La Historia de Amaia: La mañana siguiente

La noche anterior había montado a mi hermoso semental maduro hasta caer rendida, mi cuerpo había descubierto nuevas formas de placer que no había contemplado. Hasta anoche el sexo para mí siempre había dependido de una necesidad emocional, mental incluso espiritual, pero Ernst me había enseñado las maravillas del sexo por puro y delirante placer.

Domingo 17 de abril de 2016

La noche anterior había montado a mi hermoso semental maduro hasta caer rendida, mi cuerpo había descubierto nuevas formas de placer que no había contemplado.

Hasta anoche el sexo para mí siempre había dependido de una necesidad emocional, mental incluso espiritual, pero Ernst me había enseñado las maravillas del sexo por puro y delirante placer.

Esa mañana desperté sola, envuelta en sabanas de algodón egipcio impregnadas de sexo y sudor. Me incorporé adolorida lista para una caminata de la  vergüenza cuando vi la nota sobre la mesa de noche.

Volveré pronto. Disfruta de la habitación

Ernst.

No voy a mentir no me haré la digna diciendo que para este momento no sabía lo que había hecho o que estuviera arrepentida, sino que todo lo contrario me había mentido en la cama totalmente consciente con un hombre casado, mucho mayor que mi padre y no me importaba es más estaba ansiosa porque regresará y que me tomara otra vez.

Así que hice lo que me dijo la nota, me puse una bata del hotel y pedí mi desayuno. Después de que  llegara, llamé a Laurie mientras disfrutaba de una mimosa y unos “pains chocolates”. Como buen amigo gay me grito y me dijo que estuvo a punto de llamar a la policía, dejó de gritar cuando le explique lo qué pasó.

—Está bien, lo siento.

—Claro que lo sientes, a ti te metieron una buena polla madura y a mí un micro pene.

—!!!Te cogiste a tu jefe¡¡¡

—No cabrona, al camarero. Gracias a que  cuando llegué al  bistró no estabas,  me enrede con el camarero y tenía micro pene.

—Bueno por dime que fuiste el activo.

—JA-JA-JA- PE-RR-A.

Me cortó enojado, pero eso me hizo darme cuenta que eran más de las 10, decidí tomar un baño.

Debo admitir que me sentía mal por Laurie, pero no podía negar lo alegre que estaba por haber acabado con “La Sequía” y lo mucho que disfrutaba esta suite en especial su ducha, era más grande que mi cuarto, con paredes de vidrio con un espejo en la pared y con una regadera en el techo.

Encendí el agua caliente y puse mi música en los parlantes del baño, al quitarme la bata miré las marcas que habían quedado en mi cuerpo, chupones y una pequeña mordida de mi cintura, marcas de mi noche salvaje con Ernst. El agua era deliciosa, uno de los mayores problemas de París era la presión del agua, pero aquí la presión era perfecta y abundante. Lavaba mi cabello cuando oí el golpe de la puerta del baño.

—Puedo ver que disfrutaste del cuarto. — Yo sonrió al ver como Ernst se desnuda para entrar a la ducha.

Ernst abre la puerta y entra. Besa mi cuello y me rodea con  sus fuertes brazos al sacarme una cabeza me besó en la cabellera, me encantaba estar con un hombre que me triplicaba la edad.

Él me tenía y me encantaba.

En ese instante y por mucho tiempo nada me importaba, ni siquiera que estuviera casado y a el tampoco, usaba su precioso anillo de bodas mientras su mano se desliza por mi vientre hacia mi coño, siento como mi coño se moja y mi corazón se acelera, gimo un poco cuando dos de sus dedos entra en mi interior.

Le sonrío y me  responde con otra.

—Apuesto que tu esposa no te deja hacer esto. — Él no me respondió, solo me puso contra la pared, estrujó mis pechos contra el espejo, tomó mis manos y las puso contra la pared.

—No te muevas— Con lentitud, el trazo una línea recta por mi espalda, él sabe el efecto que me causa, mi respiración se acelera cuando siento su dedo rozar el final de mi espalda trazando líneas entre donde empiezan mis nalgas y mi espalda. Escucho su respiración mientras muerde mi oreja, antes de abrir su palma y agarrar mi nalga de manera posesiva. Esto me sobresalta, incapaz de seguir manteniéndome a su distancia, el se pegó su pecho contra mi espalda. Nuestros cuerpos se deslizan una contra la otra de un modo provocador, su erección se instala contra mis nalgas. Él se inclina hacia mi cuello y recorre con su lengua mientras sus manos estrujan mis pecho.

—¿Qué te gustaría que te hiciera, pequeña? — murmura a mi oído, el deseo me obliga a inclinarse hacia adelante atrapara mi boca con la suya mientras él me hace abrí las piernas— Dime pequeña. — mi mente está en blanco y no puedo pensar, pero él quiere que le responda. —Dime. – estrujandome contra él puedo sentir su erección dura y tiesa.

—Haz lo que quieras, Papi — Aun no sé dónde salió eso, pero no me arrepiento de mi respuesta él abrió mis piernas de par en par, el agua me cae en la espalda. Él mete sus dedos en el interior de mi coño para sentir lo mojada que estoy por su culpa. De sorpresa siento una palmada.

— Niña mala, estás tan mojada. — Toma mi cabellera y se acerca para besarme con pasión y venencia. -- Quieres la polla de papi. —De inmediato el guío su dura polla dentro de mí. Haciendo gemir de placer.

—Oh, Cielos, bebe—Ernst me dice mientras pone sus manos en mis caderas. El siente como tiemblo y comienza a empujar su polla en mi coño. Siento como comienza a crecer el placer en forma de un hormigueo que me atraviesa. Antes nunca había sentido algo igual.

Él mete su polla en un vaivén armónico, dentro y fuera una y otra vez sin parar, él respira con dificultad pero en vez de detenerse sus embestidas son más rápidas convirtiendo mis gemidos en gritos .

—Oh, Papi —le digo, se siente tan bien. Él lleva sus manos hacia mis pechos y comienza a masajearlos, acariciarlos. Los pellizca lo que me hace inclinarme —Fóllame más duro…—él toma su ritmo. Empezando a empujar su polla más profunda en mi coño. Follándome más duro que antes. Con cada embestida mis gritos aumentan y mi orgasmo se acerca. Golpeo las paredes gritó como si estuviera poseída.

—Vamos, papi, mas— A Ernst le encanta me folla más fuerte cuando lo llamo así, casi frenético. Golpeando su verga dentro de mí y siento como de repente todo explota, con los músculos de mi coño apretarlo, en un fuerte estallido multiorgasmico.

— ¡OH DIOS MIO!

— ¡UGGHHH! —Ernst gruñe en voz alta dejando su semen dentro de mí. Oh gracias a dios que tomo la píldora. Las piernas me temblaban cuando él salía de mi interior, dejándo me caer justo frente a él, recuerdo que cerró la ducha y me alza en brazos para llevarme a la habitación.

Todavía débil por el placer, siento como me lleva y me deja caer en la cama destendida. Lo miro con lujuria, abriendo mis piernas para él, declarándose más. El me mira apoyándome sobre la cama diciendo.

—Maldita juventud— Se sube rápidamente en la cama y se coloca encima de mí. —Oh, Nena, te deseo tanto—Ernst me dice mientras me besa suavemente.

—Y yo a ti. —le digo mientras nos besamos. Él comienza a jugar con mis pechos, mientras se desliza por mi cuello hacia mis hombros. Moviendo su boca sobre mí pecho para morder mis tetas. Yo gimo y tomo su cabello entre mis dedos.

—Oh, cielos—digo mientras siento cómo el deseo me inunda. — Te gustan mis tetas ¿No, bebe? — me da una mordida mientras baja por mi cuerpo hasta dar otra mordida en la pulpa de mis tetas. Veo como continua su camino con se desliza por mi vientre — Oh ¿A dónde vas travieso?

—Shhh…—lo veo bajar por mi cuerpo sintiendo como toma mis piernas y las pone alrededor de su cuello, él lame la zona justo encima de mi vello púbico.

—Disfruta, preciosa—, me dice. Para mover lentamente su boca hacia mi coño y empieza a chuparlo. Yo siento como me pongo roja como lame todo mi interior. — Muy buena niña, ya está mojada. —Arremolina su lengua alrededor de mi clítoris y chupa los pliegues de mi piel allí. No puedo creer lo bien que se siente.

—Oh, papi…— le digo cuando me siento sin aliento por el placer que se está construyendo a partir de su succión.  Alcanzo mis tetas y empiezo a masajearlas mientras el placer me envuelve y de pronto se precipita en una ola enorme. No puedo soportar el éxtasis, siento como si no hubiera nada que me sostuviera, sólo las sábanas y el. Aprieto mi coño mis piernas en sus hombros se retuercen. Quiero más de lo que él me da, el sujeto empujó su cabeza contra mí. El placer intenso. Estoy asombrada. No es la primera vez que me hacen esto, pero con él es más intenso, tal vez sea el morbo, el sentir constantemente su anillo contra mi piel.

Él deja de chupar junto cuánto estoy por llegar, trepa por mi cuerpo con una sonrisa en su rostro. Todavía estoy sin aliento. Me besa el cuello y la oreja mientras trato de recuperarme, pero me está poniendo caliente de nuevo. Me encanta sentir el peso de su cuerpo sobre el mío. Me encanta el hambre que tiene de mí. Tengo que tenerlo de dentro de mi ya.

Nos besamos con intensidad dándome a probar a probar el sabor de mi interior. Era perverso, lujurioso, excitante. Me gustaba  no sentir  vergüenza de  lo mucho que lo deseo.  Lo dejé de besar por un momento para mirarlo a los ojos.

—Te quiero dentro de mí, Ernst—, le digo y él me mira fijamente a los ojos mientras abre mis piernas un poco y guía su polla dura en mi resbaladizo coño. Mis ojos son deseo, los suyos no sé qué me dicen, nos míranos tan fijamente que solo siente su polla llenarme muy dentro. Gimo. Puedo ver el cambio de su cara. Está tan dominado por la lujuria como yo. Abre mis piernas poniéndolas a cada lado de la cintura. Mientras él cierra sus ojos momentáneamente mientras gime. Luego los abre de nuevo y comienza a follarme. Trato de mantener mis ojos abiertos, mantener la mirada fija en él, pero no puedo, su dura polla llena mi coño una y otra vez que me es casi imposible pero él me grita.

—Abre los ojos, pequeña quiero verte. — El placer aumenta a medida que se desliza dentro y fuera de mí, no sé si podré, hasta que él, toma mi cuello y lo aprieta un poco. —Ábrelos o paro— su amenaza me pone a mil, así que obedezco. Él comenzó a follarme más fuerte. Me agarro a su espalda con las manos. Todavía con mis piernas alrededor de él.

—Fóllame, papi—, le digo sin aliento mientras él se hunde más en mí. Él tomó mi cuello, follándome más y más profundo, gruñendo y gimiendo con cada embestida. Que me falta la respiración. No puedo creer lo bien que se siente.

Gritó una y otras vez “Mas Duro. Mas” mientras me folla. Siento como su polla toca un punto sensible dentro de mí. Siento como un profundo e intenso orgasmo inicia mientras él me folla con furia.

—¡Papi, fóllame! — Grito mientras siento el placer más profundo y más intenso. Soy esclava de mi placer, quiero esto más que nada en el mundo. Que follen frenéticamente hasta no poder más como él lo hace, quiero qué  mi cuerpo quede desechó. Quiero esto.  Quiero ser presa de la explosión que siento en mi cuerpo mientras varios órganos se apoderan de él. Ernst no se detiene sigue lo mete una y otra vez como si fuera un animal.

Es un frenesí erotico sin limites, me hacia sentir qué todo él sexo hasta ahora era malo y qué era un dios de sexo.

—¡Oh nena! — él derrama dentro de mí una gran carga de semen.  El interior de mi coño desborda nuestros líquidos y su cuerpo se derrumba encima de mí. Ambos estamos sin aliento. Mis piernas aun lo rodean y mis uñas están incrustadas en su espalda tiemblo al saberlo en mi interior aún. Él comienza a besar mis mejillas, mis labios. Al salir de mí, me dejó acostada sobre la cama mientras él sale de la habitación para regresar con un vaso de jugo de naranja y un “pains au chocolat”, el regreso a la cama y me dio de beber lo poco que de daba del jugo y la mitad de su pains. Nunca toque el vaso o el pains él me alimento sin decir más palabras, ese era un momento íntimo, un momento extrañamente acogedor, tal vez era la libido que dejaba mi cuerpo, pero me encantaba.

De repente  oímos  un celular y se levantó poniéndose los pantalones para regresar a la sala, en ese momento, mi estómago rugió. Así que fui tras él, me puse la camisa que él había llevado la noche anterior y camine hacía por el pasillo mientras me acercaba podía oírlo a él y a su esposa hablar, lo que entendí, le decía que la reunión había sido tranquila y que esta noche tomaría el avión a Londres , que sería mejor qué no lo esperan despierto.

Él estaba frente al ventanal sentado en uno de los dos sillones junto a la mesa del desayuno al verme sentarme frente a el, su cara se transformó en una sonrisa desvergonzada. Estaba claro que le divertía que yo estuviera ahí mientras él contaba con su esposa los detalles de su “tranquila mañana” y su “aburrida noche” yo tomo otro pains solo lo mire, esto me excitaba tanto. En especial cuando eleve mi pierna hacia su pecho.

—Si amor, hablaré con Fitz cuando llegue. — decía mientras el pie acariciaba su pecho. Subí mi otra pierna sobre su regazo y él las acaricio, incluso la beso como si le mandara un beso a su esposa, yo solo me reí al darme cuenta que a él no le importaba tenerme ahí y a su mujer al otro lado de la línea. Él alzó la voz para qué no se escuchara mi risa y comenzó a hablar con sus hijos.

Después de unos minutos la llamada terminó e intentó lanzarse sobre mí, pero lo detuve.

—Quieto. — él se quedó es su lugar y yo en el mío. — ¿Cuántos hijos tienes? — Soy cachonda no estúpida tenía que saber en qué me estaba metiendo.  Él me miró y se recostó en el sillón cubriéndose los ojos con los brazos.

—Cuatro. Tres niños y una niña. Todos  adolescentes , los mayores, cumplen 18 este año.

—¿Y tu esposa? ¿Tiene la misma edad o es menor? — Soy consciente de que los europeos se casaban entrados en años.

—Gill, tiene 54 — Me dijo y volvió a mírame. —¿Por qué te importa? Anoche no pareció importarle.

—No me importa solo quiero saber en qué me estoy metiendo. Además, una nunca sabe. — alce la ceja como forma de aclaración. —  Dame un masaje porque me duelen los pies. —  Él me obedeció y continué con las preguntas.

Entre pregunta y respuesta le dije que tomaba la píldora por ovario poliquístico, que estudiaba historia del arte, le conté de dónde era y que vivía en un apartamento de estudiante.

Él me dijo que era consultor legal de varias empresas en Europa, no entendí bien a que hacía, pero entendí que por su trabajo debía viajar a varias ciudades  más de una vez al mes pero principalmente  a París y que tenía una buena posición  económica tanto que podía ocultarle a su esposa, los gastos particulares que nuestra aventura conlleva, me enteré que él y su esposa eran ingleses y que ella casi nunca salía de Londres que estaba dedicada al cien por cien a la crianza de sus  4 hijos Fitz, Ania, Carl y Ross. Entre todo esto pase a la pregunta más importante.

—¿Ya la habías engañado antes? — Su sonrisa me decía todo, pero quería una respuesta verdadera.

—Antes de ti varias veces, pero es la primera vez que lo hago con una mujer tan joven como tu. Y nunca me había venido dentro de ellas.

—Entonces es la primera vez que lo haces con una veinteañera. —quite mis piernas de su regazo y me paré sobre la mesa pequeña. — Y dime qué te gusta. — le dije al desabrocharme la camisa, el intento acercarse, pero lo lance al sillón. Comencé a provocarlo,  bailando sobre la mesa en un striptease amateur yo notaba como deseaba volverme a desnudar, como miraba mis piernas, y mis senos debajo de su camisa.

—Te gusta, tenerme como me tienes—le dije al caer sobre el, comenzamos a besarnos, sus manos fueron directamente donde yo quería mientras mordía mi cuello, con sus dedos daba placer a mi coño.  Al sentir el frío metal de su anillo deslizarse por mi pezón me sobresalte tanto que sujeté su mano para que no me soltara.

—Te gusta que lleve, el anillo mientras te cojo ¿no? — me dijo mordiendo mi oreja.

—Si, Ernst me encanta. —Él presionó su erección contra mis nalgas y volvió a estrujar  mi cuello.

—Dime Papi, pequeña.

—Si Papi. —Besándolo con demencia y lujuria quería tanto coger otra vez… Me voltee saque su polla del pantalón y la introduje dentro de mí, su polla golpeaba dentro de mí y no puedo pensar en nada más solo en el en cómo me hacía sentir en lo mucho que disfrutaba estar con él. Cada vez que miraba el ventanal y miraba la ciudad, me excitaba mucho, saber que yo era su aventura más joven,  él se levantó y me puso contra el ventanal, esta posición era más intensa, sentía el frío vidrio en mis nalgas y como su polla entraba cada vez más dentro de mí, podía sentir un gran orgasmo creciendo en mí. Amenazando con estallar.  El aumenta su velocidad y no detiene las embestidas.

—Dame todo, Papi. Dámelo. — El estalla dentro de mí llevándo me un orgasmo abrasador.

Al salir de mí, me dejó caer esta vez sobre el sillón, vi que se tocaba el pecho y que se le dificultaba respirar,  tomó un frasco que estaba sobre la mesa del comedor, él me dijo que tenía ciertos problemas  del corazón pero que si tomaba esos medicamentos estaría bien.

Lo siguiente que recuerdo es que me llevó a la cama y por todo el día no paramos lo hicimos en cada rincón de la suite ejecutiva, incluso en la tina, en un momento nos cansamos y pedimos servicio al cuarto y comimos delicioso, incluso mandó pedir, chocolate y fresas para más diversión. Ese fue nuestro primer día juntos y el comienzo de una aventura que me revolucionó mi mente y cuerpo por igual.

Casi a las 9, él hizo que subieran el bolso que había dejado en el auto la noche anterior, así que me arregle para regresar a mi casa, donde seguro Laurie estaba listo para matarme o para felicitarme. Ernst se ofreció a llevarme y yo acepté, en el auto seguimos besando, cómo si esto no fuera terminar nunca. Entre genios me dice.

—Tengo una reunión en 10 días y me quedaré como una semana ¿podemos vernos?

—Si, me encantaría. —

Al bajar en mi  edificio me dio su teléfono privado para poder comunicarnos.

Días después mientras estaba en clase cuando me llego un mensaje qué decía:

54, rue des Martyrs 78009.

Lunes, 16:00 h

Te veo pronto nena.