La historia de Rubén (12)
Un poco de tiempo más tarde empezamos a tener algunos problemas...
Un poco de tiempo más tarde empezamos a tener algunos problemas, supongo que vivir tan bien dedicándonos a lo que nos dedicábamos no iba a ser tan fácil, nos dimos cuenta que estaba bajando la clientela en nuestros locales, el motivo, que los “japos” pagaban a gente para que se peleara en la puerta o robaran a los clientes antes de entrar, corriendo la voz que nuestros locales no eran seguros, ¿quién iba a ir a un sitio para que te roben o te peguen?, si podías ir a otros más tranquilos que no pasaba nada, los de ellos por ejemplo, teníamos claro que había que reaccionar, o en cuatro días cualquier gilipollas se atrevería a meterse con nosotros.
Primero intentamos reunirnos con ellos para llegar a un acuerdo de paz, los muy cabrones nos propusieron que les pagáramos una fortuna por mantener el orden y que no hubiera ningún problema, así que vista la falta de respeto nos reunimos en casa los cuatro, con Enrique y Fernando, para tomar algunas decisiones, la primera estudiarlos, que hacían, como se movían, algunos hombres visitaron sus locales como si fueran clientes estando con algunas chicas para sacar información, se les pasó el aviso a los policías que teníamos en nómina, para que se pasaran por la puerta de los locales para detener a los que buscaban pelea o robaban, les investigaron y les tocaron los cojones un tiempo con los permisos de los locales y cosas así, pero claro ellos sabían que era cosa nuestra toda la mierda que les iba cayendo encima.
Estuvimos un tiempecillo tranquilos, hasta un día que nos visito Santiago, nos avisó de que se había enterado que los “japos” estaban muy cabreados con nosotros, y que estaban buscando la manera de jodernos, nosotros nos sentíamos seguros en casa, pero ya era más difícil salir a cenar o dar una vuelta, nos dimos un margen de tiempo para ver qué pasaba antes de hacer nada, unos día más tarde entraron en la oficina de Santiago revolviéndolo todo, por suerte no encontraron nada de información nuestra porque no la tenía allí, o eso creía él, una mañana pasó por la calle una furgoneta, paró delante y disparó una especie de flechas pequeñas contra la casa, clavando algunas en la puerta de la entrada, al momento llegaron Enrique y Fernando preguntando si estábamos bien, nosotros no nos habíamos enterado de nada, ellos lo vieron por las cámaras.
Estaba claro que habían descubierto donde vivíamos y nos avisaban que no nos iban a dejar tranquilos, así que afinamos una estrategia para librarnos de ellos, nosotros conocíamos quienes eran los clientes que les pedían armas a ellos, que luego les proporcionábamos nosotros, si podíamos conseguir relacionarlos con la venta de armas y pasarle a la policía la información podrían detenerlos y caerles unos cuantos años de cárcel, pero eso podría dejarnos a nosotros en mal sitio, porque ellos nos denunciarían también, teníamos que hacer desaparecer cualquier prueba que nos implicara, no era muy difícil porque el dinero no lo podían seguir y si no encontraban nada no nos podían culpar, habíamos de tener la precaución de cambiar la cuenta que tenían los “japos”, donde nos ingresaban la pasta para que no pudieran seguirla.
Fueron las gemelas de viaje, con mucho cuidado de que no las siguieran al banco para anular la cuenta, pasándolo todo a una nueva borrando todo el rastro de la anterior, mientras estuvieron fuera, Bea y yo estábamos muy preocupados por si les pasaba algo, no teníamos ganas ni de follar, disimulaban el viaje como si estuvieran de vacaciones, lo que quería decir que por lo menos tardarían en volver una semana. Entonces nos llegó una información que podía ser buena, muchas de las chicas que trabajaban para ellos no estaban legalizadas y algunas otras las habían traído en contra de su voluntad, esperamos que las gemelas volviesen para decidir entre todos.
Sabíamos que habían salido en avión y estaban de camino, pero estábamos preocupados de su llegada y el viaje en coche hasta casa, cuando llegaron sanas y salvas nos abrazamos los cuatro, a Bea le cayeron una lágrimas.
ANABEL: ¡Pero Bea!, ¿por qué lloras?
BEA: Hemos estado tan preocupados por vosotras, tanto que ni hemos podido follar esta semana.
AURORA: Anda, y nosotras pensando que estaríais aprovechando el tiempo entre vosotros estando solitos.
Bea dejó de llorar y empezó a reír volviéndolas a abrazar.
BEA: Ahora sí que vamos a aprovechar el tiempo nenas.
Bea cogió de la mano a Anabel y yo a Aurora, las colocamos delante del sofá, como en una coreografía les desabrochamos los pantalones bajándoselos, nos arrodillamos para quitarles los zapatos y las medias, después los pantalones, las bragas, la camisa y dejarlas desnudas, las sentamos en el borde del sofá abriéndoles bien las piernas, nos metimos en medio de sus coños y se los lamimos y chupamos con ganas, gemían suavemente cogiéndose con fuerza a los cojines, al rato cambiamos de coño notando la saliva de Bea, les hicimos que se corrieran las dos a la vez, nos miramos con Bea, ella le metió dos dedos a Aurora en el chocho poco a poco follándola, yo levanté a Anabel, me senté yo con la polla tiesa y la senté encima metiéndosela, se empezó a mover poco a poco sintiendo cada roce de mi cipote en las paredes de su vagina, fue aumentando el ritmo y el volumen de sus gemidos, Bea aceleraba los dedos dentro de Aurora, las dos se movían cada vez más compulsivamente, de golpe Anabel soltó un grito enorme corriéndose otra vez abriendo la boca y mirando al techo, cayó a un lado del sofá.
Aurora se incorporó y le dio un beso a Bea en los labios, levantándose y sentándose de un salto encima de mi polla, cabalgándola como una poseída gritando sin parar, llegando rápidamente a un orgasmo moviendo todo el cuerpo con la cabeza baja cerrando los ojos, se dejó caer al lado de su hermana, estaban las dos agotadas con las piernas abiertas, cayéndoles su propio flujo por el agujero del coño, Anabel abrió los ojos.
ANABEL: Nos vamos a duchar y descansar del viaje, vosotros deberíais subir y aprovechar bien la tarde que os lo merecéis, vamos Aurora, que se queden solos y se follen hasta reventar que los están deseando.
Me subí el pantalón, miré a Bea y ella me devolvía una mirada de amor confirmando las palabras de Anabel, la cogí en brazos y subimos los cuatro a las habitaciones, las chicas se quedaron en las suyas y yo llevé a Bea a la nuestra, cerrando la puerta de un taconazo dejándola sobre la cama, me desnudé con sus ojos enamorados mirando los míos, le quité las zapatillas de estar por casa, me arrodillé a su lado y le puse una mano en la rodilla, subiéndola poco a poco, me miraba divertida, llegué a tocarle el tanga por debajo de la falda pasándole la mano por encima del vello púbico, lo cogí cerrando la mano y pegué un tirón arrancándoselo, se sorprendió y volvió a dedicarme una sonrisa, me lo puse la nariz para olerlo.
BEA: Me encanta que hagas eso delante de mí.
Apoyé las manos en la cama para poner mi cara de vicio cerca de la suya.
YO: Lo que te voy a hacer ahora te va a gustar todavía más.
Le desabroché los botones del vestido uno a uno, cuando llegué al último a la altura de su cintura le subí la falda besándole los pelos del coño, se puso un cojín debajo de la cabeza para ver mejor, le miré a los ojos y poco a poco fui bajando la lengua hasta metérsela en medio del chichi, dándole un lametazo lento, gimió entrecerrando los ojos quitando la sonrisa abriendo un poco la boca excitándose, repetí el lametazo volviendo a gemir moviendo un poco todo el cuerpo, le di vueltas con la lengua al agujero metiéndosela lo que pude volviendo a gemir, subí jugando con sus prominente labios menores hasta el clítoris hinchado, que lo lamí y chupé, sus gemidos, la cara de excitación con los ojos casi cerrados y los movimientos de su cuerpo, me alertaban que estaba a punto de correrse en cualquier momento, me quité la camiseta, me bajé los pantalones de un tirón y se la metí despacio frotando con mi pubis su clítoris, haciéndola correr con un orgasmo espectacular, abrió los ojos mirando los míos, le besé los labios suavemente entrando y saliendo de dentro de ella, con lentitud, sin que dejara de gemir ahora más moderadamente, me cruzó las piernas por el culo marcando el ritmo que ella quería, primero muy lentamente, al ratito un poco más rápido, volviendo a gemir con más fuerza, al final mucho más rápido perdiendo el ritmo, siguiéndolo yo para que se corriera gritando, se debió de escuchar en toda la casa durante un buen rato, notando sus espasmos vaginales que me apretaban la polla, su cara de cansada y relajada hizo que parara de moverme dejándola dentro, nos besamos unas cuantas veces.
BEA: Sácala por favor que no puedo más.
La saqué despacio abriendo ella los ojos aguantando el placer, me puse a su lado acariciándole la cara.
YO: ¿Estás bien mi amor?
Giró la cabeza mirándome.
BEA: Estoy en la gloria cariño, que bien me conoces y que bien me lo haces, creo que he dejado ir toda la tensión de la semana.
YO: Me alegro, relájate cariño.
BEA: Pero si la tienes a punto de reventar, como me voy a relajar sabiendo que tú estás así.
YO: No importa guapa, ya lo arreglaremos más tarde si tú quieres.
BEA: De eso nada guapo, te lo arreglo en un momento.
Me sonrió deslizándose para abajo, me la cogió con la mano mirándosela, me miró a mí.
BEA: Mira como la tienes, pobrecita.
Se la metió en la boca pasándole la lengua por la punta, me tensé al notar el contacto, me la apretó con su mano succionando, haciéndome gemir fuerte volviendo a tensar el cuerpo, se la metió toda dentro, sacándola despacio apretando los labios sobre ella, dejándome el cuerpo tieso hasta que se la sacó, me miró riendo sabiendo cómo me estaba poniendo, le pegó unas cuantas subidas y bajadas moviendo rápida la cabeza, me tenía loco la cabrona, se mojó un dedo con saliva poniéndome cara de vicio y me lo metió un poco en el culo, volví a gemir fuerte, sacó la lengua pasándola por la punta mirándome como avisándome de que ahora venía la traca final, rodeó con sus labios la punta de la polla y de golpe se la metió entera volviendo a tensarme, subió despacio succionando una vez detrás de otra, haciéndome levantar el cuerpo de la cama de los espasmos de placer que sentía, al llegar a la punta de nuevo dejándomela toda mojada que podía ver como caían las gotas de saliva por el tronco, se metió el capullo cogiéndomela fuerte con la mano por abajo, empezando a succionar y pajearme con una fuerza que me hizo pegar un grito detrás de otro hasta correrme, saliendo disparado el semen guardado de toda la semana, ella intentaba tragarlo pero era tanto que se le escapaba bajando por la polla junto con la saliva, resbalando entre los dedos de su mano que bajaba y subía lentamente hasta que me sacó la última gota, dejé caer la cabeza en la cama cerrando los ojos, noté que ella se levantaba y volvía con una toalla un poco mojada limpiándome toda la zona, la dejó en el suelo, se quitó el vestido y se metió en la cama a mi lado, me besó.
BEA: ¿Qué tal?
Le miré los ojos y sin decir nada le pasé un brazo por encima besándola dejando caer mi cabeza en su hombro, ella me miró con cariño y cerramos los ojos.
Cenamos celebrando que ya volvíamos a estar todos juntos, tomando después unas copas, nos fuimos a dormir y al día siguiente cuando bajamos a desayunar, nos encontramos sentados en la cocina a Enrique y Fernando con Aurora, Anabel apareció después con un paquete de leche en las manos.
ANABEL: Sentaros a desayunar que vamos a hablar.
Nos sentamos los seis alrededor de la mesa, mientras desayunábamos las chicas nos explicaron los por menores del viaje. Después hablaron ellos.
FERNANDO: A los “japos” les van a cerrar los locales un tiempo para que hagan obras, por el tema de las chicas ilegales Akiyama está desaparecido, creemos que ha vuelto a su país.
ANABEL: Así estaremos un tiempo tranquilos.
AURORA: Creo que deberíamos hacer algo más contundente, no puede ser que nos lancen flechas en casa y se vayan de rositas esta gentuza.
Estaba claro que Anabel era más reflexiva y Aurora más expeditiva, las dos juntas se complementaban como una sola.
YO: ¿A qué te refieres exactamente?
Aurora nos miró uno por uno, Fernando y Enrique sonreían como sabiendo alguna cosa.
AURORA: Fernando, ¿cómo estamos de gasolina?
Su hermana, Bea y yo pegamos un salto en la silla.
ANABEL: ¿Les quieres quemar un local?
Aurora nos miró con cara de mala.
AURORA: Uno no, todos.
Enrique y Fernando sonreían, Aurora nos miraba seria, los demás nos mirábamos entre nosotros sin saber que decir, haciéndose un silencio.
ENRIQUE: Tenemos suficiente gasolina para quemar la ciudad.
AURORA: Pues votemos aquí y ahora, yo voto que sí.
Levantando la mano, nos miró esperando una respuesta, nos volvimos a mirar los tres, Bea empezó a hacer el gesto de levantar la mano y acabamos haciéndolo los tres a la vez, Aurora nos miró orgullosa sonriendo, se dirigió a los guardaespaldas.
AURORA: Chicos, ya podéis prepararlo todo.
Al cabo de un par de días, estábamos una noche antes de cenar mirando la tele con Anabel y salió Aurora de la cocina con un bol lleno de palomitas, cambió de canal y empezaron a dar la noticia que se habían incendiado unos locales nocturnos, que estaban cerrados por no estar al día en seguridad y que se creía que lo habían hecho los mismos dueños para cobrar del seguro, pero que lo tenían bastante mal porque descubrieron que fueron incendiados premeditadamente, Aurora se metió un puñado de palomitas en la boca pasando el bol para que cogiéramos los demás, comimos todos comentando lo bien que ardían los locales por la tele, cuando se acabaron las palomitas nos levantamos, chocamos las manos entre todos y nos fuimos a cenar.
Se acabó el mal rollo, ellos desaparecieron del mapa y nuestros locales se llenaron como nunca volviendo la tranquilidad.
Fueron pasando las semanas y los meses, estando todo tan tranquilo que decidimos hacer unas vacaciones los cuatro juntos, dejamos al frente de todo a los hermanos Fernando y Enrique con el abogado Santiago, nosotros nos fuimos dos semanas a las Islas Maldivas como unos turistas, cogimos dos suites enormes de estas que son como casitas en medio del mar, pasabas por encima de una pasarela de madera y las dos últimas eran las nuestra, así nosotros estábamos casi siempre los cuatro en la última y dejábamos una en medio de los demás clientes, tomamos el sol, nadamos, hicimos snorkel, todo muy tranquilo hasta una noche que tomando una copa después de cenar en uno de los bonitos bares, había un chico tocando un piano.
BEA: Chicas, por aquí hay mucho niño guapo, igual podríais tener alguna aventurilla antes de volver.
AURORA: No sé, nunca nos salen bien los planes.
ANABEL: Mujer, podíamos probar a pescar alguno, así los dejaríamos tranquilos a ellos también algunos días.
AURORA: Bueno, si es por ellos de acuerdo.
BEA: Hay mis niñas, ves Rubén, si son un par soles.
AURORA: Yo hace rato que me estoy mirando al que toca el piano y parece que puede tener una buen pollón.
ANABEL: Por favor Aurora, tú siempre pensando en lo mismo coño, pero la verdad es que es mono.
BEA: Pues muy bien chicas, nosotros nos vamos y vosotras tiráis la caña a ver si pescáis algo.
Nos fuimos al bungalow y pedimos una botella de champán, nos la estábamos tomando en la terracita que tenias el mar allí mismo, cuando al rato vimos a las chicas que se metían en el suyo, llevando cogido del brazo al chico del piano, nos miramos con Bea con una sonrisa, bajó la vista a mi paquete.
BEA: Yo con la mía tengo bastante, pero las chicas tendrían que cambiar de polla de tanto en tanto, ¿no crees?
YO: Joder Bea, mira que llegas a ser bruta hija mía, pero te doy la razón en que un noviete no les vendría mal.
A los cinco minutos salían los tres en pelotas a la terraza, el cogido por cada una por un brazo, lo tiraron al agua lanzándole la ropa detrás, el chaval se tuvo que ir nadando para la orilla, nos miraron, yo me puse de pié levantando los brazos preguntando qué había pasado, se pusieron una camiseta por encima y al minuto las teníamos en nuestra terraza indignadísimas.
BEA: ¿Pero qué ha pasado niñas?
AURORA: ¿Qué, qué ha pasado?
ANABEL: ¿Queréis saber lo que ha pasado?
YO: Coño, si os preguntamos es porque queremos saberlo, ¿no?
AURORA: Menudo imbécil.
ANABEL: Un gilipollas es lo que es ese tío.
BEA: Pero nos lo queréis explicar de una vez joder.
AURORA: Explícaselo tú Anabel.
ANABEL: No, mejor tú Aurora.
Me puse de pie.
YO (gritando): Basta ya.
Se quedaron en silencio mirándome como si me hubiera vuelto loco, Bea reía tapándose la boca.
YO: Anabel, tú que eres más tranquila, explícanoslo por favor.
ANABEL: Hemos hablado con él cuando ha acabado.
AURORA: De tocar el piano.
ANABEL: Y lo hemos convencido para.
AURORA: Que viniera con nosotras a nuestro bungalow.
ANABEL: Y solo llegar.
AURORA: Le hemos bajado los pantalones y hemos descubierto.
ANABEL: Qué tenía una buena polla como.
AURORA: Yo había dicho.
La cabeza de Bea y la mía iban de lado a lado, mirando a una y la otra siguiendo la conversación.
ANABEL: Lo hemos desnudado.
AURORA: Nosotras también lo hemos hecho.
ANABEL: Y Aurora se ha arrodillado delante de él.
AURORA: Metiéndome el pollón en la boca.
ANABEL: Después me he arrodillado yo.
AURORA: Cogiéndole los huevos amasándolos.
ANABEL: Y entonces el imbécil.
AURORA: Eso, el muy gilipollas.
BEA Y YO (gritando): ¿Qué?
ANABEL Y AURORA: Se ha corrido.
ANABEL: No ha llegado ni a tocarnos el tonto polla.
AURORA: Y nos ha dejado la cara hecha una mierda de semen.
ANABEL: Aurora se ha levantado.
AURORA: Y le he pegado un puñetazo.
ANABEL: En medio del estomago.
AURORA: Lo hemos cogido.
ANABEL: Entre las dos.
AURORA: Y lo hemos tirado.
ANABEL: Con los tiburones.
YO: Suerte que aquí no hay, pero se ha tenido que ir nadando.
AURORA: ¿No hay tiburones?
ANABEL: Joder, pues qué lástima.
Bea se descojonaba de risa que no sabía dónde meterse.
YO: Venga, venir aquí y poneros champán, mejor olvidar lo de hoy.
Se pusieron cada una encima nuestro como si fueran dos niñas pequeñas, pasándonos los brazos por el cuello, nosotros nos mirábamos y nos moríamos de risa.
A los dos o tres días estábamos cenando en uno de los restaurantes.
BEA: Nenas, hay unos chicos sentados en una mesa hay delante que parecen interesantes.
ANABEL: ¿No serán pareja?
BEA: No lo sé, pero no os quitan el ojo de encima desde hace un rato.
AURORA: Yo con lo del otro día ya tengo bastante.
BEA: Mujer, no todos son iguales.
ANABEL: Podríamos hacer un segundo intento.
AURORA: Si quieres, lo hago por ti.
Cuando acabamos nos fuimos con la idea de tomar algo, las chicas antes pasaron por su mesa, nos juntamos en el bar.
ANABEL: Hemos quedado con ellos aquí, cuando acaben de cenar vienen.
BEA: Pues nosotros nos vamos, no queremos asustarlos, vamos cariño, les pedimos que nos traigan la copa a la terracita del bungalow.
Nos tomamos una copa y nos pedimos otra, vino un camarero en un carrito de esos de golf para servírnosla, cuando volvía se cruzó con las chicas y sus acompañantes, entraban en su habitación con una botella de champán cada uno en la mano, pasó un cuarto de hora y todo parecía bien, nos miramos con Bea sonriendo, pensando que esa noche se lo iban a pasar bomba, cinco minutos más tarde oímos un alarido terrorífico, salieron los dos chicos en pelotas corriendo por la pasarela, treinta segundos más tarde salieron ellas con una botella cada una, acercándose a nosotros totalmente frustradas.
BEA: ¿Pero qué ha pasado hoy?
ANABEL: Qué no hay manera.
AURORA: En el bar hemos tomado una copa y parecían simpáticos.
YO: ¿Parecían?
ANABEL: Han llegado a la habitación y se han puesto chulitos.
AURORA: Sí, sí, chulitos.
ANABEL: Se pensaban que iban a hacer con nosotras lo que les diera la gana.
Bea se puso la mano en la cabeza mirándome.
ANABEL: Si han traído vaselina y todo los capullos.
AURORA: Sí, vaselina.
YO: ¿Vaselina?, ¿para qué?
Me miraron las tres como si fuera tonto.
ANABEL: Uno de ellos se pensaba que tenía una polla demasiado grande.
AURORA: Pero era una mierda de polla.
BEA: ¿Pero nos queréis explicar que ha pasado de una vez coño?
AURORA: Que Anabel los ha convencido para que se desnudaran y atarlos a la cama.
ANABEL: Y ella les ha puesto vaselina en el culo a los dos.
Se hizo un silencio.
BEA Y YO: ¿Y?
AURORA: Que Anabel ha abierto una botella de champán.
Otro silencio:
BEA: ¿Y ya está, no ha pasado nada más?
Las dos bajaron la cabeza avergonzadas, se miraron una a la otra.
YO: Hay mi madre.
AURORA: Bueno, pues, luego…
ANABEL: Aurora se ha empeñado en meterles por el culo la botella de champán.
Bea se puso de pie de un salto.
BEA: ¿Pero qué coño habéis hecho?
AURORA: Pueeeessss, metérsela a uno y mover la botella.
YO: ¡No me jodas nena!
ANABEL: Le ha puesto una lavativa de champán de puta madre, le debe de haber dejado el estomago limpio de cojones.
AURORA: Sí, ha gritado un poquito.
Nosotros nos mirábamos con la boca abierta.
AURORA: Se la iba a meter al otro, se han movido como unas lagartijas desatándose saliendo corriendo.
ANABEL: ¡Que cabrones!
AURORA: Sí, nos han cortado la diversión.
YO: Bea, no les vuelvas a decir nada más sobre chicos vale, que se estén quietecitas que al final desgraciaran a alguien.
BEA: Nenas, pero es que no sabéis hacer las cositas normales coño.
Las dos se encogieron de hombros.
YO: ¿Y esas botellas que habéis traído?
ANABEL: Eran para tomarlas con ellos, pero como se han ido antes de tiempo ahora nos sobran.
YO: Pues abre una y sírvenos a todos va.
Y nos quedamos los cuatro acabando con toda la bebida y durmiendo juntos hasta el día siguiente.
Las niñas se estuvieron quietas el resto de las vacaciones y acabamos los días que nos quedaban todos juntos en nuestro bungalow, lo único destacable fue que una mañana que estábamos los cuatro en la cama haciendo nuestras “cosillas”, entró una camarera para hacer la limpieza del día pillándonos a pleno rendimiento, pegó un grito y salió corriendo, nosotros seguimos sin inmutarnos con lo nuestro.