La historia de Lucia 3
Todo gran viaje se comienza con el primer paso y yo, por accidente, casualidad o quien sabe que ya lo había dado.
Todo gran viaje se comienza con el primer paso y yo, por accidente, casualidad o quien sabe que ya lo había dado. Al primer paso se le suma el segundo, después el tercero y el próximo es el cuarto, así fui yo caminando por este camino a la zoofilia.
Mi nombre es Lucia, espero que ya todos lo sepan y me recuerden de los dos relatos anteriores. Hoy tengo 21 años y estoy estudiando veterinaria, pero en esta ocación vamos una vez mas a remontarnos en el tiempo, solo había pasado unos pocos días después de mi ultimo relato.
Como les narraba en el anterior relato nunca me había puesto a pensar en Luca como un perro, mejor dicho como un macho. Yo solo me conformaba con su lengua, sus lamidas y esas cosquillas que me llevan al orgasmo, lo que no sabia era que Luca era un macho y no hay que saber mucho de anatomía para saber que macho es igual a pene. Recién había hecho ese descubrimiento que a todos le puede parecer obvio pero para mi no lo fue.
Llegada la noche en el amparo de mi habitación, estando sentada en el escritorio haciendo tareas, inconscientemente comencé acariciarle el pecho a Luca con mi pie, a modo de caricia y juego a la vez, mis pies descalzos peinaban su pelaje mientras el echado parecía dormir.
Mi pie con vida propia tocaba sus testículos y alternaba a la funda de su pene. No sabia lo que estaba haciendo, como muchas de las cosas que hago, pero dentro mío algo, yo lo llamo instinto sabia lo que quería y obligaba a mi pie a que siga acariciándolo. Deje el lápiz sobre la carpeta y me concentre de lleno a esos mismos. Me senté en el suelo y cambie mi pie por mi mano, sentía la temperatura que había en esa zona, con una mano masajeaba sus testículos y con la otra comenzaba a tocar su funda llena de pelos. Sus ojos ya estaba abiertos y me miraba directo a los ojos, como pidiendo por favor que no parara.
Estaba excitada, eso era un hecho, ese mismo día ya habíamos “jugado” unas cuantas veces, casi el doble de lo habitual, pero todavía me hervían las entrañas, necesitaba sentir otro orgasmo mas.
De entre la funda de mi mascota/amante salía su pene poco a poco, brillante, caliente y venoso el mimbro de Luca. No podía creer lo que me excitaba esa escena. Estaba mojada, solo con tocar eso entre mis manos me producían espasmos de excitación, alegría, curiosidad y goce.
Mientras mi mano instintivamente se movía de arriba asía abajo, más que carisias parecían movimientos masturbatorios, así al tiempito comenzó a crecer mas y mas ese miembro. Su color rojo intenso me daba cierto rechazo, ese color roja es muy intenso, sumado a la gran cantidad de venitas que lo cubre. Lo que mas me animaba a continuar esa la respiración agitada de él y su mirada tierna que no perdía ninguno de mis movimientos. Yo sin saber lo que hacia realimente estaba masturbando a mi Bebu.
Me llamaba la atención como todo ese pedazo de carne salía de esa pequeña funda y como latía su pene en mi mano, hervía, estaba muy caliente y yo también.
Lentamente, casi sin que yo me diera cuenta el comenzó, todavía tirado en el suelo a mover sus caderas. Sentía por él una gran deuda, ya habiendo pasado una pocas semanas ya él me había echo mas feliz que nadie, cada orgasmo que me arrancó con su lengua me producía placer y ahora yo estaba devolviéndole algo de ese placer que él me dio.
En un ataque de locura comencé a besar su miembro, su olor no me desagradaba, era simple olor a perro mezclado con el shampoo que usé cuando lo bañé la última vez. Su sabor era un poco dulzón más bien tirando a agridulce, podía sentir con la lengua la textura de las venas que lo cubrían, en otro ataque de pasión tomando el miembro por la base lo metí en mi boca lo mas adentro que pude. Mi nariz chocó contra sus testículos, comencé a meterlo y sacarlo de mi boca disfrutado su longitud y sabor. Cada vez que engullía completo su miembro chocaba mi nariz contra sus testículos, eso me gustaba. Lo bueno es que él se quedaba haciéndose el muertito dejándose hacer. Yo engullía, besaba, chupaba, succionaba y ensalivaba ese pedazo de carne que me tenía loca.
Seguí con mi tarea de devolverle tanto placer que me había dado, tan ensimismada estaba en mi tarea que lo hacia con los ojos cerrados, era la primera vez que lo hacia, pero se sentía toda una experta. Así con los ojos cerrados fue que no me di cuenta que su bola se había formado, de haberla visto no habría entendido que significaba, hoy se que cuando aparece se esta por terminar la fiesta.
Podía sentir los espasmos que nacían en sus caderas y recorrían todo su miembro. Un chorro de leche fue a parar a mi garganta, rápidamente asustada saque el mimbro de mi boca, el siguiente fue a parar a mi frente, mi nariz y mis labios, tragué forzada ese liquido que tenia en la garganta y fue raro, pero no me desagradó, así que volví a meter rápidamente su miembro en mi boca y los siguiente chorros los tragué sin miramientos. Después de él haber acabado mire con asombro la bola que se le había formado en la base, la comencé a lamer y dar besos, amaba ese pedazo de carne y amaba mas su lengua y a mi perrito. Tome un testículo y también lo besé, tenia pelos pero no me importó, lo lamí como si supiera que ese liquido saliera de ahí.
Me tumbe a un lado de mi animal y lo abrace enroscándolo con mis piernas, lo amaba, era mi cómplice, mi amante y mi mascota.
Esa noche descubrí como darle placer a mi mascota y como recibir ese premio en mi boca. Me hice adicta al sexo, a su miembro y a su leche. Ahora tenia algo mas que agregar a mi rutina diaria.
Por las mañanas me levanto mas temprano y hago que me de un orgasmo con la lengua. Cuando vuelvo de la escuela si estoy sola me da otro orgasmo con la lengua y por las noches después de hacer mi tarea y cenar le doy yo un orgasmo.
El día mas complicado es el domingo, me levanto por la mañana y antes de ir a misa a la iglesia, le doy una mamada al perro, al volver si mis padre se acuestan a dormir la siesta tengo otra oportunidad de hacerlo y a la noche nos regalamos un mutuo orgasmo.