La hija de Lola 4

...y me di cuenta de que los adultos son tan impredecibles como los adolescentes.

"Hola Murphy."

"Hola Lola, ¿desde donde me llamas?"

"Estoy en casa."

"¿Cuándo has regresado?"

"Anoche… escucha, tengo que hablar contigo urgentemente. ¿Podrías acercarte hasta aquí?"

"No lo se, esta noche tengo una fiesta… ¿por qué no vienes tú? Supongo que tendrás ganas de ver a Noa."

"De ella es de quien te quiero hablar… y no creo que sea una buena idea que yo vaya."

"¿Qué pasa Lola?"

"Prefiero que hablemos en persona."

"Bueno, salgo ahora para ahí… supongo que antes de las nueve podré estar de vuelta… te mando un mensaje en un rato."

"De acuerdo."

.

"Hola Noa"

"Hola Carol. Mira, he terminado con lengua, inglés y química."

"¡Eres una máquina peque! Ven, te quiero presentar a alguien." – me quedé sin aliento. Nunca me había quedado sin aire al ver a una chica, pero esta era diferente. Mi corazón se apresuró y noté como mis manos empezaban a sudar… ¡y yo con estos pelos! – "Te presento a mi sobrina, Cristina. Se va a quedar unos días con nosotras, también le hace falta estudiar…"

Cristina me sonrió y se acercó para darme dos besos. Me sentía paralizada y creo que, en lugar de sonreír, hice una mueca de esas que te deforman la cara… que desastre de primera impresión. Comencé a balbucear algo y Carol interrumpió mi intento para decir que debíamos ir a por una cama para mi nueva compañera.

Era rubia y llevaba el pelo recogido con una coleta. Un poco más bajita que yo, muy delgada… llevaba corrector en los dientes, pero eso no oscurecía su preciosa sonrisa. Sus ojos también eran azules, pero no como los míos. Los suyos me recordaban al mar más profundo.

Iba a compartir mi cuarto con el ser más bello que jamás pisó la faz de la tierra.

"¿Dónde está Murphy?" - me llevó a un aparte para preguntarme.

"No lo se. Hace un par de horas me dijo que tenía algo que hacer en la ciudad y que se tenía que ir." – vi como Carolina se ponía colorada y se mordía el labio. – "Pero me dijo que estaría antes de que empezara la fiesta…"

"Ya… gracias Noa." – no entendí su reacción, pero yo estaba demasiado ocupada mirando aquel ángel.

Estaba como un flan. No podía explicarme por qué estaba así. Me sudaban las manos, me temblaban las piernas. Tenía ganas de reír todo el tiempo. ¡Pero que me estaba pasando! No podía ni hablar, cuando se me acercaba me sentía cohibida, pero quería tenerla cerca todo el rato.

Tenía el abdomen rígido, como si mi estómago se estuviera comiendo todo mi interior. Mi corazón latía apresurado, como cuando salté de aquella roca. Mis mejillas ardían y mi frente tenía pequeñas gotas de sudor. Fue como si me hubiese puesto enferma y ella fuera la única con un buen antídoto.

Colocamos la nueva cama en mi cuarto. Carolina nos dio unas sábanas y una colcha y se disculpó cuando la llamaron al móvil. Me dejó a solas con ella. Y fue como si mi inteligencia hubiese dejado de existir… olvidé todo lo que sabía y me empecé a comportar de manera estúpida.

"Bueno, así que… a ti también te han castigado."

"Si… ya sabes, pasan cosas que cosas son y pasan cuando… ocurren…" – Cristina me sonrió y me puse todavía más nerviosa, ¿Qué coño me estaba pasando?

"Jajaja, claro… ya te entiendo." – no dejaba de sonreír y yo me contagié. – "A mi me han quedado tres y mi tía me ha dicho que me echaría una mano… pero no sabía que me traería al medio de la nada."

"Oh, no, no, no, este sitio es incre… fantas… súper…cistínculo." – Boca llamando a cerebro, responde cerebro

"Jajaja, ¿cistínculo?"

"Bueno, realmente es una manera de definir con una sola palabra toda esta belleza… aunque tampoco estoy segura de que esa palabra exista…" – de gangosa a pedante en dos frases.

"Eres muy graciosa." – genial.

Continuamos con la labor de hacer la cama y después nos fuimos a la cocina, donde Carol nos estaba preparando la comida. Nos sentamos una a cada lado de la mesa y no dejábamos de mirarnos en silencio. Carol estaba muy seria y, a veces, me miraba de reojo mientras jugueteaba con sus manos sobre el plato.

"¿Eres consciente de que le vas a cambiar la vida a tú hija?"

"Si, y ya le iba a cambiar de todas formas. Murphy, tu no sabes lo que es tener una hija adolescente. Solo has pasado quince días con ella, no sabes lo que es cuando se descontrola."

"No, no se lo que es tener una hija adolescente…"

"No me lo reproches."

"No te estoy reprochando nada. Tu decidiste…"

"Y tomé una mala decisión."

"Pero no dejas que Noa decida."

"No compares aquello con esto. Me da igual lo que tú me digas, su madre soy yo."

"¿Entonces qué hago yo aquí?"

"Tenía ganas de verte." – Lola se acercó a Murphy y la rodeó con sus brazos.

"Espera Lola… no puedes mentirle a tu hija. Le partirás el corazón." – intenta deshacer el abrazo, pero no puede.

"¿Cómo te lo partí a ti?" – Lola besa suavemente la boca de Murphy.

"No… como una madre que abandona a su hija." – Lola se aparta bruscamente y la mira casi con odio.

"No estoy abandonando a mi hija. Estoy haciendo lo mejor para ella. ¿Crees que no he buscado el mejor colegio?"

"¿Vas a encerrar a tú hija en un colegio durante un año después de haberle prometido que si aprobaba no lo harías? ¿Vas a alejarla de ti sin decírselo? Tiene dieciséis años, no es una niña pequeña."

"Pero la mayoría de las veces se comporta como tal."

"La Noa que yo conozco es una chica muy lista y cariñosa. Tiene muchas dudas porque está empezando a vivir. Deberías hablar con ella."

"No puedo, Murphy." – la mira con lágrimas en los ojos. – "Este es mi momento… no lo entiendes…"

"Si, lo entiendo. Pero no estás sola, tienes una hija y me da la sensación de que te molesta." – se acerca a ella y pone su mano sobre su hombro. Lola la mira y acaricia su cara.

"Sabes, me encanta como te preocupas por Noa. Son los momentos como este los que hace que cada vez me arrepienta más de mi decisión y de que cada vez te eche más de menos."

Donde hubo fuego siempre queda rescoldo y sus bocas se unieron para recordarse. Sus lenguas lucharon, sus dientes dieron cuenta de sus labios, sus salivas volvieron a ser un único sabor.

Murphy dejó que aquello que siempre anheló inundara su cuerpo una vez más. La mujer a la que más había amado estaba entre sus brazos otra vez. No sabía que poder tenía sobre su cabeza, pero aquel viejo perfume todavía la hacía temblar. Lo seguía recordando como el primer día, como en el primer beso.

Lola la extrañaba y su cuerpo le pedía aquello que tenía Murphy, su amor incondicional. Sabía el poder que tenía sobre aquella mujer… y no le gustaba utilizarlo, pero le gustaba salirse con la suya. La quería, claro que la quería, porque era la que curaba su corazón cuando se rompía. Pero no podía estar con ella porque el mundo era demasiado grande para atarse a un solo ser.

"Lola… espera… yo…" – Murphy se separó repentinamente y cerró los ojos con fuerza intentando recobrar la compostura. – "Estoy enamorada de Carolina."

"Entonces, no hay más que hablar." – Lola estiró su falda y con rabia en sus ojos puso la mejor cara de resignación que pudo. – "Noa se irá al internado. Le prepararé sus cosas y se las mandaré mañana para allí."

"No le hagas eso. Deja, al menos, que se quede…"

"¿Por qué? No eres de su familia." – Eso le dolió a Murphy más que un codazo en las tetas.

"No pagues con ella tu frustración."

"¡Y que quieres que haga!" – Lola perdió los papeles. Se sintió estresada, su cabeza no dejaba de pensar… - "¡No se que hacer! Tengo una hija de dieciséis años, problemática, que me odia. ¿Cómo me la voy a llevar conmigo a otro país, donde no conoce a nadie, donde es una cultura diferente? ¡Todavía me odiará más! Y, lo que será peor, yo la acabaré odiando…"

"No tiene por qué ser así…"

"¿Estás segura? Conozco a mi hija, Murphy. Se como se ha comportado en los últimos dos años… lo he sufrido. ¿Cómo quieres que piense que ha cambiado en quince días?"

"Confía en mí."

"Ya no eres la Murphy de antes… te has hecho mayor."

"Todos cambiamos."

"No todos… y no siempre." – Lola comenzó a desabotonarse la camisa y a caminar hacia Murphy.

"Lola…"

"Me da igual que quieras a otra, se que me deseas…" – Murphy se quedó paralizada mirando aquel cuerpo que era más deseable que el que había conocido años atrás. – "Si quieres que Noa se quede contigo… quédate primero conmigo."

No escuchó lo que sus palabras decían, se quedaron en algún lugar perdido de su cabeza. La imagen central de aquel momento era la mujer que dejaba caer su falda y la rodeaba de nuevo con sus brazos para besarla. La que había ocupado su primer puesto durante media vida.

Sintió de nuevo su piel en las manos y ya no pudo controlarse más. La deseaba, claro que si. Era su esencia, su tacto, el recuerdo de un amor que no se podía apagar. Lola la guió hacia el dormitorio y comenzó a quitarle la ropa. Todavía recordaba la suavidad de su piel. Era como si nunca se hubiesen alejado.

Se mordían los labios, los cuellos, los hombros, como si de la manera más animal, quisieran grabar sus marcas en la piel de la otra. Dejándose llevar por un impulso mucho mayor que el que ambas podían controlar. Murphy dejó escapar un suspiro cuando sintió las manos de Lola acariciando su cuerpo. Se dejó caer sobre la cama y pudo ver como la otra se ponía de rodillas, la sujetaba por la cadera y la acercaba al borde.

Comenzó a besar sus rodillas, luego sus muslos, se fue acercando más y más a la zona peligrosa… al lugar donde siempre quiso tenerla. Creyó morir con el roce de su lengua con su hinchado clítoris. La habitación, de repente, se había hecho pequeña y no había suficiente oxígeno para llenar sus pulmones.

Se sentía flotar, en una nube de primavera, aquella lengua hacía verdaderas maravillas que no dejaban de proporcionar placer a su cuerpo, a su cabeza, a la pequeña mancha en la que se había convertido Carolina. Sus piernas temblaban, sus manos apretaban con fuerza las sábanas, sus dientes intentaban rasgar la tela de la almohada.

Era todo lo que podía desear, todo lo que quería, todo lo que… no necesitaba… todo lo que se perdería, todo lo que podía tener, lo que estaba dilapidando. La imagen de Carolina volvió a su mente como si nunca se hubiese ido, pensó en su dolor, en como podría recuperarla. Apartó a Lola y la agarró de las manos. La tiró a la cama y ella le sonrió.

Murphy sintió rabia. Rabia contra si misma por desear aquel cuerpo, rabia por equivocarse una y otra vez, rabia por querer sin medida. Sujetó firmemente las muñecas de Lola con una de sus manos y dejó la otra libre para castigarla con su misma medicina. Sabía lo sexual que podía llegar a ser, la conocía mejor que nadie. Siempre había estado tan cerca

Lola sintió unos dedos en su interior y se le escapó un grito de placer y una sonrisa satisfactoria iluminaba su cara. Murphy cerró los ojos para no ver y no sentir… pero no era tarea fácil. No podía dejar de sentir porque Lola la llamaba, la encantaba, era como la sirena que encantaba a los marineros de los barcos.

Introducía sus dedos, una y otra vez, sintiendo las contracciones intermitentes, escuchando los jadeos profundos, aquellas manos que forcejeaban con la suya para poder acariciar su cuerpo.

Algo que no podía permitir… ya no podía hacerlo. Ya no era suya… aunque lo fuera en el fondo.

"Muérdeme…"

Sin abrir los ojos se inclinó sobre su pecho y buscó con la boca el erecto pezón. Succionó con fuerza, como si se lo quisiera arrancar para después escupirlo. Luego clavó sus dientes con firmeza, hasta que la escuchó gritar. Y lo repitió hasta que sintió como un interminable chorro empapaba su mano.

Soltó sus manos y sintió como Lola la abrazaba para besarla. Correspondió a su beso más por respeto que por gusto. Deshizo el abrazo y se sentó en el borde de la cama haciendo que sus manos taparan la cara que llevaba la palabra "culpable" escrita en letras mayúsculas. Lola encendió un cigarrillo y se lo pasó a Murphy.

"Ya no fumo." – se puso de pie y comenzó a ponerse la ropa con prisa.

"Me lo imaginaba… ¿ya te vas?"

"Ya tienes lo que querías…"

"Tú también." – Murphy la miró extrañada y Lola dio una profunda calada al cigarrillo. – "Noa se quedará contigo y después decidirá que quiere hacer… pero no esperes que me la lleve."

Murphy la miró con cara de sorpresa, agarró su bolso y salió de aquella casa sin mirar atrás y con el grifo del llanto abierto por derribo.

.

"¿Dónde te habías metido?" – Entré por la puerta de la cafetería y Manuel se acercó a mí. Yo me quedé en silencio, no podía dejar de darle vueltas a mi cabeza. – "Creo que Carolina estaba a punto de llamar al equipo de rescate."

"¡Qué exagerados sois!" – le sonreí, le tenía mucho cariño y me encantaba estar con el y escuchar sus aventuras. – "Salí a caminar un rato, eso es todo."

"¿Pero no sabes que nos tienes que ayudar que esta noche hay fiesta?"

"Si es que… no podéis vivir sin mi."

"Menos lobos, Caperucita."

En aquel momento apareció de nuevo Cristina, con su rubia coleta, con sus ojos azules como el mar, con su presencia. Me quedé callada mirándola, no era capaz de apartar mi vista de su silueta. Una sonrisa estúpida se puso en mi cara y el pulso se me aceleró. Miré a Manuel y el me miraba con cara extraña y una gran sonrisa.

"Hola, Manu… mi tía Carolina me ha dicho que venga a echaros una mano."

"Hola Cris, ya era hora de que volvieras."

Ellos ya se conocían y se saludaron amistosamente. Por alguna razón que desconocía, su sola presencia hacía que la conexión que iba desde mi cerebro a mi boca, dejaba de existir. Me hacía sentir extraña, como si no fuera capaz de hacer cosas normales cuando estaba ella. ¿Por qué hacía aquellas cosas tan estúpidas y sin sentido?

Veía como Manuel se desternillaba de risa mientras preparaba las mesas para el concierto. Cristina y yo nos estábamos encargando del escenario y yo seguía siendo incapaz de abrir la boca ante ella. Intenté tranquilizarme concentrándome en lo que tenía entre manos, pero, por casualidad, rozamos nuestras manos un instante y ella me miró y me sonrió. Creo que volví a poner alguna cara de esas deformes en lugar de la sonrisa seductora que quería, algo que la hizo echarse a reír.

"¿Eres tan tímida como pareces o solo te intentas hacer la interesante?"

"Intento hacerme la interesante…"

"Jajaja, pues lo estás consiguiendo."

"En realidad…" – me puse colorada pero me sentí más relajada. – "lo cierto es que soy muy tímida. Me cuesta mucho acercarme a la gente que no conozco."

"A mí también." – nos quedamos como atontadas mirándonos a los ojos, sonriendo, sin decirnos nada más.

"¡Eh chicas! Mirad que he encontrado…"

Manuel nos mostraba una guitarra. Se sentó en una silla y comenzó a afinar el instrumento. Cuando creyó que sonaba bien, comenzó a acariciar las cuerdas con firmeza, se notaba que sabía lo que hacía. Cerró los ojos y comenzó a pasar de unos acordes a otros haciendo que a mis oídos llegara una increíble melodía. Empezaba lenta e iba in crescendo. La reconocí enseguida… eran los primeros acordes de " Spanish caravan ". Papá era un fanático de The Doors.

Cristina se puso de pié y aplaudió como si estuviese en medio de un concierto. Yo la imité y Manuel hizo un gesto con la cabeza en signo de gracias.

"Venga, vamos a tomarnos un descanso. Cris, venga, vamos a enseñarle a ésta como nos divertimos aquí."

"¡Eh, que ésta tiene nombre!" – me hice la ofendida

"Vamos Noa, no le hagas ni caso, este tío es un caso." – Cris me agarró de la mano y me arrastró hasta una silla.

Manuel comenzó a tocar una melodía agradable, como si fuera a contar una historia o algo así. Me sorprendió la angelical voz de Cris entonando aquella letra que, aunque no sabía que decía exactamente, me parecía la más bonita del mundo. Manuel la acompañaba en la voz haciendo un tono más bajo y sonaba realmente bonito.

Se miraban a los ojos haciéndose carantoñas. Aquello ya no me hacía tanta gracia.

" Something stupid like I love you…" – mi inglés era malo, pero lo de I love you lo entendía perfectamente.

Cuando acabaron de cantar se dieron un fuerte abrazo y se hablaron algo al oído. Yo me quedé allí sentada, observándoles, y notaba como me dolía el estómago. Temía que si abría la boca volvería a meter la pata, pero

"Vaya, lo hacéis genial… parece que lo llevéis haciendo toda la vida."

"En realidad casi un año…" – Manuel me guiñó un ojo e inexplicablemente me enojó. – "Vino el verano pasado a pasar unos días con su familia y empezamos a cantar juntos por las tardes para no aburrirnos."

"¡Sí! Fíjate, que mi tía y Murphy están juntas de tanto venir mi tía a traerme."

"¡Hasta les cantamos una noche en la que estaban cenando solas aquí!"

Se miraban y se reían todo el rato. Contaban un montón de anécdotas e historias que habían vivido juntos… y me sentí muy estúpida. Pero no podía evitar seguir prendada de aquel rostro tan bello, de aquella sonrisa de hierro que tanto brillaba, de aquel delgado cuerpo que cubría con anchas ropas.

No podía pensar, su presencia lo llenaba todo. Nunca me había pasado aquello. Creo que lo más parecido había sido cuando Murphy me llevó por primera vez a la cascada… pero no se podía comparar. Esto me había acelerado más el pulso, me había inundado un extraño calor, me había secado la boca… y el cerebro.

.

Murphy condujo despacio, no quería llegar a casa… debía hacerlo pronto, pero no quería enfrentarse a la realidad. Iba a ver a Carolina y no sabía como se lo iba a decir. ¿Qué había hecho? ¿Realmente era tan estúpida?

No dejaba de preguntarse una y otra vez como había caído en la trampa, como había sido capaz de dejarse llevar así… pero no se arrepentía del acto, aquella mujer era tremenda… si se arrepentía de lo que ello conllevaba. Ya no sabía ni como se había visto envuelta, una vez más, en aquel peliculero enredo

Carolina… que le iba a decir a Carolina… la quería y no quería hacerle daño, pero no quería engañarla, no quería mentirle, quería explicarle lo que había pasado. Pero no sabía como reaccionaría… y dudó. Ojos que no ven corazón que no siente

Pero Murphy no sabía mentir… no sabía esconder las cosas… y tampoco le hizo falta decir nada.

Cuando llegó a casa se encontró con el rostro serio de Carolina esperándola en la puerta. Se quedó un rato sentada en el coche pensando si sacar o no sacar las pocas pertenencias de Noa. Decidió salir desarmada.

"Has salido corriendo por su llamada." – Murphy cerró los ojos un instante por el dolor… le había prometido no volver a hacerlo...

"Te llamé para decírtelo. Era por…"

"Saliste corriendo y me llamaste para decirme ibas cuando te mandé el mensaje." – Carolina se dio la vuelta y entró en la casa. Murphy cogió aire y entró tras ella

"Si… te iba a llamar antes pero…" – Carolina le hizo un gesto con la mano. Estaba muy cabreada y Murphy nunca la había visto así. Estaba asustada.

"Se ha salido con la suya, ¿verdad?" – a Carolina se le llenaron los ojos de lágrimas y miró fijamente los ojos de Murphy.

Se formó un tenso silencio. Murphy giró la cara, no podía soportar aquella mirada, lo que representaba. Carolina sintió un pinchazo en su corazón… el daño ya estaba hecho. Sabía que aquello podía pasar. Murphy se lo había dicho

"He cometido muchos errores, muchísimos… pero creo que este es el peor de todos." – las lágrimas corrían por las mejillas de Murphy, sin embargo, en su voz a penas se notaba la emoción. Sabía lo que había hecho y tenía que asumir lo que se le viniera encima. – "Carol no me siento orgullosa de lo que hice… es más, no entiendo como fui capaz de hacerlo… cuando me quise dar cuenta estaba enredada en una discusión sin sentido que saltaba de un tema a otro como si todo lo que estuviese ocurriendo fuese culpa mía… Yo no quiero que Noa sufra… joder, Noa…"

"Eres idiota." – Carolina se dio la vuelta y se encerró en su cuarto. Rompió a llorar como una niña. Le había dolido que Murphy hubiese salido corriendo a su llamada… pero no podía evitar creerla viendo su cara de arrepentimiento, de miedo, el mismo que ella sentía.

Habían prometido luchar por aquella relación… y empezaban con muy mal pie. Realmente sabía que Noa le importaba, se habían tomado mucho cariño y conocía la debilidad que tiene Murphy por ayudar a quien cree que lo necesita. Pero Noa implicaba algo más que una chiquilla, implicaba a su madre.

A pesar de que no la conocía en persona, estaba segura de que no le caería bien. Sabía que podía hacerle mucho daño a Murphy y no se lo merecía… aunque en aquel momento sentía muchas ganas de abofetearla.

Salió del cuarto y Murphy seguía de pie en medio de la sala, seguía llorando y no se había movido. Levantó la cabeza y miró de nuevo a Carolina.

"Ha venido mi sobrina a pasar unos días…"

"Se nos ha llenado la casa de adolescentes…"

"Dormirás en el sofá." – no le hizo gracia el comentario… estaba muy enfadada. Murphy sonrió con tristeza pero sintió una pequeña esperanza de no haberla perdido de todo. – "Esto no es una segunda oportunidad… no quiero que las crías se sientan mal por nuestra ruptura, por eso me quedo."

"De acuerdo." – Aceptaba su decisión con el corazón destrozado. Se lo había buscado.

"¿Cómo se lo vas a decir a Noa? No va a ser fácil decirle que su madre no quiere estar con ella…"

"No lo se…" – Murphy se echó a llorar y Carolina sintió el impulso de abrazarla… pero no lo hizo.

"Deberías lavarte la cara y prepararte para organizar la fiesta. Se te va a echar el tiempo encima. A mi me duele mucho la cabeza y voy a salir a dar un paseo. Discúlpame si decido no ir."

Carolina salió de la casa y Murphy se echó a llorar como una niña pequeña de nuevo.

Se dio una ducha y tubo que hacer acopio de toda su fuerza para aparentar normalidad. Decidió que no le diría nada a Noa esta noche… ya había tenido suficiente movimiento durante el día.

..

"¿Qué haces aquí fuera?"

"Estoy fumando."

"Pensé que no fumabas…"

"Y no fumo… pero hoy me apeteció." – dio una profunda calada, como disfrutando de aquel momento. Cerró los ojos. – "¿Y tú que haces aquí fuera? No creo que me hayas venido a buscar."

"En realidad… si. Carol no ha venido y Manuel y Cristina no dejan de hablar entre ellos todo el rato… me aburría un poco."

"¿Qué te ha parecido Cristina?"

"Bien, bueno… maja, si… me ha caído bien…" – Murphy me sonrió y me puse colorada.

"Es bastante guapa, ¿verdad?"

"Si… bueno… no está mal, bueno, ya sabes… normal tirando a guapa…"

"¿Estás bien?" – Murphy no dejaba de sonreírme.

"Si… claro que estoy bien… ¿por qué no iba a estar bien?"

"No, por nada. Es que…"

"Es que qué…" – me estaba poniendo nerviosa tanta sonrisita.

"Creo que este va a ser un verano muy intenso para ti."

"¿Por qué lo dices?"

"Solo te voy a decir una cosa pequeña… el amor nos lleva a cometer grandes estupideces."

"¡Yo no estoy enamorada!" – el corazón comenzó a golpearme con fuerza el pecho y me puse muy muy colorada. Murphy me sonrió, tenía los ojos medio cerrados y una mueca de cansancio en la cara.

"Todas decimos lo mismo… venga, vamos a entrar. Esta canción me encanta…"

Entramos en la cafetería y Murphy se puso a bailar entre los demás con los ojos cerrados y coreaba la letra como todos los demás. Miré a la barra y vi como Manuel y Cristina seguían charlando animadamente. Manu me miró, le hizo un gesto a Cris y ambos sonrieron. No entendí por qué lo hacían… y no me atreví a acercarme.

Volví a mirar y vi a aquel grupo de chicos cargados con guitarras eléctricas, metiendo caña a las cuerdas, cantando una roquera versión de una canción de Mecano. Murphy bailaba sonriendo y me di cuenta de que los adultos son tan impredecibles como los adolescentes.

Perdido en mi habitación sin saber que hacer se me pasa el tiempo