La hija de la portera (Capitulo 2)

Sigue la degradación de madre e hija en manos de la perfida de Doña Luisa.

Capitulo 2 La hija de la portera

Una vez entraron en la vivienda, Elena siguió avanzando, ahora de forma más lenta, más abierta de piernas y más en cuclillas, siguiendo las instrucciones que le iba dando la pérfida de Doña Luisa… Su madre la vio entrar así en el dormitorio, llevando además la cara levantada, la mirada al frente y los pechos sacados hacia fuera de una forma exagerada… Y así lo hizo hasta que llegó a la cabecera de la cama en donde se giro hacia donde la enferma estaba postrada y le mostró con todo lujo de detalles su zona vaginal plagada de pelos.

  • Hola Manoli, ya estoy de nuevo aquí para empezar con el tratamiento que voy a proporcionarte para que poco a poco vayas mejorando tu estado, al que le daremos –como ya estas viendo- unas pinceladas puteriles que te irán muy bien para animarte… ¿Qué te parece?

La pobre mujer como pudo le respondió, de forma falsa:

  • Có…mo us…ted cre…a que es me…jor.

  • De eso no te quepa la más mínima duda… Estaba yo en casa y ha venido tu hija a buscarme e invitarme a subir… Lo ha hecho tan bien y de una forma tan “interesante” que no he podido negarme… Y claro, ¿Has visto como la muy zorra se mueve cuando caminaba hacia ti?... ¿Verdad que ha sido una sorpresa, también para ti?

  • Si,… respondió Manoli un tanto molesta por el comentario.

  • ¿Te fijaste lo bien que se movía abierta de piernas para dejar que se vea y que se pueda tocar sin problemas ese coño tan peludo que tiene?... No se lo he tocado todavía pero seguro que lo debe tener muy mojado… Y mirando a sonriendo le dijo:.

  • Manoli, tócale el coño a la cerda de tu hija y dime cómo lo ves.

La reacción de la mujer fue muy violenta porque no se lo esperaba, le daba vergüenza hacerlo, y más delante de ella, por lo que de inmediato movió la cabeza negándose a cumplir la orden que había recibido, por lo cual Doña Luisa intervino de nuevo.

  • Atended a lo que os voy a decir por una única vez… Yo he subido porque me lo habéis pedido… Ya os dije que no quiero dinero alguno por mi trabajo… Visteis perfectamente que soy una viciosa del sexo y una depravada… Eso es lo único con lo que disfruto… Y dejé -y quiero volver a dejar claro- que yo no obligo a nadie hacer estas cosas que a mi me gustan… Así que mejor dejarlo y me retiro… Lo siento.

Doña Luisa recogió la bolsa y se volvió con animo de salir de la vivienda cuando escuchó la voz de Elena que la llamaba de forma muy angustiosa.

  • Por favor, Doña Luisa, disculpe a mi madre por su impertinencia… No volverá a ocurrir… Lo hemos estado hablando esta tarde y quedamos totalmente de acuerdo en que su proposición era muy razonable y muy buena para nosotras porque mejoraríamos en todos los aspectos a pesar de que esto es un cambio muy importante en nuestras vidas porque seríamos degradadas hasta convertirnos en esclavas suyas… Pero es lo mejor para nosotras dos y por ello le hemos de estar tremendamente agradecidas… Eso lo hemos asumido las dos y la verdad, no entiendo por qué mi madre ahora ha reaccionado de esa forma… De verdad, que no lo entiendo… Se le ha dicho una cosa, pues ella lo tiene que hacer le guste o no y punto… No tiene nada que opinar, sólo hacer lo que le dicen.

Elena hablaba de esta forma, cómo queriendo dar a entender que reñía a su madre por su actitud y lo hacía manteniendo la misma postura que Doña Luisa le había ordenado pero ahora, además, se inclinaba un poco hacia atrás para proyectar descaradamente su coño hacia delante en señal de entrega total, lo cual no paso desapercibido para la viciosa mujer… Quería que tanto su madre como ella lo vieran como una muestra de su total entrega y aceptación a la que en breve sería su Ama.

  • De entrada este incidente nos va a retrasar hoy los ejercicios con los que tenía previsto comenzar, si es que no se acaba todo ahora,… dijo Doña Luisa… En segundo lugar, estoy de acuerdo, Elena, en aceptar tus disculpar y volver a tenerte como mi “Cerda”… Creo que tienes madera para hacer de ti una esclava que valdrá su peso en oro… Pero esto no creas que se logra de la noche a la mañana… Si te dejas llevar y eres muy obediente vamos a disfrutar mucho con tu cuerpo y al final tu misma te darás cuenta lo acertado del camino que has elegido… No hay nada como tener una buena Ama que te lleve recta y con mano muy dura… Y no te queda la menor duda que la has encontrado.

  • Será un placer que con mi nuevo nombre, Cerda, sea entrenada duramente para ser una buena esclava, Ama, respondió Elena… Esta fue la primera vez que Elena pronunció esta palabra, notando como su coño se empapaba de flujo al pronunciarlo… No obstante, el rostro de Doña Lucia permanecía serio, aunque interiormente radiaba felicidad por como se estaban desarrollando los acontecimientos… Luego de un silencio, habló de nuevo Doña Luisa.

  • Cerda, ¿y qué pasa con tu madre?... Porque hasta el momento presente sólo ha dicho monosílabos… Comprendo que tenga la lengua trabada pero tiene que hablar para mejorar, amén de otros ejercicios que sin duda tendrá que hacer… Y hacerlos no bien, sino muy bien.

Madre e hija entendieron perfectamente a qué se refería Doña Luisa y al momento Manolí, levantó la mano en señal de atención para poder hablar.

  • Per…dón... Me e…qui..vo…que… No vol…ve…re ha...cer…lo… Y para demostrarlo alargó la mano y la refregó por el coño de su hija, la cual, al notarlo, se ofreció bien abierta para que su madre pudiese palparlo sin ningún impedimento y así cumplir la orden que Doña Lucia le había dado anteriormente… Luego, le mostró los dedos mojados para que ella se percatarse de la cantidad de flujo que su hija estaba segregando… Y dijo como pudo:

  • Es…ta muy mo…ja…da, la muy pu…ta… Se no…ta que le gus…ta co…mo nos es...ta so…me..tien…do… y termino diciendo también la palabra… A…ma… La respuesta no le tardó en llegar:

  • Me doy cuenta, Manoli, que has reconocido tu error y espero que la decisión que has tomado sea la definitiva, porque no te voy a dar otra nueva oportunidad… Lo que hiciste no se debe perdonar y, como comprenderás, es merecedora de un severo castigo… Para mi, como Ama, tengo el deber y la obligación de corregir siempre cualquier falta… En este caso le has faltado a Cerda, -tu hija- y a mi, –tu Ama-

Al escuchar estas palabras, Manolí asintió con la cabeza y utilizando la movilidad que tiene con la mano derecha, retiró la ropa de cama para ofrecer la desnudez de su cuerpo a Doña Luisa, al tiempo que separaba la pierna derecha y la flexionaba ofreciéndole la mejor visión posible de su coño… Mientras su mano derecha la llevo a sus pechos y se incorporó ofreciéndoselos… Era, para ella, la mejor forma que tenía de demostrarle, en una postura indecente, la entrega de su cuerpo a la iba a ser, de ahora en adelante, su Ama.

  • A…ma, tie..ne mi cuep…po pa..ra lo que de..see,… le dijo Manoli.

Aunque esto gustó, y mucho, a Doña Lucia, no quiso demostrárselo y siguió de forma malévola con la intención de castigarla y humillarla.

  • A partir de ahora, Manoli, te llamarás Guarra, que es un nombre apropiado para que te sientas bien humillada cada vez que lo escuches… Y porque te irá como anillo al dedo por todo lo que voy a disfrutar haciendo contigo… Para empezar y ya que veo que has ofrecido tu cuerpo, Cerda te dará el castigo por la ofensa que nos hiciste.

Y sin decir nada más, se despasó el cinturón de su bata y se quedó totalmente desnuda, mostrando su apetecible cuerpo sin ningún tipo de pudor… Luego, rebuscó en la bolsa y sacó un pequeño látigo con varias colas que entrego a Elena, la cual lo tomó notándose un temblor en la mano, del que no hizo ningún caso Doña Luisa.

  • Cerda, por ser la primera falta que comete Guarra, dale 2 latigazos en sus pechos… ¡¡Y tú, Guarra, preséntalos bien!!... Una vez ofrecidos, la hija descargó el primer latigazo.

  • ¿Qué haces, estúpida?... No ves que ese golpe no tiene ningún efecto de castigo… Ponte en posición y repite el latigazo, dijo enfadada Doña Luisa.

Ahora, si… Todas oyeron un PLASS! al producirse el golpe de las lenguas del látigo contra los pechos, seguido de un lamento por el daño causado… Cuando iba a darle el segundo, escuchó:

  • Espera Cerda a que asimile el dolor y observa sus pechos… Eso te indicará siempre si estás haciendo bien tu trabajo o no… ¿Ves las marcas que le has causado?… ¿Las ves?... Muy bien… ¡¡Sigue!!

Y de nuevo se escuchó un PLASS! y esta vez un lamento más agónico… El golpe fue sin duda más fuerte y severo que el anterior porque la madre se convulsionó en la cama… Tras unos momentos de pausa Doña Luisa se acerco y se sentó en la cama mirando con detalle cómo le habían quedado los pechos y comenzó a palparlos… En un momento determinado Manoli le tomo la mano y se la llevó a los labios, besándola repetidas veces como señal de agradecimiento.

Viendo su sumisión, Doña Luisa se irguió y se inclinó hacia delante poniendo sus pechos a la altura de su cara… Luego, se giró y miró a Elena, que de inmediato comprendió la señal que le hacía y se postró de rodillas al lado de su madre sosteniéndole la tetorra derecha de Doña Luisa y llevándola a la boca de su madre para que se la mamase… Y la madre no tardó nada en comenzar a mamar de la teta, sustituyendo al poco tiempo la mano de su hija por la suya para manejar bien el pecho que succionaba.

Doña Luisa comenzó a jadear, poniéndose tremendamente cachonda… Y lo hizo hasta el extremo de coger del pelo a Elena y, poco a poco, sin ninguna prisa, la fue acercando hasta su coño, mientras abría sus piernas para que se lo viera bien visto y se lo trabajase lo mejor posible a pesar de que sabía de su inexperiencia.

Elena, por primera vez, vio con detalle otro coño que no era el suyo, lo olió, vio lo mojado que estaba y lo saboreo con la lengua comenzando a lamerlo y lamerlo para darle todo el placer que podía… Ella, después de todo, estaba muy cachonda, como nunca lo estuvo antes… Y por si no tenía bastante, para excitarse todavía más, miraba con los ojos muy abiertos la escena de las dos mujeres –madre e hija- dándole placer a otra, escuchando sus gritos de placer al tener no uno, sino al menos tres orgasmos, que sincronizaba con descargas de flujo que tuvo que ir tragando cada vez sin dejar escapar ni una gota y percibiendo las convulsiones de su cuerpo al correrse.

Era su inicio como esclava y lo sabía.

Continuará….