La Hija-3-
¿Que pasa en el interior de Laura? las cosas comenzaran a complicarse cada vez mas ¿Podemos ponerle un freno a nuestros deseos?
Capítulo 3
Había dejado a mi padre en mi queridísima Francia para volver a mi país natal, vivir con mamá, tratar de corregir mi vida, sentar cabeza no sé… pero al llegar las cosas comenzaron a salirse de control, apenas llegue ahí estaba él… Javier, mi fantasía adolescente, eran incontables las veces que me había masturbado nombrándolo entre jadeos y suspiros, comencé a perseguirlo, a buscar que me mire, que desee mi cuerpo. Había estado jugando algo sucio, peligroso pero lo que había pasado supero mis expectativas, me había lastimado ahora tiraba sobre esta cama intentaba cubrirme la mayor parte de mi cuerpo, pero todavía podía sentir la presión sobre mis muñecas, sobre mi cuerpo y mi mente ¿Cómo había podido hacerme esto? Entendía que me había extralimitado en mi ataque de ira, había tomado algo que significaba mucho para él, entendía que tuviera ganas de vengarse si hubiera que decirlo de alguna manera, pero lo que no entendía era porque no lo odiaba. me había usado y descartado como si no tuviera ninguna importancia, pero no lo odiaba. La noche había pasado sin apenas darme cuenta, la puerta de la habitación volvía a abrirse, mi cuerpo se tensó mientras podía escuchar claramente el sonido de sus pasos, unas manos acariciaron mi cuerpo – por favor, no más – Pensé mientras mi cuerpo volvió a tensarse al sentir como dos besos caían en mi mejilla.
- Arriba dormilona, ya es mediodía – dijo la voz más hermosa del mundo, su sola presencia hizo que me sienta protegida.
- ¡Mamá! – grité mientras me incorporaba para abrazarla – que contenta estoy de que vuelvas mami…
- Pero por favor hija paso apenas una semana…
- Se me hizo eterna sin ti mami –dije escondiendo mi rostro en su cuello– ¿Dónde está Javier? –pregunté temerosa.
- Ya debe estar por venir – dijo ella – salió muy temprano para el trabajo ¿porque no te levantas y me ayudas a preparar el almuerzo? –dijo al momento que se levantaba de mi cama y comenzaba a abrir de par en par las ventanas de mi habitación– Vamos arriba no quiero tener que repetirlo.
Una parte de mi ser estaba aterrada pero la otra se debatía entre contarlo o no ¿Con que cara podría confesarle a mi madre la historia que había empezado la noche anterior? No solo estaba eso Javi podría contar mi juego de “los desconocidos”, mi baile y además estaba el haber destrozado su trabajo, todo eso sin tener en cuenta mi video, estaba atrapada… tenía miedo, me vestí lo más rápido posible, sin siquiera lavarme la cara me reuní con ella en la cocina, empezamos pelando unas cuantas papas mientras me contaba sobre su viaje, había olvidado lo mucho que me gustaba su compañía, la charla era tan natural que el tiempo paso volando.
- Saca el pollo del horno mi amor, voy a buscar un regalo que traje para ti –dijo sonriendo al momento que salía de la cocina.
Una pequeña sonrisa se dibujó en mi rostro, tomando un guante de cocina y dando media vuelta saque la fuente sobre la que se hallaba el pollo – Dorado y hermoso diría mama – pensé divertida. Era algo que siempre decía ella o al menos creía que así era, habían pasado muchos años desde que cociné en su compañía, tuve apenas tiempo de apoyarlo sobre la mesada antes de sentir que unas manos sujetaban mi cintura.
- Ni se te ocurra hacerme cosquillas que tiro todo – dije divertida
- Voy a hacer más que eso contigo – su voz resonó en mis oídos, mi cuerpo se puso en alerta máxima.
- Suéltame por favor –dije rogando que el sintiera lastima, pero lo único que obtuve como respuesta fue que empezara a masajear mis nalgas– voy a gritar…
- Hazlo- respondió él – grita o mejor aún gime para mí, pequeña putita –su mano se introdujo bajo la fina calza que llevaba y junto con ella bajo mi ropa interior.
Estaba totalmente quieta sin saber cómo reaccionar, lo único que podía hacer era sentir como esa mano subía y bajaba acariciando desde mi ano hasta mi vagina, podía sentir como empezaba a despertar un intenso calor, como empezaba a mojarme… me odiaba por eso ¿Compa puedo excitarme? Está abusando de mí, no puede ser que me excite. Sus movimientos cesaron, pero el espectáculo recién comenzaba, sus dedos se posaron directamente sobre mi clítoris y empezaron a jugar con él, torturándome con cada roce, cada movimiento, me estaba mojando mucho, mi respiración comenzó a entrecortarse al mismo tiempo que mis parpados se dejaban caer, sus movimientos iban en aumento junto con mi placer, mis piernas fallaron e intentaron dejar de aguantar el peso de mi cuerpo, una nalgada encargo de hacerla reaccionar, estaba totalmente empapada cosa que aprovecho para introducir dos de sus dedos en mi interior.
- Ayy por favor –escapo de mi boca al sentir como esos dedos eran tragados por mi cuerpo
- Hija… ¿Estas bien? –contesto mamá desde la otra habitación
- Mira lo que hiciste putita –gruño Javier– Dile que todo está bien
- Detente…por favor, mamá está en casa –sus dedos seguían estimulando mí ya innegable excitación, cada vez más rápido.
- ¿Quieres que realmente me detenga? Dile que todo está bien antes que entre y te encuentre mojada y excitándote cada vez más –sus dedos se hundieron totalmente en mi ser al momento que soltaba otra nalgada sobre mi cola- ¡Hazlo!
- Estoy bien mamá. Casi me queme, pero no te preocupes –logre responder
Contuve un gemido al sentir como comenzaba a frotar su bulto contra mi cuerpo, podía sentir esa dureza directamente sobre mis nalgas, estaba deseando sentirla en mi interior sus dedos me estaban volviendo loca, pero en lugar de eso solamente se detuvo apartándose de mí, no lo entendía me tenía como quería, estaba totalmente dispuesta a hacer lo que me dijera. Mamá entro en la cocina de nuevo ¿la había escuchado? De ser por mi nos podría haber encontrado en pleno acto, pero al parecer Javi era más listo de lo que había pensado, se acercó a mamá y la beso con pasión. Ella se contuvo, tal vez por estar yo ahí, pero cuando le dio la espalda comenzó a lamer los dedos que tanto placer me habían dado, era una imagen muy morbosa…muy perversa.
- ¿Estás bien hija? Te ves tensa –dijo mamá acercándose a mí, puso su mano en mi frente y controlo mi temperatura – no tienes fiebre, aunque estas toda traspirada ¿Por qué no vas al baño y te lavas la cara? A lo mejor refrescándote se te pase un poco.
- Si, tienes razón…con permiso, voy al baño –respondí nerviosa
- Tienes dos minutos para estar adentro del baño –dijo Javi tomándome del brazo aprovechando que mamá estaba controlando las papas que seguían en el agua caliente – estaré controlando tu tiempo, si tardas más o si sospecho siquiera que te masturbaste ahí dentro te castigare putita.
Asentí un poco nerviosa y salí corriendo ¿de qué manera me pensaba castigar en todo caso? Sea cual sea el castigo que tuviera en mente no dejaría que lo haga, llegue al baño me moje bien la cara con abundante agua, me quede contemplando mi estado en el espejo, Javier había logrado excitarme a un nivel al que nadie había llegado antes, baje la mirada dejando que una pequeña sonrisa escapara de mis labios. Al abrir la puerta para volver a cocinar con mamá me di cuenta de que el tiempo se había terminado.
- Tic tac putita –dijo metiéndome dentro del baño – ¿Piensas que estaba jugando nada más? Te di un tiempo específico.
- No, no… estaba por volver a la cocina –decía con un hilo de voz, intentando soltar el fuerte agarre que tenía sobre mi cabello– suéltame por favor…me estas lastimando.
- Parece que tendré que divertirme un poco más contigo, putita.
Me hizo sentar sobre el inodoro mientras apretaba mis senos sin importarle ninguna de mis quejas sobre lo brusco que estaba siendo, en un rápido movimiento me saco mi blusa sin que pueda detenerlo y haciendo a un lado mi sostén comenzó a morder mis pezones, la situación volvía a excitarme no podía entender que su forma de tratarme me pusiera así, sus manos recorrieron mi espalda hasta llegar a mis nalgas y levanto el peso total de mi cuerpo, comenzó a masajear mis nalgas, mis suspiros eran más que evidentes a esta altura, comenzó a bajar mi calza junto con mi ropa interior, me resistí como pude, golpeaba su pecho intentando que me baje pero lo único que conseguí es que me tire al suelo, comenzó a sacarse su cinturón lo cual me dio miedo ya que supuse que me azotaría con el pero lo que realmente hizo fue usarlo para atar mis manos a mi espalda, estaba indefensa, nuevamente bajo mi calza junto con mi humedecida ropa interior, esta vez con mucha más facilidad, comencé a tirar patadas y a removerme en el piso pero una sonara cachetada, logro dejarme fuera de combate.
- ¿Qué pasa, no quieres seguir jugando? –dijo al momento que acariciaba mi abdomen
- Ya te divertiste conmigo, quiero que esto termine, me estas lastimando, esto a lleg… uhmm –me vi interrumpida cuando su lengua comenzó a saborear la humedad que se encontraba en mi entrepierna– ¿qué haces?
- Voy a hacer que esta putita acabe para mí –dijo al momento que volvió a hundir su cara en mi cuerpo.
Su lengua se hundió en mis entrañas mientras sus dedos inspeccionaban como podían ingresar a mi ano, mi cuerpo se retorcía tras comenzar ese violento procedimiento, intente cerrar las piernas, pero el sin siquiera apartar su lengua de su tarea me dio dos nalgadas que me excitaron más de lo que me dolieron, ahogaba mis propios gemidos mordiendo mis labios, cerraba los ojos con fuerza intentando no darle la satisfacción de escucharme gemir, no era su putita no quería que este juego siguiera no quería acabar para él ¿o si quería? Era algo muy perverso, lo que en ese baño estaba naciendo solamente era morbo, perversión y placer…esas fueron algunos de los pensamientos que pasaron por mi mente mientras veía como él seguía disfrutando del sabor que le estaba suministrando mi cuerpo. Me había despojado ya de mi ropa y se encontraba tirada contra la puerta echa un bollo, fue cuando note que había comenzado a masturbarse su mano subía y bajaba sobre su miembro mientras sus ojos no perdían detalle de mi rostro, se daba cuenta de cuanto lo deseaba, de cuanto lo ansiaba, de cuanta excitación me estaba provocando, se puso de pie ayudando a que me incorpore, comenzó a besarme, correspondí cada uno de sus besos, mi cuerpo fue levantado nuevamente para apoyarme contra la pared. En un acto violento una de sus manos se cerró sobre mi cuello ahorcándome al mismo tiempo que su miembro ingresaba en mí, todo mi ser se estremeció al sentir ambas sensaciones, mis manos luchaban desesperadamente por ser liberadas al mismo tiempo que subía y bajaba sobre su órgano, el poco aire que ingresaba a mis pulmones era usado para soltar apenas un gemido o un simple suspiro, el calor que nuestros cuerpos generaban chocaban con la superficie que soportaba mi peso, los fríos mosaicos se encargaban de torturar de ese modo los centímetros de mi piel que tenían al alcance. La velocidad iba en aumento, el placer estaba invadiendo cada fibra de mi ser, mis gemidos eran más que evidentes, me estaba acercando a un tan esperado orgasmo, podía sentir como sus dientes mordían mis senos haciendo que cada vez más me hundiera más en esa nueva perversión que estaba descubriendo. Sorprendentemente soltó mi cuello, alejo su cuerpo de mí y comenzó a acomodar su ropa.
- ¿Qué estás haciendo? –pregunte algo temerosa por cuestionarlo.
- Me voy, vamos a dejarlo para después –respondió sin siquiera mirarme, me empujo contra la pared y libero mis manos colocando el cinturón en su lugar.
- ¿Qué? No podes ¿Me vas a dejar así? Por favor ¡no podés dejarme así! – dije enojada subiendo el tono de voz mientras tomaba uno de sus brazos.
Se dio vuelta rápidamente tomando mi rostro con una de sus manos empujándome contra la pared causando que mi cabeza se golpee contra ella.
- Escúchame bien, los tiempos de nuestros juegos los pongo yo, el único que da órdenes o sube la voz también soy yo y por último el único que elige el momento en el que vos acabas para tu desgracia también soy yo ¿entendiste? – dijo cada una de sus palabras mirándome a los ojos y apretando aún más mi rostro – ¿Entendiste? – repitió ante mi silencio.
- Si – dije apenas mirándolo desde la incómoda posición en la que mi cuello se encontraba.
- ¿Sí? ¿Si qué? –volvió a preguntar apretando a un más mi rostro.
- Si...Señor, ya entendí –dije suponiendo que eso quisiera escuchar.
- Tienes cinco minutos para vestirte y salir del baño, si tardas más o descubro que te masturbaste, esta vez el castigo será azotarte hasta cansarme putita, imagino que ya notaste que tus lagrimas y tus suplicas no sirven de nada conmigo.
- Si, Si señor –alcance a corregir mi respuesta antes de ser castigada.
Soltó mi rostro y abriendo la puerta salió del baño, ahí me quede yo, totalmente agitada, mojada, confundida, pero por sobre todas las cosas insatisfecha, mi pecho iba al ritmo de mi respiración, tome mi ropa y me vestí lo más rápido que pude, moje mi rostro varias veces con abundante agua, acomode mi cabello y salí rumbo para la cocina. Al llegar pase por al lado de Javier mirando al piso, me senté en la silla más alejada de él que encontré, saque mi celular y rogué que no me prestaran atención. El almuerzo trascurrió con total tranquilidad, aunque verdaderamente no tenía hambre comí solo unos pocos bocados y me retire a mi habitación, me deshice de mi ropa solo tirándola al suelo, desde que era pequeña siempre había odiado los pijamas y desde que me había ido a Europa se había creado en mi la costumbre de dormir solo en ropa interior las sabanas cubrieron mi cuerpo, mi rostro se hundió en mi suave almohada dejando que el mundo de los sueños me lleve.
Me vi rodeada de una gran arboleda el viento pegaba en mi rostro desordenando mis cabellos, solo paz, solo serenidad, mi respiración cambio de un momento para otro comencé a agitarme, mi respiración se aceleraba, me sentía muy extraña, mi cuerpo se paralizo de un momento para otro, mis músculos se tensaban, mi cuerpo comenzó a removerse intranquilo, me desperté de repente quise moverme pero no podía levantarme, me tomo solo unos segundos darme cuenta que estaba boca abajo atada a mi cama, a mi lado se encontraba Javier acariciando mi entrepierna, sintiendo la humedad que de ella brotaba.
- Javier ¿Qué haces? – dije gritando.
- Shh… tranquila, relájate – dijo tranquilo– creo que necesitamos contar hasta diez.
- ¡Suéltame estúpido! estas enfermo. Mamá, mamá, vení mamá – grite con fuerza
- Podes gritar todo lo que quieras tu mamá se fue a la clínica –dijo sin dejar de acariciar mis nalgas hasta que levantando su mano me dio un fuerte azote en mi nalga derecha – uno, vamos cuenta conmigo.
- ¡AAhh…estas enfermo Javier! –Grite Furiosa
- Uno… –Repitió dándome otro fuerte azote, pero esta vez en mi nalga izquierda.
- Uno… por favor suéltame –dije mirándolo fijamente.
- ¿Uno qué? –dijo azotándome nuevamente.
- Uno… mi señor – respondí
- Dos – continuo
- Dos mi señor –respondí adolorida
- Tres… –dijo sonriente, siempre alternaba entre cada una de las nalgas, para ese momento ya podía sentir un fuerte calor en ellas.
- Ahh tres… por favor mi señor suélteme de una vez –arriesgue decir.
- Cuatro… este será el juego que practicaremos de ahora en más, aprenderás a obedecer y a ser una buena putita… ¿Te gusta la idea?
- Cuatro mi señor… Estas enfermo Javier, realmente necesitas ayuda –respondí sin dar crédito a lo que sus labios me decían.
Subió a la cama con total tranquilidad sentándose sobre mis muslos, podía sentir su duro miembro sobre ellas, una de sus manos surco por mi columna hasta llegar a mi cuello acariciándolo antes de cerrarse sobre él, volvía a tener un poder absoluto sobre mí.
- Tienes razón en todo lo que dices putita… ¿Pero sabes que…? –susurro en mi oído mientras dos de sus dedos se introducían en mi interior.
- ¿Qué…? –mi cuerpo se estremeció totalmente al sentir su procedimiento, estaba totalmente excitada.
- No soy el único que necesita ayuda –dijo mostrándome los dedos mojados totalmente por mi excitación– ¿Verdad putita?
- Por favor…basta ya.
Estaba tan avergonzada, pero al mismo tiempo estaba tan excitada, esa nueva sensación que invadía mi cuerpo era casi como una droga, deseo, placer, bronca, angustia...todos esos sentimientos eran activados al mismo tiempo, recompensados con sus palabras, sus gestos, su aprobación, su proceder. Tomo mis cabellos con agresividad, justo como pocas horas atrás lo había hecho en el baño, mi cuello se arqueo y mi oído quedo a la altura de su rostro
- ¿Esta vez intentaras contener nuevamente tus gemidos? – pregunto.
No, no tenia deseos de hacerlo, no quería tener que contener lo que producía en mi cuerpo, en mi mente, su miembro se abrió paso hacia mi interior. Mi vagina lo recibió gustosa llenándome de gozo de un momento para otro, sus movimientos iban en un aumento descontrolado, mis suspiros comenzaban a llenar la habitación donde nos encontrábamos, mis cabellos seguían entre sus dedos, luchaba por liberarme como fuera, pero lo único que conseguía era darme cuenta de que cada intento resultaba en un nuevo fracaso. Una de sus manos comenzó a apretar mis senos llenándome más de gusto, cada uno de mis gemidos era acompañado de un nuevo vigor en cada penetración, debía ser a causa del orgullo masculino por lo que a respectara me tomaba la libertad de dejar escapar cada una de mis muestras de placer. Mi corazón latía como nunca antes lo había hecho mientras mi cuerpo era usado como si fuera un simple objeto, sus manos recorrían, apretaban, sentían y exploraban cada centímetro de mi piel, una de sus manos apretó uno de mis senos mientras la otra sujetaba fuertemente mis cabellos, podía sentir dolor, pero más allá de él había una enorme sensación de placer, mis gemidos eran incontrolables, ininterrumpidos, sus penetraciones llegaban a lo más profundo de mi ser.
- ¿Tienes deseos de acabar? –susurro en mi oído.
- Umm Si… si señor – conteste envuelta en el placer
- ¿Aceptas mi juego entonces? Las cosas serán así de ahora en más, te guiare a través de un nuevo mundo, lleno de placer, morbo y deseos prohibidos… ¿Aceptas putita? –Pregunto, pero al quedarme callada dio un fuerte azote en mi muslo derecho repitiendo la pregunta.
- Ahgg ufff SI acepto…solo siga señor por favor –dije prácticamente rogando.
Sus envestidas continuaron mientras mis gemidos eran cada vez más altos, acompañaba sus movimientos como podía mientras por mi mente trataba de hacerme entrar en razón, era una locura la propuesta que me estaba haciendo Javier…pero mi cuerpo lo deseaba, habían pasado muchos años desde que lo conocí, durante todos y cada uno de esos años lo único que había hecho era pensar en él, ahora lo tenía para mí no dejaría que se vaya de mi lado, si para tenerlo conmigo tenía que meterme en este juego perverso lo iba a hacer. Ambos llegamos al clímax al unísono, mi cuerpo se movía como podía bajo el fuerte agarre de las cuerdas que me sujetaban a mi cama y el peso de mi señor, pero al mismo tiempo podía sentir como el jadeaba sobre mi mientras disparos de semen en mi interior se encargaban de llegar a lo más profundo de mi ser, lejos de detenernos nuestros cuerpos continuaban con su desenfrenado ritmo lo que causo que la mezcla de fluidos en mi interior comenzara a salir al exterior manchando mi cama y todo lo que hubiera a su alcance. Caí exhausta sobre la cama, podía sentir como el salía de mí y comenzaba a desatar cada una de las cuerdas.
- ¿No me piensas agradecer eso putita? –dijo al momento que me daba un azote en una de mis nalgas.
- Uff…Gracias…gracias mi señor –conteste sonriente mirándolo sin siquiera levantar mi cabeza de la almohada.
- Descansa mi putita, comenzara pronto la diversión.
Observe como se vestía para abandonar la habitación, apago la luz sin siquiera mirar atrás, la oscuridad conquisto mi habitación por lo que el sueño vio su oportunidad para tenerme una vez más entre sus relajantes garras.