La hija del presidente (9)
Narrado por Laura
Creo que en el capítulo anterior me equivoqué, era narrado por Karla, y éste por Laura, disculpen :(
La hija del presidente
- Laura
Sentí ganas de asfixiarla con mis manos, la miré con todo el desprecio que salió de mí en ese momento.
—No le permito señorita Sánchez que se dirija a mí de esa forma—
—Ahí vamos con las formalidades de nuevo— rodó los ojos —¿no te cansa? Digo no sé, a las personas nos gusta hablar, sacar lo que llevamos dentro.
—Le voy a recordar que nuestro trato es exclusivamente un trabajo para mí y un castigo para usted— bajé de la caminadora colocándome frente a Karla.
—Está bien, amargada—
—Sí quieres recuperar tu celular debes realizar toda tu rutina— hablé fuerte y claro.
—¿cuando eras niña te dejaban llorar?— volví a fusilarla con la mirada —Esta bien, hay quienes tardan en superar las etapas afectivas de la infancia— permanecí callada observándola, sabía bien cómo hacerme enojar.
Simplemente no respondí, continué ejercitándome mientras Karla me hacía alguno que otro comentario respecto a mi vida amorosa y sexual, no puedo negar que me dieron ganas de reír al escuchar algunos, vaya que era creativa en torno a sus comentarios. Me limité a realizar mis deberes, a eso de las diez de la mañana paré y me dirigí a Karla, batallaba con la escaladora.
—Te hace falta condición—
—¿sexual?— me preguntó.
—Física— rodé los ojos.
— Tienes quince minutos para bañarte y estar en el comedor— camine directo a la ducha sin decirle más.
Luego de un necesario baño me encontré nuevamente con Karla en el comedor, su desayuno estaba listo, fruta y quesadillas.
—Hoy vamos a ir a un museo— comenté sin darle importancia.
—¿qué?— soltó los cubiertos.
—Necesitas ampliar tu acervo cultural—
—¿me estas diciendo inculta?—
—No, te estoy diciendo que tu cultura es muy pobre, y debemos acrecentarla— musité jugando con el tenedor y la fruta.
Decidí probar sus límites llevándole a una exposición de arte sacro, evidentemente estaba muy enojada, traté de divertirme leyéndole algunos datos y tomándole fotos con su celular, le prometí subirlas a Instagram si no me hacía caso.
Cuando estaba a punto de publicar una foto, me detuvo con sus manos, forcejeamos un poco y por un momento sentí una chispa correr dentro de mi, me sentía emocionada por el forcejeo, y sobre todo porque le retara.
Unos segundos después mantuve la calma y me solté de su agarre y me coloqué detrás de ella, torciendo sus brazos en la espalda.
—Estado Mayor Presidencial, no lo olvide señorita— marqué mi límite mientras ella intentaba soltarse.
Ambas sabíamos que yo tenía más fuerza.
Algunos días después, tomé un día de descanso, me sentía rara de no estar en servicio, pero realmente lo necesitaba.
Desayuné unos ricos tacos en un pequeño restaurante en el centro de la ciudad, compré un poco de ropa para toda ocasión, Sánchez me había comentado por teléfono que necesitaría que viajase con Karla algunos días, aunque aún no sabía a donde.
Por primera vez en muchos días recordé a Julia, un nudo se formó en mi garganta, tal vez no era lo que ella buscaba, necesitaba tiempo a cien por ciento con ella, y yo una total amante de su trabajo, incluso estaba disfrutando cuidar de Karla, aunque me sentía más como su amiga que como su niñera.
Leí un rato mientras tomaba una soda en un café cercano a mi casa, para finalizar el día pedí pizza y vi un poco de televisión.
Tuve un descanso decente, aunque me hubiera gustado que durara más, me dirigí a una cafetería y pedí un americano grande.
—¿cuál es tu nombre?— la barista me preguntó.
—Karla— y vi como rotulaba el vaso con un marcador negro.