La hija del peletero 4ta parte y final

Termina la historia de mariana y mario

Mariana lo hizo subir por las escaleras y entraron en una bonita habitación bien iluminada, con una ventana a la calle, pero cerrada. Empotrado en la pared había un gran armario con puertas corredizas.

Mariana lo hizo sentar en una cama que Mario no había visto y le dijo Ahora verás nuestra colección. Es más de mamá que mía, pero ella me deja usarla. Dicho esto corrió lentamente una de las puertas del placard.

Mario no podía creer lo que veía. Allí habría más de 50 abrigos de todos los colores  y texturas. Blanco, gris, marrón, negro, etc.

Además estaban en ambos largos hasta cintura y hasta tobillos.

Mariana pasó a desasnarlo un poco. Los largos son sacones, los cortos tapados, le dijo.

Aquí hay zorro patagónico, zorro de Groenlandia, nutria depilada y pelo largo, visón, mink y marta (sable).

Mariana: quiero que te pruebes algunos. Me gustaría ver cómo te quedan, dale?

Mario (contento): sí, por su puesto!

Mario no había advertido en la habitación una cámara digital y una filmadora.

Bueno, dijo Mariana, empezaremos por la nutria depilada. Y sacó un tapado marrón que le llegaba más o menos a su cintura.

Mario estaba encantado, era muy suave al tacto y su madre tenía uno igual.

Mariana lo hizo ponerse en pose y le  sacó varias fotos. Luego lo hizo desfilar como un modelo y lo filmó. Le hizo abrir el tapado para mostrar todo su ancho.

Mariana le dijo  ok, quitátelo, ahora viene el sacón. Y sacó un enorme abrigo pero esta vez de piel negra y más suave al tacto que el anterior, que le llegaba hasta los tobillos.

La sesión de fotos y filmación se repitió.

Ya eran las 17.00 y Mariana pensó que su plan iba muy bien. Esa tarde se probaron sus amadas pieles. En el futuro no estaría tan cómodo, ella se encargaría de eso.

Muy bien, le dijo Mariana, pasemos a los zorros.

Mario creyó que se probaría un abrigo igual al de Mariana que era blanco, o quizás el de ella. Pero se equivocaba. Mariana sacó un tapado gris ceniza hasta los tobillos.

Mario se lo estuvo probando. El tacto seguía siendo muy suave, pero diferente a los de nutria. Luego vinieron más fotos y filmación. Y un comentario de Mariana que Mario no supo interpretar.

Mariana: te quedaría mejor con unas buenas tetas y un pullover de chica. No te preocupes, en la próxima me encargaré de eso.

Charlaron un poco. Mariana le preguntó si le gustaba aquello y qué le parecía su colección. Mario le dijo que estaba asombrado por la colección y que lo de probarse le gustaba mucho, que deseaba probársela toda.

Mariana le dijo Eso te llevaría al menos diez visitas más, y no siempre serán para probarte pieles. Tendrías que aceptar ser mi sumiso. ¿me aceptarás como tu Ama?

Mario: Sí Ama, acepto ser tu esclavo.

Mariana: perfecto, esclavo. Y en caso de que se te ocurra arrepentirte, estas fotos y filmaciones llegarán a tu familia y amigos. Supongo que no querrás eso, no?

Mario: No, Ama. Eso no!

Mariana: entonces sólo concéntrate en obedecer a tu Ama. Ahora son las 18.30 y es de noche. Volvé a tu casa. Te espero aquí el miércoles a las 15.00.

Mario: Sí, Ama, aquí estaré.

Mario llegó puntual a la casa de Mariana. Estaba algo inquieto, no sabía lo que le esperaba.

Tocó el timbre, pasaron unos minutos y la puerta se abrió. Allí estaba Mariana con un tapado blanco hasta la cintura, pantalones de cuero negro y botas también de cuero.

Mario se quedó mirándola. Estaba preciosa.

¡¡¡¡PAAAAFFF!!! Una sonora y fuerte bofetada lo hizo reaccionar.

Mariana: ¿es que ya no saludas, esclavo? – le dijo su Ama. –Te has ganado un castigo por no saludar a tu Ama como corresponde. Y ahora hazlo bien y rápido!

Mario: Buenos días, Ama.

Mariana: Así está mucho mejor. Yo haré de ti un esclavo sumiso y obediente, ya lo verás. Otra cosa: por esta vez pasa, pero la próxima vez que toques a la puerta cuando abras deberás estar de rodillas y mirando al suelo, está claro esclavo?

Mario: Sí Ama.

Mariana: Ahora pasa y sígueme.

Subieron las escaleras hasta la planta alta. Mientras iban por el pasillo Mario preguntó:

Mario: Ama, ¿cuándo volveré a probarme más tapados?

¡¡¡¡PAAAAFFF!!! Otra gran bofetada en su mejilla derecha fue la primer respuesta.

Mariana: ¿Es que acaso te he dado permiso para hablar? Te acabas de ganar otros diez latigazos. Te responderé: eso tendrás que ganártelo. Además, esclavo mío, las pieles fueron mi cebo para atraparte. Y resultó, no?

Mario: Sí Ama, resultó.

Mariana: Además, las pieles son una prenda de mujer. El otro día te dije que ya llegaremos a eso. ¿O acaso tienes prisa por ser toda una mujercita?

Mario: No Ama.

Siguieron andando y pasaron frente a la habitación de las pieles. Se detuvieron en la habitación contigua. Mario notó que estaba cerrada con llave, ya que Mariana extrajo una y la abrió.

La habitación era grande y amplia. Tenía una sola ventana que estaba cerrada por fuera con un postigo haciendo que la misma fuese oscura. Una gran araña colgada del techo la iluminaba.

Había varias fustas y una vara colgando de una pared. Otra era lisa pero del techo colgaban cadenas con muñequeras de cuero negro. Mario miró bien y vio que en el suelo, unidas a una cadena, había dos tobilleras.

Mariana: Esclavo, desnúdate rápido y pon tu ropa en esa silla.

En ese momento Mario vio en otra pared la silla. De la misma también colgaban cuatro rollos de cuerda gruesa.

Mariana introdujo su mano derecha en la muñequera y luego la ajustó bien. Tenía un sistema de hebillas. Repitió la operación con su mano izquierda. Luego tiró de la cadena y esta corrió por roldanas que Mario no había visto. Luego Mariana trabó un eslabón con un gancho a la altura de los tobillos que salía de la pared. Con el brazo izquierdo hizo lo mismo. Los brazos de Mario quedaron bien extendidos.

Mariana: Espero que estés disfrutando, porque yo sí. Así estarás bien sujeto. Ahora tus piernas.

Le ató ambas piernas con las tobilleras y luego estiró bastante las cadenas. De este modo Mario quedaba bien abierto de piernas.

Mariana: Bien, ya estás preparado. Recordarás que cometiste dos faltas hoy, no? Ahora lo arreglaremos.

Se dirigió al otro lado del cuarto y descolgó un látigo negro y grueso de allí.

Mariana: Serán diez latigazos por cada falta, pero tendrás que contarlos y agradecerme por cada uno. Si no lo haces no contarán y tendré que repetirlo, está claro?

Mario: Sí Ama.

El primero fue suave y a su espalda.

Mario: Uno!…………Gracias Ama

El segundo fue más fuerte y a sus piernas. Mario se estremeció. No lo esperaba allí. Agradeció como pudo.

Siguieron así. Mariana alternaba uno a las piernas y otro a su espalda. También variaba la intensidad.

Cuando terminaron los diez primeros, Mario notó que tenía su pene tieso como una roca. Mariana también lo notó.

Mariana: Veo que estás excitado, esclavo. ¿Te agrada el dolor? Ahora azotaré otras zonas de tu cuerpo.

Dicho esto soltó un fuerte latigazo a la cola de Mario. Allí sí que le dolió. Contuvo un grito.

El siguiente fue a sus costillas. Mario contaba y agradecía, pero estaba muy excitado. Estaba a punto de correrse, pero no quería provocar la ira de su Ama. Decidió avisarle.

Mario: Ama, me voy a correr, no aguanto más.

Mariana: De eso nada. No te correrás sin mi permiso. Ya verás cómo lo soluciono.

Dicho esto avanzó hacia él y le pegó un fortísimo apretón en los huevos. Mario creyó ver las estrellas. Soltó un grito. Pero había surtido efecto, cuando miró hacia abajo su pene era una cosita pequeña y flácida.

Mariana: Con el tiempo aprenderás a aguantar hasta que yo lo ordene, está claro?

Al fin terminó con el castigo. Mariana lo fue soltando de las tobilleras y muñequeras y le ordenó quedarse allí a cuatro patas. Mario creyó que tendrían un descanso, pero se equivocaba.

Mariana fue hasta una esquina poco iluminada de la habitación. Levantó y cargó entre sus brazos algo grande. Mario no vio bien qué era, creyó que se trataba de un banquito. Pero pronto lo vio bien. Tamaña sorpresa. Mariana traía una silla de montar.

Mariana: Ahora serás mi ponyboy.

Le colocó la montura sobre su espalda y abrochó las bridas a la altura de su pecho.

Hecho esto Mariana le dijo que abriera la boca. Mario obedeció y ella le colocó un bocado unido a las riendas de cuero.

Mariana fue hasta la puerta y la abrió. Mario esperaba en el centro del cuarto. Fue hasta donde estaba él, lo montó y le dijo:

Mariana: Ahora, caballito, daremos una vuelta. Sé bueno y pórtate bien. Obedéceme, está claro?

Mario asintió con su cabeza.

María debía pesar unos sesenta kilos y la montura unos cinco más. No era mucho, pero Mario nunca lo había hecho. Decidió poner todo su empeño, no quería defraudar a su Ama.

Mariana lo taconeó en sus costillas y le dijo:

Mariana: Vamos, caballito, al pasillo.

Mario llegó allí en unos pasos. Resultaba un poco más fácil de lo que había imaginado. Mariana tiró de las riendas y lo dirigió hacia la derecha.

Entraron en el cuarto donde estaban los roperos con las pieles. Mariana desmontó y abrió uno. Se quitó el tapado que llevaba y se puso a buscar. Finalmente sacó un gran sacón negro y una bolsa que contenía una estola y un sombrero a juego.

Mientras se cambiaba, Mario se preguntaba cuándo volvería a ese cuarto para seguir probándose más pieles. Sabía que la única forma era ser un buen esclavo y obedecer a su dueña.

Finalmente Mariana terminó de cambiarse, subió a su montura y lo espoleó. Salieron al pasillo esta vez en dirección al fondo. Hicieron un buen trecho hasta que llegaron a una puerta cerrada.

Mariana bajó y le dijo:

Mariana: Bienvenido a mi cuarto, esclavo.

El cuarto era grande y hermoso, empapelado de rosa y con alfombra haciendo juego. Una gran ventana, una cama con dosel y enfrente de esta un gran placard. Mariana le dijo:

Mariana: Te he traído aquí porque tengo algo para ti, esclavo.

Mario se ilusionó. ¿Le regalaría alguna piel?

Mariana le quitó su montura y su bocado, y luego se puso a buscar. Sacó una caja negra y la abrió. Era un aparato de castidad. Mariana le habló:

Mariana: Bien esclavo, con esto controlaré esos impulsos como el de hoy. También me aseguraré tu fidelidad.

Dicho esto le colocó un tubo plástico en su pene que cerró con candado. La llave la guardó en un cofre dorado.

Mario se sentía incómodo pero sabía que era necesario. Se tocaba al menos una vez al día pensando en pieles o  en su Ama.

Le colocó nuevamente su montura y salieron del cuarto. Anduvieron un trecho por el pasillo y volvieron al cuarto donde había sido azotado.

Mariana observó la hora, las 18.45.

Mariana: Muy bien, esclavo. Se ha hecho tarde. Vístete.

Cuando él estuvo vestido le preguntó si le había gustado lo de esa tarde.

Mario: Más de lo que creía, Ama.

Mariana: Comenzaste mal pero al final te has portado bien. Quizás te pruebe más pieles la próxima vez.

Lo acompañó hasta la puerta y le dijo:

Mariana: El sábado aquí a las 14.00, esclavo

Mario: Sí Ama

Mario llegó el sábado a las 13.50 hs. Se arrodilló como su Ama le había ordenado y tocó el timbre.

Mariana con un tapado dorado, vaqueros y botas de cuero negro le abrió.

Mariana: muy bien, esclavo. Veo que has recordado mis instrucciones. Sin embargo, te tengo una mala noticia: Estuve hablando con mi madre y me dijo que un hombre no debe usar tapados de pieles, es una prenda femenina. Por lo tanto, si quieres seguir probándote tapados deberé feminizarte bastante.

Mario: no comprendo, Ama.

Mariana: es fácil, si quieres tapados serás mi chica, mi putita sumisa ¿Está claro? Claro que la decisión final la debés tomar tú.

Mario: de acuerdo, Ama. Me gustan mucho los tapados, así que acepto ser feminizado. Seré su putita sumisa.

Mariana: muy bien, esclava. De ahora en adelante te hablaré en femenino para que te vayas acostumbrando a la idea de ser mi mujercita. Otra cosa, no eres más Mario, no pega con tu nueva personalidad. Para mí de ahora en adelante, serás María.

Mario: sí Ama, muy claro.

Mariana: por suerte tengo un gran surtido de ropa en mi cuarto y en el vestidor. No te faltará nada, esclavita.

Mariana comenzó colocándole unas bombachas rosas de encaje. Luego trajo unas prótesis de siliconas para llenar los corpiños. Después le puso un corsette negro muy sexy que ajustó bastante. Finalmente unas pantys negras. encima un pantalón de corderoy beige, una camiseta de mangas largas también negra y un pullover rojo de cuello alto, botas ¾ de color marrón claro. Como accesorios una pulsera y dos anillos en cada mano. A continuación, una peluca rubia dorada lacia.

Mariana: esclava, mírate al espejo y dime qué ves.

Mario estaba asombrado. No sólo era una mujer, sino que además era bonita, con clase. No quedaba nada del chico que había tocado el timbre hacía dos horas.

Mariana: bueno, esclava. Ahora sí estás como para probar mis pieles. De hecho tengo curiosidad por ver cómo te quedan ahora que sos toda una mujer.

Ese día Mario se probó varios tapados. Dos blancos, tres negros, dos atigrados y tres con capucha.

La relación siguió avanzando. A Mario le gustaba usar los tapados. También tener relaciones sexuales con Mariana. Pero no lo convencía mucho su papel de esclava sumisa.

Lo había estado pensando y había decidido hablar con Mariana para terminar la relación.

Ese sábado cuando se vieron, Mario le comunicó su decisión a Mariana. Esta se vio sorprendida. No se lo esperaba, pero tampoco estaba dispuesta a perder a su esclava. Mariana trazó su plan para retenerla.

Mariana: bueno, María, pero antes quiero que me poseas por última vez.

Hicieron el amor como nunca antes. Mariana lo excitó demasiado y Mario acabó dentro suyo.

Mariana fue rápidamente al baño, tomó una prueba de embarazo y confirmó lo que esperaba: estaba embarazada.

Mariana: esclava mía, espero un hijo tuyo. Ahora no sólo no podrás dejarme, sino que tendré mi esclava para toda la vida. Venite el lunes con tus padres para arreglar todo.

El lunes, ambos padres acordaron la boda. Sería en seis meses y el padre de Mariana abriría una sucursal de su peletería en Buenos Aires que sería manejada por los dos esposos. Luego, Mariana y su madre hablaron con Mario.

Las dos: A tus padres los verás los fines de semana, pero si no quieres que ellos y tus amigos vean las fotos de María, en la nueva peletería y también en tu casa habrá siempre dos mujeres: Mariana y María.

FIN

(nota he pensado en continuar  la historia  de mariana y mario pero en la categoria transexuales contando  como mariana  lo hace cada vez mas mujer queria saber sus opinones  respecto a esto.

gracias  espero que les haya gustado la historia si jno ha  sido espero mejorar en la proxima)