La historia de Rubén (17)

Me levanté pronto porque no podía dormir medio resacoso de la noche anterior...

Me levanté pronto porque no podía dormir medio resacoso de la noche anterior, me duché y me puse algo sencillo, un tejano sin cinturón, una camisa y unos mocasines, desayunamos todos juntos y esperamos que llegara Santiago para acompañarme a comisaria, me despedí de las chicas bastante rápido abrazándolas y besándolas a las tres, no quería hacer un drama de la despedida aquel día, me fui con Santiago animándolas a ellas a tirar para adelante, pero la procesión me iba por dentro. Dentro del coche dirigiéndonos a comisaria Santiago me explicó todos los pasos que irían sucediendo a partir de aquel momento.

SANTIAGO: ¿Tienes alguna duda Rubén?

YO: Santiago, ¿las cárceles son como nos las imaginamos los que nunca hemos estado dentro?

Al hombrecillo duro de la cara de cartón le cambió el rostro mirándome fijamente, creí ver que se le ablandaba el gesto mirándome con cariño, me cogió de la nuca zarandeándomela un poco.

SANTIAGO: Siempre has sido un buen chico, no te preocupes por la cárcel, pasaras muchas horas en la celda, no es como en las películas, piensa en hacer algo para distraerte.

YO: Pero, ¿eso de que te dan por culo y tal?

SANTIAGO: No hombre no, eso son películas, te vas a aburrir un montón eso sí, por eso te digo que pienses en hacer algo.

YO: ¿Algo como qué?, no sé.

SANTIAGO: Escribe por ejemplo, escribe tú historia, nos vendrá bien para el juicio que la tengas fresca en tú memoria.

Llegamos delante del edificio, caminábamos hasta la puerta y a mí me empezaron a temblar las piernas, levanté la cabeza mirando el sol, cerré los ojos notando el aire en mi cara, pensando en el tiempo que podría pasar sin poder hacerlo en libertad, Santiago se identificó con un policía que había en la entrada y nos dejaron entrar, al pasar por el lado del policía.

POLICIA (hablando bajito): Animo jefe, intentaremos cuidar de usted.

Miré sorprendido a Santiago, me devolvió la mirada haciendo un gesto con los hombros, indicándome que era uno de los que teníamos en nómina, preguntó por un inspector que salió de un despacho, le dio mi documento de identidad y le dijo quien era, me miró sorprendiéndose, pegó un grito y toda la comisaria se paró mirándome, parecía que habían detenido a “Jack el destripador” de las caras que ponían, unas cuantas personas se pusieron en movimiento, me llevaron a una estancia, dijeron que dejara todo lo que llevaba en una bolsa, Santiago metió mi documento de identidad y les dijo que ya la podían cerrar, no llevaba ni móvil, ni anillos, cadenas, reloj o cualquier cosa que se pudieran quedar allí, me pusieron delante de una cámara de fotos para ficharme con aquella pared que siempre vemos detrás, el flash se disparaba y por mi cabeza pasaba como en una película toda mi vida, dicen que antes de morir pasa eso, pues a  mí me pasó sin ninguna intención de irme al otro barrio, por suerte el último fotograma era de mis chicas riendo y jugando en la piscina, me hizo dibujar una sonrisa en mi cara, una voz me sacó del letargo.

VOZ: Por favor no sonría.

Era la persona que hacía las fotos, disparó la cámara una vez más y me sacaron de allí pudiendo oír algún comentario de una policía hablándole bajito a un compañero.

POLICIA: Has visto que sangre fría, ponerse a reír delante de la cámara.

Si hubiese sabido lo que realmente me estaba pasando a mí por la cabeza en ese momento hubiera flipado, me metieron en una habitación con una mesa y cuatro sillas, Santiago me estaba esperando, me dijo que me sentara.

SANTIAGO: Rubén, ¿quieres un poco de agua?

YO: Sí por favor, tengo la garganta seca.

Se dirigió a una maquina de esas que tienen la garrafa de agua encima llenándome un vaso, cuando me lo estaba bebiendo entraron dos personas, supuse que serían policías sentándose delante nuestro, Santiago me miró.

SANTIAGO: Estos inspectores te cogerán declaración.

UNO DE ELLOS: ¿Es usted Rubén…?

Y dijo mi nombre completo.

YO: Sí.

EL OTRO: ¿Y se ha entregado voluntariamente por ser el máximo responsable de la organización criminal ***?

Miré a Santiago, para que me confirmara que tenía que decir que sí, y tirarme yo mismo encima un montón de mierda, él bajó la cabeza serio confirmando.

YO: Sí, soy yo.

UNO: Muy bien, muchas gracias, de momento tenemos bastante, este medio día pasará por el juzgado delante del juez.

Y tal como me dijo Santiago me metieron en una especie de habitación, no parecía un calabozo pero por lo visto sí que lo era, solo, para que no pudiera hablar con nadie, estuve varias horas hasta que me vinieron a buscar para ponerme unas esposas, las primeras de mi vida, me acompañaron por unos pasillos y salimos a una especie de garaje de la comisaria, conté hasta siete coches y no sé cuantas motos, ¿todo esto por mí? Pensé, me metieron en una furgoneta y salimos de allí, cuando me abrieron estábamos en la puerta del juzgado, salí y me encontré con un cordón de la policía, me llevaban a casi empujones por el medio de un pasillo de gente, de cámaras de fotos, de televisión, micrófonos que se cruzaban en mi camino haciéndome preguntas que ni escuchaba, reporteros hablando en directo contando que habían detenido a un peligros jefe de la mafia, yo alucinab. Entramos en el edificio y respiré un poco, me llevaron a una habitación custodiado por dos policías de uniforme, me llamaron y me hicieron entrar a una sala donde estaba Santiago con su toga como mi abogado, me quitaron las esposas y me senté en la silla que me dijeron, salió una secretaria leyendo unos papeles diciendo no sé qué mierda y el juez le preguntó algo al fiscal.

FISCAL: Prisión preventiva sin fianza por posibilidad de fuga.

MI ABOGADO: Pedimos fianza y libertad vigilada, está totalmente arraigado y no tiene intención de huir, se ha entregado voluntariamente, sería una incongruencia.

El juez dictó que me metieran en la cárcel y a tomar por culo, me sacaron otra vez esposado, me metieron en la furgoneta y cuando volví a ver el sol estaba dentro de una cárcel, pasé varios controles y me metieron en una celda solo para pasar el primer día. Todo pasó igual que me explicó Santiago que pasaría, eso me daba algo de confianza.

Al día siguiente me metieron en otra celda con otra persona, yo entré intentando disimular lo acojonado que estaba, pero el compañero me miraba como si yo fuera el mismísimo demonio con cola y un tridente en la mano, le extendí la mano para saludarlo, se puso de pie de un salto dándome la mano muy flojita intentando evitar mi mirada.

COMPAÑERO: ¿Le gusta la cama de arriba o prefiere la de abajo?

YO: Mejor abajo.

El tío perdió el culo en quitar sus cosas para dejarlas en la de arriba.

COMPAÑERO: ¿Y prefiere esta mesa o esta otra?

YO: Me da igual, no te preocupes.

Se sentó a un lado sin dejar de mirarme, pensé que jamás había sido realmente consciente de donde me había metido, el miedo de aquel hombre, que me costaba de entender, me daba la visión general de lo que hacíamos en nuestro “trabajo”, nos dejaron salir al patio y todas las miradas se centraban en mí, o eso me pareció, me senté en un banco mirando el sol, pasó el tiempo y nos llamaron para volver a la celda, en la fila podía oír comentarios de los demás presos, “que sangre fría”, “que tío más impasible”, si ellos hubiesen sabido que era de lo acojonado que estaba y solo me salía la cara de cartón como aprendí de Santiago.

Uno de los policías me llamó porque tenía visita de mi abogado, nos juntaron en una habitación, me dijo que me había traído ropa para cambiarme, que iría presentando recursos para ver si me dejaban el libertad provisional, pero que lo veía difícil hasta que se celebrara el juicio, que por otra parte no sabíamos cuando sería hasta que al juez le saliera de los cojones decirlo, me acabó diciendo que en pocos días tendría la visita de Bea, en un primer momento me alegré mucho de poder verla, pero una vez de vuelta a la celda y pensándolo fríamente, ya no estaba tan seguro de poder hablar con ella a través de un cristal y quedarme allí, sin poder abrazarla o besarla, dudaba si sería mejor verla o no.

Unos días más tarde me avisaban de una visita, cuando la vi al otro lado del cristal me flojearon las piernas, estuve a punto de ponerme a llorar como un crio, intenté hacer de tripas corazón y hacerme el fuerte, le dije que estaba bien y le pregunté por las gatas salvajes, cuando se despidió me dijo que estaba pidiendo una visita íntima para poder estar conmigo, cuando llegué a la celda, mi compañero, con el que poco a poco íbamos cogiendo más confianza me dijo que era muy difícil que se lo permitieran, pero no sé cómo se lo montaron que a final de mes me dijeron que tendría una, antes de llegar ese día me pasó a ver Santiago para darme la noticia que el juicio se celebraría dentro de un año si todo iba bien, Santiago me decía que estuviera tranquilo y me lo tomara con paciencia, había calculado que entre seis a diez años no me los iba a quitar nadie de estar encerrado si todo iba bien, en el momento de entregarme ya era consciente, pero al estar allí dentro y pensar en que pasaría tanto tiempo sin salir por la cabeza me empezaron a rondar otras ideas.

El día que tenía el encuentro con Bea me dieron tres condones que me metí en el bolsillo sin decir nada y una toalla, me metieron en una mierda de habitación pequeña con una cama, una mesita y una silla, me esperé sentado hasta que se abrió la puerta y entro ella, se me tiró al cuello llorando, nos besamos, abrazamos y estrujamos nerviosos sin saber que decir, teníamos tres horas para estar juntos, la desnudé poco a poco disfrutando de cada una de las piezas de ropa que le quitaba, de ver su cuerpo de nuevo, sentir su piel, sus labios acariciando los míos, la dejé en bragas y la estiré en la cama abierta de piernas, le metí la nariz en medio del chocho por encima de las bragas oliéndolo muy fuerte, impregnándome de su olor para que perdurara en mi memoria mucho tiempo, lo besé con nervios, ella gimió suavemente, le quité las bragas y volví a meterle la lengua saboreándolo como un gran manjar, lo repasé por todos los rincones, a ella se le caían las lágrimas que intentaba evitar, me desnudé y me estiré a su lado, besándonos durante mucho tiempo acariciándonos el cuerpo, me la cogió con la mano con suavidad, como temiendo que me pudiera romper en algún momento, y no iba muy desencaminada, porque lo que estaba a punto de romperse era mi corazón, me hizo una mamada tranquila como solo ella sabía hacer, se puso encima cabalgándome con una sensibilidad que hacía que sintiera por todo mi cuerpo su amor, nos corrimos varias veces, estábamos abrazados esperando que se cumpliera el tiempo.

YO: Bea cariño, no quiero que pidas más visitas conmigo.

Me miró como si me hubiera vuelto loco.

BEA: ¿Pero qué coño dices Rubén?

YO: Que no puedo dejar que pierdas tu vida por mí, si las cosas no van bien puedo estar casi quince o veinte años aquí metido, tú te mereces algo mejor que eso, haz tú vida, vuelve a encontrar a alguien que te quiera y te haga feliz…

Me tapó la boca con la mano con una cara de mala leche que no le había visto en mi vida.

BEA: No me jodas Rubén, en esto nos metimos juntos y juntos seguiremos, en tú puta vida me vuelvas a hablar así que ya soy mayorcita joder.

Me puse a llorar sin poder disimularlo más.

YO: No creo que pueda aguantarlo cariño, es demasiado tiempo, esto no es forma de vivir…

Me volvió a tapar la boca con la mano mirándome muy fijamente.

BEA: Lo vas a aguantar porque te sobran cojones para hacerlo, y porque tienes gente fuera que te quiere y te esperará lo que haga falta, me has entendido.

Joder como se le estaba volviendo el carácter a aquella mujer, la “mamita” sacaba los cojones cuando hacía falta, me dejó las cosas muy claras y nos despedimos hasta el próximo mes.

Me aburría bastante, entonces recordé lo que me dijo Santiago de que comenzara a escribir mi historia, pedí folios y un bolígrafo, y allí me quedé sentado, delante del papel en blanco sin saber por dónde coño empezar, escribí un montón de folios por la mitad o una cuarta parte que acabé arrugando tirando a la papelera, decidí poner en orden mis pensamientos y empezar a escribir despacio y paso a paso, fui llenando folios por una cara uno detrás de otro, los días me pasaban más rápidos y fueron pasando los meses, al final el juicio no se celebraría hasta un año y tres meses después de entrar en prisión.

Aproximadamente hacía un año que estaba en la cárcel, hacía tres meses más o menos que me vino a ver Santiago para decirme que Bea de momento no vendría a verme por seguridad, que no me preocupara que no era nada serio, a mí no me importó del todo porque cada vez que estaba con ella pasaba una semana muy deprimido, la monotonía la llevaba mejor, me avisaron que tenía visita de mi abogado, me encontré con él en una sala, me miró con una sonrisa, el cara de cartón sonriéndome en la cárcel, pensé que eso podía ser una buena señal.

SANTIAGO: Hemos tenido mucha suerte, el juez principal está de baja del juzgado que lleva tú caso, han puesto uno provisional que curiosamente está “cercano” a la familia.

YO: ¿Y con eso que pasa?

SANTIAGO: Pues pasa que hemos presentado otro recurso y lo ha admitido, lo más probable es que te deje en libertad hasta el juicio.

Pegué un bote de la silla poniéndome de pie.

SANTIAGO: Tengo que ser sincero contigo, no será por mucho tiempo, cuando vuelva el juez titular lo más probable es que vuelvas aquí, pero habrás podido estar unos días o semanas en libertad presentándote cada día en el juzgado.

La puta, aquello sí que era una buena noticia, me puse muy nervioso, Santiago me explicó que cualquier día me dirían de recoger mis cosas de la celda y que me dejarían salir, él me estaría esperando en la calle.

Y así fue, al día siguiente me venía a ver un funcionario con una bolsa, para que metiera mi ropa y lo que me quisiera llevar, me despedí de mi compañero de celda del último año y me fui con una sonrisa, pasé algunos controles para salir y me encontré saliendo por una puerta en la calle, volví a mirar el sol y sentir el viento en la cara libre, Santiago me estaba esperando al lado de un coche, me acerqué a él pensando que me venía a recoger, estaba serio, llegué a su lado dándole la mano.

YO (contento): ¿Nos vamos?

SANTIAGO: Mira, por seguridad será mejor que no te lleve yo, ahora te pasaran a recoger, es raro que no esté ya aquí.

Yo pensaba que sería Enrique o Fernando, o puede que los dos, en aquel momento se acercaba un utilitario, paró a nuestro lado y salió Mónica, mi ex, miré a Santiago.

YO: Esto debe ser una broma, ¿no?

SANTIAGO: Créeme, es lo mejor, ella ha accedido a hacerlo y será lo más práctico para todos.

En ese momento me di cuenta que algo pasaba, no quise seguir hablando con él y metí la bolsa en el maletero del coche de Mónica, subimos y nos fuimos, apoyé la cabeza en el cristal pensando serio.

MONICA: El abogado contactó conmigo, explicándome que lo mejor era que te viniera a buscar yo para llevarte a tu piso.

YO: ¿A mi piso?

MONICA: Sí, eso me dijo.

Me cagué en todo, le hice ir a casa de las gemelas, aparcó delante y al bajar me di cuenta que la casa estaba cambiada, me asomé al jardín y vi una señora de mediana edad cuidando unas flores, le pregunté si vivía allí y me lo confirmó, hacía cuatro meses que habían comprado la casa y que estaba encantada, se me calló el mundo encima, me entraron ganas de volver a la cárcel, alguien me cogió del brazo, me giré, era Mónica.

MONICA: Vamos a casa Rubén, descansa y podrás ver las cosas de otra manera.

YO: No, antes quiero hacer  otra cosa.

Me acompañó a los bancos donde teníamos las cajas de seguridad, en ninguno de ellos quedaba nada, se lo habían llevado todo, las cajas se habían cerrado con un acta notarial que yo había firmado pasándole los poderes a Bea, evidentemente falso. Lo había perdido todo, lo que creía que era mi familia y el dinero. Pensé que al final pasó lo más lógico, yo solo era un pobre comercial, quise jugar fuerte, me dejaron pensar que era uno de ellos y se acabaron aprovechando de mí, con mi detención ganaron tiempo para prepararlo todo y largarse, yo solo fui un instrumento para sus planes, claro que yo también se lo puse todo muy fácil, el sueño se acabó y volvía a la cruda realidad, Santiago fue muy sibilino haciendo que me vinera a buscar Mónica, una manera de decirme que volviera a la vida que no debí de abandonar nunca.

Me llevó al piso que estuvimos compartiendo durante años, totalmente derrotado y sin saber que pensar, me senté en el sofá con la mirada perdida, Mónica me ofreció algo para beber, me trajo un vaso de cola, le di unos cuantos tragos y se me empezó a nublar la vista, la miré a ella que estaba de pie, intenté levantarme pero casi no podía.

MONICA: Perdóname Rubén, lo siento mucho.

Abrió la puerta y entraron varias personas con los ojos rasgados, eran asiáticos, me puse de pie para defenderme, intenté pegarle a uno pero el puñetazo se lo di al aire, entonces noté que me ponían por la espalda un trapo en la boca y la nariz, al respirar se quedó todo negro desmayándome, perdí toda noción del tiempo, no sé cuanto pasaría hasta que me desperté, abrí un ojo y estaba en una especie de caja acolchada por dentro, no veía nada, todo era borroso y estaba muy débil, no tenía fuerzas para nada, la tapa de delante de la caja estaba abierta y entraba una luz cegadora, me intenté mover para salir y algo me estiraba del brazo haciéndome daño, era un gota a gota que tenía en el brazo, estiré y me arranqué la aguja viendo como me caía algo de sangre por el brazo, saqué la cabeza y apoyé las manos fuera de la caja, no veía nada con la luz fuerte de sol, notaba arena bajo mis manos y delante el color azul del mar escuchando las olas, miré para un lado y no había nadie, miré para el otro y vi unas figuras muy difusas, me pareció que iban armados y que se dirigían a donde yo estaba, me levanté intentando correr en la otra dirección, di dos o tres pasos y me desplomé notando un golpe con la arena en la cara, quedándome todo negro otra vez perdiendo el sentido.

Me desperté en una habitación muy grande, lo primero que vi fue una ventana abierta, con unas cortinas blancas sueltas hasta el suelo, con la corriente de aire se movían, giré la cabeza y vi unas puertas dobles, también abiertas de par en par con otra cortinas blancas agitadas por la corriente de aire, me intenté mover y me costaba horrores, puse un pie en el suelo, luego el otro, me apoyé en la mesita de noche y me levanté, me notaba muy cansado, no estaba seguro de poder caminar, miré a un lado y me vi reflejado en un espejo, me vi muy delgado, con la cara demacrada y vestido con una camiseta blanca y un pantalón corto gris de algodón, di un paso parando para no desestabilizarme y mantener el equilibrio, luego otro, pasito a pasito fui acercándome a la puerta, fuera vi una piscina grande, me apoyé en el marco de la puerta y miré a la derecha donde había un mesa con sillas de mimbre, unos sillones de exterior con una mesita delante, con gente sentada, Bea fue la primera en verme saltando del sillón viniendo corriendo a abrazarme, no me aguanté y empecé a caer, me cogió un brazo fuerte cogiéndome por la cintura sentándome en un sillón, era Vladimir sonriendo, luego me abrazaron las gemelas, creo que no me habían dando tantos besos y abrazado tantas veces seguidas como en aquel momento.

Me recuperé día a día cogiendo fuerzas, me vinieron a visitar Fernando y Enrique abrazándome como si yo también fuera hermano suyo, me explicaron entre todos que Santiago veía que mi juicio no iba a acabar bien, habló con Vladimir que sabía cómo ponerse en contacto con él para preparar la huida de todos, las chicas fueron las primeras en dejar el país, después los hermanos de seguridad y finalmente lo prepararon todo para secuestrarme y traerme hasta allí escondido en un barco con bandera coreana, a Mónica mi ex le pagaron bien por ayudar, era la manera de llevarme a algún sitio donde poder hacerme desaparecer, mi anterior apartameto, pasé una pila de días inconsciente alimentándome de suero, aquellas figuras que vi en la playa eran ellos.

Estábamos en una playa paradisiaca que no os puede decir donde, Vladimir se había ocupado de encontrarla construyendo cuatro casas impresionantes, en una, la del medio, vivíamos los cuatro, Bea, Anabel, Aurora y un servidor, en la otra Vladimir, en una punta los hermanos Fernando y Enrique con sus parejas, y en la otra punta varios hombres para nuestra seguridad, las casas estaban separadas unos cincuenta metros una de la otra, con el mar delante, estoy acabando de escribir estas últimas letras de mi historia, sentado en la mesa viendo a mis chicas jugando y riendo en la piscina, mojándose unas a las otras, esa vista me seguía produciendo una felicidad inmensa.

Empecé como comercial,

Seguí mi vida como parte de la mafia,

Y la acababa con el trabajo de cuidar de mis tres amores.

Me levanté quitándome la ropa y me metí de cabeza en la piscina para jugar con ellas, Bea me abrazó la primera dándome un beso en los labios, pasándome los brazos por el cuello.

AURORA: Mami, déjanos algo para nosotras avariciosa.

Bea se separó un poco sin sacar uno de sus brazos que me rodeaba el cuello, aceptó lo de “mami” con naturalidad, ya lo había asumido, Anabel se abrazó dándome otro beso en los labios y finalmente se juntó Aurora besándome, Bea cerró por detrás abrazándonos a todos y noté que alguna me estaba metiendo mano agarrándome bien la polla.

FIN