La hija del peletero 2sa parte

Mariana consigue lo que buscaba

2da parte

Mario se encontraba allí jugando.

Mariana era rubia y de ojos celestes, 93 cm de busto y 1.68 cm de altura.

Además de su tapado llevaba vaqueros azules y botas de cuero negro.

Mario lo pensó muy poco. Cuando terminara ese partido pasaría al lado de esa chica y le pegaría un buen roce.

Mariana también observó a Mario. Era en apariencia un poco más grande que ella. ¿qué tal sería como sumiso? Pensó.

Terminaron de jugar casi a la vez. Mario la vio levantarse y se apuró a hacer lo propio.

Estaban uno en cada extremo de la hilera de máquinas. Mariana comenzó a caminar observando distraídamente cómo jugaban otros.

Mario parecía hacer lo mismo pero tenía muy claro su objetivo. Se corrió un poco a la derecha, cerró su puño derecho y pasó descaradamente cerca de Mariana.

No solo la rozó con el puño sino con todo su costado derecho.

Mariana se sobresaltó al comienzo pero luego pensó para sí misma, divertida: ¡qué chico descarado, venir a rozarme así el tapado!

Desgraciadamente para Mario también el padre y la madre de Mariana vieron la maniobra.

El padre le preguntó a Mariana si le había robado. Ella le dijo que no, entonces su padre le dijo que lo denunciaría por intento de robo y manoseo.

Mariana vio su oportunidad. Le dijo a su padre que se calmara, que ella hablaría con el chico para que se disculpase. Si no lo hacía, siempre habría tiempo para denunciarlo.

Mario lo había disfrutado, pero ya estaba jugando de nuevo en otro sector. Mariana se acercó suavemente a él y le dijo con voz dulce ¿te gustó?

Mario se sorprendió al verla al lado suyo y le dijo ¿cómo?

Mariana: el roce de mi tapado, te gustó? No te hagás el tonto, hasta mis padres se dieron cuenta de que fue adrede. Es más, papá quiere denunciarte por intento de robo.

Mario se sorprendió y se asustó mucho al escuchar aquello.

Mariana: quizás pueda convencerlo de que desista, pero debés contestarme ¿te gustó o no?

Mario: me gustó mucho.

Mariana: ¿Te gustaría verme de nuevo y tocar muchas pieles?

Mario: sí, me encantaría, pero ayúdame con tu padre. No quiero ir preso.

Mariana: no te preocupes, vení mañana a las 16.00 a esta dirección. Eso sí, si no venís seré yo quien te denuncie ¿está claro?

Mario: sí.

Mariana: por esta vez pasa, pero a partir de ahora me dirás ¡Sí Ama!, ¿entendido?

Mario: Sí Ama!

Mariana sonrió para sus adentros. Ya tenía su sumiso.