La historia de mi vida sexual desde niñita (2)

Mi tío sale de viaje, pero al regresar me trae una gran sorpresa, además conocía alguien muy especial para mí.

Hola a todos. Gracias por sus comentarios y sus correos, estos últimos he tratado de responderlos todos. Me encantan las cosas que me escriben y gracias por las fotos que me han mandado.

Seguiré relatándoles la historia de mi vida sexual desde pequeña. La vez pasada les conté como me introduje en el sexo, aunque de forma leve; así que les comento rápido y para no aburrirlos que las cosas siguieron así por un par de meses, en los cuales mi tío viajo mucho; y mi hermano jamás hizo algún intento por penetrarme, aunque claro yo tomé mucha practica chupando su vergas, pues lo hacía casi a diario.

Mi tío regresó del último viaje que hizo en varios meses, y la verdad se le notaba que estaba ansioso por estar conmigo, pues al siguiente día llegó dos horas más temprano de su trabajo, y me dijo que nos bañáramos juntos. Yo muy feliz accedí, pues extrañaba bastante sus atenciones. Se empezó a desnudar frente a mí, pero me dijo que yo no lo hiciera, que esperara hasta que el me quitara la ropa.

Se acerco a mí, su cuerpo olía muy rico y sus manos me tocaban con suavidad, y yo creo que a toda niña le gusta que la traten así, me sentí muy bien a su lado. Me quitó la blusa y me bajó la falda. Luego empezó a besar mis hombros y a recorrer mi cuerpo con sus manos.

¿Me extrañaste nenita?

Sí tío.

Me levantó la camiseta lentamente hasta sacarla, besó mis pechos que apunto de mis 18 años comenzaban a brotar. Luego muy lentamente como si quisiera absorber cada segundo, o cada centímetro de mi piel, me bajó mis bragas.

Te traje un regalo.

¿Qué?

De una bolsa sacó un hermoso conjunto de ropa interior, como los que usan las mujeres, pero de la talla de una niña. Era blanco, con encaje y lycra; la parte inferior era casi tanga, y le hacia juego un corpiño que dejaba ver los pechos por la lycra.

Me lo puso tan lento como me quitó el otro y antes de entrar a bañarnos, me hizo caminar frente a él y dar varias vueltas para que me viera. Dijo que después me daría otras cosas que me trajo.

El agua estaba muy rica, así que disfruté mucho el lento contacto mientras entraba. De inmediato mi tío se sentó y me acercó para abrazarme. Su pene se veía durísimo y enorme, empezó a masajearlo, mientras me daba unos riquísimos besos en la boca; era deliciosa la sensación de su lengua invadiendo mi boca.

¿Me ayudas con mi masaje?

Sí.

Tomé su tremenda verga con mis dos manecitas y empecé a masturbarlo lentamente, no se si lo sorprendió que dominara tan bien ese arte a mi corta edad, pero por toda respuesta se recargo y cerro los ojos.

Solté su falo con una mano y tomé suavemente su escroto y lo comencé a frotar, esa bolsita que cubre los testículos me encantó desde pequeña. El abrió los ojos y me miró intrigado.

Te gusta tío.

Mucho.- Sonrió.- Baja más tu mano.

Bajé mi mano y me encontré sobando su piel justo entre el escroto y su ano, eso pareció enloquecerlo tomó mis lagas y empezó a darles un rico masaje, pero lo que de verdad fue increíble, lo que me llevó a mi primer orgasmo como tal, fue cuando sus dedos suavemente empezaron a frotar mi ano; nunca puso tanta fuerza como para tratar de abrirlo, pero si la suficiente para despertar todas mi terminales nerviosas, para llenar mi pequeño cuerpo de placer, tanto que olvide la masturbación y me abandone en sus brazos. El no dejó mi ano, pero si frotaba su verga contra mi pancita, yo lo abrace y empecé a gemir de placer. ¡Que increíble! Mi primer y riquísimo orgasmo siendo aun una niña, y todo gracias a su dedo en mi culito.

Me tire sobre su pecho muy confundida, fue una sensación, creo, que muy impactante para mi corta edad, me sentí mareada por unos instantes, pero cuando la sensación se disipo sentí mi cuerpo de una forma como nunca lo había sentido, ligero y tranquilo. Que hermoso era lo que mi tío me hizo.

Te extrañe mucho Karen.

Yo también. Tío ¿Es malo que sienta tan rico?

Para nada.

¿Por qué no le podemos decir a nadie?

Porque la gente tiene ideas muy raras, esto es normal. ¿Lo gozas?

Mucho.

Eso es lo que importa. ¿Sabes que deseaba muchísimo estando de viaje?

¿Qué?

Llegar a verte, y que por fin quisieras besarme el pene.

¿Mucho?

Muchísimo. ¿Lo harías?

Sí tío.

El se levantó y se sentó en la orilla del yakusi, yo me arrodille frete a él, el agua me llegaba por debajo de mis pechos. Él me tomó por la cabeza y comenzó a acariciarme, lentamente me acercó a su falo, tal vez, creyendo que yo tenía miedo, pues él creía que sería el primero que besaría. Me deje llevar, humedecí mis labios y los abrí un poco.

Mis labios se acoplaron prefecto a ese tremendo glande y le di un beso largo y pausado, pero sin meterlo a mi boca, luego fui bajando llenando de besos cada pedazo de piel. Les juro que lo sentía palpitar a casa roce de mis labios y mi lengua. Me agache un poco y lamí sus testículos, casi hasta su ano, lo hice gemir mucho. Pero ya era hora, sabía que esa verga no cabría en mi boquita pero lo intentaría.

Comencé a lamer su cabecita cada vez más abajo, abriendo la boca grande y su pene entro justo, muy justo en mi boca, apenas tenía la mitad dentro, pero empecé a subir y a bajar pues ya no entraba más; aun así él parecía estar gozando como loco. Su sobrina de 20 años le estaba mamando el pene. Tomé el falo con la mano, y acompañe los movimientos de mi boca. El me tomó la cabeza con las dos manos y me marco el ritmo que deseaba. Su pene estaba tan dentro de mi boca, que cuando soltó el primer chorro de semen sentí que se fue directo a mi garganta, pero pronto tuve que sacar su verga de mi boca, pues era demasiado y sentía que me ahogaba. Chorros tremendos de semen llovieron en mi carita, eso hizo que mi tío se volviera loco; y cuando limpie el semen de su pene, aun erecto me besó y él mismo limpio mi carita.

¿Quieres que te haga volver a sentir lo que sentiste?

Sí tío.

Ven.

Me secó con mucha calma cada parte de mi cuerpo al tiempo que lo besaba, me secó y me cepillo un poco el cabello, todo el tiempo él estuvo desnudo. De la misma bolsa sacó un camisón rosa con tirantes color crema, delgados, que me quedaba perfecto y me cubría justo hasta mis nalguitas.

Ponte sobre la cama como si fueras una perrita.

Me mostró como y yo obedecí, ahora si estaba muy nerviosa. Lo primero que hizo fue darme golpecitos con su verga que creo que nunca perdió la erección, sobre mis nalguitas. Pero luego se agachó. ¡Wow! Grité de placer pues ni lo esperaba, su lengua, totalmente húmeda, rozo lenta y decididamente mi ano. En un segundo sentía algo raro en mi vagina, algo que nunca me había pasado: humedad. Se agachó de nuevo y lamió desde mi rajita hasta mi ano, en este se detuvo y presiono su lengua como si quisiera abrirlo. Riquísimo, me tenía extasiada. No tarde cinco minutos en sentir eso de nuevo, pero diez veces más fuerte. Tomé la almohada y la mordí, para hogar mi grito, o gemido de placer; cuando mi tío notó que mi orgasmo se relajaba, se empezó a masajear el pene y termino en mis nalguitas. Me mostró más ropa que me había comprado, y me fui a mi cuarto. Esa noche le hice lo mismo a mi hermano, fue el primer día de mi vida que se lo hice a dos personas.

Bueno aquí hago un paréntesis, pues durante varios meses todo siguió igual, aunque fue muy placentero lo que viví el relatárselos todo sería muy repetitivo; siguieron los baños con mi tío, y él a su ves seguía teniendo relaciones con mi mamá, y claro que seguía haciendo feliz a mi hermano, eso era lo que él me decía. Cumplí los once años de edad siendo virgen, pero ya con una idea clara de lo que era tener relaciones, y con mucha curiosidad sobre ello; la verdad era que esperaba que mi tío lo intentara o lo propusiera, pero por esos meses no dijo nada, ni hizo más de lo que les he contado.

Lo trascendente de ese año son dos sucesos que marcaron mi vida, en el aspecto sexual y en otros más. Mi hermano era un adolescente, y como tal no pudo guardar nuestro secreto como es debido; claro como todos en esa edad tenía un amigo al que le contaba todo; y lo hizo. Este amigo nunca se me acercó a sacar provecho de la situación, tal vez era realmente un buen amigo de Marcelo.

En la escuela a la que asistíamos había grupos creo que desde kinder hasta preparatoria. Un día durante el receso una chica de preparatoria me llamó y me dijo que si la podía ayudar a doblar unos papeles para tapizar un pizarrón muy grande que había en la entrada de la escuela. Yo entré y comencé a ayudarle; me contó que tenía que hacer el periódico mural, lo cual en mi escuela era un premio por altas notas.

Ella se llamaba Paulina y tenía 17 años, estudiaba en la preparatoria. De inmediato me empezó a hacer preguntas sobre mi familia donde vivía, y me dijo que su hermano y el mió eran amigos. Estuve trabajando con ella todo el receso, pues me agradó mucho. Cuando el receso terminó me dijo que si le quería seguir ayudando, ella le pediría permiso a mi maestra, yo estaba en sexto de primaría. Le dije que sí.

En mi escuela era común que te dejaran salir de clases para practicar lo honores a la bandera, actividades deportivas, practicar bailables y ese tipo de cosas, así que no hubo problema. Estábamos trabajando solas en un salón del tercer piso que ellos usaban como laboratorio.

¿Alguna vez has visto a un chico desnudo?

No.- Dije sorprendida.

¿Ni a tu hermano?

No. ¿Por qué?

Tu hermano le dijo al mió que sí se ven desnudos.-Yo no respondí nada.- No le voy a decir a nadie, si me cuentas, claro.

Pero. ¿mi hermano?

Sí.

Era un secreto.

Aún lo es. Si me cuentas de mi no pasará.

Le empecé a relatar todo lo que hasta ahora les he contado, en cuanto a Marcelo se refiere. Pero conforme fui relatando mi historia y como yo también ardía en deseo de contárselo a alguien le confesé, después de hacerle jurar silencio, lo que pasaba con mi tío. Era increíble platicar con Paulina, pues obviamente ninguna niña de mi edad, que yo supiera, estaba interesada, en algo que a mi corta edad ocupaba una considerable parte de mi tiempo, mi sexualidad.

¿Lo tiene grande?

Mucho. Más que mi hermano.

¿Me dejarías a mí tocarte?

No.- Sentí que había sido muy brusca.- No sé, somos niñas.

Te voy a decir un secreto ya que tú me dijiste el tuyo; y espero me entiendas, porque aunque lo que tu haces no es normal, y hay muchas personas que pensarían que es malo, tú sabes que te gusta y que esta bien.- Yo asentí.- A mi me gustan las chicas, y mucho más las de tu edad, aunque claro también las de mi edad o mayores, pero jamás he estado con una.

¿No te gustan los niños?

Sí, mucho. Pero siendo sincera no tanto.- Me sonrío y me acarició un mechón de cabello.- Tú te me haces una niña hermosa.

Gracias, tu también estás muy bonita.

Gracias. Por eso me gustaría tocarte. Me gusta tu carita y tu cabello rubio, sobre todo por esos rizos que se forman casi frente a tu cara. ¿Me dejas tocarte un poco? Tú me puedes tocar si quieres.

¿Qué haríamos?- Dije al sentirme curiosa, pues su cuerpo era muy diferente al mío, más como el de mi mamá, con unos senos tremendos; en cambio los míos apenas brotaban.- Estamos en la escuela.

Fue corriendo a cerrar la puerta.

Mira a mí lo que mas me gustaría sería que nos besemos y que me dejes tocarte tus nalguitas. ¿Quieres?- Yo estaba indecisa, esto del sexo nunca iba a terminar, siempre había que decidir entre lo malo y lo correcto, además siempre resultaba que lo malo era placentero; pues aun no hacíamos nada y la situación ya me movía algo por dentro.- Por favor. ¿Dime a ti qué te gustaría?

Me gustaría tocar tus chichis.- Así es como las llamaba en ese tiempo.

Se sentó en una banca sin perder tiempo, y me indico que me sentara junto a ella. Así lo hice y de inmediato ella se sacó el suéter. Me contemplo un rato muy atentamente, esperanto a que me atreviera a tocarla, pero si movía un poco mis manos temblaban como si muriera e frió. Tomó mi manita con la suya y después de acariciarla un instante la llevó a su chichi derecha. Yo cerré mi mano sobre ella, el contacto era duro, no como yo lo esperaba, a través de la ropa se podían sentir sus pezones erectos, lo cuales eran grandes. Mi cara me ardía de lo caliente que estaba, pues me encontraba muy nerviosa.

¿Quieres tocarlo sin ropa?

No. Nos pueden descubrir.

Ya sé.- Echó a correr y tomó un mapa, lo tiró al suelo detrás de la mesa.- Ven dijo, trae los colores. Si alguien abre la puerta vamos a escuchar, y podemos decir que coloreábamos en el piso.

Nos arrodillamos en el piso, una frente a la otra y ella se levanto la blusa dejando al descubierto sus tremendos pechos, que se me hacían enormes, su sostén era blanco, con varilla, y muy lindo, sus pezones se marcaban enormes como si quisieran reventarlo. Puse mis manos sobre cada una de sus tetas y empecé a recorrerlas muy lentamente. Paulina se acerco a mí y llevó su cara a la mía, puso sus labios sobre los míos, los cuales se abrieron para recibir los suyos. Un beso completamente diferente a los de mi tío y mi hermano, desde el contacto hasta la forma, era como si hubiera más empatía, nuestros movimientos eran naturales, pues yo sabía de inmediato como responder a sus movimientos.

Su piel me quemaba, sobre todo cuando libero sus chichis del sostén; era sorprendente, pues con una de mis manos no podía tomar por completo una de sus tetas. Nos pegamos más, me levantó la falda y empezó a acariciar mis nalgas, con una ternura que yo desconocía. Mí tío era lento pero fuerte en sus movimientos, Marcelo era rápido como si quisiera que todo acabara pronto, pero ella era tan tranquila y suave. Bajé mis manos y levanté su falda también; lo que encontré fue sorprendente: sus bragas se encontraban totalmente empapadas, podía sentir sobre ellas y por su contorno que tenía bello, lo cual se sentía muy rico. Fue un movimiento espontáneo y bello el tirarnos al suelo, yo sobre ella, que mi boquita se apoderara de sus tetas, y nuestras manos de nuestras rajitas húmedas; todo sin que nuestras bocas se separaran. ¡Que susto! Casi muero cuando sonó la campana. Nos compusimos la ropa, sabiendo que el salón tal vez se llenaría de alumnos pronto. Paulina me besó y me dijo.

Te adoro Karen. Tenemos que volver a estar juntas.- Se fue corriendo. Todo el día me quedé pensando si era casualidad o si yo tenía algo que llamaba al sexo, ahora otra vez no sabía si era bueno o malo…pero que rico.

Que desgracia que ese día fuera viernes y por si fuera poco el lunes no teníamos clases; les mentiría si les dijera que recuerdo porque; pero el caso es que todos esos días mi único anhelo era volver a ver a Paulina. Pero no sabía lo que me esperaba.

Bueno al principio dije que relataría dos sucesos muy importante, pero me extendido tanto que creo que el segundo lo dejaré para el próximo relato, pues no quiero aburrirlos. Gracias por tomarse el tiempo de leerme y compartir algo que estaba deseosa de contar, es importante para mí. Gracias.

Besos.