La historia de mis cuernos

Como empezo a ser infiel, como acepte gustoso mis cuernos.

Crónica de mis cuernos

Ante todo quiero que sepan que ¡SI!, que reconozco mis cuernos, me gusta llevarlos y me excita tener una esposa como la que tengo, quizá en algún momento fue difícil digerirlo, pero el hombre es un animal de costumbre y como no quería separarme de ella termine por aceptar que ella buscara satisfacción en otras vergas.

Hoy tengo muy en claro que desde que nos casamos me hizo cornudo, incluso tengo entendido que tuvo dos despedidas de soltera, una con sus amigotas, que la entregaron a dos streeper en el departamento que tanto me había costado comprar y que seria nuestro nidito de amor, allí se la cogieron hasta dejarla desmayada y pensar que yo no quería hacer el amor con ella en ese lugar por que le había prometido que lo estrenaríamos juntos, la otra despedida de soltera la tuvo con su ex novio, aprovechando que mis futuros suegros habían salido, lo recibió en su dormitorio para despedirse de su soltería, según me contó ella, ese fue el comienzo de una relación salvaje y lujuriosa que duro hasta hace cosa de tres años cuando el se fue a vivir a España, debo creer cuando ella me decía que Eduardo, (el ex) la hacia delirar en la cama y que muy pocos la habían cogido como el lo hacía, cabe aclarar que yo no estaba contado entre esos pocos.

Durante estos 22 años de matrimonio fui cornudo, pero solamente los últimos 7 fui consciente que en mi frente portaba unas ornamentas enormes, los primeros 15 viví en una verdadera nube de pedo, imaginando que tenía a la esposa mas fiel del mundo, comprándole autos, las mejores ropas, permitiéndole que salga con sus amigas cuando ella quería

¿sus amigas?,

creo que me sobran los dedos de una mano para contar las veces que verdaderamente salio con sus amigas, con razón la mayoría de las veces llegaba y se metía directamente en la ducha para evitar que le sintiera el olor a otras pijas, pero yo ignoraba esas cosas, confiaba en ella a pesar que toda mi familia me decía que no podían creer que fuera el único que no veía mis cuernos.

Así fueron pasando los años y fueron pasando sus machos, algunos amigos míos, en otras ocasiones vecinos, otras amantes ocasionales que conocía en la calle, en un Shopping o algún boliche bailable donde concurría con sus amigas, pero aunque demoré mas de la cuenta, al final y sin querer descubrí la razón por que conmigo cogía solamente una vez cada diez o quince días y que la única forma de satisfacerme era haciéndome unas tremendas pajas imaginándome cogiendo con mi mujer.

Fue cuando vivíamos en el otro barrio, habíamos vendido el departamento que antes mencioné y compramos una casa en un primer piso, el barrio era mas bien industrial, muchas fabricas y talleres, en ese momento yo tenía una ferretería en el local que se encontraba en la planta baja de mi casa, al mediodía, cuando cerrábamos, salía a hacer el reparto a domicilio, mi mujer subía a cocinar y en el local se quedaba José, un hombre de 57 años, alto y fornido que me ayudaba con las cosas mas pesadas.

Recuerdo que era un Lunes, a la una en punto cerré y cargué la camioneta, Patry como siempre, se sacó el guardapolvos azul y caminó hacia la puerta lateral que daba a la escalera que subía a mi casa, José no pudo evitar mirarla, es que ella usaba siempre esos pantalancitos cortos muy ajustados y pequeños, que no solo se le metían en la cola, sino que en su parte de adelante le marcaba perfectamente sus labios vaginales, me sentí agrandado y dichoso que todos admiren a mi esposa, sentí que me envidiaban por tener una hembra hermosa como ella, sonriendo satisfecho terminé de cargar la camioneta y salí a hacer el reparto, al hacer dos cuadras me percate que me había olvidado el talonario de facturas, pegué la vuelta y volví a buscarlos, golpee el vidrio del local y José no salía, seguramente estar en el baño, pensé, decidí entrar con mis propias llaves, pero el local estaba vacío, pensé en preguntarle a mi mujer si José le había avisado que se retiraba, subí las escaleras y vi la puerta de entrada entornada y un murmullo de una voz muy conocida, la de mi esposa, un presentimiento extraño se apoderó de mi y un sexto sentido me dijo que entrara despacio si hacer ruido.

La imagen que se presentaba ante mis ojos era por demás de elocuente, Patricia arrodilla ante José, con el torso desnudo, sus tetas duras y hermosas se sacudían por el movimiento y sus pezones estaba duros como dos pedazos de roca, ella abría su boca con dificultad mientras se comía la enorme verga de mi empleado.

Se me heló la sangre, era algo que no estaba dentro de mi lógica, si bien había tenido fantasías de tríos y otras cosas nunca pensé en llevarlas a la realidad, pero ni siquiera atinaba a interrumpirlos, solo me quede observando a la puta de mi mujer comerse esa pija con gusto.

Luego fue el turno de José, ella se sentó sobre la mesa y el le quitó los pantaloncitos, se besaban retorciendo sus lenguas fuera de la boca, sentí un odio visceral hacia los dos, quería matar a mi esposa, siempre me hacia sufrir para tener sexo conmigo y en ese momento la veía tan entregada y sedienta de sexo que me ponía furioso.

Ahora José empezaba a chuparle la concha, - ¡¡hummm...!!, como me gusta esta conchita peladita – le dijo el, ella solamente sonreía gustosa y movía su vientre, disfrutando de los lengüetazos en su clítoris, - ¡¡¡ haceme acabar como ayer!!! Grito ella entre jadeos, haciendo que me entere que también se la había cogido el día anterior y quien sabe cuantos días mas sin que yo me enterara.

No sé por que y tampoco sabría explicarlo en este momento, pero estaba muy lejos de interrumpir la escena y matarlos a los dos, a pesar de los celos, la furia y la desazón que tenía en ese momento no reaccionaba, solo miraba la escena que para mi era incomprensible, nunca pensé que me pasaría, sabía de los cuernos de algunos amigos míos, de vecinos, de clientes, pero no estaba preparado para ver a mi propia esposa haciéndome Cornudo en mi propia casa.

José la hizo acabar con la boca como ella pedía, entre jadeos y movimientos bruscos ella le agradeció la gran chupada de concha que le había propinado, lo miraba con su mejor cara de putita y abriendo mas sus piernas le dijo -¡¡ dame lo que tanto me gusta!! – el no se hizo esperar y acomodándose en medio de sus muslos, la penetro lenta y suavemente, ella echó su cabeza hacia atrás y una exclamación de placer inundo la sala - ¡¡ ahhhhhgggg PAPI, COMO ME COJES!!! – yo no podía creer lo que escuchaba, nunca me había dicho eso a mi, en algún momento habría buscado la respuesta de por que me estaba haciendo cornudo, pero al ver como José la cogía y el pedazo de tripa que portaba se me aclararon todas las dudas, jamás podría competir con ese jovato vergudo, además otras de las cosas que se me aclaraban era que para Patricia no era necesario ser un hombre bello o joven, creo que solo bastaba con portar un buen pedazo entre las piernas, con el tiempo descubriría que estaba completamente acertado con mi apreciación.

Los hijos de puta ni siquiera forro usaban, era otra de las cosas que me hacía presumir que la cogía desde hacia tiempo, tenían un total entendimiento en sus movimientos, a tal punto que ella sabía perfectamente cuando el estuvo a punto de acabar, se quedó quieta dejando que el regule las envestidas, la penetración se tornó salvaje, casi violenta, ella solo lo miraba excitada, caliente, con sus mejores gestos de puta, de repente el la penetró hasta el fondo y se detuvo - ¡¡¡HAYYYYYYY, PAPI CUANTA LECHITA ME ESTAS DANDO!!!!! – exclamo mi esposa para luego trenzarse en un ardiente beso de lengua.

José saco su verga empapada, se había empezado a caer un poco, pero igual se veía enorme, la muy puta de mi mujer se la empezó a lamer hasta dejarla completamente limpia y con el objeto de no dejar que se cayera completamente, cosa que logro, por que de apoco, su verga fue tomando las formidables dimensiones que tenía cuando la vi en la boca de mi esposa.

Lo que rogaba que no sucediera, sucedió, esperaba que ella no le entregara el culo, pero no solo se lo entrego, sino que le pidió por favor que la cogiera por atrás, la vi ponerse en cuatro y gozar cuando el le empezó a lamer el ano, escuche abatido la vos de mi esposa diciendo ¡¡¡ DALE JOS, COJEME LA COLITA!!! – le decía ella moviendo las caderas en círculo, -¿LA QUERES TODA?, TE VOY A PARTIR AL MEDIO – le dijo el apoyando el glande en la entrada de su agujerito, - ¡¡SI PAPI ROMPEME EL CULO DE UNA VEZ!! – le decía en tono de súplica, - ¿EL CORNUDO NO TE COJE POR EL CULO?- pregunto el haciendo alusión a mi persona, -¡¡SI, PERO NO TIENE TU VERGA!!, ¡¡POR FAVOR COJEME EL CULO DE UNA VEZ!! – grito ella terminando de hacerme sentir el cornudo mas desgraciado del mundo, sentí que los ojos se me humedecían, no solo me sentía traicionado, sino que también me estaban humillando, cerré los ojos para detener mis lagrimas y escuché un sonido gutural mezcla de dolor y satisfacción que Salía de la garganta de mi esposa, le había ensartado la verga completamente, ella mantenía su espalda arqueada y empezaba a recibir gustosa el mete y saca de mi empleado.

Le estuvo cogiendo el culo cerca de media hora, no paraban un segundo, las penetración por momentos se detenían para luego volver a un ritmo frenético y enloquecido, miles de cosas obscenas se decían durante esos salvajes movimientos, el empezó a gritar que acababa, mi esposa le daba verdaderos culazos con el fin de enterrársela cada vez mas, hasta que el paro y vi como se aflojo, ella se relamía sonriendo al sentir como se le llenaba el culo de semen caliente.

Como la vez anterior, Patricia se dedicó a darle una lavadita bucal a la verga de su macho amante, se la mamó hasta dejarla impecable, bajé las escaleras rápidamente para salir a la calle antes que se den cuenta, en realidad no se por que lo hacía, como esposo traicionado debería haber aparecido ante ellos y poner las cosas en su lugar, pero con el tiempo me di cuenta que esa vez había actuado como actúa un verdadero cornudo y ese sería mi destino de ahí en mas, subía a la camioneta haciendo la parodia que recién llegaba, José ya estaba en el local y cuando iba a bajar me di cuanta que tenía algo que me molestaba en mi entrepierna, me miré y vi una gran mancha en mi bragueta, metí mi mano adentro y el liquido pegajoso, todavía caliente, estaba esparcido por mi miembro, mis testículos y chorreaba por mis piernas, sin dame cuanta había acabado sin tocarme, fue otra de las cosas que en ese momento no entendía, pero no era mas que otro síntoma de ser cornudo consciente.

Subí a casa tratando de disimular y que nadie me vea, me metí en el baño y me lavé completamente, al salir Patricia me esperaba con un café, todavía podía verle las mejillas coloradas producto de los calores de la cogida que había recibido, la muy hija de puta me abrazo y me beso en los labios, insistió en meterme su lengua a lo que al final accedí, el gusto a verga en la boca era inconfundible pero igual seguí besándola hasta que tuve mi pija dura, quise cogerla ahí, pero me dijo que en cualquier momento llegaría nuestro hijo del colegio, que a la noche me atendería, acepté excitado su propuesta y baje al negocio, José me saludo como si nada hubiese pasado.

Apenas pude me interné en el baño y no pude evitar clavarme un tremenda paja, ni yo entendía que me estaba pasando, pero las imágenes de ver a mi esposa comiéndose otra pija no se me iban de la cabeza y sin desearlo estaba todo el tiempo con mi verga parada, ese fue el hermoso comienzo de mis amados cuernos.

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