La historia de Rubén (11)

Llamó el abogado a Anabel para decirnos que nos vendría a visitar...

Llamó el abogado a Anabel para decirnos que nos vendría a visitar, al día siguiente lo esperábamos los cuatro después de desayunar bien vestidos, se presentó Santiago para explicarnos que Vladimir estaba a punto de salir y que vendría a vernos, se fue sin decirnos nada más, a las dos horas nos volvía a llamar para que abriésemos la puerta que estaban a punto de llegar, llegó un coche muy discreto, un utilitario que conducía un chico, lo metió en el garaje y del maletero salió Vladimir, nos abrazó a todos, entramos en casa, el chico se quedó en el coche, tranquilizó a sus hijas besándolas y abrazándolas, nos juntó a todos sentándonos en los sofás.

VLADIMIR: No os puedo contar demasiado, alguien me ha traicionado y fue a la policía con el cuento, eso ya está solucionado.

Preferí no pensar que quiso decir con, “está solucionado”, siguió hablando.

VLADIMIR: Si me quedo me van a crujir y me van a encerrar unos cuantos años, así que me voy a escapar con una nueva identidad algún país sin extradición, cuanto menos sepáis mejor para vosotros.

Me miró a los ojos.

VLADIMIR: Rubén.

Con solo mirarme y decir mi nombre empecé a cagarme de miedo.

VLADIMIR: Cuida de mis hijas, no las dejes solas.

Miró a Bea y siguió hablando.

VLADIMIR: Cuidar de ellas los dos por favor, supongo que con lo cotillas que son mis hijas ya sabréis lo que hay en las maletas que te hice ir a buscar, con eso podréis tirar mucho tiempo, no os preocupéis que está todo pensado para que no os falte de nada a ninguno de vosotros mientras estéis juntos, los negocios legales se los he pasado todos a ellas.

Decía mirándose a sus hijas pasándoles una mano por la cara a cada una, mientras ellas lloraban.

VLADIMIR: Santiago os traerá los papeles para que los firmen.

Se quedó un momento en silencio mirándonos a todos, parecía que quería decirnos algo pero no se atrevía.

YO: Vladimir, ¿qué pasa?

Dudó un momento volviendo a mirarnos.

VLADIMIR: Espero que no pase nada…

Volvió a dudar si seguir hablando.

AURORA: Papá por favor acaba de decirlo todo.

VLADIMIR: Cuando alguien se lía con según qué tipo de negocios y tiene éxito, le salen muchos enemigos que quieren parte del pastel, lo que ha pasado me ha debilitado mucho las posiciones, así que de los negocios no tan legales me deshago, espero que los cojan ellos y os dejen en paz, pero no estoy seguro de que sea así, hay gente trabajando para saber sus intenciones que os protegerán, cualquier cambio os lo comentará Santiago.

Nos quedamos todos en silencio, él se levantó, nos levantamos todos, abrazó a sus hijas un buen rato y luego nos abrazó a Bea y a mí recordándome al oído que cuidara de todas, volvió a meterse en el maletero del coche saliendo de la casa.

Volvimos al salón y nos quedamos de pie, en silencio sin movernos, sabíamos que nuestro principal protector ya no estaba, ahora dependíamos de unas personas de confianza que nos tenían que dirigir por el camino a seguir, con la esperanza de que no nos traicionaran, alguien llamó al cristal de la vidriera que daba a la piscina con cierta violencia, nos pegaron un susto de la ostia, nos giramos y eran los dos guardaespaldas de Vladimir, Aurora les abrió y entraron.

UNO DE ELLOS: Nos llamamos Enrique y Fernando, somos hermanos y siempre le hemos sido fieles a vuestro padre.

Dijo mirando a las gemelas.

ENRIQUE: Ahora que él ya no está, queremos presentarle nuestros respeto a sus hijas, que sepáis que podéis contar con nosotros para cualquier cosa.

Ostia, aquella situación me hacía recordar la película del padrino, me estaba poniendo nervioso por momentos, la gemelas les hicieron sentarse en el sofá, se sentaron en uno de tres plazas y entre los dos lo llenaban todo de lo grandes que eran los hijos de puta, las gemelas les sirvieron un culo de vaso de whisky y nos dieron otro a nosotros, brindamos todos juntos y nos lo bebimos de un trago, como si fuera un ritual de fidelización a la familia.

ANABEL: ¿Cuántos hombres sois?

FERNANDO: Ahora mismo podemos contar con una veintena, que son los más cercanos y de más confianza, pero si hace falta con algo de dinero podemos encontrar bastantes más.

AURORA: Muchas gracias por vuestra visita, seguiremos en contacto.

Se levantaron bajando la cabeza un momento delante de las gemelas y se marcharon por donde habían entrado, a partir de aquel momento las chicas dejaron de ser a mi vista dos niñas de papá caprichosas, se las veía muy seguras de lo que hacían, que se preocuparan de los hombres disponibles me hacía pensar que estaban dirigiendo una banda, y eso no me tranquilizaba mucho.

Al día siguiente vino Santiago reuniéndose con ellas, Bea y yo nos fuimos a tomar el sol mientras tanto, tras casi dos horas salieron las chicas, con cuatro cervezas, avisándonos para que las acompañáramos en la mesa de la terraza, aquellas semanas juntos me habían servido para poder saber quién era cada una de ellas, por fin las diferenciaba y era más por la manera de moverse que por el físico.

AURORA: Vamos a hacer obras en el despacho de papá y algunas cosas más.

ANABEL: Os queremos preguntar una cosa importante.

Bea y yo nos miramos, se veía que nos iban a soltar algo trascendente.

AURORA: Vamos a coger las riendas de los negocios de papá dirigiéndolos nosotras.

ANABEL: Os queremos mucho y no queremos haceros daño, así que si no queréis participar de esto os protegeremos y podréis marcharos donde queráis, no os faltará de nada y os mantendremos lejos de los conflictos.

AURORA: La pregunta es fácil, ¿queréis seguir con nosotras dirigiendo todos juntos el negocio?

Me quedé blanco, me estaban proponiendo entrar en el mundo de las mafias, un comercial más cobarde que la ostia, que siempre había huido de los problemas, me estaban proponiendo meterme de lleno en uno enorme, volví a pensar en la película del padrino, estaba con mis pensamientos intentando evaluar que hacer.

BEA: Claro que vamos a seguir con vosotras, no os vamos a dejar solas.

Yo pegué un salto levantándome al oír aquello, cogí un momento a Bea por el brazo para apartarla un poco disculpándome con las gemelas.

YO: Pero cariño, ¿tú sabes lo que estás diciendo?, ¿no te has enterado de lo que nos están proponiendo?, ¿quieres convertirte en una gánster con negocios turbios?, si lo hacemos ya no habrá vuelta atrás, ¿te das cuenta no?

BEA: Mi amor, estoy hasta el coño de una vida normal, con un trabajo normal que nos da justo para vivir, desde que empezaste este trabajo hemos vivido mejor que en nuestra puta vida, quiero emociones y no dejar de vivir con los lujos que hemos tenido hasta ahora, si esto acaba mal estoy dispuesta a aceptar el precio, pero mientras tanto que nos quiten lo “bailao”, tú, ¿qué quieres hacer amor?

Joder, aquella mujer tenía el poder de envalentonarme, con lo que me dijo me vine arriba, la cogí de la mano volviendo a sentarnos con las chicas.

YO: Estamos de acuerdo, todos juntos tiraremos lo que sea para adelante.

Las gemelas se levantaron y nos abrazaron contentas por la decisión, brindamos con las cervezas y nos sentamos.

ANABEL: Muy bien, os vamos a poner al día, los tres locales nocturnos, como el que trabajaste tú Rubén, les haremos unas obras para actualizarlos y mejorarlos, haremos todo lo que la normativa dice sobre salidas de emergencias y cosas así legalizándolos totalmente, los volveremos a abrir y lo controlaremos desde aquí, por eso las obras en el despacho, él dinero de la caja lo ingresaremos todo en un banco, todo será legal y pagaremos los impuestos.

AURORA: Hay otra parte del negocio que no es tan legal, papá se quería deshacer de él pero estamos pensando en seguir.

Me empezó a entrar un cosquilleo por las piernas de los nervios.

BEA: A ver chicas, ¿de qué estamos hablando exactamente?

ANABEL: Tenemos los contactos, solo es cuestión de cambiar la mercancía de manos y meter el dinero en un paraíso fiscal en el que ya tenemos las cuentas.

Me estaba poniendo histérico por momentos.

YO: ¿Pero de qué coño se trata ostia?

AURORA: De trrrrrrrrrrr mkkkkkkkk sssssss.

BEA: Pero qué dices que no se te ha entendido nada.

ANABEL: De tráfico de armas.

Casi me meo del susto, me puse las manos en la cabeza, Bea se las miraba con los ojos muy abiertos.

BEA: ¿Y eso cómo funciona?

Giré la cabeza mirándola, pero que cojones le pasaba aquella mujer, estaba convencida de llegar hasta donde fuera.

AURORA: Unos clientes contactan haciéndonos un pedido, nosotros se lo encargamos a nuestros contactos y cuando el paquete está listo lo entregamos y ya está.

YO: ¿Y ya está?

ANABEL: Antes de empezar hacen un ingreso como paga y señal, al final de la operación lo acaban de pagar todo.

BEA: Pero, ¿vale la pena arriesgarse?

AURORA: No te puedes imaginar la “comisión” que nos queda a nosotros.

Bea las miraba incrédula, no teníamos ni idea de la cantidad de que hablaba, Anabel puso los labios cerca de la oreja de Bea tapándose con la mano y le dijo algo.

BEA: ¿Cuando empezamos?

La madre que la parió que ambiciosa me había salido y me estaba arrastrando a mí, por otro lado cada día estaba más orgullos y enamorado de ella.

Acabaron las obras en casa, se amplió el despacho, habían tres zonas de pantallas, una para cada local, se organizó quien pasaría a buscar las recaudaciones para ingresarlas al día siguiente en el banco, se cambiaron todas las ventanas y ventanales para ponerles cristales, “¡antibalas!”, se reforzaron todas las entradas desde el exterior, convertimos la casa en un puto bunker.

En una reunión con Santiago, el abogado nos dijo que la cosa estaba muy tranquila, que podíamos hacer algunas salidas de casa siempre acompañados por los guardaespaldas, visitamos los diferentes locales cuando estaban cerrados al público para ver como habían quedado, en nombre de una empresa tapadera extranjera compramos un par de naves industriales para poder hacer el intercambio de armas, en unos polígonos muy discretos, el negocio empezó a funcionar y todo iba como la seda, ganábamos un montón de dinero y las cuentas en el extranjero iban aumentando la cantidad de manera impresionante.

Después de un tiempo recuperé mi viejo móvil, tenía un montón de llamadas perdidas, sobre todo de Juan mi amigo, le llamé extrañándose de que no me pudiera localizar antes, por supuesto no le dije nada de mi cambio de vida, quedamos un día para tomar algo en el bar de siempre, me acompañaron Enrique y Fernando los guardaespaldas, yo sentado en la parte de atrás de un buen coche alemán parecía un ministro, uno ellos entró antes en el bar, todo lo discretamente que podía hacerlo un tío de casi dos metros de altura y ancho como una boca de metro, se sentó cerca de donde estaba Juan, después entre yo con el otro detrás de mí, cuando caminaba para saludarlo, salieron del baño Vanesa y Mónica mi ex, sentándose en la misma mesa que estaba Juan, me quedé parado por la sorpresa, Juan me dio la mano saludándome.

JUAN: Siéntate Rubén por favor.

YO: Perdona, ¿pero que pintan ellas dos aquí?

MONICA: Siéntate por favor, tenemos que hablar contigo.

Me senté delante de los tres, dándoles la espalda a Enrique y Fernando.

JUAN: Yo, Rubén, quisiera pedirte perdón…

Mi ex le cortó en seco hablando ella.

MONICA: Todo es culpa mía Rubén.

La miré haciéndole un gesto con los hombros y la cabeza de sorpresa.

MONICA: Te veo diferente.

YO: ¿Como que diferente?

MONICA: Sí, más seguro de ti mismo, con otra imagen, mejor vestido, ropa cara, un buen reloj, me gusta mucho lo que veo.

YO: ¿Pero qué coño me estás diciendo, y qué es eso de que tú tienes la culpa de todo?

MONICA: Rubén, cuando estábamos juntos eras un tío muy soso, siempre en casa, saliendo muy poco, estaba muy aburrida contigo, coño si no sabías ni follarme bien.

YO: ¿Y a qué viene todo eso ahora Mónica?

Dudó un momento mirándose a Vanesa y a Juan, ellos con la cabeza la animaban a seguir hablando.

MONICA: No me fui con ningún compañero de trabajo.

YO: La puta, ahora sí que no entiendo nada.

Me miró y se lanzó por fin a contármelo todo.

MONICA: Quería que lo pasaras un poco mal, que me echaras de menos, quedé con Vanesa para que ella se enrollara contigo y enseñarte a follar…

YO: Espera, espera, ¿pero qué coño me estas contando?

MONICA: Coño Rubén, déjame acabar, al principio parecía que todo iba bien, Vanesa me dijo que estabas progresando mucho y que parecías interesado en ella.

YO: No me lo puedo creer.

JUAN: Es que hay más cosas.

Lo miré medio cabreado.

YO: ¿Qué?

JUAN: Yo fui quien me chivé de tu rollo con la mujer del director para que te echaran.

YO: Vosotros sois unos cabrones del primero al último, y tú Mónica estás como una puta cabra.

MONICA: Todo era para que te espabilaras, buscaras otro trabajo y evolucionaras como persona, después Vanesa tenía que dejarte y aparecer yo para consolarte y volver a estar juntos, pero algo falló y todo salió mal, te echo mucho de menos, perdóname y volvamos a vivir juntos por favor.

Ya estaba hasta los huevos de escuchar tantas tonterías, me levanté, los miré a los tres serio, me di media vuelta y les levanté el dedo de en medio de la mano caminando para la salida, Juan se levantó para pararme, pasé por el medio de mis guardaespaldas haciéndoles un gesto con la cabeza, se levantaron y Juan chocó contra ellos como si fueran una pared, Enrique lo cogió de la pechera y con una mano lo levantó del suelo, caminando con él sentándolo en la silla que estaba, a los tres se les quedó una cara de acojonados tremenda, yo me lo miraba desde la otra punta del bar riendo, me estaba comportando como un verdadero gánster en cuatro días, los guardaespaldas vinieron donde estaba yo, uno se quedó a mi lado y el otro abrió la puerta mirando fuera antes de que saliéramos, di un último vistazo a los tres que me miraban con la boca abierta, les hice un gesto con la cabeza y salí del bar flanqueado por aquellos dos hombretones volviendo a casa.

Cuando volvíamos en el coche pensé como podía a ver sido tan cabrona mi ex, como podía ser tan retorcida para pensar en todo aquel plan tan cabrón, me alegré de haber conocido de verdad a mi ex cuñada siendo tan feliz como era con ella en aquel momento, me dejaron en la puerta de casa, entré y sonaba la música bastante fuerte, estaban las tres chicas de mi vida en el salón, Aurora sentada en el sofá y Bea riendo de ver a Anabel bailar delante de ellas, una imagen tan feliz, me acerqué y las tres vinieron a saludarme, con un beso en los labios abrazándonos los cuatro juntos, cogí de la mano a dos, la otra se cogió de Bea y las llevé a la habitación, las desnudé una a una quedándome en la mano con sus bragas, las olí una detrás de otra inspirando fuerte, entrándome el olor de sus coños, se acercaron a mí desnudándome entre las tres, puse a Anabel arrodillada encima de la cama poniendo la cabeza debajo lamiéndole el coño, Bea me cogió la polla metiéndosela en la boca chupándomela y succionándola poniéndola como un palo, Aurora se lo comía a Bea dejándome el chocho cerca para que pudiera meterle mano haciéndole una paja.

Bea se la sacó de la boca dejando que Aurora se la metiera hasta el fondo gimiendo, gemido que se unió al de Anabel que no paraba de los lametones que le pegaba en medio del coño, Bea besaba a una y a la otra mientras se masturbaba, le quité la mano de su chichi poniendo la mía, le metí dos dedos en la vagina dándole vueltas, a la vez con el pulgar le frotaba el clítoris, las tres gritaban, y a la vez se corrieron moviendo mucho el cuerpo, me encantaban aquellas tres mujeres cuando se corrían, se les quedaba una carita tan guapa, estiré a Bea con las piernas abiertas, me metí en medio y se la metí despacio hasta el fondo, Aurora me puso el chocho delante de la boca volviendo a pegar lametazos a otro coño sin dejar de mover las caderas, Anabel por detrás metía la cabeza chupándome el culo, los huevos y notaba la lengua lamiendo entre mi polla y el coño de Bea, como me estaban poniendo las tres, di unos cuantos golpes de caderas más fuertes y Bea se corrió por segunda vez gritando a todo pulmón, se quedó a un lado recuperándose, Aurora que estaba muy excitada de mis lametones en el coño se subió encima de mi polla metiéndosela, moviéndose muy rápido corriéndose en cuatro movimientos como una loca, colocándose al lado de Bea besándose las dos con un piquito, giré a Anabel poniéndola a cuatro patas follándomela totalmente ido de lo caliente que estaba, nos corrimos los dos a la vez llenándole el coño de semen, nos dejamos caer en medio de Bea y Aurora, mientras nos recuperamos Bea nos abrazó a todos como si fuera la madre, supongo que porque era la mayor de los cuatro.

BEA: Decirme que siempre estaremos así de felices.

La miramos los demás sonriendo estando de acuerdo, las gemelas se levantaron para irse a su habitación y nos quedamos los dos solos estirados abrazados.

Unos días más tarde, una mañana, nos llamaron Enrique y Fernando para saber si podían pasar por casa para hablar con nosotros, nos reunimos sentados en el sofá.

ENRIQUE: Recibimos un aviso de un hombre de Akiyama, nos reunimos con él y nos preguntó si seguiríamos consiguiéndoles armas algunos clientes suyos, con su comisión claro.

Entonces recordé aquellos viajes para darles paquetes que no sabía lo que eran.

ANABEL: Es un cliente de muchos años, ¿no?

FERNANDO: Sí, siempre hemos tenido buena relación con los “japos”, pero desde que saben que Vladimir no está están un poco nerviosos, para mí que están intentando coger un trozo de pastel, han abierto algún club nocturno con chicas asiáticas para diferenciarse de nosotros, no saben quien lleva las riendas ahora y están preocupados, nos lo han preguntado y nosotros nos hemos hecho el loco como es lógico.

AURORA: Si siempre hemos hecho negocios con ellos no creo que sea buena idea dejar de hacerlo ahora, se pueden pensar que somos más débiles, ¿Cómo lo veis vosotros?

Nos dijo mirándonos a todos.

YO: Yo estoy contigo, cuanta más imagen de normalidad demos mejor.

Bea y su hermana confirmaban con la cabeza, Anabel miró a los hombres de confianza.

ANABEL: Decirles que estamos preparados para cualquier pedido, que la comisión será la de siempre, mantenernos informados.

Los hombretones confirmaron con la cabeza, se levantaron marchándose por la piscina como siempre.

Cuando había una entrega, normalmente iba uno de los dos guardaespaldas con varios hombres de confianza, el otro se quedaba en casa junto a nosotros, por si había algún problema que pudiéramos tomar decisiones rápidas, siempre iba todo muy bien, yo pensaba que aquella gente que se dedicaba a estas cosas eran personas muy serias, cuando confirmábamos la mitad del pago en una cuenta de un país que no os voy a decir, se hacía el pedido a nuestros proveedores, cuando lo recibíamos se hacía la entrega, llegaban dos furgonetas, abrían las puertas y pasaban las cajas de una a la otra, listo, al momento o pocas horas después nos ingresaban la otra mitad y asunto resuelto, la cuenta del banco subía y nosotros contentos, era curioso que a veces la mercancía nos llegaba de un país y una vez vendida volvía a otro país vecino a unos quinientos kilómetros de distancia.

Algunos días, Bea y yo nos poníamos guapos y salíamos a cenar como una pareja “normal”, íbamos a un buen restaurante y después tomábamos alguna copa en algún local de moda, siempre acompañados de los guardaespaldas, que les teníamos que reservar también una mesa cerca de la nuestra, aquella noche después de cenar fuimos a un nuevo local, mientras nos estábamos tomando algo, escuché unas voces a pocos metros de distancia, miré y era mi hermano con una chica al lado.

JAVI (gritando): ¿Cómo les va al tonto de mí hermano y a la frígida de mi ex mujer?

Estaba medio borracho, la chica le estiraba del brazo para llevárselo, él hacía fuerza para avanzar en dirección a nosotros, Enrique me miraba y yo le hice un gesto para que se estuvieran quietos, Bea se lo miraba con cara de pena, se soltó del brazo de su acompañante y se puso delante de nosotros con una copa casi vacía en la mano.

JAVI: Joder, si hacéis buena pinta y todo, que bien vestidos qué vais, parece que os van bien las cosas, lástima que en la cama seáis tan inútiles, y tú Bea, que coño que tienes de dejarme por este picha corta.

Fernando se empezaba a poner de pie, la pareja de mí hermano llegó a su lado cogiéndolo otra vez del brazo.

BEA: Te recuerdo que fuiste tú el que me dejaste, por cierto, si me hubieras follado la mitad de bien que lo hace tú hermano me hubieras tenido comiendo de tú mano siempre.

Miró a la chica.

BEA: Cariño, llévatelo antes de que haga más el ridículo.

Javi estaba a punto de empezar a gritar, Fernando le apoyó una mano en el hombro haciendo que se girara, lo miró levantando la vista para verle la cara, con la boca abierta.

YO: Fernando por favor, págales una copa a cada uno y aléjalos de mi vista.

Como me gustaba hablar como el “padrino”, Fernando estiró la mano indicándoles el camino a seguir, mi hermano y su novia lo acompañaron, dieron unos cuantos pasos y Javi se giró volviéndonos a mirar a Bea y a mí sentados, con Enrique con las manos delante a nuestro lado protegiéndonos, le cambió la cara entendiendo que aquello no era normal y que en algo teníamos que estar metidos para ir con dos tíos de guardaespaldas, llegaron a la barra, pidieron y Fernando pagó volviendo con nosotros, desapareciendo ellos por la sala, cuando llegamos a casa subimos a la planta de arriba, abrimos con cuidado una habitación de la chicas, estaba vacía, abrimos la otra y comprobamos que estaban las dos juntas dormidas, nos miramos, sonreímos y nos metimos en la nuestra.

Nada más entrar me metí debajo del bonito vestido que llevaba puesto Bea reventándole los pantis y las bragas, lamiéndole los muslos subiendo poco a poco hasta meterle la lengua en el coño, saboreando su flujo saladito haciéndole dar un suspiro y gemir, me levanté desnudándola, besándola con pasión con sus brazos alrededor de mi cuello, separó los labios mirándome a los ojos enamorada, me desnudó despacio, se arrodilló y me cogió la polla con la mano apretándola, metiéndosela en la boca chupándome el capullo, se la fue metiendo más profundamente hasta llegar al final chocando sus labios con mi pubis, me la succionó un par de veces muy fuerte haciendo que tirara el culo para atrás del placer, se la sacó tosiendo un poco, se levantó y me acostó en la cama boca arriba sentándose encima de mí metiéndosela, me cabalgó lentamente, gimiendo los dos suavemente, nos besamos despacio sintiendo nuestras lenguas enredarse, nuestras respiraciones mezclarse y nuestros gemidos acompasarse para llegar a la vez a un orgasmo intenso y profundo.

Nos quedamos en aquella posición abrazados, estiré de la sabana para taparnos y nos quedamos dormidos, por la mañana se abrió la puerta entrando las chicas colocándose una a cada lado de nosotros abrazándonos, Bea y yo nos besamos mirándonos a los ojos riendo y nos quedamos dormidos los cuatro de nuevo.