La historia de la cantante, una dama y su poeta 16

Correccion de horrores. Lamento los problemas causados

Capitulo 16

Volvimos al auto y quise compartir con mi hermana así que no medí el tiempo ni la gasolina hasta que llegamos al Congo... Era una zona muy rural, casas y puestos de palafitos en medio del rio, era como navegar. La antigüedad se sentía en la zona, pero el calor a familia era unico, los lugareños muy atentos a los turistas, algunos dedicados al trabajo artesanal, otros a lo lejos se veian navegando en lo que en Europa se le decía góndola, aqui era una especie de canoa hecha de madera y metal que flotaba sobre el agua y te permitia recorrer aquel tan apetecible rio de aguas oscuras. A uno de nuestros costados vimos algunos botes y lanchas llenos de atarrayas con peces. Las aves no dejaban de darles pelea  a los pescadores y los turistas disfrutando del magnífico día. La atención era divina, no había mas que hacer un leve gesto y ya tenias justo lo que deseabas en tus manos. Cuan diferente eran las personas de aqui, que carecían de tanto y procuraban darte todo, a aquellos que tenían todo y te daban nada.

Punto a favor para Maracaibo!

-          Ale en serio no puedo creer que te hayas comido todo eso...

Nos encontrábamos un poco alejadas del restaurante, en una mesa cerca de la orilla del río, el agua lograba sus efectos calmando nuestros sentimientos.

-          Oh por favor, no comí casi nada. Agradeced que me han dado nauseas y no quise ayudaros a comer, aunque no entiendo como comiendo tanto estais tan delgada. -Baje mi mirada y la dirigí a la orilla del río- Alex todo esta bien? -quiso saber tomando mi mano, cuando Alejandra me preguntaba ese tipi de cosas, sabia de sobra la respuesta, ya no podía ocultarle la verdad-

-          Ale... Hay algo que no te he dicho pero tengo miedo que lo sepas. -le deje saber con un quedo de tristeza en mi voz-

-          Sos mi poeta. Vamos, tened confianza y valor, podes contarme os apoyare en lo que sea, mi complemento esta en vuestra vida -su sonrisa me dio la fuerza para hablar.

-          Estoy enferma -vi su mirada y aun se mantenía cálida- Tengo Fibrosis quística

-          -Su sonrisa fue triste... y con un dejo de tristeza comenzó a delinear algo sobre la mesa de madera, tal como lo hacíamos de pequeñas.- Alex, he encontrado algo para ti.

-          De que hablas? -quise retener mis lagrimas y mostrarme fuerte-

-          Hasta leer se te olvido, estas grave hermanita -limpio velozmente una lagrimita furtiva que se escapaba de su interior y tomando una bocanada de aire sonrió de una manera muy dulce y volvió hablar- Bueno aquí dice: Alexandra Medina, la poeta de mi vida. Cuanto mas me aleje, mas doloroso fue el tiempo sin vos, una melodía cada noche era mi consuelo para saber que seguías en mi, currar cada dia, para soportar los dolores y ausencias, vuestras chorradas me hacían tanta falta, el recuerdo y vuestra tierna mirada. Ni de coña me perdonaría perderos sin luchar, no le pediría a la vida nada mas que no sea teneros cerca de mi. La ironía es el complemento de vuestra vida, porque tan lejos estamos y aun así moriría en cualquier momento por vos.

-          Alejandra por favor, no sigáis -Mis ojos vidriosos con lagrimas que amenazaban por salir- No hagas esto mas doloroso.

-          Desde que supe de vos, en aquellos años donde nos conocimos, no se que fue peor si el teneros en mi o veros partir cada año, cada fecha buena, y ahora que os veo sonreír se que no quiero vivir en un mundo sin vuestra sonrisa feliz. Vuestra sangre corre por estas venas que transitan por vuestros cuerpos estos cuerpos que perderemos y dejaremos sin aliento, pero vivirá el sentimiento de dos hermanas que no han muerto -Hizo una pausa subió la mirada al cielo y la devolvió a mi- De una cantante y su poeta. Ambas nos montaremos en un barco que partirá sin rumbo fijo y en el vos seréis la dirección y yo el timón. Surcaremos cada camino sea real o ficticio pero no nos perderemos porque es de Dios que siempre estéis conmigo. -en la mesa se vieron algunas gotas que supe eran sus lagrimas. Ella tomo la servilleta que había a su lado izquierdo y seco cada una. Me observo sonriente, llenándome de seguridad- Alex sos unas muchas cosas. Pero lo que si se es que sos mi hermana, y os Amo! No os quiero perder, y mas ahora que serás tía de mi hermoso bebé.

-          Como es la cosa? -Pregunte atónita-

-          Dos meses lleva este hermoso sol iluminando mi vida así como lo haces tu  pequeña poeta.

-          Ya va! Muchas emociones. De donde salió el crio? –hasta la fecha mi hermana estaba soltera, y por obra del espíritu santo duba su existencia-

-          Inseminación artificial, luego de lo que ocurrió en primavera, me di cuenta de que solo necesito ser fuerte y a vos! No necesito nada mas en mi vida.

-          Pero... Pero... -No daba crédito a sus palabras hasta que de su chaqueta tomo un pequeño sobre y me lo entrego. Era uno de los ecos- OH MY GOD! Como es posible? Porque no me dijiste, os fuera acompañado.

-          Claro, en el estado de coma que os encontrabais. -Sus palabras dolieron-

-          Golpe bajo, pero muy bajo. -sonreí- Tenes razón, -Hice una pausa intentando retener en un imposible mis lagrimas- he causado tanto daño a los que amo que no se si algún día podre ser feliz.

-          Alex no os castiguéis y condenéis. Solucionaremos esto. Estoy con vos.

-          Viajare a España con vosotros, y haré el tratamiento. Porque quiero ver nacer a esa pequeña criatura, quiero ser vuestro apoyo, quiero estar con vosotras y recuperar tantos años perdidos -Me levante de la silla y la abrase, entregándole todo el amor que nuestra hermandad nos brindaba- Te amo hermanita.

-          Y yo a ti pequeña poeta de mi vida.

De pronto una llamada interrumpió en momento tan mágico, saque el celular de mi bolsillo y vi la pantalla.

-          Esto tiene que ser una jodida broma.

-          Quien es? -le mostré quien llamaba, aunque el numero no estaba registrado, el identificador de llamadas seguía mostrando quien era- hija de la grandísima...

-          Ale no puedes alterarte nuestro retoño no puede escuchar esas cosas. Vamos a divertirnos un rato.

Alejandra tenia cara de pocos amigos, sin duda alguna esto seria muy bueno.

Alex: Alo, buenos días.

Susana: Alexandra?

Alejandra: Si, quien habla. -Su molestia se sentía-

Susana: Mi amor, pero que te ocurre? Te sientes bien?

Alex: Mi amor? Pff mi amor, las polainas de mi abuelo! -Una carcajada se culturizo entre ambas-

Alejandra : Que quieres Susana?

Susana: Alexandra Medina con quien estas allí?

Alejandra: Huy pero que culta. Eso no es de vuestra incumbencia así que os agradezco la molestia causada, te considerare y te comprare una tarjeta para que repongas vuestro crédito.

Susana: Alex no espera no te vayas. -Hizo una pausa y volvió hablar- Quiero volver contigo

Alex y Ale: Jajajajaja! Ok.

Susana: Alex mi sol no te rías, te hablo en serio, he dejado a Julián para estar solo contigo

Alejandra: Permite me, Susana hija de la re- chingadisi... -Tape su boca-

Alexandra: Ok mucha ira para un solo momento. -Le quite el celular y decidí hablar- Susana Altamira, no agradezco vuestra llamada en lo mas mínimo ni si quiera me interesa si seguis viva o ya habeis muerto. -Estaba determinada- Saludos a la pequeña Rita y felicidades a Julián que se libro de una caprichosa como vos. Agradezco solo os agradezco una sola cosa. Y es el haberme hecho amarme. Del resto no quiero saber mas de vos, porque sencillamente no me interesas de hecho pensándolo bien, jamás lo hiciste. Pero Mucha suerte, te veré en el infierno! -Tranque la llamada y devolví la mirada a Ale, que no dejaba de sonreír- Ok, que te ocurre?

-          Estais superando vuestros limites! -Me abrazo- Felicidades mi hermana.

Sus palabras fueron alentadoras. Estuvimos un rato mas hablando de temas triviales riendo a carcajadas. La mañana fue muy amena. Veía sus ojos y sentía su cansancio aunque ella lo negase, aunque lo fingiera se que estaba agotada.

-          Vamos al hotel debes descansar. Estas exhausta -Ella sonrió con esa dulzura-

-          Alex no seas aguafiestas, te he extrañado mucho, no puedo ir a descansar poco después?

-          Después de que? -Fingí molestia- Ale se que me extrañaste así como yo a vos, pero por ahora debemos volver al hotel siento tu agotado ser caer derrumbado ante esta mesa pero tu amor y gracia te mantienen aquí de pie solo por verme feliz.

-          Odio en ocasiones que me conozcáis tanto. os amo pero abusáis de la confianza.

-          Deja de decir bobadas, vamos os llevo al hotel

-          Como que me llevas? O sea me dejaras allí tirada? -Ya estábamos en el auto-

-          Como puedes creer eso mi cantante? Es solo que hoy por la noche tengo una cita -Trate de sonar sutil para que no creyera que le daba mas importancia a otras cosas que a ella-

-          Esta bien -sentí un sollozo de su parte, frene el auto desabrochando el cinturón y voltee a verla-

-          Ale, mi cantante mírame por favor -Ella me observo de reojo ocultando la lagrima que se deslizaba por su mejilla parando al borde de sus labios- Que ocurre?

-          Nada de esto ha sido fácil -Entonces empecé a sacar conclusiones- Te he extrañado tanto.

-          Hermana no llores mas -Saque de la guantera un paquete de pañuelos desechable y se lo entregue- Ten, es que de verdad soy una gilipollas, yo creyendo tener problemas y vos? Vos viviendo sola, con tus melodías... -Me sentía realmente mal-

-          Perdonadme por comportarme como una cría, pero no puedo evitarlo. No quiero seguir sin mi pequeña poeta me has hecho mucha falta, compartir cada cosa contigo, las discusiones que terminaban con una canción y los momentos que solo nosotras vivimos -Como no darme cuenta que al ser mi gemela esto nos afectaría no solo a mi sino a ella también-

-          Ale no llores mas, no sos infantil -Dije sonriendo- Sos mi hermanita, de ahora en adelante estaré con vos en cada paso!

-          -Sus ojos se iluminaron- En serio?

-          Por la garrita -extendí mi dedo meñique ella igual lo hizo y los cruzamos en señal de un juramento irrompible- Esta garrita vale oro, así que el trato va!

-          Sos una idiota! -Ella me abrazo, limpie esos rastros de lagrimas que quedaban en su mejilla y volví de nuevo a tomar el volante.

-          Me amas... Lo sabes.

Ella solo asintió y así nos devolvimos al hotel, le recline el asiento para que estuviese mas cómoda. Ella durmió las dos horas de camino, en las cuales hice una pequeña parada para coger un poco de gasolina...

Justo cuando me disponía a volver de nuevo a la habitación, alguien llamó mi atención.

- Doctora? – Vaya que me estaba volviendo famosa por estos lares, y eso que llevaba solamente unos días acá. Era el jefe de urgencias del hospital del pueblo. Dios que mala soy con los nombres! – Se acuerda de mi? Soy Manuel, del hospital. – Di gracias de que dijera su nombre o iba a tener un momento bochornoso.

- Buenos días! – Dije dejando de lado los pensamientos en mi cabeza.

- Qué hace usted por acá temprano? – Preguntó invitándome a tomar asiento en la banca en la que la señora que “soba” me había aliviado el pie.

- Solo buscaba el desayuno. – Repliqué caminando con cuidado de no forzar el pie. Manuel detectó la anomalía en mi caminar.

- Se lastimó? – Era la segunda vez que me preguntaban eso. Comenzaba a molestarme.

- Sí, pero nada grave…. – Respondí y de inmediato cambié de tema. – Y que hace por acá?

- Acabo de salir de guardia y buscaba algo de comer también. – Respondió. – Por cierto, anoche estuve revisando y la doctora Estefanía del Castillo es la primera especialista que va a trabajar de planta en el hospital. – Dijo acomodándose en la banca. – Por qué una persona como usted con tantos pergaminos está en un lugar como este?

- Es un trabajo como cualquiera, no? – Dije encogiendo los hombros.

- Por qué siento que hay una motivación extra? He sabido que trabaja para Médicos Sin Fronteras, hasta su hoja de vida dice que vivió en Tailandia.

- No hay ninguna razón en específico, lo único que puedo decirle es que me gusta ayudar a las personas. – Expliqué con tranquilidad. De pronto a mi mente vino el maletín de Alexandra. Debe estar desesperada. “Doña” JA!

- Y el dinero es otra cosa que me asombró. – Explicó como analizándome con la mirada.

- Que hay con eso?

- Usted podría pedir casi cuatro veces de lo que le pagará el hospital, no entiendo.

- No hay necesidad de analizar nada, me gusta mi trabajo y creo que estoy donde debo estar, la verdad no me interesa el dinero. – Miré hacia la dirección en la que estaba el hotel y vi que había un camión estacionado. No sé por qué en mi cabeza tuve sospechas. Manuel giró la cabeza a donde estaba.

- Ocurre algo?

- No es extraño que haya un camión estacionado y estén sacando televisores? – De inmediato ambos nos pusimos de pie.

- Claro que es sospechoso!!! – Dijo mirando para todos lados. – Ni un policía!!

- Vamos!! – Dije impulsivamente. Estaban asaltando el hotel!!!

- No… no sabemos quiénes son, si están armados o cuantos son… - Manuel me detuvo del brazo. Desde luego mi pié ya me había avisado que no podía correr. Miré de nuevo para todos lados buscando algún agente de policía, un soldando, lo que fuera!! El único que estaba ahí era un humilde señor y su carro de helados, que ajeno a lo que pasaba seguía anunciando los helados de fresa, coco, limón y ron con pasas. Justo en ese momento tuve una idea.

- Sabes si el hotel tiene otra entrada? – Pregunté tratando de maquinar la estrategia en una millonésima de segundo.

- No tengo idea!!  - Casi corriendo como me lo permitió el pié, fui hasta el señor de los helados.

- Señor mire, le compro ese altavoz. – El señor me miró extrañado. Saqué de mi billetera cien mil pesos colombianos y se los puse en la mano, de seguro el altavoz valía mucho menos que eso. Volví rápidamente hasta Manuel.

- Vas a buscar otra entrada y vas a gritar como si hubiera llegado la policía!! – Era mi plan de millonésima de segundo.

- Que  - Manuel me miro estupefacto.

- HAZ LO QUE TE DIGO!! – Le dije observando alarmada como empezaban a montar televisores al camión.

- Pero…

- Haz lo que te digo, con suerte se van a asustar y saldrán corriendo!!! – Aunque titubeó en un comienzo, quizá la seguridad con la que le había propuesto semejante locura le dio algún tipo de certeza.

- VA!!! – Dijo recibiendo de mis manos el altavoz, luego salió a correr por una de las calles que le daba la vuelta al hotel. Tratando de conservar la calma, retomé la pantomima del lesionado del pié y crucé la calle con lentitud, tan solo esperaba que Manuel y yo nos sincronizáramos.

Continué viendo la escena del robo en el hotel, la gente pasaba por encima de los ladrones que seguían transportando cosas hacia el interior estaban tan seguros de su fechoría, que la gente pasaba en medio de ellos y no sospechaba. Acaso yo era más perspicaz? Seguí haciendo la pantomima, caminando dolida. Los sujetos me vieron pero fieles a la filosofía de actuar ante las narices de todos, ademas, quien iba a ponerle atención a una lisiada?

De pronto escuché la voz de Manuel.

- ESTA ES LA POLICÍA, ARRIBA LAS MANOS. – La voz de Manuel no pudo ser mas perfecta. Ronca, agitada, de película. Los sujetos de inmediato se alarmaron. Uno de ellos salió corriendo, el otro que tenia un televisor lo tiro al suelo y corrió en otra dirección. Finalmente, el ultimo salió por la puerta del hotel, llevaba algo en la mano. ERA EL MALETÍN DE ALEXANDRA, HABÍAN ESTADO EN MI HABITACIÓN!!!! El tipo comenzó a correr a toda velocidad para huir de ahí.

- Y de nuevo tuve esos reflejos heroicos, un segundo de inconciencia en el que podía pasar de todo, morirme, o reaccionar. El hombre venía hacia mi, solo pensé en el esfuerzo que Alexandra había puesto en su trabajo, como se había mojado bajo la lluvia, la seriedad de su empeño.

Y no lo dude. El otro segundo de inconciencia me bastó para golpear tan rudimentariamente como pude la cara del hombre. Al otro segundo, el tipo había caído inconsciente al suelo. No me importó el dolor en la mano, lo primero que hice fue tomar el maletín de Alexandra con la otra mano. Unos segundos después Manuel llegó hasta mi.

- Estas bien? – Dijo mirando al tipo en el suelo.

- Me preguntas a mí, o a él? – Señale al tipo con la otra mano. De pronto sentí el dolor y me miré el puño.

- Así es como te lastimas, verdad? – Dijo con ironía. – Mira esa mano... -  En el acto miré mi mano y pude ver la deformidad en los nudillos.

- AUCH!!! – Por fin reaccioné con efecto retardado.

- Puede estar fracturada, tengo que llevarte al hospital. – Refunfuñé de frustración. – Y aprovechamos para tomarte unas placas de ese pie.

- No creo que sea necesario. – Comenzaron a llegar agentes de policía al lugar. Vaya que pertinente y oportuna fue la fuerza del orden, ya cuando todo había pasado. – Espera que tengo que hacer algo antes.

- Que vas a hacer? – Preguntó curioso mientras vigilaba al hombre que aun no despertaba.

- Vuelvo en un momento. – Mientras los policías llegaban al hotel y se encargaban de desatar a los empleados me escabullí hasta el pasillo donde quedaba mi habitación. La puerta estaba entreabierta. Dí un vistazo y parecía que el ladrón apenas había logrado tomar el maletín. Antes de que la policía viniera, guardé el maletín en un lugar seguro en mi habitación y cerré la puerta, luego volví a arreglármelas para salir. Vaya seguridad!!

Manuel estaba ayudando a levantar al hombre que estaba aun mareado. Un agente de la policía vino y él se lo entregó para que fuera llevado ante la entidad judicial.

- Ahora si vendrás conmigo? – Dijo buscando algo en su bolsillo.

- Para donde?- Quería hacerme la tonta.

- El hospital, hay que revisarte ya te dije. -  Torcí los ojos. - Nada mas espérame acá. - Caminando presurosamente cruzó la calle y llegó hasta un auto y se subió por la puerta del conductor.

Treinta minutos después estaba en la sala de rayos X. Afortunadamente, tras la intervención de Manuel había sido mas fácil tener algún tipo de atención.

- Veamos. - Dijo poniendo la placa a la luz. Luego de unos minutos volvió a bajarla.

- Déjame verla. - Le dije tomando la radiografía de la mano mientras él seguía observando la del pie.

- Ve por ti misma.- Replicó. - No entiendo que haces de pié tan campante por ahí. Deberías estar tomando reposo por lo menos una semana antes de salir a caminar.

- Soy médico también, recuerdas? - Dije guardando las radiografías.- Y si yo digo que soy capaz de caminar, es porque soy capaz.

- No hay nada peor que el paciente que no se quiere aliviar.- Sonreí, aquellas palabras fueron las mismas que yo medité cuando Alexandra en su ataque de orgullo no quiso que yo le ayudara.

Este era su mismo sentir? Es decir, me sentía capaz de caminar así fuera con dolor y Manuel ya estaba pensando en inmovilizarme la pierna. No!!!! No era necesario todo ese drama!!

- Es solo cuestión de un vendaje y ya. - Pronuncié bajándome de la maquina de rayos X.

- Esa mano tampoco está muy bien- El acento de Manuel mostraba su frustración conmigo, yo no era su mejor paciente. - Pero como ya sé que no vas a ponerme atención, entonces, hagamos esto. - Dijo caminando hacia un gabinete. - Mira, voy a vendarte el pié y la mano, cuando vengas los cambiaremos.

- No creas que voy a quedarme con la mano y el pié tapados durante la noche, moriría de calor. -  Manuel pareció rendirse.

- Bien, lo dejaré en tus manos, pero después no vengas a pedir otra placa de rayos X!

- Lo prometo. - Puse mi mejor cara de niña buena y levanté la mano derecha en señal de juramento.

- Muy bien, toma esto. - Dijo pasándome un par de muletas. - No apoyes el pié, y ya tu veras como usas la mano.

- Bien! - Dije usando la mano no lastimada para apoyarme en una de las muletas. - Ves que fácil?

- Bien, entonces creo que lo mejor es que te lleve al hotel, quizá ya la policía se fue. - Ambos salimos de la sala de rayos X directo al auto, eso si, todo el rato me tuve que aguantar a Manuel pidiéndome prudencia al caminar. Comenzaba a entender a Alexandra.

Cuando ya íbamos saliendo por el pasillo de consultorios una doctora súbitamente salió por una de las puertas mirando para lado y lado. Esa cara me pareció conocida, por un momento se me pareció a la colega que había ido conmigo a la misión de Médicos Sin Fronteras.

- Doctora Altamira, que placer. - Manuel saludó con cordialidad. Ella giró hacia nosotros y por unos segundos me miró como tratando de acordarse de mi.

- Han visto a un joven de mas o menos un metro setenta de estatura, cabello negro, ojos saltones. - Esa descripción coincidía mas o menos con el diez por ciento de la población de Colombia.

- No doctora... - Respondió el. - Por cierto, le presento a...

- Estefanía del Castillo. - Dijo ella. No sé por qué me dio la impresión de que su amabilidad era fingida, no sé, tenia intuición para leer a las personas.

- Ya nos conocimos en la Misión Médica. -Añadí sin darle demasiada importancia al encuentro.

- Ya entiendo. - Manuel detectó cierta tensión en el ambiente.

- Por cierto Estefanía, ha visto a Alexandra? - Preguntó con cierta cosa de no se qué. Acaso a esta señora tampoco le agradaba mi presencia

- Quien? - Sabia perfectamente como quitarle importancia a la gente que intentaba usar sus "tonitos" para alguna intensión.

- Alexandra, la periodista de MSF...

- Ahhh! Ella.... - Me encogí de hombros. - No tengo la mas mínima idea.

- Es que anoche que estuvimos juntas y entre tantas cosas se le olvidó su chaqueta....  - Profirió con cierta expresión de satisfacción en la cara. Acaso eso era un mensaje subliminal? Comencé a considerar las opciones del verbo "ser o estar".

- La próxima vez que la vea puede dársela...

- Verdad que si?- Tomé un respiro. Manuel veía la escena tratando de interpretar que pasaba. Ni yo misma lo sabía.

- Debo ir por ese paciente, adiós! - Dijo caminando por el pasillo.

- La doctora Martha y sus conquistas... - Murmuró Manuel como para si mismo, pero tuvo la mala fortuna de que yo lo escuchara.

- Cómo?

- No, no es nada, sigamos - Dijo enseñándome el camino de salida.

Después de un viaje de vuelta muy silencioso, llegamos de nuevo al hotel. Manuel me miró de soslayo varias veces sin querer decirme nada.

- Estefanía puedo preguntarte algo? - Dijo rompiendo el silencio.- Tienes que ver algo con Martha?

- Me quedé viéndolo un poco extrañada.- Espera... - Le dije acomodándome mejor para verlo desde mi asiento. – Por qué tengo que responder algo como eso?- Repliqué.

- Martha viene de vez en cuando al pueblo, es especialista, tiene sus historias...

- A que te refieres con "historias"? - Me molestaba que la gente tuviera las agallas de hablar de otros así como así.

- Ten cuidado con ella.... es todo. - Dijo apagando el motor del auto.

- Por favor Manuel, no tienes ni idea de lo que estas diciendo. – Pronuncié tranquilamente. – Gracias por toda la ayuda del día de hoy. – El sonrió-

- De nada… - Su sonrisa fue preciosa, me agradaba la gente así, sensible, dispuesta. Para agradecerle me acerqué a él y le di un beso en la mejilla.

- Tengo que irme, te veré la semana próxima en el hospital. – El asintió y salí del auto con cuidado procurando no terminar rompiendo algo mas de mi humanidad.

Al entrar al hotel había cierto desorden, había televisores, cosas por ahí tiradas, lo que pensaba era que quizá están re-acomodando lo que lo ladrones habían logrado sustraer. De hecho vi a uno de los empleados en esa labor.

Para mi fortuna, mi habitación estaba intacta. Pensé que habían sustraído algunas de mis cosas mas simples, mi Ipad, quizá el teléfono móvil que ni siquiera había encendido desde que había venido de Tailandia, o algo del dinero que había reservado oculto en uno de los cajones de la habitación, pero nada.

Dí un vistazo adicional en el escondite donde tenia bien oculto el maletín de Alexandra.

En ese momento recordé la importancia del contenido de ese maletín, esa mujer debía estar desesperada por encontrarlo. Me preguntaba si su orgullo le daría para acercarse hasta mi habitación. Me vi tentaba sencillamente a fastidiarle la existencia ocultando el maletín, sin embargo, ya había visto con qué empeño había hecho su trabajo. No tenía corazón para hacerle algo tan cruel.

Justo cuando iba a salir de la habitación a buscarla un pensamiento rondo mi cabeza. No es esta misma la que no necesita ayuda nadie? Debería ser tan autosuficiente como para verificar con las personas correctas por la suerte de sus pertenencias ante un incidente como el que había acabado de pasar. Puse el maletín en la silla, tome una botella con agua y volví a la cama.

En ese momento recordé el teléfono móvil. Estaba apagado. Cuantos mensajes me habrían llegado desde Tailandia? Había logrado hacer amigos valiosos, y ahora al otro lado del mundo corría el riesgo de perderlos. Tome el aparato y lo encendí. Tenía muchísimos mensajes:

_Eres una ingrata, vuelves al país y no te reportas!!!  Diana.

Que se supone que podía hacer? Hacia tiempo que no hablaba con ella, ahora tenia que reportarme?

_ Are you alright in your country? Let me know when you’re ready to talk. Tao.

El buen Tao, mi mejor amigo en Tailandia. Aun no había salido del clóset. Por mas que yo le insistía que dejara de auto-etiquetarse y que siguiera sus sentimientos, el aun tenia problemas para ser honesto frente a su orientación. Cuanto lo extrañaba.

_ Su pago ha sido recibido. Visión Mundial.

Que bueno. Los tres niños que apadrinaba recibirían algo.

_ It’s hard to accept you don’t have a person anymore, but I guess this is what I deserve. I won’t never forgive you Estefania. Please have an amazing life and keep going in your efforts taking care of people.  Lawan.

Suspiré. Lawan Langley Thepabutt era una de esas combinaciones de nombres que no se encontraba en cualquier parte del mundo. Su padre era alemán mientras que su madre era tailandesa.

En la galería de imágenes del móvil busqué su imagen. Esta vez sonreí. Recordé ese atardecer frente al mar luego de una extenuante jornada de trabajo. Ella intentaba enseñarme a tomar una cerveza como es debido.

- Que mal pronuncias el español!

- Y que mal hablas el alemán

- Pero si no hablo alemán, de que hablas?

- Exacto

Recordé lo que paso esa misma tarde entre las dos y mi sonrisa se hizo mas amplia. Abiertamente lesbiana, Lawan me hizo cuestionar todo lo que yo creía frente a la homosexualidad. Puedo decir que ella fue lo mas cercano que tuve a un segundo amor, sin embargo, ambas estábamos tan concentradas en nuestras carreras que no había espacio para alguien mas, no obstante, ambas conservábamos ese tipo de magia, como si la historia entre las dos nunca hubiera acabado y cada vez que nos veíamos éramos conscientes de ello.

- Puedo preguntarte algo?

- Claro

- Nunca has hecho el amor con una mujer?

- Nunca

- Yo sería la primera?

- Y como sabes que vas a ser la primera? Ni siquiera tenemos algo oficial

- Vamos a tener que formalizarlo

- Lawan ya hemos hablado de esto… debes viajar a Alemania.

- Ya lo se, pero no justo, acabo de encontrarte…

- Ademas sabes que volveré a Colombia…

- Exactamente donde queda eso?

- Aishhh… No bromeas en un momento como este Lawan, estás loca?

A pesar de que ya había pasado mas de un año desde ese momento su risa se me quedo grabada en la mente. De pronto sentí unos golpes en la puerta.