La Historia de Eva- 3
Mi niña se somete a Carlos, que consigue su propósito.
LA HISTORIA DE EVA-3
Los minutos se me hicieron eternos. Eva se puso su bata de seda, sin nada debajo, y se sentó en el sofá, en la misma posición de antes. Yo me vestí de nuevo. Nos servimos una copa que mi mujer se bebió antes que yo. Estaba nerviosa, sonrojada, con los ojos brillantes y le provoqué un escalofrío al besarla en el cuello.
- ¿Estás seguro? – me preguntó mirándome a los ojos.
- No sé…, me da mucho morbo pero…, no quiero que te folle. Cuando veas que se está descontrolando párale, por favor.
Sonó la puerta, y nos miramos para decidir quién abría. Al final se levantó ella. Y me quedé sentado, como un pasmarote, escuchando.
- Hola Evita… -la voz de Carlos sonaba risueña- no has podido aguantar hasta mañana, ¿eh?
- Soy muy…curiosa….
- Ya sabes que la curiosidad mató al gato, jejeje.
Nada más entrar en la sala, Carlos me pidió que le preparara un cubata. Fui a la cocina, y me entretuve unos minutos. Desde la sala me llegaban los ruidos amortiguados de la película.
- Date prisa, hombre, que te vas a perder todo –me llamó Carlos, evidenciando su interés por verme humillado.
Entré sin hacer ruido, más pendiente del sofá que de la pantalla. Estaban los dos sentados, con la mirada fija en la televisión, y lo único fuera de lugar era la mano de Carlos debajo de la manta, aunque por la postura aún no parecía haber rozado a mi niña. Va miraba fijamente la peli, en la que dedeaba a placer a Laura, que ya recorría con una de sus manitas un pedazo de carne gigantesco.
Noté que mi esposa tragaba saliva antes de mirar a Carlos, con asombro. No era para menos, la mano apenas abarcaba solo una parte de la circunferencia de un palo coronado por un capullo brillante y morado. Él miro entonces a mi mujer.
- Te gusta?
- El… qué? –contestó ella con una voz finita, aniñada.
- Lo que estás viendo.
No contestó y giró su cuerpo hacia mi cuando me senté a su lado. En esa postura sentía su respiración agitada en mi pecho, y el roce de sus tetas, pero también veía la forma de su culito expuesto bajo la manta. Se incorporó para coger su copa pero al volver a sentarse lo hizo muy cerca ya del cuerpo de mi esposa, que permanecía muy quieta, como a la espera, mirando al frente con la lengua asomando entre los labios.
Era una situación muy chocante: en la pantalla, Carlos ponía una mano en la cabeza de Laura, invitándola a descender, mientras en ese momento notaba el bulto de su mano ascender lentamente por el muslo de mi esposa. Eva me habló al oído muy bajito.
- Me está…sobando….
Noté un suspiro en su aliento y miré de reojo la manaza, muy cerca ya de su culito. Me obligué a centrarme en la televisión, donde Laura se esforzaba por meterse ese palo entre los labios.
- ¿Quieres parar?
- - No…mmm.., .no digas nada.
- - Qué bien la chupaba esa guarra - exclamó entonces Carlos- ¿a ti también te la mamaba así?
No supe qué contestar, lo cierto es que solo me pasó la lengua en un par de ocasiones, tras mucha insistencia. Decía siempre que le daba asco. Pero Carlos estaba sobrado
- Siempre has elegido a buenas putas, chaval.
Callé de nuevo, pese a que vi como empezaba a sobarse la polla sobre el pantalón. Le había crecido una tienda de campaña imposible de esconder. En la pantalla marcaba ahora el ritmo de la mamada, sujetando a su víctima por los pelos. Le follaba la boca a ritmo lento, pero Laura babeaba, con los ojos muy abiertos, lagrimeando.
Me acercó entonces la copa –aprovechando para pegarse más a Eva, ya estaba casi encima de ella- con la excusa de brindar.
- Por las putitas mamonas
Choqué mi vaso con el suyo y entonces pude ver la cara de Eva. Estaba descompuesta, en un gesto de lujuria. Parecía estar a punto de babear ella también. No pude distinguir el movimiento de la mano de Carlos, y me temí que estaba escarbando con más profundidad.
- Qué te hace, mi vida?
- Me-….. me toca….mmmmmmm…., sus dedos…oohhmmmmm…, golpes…
Me hablaba muy bajito, solo para mí, entre gemidos cada vez más prolongados. Entonces noté que empezaba a deslizarse hacia atrás, separándose de mi cuerpo.
- Mmmmmmm.., me lleva…
Carlos tenía ahora las dos manos dentro de la manta, atraía a Eva sujetándola de las caderas con una mano mientras le daba rápidos golpes en el clítoris con la otra. Mi mujer escondió la cara en mi cuello y noté como jadeaba, más profundamente.
La atrajo un poco más hacia atrás, y Carlos cambio de postura, ladeándose de tal manera que ya podía acceder a todo el cuerpo de mi esposa. La manta se deslizó y, aún en la penumbra, pude ver como la manoseaba ahora las tetas. Las magreaba, juntándolas y separándolas. Entonces me miró, con una sonrisa de prepotencia en la cara:
- Esa mujer necesita que la revienten a pollazos. Será mejor que te vayas a la cama si no quieres verla empalada.
Fui a levantarme, pero Eva me sujetó la mano, reteniéndome. Se mordía el labio inferior para acallar los gemidos, pero tenida la mirada turbia, como perdida.
- Qué…da..te…, mmmmmm – comprendí que me necesitaba a mi lado, que no quería que lo que fuese a ocurrir pudiera interpretarse como un engaño y me senté de nuevo. No sé cómo conseguí apartar mis ojos de los dedos que azuzaban los pezones de mi niña. Carlos los masajeaba con ambas manos, excitándolos.
En la pantalla levantaba a Laura en ese momento para sentarla entre sus piernas, mirando a la cámara. Le pasaba la verga entre las piernas, masturbándola. Sobresalía por delante, evidenciando su descomunal tamaño. Mi antigua novia jadeaba en un orgasmo explosivo, con una mano en la boca, para acallar los gritos.
Carlos movió de nuevoa mi esposa, acechándola y él se ladeó aún más. Comprendí que le debía estar frotando su palo en el culito. La había apartado aún más de mí, de manera que su cara quedaba ahora a centímetros de la mía, aunque aún me sujetaba la mano con fuerza.
- Se la ha sacado, mi amor…, me…,mmmmmmmmmm. Dile…, que … pare…,yo…, mmmmmmmm…, no puedo…, ohhhhhhh.
Me recliné sobre ella y la besé en los labios, con dulzura, en contraste con los movimientos eléctricos de su cuerpo. Me lamió entre gemidos, balbuceando. Carlos le levantó el culito, y se puso detrás de ella.
- Quiere entrar…, mmmmmm…, mi amor…. Dile que pare….
La sujetó de los pelos y tiró de ella, obligándola a ladear la cabeza, apartándola de mis labios.
- Tu nenita está a punto de correrse, me encharca el nabo –se burló y acto seguido vi cómo le metía la lengua en la boca.
Eva abrió los labios, y dejó que le entrara. Sus tetas se bamboleaban en un movimiento eléctrico y movía el culito, hacia delante y hacia atrás provocando el roce. Carlos dejó caer la manta y vi su polla sobresaliendo de la bata, acomodando el capullo en la entrada de mi esposa.
- Quieres polla, putita? –empujaba dejando que entrara parte del glande, y la volvía a sacar, sin perder el contacto.
- Noooommmmmmmmm – la rechazó, pero su cuerpo decía todo lo contrario.
- No quieres eso? – preguntó de nuevo, forzándola a girar la cara hacia la televisión, donde empalaba a Laura controlando sus movimientos con las manos en las caderas.
- Nommmmm – su negativa sonó menos convincente.
Carlos empujó de nuevo, y vi como mi niña se entregaba. Abrió la boca en un gesto mudo, y los ojos, que parecían desorbitados. Entonces la sacó entera, negándole el orgasmo. Mi esposa echó el culito hacia atrás como buscándola. pero él la levantó.
- Javi, espéranos, ahora venimos -me soltó- tengo algo que hacer con tu mujercita.
Me quedé paralizado viendo como Eva caminaba con la tetas balanceándose, detrás del chulo, que se pavoneaba con su pollón levantado. En el último momento, mi esposa me miró como pidiendo perdón con los ojos pero no se resistió cuando él la metió en el dormitorio de un tirón.
Reaccioné cuando se reanudó el coro de gemidos de ella y bufidos de su follador. Habían dejado la puerta entreabierta, por lo que pude ver la escena, asomándome como un mirón: era brutal: la había puesto a cuatro patas encima de la cama y le enterraba su monstruo con ferocidad.
- Toma, puta, toma¡¡¡¡ -le daba azotes en las nalgas al penetrarla, clavándole su pollón hasta los huevos. Eva mordía la almohada, con el culito en pompa. Sus tetas oscilaban en cada embestida. Se corrió de nuevo irremediablemente, con ese palo perforándole hasta el útero.
- Máasssss…,ahhhhh….asssíiii, me vengoo – estaba descontrolada.
Él la siguió bombeando entre bufidos, como un salvaje. Con cada golpe se oían rotundos los plas, plas, del choque de carne. Mi niña movía la cabeza de un lado a otro, gimiendo, en un orgasmo continuo, a merced del corneador, que la amasaba las tetas con desenfreno.
Por fin se derrumbó, dejándose caer en la cama, completamente derrengada. Entonces se la sacó y su coñito hizo un ruido de succión. Dejó la polla victoriosa sobre ella y eyaculó sin tocarse. El primer chorro le llegó hasta el cuello. Me quedé hipnotizado, viendo esos goterones blanquecinos deslizarse por el cuerpo de mi niña, que se derrumbó, destrozada.
Le temblaba todo el cuerpo y seguía gimiendo cuando el cabrón se levantó, le dio la vuelta y le puso el pollón en la boca.
- Limpia, zorrita.
Mi mujer entreabrió los labios, y sacó la lengua. Vi como lamía el tronco, hasta los huevos, con detenimiento, y como le miraba a los ojos, con los suyos muy abiertos mientras ascendía de nuevo hasta el cabezón reluciente. Lo acarició entonces con los labios,
El le pasó entonces la mano abierta por la vulva. Estaba abierta, dilatada al máximo.
- Te ha gustado, putita?
- Mu…cho…., - consiguió contestar ella, sacándose el prepucio de la boca.
- Más que con tu maridito, verdad?
A eso no contestó, pero su cara lo decía todo. Yo me volví al sofá, y me arropé con la manta, sin desnudarme.