La hija del peletero 3era parte

Continua la historia de mariana y mario. mario llega a la casa de su AMA

Mariana fue a hablar con su madre en el local de juegos. Le dijo que ya tenía en Mario a su sumiso, pero que debía ayudarla con su padre para que desista de denunciarlo.

Su madre se alegró mucho al oír esto. Prometió ayudarla con su padre y le dijo que no se preocupara. Ella lo convencería. Para eso era su Domina.

La charla de la madre de Mariana con su marido fue corta y enérgica.

Mariana le comunicó a su madre que Mario iría a su casa al día siguiente a las 16.00 hs.

El padre de Mariana quiso protestar, pero una severa mirada de su esposa lo hizo callar.

Estaba decidido, Mario estaría en su casa al día siguiente a las cuatro, aunque las disculpas serían lo menos importante. Madre e hija lo sabían.

Aunque Mario todavía lo ignoraba, comenzaría una nueva etapa en su vida.

La casa de Mariana era grande y con ladrillos a la vista, de dos plantas. Abajo comedor, cocina, sala de estar y un pequeño estudio. En la planta alta había cuatro habitaciones: la de Mariana, la de sus padres, otra que era un vestidor y la última que era de huéspedes. Aunque debido a la gran cantidad de ropa de madre e hija, la habían transformado en un vestidor suplente, o un gran guardarropas para ser más exacto.

Mario llegó a la casa a las 15.55 y tocó el timbre exacto a las 16.00 en punto.

La madre de Mariana le abrió la puerta, lo hizo pasar y lo observó unos momentos. ¿Así que vos serás el esclavo de mi hija, eh? Ya veremos qué podemos hacer para educarte en la sumisión.

Mario se asustó al oír esto. Ayer habría creído que era una broma cuando Mariana lo hizo llamarle Ama, pero comenzaba a creer seriamente que ella no había bromeado.

Mariana bajó al ratito. Estaba vestida como el día anterior, con su tapado y vaqueros. Sólo que esta vez tenía pantuflas en lugar de botas.

Mario se deshizo en disculpas para con la madre de Mariana, que las aceptó de buen grado y los dejó solos

Mariana lo hizo sentar en una cama que Mario no había visto y le dijo Ahora verás nuestra colección. Es más de mamá que mía, pero ella me deja usarla. Dicho esto corrió lentamente una de las puertas del placard.

Mario no podía creer lo que veía. Allí habría más de 50 abrigos de todos los colores  y texturas. Blanco, gris, marrón, negro, etc.

Además estaban en ambos largos hasta cintura y hasta tobillos.

Mariana pasó a desasnarlo un poco. Los largos son sacones, los cortos tapados, le dijo.

Aquí hay zorro patagónico, zorro de Groenlandia, nutria depilada y pelo largo, visón, mink y marta (sable).

Mariana: quiero que te pruebes algunos. Me gustaría ver cómo te quedan, dale?

Mario (contento): sí, por su puesto!

Mario no había advertido en la habitación una cámara digital y una filmadora