aquí en medio de la carretera y te la meto ya.

La tía se descojonaba de risa subiéndose las bragas.

Cuando cerré la puerta de casa la cogí por la cintura levantándola en el aire, sentándola en el sofá, me puse delante suyo bajándome la cremallera, desabrochándome el botón del pantalón bajándomelos con los calzoncillos, me miraba sonriendo, le cogí la cabeza acercándole la polla a la boca, la abrió un poco y le metí la punta cerrando los labios alrededor, se la fui metiendo notando sus labios apretados, me puse a cien, me cogió por el culo apretando hacía ella, podía notar sus labios en la base de mi ciruelo, movía la cabeza con pequeños tirones adelante y atrás, como me ponía ver toda mi polla dentro de su boca, succionó unas cuantas veces temblándome las piernas pensando que me corría, se la saqué pidiéndole que se girara.

Muy despacio, mirándome riendo se giró, apoyando las manos en el respaldo subiendo las rodillas al sofá sacando el culo, le levanté la falda, le bajé las bragas de un tirón, me mojé dos dedos para lubricarle el culo metiéndoselos poco a poco, ella por el medio de sus piernas me agarró la polla orientándola a la entrada, empujé un poco metiéndole el capullo, dio un grito volviéndola a sacar, pensé que le había hecho daño, la volvió a colocar metiéndosela de nuevo, me puso una mano en el muslo para que parara en aquella posición, esperé un poco con la polla palpitando, cambió la mano del muslo al culo empujando para que apretará un poco más, lo hice metiéndole la mitad más o menos, su mano me volvió a parar un momento volviendo a empujarme por el culo metiéndola del todo, ella me marcaba cuando sacarla o cuando meterla despacio, después un poco más rápido y más tarde cuando se dilató del todo me dejo ir a mi aire con la follada, noté que la misma mano por debajo me cogía los huevos apretándolos y soltándolos suavemente sin parar, al poco tiempo le dejé ir unos disparos de leche dentro de su culo corriéndome como una bestia, siguió amasándome los huevos hasta que descargué la última gota quedándome que no me aguantaba de pie, se levantó subiéndose las bragas, me dio un beso en los labios y se fue a la ducha, yo me senté en el sofá con la polla derrotada recuperándome, al rato salió Bea duchada en camiseta y bragas.

BEA: ¿Todavía estas aquí?

YO: Me has destrozado amor.

BEA: Venga metete en la ducha y yo preparo unas copas para tomarnos.

Cuando salí habían unos gin tonics encima de la mesita, había puesto música y me esperaba sentada en el sofá, me senté con ella besánadola.

YO: ¿Eres feliz mi amor?

BEA: Cómo nunca en mi vida cariño.

Pasaban los días muy tranquilos, yo ya estaba hecho al trabajo y ya era como cualquier otro con sus rutinas, un día cuando llegué al garaje del trabajo y haber cerrado la puerta vi que dentro había otro coche aparcado, salí despacio de mi coche un poco acojonado y se abrió una de las puertas de delante, saliendo un guardaespaldas de Vladimir, respiré tranquilo, abrió la puerta de atrás y me hizo una señal para que me acercara, miré dentro y Vladimir me indicó que entrara, cuando entré el hombretón cerró la puerta.

VLADIMIR: ¿Cómo estás Rubén?

YO: Muy bien, hacía días que no te veía.

VLADIMIR: Es verdad, ya sé que todo va viento en popa y lo estás haciendo bien, pero necesitaría que mañana me hicieras un favor.

YO: Lo que tú quieras, ¿qué tengo que hacer?

Cogió un paquete un poco más grande que una caja de zapatos y me lo puso encima de las piernas.

VLADIMIR: Guárdalo en el maletero de tú coche, mañana te enviaré una dirección, te presentas a las diez en punto, pero en punto, ni un segundo antes ni un segundo después, a quién te reciba le dices que le traes un paquete al Sr. Akiyama de Vladimir, cuando estés delante de él le saludas con el saludo japonés, sabes cómo es ¿no?

YO: Inclinándome quieres decir.

VLADIMIR: Exacto, te inclinas con los pies juntos y la espalda recta pero no demasiado, solo un poco, le entregas el paquete y te despides de la misma manera, no tienes que decir nada, ¿lo has entendido todo?

YO: Sí claro, no es mucha cosa para recordar.

VLADIMIR: Perfecto, después me envías un mensaje diciéndome que el paquete ha sido entregado y listo, no te preocupes que este favor te lo pagaré aparte.

Se fue, yo guardé el paquete un poco acojonado, porque todo lo que tenía que hacer para él me sonaba a película de gansters, al día siguiente me despertó un mensaje en el móvil, lo miré y era una dirección que me enviaba Vladimir, le dije a Bea que tenía que salir un momento para hacerle un recado al jefe, llegué cerca de la puerta donde tenía que hacer la entrega cinco minutos antes, esperé en el coche y cuando faltaban unos veinte segundos para las diez salí con el paquete, contando los segundos, calculé los pasos para abrir la puerta justo cuando fueron las diez, entré y un japonés que estaba sentado en una silla se puso de pie mirándome no con muy buena cara.

YO (nervioso): Traigo un paquete para el Sr., Sr. Akiyama de Vladimir.

Ostia puta casi no me acuerdo del nombre, hubiera empezado bien la mañana, el “japo” me repasó de arriba abajo haciéndome una señal para que le siguiera, me hizo entrar en una habitación desapareciendo por una puerta, al momento entraron dos tíos igual de grandes que los guardaespaldas de Vladimir, pero con los ojos estirados, colocándose cada uno a un lado de la puerta, mirándome como si yo hubiera matado a alguien, tragué saliva, poco después apareció un japonés pequeñito y mayor, con la cara arrugada, vistiendo un traje que parecía muy caro, no le quitaba el ojo al paquete que yo llevaba en las manos, me incliné un poco, el viejo movió la cabeza otro poco y estiró las manos para que se lo entregara, al cogerlo dio media vuelta desapareciendo por donde había venido, con los dos tipos enormes detrás cerrando la puerta, me quedé solo en la habitación, miré a un lado, al otro, y salí despacio por donde había entrado, al llegar al coche y ponerlo en marcha circulando respiré profundamente, joder, es que cada tipo que conocía relacionado con Vladimir me ponía los pelos más de punta, entonces recordé que tenía que enviarle un mensaje para confirmarle la entrega, saqué el móvil del bolsillo mirándolo y en ese momento me estaba dando el alto un policía, no me podía creer que por una vez en la puta vida que sacaba el móvil conduciendo me pillaran como un pardillo, paré a un lado.

POLICIA: Me deja la documentación del coche por favor.

YO: Perdone señor agente, solo estaba sacando el móvil del bolsillo.

POLICIA: Ya, ya, la documentación por favor.

Abrí la guantera sacando una funda de plástico con varios papeles, como no sabía qué coño me pedía se los entregué todos, él los abrió mirándoselos, los cerró de golpe y me los devolvió.

POLICIA: Perdone señor, ya puede seguir circulando.

Paró el tráfico para que pudiera incorporarme otra vez a la calle, dejándome sin palabras, ¿pero que le había pasado aquel hombre?, paré un momento a un lado en un sitio seguro y le envié el mensaje a Vladimir, aquella noche mientras trabajaba vino a verme el sustituto ayudándome un rato, cuando estaba a punto de marcharse me entregó un sobre de parte de Vladimir, cuando se fue lo abrí, habían como cinco mil euros, se me quedaron los ojos y la boca abierta un buen rato, ¿qué coño entregué por la mañana que se pagara a cinco mil euros el viaje?, me puse contento, pero por otro lado no era tan tonto, sabía que aquello no era muy normal, llegué a casa dejándolo encima de la mesa.

Cuando nos levantamos al día siguiente se lo enseñé a Bea, a ella tampoco le hizo mucha gracia aquello, pensamos en guardarlo en casa, era demasiado dinero para ingresarlo en el banco, lo esconderíamos y tiraríamos de él para los gastos de cada día, compramos ropa y zapatos para los dos renovando parte del armario.

Pasaron varias semanas, me llamó Vladimir para otra entrega igual que la anterior, lo hice exactamente igual y me cayó otra “propina”, a la semana otra con otro sobre, llegó un momento que se nos acumulaba el dinero y no sabíamos ni donde guardarlo, decidimos guardar un poco en casa para ir tirando de él y lo demás meterlo en la caja de seguridad de un banco, al poco tiempo la caja la tuvimos que cambiar por otra más grande, Bea y yo cada día estábamos más asustados.

Un tiempo más tarde nos acostumbramos a ir a los mejores restaurantes, pasar las vacaciones a todo lujo donde nos salía del coño, cambiamos mi viejo coche por un cuatro por cuatro que a Bea le hacía ilusión de tener, con ese tren de vida el susto se llevaba bien.