La Historia
Miguel le pide a Marta que aclare un poco más sus relaciones con María.
Habíamos terminado de comer.
Primero limpió el recibidor para que volviera a quedar inmaculado. No permitió que quedara la más mínima huella del salvaje polvo que habíamos echado justo al llegar a casa. Abrió una ventana de par en par para que desapareciera el olor. Luego preparó la comida, lo hizo con cariño y dedicación. Yo pude ver el telediario y luego me llamó a la mesa. Volvía a ser mi mujercita. Mi modosa mujercita. Estuvimos hablando de problemillas laborales y de lo trabajadores que son mis alumnos de termodinámica. Preparó un delicioso café, fumamos un cigarrillo y luego fuimos a sentarnos en las butacas de mimbre a la sombra de la terraza.
Estábamos medio amodorrados por la canícula. Yo llevaba un pantalón cortó, sin calzoncillos, que me había puesto después de salir de la ducha, y ella solo llevaba una batita corta de verano. Ella si llevaba las bragas puestas. Lo dicho, volvía a ser mi modosita y encantadora mujer.
La tenía frente a mí. Recostada en el butacón, con las piernas cruzadas. Debíamos llevar un buen rato así, cuando en mi cabeza volvió a entrar María. En mi estado aletargado algo me decía que aquella mañana, al pasear, Marta no me había contado toda la historia. No era posible que una simple conversación frente a una película grosera hubiera cambiado de tal modo a mi esposa.
Lentamente aquellos pensamientos me hicieron volver en si. Ella seguía igual que antes.
Marta... Marta...
Hummmmm...mmmm con lo bien que dormía. ¿Qué quieres ahora?
Esta mañana paseando me has contado algo de María. Pero es evidente que no me lo has contado todo. ¿Vas a contármelo todo?
No sé si debería.
¿María y tu os pajeais juntas?
Sí
¿Recientemente o viene de lejos?
Descruzó las piernas.
Viene de lejos.
No sabes cuanto me interesa el tema querida.
Ahora volvió a aparecer aquella sonrisa que me desarmaba.
En el colegio solíamos hacerlo.
¿Sólo en el colegio?
Recientemente también. Bueno, hace cosa de un año. Desde que nos vemos para tomar café en su casa.
Estaba abriendo y cerrando las piernas. Me miraba y sonreía. Dejó pasar unos instantes y luego añadió:
¿De veras te interesa?
Sus piernas se mantenían abiertas. Yo no apartaba la vista de ellas. Volvía a empezar por los pies, desnudos, subiendo por las pantorrillas, siguiendo por los muslos, paraba un momento en sus braguitas rojas y saltaba a su cara. Sus ojos y su sonrisa me capturaban. Ahora era yo el que no contestaba.
De acuerdo te lo contaré.
"Las primeras veces que nos vimos para tomar café hablábamos de lo que pueden hablan dos marujas. Puedes imaginar que en algún momento, más adelante, salió lo de las películas de Gabriel. Otro día el tema de la separación. Otro lo caliente que era y al fin que desde que ella era tan marrana como en las películas Gabriel era una máquina"
Abrí la boca para decir algo.
Calla y escucha.
"En otra ocasión, puedes imaginar que el tema era recurrente, recordamos lo sucedido el día de la excursión con el colegio" Recuerdo que le comenté: "¿Y no te da asco?" "En absoluto" Contestó. "Ahora tengo lo que quiero, cuando quiero y como quiero. Gabriel es mi juguete, se desvive por tenerme el coño contento y yo le doy lo que quiere" siguió "Éstas marranadas me han colocado en una situación de poder, no la había experimentado nunca y te prometo que me encanta. El poder emborracha niña", le dije: "Me pregunto como se lo planteaste, no me digas que así de golpe porque no me lo creo".
Marta se había levantado, se puso de espaldas a mí y se subió un poco la batita colocando las dos manos abiertas en las caderas.
¿Te gusto así?
Seguí callado escuchando.
"Fue muy fácil Marta, le propuse ir de excursión" "¿Qué?" Me tenía asombrada. "Si mujer, le dije que un domingo podíamos ir a la sierra de excursión" "¿Cómo en el colegio?" "Claro, en las excursiones uno o una siempre acaba meando o cagando" "jajaja jajajja... jajajajajaja" no pude contener mi risa. "A ti siempre te había excitado recordar aquello" dijo. "Me puse roja como un tomate" "Oye Marta ¿tú lo harías con una mujer?" Fue como un golpe bajo que saliera de su boca. Lo habíamos hecho juntas en el colegio, en los lavabos precisamente.
Marta seguía dándome la espalda, y ahora tenía sus manos en las caderas pero en el interior de sus braguitas. Hizo un amago de bajárselas.
María prosiguió. "Si te apetece mañana podríamos ir de excursión". Seguía colorada, pero asentí. Balbucee "¿Qué dirán Miguel y Gabriel?" Su respuesta fue fácil "nada"
Sus bragas ya estaban a la altura de sus rodillas y su culo solo estaba medio tapado por la batita de verano.
¿Recuerdas que hace unos dos meses María y yo salimos de excursión?
Creo que sí
Me puse unos vaqueros, camisa y una rebeca. Debía ser a principios de mayo, por eso me puse la rebeca. Preparé un bocadillo de queso y una cantimplora con agua. Ella pasó a recogerme con el todo terreno.
Me dijiste que fuisteis a la ermita.
Si, pero no llegamos tan lejos. Al principio del camino que sube por el bosque dejamos el coche y seguimos caminando. María iba con una rebeca también, pero en lugar de vaqueros llevaba una faldita corta blanca y una blusita también blanca. El calzado era unos tenis como los míos.
Marta estaba sacando una pierna de las braguitas, lo que me dejó verle el potorro y el ojete a la perfección. La polla se me puso morcillona.
No se porque se te esta poniendo morcillona. No vas a follar hasta mañana.
La zorrita lo había adivinado sin tan siquiera girar la cabeza.
Durante la caminata María iba un poco más adelantada que yo. Ya sabes como son sus piernas, algo jamonas y la falda con el culote que pasea le quedaba algo subida. Era como si quisiera excitarme. Al rato nos sentamos para descansar. Era un claro en el que el camino se ensanchaba un poco y salía un ramal a mano derecha. Fue ella quien dijo que paráramos.
Marta se había quitado por completo las bragas y estaba haciendo círculos con su culo y subiéndose la bata con las manos en las caderas.
Sacamos la merienda, bebimos agua, hicimos cuatro chistes, nos reímos, recordamos viejos tiempos... en fin. Ya íbamos a reanudar la marcha, cuando, antes de levantarnos, oí "¿Te importa si me suelto un pedo? Contesté "con el culo que paseas hija, seguro que impresiona". Impresionó te lo aseguro. Volvió a la carga "¿Nos desviamos por el ramal de la derecha?" Callé y obedecí. El ramal tras unos minutos daba a un claro que quedaba oculto del camino y que estaba cubierto de hierba.
Marta ya estaba de rodillas sobre la butaca abriéndose las nalgas para que pudiera verle bien el potorro y el ojete. Los pelos del felpudillo se prolongaban como ya dije en otras ocasiones hasta el inicio del ano y rodeaban suavemente su ojete.
"¿Quieres mear Marta? ¿Cómo en los viejos tiempos? ¿Una al lado de otra?" Mis vaqueros ya estaban bajando. De pronto también me habían entrado unas enormes ganas de mear. Ella se quitó las braguitas y se acuclilló como yo. Sostenía las braguitas en la mano, eran de algodón blanco. Casi al unísono un potente chorro de pis salió de nuestros coños y ella volvió a soltar un pedo, esta vez más suave, casi un soplido, pero no sé si era por la proximidad, apestoso. "Se ve que el bocadillo me ha removido las tripas" dijo. "Mira, con el otro he manchado las bragas"
Aquella historia me ponía caliente. Me estaba acercando al culo de Marta para lamérselo. "Puedes acercarte y bajarte los pantalones, no quiero que tu picha sufra, pobrecita, no la vamos a tener estrecha, pero nada de tocar ni follar" Había vuelto a frenarme de mala manera.
Aquella situación tan parecida a la de nuestra adolescencia volvió a encenderme. Ella debió notarlo. Se tumbó a unos pasos y me dijo: "ven, ponte de cuclillas sobre mí, tengo ganas de comer un coño" Obedecí y me acuclille sobre su cara, le subí la falda y comencé a hacerle un dedito al tiempo que ella me relamía el coño recién meado. No sé si era por los nervios, pero estaba empezando a ponerme mala. Aquellas lamidas a mi coño me enervaban.
Estaba tan cerca de su coño que seguro que podía sentir mi aliento. Ella se limitaba a abrirse mas las nalgas. "Voy a castigarte por guarro. Voy a terminar de contarte la historia para que vayas a la cama caliente tanto de polla como de cabeza. No pensaba hacerlo, pero quiero que a mi cerdito no se le baje hasta mañana" dicho esto prosiguió:
Mi tripa hacía ruido, tenía un fuerte dolor de vientre. Su lengua seguía entretenida en mi peladilla. "Tendría que levantarme un momento María" ella debió imaginar de que se trataba "mujer si hay confianza, no te prives de nada"contestó. A mí la situación me daba una vergüenza inusitada. Sus lamidas me tenían fuera de si. Doble la cintura y mi lengua busco su rajita, su sabor, su olor. De pronto volvió a soltar una ventosidad, era espesa, pesada, pegajosa. "Ya ves que yo no me privo reina" volvió a decir. Y por fin me corrí. Me corrí como hacía mucho tiempo no lo hacía y al tiempo que me corría se me aflojó el vientre y expulse aire y mierda a la vez. Fue como una explosión. Jamás me había cagado mientras me corría. El resto, hasta hoy, creo que mi cerdito es suficientemente inteligente para imaginarlo.
Cogió sus bragas, se las puso, volvió a sentarse con las piernas cruzadas y me dijo:
¿Quieres que vayamos a ver un rato la tele?