La historia de Chema III: una mente retorcida

Ni él mismo se cree de lo que es capaz de llegar a hacer.

Al día siguiente parecía que la naturalidad había vuelto, al menos para Chuso y Juan Ramón, ajenos a lo que había ocurrido en el cuarto de al lado. Chema ya se ocuparía de eso, porque lo que ahora le irritaba era ver a su mejor amigo con ese tonteo pueril que le ponía de los nervios. El rudo y machote ahora se le antojaba frágil y ñoño; irreconocible.

-Pues el finde que viene nos vamos a esquiar -dijo ilusionado.

“¿Y cuándo coño has querido ir tú a esquiar?”, pensó Chema.

-¿Por qué no nos vamos con ellos? -sugirió Sito-. ¿Os importa?

-En absoluto -contestó Juan Ramón.

-¿Acaso sabes esquiar? -no quedó muy claro a quién iba dirigida la pregunta de Chema, pero su hermano le contestó:

-Por ver la nieve. Creo que sólo he visto nevar dos veces.

La mirada de Chema le hizo no insistir más.

-A ver cuándo hacemos tú y yo algo juntos -se dirigió a su amigo-. Como en los viejos tiempos.

-Vale, y yo me quedo con Juan Ramón -habló Sito desvergonzado.

-¿Por qué tienes que meterte siempre en todo? -le reprochó su hermano.

-Qué peligro tienes -el tono de Chuso era medio en broma acordándose de lo que él mismo hizo con él convencido de que igual lo intentaría ahora con su novio.

-Pues lo vamos viendo -trató de zanjar Juan Ramón.

Chema infirió entonces que el jefe parecía un poco posesivo, y que el hecho de que Chuso hubiera cambiado tanto era por su culpa. “Lo tiene amariconao ”, pensaba. Cuando se marcharon ninguno de los hermanos hizo mención a lo acontecido la noche anterior. Sito persistía en el plan de irse con ellos a esquiar.

-¿Pero no te das cuenta de que no quieren?

-Juan Ramón ha dicho que sí.

-Por puro compromiso, porque eres un bocas y sabía que yo no aceptaría.

-No creo.

-Pues créelo. Ya te darás cuenta de cómo es la gente. No te puedes fiar de nadie. Y si no mira Chuso: colegas toda la vida y ahora resulta que dice que es marica y se echa un novio que no le deja venir a verme. Y todos estos años a la mierda.

-Eres muy negativo.

-Realista. Ya lo descubrirás. ¿Has escuchado cómo le he dicho que a ver si hacemos algo juntos? Pues ya verás como no me llama.

Efectivamente, pasaron semanas sin saber de Chuso salvo algún mensaje esporádico de compromiso. No obstante, Chema no estaba dispuesto a perderle. “¿Nos vamos a Madrid al Orgullo?”, le escribió en un mensaje, pero Chuso optó por llamarle.

-¿Qué dices, tío? ¿Vas con Sito?

-Qué va. Tú y yo solos.

-¿Y Juan Ramón?

-Joder, pasas con él veinticuatro horas al día…

-¿Y qué pintas tú en el Orgullo Gay?

-Pues me han dicho que hay mucha fiesta. Hace tiempo que tú y yo no salimos.

- Acho , pero irnos hasta Madrid de fiesta… Salimos por Murcia si quieres.

-Lo mismico es. Y yo tengo ganas de alejarme de aquí un poco… Desde que te has echado novio me tienes abandonaico -trató de hacerse la víctima.

-Pero tienes a Sito.

-Ya, coño, pero es mi hermano, no mi colega como tú… Bueno, o cuando tú y yo éramos colegas. Mira, déjalo, no ha sido una buena idea.

-Joder, no te enfades. Voy a pensar qué le digo a Juanra.

-Si le tienes que pedir permiso déjalo -dijo con tono de provocación.

-Bueno, ya te diré algo.

La jugada le salió bien de nuevo, pues Chuso le llamó para confirmarle que se iban. “Pero ni una palabra”, le advirtió.

-¿Qué le has dicho a tu novio? -preguntó en el tren.

-Que me venía a Murcia contigo. ¿Y tú a Sito?

-A él no tengo que darle explicaciones.

-¿O sea que desapareces y ya está?

-Tiene un medio novio otra vez, así que no me echará de menos.

-¿Ah sí? ¿Cómo es?

-Pues un cachitas de mi gimnasio.

-Vaya, qué suerte tiene el tío. Porque el rubio ese del año pasado no estaba mal.

-Pues no sé. Pero mira que le dije que eso de tener pareja a su edad era un rollo.

-Hombre, tampoco…

-Tú porque estás en el pueblo -metía cizaña-, y allí pega más, pero en una ciudad… Y con esa edad. Y además, no es porque sea mi hermano, pero el cabroncete es atractivo y por lo que me cuenta folla bastante en los cuartos oscuros esos.

-¿Se ha vuelto activo o qué? -preguntó Chuso ingenuo.

-¿Cómo dices? -no se dio cuenta de su metedura de pata.

-No, que… -dudó su respuesta-, que la noche que salimos me contó que le molaba más ser pasivo.

-¿Y qué tiene que ver?

-Pues que como has dicho que folla…

-En general…-Chema cambió su respuesta con cierta suspicacia-, bueno, según cuenta deduzco eso, que si se la clavó a un puerta, que si se lió con uno que menos mal que no se la metió porque la tenía enorme…

Sus improvisadas mentiras formaron parte de su plan cuya intención era hacerle ver a su colega lo que se perdía, dudando de cuál era su rol con el empresario, aunque por lo que le conocía, sabía que cualquiera que fuese esperaría algo más.

-Tampoco es que le escuche mucho -siguió-, porque la verdad es que me da reparo que me cuente esas cosas. Bueno, ¿y tú con el novio ese tuyo?

-¿Qué?

-Pues que si va la cosa bien.

-Claro.

-¿Y no os peleáis ni nada?

-¿Por qué íbamos a hacerlo?

-No sé, es tu jefe y estáis todo el día juntos.

-Ya, bueno, pero nos llevamos bien.

-¿Y el sexo qué tal?

-¡Chema! No quiero hablar de eso.

-Joder, antes nos lo contábamos todo. ¿Te acuerdas cuando me hablabas de la mujer mayor que te la mamaba?

-Chsss, baja la voz.

-De eso hace un montón de años.

-Tampoco tantos, no te hagas el maduro.

-La verdad es que… -fue a sincerarse-. Bah, olvídalo.

-Venga hombre, cuéntame.

-Pues que al principio muy bien, pero ahora es un poco aburrido.

-¿En general o el sexo?

-El sexo. Bueno, y en general a veces también. Desde el finde en la nieve apenas hemos salido.

-Joder, Chuso, ¿y si te aburres por qué no te vienes a casa?

-No sé. Tampoco es que esté mal, pero tras haber descubierto después de un montón de años eso de salir y viajar…

-Pues te costó decidirte venir a Madrid.

-Ya. La verdad es que me moló el plan, pero no sabía qué podía decirle.

-¿No puso pegas?

-Cuando le dije lo de Murcia no; que no le apetecía.

-¿Le caemos mal o algo? -sonó falso.

-Qué va. Le conté que el plan era salir de fiesta porque sé que no le mola mucho.

-Tu primera mentirijilla…

-No me hagas sentir mal, coño.

-Bueno, ¿y en la cama entonces?

-Siempre hacemos lo mismo.

-Sábado sabadete…

-No sólo los sábados -respondió veloz casi con el orgullo herido.

-O sea que estáis todo el día como los conejos.

-Que no, hostias -dice casi enfadado-. Bueno, antes sí, ja, ja -se relaja de nuevo.

-¿Y entonces qué pasa?

-Pues eso, que se ha vuelto un poco aburrido.

-¿Por?

- Acho , qué cotilla eres.

-Somos colegas, ¿no? Si no me lo cuentas a mí…

-Pues nada -baja la voz-, que me la chupa, le como el culo un poco y me le follo. Y de ahí no le sacas.

-O sea que eres activo total, ¿no?

-No me queda otra -dice resignado.

-¿Te gustaría que te…?

-No voy a decirte más, Chemita.

-Joder, que la imagen que tengo de ti no va a cambiar porque me lo digas.

-Pues mira, sí. A veces me apetece hacerle una mamada.

-Pues un sesenta y nueve… -sugiere.

-Ya, ya. Me refiero a hacerle eso y ya está. No sé si me entiendes.

-Creo que sí. Como que el ritual tiene que ser siempre igual, ¿no?

-Así es.

-¿Y no lo has hablado con él?

-Una vez traté de sacar el tema.

-¿Y?

-No se dio por aludido.

-¿Pero le has pedido que te folle por probar?

-No. Me daba pudor y miedo por si eso nos afectaba.

-Pero igual él piensa lo mismo.

-Lo dudo. Porque como te digo, cada vez que yo intento hacer algo nuevo al final acabamos como siempre.

-Bueno, seguramente no te gustaría que te la metiese por ahí -dice esbozando una sonrisa maliciosa.

Aquello no sólo sirvió para sacarle información, sino que así conseguiría que Chuso se ablandara quitándose la coraza y retomar la complicidad que tenían para así contarle cualquier cosa. En el desfile estuvieron bebiendo y tonteando: “mira ese qué bueno está” o “aquél no te quita ojo”. Y todo pese a que a Chema le causaba cierto rechazo ver a tanto tío vestido de cuero enseñando nalgas o tanta loca bailando como si fueran mujeres.

-Vaya osazo -se insinuaron a Chuso.

-Tengo pareja -decía él a todo el que le entraba.

- Acho , no digas eso que les espantas -le recriminó su colega.

-Si es la verdad.

-Pero a ver si así nos invitan o algo. Y además, si quieres liarte con alguno por mí no te cortes. Te vas al hostal y me avisas cuando acabes.

-¿Me estás animando a poner los cuernos? -preguntó en broma.

- Acho , si hasta yo me estoy poniendo cachondo de ver tanto culo -mintió.

Pero Chuso estaba tan borracho que no le dio ninguna importancia ni a la insinuación de ser infiel ni al comentario de su amigo, quien no se daría por rendido.

-¿Has visto a ese?

-¿Quién?

-El que va marcando paquetón -señaló a un tío que llevaba unas mallas rosas bastante ajustadas-. Joder, ¿todo eso es suyo? Seguro que lleva metido algo.

-Nunca lo sabremos -Chuso volvió a ignorarle, así que no se percató de que Chema se acercó al “dotado”.

-Hola -le saludó-. Es que mi amigo es muy tímido…

-Vaya escusa para entrarme -le interrumpió.

-Es cierto, yo soy hetero.

-Eso dicen todos.

-Ja, ja. En verdad me amigo lo era hasta hace nada. ¿Le ves? Ese de ahí.

-Joder con tu amigo -se mordió el labio inferior-. ¿Hetero dices?

-Bueno, está deseando desvirgarse… Ya me entiendes.

-Apunta mi número y que me llame.

-Pero es que no somos de aquí. Estamos en un hostal aquí al lado y nos vamos mañana.

-Una pena.

-Si te acercases a él ahora… Ya te digo que el hostal está aquí mismo.

-Cuanta insistencia. Debes de ser muy buen amigo.

Chuso vio acercarse a Chema con el otro, no dando crédito a que se hubiera atrevido. Pero ni siquiera se vio tentado enfadándose incluso con él:

-Si tanto te gusta que te folle a ti -le dijo seco-. Si lo sé no te cuento nada.

-Perdóname. Igual fui demasiado lejos, pero pensé que querrías…

-Sí, pero que me lo haga mi novio, no un desconocido.

-Tienes razón. Y además ese podría haberte hecho mucho daño -bromeó.

Superaron la crisis, y Chema no quiso tensar más la cuerda, así que lo dejó estar. Aparecieron en el hostal a las tantas tras comerse un bocata, lo cual les ayudó a atenuar la borrachera.

-¿Me has perdonado lo de antes? -preguntó Chema.

-Sí.

-Lo hice pensando en hacerte un favor por si no te atrevías.

-Si hubiera querido ya lo hubiera intentado yo.

-Supongo, pero sabes que yo haría cualquier cosa por ti.

-Lo sé -el tono de Chuso dio a entender que no había pillado la doble intención de su colega.

-Cualquier cosa, que lo sepas.

“Venga, dilo”, se decía a sí mismo. “Pídemelo”.

-Aunque hayamos perdido el contacto -insistía-. Que seas gay no ha cambiado nada.

Chuso no se daba por aludido.

-Si no, no estaría en la misma habitación contigo.

-A ver si te piensas que te iba a violar o algo.

-Ja, ja. Claro que no. Por eso te lo digo. Y después del calentón de ver a tanto tío cachas desnudo.

-¿No te habrás vuelto marica?

-No jodas.

-Es que estás muy rarito, tronco. Eso de fijarte en los paquetes de los tíos…

-Joder, es que se le marcaba todo.

-Y eso de decir que te estabas poniendo cachondo.

-Tanto culo al aire… Y uno no es de piedra.

-Pero es que son tíos, Chema. Tíos, y gais.

-Un culo es un culo.

-No sabes lo que dices. Acuéstate, anda, que llevas una encima…

-Antes voy a darme una ducha -quiso quemar el último cartucho.

-¿Ahora?

-Sí, que apesto a alcohol.

-Pues yo si no te importa me ducharé mañana.

Se lavó rápido pensando en usar el juego de la toalla al salir como con el novio de su hermano, pero al volver a la habitación Chuso ya roncaba. Frustrado, la dejó caer como tenía previsto y se acostó. El teléfono de Chuso les sobresaltó a la mañana siguiente.

-Mierda, es Juanra.

-No lo cojas -dijo adormecido.

- Acho , ¿qué haces en bolas? -le vio al levantarse.

-No quise hacer ruido…

-Chsss -le mandó callar. ¡Hola! -contestó al teléfono y se metió en el baño.

Chema se quedó en la cama haciéndose el dormido para no tener que vestirse.

-¡Joder tú, que estás empalmado! -habló al entrar de nuevo fijándose cómo Chema se estiraba todavía en el colchón-. Voy a ducharme y nos vamos, ¿no?

-¿Qué horas es?

-Las once.

-Pero si tenemos tiempo, que el tren no sale hasta las tres.

-Pero hay que dejar la habitación antes de las doce. Como se nota que no has salido nunca del pueblo -se burló de su ignorancia.

-Vete a la mierda -le tiró la almohada.

-Ja, ja. No voy a empezar una guerra de almohadas. Y menos tal como estás…

-¿Cómo estoy? ¡Ah! ¿Esto? -se miró la polla aún tiesa-. ¿Tú no te levantas palote o qué?

-Que voy a ducharme -repitió-. No vaya a ser que me excites, ja, ja, ja.

Con las mismas, Chuso cogió su neceser y se metió al baño sin darle tiempo de reacción a su colega. Pero la osadía de Chema le llevó a entrar al aseo también.

-¿Qué haces? -preguntó desde el otro lado de la mampara transparente.

-Me meo.

-¿No puedes esperar?

-No. Además no hay nada que no haya visto antes.

Chuso se giró para darle la espalda mientras se aclaraba. Al acabar, Chema estaba todavía allí lavándose los dientes.

-Eso sí que podías haberlo hecho después.

-No me seas tan quejica. ¿Tu novio te ha puesto de mal humor o qué?

-Un poco -coge la toalla y se pone al lado de Chema frente al espejo.

-Se ha cabreado porque te acostaste tarde, ¿no?

-Sí, y se ha puesto en plan celoso.

-¿Ves como te tendrías que haber tirado a alguno ayer? Total, se va a mosquear igual.

-No empieces otra vez.

Chuso salió del baño para vestirse. Chema le siguió poco después.

-No te enfades.

-No, no me enfado, pero déjame ahora, ¿vale?

Tras un café en un bar cercano Chuso se recompuso, pero no hicieron más mención al tema. Durante el trayecto en tren fue Chema quien parecía algo afligido.

-¿Qué te pasa? -preguntó con interés.

-Me da pena volver. Me lo he pasado muy bien.

-Y yo, tío.

-Y tengo la sensación de que te has enfadado conmigo -se hizo la víctima.

-No, no te ralles. Estaba pensando en Juanra nada más.

Pero ni uno preguntó, ni el otro quiso contar nada, así que casi en silencio llegaron a Murcia. Se despidieron en el portal sin quedar en nada concreto, pero se dieron un abrazo como si nada hubiera ocurrido. Chema no ocultó su cabreo y frustración al subir a casa, por lo que agradeció que su hermano no estuviera. Meditó en su fallido plan durante los días sucesivos, pero la suerte volvió a correr de su lado al ver que Chuso le llamaba:

-Hola tío, ¿quieres ir a la playa este finde? -le propuso.

-¿Los dos solos?

-Sí.

-¿Y Juan Ramón?

-Ya te contaré. ¿Quieres o no?

-Joder, qué humos.

-Bueno, pues el viernes a última hora estoy allí

El malhumor de Chema cambió diametralmente. Durante esas horas hasta el viernes se le veía feliz y contento.

-Ni se te ocurra decir que te vienes -advirtió a su hermano tras abrir por el telefonillo-. Aprovechad para pasaros el fin de semana follando -su comentario ruborizó a Raúl, el nuevo novio de Sito.

-Pues está bueno  -comentó Chuso en el ascensor.

-¿Quién?

-El pibe de tu hermano.

-Es muy joven para ti, ¿no crees?

-Joder, no puedo comentarlo o qué. Vaya finde me espera contigo…

-Coño, ¿ya no pillas mi sentido del humor, o qué?

-Si es que Juanra me tiene a dos velas.

-¿Me vas a contar qué ha pasado?

-Ahora en el coche.

Se montaron y Chuso empezó a hablar:

-Resulta que al final le dije que estuvimos en Madrid.

-Anda que…

-Era mejor no mentir. Bueno, no mentir en todo, porque me inventé que había sido una sorpresa tuya que me dijiste cuando llegué aquí.

-O sea que quedo yo mal.

-Pues la verdad es que sí, porque empezó a decirme que qué interés tenías tú en llevarme al Orgullo.

-¿Y qué le dijiste?

-Pues que era tu forma de pedirme perdón.

-¿Perdón yo?

-Sí, como estuviste raro desde que salí del armario… Como una manera de aceptarme o algo así.

-¿Y coló?

-La verdad es que no. Que por qué no se lo dije por teléfono, que qué habíamos hecho allí, que si me había liado con alguno…

-Joder con la mosquita muerta.

-No digas eso.

-¿Y lo de irnos a la playa entonces?

-Ya le había hablado de ti comentándole que te notaba triste y deprimido.

-¿Yo?

-Calla. Que te lo habías pasado muy bien en Madrid y que te vendría bien salir más a menudo.

-¿Y?

-Y entonces me dice: “pues vete con él el finde que viene”, así todo cabreado. Y yo le contesté: “pues vale”. Y aquí estamos.

-¿Así sin más?

-Bueno, al día siguiente, gilipollas de mí, le pedí que se viniera. Y va y me dice: “así que al final te vas, ¿no?”.

-Joder, qué tío. Parece una piba. Si es que esto de que os echéis parejas tan serias… Mira que se lo tengo dicho a Sito después de lo del subnormal aquel, y mírale, ya está con otro.

-No todo el mundo es como tú, Chema, hay gente que no sirve para estar sola.

-Ya, tío, pero tú que nunca has sido de tener novia.

-Encima no te rías de mí, coño.

-No, joder, lo digo porque siempre has ido a tu rollo, y meterte en una relación así… Y además con tu jefe. ¡Y viviendo juntos! Te tendrías que haber venido aquí con nosotros. Hubieras follado más, como Sito -esto último lo dijo a modo de provocación.

-También tiene sus cosas buenas.

-No quiero saberlas. ¿Cuál es el plan para el finde?

-Emborracharnos esta noche, mañana una paella en un chiringuito, playita… ¿Te mola?

-Mientras no salgamos por algún sitio de ambiente… Que estoy un poco saturado ya.

-Ja, ja, ja. Bueno, a ver si ligas tú, que ya te toca. ¿Cuándo fue la última…?

-Ni me acuerdo -le interrumpió.

-¿En serio? ¿Qué te pasa, Chemita?

-He perdido la práctica. Si es que alguna vez la tuve…

-Ya, ya. No tío, pero además…- Chuso se queda pensativo un segundo.

-¿Además qué?

-Que algo te pasa de verdad, porque el Chema que conocía me hubiera dicho algo así como “la otra noche me tiré a una morena del gimnasio…”

-¿Y cuándo me he inventado yo algo así?

-Bueno, bueno, no digo nada.

Chema se quedó en silencio.

-O sea que vamos los dos cachondos perdidos, ¿no? -bromeó Chuso.

-Ya te he dicho que nada de bares de ambiente.

-Ya lo sé coño. Todavía tengo novio… O eso creo.

- Acho , que además lo tuyo son unos días sin sexo nada más. Qué promiscuos sois los gais.

-Si es que cuando te acostumbras a hacerlo a diario…

-Claro, recuperando el tiempo perdido, ¿eh mariquita? -se mofa.

-Al menos lo he recuperado… -dice sarcástico.

-Vaya golpe bajo.

-No te mosquees. Esta noche triunfas.

Pero no. Esa noche Chema no ligaría con tías porque no estaba en sus planes. Sus intenciones eran otras bien distintas.

-Oye, ¿y si nos quedamos de relax por aquí? -propuso Chema al llegar al hostal.

-¿Y eso? -preguntó Chuso extrañado.

-No sé. Bah, olvídalo. No hemos venido hasta la playa para quedarnos sentados en una terraza.

-Que no tío. Si te digo la verdad tampoco me apetece mucho irme de discos.

-Claro, claro, como no son de ambiente…

-¡Qué pesado estás, coño!

-Perdona… Si es que nos hacemos mayores, Chusito.

-¡Pero si estamos en la flor de la vida!

-Míranos, en Mojácar y sin querer salir de marcha. ¿Quién nos lo iba a decir?

-Así mañana disfrutamos más de la playa.

-¿Ves? Eso es pensamiento de viejo.

-Joder cómo estamos. Venga, vamos a emborracharnos igualmente, aunque sea en plan tranqui. Chin, chin.

La nostalgia de creer hacerse viejos y el viaje juntos en un ambiente relajado les llevó a recordar tiempos pasados, esos momentos que uno sólo rememora cuando se siente a gusto, esos que despiertan una sonrisa, entristecen el rostro o hacen enrojecer. “¿Te acuerdas de las pajas en la encina?”. Y claro, también esos momentos -junto con el milagroso efecto del alcohol- te llevan a contar cosas que creíste nunca dirías.

-Te voy a confesar algo, Chemita.

-Estabas enamorado de mí, ¿a que sí? Ja, ja, ja.

-¿Cómo lo sabes?

-No jodas, Chuso, que lo he dicho en broma.

-Pues me has evitado el mal trago.

-Nunca dijiste nada.

-¿Cómo iba a hacerlo?

-¿Y por qué ahora?

-Porque ya he salido del armario y porque… ya han pasado muchos años de eso.

-Bueno, yo a ti te he querido mucho, Chuso. Y lo sigo haciendo.

-Qué pena que no fueses gay. ¡Hubiéramos hecho muy buena pareja! ¿Te imaginas las caras de los del pueblo?

-La Yoli me decía que tú y yo parecíamos novios.

-Pues mira, en algún momento me lo hubiera planteado en serio. Luego me di cuenta de que era cariño, que sólo estábamos allí nosotros dos…

-En cualquier caso lo hemos pasado bien juntos.

-¡Y lo que nos queda! -Chuso alzó la copa.

-Parece que esta noche no, que están cerrando ya -las luces y la música se acababan de apagar.

Subieron a la habitación pensando en todo lo que habían hablado, pero sobre todo en la revelación de Chuso, quien se sintió liberado y aliviado al ver que aparentemente su colega no cambió tras confesarse ajeno a que su secreto le venía de perlas para seguir adelante con su plan.

-Chuso -habló Chema tumbado ya en la cama mientras el otro aún se desvestía-. Después de lo que me has contado…

-¿No me dirás ahora que tú también? Ja, ja, ja.

-No, no es eso. Pero si quieres que sea yo -su tono podría hasta sonar inocente.

-¿El qué?

-Lo que me dijiste el otro día…

-¡No! -Chuso creyó saber a qué se refería-. ¿No estarás pensando en..? Venga ya, tío. Que fue un comentario sólo.

-Ya, Chuso, pero a mí no me importaría.

-¿Estás hablando en serio? Esto no es como en las pelis donde recurren a la amiga de turno para la primera vez…

-De algún modo sería tu primera vez.

-Estoy flipando. Si tú no eres gay, Chemita. Déjate de hostias porque voy a empezar a pensar que me quieres tomar el pelo o algo.

-Lo digo totalmente en serio.

-Joder, y con todo lo del fin de semana pasado… Tus insinuaciones, dormir en bolas… ¿Lo tenías planeado o qué?

-¿Yo?, pero si me has llamado tú.

-Es que es todo tan raro.

-Bueno, si te digo la verdad… Cuando me lo contaste lo pensé.

-¿El darme por el culo?

-Sí. En plan favor.

-Venga ya. No necesito esos favores.

-Dicen que la primera vez duele. Yo lo haría con cariño.

-¿Y qué interés tienes tú en esto? Porque dudo que te vuelvas marica media hora sólo para hacerme un favor.

-Piensa que sería otra anécdota para reírnos dentro de unos años.

-Sí, claro: “¿te acuerdas de cuando me rompiste el culo?”.

-Ja, ja. Suena hasta entrañable.

Chuso se para a pensar creyendo que igual Chema tiene algo de razón.

-Y así si no te gusta ya no tienes que pedírselo a Juan Ramón o a los que vengan después. Y te ahorras complicaciones.

-Es algo demasiado íntimo, tío.

-¿Más íntimo que decirme que estabas enamorado?

-No sé, Chema. No lo veo.

-Tampoco tiene por qué ser ahora. Piénsatelo y para el futuro ya sabes que puedes contar conmigo.

-Hombre, la verdad es que ahora que estamos los dos solos… Y mírate, te has empalmado. Últimamente no hago más que verte así.

-¿Qué dices? Se me ha puesto morcillona, pero no dura. Bueno, no te agobies. Vamos a dormir y ya veremos.

Se quedaron cavilando sobre la situación cada uno sumido en sus propias reflexiones. Chuso parecía haber picado el anzuelo mientras creía que, aunque fuera de lo más extraño, Chema lo hacía por él, pues ya sabía que siempre había sido muy raro a la hora de demostrar sus sentimientos, los cuales ahora le parecieron sinceros. Mientras estaban en la playa a la mañana siguiente Chuso se decidió:

-Hagámoslo -anunció.

-¿En serio?

-Sí. Pero porque me fío de ti y sé que no me harás daño.

-Claro que no, tío.

-Bueno, ¿pues cuándo lo hacemos?

-Cuando quieras.

-¿Esta noche?

-Lo que tú digas.

-O bueno, si eso después de comer nos tomamos unas copas y así con el alcohol igual es menos violento.

-No le des muchas vueltas, cuando surja.

-¿Surgir? Pero si ya sabemos que está planeado. Acho , es el plan más jodidamente raro que he hecho en mi vida.

-Tampoco te vayas a poner de los nervios…

-No, claro. Y ya no sé si son por el hecho de que sé que me van a follar o porque me lo voy a montar con mi mejor colega.

-Hombre… -vaciló-. No es que nos lo vayamos a montar. A ver, no me malinterpretes… Pero no va a ser que echemos un polvo o algo así. Haremos lo que hemos hablado y ya está, ¿no?

-Claro, claro. Era una forma de hablar.

Fueron a comer a un chiringuito sin que la idea no parara de rondarles en la cabeza.

-¿Y entonces cómo lo haremos? -Chuso parecía agobiado.

-Tumbados, de pie… No sé.

-No me refiero a eso… Da igual.

Con las copas el ambiente se fue relajando bromeando incluso con lo que iba a pasar.

-¿Y si no se te empina? ¿Y condones? ¿Algún lubricante?

-Tranquilízate, Chuso.

-No entiendo cómo puedes estar tú tan tranquilo. ¿Lo has hecho antes o qué?

-Claro que no. Pero mira, si nos va bien igual me puedo dedicar a ello: “chico atractivo y bien dotado se ofrece para desvirgar con cariño”.

-Ja, ja, ja. Qué cachondo eres. Y tampoco estás tan dotado.

-Bueno, es más grande que la tuya.

-No te creas… Acuérdate que hace años nos las medimos.

-Ja, ja. Sí. Y te sacaba un centímetro por entonces.

-Claro, y a ti te ha crecido pero a mí no, ¿no?

-Si te la vi el otro día en Madrid, Chuso.

-¡Coño! Pero estaba mojada.

-Y tú me la viste a mí cuando me desperté.

-Ya, y por eso te digo que no es para tanto.

-¿La de Juan Ramón es más grande?

-No sabría decirte. La suya no está descapullá .

La tarde fue casi monotemática mezclando nervios con la desinhibición del alcohol junto a inseguridades y momentos de convicción. Y todos ellos se dieron cita una vez que llegaron a la habitación. Chema mostraba más seguridad, quedándose desnudo desde que salió de la ducha. A Chuso la espera se le hizo más larga por lo que apenas tardó unos segundos en enjuagarse. Salió del baño sujetando la toalla que llevaba rodeada a la cintura, pues por su corpulencia aquélla no daba de sí como para anudarla. Su colega estaba en la cama con la espalda apoyada en el cabecero. Le miró un instante, y resuelto se sentó a su lado y comenzó a sobarle la polla.

-¿Qué haces? -preguntó Chema.

-Pues ponértela dura -la había agarrado con una mano para masturbarla.

-Puedo hacerlo yo.

-¿Te molesta?

-Chuso, dijimos que meterla y ya.

-Vale, lo siento. Quería romper el hielo y no sabía qué hacer.

-No pasa nada. Tú relájate -Chema se echó hacia adelante para abrazarle mientras le daba un par de palmaditas en la espalda.

-Bueno, ¿cómo me pongo?

-¿Cómo lo haces tú con Juan Ramón?

-Se sienta encima de mí, a cuatro patas…

-Si te sientas sobre mí me destrozas -bromeó Chema.

-Es que a cuatro patas me parece… No sé, un poco frío. ¿Y si me tumbo yo boca arriba?

-No sé, tío -a Chema le vino la imagen y no acabó de agradarle tener que mirar a su amigo a la cara todo el tiempo.

-¿Qué pasa, que no quieres verme la cara o qué? -Chuso sacó su propia conclusión.

-No es eso. De la otra manera creo que entrará mejor.

-¿Qué sabrás tú?

-Bueno, pues venga, dime tú. O luego cambiamos. Ay la que estás liando.

-Pero si eres tú.

-Joder, parecemos un matrimonio, ja, ja, ja. Con la tontería se me ha vuelto a bajar.

Chema volvió a estrujársela para ponerla dura de nuevo mientras su colega le miraba, excitándose él mismo aunque no entrara en los planes.

-¿Qué haces cascándotela, tío? -le reprochó cuando Chuso comenzó a sobársela también.

- Acho , yo me tendré que correr también, ¿no? Madre mía, ahora somos como dos chiquillos.

Ambos se rieron.

-¿Entonces qué? ¿Nos pajeamos y ya está? ¿Tanto follón para esto?

-Que no, joder. Venga, métemela de una vez.

-Uy cómo ha sonado eso.

- Acho , le pones pegas a .

-Ja, ja, ja. Igual deberías ir metiéndote un dedo o algo.

-Juanra me lo ha hecho alguna vez.

-¡Ni hablar! -Chema se lo tomó como una insinuación.

-No lo decía por eso, coño.

-Ah, vale.

Chuso se dejó caer en el colchón subiendo sus musculosas piernas para dejarlas flexionadas sobre la cama. Se chupó un dedo y se lo acercó al culo con la intención de ir introduciéndolo. Chema se olvidó de sus prejuicios aprovechándose de esa postura y se colocó de pie delante de él. Flexionó las piernas sin dejar de masajearse la polla, agarró a su amigo de los muslos y se posicionó dispuesto a taladrarle el ojete de una vez.

-Ten cuidado -le imploró.

Chema no le miró, clavando los ojos en su polla mientras la iba metiendo poco a poco.

-Me haces cosquillas.

-¿Cómo te voy a hacer cosquillas? -sus ojos se cruzaron.

-Serán los nervios.

-¿Te duele? -le preguntó sin atreverse a mirarle.

-Molestia, más bien.

Con sutileza, la polla de Chema estaba ya dentro del culo de su amigo mientras éste gruñía tratando de enmascarar el dolor.

-¿Qué tal? -los ojos de Chema se centraban en la penetración.

-Duele, tío.

La fue retirando con cuidado sin llegar a sacársela entera para repetir el mismo movimiento. Lo hizo varias veces con una inquietante suavidad, recibiendo la información del otro únicamente por sus sollozos y comentarios, pues seguía sin querer mirarle. Comenzó a embestirle con delicadeza en un mete y saca pausado que a él mismo le provocaba placer, sin saber aún si al otro ya le gustaba.

-Buf -se quejó.

-¿Sigue doliendo?

-Un poco.

En un descuido Chema le miró, observando un rostro mezcla de angustia y aflicción que contrastaba con la seguridad que exteriorizaba su voluminoso cuerpo en el que vio una fragilidad con la que no contaba. Él mismo no era tan fuerte como pensaba, no siendo capaz de soportar cómo no sólo le reventaba el culo a su mejor amigo, sino que probablemente le estaba rompiendo el corazón.

-Es mejor que te des la vuelta -sugirió.

Un poco extrañado, Chuso obedeció y se colocó de rodillas sobre la cama, pero al notar que entraba con mayor facilidad, creyó que esa postura resultaba más idónea. Chema no tenía que agacharse, simplemente se acercó al culo de su amigo y le clavó el rabo sin más. Mantuvo la moderación en sus acometidas, suaves y uniformes a la par que placenteras. Ahora Chuso gruñía menos, intercalando sus gimoteos con tenues sollozos que revelaban que estaba empezando a sentir placer.

-Ahora sí, tío -reconoció.

Y Chema le fue follando con mayor agilidad, pero sin resultar brusco. Avivaba el ritmo hasta que el otro se quejaba, y aunque cuando se frenaba le pedía que no parase, Chema se relajaba.

-Si quieres lo dejamos ya -propuso Chema.

-¿Ya? ¿No quieres correrte?

-No hace falta. La idea era hacerlo hasta que no doliese, ¿no?

-¿Y te vas a quedar a medias? -preguntó sorprendido.

-Me da igual.

-¿Es que no te gusta?

-No es eso. Simplemente ya hemos conseguido lo que queríamos.

-Joder, pero ya que estamos -Chuso no se lo acababa de creer.

-Bueno vale. Yo pensaba acabar con una paja y ya está.

-Anda ya. Venga, métemela otra vez.

-O sea que te gusta, ¿eh?

-Pues claro. Deberías probar tú, ja, ja.

Chema le ignoró y volvió a clavársela con decisión provocando que su amigo diera un respingo al recibirla en lo más profundo de su recto.

-¡Joder, avisa!

No lo hizo con maldad, pero no contaba con que el culo de Chuso estuviera ya bien abierto y la absorbiese con tanta facilidad. Que estuviese dilatado propició unas acometidas regulares a un ritmo alegre que, sin embargo, a Chema le llegó a resultar monótono y hasta casi aburrido. Y eso que se estremecía de placer cuando su rabo entraba y salía del culo de su mejor amigo, cómo su esfínter le cosquilleaba el capullo cuando lo sacaba más de la cuenta y cómo esa recóndita parte del cuerpo le acariciaba el contorno de su tronco provocándole llegar a gemir de gozo, pero sin la energía con que lo hacía Chuso, quien se había agarrado su verga para pajearla.

-¿Dónde quieres que me corra? -le preguntó sin detener el vaivén.

-Donde quieras.

-Es que igual te da repelús.

-¿Que lo hagas dentro?

-Yo me refería a la espalda.

-Me da igual, tío. Yo estoy a punto.

Las sacudidas de su mano eran ya casi frenéticas, por lo que no tardó en emitir un sonoro alarido mientras descargaba su leche sobre la sábana y su cuerpo se contraía al compás de un par de espasmos que le dejarían más relajado.

-¿Cómo vas? -preguntó a Chema.

-Ya casi, pero si quieres paro ya.

-No, coño. Córrete.

-¿Al final dónde?

-Hazlo dentro, que yo lo hago con Juanra y no veas qué gusto -Chuso ignoraba que eso ya lo había probado con el ex novio de su hermano.

-¿Seguro?

Como respuesta, Chuso echó para atrás uno de sus brazos hasta colocar la mano sobre la nalga de Chema para que éste no se apartara. Sintió un escalofrío cuando el otro le tocó, si bien era consciente de que sólo fue para convencerle de que descargara su leche dentro de él. Así lo hizo entre convulsiones y moderados gemidos que no evidenciaban el placer que sintió al ir corriéndose con la polla aún metida en el culo de su colega.  Al sacar la verga su semen luchaba por salir, viendo las gotas brotar por el esfínter que parecía tener vida propia, abriéndose y cerrándose como por impulsos, asombrándose ante aquella imagen que le resultaba de lo más inesperada, pues nunca se imaginó que el culo hiciera esas cosas. Se apartó de su amigo y se desplomó en la cama junto a él. Chuso se dio la vuelta y los dos permanecieron bocarriba, desnudos con las pollas flácidas y sus cuerpos debilitados.

-¿En qué piensas? -preguntó Chuso.

-En nada. Sólo estoy relajado.

-¿Seguro?

-Sí. ¿Y tú?

-No sé.

-¿Qué no sabes? Al menos habrás sacado alguna conclusión.

-Sí, que tengo un problema.

Chema se asustó ante la posible insinuación y no supo qué decir creyendo que igual flirtearía con él o algo así.

-¿No quieres saber cuál es?

-Me lo imagino.

-A ver listillo.

-No, venga. Dímelo. Estoy preparado para lo que sea.

-¿Qué mierdas dices? Mi problema es con Juanra, porque me ha gustado que me folles. Quiero decir, que me da gustito, pero no porque tú… Acho , déjalo.

-Sí, ya sé. Has descubierto que te gusta que te la metan.

-Sí, pero no tú.

-Joder, ya. No lo digas más. El problema es que al novio ese tuyo también. Pues nada, os tendréis que ir intercambiando.

-No querrá, ya lo verás.

-Pues no te puedo decir nada.

-Coño, aconséjame.

-Habla con él y ya está.

-¿Y qué le digo? Oye, Chema me ha follado y he descubierto que me gusta ser un muerdealmohadas .

-Ja, ja, ja. Bueno, puedes comprarte una polla de látex y decirle que quieres jugar con ella y probar.

-Estaríamos en las mismas.

- Acho , pues no sé.

-Tú me has metido en este lío, así que ayúdame.

-La puta que me parió. ¿Yo?

-Fue idea tuya.

-¡Aiba la ostia! Si encima la culpa es mía.

-No te mosquees.

-Voy a ducharme.

-¿Otra vez?

-¿No vamos a salir o qué?

-Tampoco es que me apetezca mucho.

-Que sí, anda. Así te distraes y no le das vueltas al tarro.

Chema se había propuesto otro maquiavélico plan, así que le convenció para que saliesen de fiesta. Mientras caminaban hacia uno de los garitos de la playa Chuso le habló:

-No sé si esto que te voy a proponer…-vaciló.

-Miedo me das.

-Me da un poco de vergüenza, la verdad.

-Bah, dilo.

-Y si dejo las cosas como están con Juanra y de vez en cuanto tú y yo… Ya sabes.

-No lo dices en serio, ¿verdad?

-No, sólo pensaba en voz alta. No me hagas caso.

La aflicción se apoderó del rostro de Chuso, arrepintiéndose de su disparatada idea que hacía tan solo unos segundos no le resultó tan descabellada. Porque si a él le apetecía y Chema ligaba tan poco como decía, no le vendría mal tenerle para descargar. O al menos eso pensó. La tajante contestación de su amigo lo dejaba todo claro. Ya en la disco, Chema se ocupó del siguiente paso, que no era otro que ligar con una tía. Tanteó el terreno y por fin encontró una con la que se cruzó un par de miradas.

-Esa quiere tema -le dijo a su amigo.

-¿Pero te quedan ganas de…?

-Claro, ya te he dicho antes el tiempo que llevo sin…

-Pero tío, después de lo de antes. A mí me está empezando a doler el culo. ¿Serán como las agujetas? Ja, ja, ja.

-Pues a mí me está doliendo el rabo de pensar en la morenaza esa.

Chema se fue a hablar con la chica dejando a Chuso confuso, tal como quería. Al momento volvió con ella y se la presentó. Se tomaron una copa juntos y la convenció para que se fueran los dos solos.

-Espérame aquí -le pidió a su amigo.

-¿Dónde vas?

-Pues a tirármela.

-¿Y me dejas aquí solo?

-No voy a tardar.

-Pues me voy para el hostal.

-¿Y dónde me lo monto yo con ella?

-¿Pensabas llevártela a nuestra habitación?

-Hombre, no creerías que lo iba a hacer en la playa.

-Joder, tío. Esta te la guardo.

Chema se marchó satisfecho mientras cogía a la chavala de la cintura. Justo antes de salir miró hacia atrás y vio la cara de Chuso, decepcionado, afligido, y en cierta medida humillado.

-¿Está muy lejos el hostal? -preguntó la chica.

-A unos cinco minutos.

-No eres muy hablador, ¿no?

-¿De dónde dices que eres?

Chema no tenía ningún interés en esa tía ni desde luego pretendía acostarse con ella. Por eso, cuando llegaron al hostal se echó las manos en los bolsillos.

-¡Hostia! -mi amigo tiene la llave -mintió tratando que no se notara que la guardaba en el pantalón.

-Vaya. ¿No la puedes pedir en recepción?

-Es que anoche… -improvisó- nos la dejamos dentro y tuvieron que abrirnos, y me da un poco de apuro hacerlo otra vez.

-Si quieres la pido yo.

-Da igual. Joder, perdona mi torpeza -fingió.

-Una pena, porque estás bastante bien y pareces majo.

-Para recompensarte te invito a una copa aquí -señaló al bar de la noche anterior con intención de hacer tiempo-. Hacen buenos mojitos.

-No te preocupes. Volvamos a la disco y me invitas allí. O bueno, si quieres ir tú a buscar la llave… Yo es que con estos tacones no estoy para dar muchas vueltas.

-¿Y me vas a estar esperando sola?

La chica no parecía darse por vencida y Chema se estaba cansando ya. Pensó que si se hubiera propuesto follar de verdad seguro que no lo habría tenido tan fácil. No obstante, su turbación aumentó al ver que Chuso llegaba. Quiso esconderse, pero era demasiado tarde.

-¿Qué haces aquí? -le preguntó con desprecio.

-No me apetecía quedarme allí solo -contestó seco.

-Pero te he dicho que me venía con… ¿Cómo te llamabas?

-¿Y qué hacéis aquí en la puerta?

-Porque me he dado cuenta de que tú tienes la llave.

-No, la tienes tú -se aseguró buscándose en los bolsillos.

-Chuso, ¿no me digas que la has perdido otra vez? -disimuló.

-¿Qué hablas?

-Vete para recepción -le ordenó apresurado-. Yo voy a acompañar a Vanesa.

Durante la caminata de ida y vuelta tuvo que contener su rabia, pero no por no haber follado, sino por la  insubordinación de su amigo, que estuvo a punto de arruinarle el plan y descubrir sus intenciones.

-¿Cómo has abierto? -le preguntó Chuso tras haber subido con una segunda llave que le dieron en recepción.

-La tenía yo -no cayó en el detalle de llamar a la puerta-. ¿A qué ha venido eso? ¿No has podido esperarte?

-¿Y tú? ¿Qué era eso de que he perdido las llaves otra vez?

-He preguntado yo antes.

-Ya te lo he dicho: me aburría allí solo. Y además, no pensaba interrumpir. Me hubiese esperado abajo.

-Sí, seguro.

-¡Pues claro!

-Seguro que te han entrado los celos y has venido a joderme el polvo -Chema estaba a punto de perder los papeles a riesgo de descubrirse.

-¿Qué mierdas dices? ¿Celos de qué?

-Venga, acabemos con esto de una vez -Chema comenzó a desvestirse con tosquedad.

-¿Qué haces?

-Vamos a echar un polvo, ¿o no es lo que quieres?

-No, Chema, así no -Chuso no calculó el matiz que el “así no” sugería, dando a entender que en otras circunstancias sí aceptaría.

Una vez desnudo, Chema se acercó hasta él para tratar de quitarle la ropa. En un arrebato, juntó sus labios con los de Chuso, pero fue más un brusco restregón que un beso, apartándolos como si le hubiera dado un calambre. Cuando logró que se deshiciera de la camiseta, Chema metió su mano por debajo del pantalón de su amigo, tocando así una verga que no era la suya (ni la de su padre) por primera vez. Cogió el trozo de carne flácido entre sus dedos para después masajearlo como si le estuviera haciendo una paja. Chuso permanecía pasmado tratando de dilucidar qué diablos estaba ocurriendo y cómo todo se había liado tanto para llegar a esa situación. Notar la mano de su amigo pajeándole tampoco ayudaba a sacarle del ensimismamiento, pero sí a que se fuera excitando, por lo que finalmente sucumbió y Chema se salía otra vez con la suya.

Se deshizo de la ropa que le quedaba y acto seguido su amigo le empujó contra la cama, que aún albergaba los restos de sus anteriores corridas. Chema se colocó encima de él, notando que su verga y la de Chuso se tocaban, lo cual le erizó el vello de todo el cuerpo. Le dio otro par de lengüetazos en la boca como queriendo dejar claro que besos no iba a haber. Y eso que en uno de ellos Chuso fue a separar los labios para morrease con su amigo, pero se dio cuenta que no iba a estar por la labor. Sin embargo, como si se hubiera debilitado en ese instante, Chema volvió a los labios y ahora sí se besaron con pasión, siendo la primera vez en su vida que besaba a otro hombre de esa manera. Pero con el mismo ímpetu que se juntaron, Chema los separó para incorporarse. Deslizó su trasero por el torso de Chuso hasta quedar a horcajadas sobre su pecho, dejando su pelvis justo a la altura de su cara dispuesto a que su amigo le hiciera una mamada.

Chuso le miró con indecisión pese a lo evidente de la postura. Bajó la mirada apreciando el atlético cuerpo de Chema, sus pectorales marcados y esas abdominales que él nunca consiguió a causa de su constitución. Lo comparó mentalmente con el de Juan Ramón, y a parte de los músculos, Chema no tenía prácticamente vello, sólo el típico hilillo por debajo del ombligo que se unificaba al llegar a la zona pélvica. Una vez allí contempló el cipote, también muy diferente del de su novio, pues el glande estaba totalmente descubierto y el cual le pareció más grueso. Acercó su boca hacia él y lo lamió todavía vacilante hasta rodearlo con los labios y dejarlo humedecido. De los labios se ayudó para ir tragándosela sin necesidad de agarrarla con la mano notando cómo gracias a ellos el tronco iba avanzando hacia el interior de su boca hasta metérselo por completo. Una vez dentro lo fue estimulando con la lengua, estrujándolo contra el paladar y succionando mientras se iba endureciendo al tiempo que Chema gemía de placer.

Cuando la polla de su amigo estaba ya totalmente tiesa, se la fue sacando y metiendo de la boca empujando su cabeza mientras el otro apenas se inmutaba limitándose a sollozar con la mirada perdida en algún rincón de la habitación. Chuso, sin embargo, no le quitaba ojo favorecido por su postura, y creyendo que la mamada se estaba volviendo un tanto monótona y aburrida decidió provocar a su colega tragándose el rabo entero dejándolo ahí durante unos segundos al tiempo que meneaba la cabeza para intensificar el placer. Suscitó que el otro le mirara cruzándose sus ojos lascivos durante un instante que consideraron de lo más insólito, incrédulos de que aquello de verdad estuviera pasando. Chuso le puso más empeño si cabe, hasta que se hizo el remolón una de las veces que se la sacó para tomar aire.

Pero Chema no estaba dispuesto de que se cansara tan rápido, por lo que se la introdujo de nuevo y comenzó a follarle la boca con suavidad. Chuso reposó la cabeza sobre la almohada y dejó que se la metiera a su antojo, si bien el ritmo lo estimó un tanto flojo. Optó por agarrarle de la cintura y empujarle contra sí para animarle a aumentar la velocidad de sus embistes. Chema captó la señal y ahora le penetraba la boca con mayor viveza, aunque sin brusquedad. Movía la pelvis con energía al compás de sus gemidos, estremeciéndose con cada balanceo en el que sentía su culo despegarse del robusto pecho de Chuso. Paró para que recobraran fuerzas, pero no se detuvo en seguir estimulando su verga. Se la agarró de la base para ir colocando la punta en los labios de su amigo, rozándolos con ella haciendo círculos por todo su contorno o dando pequeños golpecitos sobre el morro de Chuso. Éste agradeció que lo que iba a parecer una mamada monótona y aburrida se convirtiera en algo mucho más lujurioso, pues juzgó ese tipo de movimientos como obscenos e impúdicos en contraste con lo recatado que últimamente le resultaba el sexo con su novio.

-¿Te duele el culo entonces? -se interesó Chema.

-Sí, casi más que cuando me follabas.

-¿Entonces qué hacemos?

-Un sesenta y nueve como que no, ¿no?

-Ja, ja. No, no estoy preparado aún para chupar una polla.

-Lo entiendo.

-Y además, para que te la mamen ya tienes a tu novio.

-Joder, no me le recuerdes ahora.

Pero lejos de sentirse culpable por su infidelidad, Chuso pensó en las cosas que no podría hacer con él, queriendo aprovecharse entonces de lo que sí podía experimentar con Chema.

-Prueba a metérmela si quieres -le sugirió.

-Tú verás.

-Hazlo, total me va a doler igual…

Chema se quitó de encima de él, quedándose Chuso tumbado y sin que ahora le importara tenerle de frente. Se colocó de rodillas delante de su culo y le apartó las piernas para poder metérsela.

-Joder, parece que lo tienes más abierto que esta tarde -apreció al introducirla.

-¿Sí verdad? Yo creo que me lo noto, ja, ja, ja.

-Entonces no te duele, ¿no? Porque la tengo ya dentro.

-Siento cierto malestar. A ver, fóllame.

-Ja, ja, ja.

-¿Por qué te ríes?

-Porque me hace gracia que me lo pidas. Se me hace raro.

-Ya, y a mí. Pero no hay vuelta atrás. ¡Auch!

-¿Te he hecho daño?

-No, sigue.

Chema le fue embistiendo con delicadeza por temor a lastimarle rememorando lo que él mismo sintió cuando su padre le folló años atrás, por lo que le resultaba sorprendente que su amigo quisiera que le empotrara de nuevo. De hecho, su cara no parecía expresar que le estuviese gustando, pero sus palabras declaraban algo diferente:

-Tío, me da un poco de vergüenza pedírtelo…

-¿El qué?

-Pero es que me gustaría… No sé, hacer algo diferente.

-¿Diferente a qué?

-A lo que hago con Juanra.

-¿Pero a qué te refieres?

-Es que con él es todo tan… tranquilo.

-Chuso, no entiendo qué tratas de pedirme.

-Pues… me ha gustado cuando antes te has puesto un poco brusco.

-¿Brusco?

-Sí, cuando me la metías en la boca.

-Ah, vale.

-Y… esos besos de antes… Bueno, lengüetazos más bien… Igual, me han parecido súper cachondos.

-Ya, pero no te sigo…

-Joder Chema, que ya te digo que me da vergüenza. A lo que me refiero es que me gustaría que fueras un poco brusco, no sé si me entiendes.

-¡Pero te voy a destrozar el culo!

-Lo intentamos, pero…

-¿Y ahora qué?

-Que me gustaría cambiar de postura.

-¿Cómo?

-No sé, algo más… salvaje.

-Ja, ja, ja. Pues a ver qué consideras tú por salvaje. Joder, mira, con tanto rollo se me está bajando.

-Bueno, fóllame la boca otra vez y así se te pone dura.

-Madre mía cómo estamos. Ja, ja.

Chema quiso acercarse para cumplir su propósito, pero de nuevo Chuso le paró porque quería ponerse de otra forma. Se deslizó sobre el colchón quedándose en el centro de la cama e indicó a su amigo que se pusiera a cuatro patas sobre él y dejara caer su polla dentro de su boca. Chema obedeció, se colocó de rodillas, inclinó su cuerpo hasta apoyarse con las manos en la cama y comenzó a follarle la boca con la violencia que el otro había pedido. Ondulaba su espalda hasta apretar la pelvis para que su polla entrase en la boca de Chuso de forma brusca, sintiendo cómo llegaba hasta lo más profundo de su garganta disfrutando él tanto como lo hacía el otro a tenor del brillo de sus ojos. Cuando creía que se ahogaba paraba de embestirle para que Chuso tomara aire, fijándose en la saliva que se deslizaba por sus labios y que luego recogía para tragársela y apreciar así el regusto a rabo que tanto le gustaba.

Esa postura era más complicada para Chema porque sus brazos llegaban a desfallecer, por lo que se incorporó sentándose sobre el pecho de Chuso. Pero como aquello ya lo habían probado, de nuevo quiso innovar, colocándose ahora de rodillas y Chema de pie encima de la cama. Éste le agarró de la cabeza por detrás y retomó las acometidas, que eran incluso más agresivas al combinar sus movimientos pélvicos con el balanceo de la cabeza del otro. Entre gemidos escuchaban el sonido del bombeo que paraba cuando Chuso se atragantaba y entonces se oía cómo cogía aire o tragaba saliva. En esos breves descansos aprovechaban para mirarse, y entonces sus ojos henchidos de lujuria incitaban a Chema a reclinarse para besarle de esa forma especial, lamiéndole o mordiéndole los labios con viveza y que tan cachondo ponía a su colega.

-No quiero que te corras todavía -le pidió.

- Acho , vaya vicio tienes -bromeó Chema-. No sé si tendré mucho más aguante.

-Hazte un porro o algo.

-Bah tío, no me hagas parar ahora. Luego seguimos si eso -debido a su calentón, la idea de interrumpir el polvo no le sedujo en absoluto.

-Vale, pues cambiemos a otra postura.

Expectante, Chema sintió curiosidad por cómo se colocaría ahora. Le pidió que bajara de la cama mientras Chuso se tumbaba boca arriba dejando la cabeza colgando a un lado del colchón y abriendo la boca para que volviera a follarle de aquella manera. Su amigo tuvo que flexionarse para poder metérsela, pero al hacerlo sintió tal placer por la forma en que se encajaba en sus tragaderas que no le molestó. Chuso no pensó que esa posición le impediría respirar con mayor dificultad, pero igualmente notaba que la polla de Chema calaba en lo más hondo de su garganta, acariciándole todo el paladar cuando la metía, lo cual le tentaba a atraparla y dejársela dentro un instante haciendo que Chema se estremeciera. Poco después éste se colocó a un lado girándole la cabeza a Chuso, y así retomó las embestidas mientras le sujetaba por la barbilla o de la nuca para follarle con más energía y furor. El descontrol de su mete y saca le llevaba a que su polla chocara con cualquier parte de la boca, viendo que las mejillas se le estiraban si su capullo tropezaba con ellas.

Eso le incitó a querer hacerlo de una manera más pausada para que cada milímetro de su cipote disfrutara. Así, le apretaba con una mano los mofletes con la intención de que su rabo se deslizara mientras se lo oprimían, siendo así la fricción mucho más placentera. Pero en ese empeño de querer experimentar y probar nuevas posturas, a Chema se le ocurrió la que podría ser definitiva, sentándose sobre el pecho de Chuso sin que éste se moviera, y como si de una silla se tratara. Esto le permitía que al agarrarle de la nuca con las dos manos fuera la boca de su amigo la que entraba a por su polla al ritmo que los dos aguantasen. De esa forma tenía una visión perfecta de la cara del otro, apreciando en sus ojos no sólo una notable perversión, sino una expresión sumisa que le excitaba más de lo que hubiera podido imaginar, la cual le encendía y estimulaba hasta sentir la imperiosa necesidad de correrse.

-¿Me dejas que me corra dentro? -le imploró.

Tras la aprobación del otro, Chema exhaló un clamoroso quejido anunciando que iba a descargar, estremeciéndose al hacerlo dentro de la boca de Chuso, el cual se iba tragando los trallazos conforme los iba soltando haciendo que Chema temblase del gusto que aquello le confería. Sus enérgicos espasmos fueron la culminación a la mejor corrida de su vida, aunque su deleite no acabaría ahí, pues Chuso volvió a comerle la polla pese a que ésta ya había desfallecido, pero verla deslumbrante por el semen y su saliva, e incitado porque se le hubiera escapado alguna gota le hizo persistir hasta que Chema no pudo más.

-¡Jodeeeer! -exclamó-. Hostia, tío, qué corrida -se desplomó contra la cama-. Madre de dios qué gusto -siguió ensalzando.

-Recuerda que me has prometido más -comentó Chuso sugerente mientras se colocaba a su lado.

-Eres insaciable, ¿eh? Como tú no te has corrido…

-Pues sí, ja, ja, ja. Qué pena que me duela el culo, porque si no te dejaría que me follaras toda la noche.

-Buf, calla, que me duele a mí el rabo sólo de pensarlo.

Se relajaron un momento, pero uno más que el otro, pues Chuso observó que Chema se estaba quedando dormido. Pese a que él aún estaba excitado, se compadeció de él y le dejó dormir alentado por la idea de repetir por la mañana.

-¡Tío, que son casi las doce!

-¿No pusiste el despertador?

Se levantaron con prisas sin tiempo casi para comentar nada.

-¿Qué tal tu culo? -preguntó Chema antes de irse al baño, aún aturdido por la resaca, el agotamiento físico y el shock al ir destapando imágenes de la noche anterior.

-Ha sido el fin de semana más surrealista de mi vida -dijo Chuso mientras se vestía.

Para Chema no fue como esperaba, así que surrealismo no era la palabra para lo que él pensaba. Estuvo más callado de lo normal durante el trayecto de vuelta.

-Vamos a dejarlo todo clarito, ¿no te parece? -sugirió Chuso.

-Vale, pues habla.

-No, habla tú, que fuiste quien lo empezó todo.

-Eso no significa nada.

-Mira Chema, no sé si me tomas por tonto o algo, pero tengo la sensación de que me has manipulado, no sé para qué, la verdad, pero últimamente has hecho conmigo lo que te ha dado la gana.

-Eso no es…

-Déjame acabar -le interrumpió-. Y no voy a decir nada porque ya me he puesto en evidencia lo suficiente, así que di lo que piensas por una vez y deja claro qué va a pasar con nosotros.

-¿Tú qué quieres que pase? -trató de aplazar su respuesta.

-¿No me has escuchado o qué? ¡No voy a ser yo el primero en decirlo!

-No sé, Chuso, tengo que asimilarlo -llegó a parecer convincente-. Ha sido todo muy… intenso.

-Pues si esa es tu posición no volverás a saber de mí.

-¿Y eso a qué viene?

Chuso no respondió dando por zanjada la conversación.

-Parece que me culparas de todo, y yo no te he obligado a nada -insistió-. Ha surgido así.

-¿Surgir? Empiezo a pensar que lo tenías todo planeado.

-Sí, claro. Vengo a Mojácar a gastarme un dinero que no tengo para seducirte teniendo un piso donde podríamos quedarnos solos cuando yo quisiese.

-¿Y entonces?

-Pero joder, ¿entonces qué? Has hecho lo que te ha apetecido y ya está. ¿Para qué darle más vueltas?

-Sigo sin verlo claro.

-¿Pues entonces para qué coño lo has hecho? Si crees que lo he forzado, ¿por qué no te niegas? ¿Te has vuelto una nenaza o qué?

-¿A qué viene ese ataque?

-Vamos Chuso, que aunque no te hubiera apetecido lo habrías hecho igualmente.

-¿Cómo eres tan cabrón?

-Si lo digo por tu bien, para que te des cuenta en qué te has convertido.

-¿Convertirme yo?

-Juan Ramón hace contigo lo que quiere, y no me gusta que se aprovechen de ti.

-Eso no es verdad, y si lo fuera no es asunto tuyo.

-Lo es porque me importas. Niégamelo. Dime que la mariconada esa de ir a esquiar fue cosa tuya. O que en todos estos meses no te ha apetecido venir a verme a Murcia.

-Si alguna vez hubieses querido a alguien lo entenderías.

-¿Y qué tiene que ver el amor con todo esto?

-Estamos llegando, Chema. Di lo que piensas o no vuelves a verme en la puta vida.

-Joder Chuso, que sólo hemos follado. ¿Por qué tiene que cambiar nada?

-O sea que nada ha cambiado, ¿es eso?

-Sí, yo te sigo considerando mi colega, y por mí podemos seguir quedando cuando quieras, venirte a casa, salir de fiesta.

-Pero no follar.

-No me pidas que decida ser tu novio de la noche a la mañana. No es justo.

-Muy bien, pues ya has dicho todo lo que tenías que decir, ¿no?

-No entiendo el ultimátum; te juro que no lo entiendo.

Chuso guardó silencio hasta llegar al portal. Chema le miró, pero su amigo agarraba el volante con la mirada fija en el horizonte no dispuesto a darle la mano para despedirse. Fue a besarle, pero le apartó de un codazo. Totalmente derrotado Chema se bajó del coche, sacó su bolsa del maletero y vio a Chuso alejarse deseando que la luz de freno se encendiese. Contuvo la rabia todo lo que pudo hasta que el espejo del ascensor fue objeto de su ira, rajándolo de una esquina a otra, pero sin llegar a quebrarse como sí lo estaban su dignidad y su autoestima, rotas en mil pedazos que creyó tardaría en recomponer. La herida que se acababa de hacer en el puño no dolía absolutamente nada en comparación.