La historia de Rubén (10)

Me volvió a dar fiesta un domingo y el lunes para que cenáramos otra vez con las gemelas...

Me volvió a dar fiesta un domingo y el lunes para que cenáramos otra vez con las gemelas, esta vez Bea conociéndolas se vistió muy sexi, un vestido muy enganchado al cuerpo que le marcaba toda la figura, con un escote que le dejaba unas tetas sin sujetador que no podía dejar de mirárselo, que orgulloso me sentía de llevar a una mujer como ella al lado, cuando llegamos a casa de las gemelas se saludaron abrazándose, como si se conocieran de toda la vida, una vez dentro de casa se fijaron en ella diciéndole lo guapa que estaba dando vueltas a su alrededor.

ANABEL: A ver cómo vas por dentro.

Le subió el vestidito enseñando el tanga, Bea reía.

AURORA: Que guapa por todos sitios nena.

Tomamos algo y cenamos, nos sentamos en los sofás para tomar unas copas y se pusieron una gemela a cada lado de nosotros, mientras una me hablaba la otra lo hacía con Bea, al poco rato la que hablaba conmigo me hizo un gesto para que mirara a Bea y su hermana, al girar la cara las vi besándose, se me abrieron los ojos no pudiendo creer lo que estaba viendo, la hermana me giró la cara besándome en los labios, cuando los separé miré a Bea que a la vez me miraba con una sonrisa, le hice un gesto con los hombros.

BEA: Esta noche vamos a dejarnos ir, lo pasamos bien y mañana será otro día.

No sabía Bea lo que acaba de decir.

Aurora se le enganchó otra vez en los labios, subiéndole una mano por el muslo hasta tocarle el coño por encima de las bragas, Bea gimió tocándole una teta a Aurora acariciándosela, Anabel me metió la lengua hasta la campanilla metiéndome mano, las dos hermanas se levantaron, nosotros nos juntamos uno al lado del otro besándonos, una de ellas me desabrochaba el pantalón bajándomelo a los tobillos, igual que los calzoncillos, mientras la otra le metía las manos por los lados del vestido de Bea quitándole las bragas, me las tiró encima riendo cuando su hermana ya me estaba chupando la polla, me puse las bragas en la nariz poniéndome cardiaco, Bea me besó de lado sacando la lengua, deslizó el culo para fuera del asiento y Aurora le metió la lengua en el coño haciéndole gemir, miré para abajo y allí estaban las dos hermanas comiéndonos el mondongo a mi novia y a mí, no me lo podía creer.

Cuando nos tuvieron a los dos cachondos a más no poder, se levantaron y nos llevaron a una habitación con la cama muy grande, nos desnudamos los cuatro metiéndonos en la cama, Bea se puso encima de mí besándome, aguantándose en la cama con las rodillas con el culo en pompa, Anabel le comía el  coño por detrás pajeándome, cambiando a chuparme mi polla cada poco tiempo metiéndole dos dedos a Bea, Aurora me puso el potorro encima de la boca, se lo lamí un rato, se levantó un poco y entonces se lo lamía a Bea viéndolo yo desde abajo, no entendía como no me había corrido catorce veces mirando semejante espectáculo, estiraron boca arriba a Bea, una le metió la cabeza en medio de las piernas comiéndole el coño, la otra se le sentó encima de la cara haciendo que le comiera el suyo, me dijo que me pusiera delante, y mientras Bea le chupaba el chichi ella se encargaba de mi polla con una mamada bestial.

Se la metí a Bea a cuatro patas, a la vez ella seguía comiéndose un coño que le habían puesto delante de la boca con las piernas muy abiertas, la otra hermana estirada con la cabeza debajo de mis huevos me los chupaba y lamía metiéndome un dedo en el culo, yo estiraba un brazo para atrás metiéndole dos dedos en el coño, aquello era un sinfonía de gemidos de la ostia, de aquella manera iban cambiando de posición para que me las follara a las tres, me pidieron que no me corriera, una se estiro boca arriba, se metió mi polla en la boca, Bea y la otra hermana le comían el coño por tiempos hasta hacer que se corriera, cambiaron las tres corriéndose todas, cuando ellas acabaron me miraron, me hicieron ponerme de pie, se arrodillaron las tres delante de mí, una me la chupaba, otra me lamía los huevos por debajo metiéndome un dedo en el culo, y la tercera me sobaba el cuerpo abriendo la boca para que me corriera dentro, me pusieron como una moto, en el momento de correrme se pusieron las tres con la boca abierta delante disparando semen en la cara y la boca de las tres, me la chuparon para dejarla bien limpia y se besaron entre ellas.

Nos duchamos y nos metimos en la cama a dormir en pelotas los cuatro, Bea y yo juntos en medio, y una hermana a cada lado pasando los brazos por encima, a media noche había un follón de brazos y piernas entrelazados de la ostia.

Estábamos tapados con una sabana, por la mañana noté como un poco de frio abriendo un ojo, vi delante de la cama a Vladimir con los dos guardaespaldas y un tío muy pequeño, delgado con gafas y un maletín en la mano, me pegué un susto de tres pares de cojones, pegué un salto poniéndome de pie encima de la cama, dejándoles a la vista mi polla y mis huevos colgando, las chicas se despertaron tapándose rápido hasta los ojos, los guardaespaldas miraron para los lados para no verme en pelotas, Vladimir me miraba serio y el otro tipo parecía que era de cera porque no movía ni un musculo de la cara.

VLADIMIR: Tápate coño.

Me estiré en la cama con las chicas tapándome con la sabana, Vladimir nos miraba a los cuatro.

VLADIMIR: Escúchame bien Rubén, esta mañana me van a detener.

YO (temblándome la voz): Pe, pe, pero quién, como, porque.

VLADIMIR: Cállate joder.

Me quedé mudo al momento.

VLADIMIR: Por la tarde te detendrán a ti.

Me entró un mareo que debí de reflejarlo en la cara de tonto.

VLADIMIR: No te preocupes, contra ti no tienen nada.

El tipo que parecía una estatua se sacó una tarjeta del bolsillo entregándosela a Vladimir, él me la tiró encima de la cama.

VLADIMIR: Cuando te lleven a comisaria llamas a Santiago, no digas nada a nadie sin él delante, él vendrá y te sacará al momento, cuando acabéis de aquí os vais a casa, recogéis la ropa que podáis, Bea que la traiga aquí con el cuatro por cuatro y se quede en esta casa con mis hijas, cuando te suelten, te llevarán a casa, coges tú coche, pasas por una dirección que te dará Santiago, abres la puerta con la llave que él te dará, en el despacho hay un mueble alto, lo abres y coges las maletas que verás dentro, antes de llegar haz las maniobras que haces cuando vas a trabajar para asegurarte que nadie te sigue, vienes aquí, metes el coche en el garaje y guardáis las maletas, os quedáis todos a vivir aquí por seguridad, ¿lo habéis entendido los cuatro?

Todos a la vez movimos la cabeza de abajo arriba acompasados.

VLADIMIR: Muy  bien, tranquilos que no pasa nada.

Se fueron tan tranquilos, nosotros nos miramos unos a otros acojonados y nos pusimos en marcha rápidamente, nos vestimos y salimos para casa nerviosos, Bea me hacía mil preguntas por el camino que yo no le sabía contestar, llegamos a casa llenando las maletas de ropa y todo lo que pensamos que nos haría falta, metimos el dinero en efectivo que teníamos, lo cargamos todo en el coche junto con los ordenadores portátiles, repasamos si nos dejábamos alguna cosa y me despedí de Bea.

YO: Tranquila cariño, todo saldrá bien, sabes que te quiero, ¿verdad?

BEA: Claro que lo sé tonto, voy a dejar las cosas en casa de las gemelas y vuelvo para comer contigo vale, quiero estar contigo todo el tiempo que pueda.

YO: Como quieras, pero ya has oído que esta tarde mismo nos vemos de nuevo.

BEA: Bueno, bueno, ¿y si hay algún problema?, mejor aprovecho el tiempo contigo.

Arrancó el coche y se fue dejándome pensando la cabrona, “si hay algún problema”, joder, a ver si me van a cargar a mí el muerto y me meten en la cárcel un montón de años, pensé, me empecé a preocupar, por otra parte pensaba que si Vladimir me dijo que no habría problema era mejor creerle, el experto en esas mierdas era él.

Volvió Bea y salimos a comer a un restaurante cercano, me intentó tranquilizar todo lo que pudo, me acariciaba la cara y me besaba sin parar, cuando acabamos caminamos para casa, al llegar a la esquina le dije que se parara, miré discretamente sacando un poco la cabeza, vi que delante del portal habían varios coches con gente fuera, pensé que eran los que me venían a detener, me giré besándola como si no la pudiera volver a besar en muchos años agarrándole el culo, pasándole un momento la mano por el chichi, le empezaron a caer lágrimas de los ojos, le dije que no se moviera, que no entrara en casa después, y que cuando nos fuéramos atravesara la calle para coger el coche y volviera con las gemelas, giré la esquina caminando firme en dirección al portal de casa, llegué y a la primera persona que estaba al lado de uno de los coches me presenté, habló por un walkie talkie y salieron varios tíos más que debían de estar en la puerta del piso, me leyeron mis derechos y me dijeron que si no intentaba nada no hacía falta que me pusieran las esposas, se lo agradecí y subí a uno de los coches.

La comitiva dio media vuelta y fuimos calle abajo, al pasar por la esquina miré disimuladamente y vi a Bea intentando verme llorando, llegamos a la comisaria y me hicieron esperar en una sala con varias personas más, había gente normal y gente no tan normal, si me hubiera encontrado alguno de aquellos bajando la basura por la noche hubiera salido corriendo del susto, estaba yo con mis pensamientos y entro un tío, dijo mi nombre en alto, levanté la mano y me dijo que le siguiera metiéndome en otra habitación solo.

EL TIO: ¿Has llamado a tú abogado ya?

Yo se lo negué con la cabeza de lo asustado que estaba.

EL TIO: Pues llama a Santiago ya coño.

Ostia, como sabía aquel tío que mi abogado se llamaba Santiago, entonces recordé que no me habían cacheado ni quitado el móvil, lo saqué y llamé, antes de que dijera nada una voz me dijo que ya estaba en marcha, no hizo falta ni que hablara, todo iba más rápido de lo que pensaba, en la habitación había una mesa y dos sillas, me senté y seguí esperando, entraron un par de personas con papeles en la mano, sin llegar a sentarse me preguntaron si quería decir alguna cosa, yo nervioso sin que me salieran las palabras les dije que esperaría a mi abogado, se fueron y antes de cerrar la puerta pude oír como uno le dijo al otro, “Este es un “pringao” que no sabe nada”, y no le faltaba razón, de saber sabía algunas cosas pero de “pringao” lo era un rato, no tardó mucho en llegar el abogado, se sentó con tranquilidad y con la cara de cartón a mi lado, me preguntó si había dicho alguna cosa, le dije que no, cuando entraron las dos personas de antes de nuevo, se levantó y habló con ellas fuera de la habitación, volvió a entrar cogiéndome por el brazo sacándome de allí, caminábamos por la calle a buscar el coche.

YO: ¿Ya está?, ¿me puedo ir sin problemas?

SANTIAGO: Ha ido muy bien, hemos conseguido que no te ficharan, en el informe pondrán que no sabes nada de nada, quedarás como una mierda para ellos pero eso es todo.

YO: Vale, prefiero ser una mierda y estar en la calle.

Subimos los dos en la parte trasera de un coche que conducía uno de los guardaespaldas de Vladimir, Santiago me entregó un mando para abrir una persiana de un garaje, una llave para abrir una puerta y otra de un armario, junto con un papel con una dirección, me dijo que estaba en un polígono industrial que no tenía mucho movimiento, pero por si acaso que tomara todas las precauciones posibles, cuando llegamos a la puerta de casa, Santiago me cogió del cogote con una mano arrugada sonriéndome, por primera vez abandonó la cara de cartón.

SANTIAGO: Eres un buen chico, que tengas suerte.

Bajé del coche entrando en el parking, pensando si las palabras de Santiago habían sido con segundas, ¿necesitaría la suerte? Y si era así, ¿para qué? Me dirigí al polígono dando unas cuantas vueltas a rotondas y manzanas, para ver si alguien me seguía, llegué delante de la persiana, apreté el mando y se abrió, metí el coche viendo que a la derecha había una puerta, cerré la persiana de nuevo quedando a oscuras, encendí las luces del coche, bajé y con la llave abrí la puerta que me costó bastante, parecía que hacía tiempo que nadie la abría, entré a la habitación, vi un interruptor a un lado encendiendo la luz, todo estaba lleno de polvo confirmando que estaba abandonado, vi el armario alto, metí la llave en la cerradura, al abrirlo comprobé que aunque por fuera era de madera estaba forrado por dentro de hierro, o algún metal pesado costándome abrir las puertas, dentro, bien apiladas habían cuatro maletas bastante grandes, arrastré una, y al quedar en el aire cayó al suelo de golpe de lo que pesaba, la cogí con las dos manos y la metí en el maletero, cabían solo tres, así que la cuarta la llevé entre los asientos.

Me subí al coche, abrí de nuevo la persiana y tiré marcha atrás, saqué el culo del coche a la calle y pasó a toda ostia un camión pitando que casi se me lleva por delante, me pegué un susto de la ostia dándome un vuelco el corazón, cerré el garaje y conduje despacio, dando vueltas por todos lados asegurándome que nadie me seguía, cuando estaba a punto de llegar llamé a Bea para decírselo, en la puerta, una de las gemelas me hacía señales por donde debía meter el coche, lo cerramos en el parking de la casa, Bea se me tiró al cuello besándome por toda la cara de la alegría de verme, bajamos las maletas y las llevamos a una habitación que parecía un trastero.

AURORA: ¿Qué debe a ver dentro?

ANABEL: Cosas de papá, ya sabes.

AURORA: ¿Y qué son las cosas de papá Anabel?, ¿las abrimos?

YO: No sé, podríamos esperar que lo haga Vladimir.

Bea miraba sin decir nada, Aurora empezó abrir una de las maletas con todos expectantes, cuando abrió el último cierre saltó la tapa hacía atrás dándonos un susto, salieron volando unos cuantos billetes, estaba hasta arriba de dinero, debían de haber millones en cada maleta, nos miramos unos a otros sin saber que decir, las gemelas manipularon algo en la pared, sacando un panel dejando a la vista un zulo secreto, metimos las maletas volviendo a poner el panel quedando todo escondido.

ANABEL: Será mejor que nos tranquilicemos un poco, Bea llévate a tú novio a la habitación que seguro que querrás estar con él, nosotras descansaremos un rato y prepararemos algo para cenar esta noche.

Bea me cogió de la mano sonriendo, llevándome por la casa al piso de arriba, entrando en una habitación que estaban nuestras maletas en el suelo todavía sin deshacer, nos estiramos en la cama, ella me pasó un brazo por el cuello colocando su cabeza encima de la mía.

BEA: ¿Quieres hacer alguna cosa cariño?

YO: Gracias mi amor, prefiero descansar un rato a ver si se me pasa el susto de todo el día.

BEA: ¿Me explicas como ha ido todo?

Le expliqué con detalle lo que había pasado aquella tarde, me quedé dormido con su cuerpo enganchado al mío y su mano acariciándome la cara.

Cuando bajamos las gemelas ya tenían la mesa puesta y estaban sacando varias cosas para cenar, nos sentamos los cuatro, me preguntaron cómo estaba y durante la cena les expliqué como fue el día, cuando acabamos tomamos una copa juntos y nos fuimos a dormir.

Aquella noche dormí como un lirón, cuando me desperté estaba solo en la cama, miré el móvil que tenía encima de la mesita, ninguna llamada ni ningún mensaje, me metí en la ducha, abrí una de las maletas para buscar algo para ponerme y bajé al salón, Bea se levantó del sofá corriendo para abrazarme, después se acercaron Anabel y Aurora que parecían preocupadas, abrazándome también, me senté con Bea.

YO: Las chicas parecen preocupadas.

BEA: Les ha llamado el abogado, Vladimir esta todavía detenido y no saben cuándo podrá salir, si sale.

Yo no sabía que decir cuando las gemelas se sentaron delante de nosotros, me miraron.

ANABEL: Hoy nos ha llamado el abogado…

BEA: Ya le he explicado lo de Vladimir Anabel.

AURORA: Es que no es lo único que nos ha dicho.

Nos quedamos callados prestando atención.

ANABEL: Nos ha dicho que salgamos lo justo de casa, si necesitamos algo que lo pidamos en un teléfono que nos ha dado, también nos hará llegar un móvil que sea seguro para para cada uno, estamos vigilados por los hombres de seguridad de mi padre aunque no los veremos, han cerrado todos los locales, así que de momento Rubén no tienes que ir a trabajar a ningún sitio.

AURORA: Tendrás de cuidar de nosotras y defendernos.

YO (nervioso): ¿Defenderos de qué?, si yo no tengo ni media ostia, no me empecéis a poner nervioso que me cago en “to” joder.

Me levanté y salí al jardín, me acerqué a la piscina y me quité la camiseta, estirándome en una hamaca para tomar el sol, al poco salió Bea colocándose a mi lado sentada en otra hamaca.

BEA: Cariño no se lo tengas en cuenta, son jóvenes y no piensan bien las cosas.

YO: Coño, ni piensan ni ven, tú me has visto bien, como para defender a alguien estoy yo.

BEA: Bueno, defendernos no podrás, pero cuidar de nosotras si, ¿no?

YO: Sobre todo por ti me dejaría la vida cariño.

BEA: A mi sola no, nos tienes que cuidar a las tres, ellas ahora no tienen a nadie, lo que no sé es si podrás.

YO: Claro mujer, estaré por vosotras sin dejaros en ningún momento, bueno contigo un poquito más amoroso.

BEA: No lo has entendido cariño, que nos tienes que follar a todas, mis niñas no pueden estar a dos velas haciéndose pajas hombre.

YO: Bea por favor, que de niñas tienen poco ya esas dos.

BEA (enfadada): Tú sabrás que haces, o nos pegas “pollazos” a las tres o a ninguna.

YO: ¡BEA!, pero que bruta eres joder.

Ella caminaba rápido para meterse dentro sin hacerme caso, cerré los ojos notando el calor del sol en mi torso, escuché un ruido en unas matas, me levanté de golpe asustado, del medio de la maleza que separaba la casa de la del vecino, apareció de pronto un tío enorme que me pego un susto de puta madre, me fijé bien y era uno de los guardaespaldas de Vladimir, se puso a mi lado pasándome cuatro cajas de teléfonos móviles.

GUARDAESPALDAS: Coge estos móviles, los hemos trucado para que sean seguros y no puedan pincharlos, estamos en la casa de al lado, desde allí estamos conectados a las cámaras de la casa y os estamos vigilando para que estéis seguros, Vladimir está bien, cualquier cosa que necesitéis, o la lista de la compra, nos la pasáis al teléfono que él abogado les ha dado a las chicas, os lo traeremos lo antes posible, si alguien tiene que salir de casa que nos lo comunique también para acompañaros, pasarlo lo mejor que podáis, me lo dijo Vladimir, por él no os preocupéis que saldrá pronto.

Y por el mismo sitio que entró desapareció, entré en casa con los paquetes en las manos, las chicas que estaban hablando en los sofás se levantaron viniéndome a buscar, les expliqué lo que me había dicho el hombretón y se quedaron más tranquilas, cogimos un móvil cada uno, las chicas siguieron hablando y yo me fui a buscar algo para comer en la cocina, que no había desayunado todavía, cuando salí estaban las tres sentadas una al lado de la otra en el sofá mirándome.

YO: ¿Qué pasa?, esperáis que os haga un espectáculo o algo.

Las tres sonreían, Bea movía un dedo para que me acercara, cuando estuve a su lado.

BEA: Cómele el coño a Anabel mi amor.

YO: ¿Cómoooo?

BEA: Que te arrodilles y nos comas el coño a las tres, una detrás de otra, hasta hacernos correr.

Me arrodillé delante de la gemela que estaba en medio, le quité el pantalón corto y el tanga de un tirón, le puse la lengua en el muslo y poco a poco la fui acercando al chumino, las otras dos manos las puse al lado del coño de las del al lado, a una se lo comía y a las otras dos les hacía una paja teniéndolas a las tres excitadas y gimiendo, cuando se corrió la que se lo estaba comiendo me metí en la boca el de la otra hermana, se acabó corriendo también, Bea de tanto pajearla tenía el coño chorreando, la puse a cuatro patas encima del sofá metiéndosela, empezó a gritar, cuando me di cuenta las gemelas se habían colocado también a cuatro patas una al lado de la otra.

BEA: Ya te lo he dicho, si te follas a una nos follas a todas.

Le pegué unos cuantos golpes de cadera cabreado con ella haciendo que se corriera, cambié de coño y volví a cambiar dejando a las gemelas corridas y satisfechas, cogí del brazo a Bea llevándomela por las escaleras, ella protestaba y las gemelas se descojonaban de risa, la metí en la habitación estirándola boca abajo en la cama, me coloqué encima mojándome un dedo metiéndoselo en el culo, como vi que entró muy suave no me lo pensé más y le metí el glande dentro, Bea gritó mirándome riendo, se la metí entera y poco a poco fui aumentando el ritmo hasta correrme, dejándole el culo lleno de semen, acabando con un par de golpes de cadera fuertes, Bea me miraba riendo.

BEA: ¿Esta es tú manera de castigarme por lo que te he dicho hoy?

YO (riendo): Sííí.

BEA: Pues me encanta mi amor, castígame cuando quieras.

Nos quedamos varios días en casa sin salir, nos traían todo lo necesario para vivir, cogimos unas rutinas para pasar el tiempo, después de desayunar hacíamos un poco de ejercicio, poníamos música en el salón y hacíamos una especie de clase dirigida por una de las gemelas, de las que ellas hacían siempre en el gimnasio, eran divertidas, pasábamos un rato agradable y a mí me encantaba moverme teniendo a la vista aquellos cuerpos, enfundados en mallas y tops haciendo ejercicio, después de la ducha tomábamos el sol un rato, nadábamos y esperábamos la hora de comer, después descansábamos un poco en las habitaciones y por la tarde, antes de cenar nos juntábamos en el salón para ver en la tele alguna película o serie, después de la cena tomábamos algunas copas y nos íbamos a la cama contentillos.

Sí, ya sé que no he dicho nada del sexo, lo hacíamos en cualquier combinación en cualquier momento del día, cuando alguien se disparaba los demás seguíamos el juego, una vez Bea mientras bailábamos en la clase de la mañana, se colocó delante de mí agachándose, bajándose las mallas dejándome a la vista el coño, me tiré con la boca metiéndole la lengua, al momento las gemelas nos estaban rodeando liando una importante, otra, mirando una serie sentados en el sofá, se levantaron de golpe las gemelas tirándose encima de mí, desnudándome y comiéndome por todas partes, mientras Bea se descojonaba, otras veces podíamos disfrutar de intimidad con mi pareja haciéndolo en solitario, y otras simplemente nos mirábamos los cuatro y empezábamos a besarnos, a entrelazar nuestros cuerpos y hacernos disfrutar unos a otros. La persona que más me importaba, que era Bea, estaba feliz de vivir aquella experiencia, ¿y yo?, me lo pasaba de puta madre, para que negarlo.