La historia de mi vida sexual desde niñita

Quiero relatar lo que ahora que soy mujer me está pasando en casa, pero creo que debo empezar contando como empece a los 18.

Hola a todos. Mi nombre es Karen. Hace unos días le conté la historia de mi vida sexual a un amigo de la red; él me recomendó, que la escribiera y me dijo que podía publicarla. La verdad es que a mí me han gustado mucho los relatos que he leído aquí, así que me gustaría contribuir.

Como ya dije mi nombre es Karen y tengo 38 años de edad, soy rubia, de piel blanca, ojos verdes, pómulos marcados, boca y nariz chicas. De cuerpo tengo un busto grande de copa C; bueno mis medidas hace como un año eran 90-61-95, aunque tal vez mi cintura haya aumentado un par de centímetro, pero no mas. Mido 1.68 mts.

Claro que toda mi historia empezó cuando yo ni siquiera tenía senos. Mis papás se separaron cuando yo tenía 18 años de edad, y como mi papá es Español se regresó a España, y desde que eso pasó hasta hoy, tal vez lo he visto unas diez veces. Yo vivo en México, en el D.F.

Así que nos quedamos mi mamá, mi hermano Marcelo; que en ese entonces tenía 22 años y yo. Mis papás habían vendido la casa, y los dos carros que tenían y se repartieron el dinero. Pero como no era mucho nos fuimos a vivir a la casa de un primo de mi mamá que se llama Cristian y que sólo tenía tenia 25 años de edad, mi mamá contaba con 33.

La casa de mi tío era enorme, tenía seis recamaras y una de servicio, que aunque estaba integrada a la casa, había que salir para entrar en ella. Además el jardín era muy grande. Esa casa se la habían dejado sus papás y el la tenía muy bien cuidada.

Mi hermano como no se encontraba muy a gusto, decidió quedarse en la recamara de servicio para estar más independiente. Mi mamá empezó a trabajar de secretaría. Cuando yo llegaba de la escuela sólo estaba la sirvienta, pero casi enseguida se iba, después llegaba mi hermano; pero casi siempre se salía o se encerraba en su recamara. Mi tío llegaba siempre un par de horas antes que mi madre del trabajo.

Él era muy atento con migo, platicábamos mucho y en pocos día se ganó mi confianza. Luego nos poníamos a jugar luchitas, y a pesar de mi corta edad, yo sentía que él me tocaba un poco más de lo debido, pero como a mi me gustaba mucho estar con él, no decía nada, y la verdad, me gustaba.

Siempre llagaba del trabajo y de inmediato se iba a quitar el traje, regresaba solo con un short muy delgado y una playera. Siempre que luchábamos, me cargaba y dejaba sus manos en mis nalgas o en mi rajita. A veces nos sentábamos a ver una tele que tenía y él me sentaba en sus piernas; yo sentía algo duro bajo mis nalgas, pero tampoco decía nada, porque me encantaba esa tele, era la primera que yo veía a colores, la nuestra era blanco y negro.

Una noche que llovía mucho y yo tenía miedo, me levanté para ir a dormir con mi mamí, pero al llegar a su habitación no la encontré, es más, la cama ni siquiera estaba destendida. Empecé a caminar por la casa y al acercarme al cuarto de mi tío, escuche unos ruidos que yo conocía muy bien. La casa en la que vivía antes era muy pequeña, así que siempre que mi mamá y mi papá estaban juntos mi hermano y yo teníamos que escucharlos.

Me acerqué, y al ver que la puerta estaba abierta me asomé. Mi mamá lo estaba haciendo con su primo. Mi mamá no se veía, o más bien sólo se veían sus piernas y sus manos. Mi tío estaba sobre ella y se movía muy rápido, yo podía verle la espalda y las nalgas. Mi mamá tenía las piernas muy abiertas y rodeando su espalda.

Yo me arrodille en el suelo para que no me vieran si se movían; pero así estuvieron unos minutos, luego mi tío se levantó y fue la primera vez que vi un pene en mi vida, creo que en ese entonces no sabía siquiera que se llamaba pene. Pero me sorprendió mucho. Lo empezó a masajear con su mano y con la otra atrajo la cara de mi mamá a él. Ella lo tomó y se lo empezó a meter en la boca, lo chupaba como a un dulce, o como algo que sabía muy rico; a leguas se veía que le encantaba hacerlo. Mi tío empezó a gemir y tomó la cabeza mi mamá con las dos manos. Hoy sé que se vino en su boca, pero en ese entonces no vi nada de semen, seguramente porque ella se lo tragó todo.

Yo decidí no decir nada, sobre todo porque estaba impresionada por lo que había visto; además no lograba entenderlo del todo. Hasta donde mi corto conocimiento llegaba, eso sólo debían hacerlo los papás y las mamás. Por lo menos ya sabía que era la cosa dura que sentía bajo las nalgas cuando mi tío me ponía en sus piernas.

Pasaron varios días, yo seguía jugando y viendo tele con mi tío, y mi mamá por su parte se seguía acostando con él todas las noches, y yo me levantaba para verlos. Pero una tarde que llegó mi tío del trabajo entró a su cuarto y ya no salió en el transcurso de la medía hora siguiente. Yo entré a su cuarto y le grité.

Entra.

Abrí la puerta pero no lo vi, así que me acerque a la puerta del baño. Al entrar vi que había mucho vapor en el baño, y vi a mi tío sentado en la yakusi, sólo le veía la cabeza y la parte superior del pecho.

¿Qué haces tío?

Me estoy relajando con un baño. ¿Quieres entrar? – Como yo me quede sin responder el agregó.- Tengo ropa interior, tú también te puedes dejar la tuya.

Bueno.- Conteste de inmediato, pues desde que llegué tenía ganas de meterme ahí.

Con algo de pena me saqué el vestido y me quedé en ropa interior. Me senté frente a él, y de inmediato no se por que mis ojos se dirigieron al bulto que se formaba entre sus piernas. Sólo llevaba los calzones puestos, de los típicos calzones blancos de algodón; pero como estaban mojados se podía un poco su verga.

¿Está bien el agua o la prefieres más caliente?

No tío, así esta bien.

Luego me aventó agua en la cara y yo hice lo mismo. Se acercó a mí y me empezó a hacer cosquillas. Yo puse mis manos sobre sus hombres y traté de hundirlo en el agua. Él me tomó por la cintura y luego bajo sus manos a mis nalgas y empezó a sobarlas; lo cual he de ser sincera me gusto mucho, así que lo deje que me las siguiera tocando. Ya no trataba de empujarlo, sólo me quedé ahí y lo deje que me tocara.

Él al ver que yo no decía nada, empezó a pasar su mano sobre mi rajita, apenas rozándome, sin hacer nada de presión; pero aún así empecé a sentir muy rico, por todo mi cuerpo. Cuando empezó a dejar su mano justo en mi vagina y a moverme en círculos, me empecé a poner muy nerviosa; así que le aventé agua a la cara y de nuevo empezamos a luchar.

¿Te molesta si me quito los calzones, no estoy acostumbrado a bañarme con ellos?

¿Entonces por qué te los dejaste?

Porque creí que vendrías a bañarte conmigo, pero se me pegan mucho por lo mojados.- Luego me sonrió.- ¿Me los puedo quitar?

Sí.- Dije yo, pues la verdad quería volver a ver su verga, y además no me atrevía a decirle que no. Yo vivía en su casa.

Sin más miramientos se paró frente a mí y se los bajo, su pene quedó como a treinta centímetros de mi rostro. Estaba totalmente erecto, aunque yo pensaba que así era siempre, pero lo importante es que lo pude ver con detenimientos. Cuando se sacó los calzones, y creo que fue por la forma en que yo lo veía dijo.

Si quieres acércate más para que lo veas mejor.

Bueno.

Me puse frente a él, como a diez centímetros de su verga. La tomó y empezó a masturbarse frente a mi, todo el tiempo sin quitarme la vista de encima. Luego se volvió a sentar en la tina.

¿Qué estás haciendo?

Me doy un masaje, se siente muy rico.

Ven, siéntate junto a mí

Me senté a su lado, mientras el abría el grifo. De inmediato empecé a sentir que la temperatura aumentaba, se sentía muy rico. El comenzó a darse masaje en la verga de nuevo, pero la otra mano la puso en mis piernas y las empezó a acariciar, subía sus manos hasta mis bragas, luego a mi abdomen y comenzaba a bajar de nuevo.

¿Te gusta?

Sí.- Contesté pues era la verdad.

Ven.

Apenas acabo de decir eso y me puso frente a él. Estaba sentado, recargado y con las piernas estiradas; yo quede arrodillada con sus piernas entre las mías. Luego tomó mi camiseta y me la sacó, yo me deje porque estaba muy nerviosa, y porque la verdad no había hecho nada que me desagradara. Mis tetitas apenas comenzaban a brotar, pero aun así las recorría extasiado. Luego me tocaba las piernas, las nalgas y la rajita, todo sin dejar de tocarse, yo podía sentir el contacto de la punta de su pene en mi abdomen.

No sé como explicarme, me sentía tan mal, porque sabía que hacía algo malo; pero sentía tan rico, además sentía nervios, remordimiento y curiosidad; todo eso se mezclaba en mí y el resultado era rico, mucho.

Agarrarlo.

No.

¿Por qué?

No está bien.

Si no estuviera bien tu mamá no lo haría.

¿Qué?

Tú sabes que lo hace, tu nos espías.

Debió ver mi expresión de miedo, pues de inmediato me tomó de la cabeza suavemente, se acercó más a mí y me dio un beso en la frente.

No te asustes, no se lo voy a decir a nadie, por mí puedes hacerlo cuando quieras, es más te voy a enseñar un lugar de donde puedes ver mejor.

¿De verdad?

Sí. Yo no le digo a nadie y tú no le dices a nadie que nos bañamos juntos.

Bueno.

Ya va a llegar tu mamá, vamos a salirnos del baño. Si me dejas que te toque mientras termino, te enseño el lugar secreto.

¿Qué es terminar?

Mi masaje.

Nos secamos, pero no dejo que yo me pusiera el vestido. Me llevó a su cama y me acostó en ella; el seguía desnudo y yo en bragas. Se acercó a mí y me dio un beso sobre mi rajita. Luego se arrodillo y empezó a tocarme mientras se masturbaba. Me hizo que me pusiera en varias posiciones según lo que me quería tocar. Luego me hizo arrodillarme y se puso frente a mí, me abrazo y empezó a pasar su verga por mi abdomen, se sentía súper caliente. Me puso las manos en las nalgas y se apachurraba contra mí.

¿Quieres saber que es terminar?

Sí.

Recuéstate.

Lo hice y el siguió de rodilla, puso una mano en mi pierna y con la otra se empezó a jalar rapidísimo, luego se inclino sobre mí y me llenó mis bragas de un líquido que empezó a chorrear de su verga. Me dijo que era semen y fue la primera vez que lo vi en la vida. Luego con la mano lo untó sobre mi braga justo sobre mi rajita. Tomó un poco que me cayó en el abdomen y me lo untó en los labios; no me desagrado el sabor.

Del closet sacó un biombo de madera, el cual puso en una esquina del cuarto junto a la puerta. Tenía unas pequeñas aberturas tapadas con tela.

Sí entras al cuarto arrastrándote y te pones detrás del biombo nos puedes ver por aquí, sin que tu mamá sepa que estás ahí.

Luego me ayudó a ponerme el vestido, se arrodilló frente a mí y metió las manos en la falda. Me bajó las bragas; diciendo que las iba a lavar para que no nos descubrieran. Nunca más volví a ver esas bragas.

Las cosas pasaron como Cristian dijo. Pero además él coopero dejando la lámpara de su mesita prendida, así que yo podía ver todo a la perfección; y descubrí que cuando acercaba la verga a la cara de mi mamá era para terminar sobre ella. Eso paso por un par de semanas durante las cuales yo me bañe otras dos veces con mi tío, y el remordimiento me mataba. Y de pronto todo se soluciono.

Una noche iba a espiarlos, pero cuando llegué a la puerta me encontré a mi mamá de frente, que salía de la recamara. Las dos quedamos heladas, ella porque pensó que esa vez la descubría, y yo porque pensé que me descubría. Me dijo que me fuera a la cama, y que al día siguiente hablaríamos.

La última vez que yo me bañe con mi tío me pidió que le diera besos en el pene; la verdad yo quería hacerlo, pero sentía que hacía algo malo; y sin esperarlo, fue mi mamá la que me quitó esos miedos.

El día siguiente era domingo, en cuanto me levanté, mi mamá me llamó a su recamara para que habláramos. Yo me puse muy nerviosa, pero al entrar me di cuenta de que la nerviosa era ella. M e dijo que no quería que le dijera a mi hermano que la había visto salir de la recamara de mi tío; lo cual me hizo gracia, pues mi hermano me había dado a entender que ya lo sabía. Yo aproveche la situación para preguntar lo que quería saber.

¿Pero eso no sólo lo deben hacer los papás y las mamás?

No, todo el mundo lo hace.

Y mi papá.

Tu papá y yo nos divorciamos. Yo soy una mujer libre y puedo hacerlo con quien quiera. Al igual que tu papá.

¿Las mujeres sin pareja pueden hacerlo libremente?

También los hombres.

Por mi esta bien mamá, no le diré a mi hermano.

Se acercó a mí y me dio un beso. Yo se lo regresé, pues me acababa de hacer el favor más grande de mi vida, pues yo no tenía pareja. Estaba lista para besar un pene, uno de verdad.

Pero las cosas fueron diferentes de lo que yo planeé. En la noche me puse a espiar a mi mamá y a mi tío, estaba esperando junto a la puerta, a que empezaran para escurrir me a mi escondite. Cuando mi mami gemía, me dispuse a entrar cuando sentí una mano en mi hombre; me quede helada al voltear, pues era mi hermano Marcelo.

¿Por qué espías a mi mamá?

No estoy espiando.

Claro que sí. Te voy a acusar.

No, por favor.

Bueno, pero yo también quiero ver.

Me sentí tan tranquila cuando me dijo eso que le confesé lo del escondite detrás del biombo, sin decirle que fue Cristian a quien se le ocurrió. Nos arrastramos hasta el biombo, y al llegar la función ya estaba muy avanzada. Mi mamá estaba tirada boca arriba con las piernas bien abiertas, mientras su primo tenía la cara hundida en su raja. Se veía que mi mamá gozaba como una perra, pues le tomaba la cabeza con las dos manos para pegarla a su hoyito.

Mi mamá gemía como loca, se veía que mi tío lo hacía demasiado bien; además con sus grandes manos le tomaba los pechos y los estrujaba como si se los quisiera arrancar. Cuando el se levantó mi mamá no dejo pasar un solo segundo y se fue sobre la enorme verga de Cristian. Empezó a mamar como si quisiera que se viniera en un segundo; la me tía entera en su boca, la besaba, la lamía y además le chupaba los testículos.

A mí me sorprendió lo que vi mi lado. Marcelo estaba de rodillas, y ya tenía el pene afuera de los pantalones. Lo tenía tan cerca que si estiraba la mano lo podía tocar, pero como no había mucha luz no podía apreciarlo en su totalidad.

¿Qué haces?- Le susurré.

Nada, tú sigue espiando.

No, quiero ver como lo haces.- Me agache y puse la cara a la altura de su pene.- ¿Sientes rico?

Mucho.

Su pene era bastante menor que el de mi tío, pero estaba muy lindo y era el segundo que veía, lo tenía a menos de diez centímetros y no pensaba perder esa oportunidad.

¿Lo puedo tocar?

Mi hermano se detuvo de inmediato, y me observo unos segundos antes de responder afirmativamente. Yo me puse un poco detrás de él también de rodillas y con la mano derecha tomé su pene, lo recorrí lentamente con la mano. El me veía de repente a mí ahora a mi mamá; que en ese momento se estaba empinanda para que mi tío la penetrara y seguramente pronto empezaría a darle su tanda de nalgadas.

Yo después de sobar y sentir muy bien la bolsa donde estaban sus huevos, empecé a masturbarlo lentamente. La verga de Marcelo creció un poco más en mi manos y él ya sólo me veía a mí, parecía como si no le importara que su mamá estuviera siendo cogida como una puta por su propio primo, y a sólo dos metros de él.

Me empezó a acariciar la cabeza tiernamente, y después bajo su mano a mi cuello y luego a mi espalda. Se giró un poco y me tomó las nalgas suavemente con una mano. Nos vimos por un instante y yo le sonreí.

¿Vamos a tu recamara?

Yo sólo asentí y nos arrastramos hasta afuera de la recamara. Ya en mi cuarto fuimos directo a la cama. Mi hermano antes de subir se quitó el pantalón y los calzones, yo ya me encontraba en bragas y camiseta. Él se recostó y me dijo que si lo seguía masturbando. Yo como una vez vi que mi mamá lo hacía me senté sobre su pecho dándole la espalda a su cara, así que el tenía una perfecta posesión de mis nalguitas, y no tardo en empezar a sobarlas, de una forma deliciosa. Yo tomé la verga de Marcelo y empecé arriba abajo, la verga de mi hermano no tenía circuncisión, pero aún así se me hacía muy linda.

Karen, me gusta como lo haces.

Me gusta mucho hacerlo.

Agáchate más hermanita para que pueda agarrar tus nalguitas.

Yo encantada obedecí y al hacerlo mi boca quedó sólo a un os cuantos centímetros del rico glande, al que yo le decía cabecita en ese entonces. No pude evitar lo que pasó, yo era una niña sin pareja y ahí había una verga de un hombre sin pareja, mi mamá había dicho que las personas sin pareja podían hacerlo con quien quisieran y yo quería hacerse lo a mi hermano.

Lentamente me acerqué mas a su verga, me gustó el aroma, el cual disfruté un par de segundos. Lentamente recargué mis infantiles labios en su glande. Que mezcla de sensaciones, que sabor tan delicioso, sobre todo cuando puse mi verga en la punta donde el líquido preseminal empezaba a salir con su rico y saladito sabor. No me di cuanta cuando toda esa verga estaba metida en mi boquita, pero yo lo disfrutaba al máximo, succionaba y recorría cada centímetro del falo con mi lengua.

-Si hermanita así.- Dijo Marcelo mientras me empezaba a sacar lo calzoncitos.

Yo por mi parte me saqué su verga de la boca, pero sólo porque quería Lamer la suave y arrugadita piel de sus testículos, que me encanto. Guau, sentí una descarga que recorrió todo mi cuerpo. ¡Que rico¡ era la lengua de mi hermano en mi rajita. Con esa increíble sensación empecé a mamar con más ganas y gusto. Mi hermano y yo nos uníamos en un rico y delicioso 69, el primero de mi vida.

Tome la verga de mi hermano con la mano al tiempo que la seguía chupando. En ese instante Marcelo empezó a presionar su dedo contra mi rajita; la sensación fue rica al principio, pero entre más intentaba me empezaba a doler. Pero luego empezó a mover su dedo en círculos, sólo presionando un poco….eso me encantó, se sentía tan rico que empecé a mover ligeramente mi culo.

Sorpresivamente sentí el chorro de leche que Marcelo libero en mi boca, me agradó. Saqué la verga de mi boca para ver como el líquido salí. Para mi sorpresa a mi hermano el semen no le salí a chorros como yo había visto que le salí a mi tío; sino que el semen brotaba de su glande y se escurría por el falo. Empecé a lamer el semen de mi hermano; y cuando quedó limpio le di una ronda de besos por todo el pene y los testículos.

Gracias por su atención. Pronto continuare con el relato. Besos.