La hija de un asesino

Aquella mañana cuando Layevska se encontraba vistiéndose frente al espejo, no imagino lo que le deparaba el destino...

No acaba de entender que era lo que le había pasado; solo escucho unos disparos, el auto perdió el control cuando la sangre de su chofer salpico el cristal, después manos que la aprisionaban con fuerzas y ahora... ahora no sabia donde estaba.

Cubiertos sus ojos con una venda, atada de manos y pies, solo sintió un frió profundo cuando la lanzaron en aquella habitación, alcanzo a escuchar una voz - ¡Igor! ¡Es la hija de Ivanov!, ¡ahora es tuya! -, después un golpe seco cerró la puerta y lo siguió un silencio mortal que le pareció eterno, no supo cuanto tiempo paso, escuchaba ruidos cerca de la puerta de vez en vez y sentía la presencia de alguien tras la puerta.

Aquella mañana cuando Layevska se encontraba vistiéndose frente al espejo, no imagino lo que le deparaba el destino; como siempre se levanto y ducho, abrió su enorme armario y se detuvo con calma a escoger su atuendo del día, Layevska sabia que la hija de Aleksei Ivanov no podía ser invisible, además siempre le había gustado sentir las miradas de los demás a su paso, al final se decidió por un vestido blanco translucido que no dejaba gran cosa a la imaginación, se miro de nuevo en el espejo y sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, sus pequeños y rosados pezones despertaron en ese instante de su sueño y esto la hizo sonreír, era simplemente perfecta.

La puerta se abrió despacio con un rechinido, escucho los pasos acercarse y comenzó a tratar de gritar pero, la mordaza solo dejaba salir quejidos sofocados, veía como cambiaba de intensidad la luz detrás de la venda que le cegaba, su cuerpo se retorcía para tratar de alejarse de quien la asechaba, su cadera se contoneaba, parecía una oruga intentado escapar de su capullo, Igor sintió que su pene quería salir a contemplar la visión y a la vez un miedo terrible lo invadió, jamás había estado a solas con una chica y menos con una como Layevska.

Konstant

i

n quería desde hace tiempo vengar a su hermano Igor y sabia que la mejor forma de hacerlo era dándole a Aleksei donde más le dolía, su hija Layevska. Konstantin y Aleksei habían sido rivales desde que tenían memoria; Aleksei que era cruel y despiadado había capturado al hermano menor de Konstantin y lo había torturado quemando con acido la mitad de su cuerpo, para que así pudiera recordar lo bello que alguna vez había sido; Igor era ahora mitad ángel y mitad demonio, lo que quedaba intacto de su rostro era una sublime poesía, era la belleza en su mas pura expresión, en cambio, el resto era una masa amorfa que pareciera hubiese subido el mismo infierno, su alma también había cambiado, se había convertido en alguien que ni el mismo conocía, era como si fueran dos hombres en uno.

Layevska continuaba retorciéndose en el piso e Igor daba vueltas alrededor de esa bella criatura, tratando de impregnarse de cada pequeña parte de su hermoso cuerpo; miro su cabellera dorada y rizada, acaricio con su mirada su pequeño y frágil cuello, bajo la mirada un poco mas y casi se volvió loco al ver el par pezones que subían y bajaban aprisa, cuando Layevska respiraba agitada, le pareció que pedían a gritos que los devorara; no pudo omitir su ombligo, ese pequeño orificio en medio de su vientre que se marcaba por encima de su vestido, justo al sur sabia que había algo mejor, deslizo su mirada hasta ahí y se detuvo por un rato a imaginar que se escondía debajo de esa tela suave; mientras Layevska seguía tratando en vano de salir de su prisión, se sentía como una animal acechado por su cazador, el miedo de no saber que le pasaría, ¿porque estaba tan cerca de ella aquella persona?, ¿porque no decía nada?, ¿porque comenzaba a sentirse rara?, ¿Por qué no se acercaba mas?, ¿porqué sentía que esa mirada la desnudaba? el pensar en eso hizo que un escalofrió la recorriera, no pudo evitar que su sexo se humedeciera, dejo de luchar y se tendió de lado en posición fetal, dejando a la vista su suave y redondo trasero y una pequeña parte de esa tanga que exprimía la savia que comenzaba a emanar de su ser; al ver tal cuadro, Igor sintió que su pene casi explotaba dentro de su pantalón, hizo un esfuerzo sobrehumano para no devorar ese capullo rojo que palpitaba entre las piernas de aquel ángel, para no arrancarle la ropa y entrar en su carne, lo único que atino a hacer fue salir aprisa de la habitación dejando a Layevska con la mente turbada y los labios tibios.

Cuando Igor dejo la habitación Layevska se sintió estúpida por la sensación de excitación que había tenido; pensó que tal vez la misión de aquel hombre era matarla y estaba recabando valor para hacerlo, así que decidió que haría lo que fuera necesario para evitarlo.

Igor se dejó caer en el suelo frío, sabía que su venganza estaba del otro lado de esa puerta, la venganza que tanto había soñado, que lo había mantenido vivo durante los últimos cinco años, pero ahora después de ver a Layevska se sentía frustrado y enojado, no había tenido el valor de hacer lo que por tanto tiempo había planeado: arrástrala por la habitación de los cabellos, escupir su cara cuando lo mirara con horror y suplica, decirle cuanto la odiaba por ser hija de quien era, arrancarle la ropa, azotarla hasta hacer que sus carnes se enrojecieran, morder sus pezones hasta hacerlos sangrar, arrodillarla ante si y hacerla que se tragara su pene completo, verla humillada y derrotada, hacerla comerse su semen, la semilla de los Petrov; después la tomaría por la fuerza, enterraría en ella su enorme miembro y la haría revolcarse del dolor, la poseería a su antojo hasta verla humillada y reducida a nada, todo esto había fantaseado por tantas noches y ahora que ella estaba ahí, ni siquiera se había atrevido a acercársele; ¿que le estaba pasando?.

Layevska estuvo sola durante largas horas, no escuchaba ningún sonido y comenzaba a tener hambre y sed, escucho abrirse la puerta y unos pasos se acercaron a ella, una voz le dijo que le iba a quitar la mordaza para darle alimentos y que si gritaba se considerara muerta, -¡entendiste perra!- le dijo apretando una navaja contra su pecho, ella asintió con la cabeza, sabia que no tenia opciones, tuvo suficiente tiempo para pensar en sus posibilidades y en como tenia que actuar, por fin sus labios descansaron un poco cuando soltaron la tela, ella los apretó con suavidad, Igor que estaba contemplándola, pensó que eran los labios mas jugosos y dulces que hubiese visto, Layevska humedeció un poco sus secos labios y entreabrió la boca esperando ser alimentada, Igor sintió un escalofrió recorrer su cuerpo, le proporciono agua y le dio un poco de pan en trozos, Layevska se sintió excitada de pronto por la forma tan suave en que aquel extraño la alimentaba, metiendo un poco sus dedos en su boca y rozando sus labios al sacarlos ya húmedos por su saliva, al punto que cuando le dio el siguiente bocado, ella guiada por su instinto, aprisiono sus dedos dentro de su boca y los apretó con sus labios, esto hizo que a Igor le diera una erección instantánea y lo que atino a hacer fue sacar sus dedos como si algo los hubiese quemado y darle a Layevska una fuerte bofetada, la tomo del cabello con fuerza y la estrujo, se acercó a su oído -eres una perra sucia, pero yo te voy a educar, no te atrevas a ensuciarme de nuevo, entiende de una vez quien manda aquí- le colocó de nuevo la mordaza y la arrojo con fuerza al piso.

Cuando regreso a otro día a alimentar a Layevska, Igor tenía una excitación enorme, le quito la mordaza, le dio de nuevo agua y esta vez llevo algo rico para que ella comiera, la alimento de nuevo con los dedos como el día anterior, el también había disfrutado haciéndolo; Layevska se sentía extrañamente atraída por aquel hombre que ni siquiera había visto, su deseo se apodero de ella, e hizo de nuevo lo que el día anterior le había sido prohibido, pero esta vez Igor la bofeteo con tal fuerza que hirió sus labios, haciendo que de ellos emanara sangre mezclada con saliva, Igor no pudo resistir ver aquel ángel tendido en el suelo, se acerco a ella, la incorporo tomando su cabeza con ambas manos, ella no puso resistencia, se sentía débil por el golpe y sollozaba en silencio; sus labios eran casi tan rojos como la sangre que salía de ellos, brillaban con el reflejo de la saliva que se deslizaba suave, al ver tal escena Igor no pudo resistir y acerco sus labios a los de Layevska los apretó suavemente y bebió el néctar que de ellos emanaba, metió despacio la lengua en su boca, como quien no quiere beberse de un solo sorbo el ultimo trago de agua, ella respondió moviendo también su lengua, rozándole los dientes con ella, el lamió despacio las heridas en sus labios, los bebió de nuevo y metió su lengua despacio otra vez, su falo despertó y en ella se humedeció el capullo que estaba en su entrepierna; de pronto ella sintió que los labios de el eran raros, que la mitad era suave y el resto duro y rugoso, entonces se alejo bruscamente de el, Igor se sintió enardecido de coraje, la tomo de nuevo pero esta vez no dulcemente, la mordió y la lastimó, la lamió de la forma mas asquerosa que le fue posible, después la amordazo de nuevo y la lanzo al piso.

Ella quedó tendida en el piso, se sentía excitada y confundida, en cuanto "El" cruzó la puerta ella estaba deseando que regresara.