La historia de Rubén (1)
Soy Rubén, me considero una persona físicamente normal...
Soy Rubén, me considero una persona físicamente normal, uno setenta y ocho de estatura con una complexión fuerte tirando a algún kilo demás, creo que por falta de hacer deporte, siempre me ha gustado llevar una vida tranquila sin sobresaltos, no soy lo que podríamos decir un tío muy “echao pa lante”, pero si tengo una cierta labia para enrollarme con la gente, para convencerla de que compren cosas por ejemplo, labia que en su momento tampoco supe aprovechar para ligar con las chicas, tuve mis rollitos pero los justos para ir tirando, simplemente me conformaba, eso diría yo, soy muy conformista, si estoy bien, para que cambiar las cosas, tampoco me considero persona de un gran apetito sexual ni le he dado mucha importancia en mi vida.
A mis veintisiete años he tenido tres relaciones más o menos serias, desde hace un par de años soy comercial de productos para mejorar la calidad del agua en las casas, no es un trabajo que me vuelva loco, pero cobro a fin de mes y puedo vivir sin sobresaltos como a mí me gusta.
Es un domingo por la tarde, estoy sentado en el sofá de mi pequeño apartamento, una pequeña entradita, un salón comedor con una cocina americana no muy grande, hay una terraza y un pequeño pasillo con un cuarto de baño y la habitación, lo justo para vivir.
Mónica, mi novia de los últimos tres años salió de la habitación en bragas, mirándome fijamente a los ojos sonriéndome, me levanté para abrazarla y sentir entre mis brazos su cuerpo menudo y bien formado, acariciarle la carita con dos dedos dibujándola, tocarle la boca dándome un beso cariñoso en los dedos, besarla para que sus labios atrapen los míos acariciándomelos con su lengua, da un paso en mí dirección haciéndome retroceder, chocando con mis talones con el sofá, me mira con amor, empujándome suavemente por el pecho para sentarme, me quita la camiseta, me besa, me baja el pantalón corto de estar por casa quitándomelo, se arrodilla cogiéndome suavemente la polla mientras me mira a los ojos, unos ojos que me atrapan por el amor que siento por aquella criatura, notando su tacto subiendo y bajando, excitándome muy rápido.
El ritmo va subiendo haciéndome gemir, cierro los ojos, con la otra mano me acaricia los huevos subiéndome la excitación por momentos, no me queda mucho para correrme, aumentó más el ritmo no pudiendo aguantarlo corriéndome, saliendo el semen volando parando en el suelo y sobre mi cuerpo, me siento momentáneamente relajado, dejo caer mi cabeza sobre el respaldó del sofá, unas lágrima resbalan por mi mejilla llegando a mis labios con su gusto salado, una inmensa tristeza se apodera de mí, abro los ojos y vuelvo a la puta realidad, estaba mojado, con mi polla en la mano y solo en la habitación, como las últimas tres semanas, después de que ella me dejara por un compañero cabrón del trabajo, tres fines de semana de mierda sin saber que hacer solo en mí casa sin ganas de salir.
Me seguía martirizando, me culpaba de todo por perderla sin tener una explicación del motivo, no sabía que es lo que había hecho mal, buscaba motivos por los rincones de mi cerebro sin encontrar nada que me hiciera reaccionar, la realidad es que ella ya no estaba conmigo y tenía claro que no quería humillarme pidiéndole que volviera, acabé otro puto domingo metiéndome en la cama temprano para acabarlo cuanto antes.
Por la mañana me puse un traje, fui a buscar el coche de la empresa, metí en el maletero la maletita con los impresos para la venta de los productos y algunos dosieres explicativos, fui a la oficina para que me pasaran la lista de personas para visitar aquel día, gente que pedía información por la web o por teléfono.
La organicé para ir primero a la dirección más apartada, para irme acercando a casa en cada visita a los posibles clientes, la primera era una pareja mayor que se lo quedaron sin tenerles que insistir mucho, al menos ya empezaba la semana con alguna comisión, a los otros tres siguientes les dejé la información y mi teléfono por si se interesaban, era casi la una, pensé si ir a comer o hacer una visita más que quedaba en las afueras de mi ciudad, en una urbanización, y así fue, conducía siguiendo la dirección en el gps, fijándome que las casas no eran precisamente muy modestas, veía algún casoplón de puta madre.
Entré en la calle y me paré delante de una casa enorme, bajé llamando al timbre del jardín, me abrieron, al acercarme a la puerta de entrada me esperaba una chica monísima, con el pelo a lo Khaleesi de juego de tronos, no podía ser más rubio y claro, vestía mallas deportivas y un top marcándole todo el cuerpazo, me toqué la corbata separándola un poco del cuello, me estaba ahogando, después de los saludos y saber que se llamaba Aurora me hizo entrar, llegamos a la cocina para mirarme el lugar idóneo donde poder instalarlo en caso de venta.
AURORA: Perdona un momento, ahora vuelvo.
Se giró para salir quedándome los ojos enganchados en un culo increíble, cuando salió moví la cabeza rápido de lado a lado para sacarme de encima los pensamientos que me venían a la mente, me giré mirando por el ventanal, había un jardín muy grande, con una buena piscina y ella tomando el sol en bikini, pero era imposible, no había tenido tiempo material de cambiarse y ponerse en la hamaca.
AURORA: ¿Ya lo has mirado bien?
Me giré y estaba allí, ahora con una camiseta por encima del top, me volví a girar viéndola en la piscina, la chica se empezó a descojonar de risa viendo mi cara de tonto sin entender nada.
AURORA: Es mi hermana gemela hombre.
Entonces lo entendí todo joder, que burro llegaba a ser. Le hice el presupuesto sentado con ella tomando un café que me había invitado, se abrió el ventanal y entró la otra hermana sonriendo presentándose, se llamaba Anabel, las cabronas eran como dos gotas de agua, me las miraba pasando la cabeza de una a la otra, supongo que debía notarse demasiado.
ANABEL: Ya nos has mirado bastante o piensas seguir todo el día, ¿es que no has visto nunca gemelos?
Yo pensaba, sí, pero no estaban tan buenas como vosotras, total, que me disculpé y acabé el presupuesto, la hermana del bikini se lo miró, me miró a mí poniéndome nervioso, cogió el teléfono y habló, creo que con su padre informándole, colgó y me confirmó que lo querían instalar, fui preparando todo el papeleo con ellas dando vueltas por la enorme cocina, cuando no miraba a una miraba a la otra, tarde una eternidad en tenerlos preparados, lo firmaron y justo antes de despedirme dándole la mano a cada una, la del bikini riendo.
ANABEL: ¿No querrás darte un chapuzón antes de irte?
Me puse tan nervioso que las dos empezaron a reír.
AURORA: No le hagas caso Rubén, ¿vendrás tú a instalarlo?
YO: No, vendrá un operario y os explicará cómo funciona todo.
Me fui de su casa pensando que cuando le dije que no iría yo a instalarlo se le había quedado cierta cara de pena, entré en un restaurante a comer que conocía sin poder quitarme de la cabeza aquel par de hermanas, madre mía como estaban, pero también era consciente que pertenecían a una clase social a la que yo no podía aspirar, la única cosa buena que salió de aquello fue que me olvidé de mis desgracias, y la polla se me estaba poniendo morcillona de pensar en aquellos culos prietos y bien puestos, me estaba rondando por la cabeza meterme en el baño a hacerme una paja, pero lo descarté, me quedaban dos visitas más por la tarde, preferí acabarlas y si acaso en casa tranquilamente ya me aliviaría.
La última visita era en un buen barrio de la ciudad, entré en el portal, salió un portero con su bata a preguntarme donde iba, le informé y llamó al piso preguntando, me abrió amablemente la puerta del ascensor apretando él mismo el piso, salí al rellano y una puerta estaba abierta, con una señora que se le veía muy bien cuidada de unos cuarenta y cinco años, llevaba puesto un vestido cortito enseñando unas buenas piernas, me miró a los ojos sonriendo invitándome a entrar.
Le di todas las explicaciones necesarias, me agaché para mirar un armario debajo del fregadero donde podía instalarse el aparato, ella se me acercó hablándome de no sé qué coño, al levantar la vista estaba tan cerca que por debajo de la falda le veía todas las bragas, ella sonreía mirándome fijamente, con la calentura que llevaba de las gemelas, le puse una mano en la rodilla para ver qué pasaba, cerró los ojos levantando la cabeza y lo vi claro, subí la mano directamente al coño cogiéndoselo, dio un saltito con un gemido suave, sujetándose con una mano al fregadero, me levanté y le metí la lengua en la boca colocando bien la mano frotándole el chichi.
Me abrazó tocándome el culo comprobando que estaba duro, ya notaba humedad en sus bragas y le metí la mano por dentro colocando dos dedos encima del agujero, subiendo hasta el clítoris haciendo circulitos, me cogió el paquete apretándolo, yo estaba tan caliente que me quité la americana y me desabroché el pantalón para sacarme a polla, me la cogió dando un suspiro, se agachó y se la metió en la boca chupando la punta, de golpe se la tragó toda dejándola de ver, solo veía su boca enganchada en la base, pegándome unas succiones que tuve que sujetarme en la mesa de la cocina para no caerme, la levanté, le puse las tetas apoyadas en la mesa sacando el culo, le subí la falda, me agaché y le metí la nariz en las bragas oliéndolas, se las bajé de un tirón y le chupé el agujero del coño sacando la lengua, ella gemía.
SEÑORA: Fóllame, fóllame que estoy muy mojada.
Me levanté apuntándole la polla, se la metí con fuerza, con mala leche diría yo, por la cabrona de mi novia que me dejó, y por lo caliente que me habían puesto aquellas dos en su casa, la follaba rápido y duro, chocando contra su culo sonando un ruido fuerte y seco, ella gritó de gusto sin parar hasta que se corrió, yo seguí un poco más y descargué todo el semen, la mala ostia y la frustración que tenía dentro de su coño, cuando nos recompusimos un poco.
YO: Así señora, ¿está usted interesada?
SEÑORA: Por supuesto, te firmo lo que quieras guapo.
Y otra comisión para fin de mes, aparte de salir de allí follado y nuevo con las ideas bastante más claras.
El jueves unos compañeros me dijeron para salir el viernes a cenar y tomar unas copas, por primera vez desde que me dejó mi novia me apeteció salir y distraerme, después de cenar fuimos a una discoteca que habían abierto no hacía mucho, estábamos todos juntos tomando copas y poco a poco los chicos fueron desapareciendo, esparciéndose por el local, hablando con chicas y alguno con algún chico, me quedé solo, parecía que últimamente era mi destino, yo escuchando la música y con mi copa ya estaba a gusto, me tocaron en la espalda, me giré y me encontré con las chicas repetidas, me preguntaron que hacía por allí y quedamos en apartarnos un poco para hablar donde la música no sonara tan fuerte.
YO (riendo): Me vais a perdonar pero no sé quien es Anabel y quien Aurora.
Ellas se identificaron pero me quedé igual, llevaban unas minifaldas que quitaban el hipo, me dijeron que eran bastante asiduas al local, nos acabamos sentando en una mesa, les expliqué mi situación, lo de la separación, lo solo que me encontraba, en fin, intentaba darles un poquito de pena a ver si sacaba “cariño” de ellas, las dos intentaron animarme tocándome la cara, en algún momento llegué a pensar que igual me las llevaba a las dos a la cama, pero no tardaron mucho en decirme que se tenían que ir por la hora, nos intercambiamos los teléfonos y se fueron, me volvía a quedar solo y pasó poco rato que yo también me fui, salí a la puerta mirando un grupo de gente que reía, salí andando en dirección contraria y alguien me llamó por mi nombre, me giré y era Vanesa una de las mejores amigas de mi ex.
VANESA: ¿Dónde vas solo Rubén?
YO: A casa Vanesa, ya he tenido bastante de fiesta por hoy.
VANESA: Pero hombre si todavía es pronto.
YO: Mira, no estoy del todo fino por la separación y no tengo muchas ganas de verme rodeado de gente.
Se lo dije como excusa para poder largarme, con ella habíamos cenado muchas veces y me recordaba muchos momentos con mi ex.
VANESA: Podemos ir los dos solos algún sitio tranquilo, nos tomamos una copita y hablamos tranquilamente un rato.
Me cogió de un brazo con el suyo y casi me obligaba a caminar a su lado, llegamos a un bar con música suave y nos sentamos en una mesa apartada, pedimos un par de copas.
VANESA: Quiero que sepas que me ha sabido muy mal lo vuestro, yo le dije que era tonta de dejarte, que chicos como tú no hay tantos.
Le miré a los ojos sorprendido de lo que me había dicho, ella se levantó y se puso a mi lado, me cogió una mano.
VANESA: Yo no te hubiera dejado nunca.
Me subió algo por el estomago que no entendía pero me estaba ahogando.
YO: ¿Pero qué dices Vanesa?
Sin decir nada más me cogió la cara con la mano y me dio un morreo que me dejó sin aire, notaba su lengua dentro de mi boca moviéndose y yo estaba como una estatua, ella se dio cuenta y apartó sus labios de los míos, me debió de ver la cara de gilipollas que tenía en ese momento.
VANESA: Me quieres besar coño.
Volvió a la carga, pero esta vez yo le respondí pasándole un brazo por la espalda y acariciándole la cara con la mano, se empezó a animar soltando algún gemido en mi boca que consiguió que la polla empezara a avisarme de que aquello le gustaba.
YO: Vamos a mi casa.
Le dije de manera seca levantándome cogiéndola de la mano, sacándola del bar dejando las bebidas a medio consumir, ella era de pelo castaño con ojos marrones, se cuidaba, iba al mismo gimnasio que mi ex, era guapetona y tenía un buen cuerpo, llevaba una blusa de color rosa pálido y unos vaqueros que le marcaban un tipo bonito, nos metíamos en algunos portales a besarnos y meternos mano, saliendo más calientes que habíamos entrado.
Llegamos a casa, al cerrar la puerta nos enganchamos con los labios, ella me pasaba un brazo por el cuello y me acariciaba el pecho con una mano, yo le tocaba el culo y le acariciaba la espalda con la otra, separamos los labios mirándonos con deseo, me quitó la camisa besándome el pecho, le desabroché la blusa, ella se la quitó por la cabeza con prisas poniéndose con mis pantalones para desabrocharlos con nervios, me dio la impresión de que a ella le hacía más falta un buen polvo que a mí, como le costaba un poco acabé por hacerlo yo para ir más rápido quitándomelos con los zapatos, me quedé en calzoncillos mirando como ella se quitaba los vaqueros, llevaba una combinación bonita de color rosadito, intentaba estar tranquilo, pero ella me miraba con tanto deseo, que al tirarse otra vez a mis labios comiéndoselos literalmente y ponerle las manos encima del culo notando la tela de las bragas, me subió un calentón que la cogí en brazos llevándola a la cama.
Por encima del calzoncillo me salía la punta de la polla de lo tiesa que la tenía, la dejé encima de la cama, se tiró como un resorte bajándome los calzoncillos, metiéndose la polla en la boca, chupándola, sin dejar que me estirara dejándome de pie, ella estaba a cuatro patas encima de la cama, le veía el culo reflejado en el espejo del armario poniéndome enfermo, me la cogía con fuerza apretando su mano chupándome el capullo, pasándole la lengua dándome gustito por todo el cuerpo, aproveché para estirar la mano y soltarle el sujetador, se estiró atrayéndome hacía ella sin soltarme la polla, me puse encima volviendo a besarnos, bajé una mano hasta su muslo subiéndola hasta el coño por encima de las bragas, gimió y me miró a la cara moviendo la cabeza animándome a seguir, se lo frotaba y apretaba, ella gemía más fuerte, bajé la cabeza cogiéndole las bragas quitándoselas, para meter mi lengua directamente en el chichi chupando y lamiendo, la pasé unas cuantas veces arriba y abajo.
VANESA: No puedo más, fóllame, por favor, fóllame.
Abrió las piernas, me coloqué en medio metiéndosela, al principio poco a poco, y al comprobar que entraba suavemente, se la metí de golpe hasta el fondo sacándole un grito de excitación y placer tremendo, me cogió la cabeza con las manos mirándome a los ojos.
VANESA: Así, Rubén así, sigue, sigue.
Me soltó la cabeza para ponerme las manos en la espalda, apretándomela con más fuerza a medida que se movía y gritaba más fuerte, yo intentaba ir metiéndola más rápido para ir excitándome, antes de lo que me esperaba empezó a correrse de manera espectacular, apretándome la espalda que me hacía daño, echando la cabeza para atrás con los ojos en blanco, me quedé dentro de ella mirándola.
VANESA: Que bueno, que ganas tenía.
Me incorporé pidiéndole que se pusiera a cuatro patas al borde la cama, yo puse los pies en el suelo acariciándole las caderas, acabando de colocarla como mejor me venía para métesela de nuevo poco a poco.
VANESA: Sí, sí, haz lo que quieras conmigo, fóllame otra vez, otra vez.
La cabrona no paraba de hablar y me estaba poniendo caliente, caliente de verdad, se la fui metiendo chocando con su culo cada vez más fuerte, ella gritaba como una loca pidiéndome que la reventara, me acabé corriendo dentro a la vez que la oía a ella gritar, “Me corro, me corro”. Nos estiramos en la cama, ella me acariciaba la cara.
VANESA: Ya sabía que yo que tú valías la pena, como follas, como me gustas, ¿me dejas pasar la noche contigo Rubén?
YO: Lo que tú quieras guapa.
VANESA: ¿Te lo has pasado bien?
YO: Mucho.
VANESA: ¿Te gustaría repetir otro día?
YO: Mujer todavía no hemos acabado hoy y ya estás pensando en otro día.
VANESA: Es verdad, ya hablaremos mañana.
Pensé que Vanesa estaba muy suelta por culpa de alcohol, pero dos horas más tarde me desperté y ella me miraba, nos volvimos a besar, me cogió la polla pajeándola despacio mirándome a los ojos y entendí que lo que había pasado la noche anterior no era un calentón del momento, ella lo tenía claro, se metió entre las sabanas y me la chupó y succionó hasta que se me empezó a mover el cuerpo de gusto, dejándomela lo más gruesa y dura que daba de sí, se subió encima cabalgándome suavemente, mis manos pasaban de su cintura, al culo, del culo a sus pezones, empezó a gemir suavemente, aumentando el ritmo sin parar de mirarme los ojos, moviendo sus caderas sensualmente acercó sus labios a mi oído.
VANESA: ¿Te gusta cariño?
Le contesté que me encantaba, pero me asustó aquella frase, lo de “cariño”, ¿insinuaba que querría algo más de mí que un simple polvo?, ella siguió moviéndose acariciándome el pecho, la cara, su respiración y gemidos fueron aumentando en volumen hasta correrse intensamente mirándome a los ojos, su expresión me confirmaba algún sentimiento hacía mí, sin sacársela me abrazó colocando sus labios en mi cuello besándome suavemente, mi polla palpitaba del calentón, se colocó a mi lado cogiéndomela pajeándola despacio y me miró.
VANESA (sonriendo): Parece que te voy a tener que solucionar un problemilla que tienes aquí abajo.
Yo la miraba sonriendo sin saber que decirle, ella se fue para abajo metiéndosela en la boca, le dio vueltas a la punta con su lengua, me la agarraba con fuerza por la base, cerró sus labios alrededor metiéndosela despacio sin dejar de mirar mi cara, yo cerraba los ojos de placer y los volvía abrir encontrándome con los suyos, llegó hasta donde pudo intentando un par de veces meterse un poco más sin éxito, la volvió a sacar lentamente, la saliva bajaba por el tronco de mi polla parando sobre su puño cerrado en la base, apartó un momento su boca volviendo a mirarme tragando saliva, se la miró y otra vez se la tragó apretando sus labios alrededor haciéndome saltar de placer, succionó en el fondo sacándola despacio, empecé a notar una excitación tremenda, se la sacó dándome tres o cuatro subidas y bajadas de mano rápidas que me dejó a punto, se la volvió a meter succionando arriba abajo y pegué un grito avisándola de que me corría sin remedio, apretó más la mano y los labios, yo descargaba semen moviéndome sin parar y ella tragaba moviendo su boca arriba y abajo sin dejar de mirarme, me dejó seco, levantó su cara con la boca mojada resbalándole algo de semen entre los labios, estaba guapísima y me excitaba solo mirarla, yo estaba alucinado, mi ex nunca quiso que le entrara semen en la boca, ella se lo había tragado todo y hacía cara de estar orgullosa de haberlo hecho, le pasé la mano alrededor de la boca para limpiársela, me la besó y yo besé sus labios, se abrazó a mi cuerpo y nos quedamos dormidos.