La historia de Chema VI: consecuencias

Chuso y Sito han tenido sexo "salvaje" y todo parece ir bien, pero sólo lo parece porque esta es la historia de Chema...

Cuando Chema volvió del trabajo los otros estaban durmiendo, lo cual no le sorprendió porque ninguno había llegado antes de que se marchara a currar. Sin embargo, sospechó que pudieran haber acabado la noche juntos y eso le enfureció al tiempo que los celos se le agarraban en el pecho creándole una injustificable ansiedad. Aunque no hizo mucho ruido Sito se levantó al rato. Le preguntó acerca de la noche pero el pequeño no dio muchos detalles, así que Chema aprovechó para entrar en su cuarto a cambiarse. Allí vio la ropa de su hermano tirada junto a su toalla del baño. Lo recogió percatándose de que no estaban sus calzoncillos y extrañándose porque no creyó que se hubiera puesto los mismos tras la ducha. Eso hizo que sus conjeturas cobraran fuerza y decidió estar pendiente de cuando Chuso se levantara para ver si los encontraba allí. Se las ingenió para entrar y efectivamente halló los slips de Sito tirados en el suelo. Se cabreó en silencio apoderándose de él una rabia difícil de controlar que no le permitía pensar ni trazar algún maquiavélico plan. Intentó sonsacarles durante la tarde, pero ninguno mencionó nada fuera de lo común. Podría haber aludido a los calzoncillos, pero no se le ocurrió ningún motivo con el que justificar haber entrado en el cuarto de Chuso.

-¿Vas a salir hoy también? -preguntó a Sito.

-No, pero si quieres podemos ir a cenar o algo.

-Vaya, ¿y eso?

-Pues no sé, me apetece.

-Vale, que me han dado unos tickets para el Foster´s.

-Huy, que me hayas dicho que sí a la primera sí que es raro.

-Ya, parece que los dos estamos de buen humor, ¿no hermanito? -dijo con cierto sarcasmo.

Y como no pudo contenerse durante la cena fue directo al grano:

-¿No me lo vas a contar entonces?

-¿El qué?

-Que te has acostado con Chuso.

-¿Qué?

-Dime si no qué hacían tus calzoncillos en su cuarto.

-Joder Chema, vaya control.

-Si no fueras dejando la ropa tirada…

-Es que no me has dado ni tiempo a recogerla… Si lo llego a saber…

-Claro, si lo llegas a saber la hubieras recogido, no me hubiese dado cuenta y me habríais engañado.

-No te hemos engañado… Simplemente no te lo hemos contado.

-Pero es que el cabrón ese me dijo el otro día que no quería nada contigo.

-Mientes.

-No, es verdad.

-Pues ha surgido.

-¿Pero vais en serio o ha sido un calentón de una noche?

-Y yo qué sé. Ya te dije que lo intentaría.

-No te creía capaz.

-Pues ya ves que sí. ¿Y a ti qué más te da? ¿Estás celoso?

-Sí -contestó sin más.

-Venga ya, ¿lo dices en serio?

-Joder Sito, sí, estoy celoso; ¿qué le hago?

-Pero de él o de mí.

-¿Tú qué crees?

-Como eres tan rarito…

-A ver, que no digo que esté cabreado -mintió-, pero entiende que me importe y me afecte.

-¡Pero si sería lo ideal! Tu hermano y tu mejor amigo juntos. Así no habría terceros como Juanra, David o Raúl a los que nunca has tragado.

-O sea que entonces la cosa va a más, ¿no?

-Lo he dicho de broma. Y si lo fuera, no necesitaría tu consentimiento. No quiero ser cruel, Chema, pero tienes que dejar vivir a los demás y entender que no podemos estar a expensas de lo que tú quieras cuando tú decidas. Bastante es que Chuso no te dejó de hablar para siempre después de lo de Mojácar.

-¡Coño! Si volvió porque no tenía dónde ir. Eso se llama interés.

-Qué menos que darle techo después de haberle roto el corazón.

-¿Eso te ha dicho?

-No, pero esas cosas se notan.

-Pues no era mi intención como tampoco lo ha sido contigo. Yo te quiero y sabes que lo nuestro es algo muy especial.

-Ya Chema, pero no voy a estar siempre dispuesto a que a ti a veces te parezca bien, otras mal… En el fondo es mejor que nos hayamos acostado una sola vez.

-No sé. No voy a querer nunca a nadie como te quiero a ti.

-Pues eso hay que cambiarlo. Yo te quiero mucho, Chema. No sabes cuánto, y a veces tampoco he estado seguro de qué tipo de sentimientos he tenido hacia ti, pero hay que seguir cada uno con nuestras vidas.

-Pero justo con Chuso, que es lo único que tengo.

-Aunque no sea conmigo él igualmente acabará encontrando a alguien. Tú tienes que hacer lo mismo. ¿Quieres que nos vayamos de fiesta para ver si ligas?

-La verdad es que prefiero irme a casa.

Se sentaron un rato a ver la tele, Sito acurrucado con la cabeza puesta sobre las piernas de su hermano mientras éste le acariciaba el pelo. Pensó que aunque lo deseara y fuera a resultar difícil en el futuro, sus encuentros secretos tenían que terminar por el bien de los dos. Por su parte, Chema ignoraba la televisión reflexionando sobre todo sin poder llegar a una conclusión, porque cuando tenía un momento de lucidez que le llevaba a aceptar rehacer sus vidas de pronto le venían intenciones más retorcidas y perversas como si un ángel y un demonio se pelearan en su cabeza. Sin saber muy bien quién había vencido y durante cuánto tiempo pasaron los días con una relativa calma.

Sin embargo, Sito y Chuso aprovechaban los momentos en los que coincidían en casa por las mañanas para pasarlos juntos. Y aunque no eran horas de plantearse echar un polvo, su relación se fue estrechando hasta límites que nunca hubieran sospechado. La oportunísima llegada del WhatsApp a sus vidas les tenía todo el tiempo enganchados al teléfono diciéndose tonterías el uno al otro mientras se fraguaba algo que a los dos les atemorizaba. Y la razón de ese miedo era solamente una: Chema.

Chema intercalaba sus momentos de sensatez con otros irracionales cuando su mente le atormentaba incapaz de dejarle tranquilo cuando veía a sus compañeros de piso reír o tontear. Eso sí, ajenos a que lo hacían a pesar de todo con disimulo, pues Sito y Chuso eran conscientes de que entre ellos había surgido algo desde que se acostaron. Sin embargo, el tercero en discordia no les dejaba a solas en ningún momento, aprovechando para ir al gimnasio o hacer recados cuando uno de ellos estaba en el trabajo. Por ello la idea de mudarse a un piso más grande era un tanto fútil, pues tendrían más espacio, sí, pero innecesario si no podían disfrutar de él. A Sito se le ocurrió entonces que Chuso se buscara un apartamento para él solo, y aunque se lo podía permitir y le hacía ilusión porque nunca había vivido de esa manera, la reacción de Chema y el miedo a perderle le frenaban.

-¿Por qué no esperamos? -se excusó.

-¿A qué? ¿A que Chema encuentre algo para los tres?

-No, a ver qué pasa con nosotros.

-¿Nosotros?

-Sí, o me vas a hacer quedar en ridículo diciéndome que entre tú y yo…

-No seas tonto. Claro que hay algo, pero yo no puedo dejar a Chema solo.

Sito se levantó y le besó por primera vez desde que se acostaron. El beso confirmaba lo que ambos sabían quizá negándose a aceptarlo por escepticismo o por prudencia. En cualquier caso se lamentaron de que no pudieran hacer más, pues coincidieron en que el sexo de esa vez fue increíble.

-¿Por qué no llamas al trabajo y dices que llegas tarde? -propuso Chuso.

-No estaría bien.

-Ya, hay que ser responsables -se resignó.

-¿Qué excusa pondría?

-Ja, ja. ¿Te lo estás planteando?

-Es que me apetece muchísimo que me folles aquí mismo -dejó la taza de café en el fregadero y se detuvo a meditar un posible motivo para no ir a currar.

-No me calientes… Ja, ja, ja.

-Supongo que tendré días de asuntos propios, ¿no?

-Claro.

-Pues pido uno.

-Ya Sito, pero no me gusta que para poder tener sexo tengamos que planearlo.

- Acho , ni a mí, pero ya me dirás qué hacemos.

-¿Y si se lo contamos a Chema?

-Tú verás. Yo me voy a currar. Tantea el terreno con él a la hora de la comida.

Cuando Chema llegó no se atrevió a contarle nada, pero mientras fregaba los platos se armó de valor y se dirigió al salón dispuesto a hablarle.

-Chema, tengo que hablar contigo.

-Joder qué cara más seria.

-Es que es serio.

-Tú dirás.

-Es sobre Sito y sobre mí.

-¡Lo sabía! Me olía que estabais juntos y no me lo queríais contar.

-No, Chema. Es verdad que hemos tonteado, pero ha sido esta mañana.

-¿Y qué buscas, mi bendición?

-No busco nada. Sólo quería que lo supieras.

-Pues muy bien. Ya lo sé.

-Me imaginaba que te lo tomarías mal.

-Ni bien ni mal. Sólo dame tiempo.

-Pero es que hay más.

-¿Ah sí?

-He pensado en irme a vivir solo; creo que será lo mejor.

-¡Joder! ¿Os habéis declarado esta mañana y ya pensáis en iros a vivir juntos?

-He dicho solo. Sito seguirá contigo.

-Ya, claro. ¿Durante cuánto tiempo? Porque estoy seguro que pasará más en tu casa que aquí.

-Eso ya lo decidirá él.

-Si es por compartir cama os puedo dejar mi dormitorio -su proposición fue totalmente espontánea, no estando seguro si de verdad aquello sería una buena idea, porque pensar en los dos follando en el cuarto de al lado era angustioso.

-Te lo agradezco, pero me apetece porque ya sabes que nunca he vivido solo y me gustaría probar.

-Me voy al gimnasio -Chema dio por zanjada la conversación.

Nada más irse Chuso escribió a Sito para contarle. Después buscó apartamentos por internet, interesándose por un par de ellos dispuesto a que se los enseñaran esa misma tarde. No le gustó ninguno, pero al volver se paró a mirar el escaparate de una inmobiliaria. Entró, y para la mañana siguiente tenía ya tres visitas.

-Me encantaría que vinieras conmigo a verlos -le dijo a Sito mientras desayunaban.

-Me fío de tu buen gusto. No hay más que ver con quién estás, ja, ja, ja.

Cuando volvió de visitarlos Chema ya había llegado del trabajo, pero no se interesó en saber dónde había estado, pues Chuso no solía salir a esas horas. No obstante, él se lo dijo.

-Joder qué prisas por largarte.

-Chema, no quiero que acabemos mal, de verdad. Pero como ocurrió al volver de Mojácar, tú decides qué va a pasar con nuestra amistad.

-No te confundas, aquello lo decidiste tú y precisamente no era amistad lo que esperabas entonces. Y además te tiraste meses sin hablarme hasta que te interesó porque no tenías adónde ir.

-Veo que esta conversación no va a llevar a ningún lado. Ahora mismo llamo a la inmobiliaria para reservar uno de los que he visto.

-Sí, huye como hiciste la otra vez y como cuando Juanra te dejó.

-¿Sabes lo que te digo? Que te vayas a la mierda, Chemita.

-No, el que se va eres tú.

Chuso se levantó con un evidente enfado y se puso a recoger sus cosas con la intención de irse esa misma tarde. Salió de su cuarto con las maletas buscando a Chema, pero éste se había ido al gimnasio. Tras cargar el coche entró en la inmobiliaria para dejarles una señal y se marchó con la promesa de que en un par de días podría mudarse. Esa noche se quedó con un compañero de trabajo. “¿No será guapo? Ja, ja, ja”, escribió Sito. “Anda bobo. ¿Ha dicho algo tu hermano?”.

Sito se cabreó cuando se enteró de lo ocurrido estando dispuesto a recriminar a Chema por su actitud, pero al verle en el salón no fue capaz. Pocas veces había mostrado esa cara de pena y angustia, por lo que no consideró apropiado cargarle a él con toda la culpa sin conocer su versión. Pero Chema no habló y Sito lo dejó estar creyendo que era mejor que las cosas se calmasen. Tampoco hizo mención al tema al día siguiente, y apenas habló cuando su hermano le dijo que iría a ayudar a Chuso con la mudanza. Chema se acababa de convertir en otra persona. Por primera vez estaba totalmente arrepentido de algo, pero lo peor es que todo lo que había hecho no había servido de nada. Chuso ya se había alejado de su vida y que Sito lo hiciera era cuestión de meses o quizá semanas. Su último cartucho era contar lo de su padre y que así le comprendieran, si bien su comportamiento no tenía justificación posible. Cuando salió del ensimismamiento fue a buscar a su hermano, pero éste ya se había marchado.

-¿Te gusta el piso? -preguntó Chuso tras enseñarle los apenas cincuenta metros cuadrados.

-Hombre, para ti solo está bien.

-Bueno, hay espacio para ti también -se puso tontorrón.

-Huy, huy.

-¿No quieres estrenarlo?

-La verdad es que estoy un poco de bajón por Chema.

-¿Vamos a permitir que nos amargue también aquí?

-Entiende que es mi hermano. Cuando me he marchado estaba como ido. Jamás le he visto así.

-¿Hay algo que puedas hacer tú?

-Ahora mismo no. Creo que es mejor dejarle solo.

-Pues ya está. Vamos a disfrutar mi día libre, mi nueva casa y mi nueva vida. ¡He comprado champán!

-¡Oh! No te imaginaba tan romántico.

-Bueno, también se pueden hacer otras cosas menos románticas con él.

-¿Sí?

-Claro, como echártelo por encima y lamerte cada gota.

-Wow. Ja, ja, ja. Acho , que ahora te toca limpiar a ti solo.

-No, Sito, ya te he dicho que no dejaría ni una gota. Ni de champán ni de otras cosas.

-Vaya como estamos.

-Pues sí, estoy cachondo perdido sólo de pensar que podemos estar juntos toda la noche y las cosas que vamos a hacer…

-Y ahora me dirás que también tienes nata, ja, ja, ja.

-Tengo leche calentita…

-Joder Chuso.

-¿Te molesta que te hable así?

-Qué va. Me sorprende.

-Es que me he dado cuenta de que me van las guarradas, ja, ja.

-Buff, creo que a mí también porque me has puesto a mil -Sito se agarró el paquete mostrando su rabo casi tieso por debajo del pantalón.

-¿Qué hacemos vestidos todavía?

Se desnudaron y se acercaron para besarse, pero Chuso cogió a Sito en volandas apretándole contra sí mientras él se agarraba a su espalda para no caerse. Sus pollas se rozaron, pero al recolocarse la de Chuso quedó por debajo rozando las nalgas del otro.

-¡Dios, fóllame así! -pidió Sito-. ¿Podrás conmigo?

-Hmmm, sacaré fuerzas.

Y así, con el único apoyo de sus brazos Chuso intentó clavarle la polla en esa misma postura. Sito le ayudaba sosteniéndose con un solo brazo hasta que parecía que ya estaba a punto de entrar. Chuso volvió a apretar y comenzó a follarle permitiéndole que subiera y bajara como si estuviese columpiándole.

-¡Oh sí!

-¡Joder!

Sus labios no se separaban besándose con exacerbada pasión, dándose bruscos lengüetazos o mordisqueando sus lenguas notando cómo sus salivas se mezclaban. Aunque el mete y saca no resultaba del todo cómodo, lo salvaje de la postura parecía suficiente para excitarles por mucho que las embestidas fueran más bruscas que placenteras, sobre todo para Chuso.

-¿Y si me doy la vuelta? -propuso Sito.

-¿Cómo?

Le pidió que le bajara y se giró quedándose de espaldas a él.

-¿Puedes cogerme?

Chuso le agarró por las axilas y de un salto Sito ya estaba en el aire. Entrelazó sus piernas con las del otro y con su mano dirigió la polla para clavársela. Chuso empezó a mover la pelvis con fuerza empujándola para meterle el rabo hasta lo más profundo.

-¡Dios, me vas a romper en dos!

Los embistes provocaban que la verga de Sito rebotara en el aire, lo cual le resultaba placentero porque parecía estar estimulándose sola gracias a las sacudidas. Al igual que antes, la postura estaba bien un ratito para probar, pero las fuerzas de Chuso flaqueaban debido al peso que debía sostener. Sin sacarse la polla caminó hacia la mesa de café para que Sito se pusiera de pie sobre ella. Éste flexionó el cuerpo dejando el culo en pompa para que los embistes fueran más cómodos. Chuso lo único que tenía que hacer era empujar hacia arriba para taladrarle el ojete. Al no poder besarse dieron rienda suelta a sus jadeos evidenciando lo placentero que todo aquello resultaba. No obstante, tentado por querer probar de todo como si les fuera a faltar el tiempo, Sito se colocó de cuclillas sobre la mesa abriendo bien las piernas y, por consiguiente, el culo. Ahora Chuso se le empotraba hacia abajo, teniendo también que flexionarse para acceder mejor y deleitarse ambos con la fricción.

-¡Qué pasada, tío! -apreció Sito.

-¿Sí? ¿Te gusta que te folle?

-No pares.

Chuso no le hizo caso agarrándole de nuevo por los brazos sin sacar la polla para dejarse caer en el sofá que tenían justo detrás.

-¡Jodeeeeer!

Ahora Sito estaba literalmente sentado encima de su amigo, con las piernas cerradas sobre las suyas cabalgando sobre su verga gracias a los empujones que Chuso hacía con la pelvis. Su verga volvía a rebotar chocando contra sus muslos atrayendo a Chuso que empezó a pajearle con la misma viveza con la que le embestía. Sito giró la cabeza para poder besarle, y así siguieron hasta que uno se corrió dentro del culo del otro y éste sobre su pecho lanzando con furia chorros que luego se deslizarían por su vientre. Y tal como el anfitrión prometió, no dejaría escapar una gota, así que con los dedos las fue recogiendo para compartirlas en sus bocas hasta que todo quedó bien limpio y por sus gargantas fluía el regusto a un líquido al que se habían hecho adictos.

Sito mandó un mensaje a Chema anunciándole que se quedaría a dormir, como era de prever. Se olvidó de si el otro contestaba atraído por todo lo que tenía que hacer con Chuso, pues estuvieron hasta las tantas practicando sexo. Desde allí se fue al trabajo, y tras la jornada volvió a su casa, extrañándose porque su hermano no estaba. Éste apareció al rato.

-¿No vas donde Chuso?

-Hoy curra. ¿Y tú? Un poco tarde para el gym, ¿no?

-He estado en otro sitio.

-¿Dónde?

-Nada importante. ¿Qué quieres cenar?

Mientras Chema cocinaba Sito estuvo cambiando la ropa para llevarla de nuevo a su cuarto. Ya en la mesa el pequeño se interesó por saber qué había hecho.

-¿Dónde has ido?

-Ya te he dicho que a ningún sitio importante.

- Acho , si es por hablar de algo, que sé que no me vas a preguntar por Chuso.

-Preferiría contártelo antes que hablar de ese desagradecido.

-Pues venga -restó importancia al ofensivo comentario.

-He empezado a ir al psicólogo.

Desde luego aún tenía la capacidad de sorprender a su hermano.

-¿Por lo nuestro?

-No.

-¿Y no crees que yo pueda ayudarte?

-No lo creo.

-Chema, sabes que puedes contar conmigo a pesar de todo. No quiero que te deprimas ni nada de eso.

-No estoy deprimido. De hecho debería haber ido hace tiempo.

-¿Pero por qué? ¿No será porque eres gay?

-No.

-¿No lo eres o no es por eso?

-Ninguna de las dos.

-¿Entonces?

-¿Recuerdas que una vez te dije que era una mala persona?

-Pero no lo eres.

-Sí, sí lo soy.

-Pues entonces apúntate a una ONG mejor que a un psicólogo -bromeó.

-No es para tomárselo a guasa, Sito. Le preguntaré si puedo contártelo o no.

-Cuanto misterio, chacho .

-Ya recojo yo, que así estoy entretenido.

-Me voy a empezar a preocupar.

Cuando Sito se lo contó a su novio éste dijo que simplemente estaba tratando de llamar su atención, pero él no estaba de acuerdo y tuvieron su primera discusión. Nada grave que no pudieran arreglar echando un polvo en posturas inverosímiles. Entre ellas y un Chema cabizbajo y silencioso fueron pasando los días hasta que, tras la segunda sesión con el psicólogo, se decidió a revelarle a Sito el origen de todos sus males.

-¿Y por qué no me lo has contado nunca?

-No lo sé. No creí que fuera a afectarme a estas alturas.

-Pero joder Chema, estamos hablando de algo muy grave. Es delito. ¡Y es tu padre!

-En realidad tampoco me obligó.

-De alguna manera sí que lo hizo. ¿Qué ibas a saber tú con quince años?

-Bueno, ya te lo he contado, así que preferiría no seguir hablando de ello.

-¡Qué hijo de puta! Ahora lo entiendo todo. El porqué no dormías, por qué me decías que no le abriera… Ese cabrón está enfermo. Lleva tres años sin saber de nosotros y ni se ha preocupado. ¡Dios, qué mala hostia me está entrando!

-No te hagas mala sangre porque no sirve de nada.

-Pero Chema, hay algo que no entiendo. ¿Qué tiene que ver eso para que me digas que eres una mala persona?

-Porque he hecho cosas de las que me arrepiento.

-¿Cómo qué?

-Me odiarías si te las dijera.

-Lo dudo. Lo importante es que estés dispuesto a superarlo y tratar de ser feliz.

-Sí, creo que ya me toca, pero no sé si podré. He perdido a Chuso y tú te irás con él tarde o temprano.

-Pero que me mude a su casa no significa que no te siga queriendo. Somos hermanos y eso no va a cambiar nunca.

-¿Te mudas?

-No digo ahora, cuando surja.

-Por mí no lo hagas, estaré bien.

-¿No crees que reconciliarte con Chuso te ayudaría?

-No lo sé. Dame tiempo. Y ni se te ocurra contarle nada.

Finalmente Chema accedió a arreglar las cosas con su amigo, si bien éste fue más difícil de convencer para que fuera a su casa a cenar. No hablaron de nada especial tratando de normalizar la situación, pero a pesar de los intentos de Sito y las cervezas ingeridas, el ambiente se notaba tenso. Se buscó la excusa de bajar a por hielo para las copas con el objetivo de dejarles solos, pero Chema aprovechó para recoger los restos de la cena y Chuso esperó en el salón. No aguantaron más que una copa por lo que el invitado anunció que se iba. Chema observó que ambos querían que Sito se fuera con él, así que le animó a hacerlo. Pero al despedirse se besaron en los labios sin darse cuenta, casi como un acto reflejo, apartándose raudos como si de un calambre se tratara conscientes ahora de que no estaban solos. Chuso les miró estupefacto.

-¿Os habéis besado en la boca?

-Sí -respondió Sito aparentando normalidad.

-¡Sois hermanos!

-¿Y? Vosotros deberías hacerlo también para ver si se os quita tanta tontería -trató de desviar el tema.

Ninguno se dio por aludido. Chema preocupado por el desliz y Chuso pasmado por lo que acababa de presenciar.

-¿Te vienes o qué? -preguntó Chuso con sequedad.

Sito miró a su hermano fijamente queriendo extraer alguna conclusión, pero Chema se limitó a esbozar una leve sonrisa.

-¿Qué ha sido eso? -inquirió en el ascensor.

-¿El qué? -Sito sabía perfectamente a qué se refería.

-Has besado a tu hermano.

-¿Y qué pasa? ¿No estarás celoso?

-¿Celoso? Pero si es repugnante.

-¿Qué bese a la persona que más quiero?

-¡Pero no en la boca!

-No me seas paleto.

-¿Paleto? ¿Qué pasa, que en la ciudad es normal el incesto?

-¿Qué mierdas hablas de incesto? Ha sido un beso de despedida.

-A mí no me lo ha parecido. Y además, ¿por qué no os he visto nunca hacerlo?

-Y yo que sé, Chuso. Dejemos el tema.

-Tú y Chema no habréis…

-Si sigues me vuelvo para casa.

-¿Por qué no lo niegas y ya está?

-¿Pero por qué coño tengo que darte a ti explicaciones de lo que he hecho o no con mi hermano?

-Porque no quiero tener un novio enfermo.

-Mira tío, vete a la mierda.

Justo antes de ir a montarse en el coche Sito se dio la vuelta y se marchó. No era enfado lo que tenía, sino más bien rabia por el descuido y por cómo Chuso se lo había tomado, no habiendo sido capaz de esquivar el tema. Chema no se extrañó mucho al escucharle entrar imaginándose que discutirían por la actitud de su colega y por lo impulsivo que se volvía Sito cuando se cabreaba.

-Joder, lo siento.

-Bah, no ha sido culpa tuya.

No le dio tiempo a explicarle porque el timbre de la puerta sonó.

-¿Qué querrá ahora? Abre tú, Chema.

-No, mejor hazlo tú, yo me voy a mi cuarto.

-Chema, no.

Ya se había metido en el pasillo, así que no le quedó más remedio que abrir él.

-¿Dónde está? -preguntó alterado.

-En su cuarto.

Empujó a Sito para ir en busca de Chema mientras gritaba su nombre por el pasillo.

-¡Chuso! -trató de pararle.

-¿A qué vienen esos gritos? -Chema salió del dormitorio.

-¿Qué le has hecho?

-¿Qué dices?

-Chuso, déjale -imploraba Sito.

Pero el grandullón no controló bien sus fuerzas al apartarle de un codazo haciendo que Sito se diera contra la pared y se cayera al suelo.

-Sito, ¿estás bien? -acudió Chema veloz.

-Joder, lo siento -Chuso se agachó apesadumbrado y suplicante.

-Apártate -le ordenó Chema.

Se incorporó y dio un paso atrás incrédulo de lo que acababa de hacer llevado por la rabia o cualquier otro malsano sentimiento.

-Sito, yo no quería…

-Cállate.

-Esto es culpa tuya.

-¡Pero mira lo que has hecho, bestia!

-¡Vale ya! -gritó Sito-. Parad de una maldita vez, que me tenéis harto los dos.

-Tranquilízate.

-No me da la gana. Estoy cansado de que vayáis a vuestra puta bola sin preocuparos de que yo estoy en medio. Cuando erais amiguitos pasabais de mi culo y ahora hacéis como que os peleáis por mí. Pero en realidad yo soy lo de menos porque lo único que os interesa es ver quien se sale con la suya o queda por encima.

-Eso no es…

-Déjame acabar. Me habéis estado utilizando complaciéndome de vez en cuando para que me quedara contento y no diera mucho por saco, pero en el fondo no soy más que un trofeo que los dos os queréis llevar para joder al otro. Pero se acabó, hasta aquí hemos llegado.

Chuso y Chema se quedaron pensativos un instante dilucidando si todo eso era verdad o no. Para Chema era más fácil saber que en efecto se había aprovechado de él con la intención de apartarle de su amigo. Éste no tenía tan claro si su repentino interés en el chaval fue por el sexo o simplemente por fastidiar a su colega tras haberle roto el corazón acostándose con él. Sito se levantó rechazando ayuda y se fue a la cocina a beber algo. Los otros se miraron sin saber qué decir. En el salón se juntaron los tres rodeados de un silencio turbador.

-Sito -comenzó Chuso a hablar-, yo nunca he querido hacerte daño. Para mí no eres un premio, y de hecho al principio no quería nada contigo hasta que tú… Bueno, tú insististe.

-Claro, sexo fácil.

-Eso era lo que tú querías, yo no te engañé.

-Y de paso le dabas celos a mi hermano.

-Nunca he querido darle celos. Cuando pasó lo que pasó yo estaba con Juanra.

-Pero te faltó tiempo para venir aquí. Me da igual que lo niegues, pero fue porque seguías enamorado de él. Y aún lo estás.

-Lo que yo haya sentido por él no afecta a lo nuestro.

-¿Cómo que no? Te acuestas conmigo pero con el que en realidad te gustaría sería él.

-Eso es bastante retorcido. Te repito que no hemos hecho nada que tú no hayas querido hacer.

-Me da igual, estábamos muy bien hasta que tú llegaste.

-¡Sito! -le regañó su hermano temeroso que se fuera de la lengua demasiado.

-Tú calla que eres igual. Bueno, peor porque eres mi hermano. Contentándome con una paja hasta que te entró miedo de que me largara con este.

Los dos se fijaron en la cara de Chuso ante su revelación.

-Sí, Chuso. He tenido sexo con mi hermano. Incesto, como tú decías.

-¡Sito! -gritó Chema.

-¿Qué más da que se entere? Ya se habrá dado cuenta de que en esta familia estamos todos mal de la cabeza.

-Sito, no sigas.

-Sí, Chuso. Todos. Desde la zorra de mi madre que nos abandonó hasta el hijo de puta de mi padre que abusaba de él -señaló a Chema con la cabeza.

-¿Qué?

-Sí. ¿Y yo? Pues yo me dejaba follar por Jacinto a cambio de dinero. Aunque no fui el único, ¿verdad Chemita? Y además me violaron dos moros y me dejé. Y gilipollas de mí me enganché por uno con el que me acosté en casa de tu ex.

-¿De Juanra?

-Sí, nos dejó una habitación el mismo día que el cabrón me atracó por última vez. Así que Chuso, es mejor que esto haya pasado ahora. Huye de esta familia. Tendré que ir al psicólogo también porque debe de ser genético. Acostarme con mi hermano… ¿A quién se le ocurre?

-¿Y tú no dices nada? -preguntó Chuso a su amigo.

-Ya lo ha dicho él todo.

-Bueno, todo no, que de ti no he hablado, Chemita.

-No hace falta.

-Sí, al menos para que te quede claro que sé más cosas de las que piensas. Como que te follaste a David para que me dejara y quisiste hacer lo mismo con Raúl.

-No es verdad. Raúl me pidió que le hiciera una mamada y nunca lo hice.

-Pero sí un lametón, lo cual es raro de cojones. Si da igual, en el fondo me hiciste un favor porque eran unos aburridos.

-Ya sabes que he hecho muchas cosas de las que me arrepiento.

-Por supuesto que debes estarlo, pero el problema es que no sé hasta qué punto es justificable excusándote en lo que padre te hizo.

-Mejor me voy -anunció Chuso.

-No, hombre. Quédate y echad un polvo de una vez, que es lo que os hace falta.

-Te has tenido que dar un buen golpe en la cabeza por las tonterías que dices.

-Sí, debe ser eso. Pero venga, animaos. Igual a Chema también le va el sexo salvaje, que es lo que te pone.

-A ver chaval, que te estás pasando ya de la raya. Siento mucho haberte empujado, pero no ha sido como para que te pongas a decir todas estas chorradas. Tu hermano tiene razón en que te has debido de dar un buen golpe en la cabeza, así que no lo tendré en cuenta.

-Me la suda. Me largo.

-Sito, ¿dónde vas?

El zagal les ignoró y se marchó de casa dejándoles a solas.

-¿No deberíamos ir a buscarle? -preguntó Chuso.

-Ya se le pasará. Ya sabes cómo son sus prontos.

-Bueno, en ese caso yo debería irme también.

-Como quieras.

-¿O espero a que vuelva?

-No sé, Chuso.

-Joder, es que es todo tan raro. ¿Lo que ha contado es cierto?

-Me temo que sí.

-¿Lo de tu padre?

-Sí.

-¿Y Jacinto?

-Ajá.

-¿Y lo de su ex?

-También.

-Joder, Chemita. ¿Cómo se te ocurre follarte al novio de tu hermano?

Chema no respondió avergonzado por la falta de argumentos.

-O sea que yo no fui el primero… -dijo casi disgustado.

-Aquello fue un arrebato. El cabrón se presentó aquí a sabiendas de que Sito no estaba. Pero bueno, sé que no tengo excusas y he hecho cosas muy malas.

-Bueno, bueno. No te pongas serio. ¿Una copa?

-¿No vas a largarte después de saber todo esto?

-Hombre, eso de que Sito y tú… Eso es jodidamente raro, pero no voy a juzgaros después de todo lo que habéis pasado. Sólo es que me cuesta imaginaros a los dos…

-No ha sido una cuestión puramente sexual. Es complicado.

-Sí que hay una pregunta que me gustaría hacerte: ¿eres gay?

-No lo sé Chuso. Al rubito me le follé únicamente. Y con Sito… Ya te digo que no ha sido algo carnal, me habré confundido pero he sentido cosas por él que me asustaban, siendo consciente de que no estaban bien. Pero cuando le besaba… No sé, a su lado me sentía seguro, me olvidaba de todo porque sólo me preocupaba por él. De verdad, es que todo lo demás me daba igual. No te lo sé explicar, aunque tampoco espero que me entiendas…

-Sí que te entiendo porque eso es lo que he sentido por ti. Y cuando ocurrió lo de Mojácar todo lo demás me daba igual también. Hubiera estado dispuesto a cualquier cosa empezando por dejar a Juanra y venirme contigo.

-De verdad que lamento aquello.

-Yo no. Sólo siento que no fuera a más.

-No me refería a lamentarme por haberme acostado contigo, sino por la manera en que manejé todo aquello.

-Bueno, no pasa nada. Ya no hay marcha atrás. Supongo que me quedaré con la duda.

-¿De qué?

-De saber si eres…

-Tampoco hay que etiquetarlo todo y llevarlo siempre al terreno sexual. Supongo que conmigo no te has sentido atraído sólo por eso…

-Bueno, desde que pasó la verdad es que he fantaseado muchas veces.

-¿Por estar cachondo o porque lo hacías conmigo?

-Joder, Chema, porque era contigo. ¿Tú sabes lo que es tirarte media vida deseando que pase algo y que por fin llegue?

-Es que no sé por qué nunca me lo contaste.

-Y eso qué más da.

-¿Y todavía te pongo?

-¿Sinceramente?

-Claro.

-Pues sí, para qué te voy a engañar.

-Así que es verdad que te has liado con Sito casi por despecho.

-No, no tiene nada que ver. Surgió así y ya está. Tengo mis necesidades como todo el mundo. No voy a guardar luto por no hacerlo contigo.

-¿Por qué es todo tan complicado?

-¿Por qué lo dices?

-Pues porque ahora sería incapaz de hacerlo contigo sabiendo que Sito está detrás de ti también.

-¿Te lo montarías conmigo?

-Lo he pensando también varias veces.

-Bueno, ya le has escuchado.

-Aun así. No se lo merece.

-No me puedo creer que me estés diciendo esto justo ahora. ¿Por qué no hace un mes? Hubiese sido tan sencillo. Y él se hubiera alegrado por nosotros seguro.

-No sé, Chuso.

-¿Puedo besarte al menos?

-¿Y qué conseguimos con eso?

-Tú no lo sé, pero a mí me va a ayudar mucho.

Chema se levantó de su sofá para sentarse junto a su amigo. Acercaron sus caras y se besaron. La intención de Chuso era simplemente un beso corto, pero aquello se convirtió en un pasional morreo que les llevó a acariciarse el pecho o la espalda, meditando si hacerlo también en zonas más impúdicas. Pero no sólo no lo hicieron, sino que pararon de besarse. Chema se quedó a su lado mirándole con ternura al tiempo que le sonreía, y Chuso se acurrucó sobre su regazo tras confirmar lo que pretendía, que no era más que darse cuenta de que si por él fuera habría mucho más. Disfrutaron de ese relajado momento hasta que Sito les interrumpió.

-¡Lo sabía! -dijo desde la puerta.

-No es lo que te imaginas.

-Si me da igual.

-¿Estás más calmado?

-Arrepentido más bien.

-Ven aquí, anda.

Se acercó al sofá por el lado opuesto al que estaba Chuso, quien ya se había incorporado aunque Chema no le soltó el brazo. Sito se colocó al otro lado apoyando la cabeza sobre las piernas de su hermano mientras le miraba y éste le acariciaba el pelo con la mano que le quedaba, pues de nuevo había atraído a Chuso contra sí. La escena casi mágica se rompió cuando Sito levantó la cabeza para besar a Chema, quien contra todo pronóstico no se apartó. Acto seguido, el pequeño abandonó los labios de su hermano para buscar los de Chuso, aún pasmado por aquella ocurrencia. Pero él también le correspondió al beso al que se unió Chema guiado por la mano de su hermano empujándole la cabeza. Y así, los tres se morrearon con exacerbada pasión conscientes de que eso no acabaría así.

Como era de esperar, y ya que había sido el nexo de unión y estaba totalmente recuperado, Sito fue quien dio el siguiente paso excitadísimo al ver a los otros besándose enfervorizados. Se levantó para quitarse la ropa y una vez desnudo animó a los demás, ayudando a su hermano con las zapatillas en un acto de sumisión casi plena. La postura de estar arrodillado frente a él incitaba a acercarse a su polla para chuparla. Chema le recibió de buena gana acariciándole la cabeza mientras Sito le lamía el rabo con decisión desde el capullo hasta los huevos. Chuso se había quedado un poco al margen aunque seguía besando a Chema, si bien se vio tentado a acompañar a Sito con la mamada. Se agachó hasta colocar su boca junto a la suya y éste le cedió gustoso la polla de Chema sin apartarse. Y es que se la fueron intercambiando como si de un porro se tratara, dándole un par de lamidas cada uno  ofreciéndosela mientras la agarraban de la base.

Una de las veces que Chuso la chupaba Sito se le acercó y Chema sintió cómo dos bocas se la mamaban al mismo tiempo haciéndole estremecer a tenor de un sonoro gemido que no pudo evitar exhalar. Cada uno colocó los labios a un lado del cipote deslizándolo sobre ellos al ritmo de los movimientos que hacía Chema empujando su pelvis animado por el placer que le infligían, roto cuando uno se volvió a centrar en el capullo o en lamerle los huevos, lo cual resultaba también tremendamente satisfactorio al recibir estímulos en casi cada milímetro de sus genitales. Sin embargo, cuando Sito y Chuso se colocaron a ambos lados del glande para saborearlo al mismo tiempo que se besaban Chema no pudo contenerse por el cosquilleo que las dos bocas le provocaban y la fruición que tanta saliva propiciaba:

-Jodeeeer.

Sito se apartó para ponerse a su lado y besarle mientras Chuso no le quitaba ojo con el objetivo de seguir sus movimientos. Se sorprendió al ver que se ponía en pie para que su hermano le chupara la polla, pues cuando se acostó con él la suya no la cató. Dedujo pues que con su hermano ya lo había probado, así que desafiante le imitó colocándose también de pie sobre el sofá en frente de Sito. De esta forma Chema tenía delante de él dos pollas que chupar, desde luego una estampa que jamás se hubiera imaginado. Siguió el orden de llegada y se comió primero la de su hermano, agarrándola con firmeza para metérsela en la boca con facilidad. Después hizo lo propio con la de su amigo, incrédulo aún de que Chema le estuviera comiendo el rabo excitadísimo ante esa imagen de tío duro que aparentaba, pero ahora totalmente entregado a las dos vergas que tenía a su disposición.

Las fue intercalando para mamarlas notándolas casi idénticas por longitud y grosor. Como si tratara de confirmarlo las colocó una frente a la otra rozándoles los capullos y así fue lamiendo desde la base de una hasta la de la otra pasando la lengua y los labios por todo el tronco. Una vez se detuvo en el glande y se le ocurrió intentar meterse las dos al mismo tiempo. Le pareció menos difícil de lo que pensaba aunque tenía que abrir la boca bastante. Sito trató de clavársela hasta que la tuviera dentro entera, pero la de Chuso lo imposibilitaba. Éste la sacó un poco y Sito no se cortó en comenzar a follarle la boca con energía ante la atónita mirada de su amigo, incapaz de creerse que a él también le fuera el rollo que Sito y él consideraban “salvaje”. No se resistió a intentarlo haciéndose hueco como podía, y aunque la empujó también con viveza, al final acabó siendo un poco desastroso por imposible. Sito se apiadó y se la sacó consciente de cuánto le ponía a Chuso follarle la boca con brusquedad, acelerándose sus palpitaciones al ver cómo se lo hacía a su propio hermano, doblegado al placer como también lo estaba él.

-¿Vamos al dormitorio? -propuso.

Le dieron un trago a las copas y se fueron los tres en silencio pero excitados con las pollas tiesas y un sinfín de ideas en la cabeza.

-Quiero que me folléis los dos -volvió a hablar Sito sabiendo muy bien lo que quería.

Como era el más corpulento, Chuso se tumbó en la cama boca arriba y Sito no tardó en clavarse su rabo no sin que ambos jadearan al acoplarla. Chema se colocó detrás de su hermano dirigiendo su verga con la mano creyendo imposible que la suya entrara también. La fue introduciendo poco a poco provocando que Sito gimiera de manera más aguda hasta que estalló en un grito al sentir las dos dentro. Fue Chema quien empezó con las embestidas notando cómo rozaba el culo de su hermano y la polla de Chuso al mismo tiempo, sollozando también por mucho que el mete y saca fuera más complicado de lo habitual. Cuando Chuso empujó hacia arriba la fruición de ambas vergas fue aún más placentera al tiempo que taladraba el dilatado ojete con menor dificultad. Los dos rabos palpitaban con la misma cadencia con la que Sito sentía sus pulsaciones y un vibrante escalofrío le recorría todo el cuerpo.

Pero su mente iba más allá elucubrando nuevas posturas que quizá no repetiría, pues jamás se hubiera imaginado verse en esa tesitura. Ordenó a su hermano que se tumbara boca arriba en el lado opuesto a Chuso indicándole que acercara su polla tanto como pudiese. Así lo hizo hasta que el culo de Chema rozó con el de su amigo y sus pollas quedaron una al lado de la otra. Sito se puso a horcajadas y dejó caer su cuerpo para intentar clavárselas a la vez. Los otros le ayudaron con sus manos y él mismo apretaba los rabos con la suya para juntarlos lo máximo posible. Costó más que en la otra posición, pero al final fue capaz de que su agujero las absorbiera. Cabalgó sobre ellas expulsando unos quejidos estremecedores.

-¡Oh Dios! Joder, qué pasada. Ohhhhh, sí… Correos los dos dentro de mí, síiii

-¿Ya?

-Yo aún no.

-Yo tampoco.

-Pues no voy a aguantar así mucho -se lamentó Sito.

-No te preocupes -le alentó Chuso-, que nos podemos correr en tu cara después.

-¡Joder! ¿Quieres probar tú? -le animó.

-No sé, ¿duele?

-Un poco. Bah, prueba.

Chuso aceptó sin necesidad de que le insistiera mucho, siendo reemplazado por Sito en el colchón. Una vez éste estaba listo el grandullón le imitó dejando caer su cuerpo y repitiendo los mismos movimientos hasta tenerlas en la punta de su agujero.

-¡Dios! Va a ser imposible -suspiró al notar los dos capullos.

Se recolocó abriendo un poco más las piernas y lo intentó de nuevo. Logró metérselas pero no aguantó mucho gimoteando sin apenas moverse aunque los otros sí que habían empujado sus pelvis para clavarles las pollas.

-¡Me vais a romper!

Pararon y Chuso se apartó hasta caer sobre el colchón casi rendido. Chema no se resistió a follarle y lo intentó él solo mientras Sito le acercó la polla para que se la chupara. Los embistes de Chema eran mucho más placenteros, siendo capaz de absorber su polla con mayor facilidad. Entretanto Sito se la metía en la boca con la brusquedad que al otro le gustaba, agarrándole de la cabeza para así penetrarle con más brío mientras se fijaba en sus lujuriosos ojos o veía cómo su hermano les miraba con lascivia. Se fue hacia él para besarle poniéndose encima del colega para que se la siguiera mamando. Acto seguido terminó de agacharse dispuesto a chupársela a él al tiempo que Chema seguía follándole. Chuso abandonó su verga para centrarse ahora en el ojete, y tras apartarle las nalgas se lo comió con ganas penetrándolo con la lengua o pasándola con viveza por el esfínter ocasionando que Sito tuviera que parar para expulsar un intenso gemido.

Le gustó tanto que dejó de comerle la polla para erguirse y ponerse a horcajadas sobre la cabeza de Chuso ofreciéndole el culo. Balanceaba su cuerpo al compás de los lengüetazos que éste le hacía o simplemente aflojaba sus músculos descansando sobre su cara dejando al otro casi sin aire y olvidándose por un instante de las embestidas de Chema, quien le agarró ahora la polla para pajeársela sin dejar el mete y saca, aunque al ver lo que los otros hacía su follada le pareció hasta aburrida. Por eso renunció a ella atraído por el rabo de su hermano, que rebotaba en el aire tras chocar con el pecho de Chuso. Se deslizó sobre él hasta acceder a la verga de Sito para mamársela, quedando la suya presionando la de Chuso, por lo que mientras se la comía se frotaba con el otro para no dejar de estimular sus pollas. Sin embargo, en un movimiento más rápido se echó hacia adelante un poco más liberando así la verga de Chuso y quedando ésta rozándole el ojete. Su amigo intuyó que quizá se lo follaría, pero a pesar de que Chema disfrutó del cosquilleo al sentirla en su esfínter, su plan no era desde luego que le rompieran el culo. Se limitó a contorsionarse para acariciarla con las nalgas o el propio anillo, pero de ahí no pasó.

Las fuerzas de Sito flaquearon por lo incómodo de su postura, así que fue de nuevo el primero en moverse maquinando ya su siguiente objetivo.

-¿Cómo vais? -les preguntó.

-Buff, estoy a tope.

-¿Probamos el trenecito?

-¿Eso qué es?

Sito se colocó a cuatro patas y le pidió a Chuso que le montara y a Chema que luego se la metiera a él. El amigo quedó entonces como el jamón en un sándwich entre los dos hermanos, taladrando el culo del pequeño mientras el mayor le follaba a él. Un acicate de lo más sugestivo sobre todo cuando Chema le embestía con más fuerza haciendo que él empujara a Sito hasta clavársela bien adentro.

-Joder, me voy a correr ya -anunció Chuso.

Pero Sito no estaba dispuesto desperdiciar sus leches empeñado en que se corrieran en su cara tal como le habían propuesto. Se desenganchó para ponerse de rodillas implorándoles que descargaran sobre él. Al sacarla del culo de Chuso, Chema se la estrujó con agilidad para intentar correrse ya a sabiendas que su amigo había anunciado que estaba a punto. Éste fue el primero en lanzar los chorros del espeso líquido sobre la cara de Sito, pero antes de lanzar el último Chema había empezado también a descargarlos. Su rostro se tiñó de blanco en apenas unos segundos mientras les pedía más leche.

-Oh sí, dádmela toda.

-Jodeeeer… Ohhhhh

Sacó la lengua para recoger los restos que se fue tragando sin dejar de mirarles con los ojos encendidos y una sonrisa viciosa. Chuso le acompañó para ayudarle con su propia lengua a acercarle las gotas a las que no llegaba. Chema también se vio tentado colocándose junto a sus bocas recibiendo su propia leche de los labios de Chuso hasta que no dejaron ni una gota. Sito se aprovechó de su situación y se levantó para pajearse delante de sus caras con la clara intención de correrse sobre ellas. Verles a los dos ansiosos por recibir su leche era suficiente excitación para no emplear mucho tiempo, así que entre espasmos y sin dejar de mirarles soltó los trallazos que fueron a parar indistintamente a un lado u otro. Esta vez usó uno de sus dedos para ir recogiendo el semen metiéndoselo incluso en las bocas de los otros, si bien ellos ya habían empezado a recolectarla con firmes lengüetazos que luego compartían.

Exhaustos se dejaron caer en la cama guardando silencio durante un rato, escuchando sólo los suspiros que se iban apagando a medida que se relajaban y sus músculos se debilitaban.