La historia de Rosa y Raúl II (La Cita con Mario)

Rosa, tras la propuesta de Raúl para que le haga más cornudo, entra en foros y webs de cornudos, descubriendo que a Ella también le excita sentirse humillada, contacta con Mario y decide pasar un fin de semana con Él dispuesta a hacer todo lo que le ordene.

El día que contesté aquel anuncio, en el que un hombre llamado Mario buscaba " una zorra sumisa y casada con un cornudo consentido " sin que Raúl lo supiese, tenía muy claro que sería algo que nos marcaría para siempre.

Desde que Raúl me animó a dar un paso más para hacerle más cornudo hasta que contacté con Mario pasó casi un mes y dos semanas más hasta esa primera cita, tiempo durante el que seguimos con nuestra vida habitual. Esas dos semanas previas a la cita hablé mucho con Mario, en especial sobre lo que Él buscaba y hasta donde me sentía capaz de llegar.

Mario me dejó claro desde el principio que buscaba a una mujer dispuesta dejarse degradar y humillar, tanto en privado como públicamente, sin límite de ningún tipo. Muchas de las cosas que tenía previstas me resultaban muy extremas, pero luego no dejaba de pensar en ellas mientras Raúl me comía el coño o me masturbaba y siempre terminaban por resultarme muy excitantes, así que finalmente hice la locura de aceptar a pasar el siguiente fin de semana con Mario dispuesta a realizar todo lo que me ordenase, le dije que podría hacer conmigo lo que quisiese, usarme a su antojo, sin límites, incluso exhibirme sin importar quien me pudiese reconocer, ni las posibles consecuencias, tan solo le hice asegurarme que no me causaría daños físicos graves ni permanentes, además, como el lunes era festivo y el viernes tan solo trabajaba media jornada, serían casi cuatro días y tres noches.

Cuando llegó el viernes de esa primera cita con Mario, Raúl seguía sin saber nada y pensaba que, como le había dicho, iba a la despedida de soltera de una compañera del trabajo, pero antes irme, una vez que ya estábamos despidiéndonos en la puerta de casa, yo misma le conté la verdad.

Rosa - "Cariño, quiero que sepas que hoy no he quedado con mis amigas, realmente he quedado con Mario, un hombre con el que he contactado por Internet respondiendo al anuncio que puso buscando, literalmente, una zorra, llevo dos semanas hablando con Él y, aunque no le conozco persona, voy a su casa a dejarle que me use y me folle como Él quiera. Ahora no tengo tiempo de darte más detalles, así que te he dejado abiertos mi correo y mi cuenta en un foro sobre cornudos para que puedas leer que es lo que pasará mientras esté con Él, no se si te parecerá excesivo, pero tras la conversación que tuvimos creo que es lo que deseas realmente.

Ah, se me olvidaba, si soy capaz de hacer todo lo que Mario me ordene y considera que puedo ser la "zorra" que busca, estaré con Él hasta pasado mañana dejándome follar como Él desee."

Sin darle opción a reaccionar me dirigí hacia el taxi que estaba en la puerta mientras le escuchaba llamarme, no le hice ningún caso, me subí al coche y le lancé un beso al tiempo que arrancaba.

Llegué a casa de Mario en unos 20 minutos, llame al timbre y al abrir la puerta, me pregunto que quería.

Rosa - Hola Mario, soy Rosa, quedé en venir a pasar el fin de semana contigo y conocernos.

Mario - ¿Rosa?  Yo estoy esperando a una puta para probarla y si me convence adiestrarla como mi zorra, no conozco a ninguna Rosa.

Ante su falta de respeto, estuve a punto de darme media vuelta y volver a mi casa dejándole plantado sin decir nada, pero aunque estuve a punto de hacerlo, no me fui, me quedé y respondí asumiendo plenamente el rol que Mario me había dicho claramente que buscaba.

Rosa - Perdona, yo soy esa puta que esperas.

Mario - ¿Seguro? Demuéstramelo si quieres pasar.

Rosa - ¿Cómo te lo demuestro?

Mario - Es fácil, desnúdate, ponte de rodillas y hazme una mamada. Cuando me corra te lo tragas y entonces podrás pasar.

A pesar del riesgo de que cualquier vecino pudiese vernos, me saqué el vestido sin mangas que llevaba, tal como Mario me había indicado iba sin ropa interior, así que me quedé totalmente desnuda. Me arrodillé, le saque la polla e hice lo que me había ordenado sin decir ni una palabra. Mario sabía perfectamente que nunca había permitido que el semen de ninguno de mis amantes tocase mi cuerpo y que chupar pollas no era algo que hiciese muy a menudo, ni siquiera a Raúl se la habría chupado más de una docena de veces en los ocho años de casados y por supuesto nunca le dejé correrse en mi boca, ni siquiera en mi cara o mis tetas, además, las pocas veces que había chupado la polla de otro que no fuese mi marido, nunca lo había hecho sin condón, pero ahora estaba en el rellano de una casa extraña donde me podría ver cualquier vecino, totalmente desnuda, de rodillas, con la polla de un desconocido en mi boca y dispuesta a probar y tragar por primera vez el semen de un hombre.

La situación me puso realmente caliente, tanto que sentía como mi coño se humedecía hasta el punto de notar que chorreaba por mi muslo. Estuve un buen rato chupando la polla de Mario, empleé todos los trucos que había visto en las películas porno, incluido el de metérmela hasta sentir arcadas, que nunca había hecho a nadie, pero Mario se mantuvo inmutable hasta que se oyó como el ascensor se ponía en marcha e instantáneamente se corrió en mi boca. Sentí un poco de asco al notar su corrida en mi boca, pero no por el sabor, fue más  por saber que era semen, a pesar de todo no tuve problema en aguantar la pequeña arcada que sentí.

Mario - Trágatelo y sígueme, el vestido déjale en el suelo, con suerte seguirá ahí cuando salgas, en mi casa las zorras siempre están desnudas y dispuestas a ser usadas en cualquier momento.

Dejé el vestido tirado en el suelo del rellano, aunque el bolso si le metí en la casa y seguí a Mario hasta el salón sintiéndome como una puta y lo que era peor, excitada por serlo.

Después de lo que acababa de suceder, pensé que no sería fácil que algo me hiciese sentirme más puta, pero me equivocaba, durante esos primeros días que estuve con Mario me descubrí a mi misma comportándome como una auténtica zorra, sumisa y ansiosa de sexo, lo cual Mario supo muy bien como usar a su antojo.

Me sorprendió la potencia sexual de Mario, su poya se mantenía dura varias horas seguidas, incluso después de corrérse seguía empalmado como si nada y eso que se corrió tres o cuatro veces cada día, por supuesto siempre lo hizo en alguno de mis agujeros, incluyendo mi culo que era virgen hasta que Mario le penetró por primera vez nada más entrar en su casa y al menos dos veces diarias mientras estuve con Él.

Durante ese fin de semana no solo me folló a su antojo, usándome como si no fuese más que un cacho de carne con agujeros, tuve que masturbarme varias veces en su presencia y también otras tantas para una página de webcams que retransmitía la escena en directo y con sonido, con lo cual podían escuchar a Mario insultándome y ordenándome lo que tenía que hacer y a mi gimiendo de placer y respondiendo a Mario como si fuese de su propiedad, para ello, por suerte, me ponía una máscara que tan solo dejaba a la vista mis ojos y mi boca, así que nadie me reconocería.

Realmente todo lo hice por que quise, el acuerdo al que llegué con Mario antes de ir a la cita, era que me podría ir en cualquier momento, pero si me quedé fue por orgullo y por vicio, por un lado no estaba dispuesta a ser yo quien se echase para atrás y por el otro estaba disfrutando como nunca me habría imaginado dejándome degradar, insultar y humillar, además, obedecer cada una de las ordenes que me daba hacían desear que Mario me hiciese sentir más puta, cosa que sucedió el domingo al mediodía. Ese día me hizo chupar las poyas de tres conocidos suyos que vinieron a casa, no solo eso, también conectó la webcam a Internet para que cualquiera pudiese ver como les chupaba las poyas y me tragaba sus corridas mientras que me magreaban y masturbaban a su antojo, todo ello haciendo comentarios vejatorios y denigrantes hacia mi y usando los adjetivos más insultantes que había escuchado en mi vida.

Cuando se corrieron un par de veces cada uno se debieron quedar satisfechos y me dejaron en el centro del salón, de rodillas y con la capucha puesta como si no fuese más que un mueble, en mi boca seguía paladeando el sabor de sus corridas y los restos que no había llegado a tragar estaban en mis tetas. Desde esa posición observé como se vestían mientras pensaba en por que disfrutaba tanto con las humillaciones de Mario y aunque llevar la mascara protegía mi identidad, creo que no habría tenido reparos de ningún tipo si Mario no me la hubiese puesto.

Yo seguí de rodillas y sin decir nada, mirando como Mario, tras haber desconectado la webcam, se acercaba a ellos para despedirse, sentía un cierto orgullo por que estaba convencida de que mi comportamiento estaba superando las expectativas de Mario, lo que no podría haber imaginado fue que Mario me había prostituido realmente, ver como le pagaban "por las mamadas de la nueva puta" me resultó lo más humillante que había vivido desde que vi a Mario dos días antes, pero al mismo tiempo me excitó tanto descubrir que había sido prostituida, que a pesar de haberme corrido veces con los manoseos de esos desconocidos empecé a masturbarme de nuevo delante de todos sin importarme lo que pudiesen pensar de mi, pero ya que era una puta quería comportarme como tal.

Antes de que se fuesen logré correrme un par de veces más y Mario, una vez que volvimos a estar los dos solos, quiso hablar conmigo. Durante un buen rato estuvo preguntándome por lo sucedido desde que llegué a su casa, quería saber hasta que punto estaba dispuesta a llegar si nuestra relación se hacía estable y si Raúl la aceptaría. Mi respuesta fue que estaba decidida a llegar hasta donde Él desease, le confesé que cuanto más me denigraba más placer sentía, en cuanto a Raúl le dije que no se preocupase, estaba casi segura que aceptaría y si ponía alguna pega ya me encargaría yo de convencerle.

Tras la conversación me dijo que, si no le fallaba, cuando volviese a mi casa sabría que esperaba de mi y por supuesto de Raúl, pero hasta entonces volvió a usarme como había estado haciendo desde que llegué. Al día siguiente era lunes y volvería a mi casa, pero no sabía que tendría que hacerlo desnuda y a la vista de todo el mundo.