La hermandad de las zorras (3)

Ignacio está cada vez más encantado con su zorra, y arde en deseos de entrar en la hermandad

Ignacio era feliz. Inmensamente feliz. Fátima se estaba estremeciendo entre sus dedos. Se corría gritando que sí. Que quería pertenecer a la hermandad de las zorras.

Apagó la tele. La cogió de la mano y la llevó al dormitorio. A la cama en donde hacía minutos otro hombre se la había follado delante de él. La acostó en ella, se desnudó y se tumbó frente a ella.

Con amor, con delicadeza, la besó, la acarició. Y le hizo suavemente el amor. Era su zorra, su puta. Iba a ser la zorra de todos aquellos hombres. Pero en ese momento era simplemente Fátima, su amada esposa.

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Exultante, al día siguiente Ignacio fue al despacho de Ramón a devolverle el DVD.

-¿Y bien? - preguntó Ramón.

-Perfecto. Ha accedido a entrar en la hermandad.

-Sabía que lo haría por la manera de correrse mientras me la follaba y tú la mirabas. Es una buena zorra. Jeje, todas lo son. Que yo recuerde, en todos los años que llevo en la hermandad solo un matrimonio al que se le propuso entrar no lo hizo. Y creo que no fue por ella, sino por el marido, que al final no soportó la idea de verla follada por los demás.

-Esa idea a mí me excita.

-Lo sé. Cómo a mí me excita ver a la zorra de mi mujer siendo follada. Porque es mía y soy yo quien la ofrece. Amas a tu mujer, ¿Verdad?

-Con locura.

-Y yo a la mía. Tú y yo somos iguales. Nosotros y el resto de los miembros de la hermandad. Te aseguro que todos y cada uno de los hombres aman a sus mujeres. Son felices junto a ellas. Y ellas junto a ellos. Pero sabemos diferenciar entre nuestra relación personal con ellas como esposas y como zorras. Sabemos diferenciar entre el sexo y lo demás. Tú eres así. ¿No crees?

Ignacio pensó unos segundos y respondió.

-Sí. Lo soy.

Ramón lo miró, serio. Y de repente, estalló en una sonora carcajada.

-Jajajaja. Paparruchas. A ti lo que te encanta follarte a hermosas mujeres. Te encanta la idea de no tener que pedir sexo sino cogerlo cuando te apetezca y de quien te apetezca. La idea de follarte a una mujer, de hacerla gritar como a una cerda mientras su marido te mira te seduce. Y que para conseguir eso estás dispuesto a ofrecer a tu propia mujer. Que incluso te pone la polla dura verla bien follada por otro. Tú, lo que eres, amigo mío, es un jodío pervertido. Jajajaja. Como yo.

Ignacio se quedó perplejo unos instantes, hasta que también se empezó a reír.

-Jajaja... Tienes razón, Ramón.

-Pues entonces, estamos de acuerdo. Déjame prepararlo todo. Haré la propuesta oficial a la hermandad y fijaremos una fecha para la ceremonia de iniciación.

-¿Se tardará mucho?

-¿Tan ansioso estás de ver a tu zorra arrodillada y tragando polla tras polla?

-De eso y de poder follarme a todas esas zorras cuando quiera.

-Bueno, generalmente depende de la disponibilidad de los demás miembros. Necesitamos un quórum mínimo. Una semana, más o menos.

-Ah, perfecto.

-Oye, se me ha ocurrido algo mientras esperamos.

Ramón le contó su idea, que involucraba a sus dos zorras. A Ignacio le pareció morbosa y excitante. Tanto que se le puso la polla dura con sólo imaginarlo.

-Y ahora, para ir abriendo boca... ¿Qué te parece si nos follamos a la zorra de mi secretaria?

-Joder, sí.

Ramón pulsó el interfono.

-Leticia, entra un momento.

-Enseguida, Don Ramón.

Leticia entró y vio a dos hombres de pie, mirándola como lobos hambrientos. Cerró la puerta y empezó a acercarse a ellos. El coño se le empezó a mojar.

-Usted dirá, Don Ramón - dijo cuando estuvo frente a ellos.

-Hora de comer polla, zorra.

Con lentitud, alternando la vista entre los dos hombre, Leticia se arrodilló entre ellos. Llevó una mano a cada polla y empezó a sobarlas sobre el pantalón. Ellos miraban.

-Dentro de poco Ignacio pertenecerá a la hermandad - comentó Ramón.

Ella miró a Ignacio y sonrió. Le bajó la cremallera y le sacó la polla.

-Estaré encantada de servirle siempre que lo desee.

-Calla y chupa, zorra - respondió Ignacio cogiéndola de la cabeza y acercándola a su dura polla.

Leticia chupó la verga que le metieron en la boca al tiempo que bajaba la cremallera de la otra. Expertamente, la sacó y la pajeó con la mano, sin dejar de mamar

Ramón se acercó más y empezó a tratar de meter también su polla en la boca de la zorra.

-Hey, a mí también, puta. Que soy el jefe.

Leticia cambió de polla. Giró la cabeza para que Ramón le follara la boca mientras ella pajeaba y se pasaba por la cara la de Ignacio.

-Júntalas las dos, putita.

Obediente, Juntó las dos pollas por la punta y con la lengua lamió los dos capullos. A ellos no les importó que sus pollas se rozaran la una a la otra. Después, por turnos, le follaron la boca. Cada uno la cogió con fuerza por el pelo y le movían la cabeza.

El coño de la mujer casi goteaba sobre el suelo de lo cachonda que estaba. Le encantaba sentirse así, usada por aquellos dos machos. Eres sólo un objeto de placer.

Le siguieron follando la boca un rato más, hasta que Ramón le soltó el pelo y le sacó la polla de la boca.

-Si me la sigue mamando así le lleno la boca de leche. Vamos a darle caña a esta putita de verdad. ¿Coño o culo? - le preguntó a Ignacio.

-Jeje, elija Vd. primero, jefe.

-Vaya, harás carrera en la empresa. Eres un gran lameculos. Jajajaja ¿Quieres lamerme el culo?

-Jajajaja. Va a ser que no.

Ramón se puso serio. Miró a Ignacio a los ojos.

-Si te digo que me lamas el culo, me lames el culo.

Ignacio se quedó petrificado. Aquello no entraba en sus planes. Miró a Ramón con cara de cordero degollado. Ramón no pudo más y estalló a reír con ganas.

-Jajajaja. pero que...jajajaja carita has puesto. Jajajaja. ¿Crees que iba a querer que me lamieras el culo teniendo a todas estas zorras deseosas de hacerlo cuando se lo pida?

-Uf, coño, Ramón. Que susto. Creí que lo decías en serio.

-Jajajaja. No hombre. Ahora, que si tú quieres, por mí no hay problema.

-No, gracias.

-Jajajaja, tenías que haber visto la cara que has puesto. Elijo culo.

-¿Qué?

-Que le voy a dar por el culo a la zorrita esta. Tú llénale el coño.

La hicieron levantar. Ramón le agachó, le metió las manos por debajo de la falda y se sacó las bragas. Leticia se mordía el labio. Los pezones le dolían de lo duros que estaban.

Los hombres se quitaron los pantalones y los calzoncillos. Ignacio se sentó en el sofá, con la polla apuntando al techo.

-Ven aquí, zorra. Vamos a dar un paseíto a caballo. Pero quítate esa falda.

La mujer se quitó la falda, que cayó al suelo. Se acercó a donde estaba sentado Ignacio. Se arrodilló con las piernas a cada lado y se fue sentando. La polla se clavó en su coño como si fuese un cuchillo al rojo en mantequilla.

-Aggggggggg - gimió, poniendo los ojos en blanco.

Ramón, sin esperar un segundo más, se acercó, polla en mano, por atrás. Le empujó hacia adelante, sobre Ignacio, apoyó la polla en su tentador ano y empezó a clavarle la polla.

-Ahora vas a saber lo que es que te follen, zorra.

Leticia se sintió llena de polla. El coño y el culo bien repletos. Los dos hombres empezaron, acompasadamente a follarla. Uno entraba en su coño mientras el otro salía de su culo. Cada uno podía sentir la polla del otro a través de la fina pared que los separaba.

Tirando de su pelo hacia él, Ramón le clavó la polla hasta el fondo del culo.

-¿Te gusta, zorra?

-Ummm sí...no dejen...de....follarme....

-No te preocupes, que no pararemos hasta llenarte de leche caliente.

Se la siguieron follando a la vez. Leticia sintió que su cuerpo se iba a romper en mil pedazos. Se empezó a tensar y estalló en un fuerte orgasmo que la hizo gritar de placer. Los dos hombres sintieron en sus pollas los espasmos que atravesaban a la mujer.

No dejaron de follarla, de clavarles sus pollas una y otra vez, hasta que Leticia se volvió a correr, retorciéndose de placer.

-Cómo se corre la puta. Le gusta más una polla que a un tonto un lápiz.

-Oye Ramón, que yo también quiero darle por el culo a la zorrita esta.

-Te di la oportunidad de escoger y no quisiste. No pienso dejar de follarle el culo hasta llenárselo de leche.

-Acaparador.

-Jajaja.

Ignacio levantó un poco a Leticia y le sacó la polla del coño. La llevó hacia atrás, hasta que la punta chocó con la polla de Ramón, que entraba y salía del culito de la chica.

-Hey, ¿Qué haces? - preguntó Ramón.

-Voy a darle por el culo a la putita.

-Coño, espera a que yo termine.

-No. Ya.

Trató de meterle la polla, pero no atinaba. Entonces, Ramón le sacó la polla del culo a la mujer, que al verse vacía de polla se quejó.

-No...no...sigan follándome.

-Espera, zorra.

Al estar libre de la polla de Ramón, Ignacio pudo apretar la suya contra el culo de Leticia. Ella, al sentir la presión, se echó hacia atrás y se clavó la polla hasta el fondo.

-Ummmmmm fóllame...fóllame.

Ramón la sujetó con la mano izquierda, para que no se moviera. Acercó su polla al penetrado ano. Presionó, con fuerza. Cuando Ignacio sintió la polla de Ramón contra la suya, protestó.

-¿Qué haces?

-Ya te dije que no pensaba dejar de darle por el culo a la zorra. Tenga o no otra polla enterrada en él.

Presionó y presionó hasta que la punta de su polla venció la resistencia. Y entonces, una segunda polla se clavó, lentamente, en el culo de Leticia.

La chica estaba quieta, inmóvil. Apenas podía respirar. A lo largo de su vida le habían clavado en el culo pollas de todos los tamaños y colores, pero nunca nada comparable a dos duras pollas. Le dolía, pero cuando sintió a Ramón hacer tope con sus nalgas, se corrió, con uno de los orgasmos más intensos de su vida.

-Mira con lo gusta a la zorra que le den por el culo. Seguro que nunca lo había tenido lleno de tanta carne- dijo Ramón, empezando de nuevo a encularla.

Ahora las dos pollas se deslizaban dentro y fuera del abierto culito, y se frotaban una contra otra. Ramón aceleró sus embestidas, sintiendo cerca su corrida.

-Te voy a llenar el culito de leche, zorra. Toma polla...toma polla...

La agarró del pelo con fuerza y le clavó la polla. Se empezó a correr entre gemidos y gruñidos de placer. Ignacio pudo sentir cada disparo de leche contra su propia polla. Eran como latidos de un corazón.

-Agggggg ya te dije...que no pararía de follarme a esta puta hasta que no le llenara el culo de leche.

-Cabrón, y de paso mi polla, ¿No?

-Jajaja. Se sienteeee.

Ramón sacó su polla lentamente del ahora dilatado culo de Leticia. Ignacio la agarró por las caderas y empezó a follarla, en busca de su propio orgasmo.

En pocos minutos, tras una nueva corrida de la chica, una segunda ración de caliente y espeso semen se mezcló dentro de ella con el depositado por Ramón.

Casi sin fuerzas, Leticia descabalgó de Ignacio y quedó medio echada en el sofá. El culo le ardía, pero lo había gozado de principio a fin.

-Hey, zorra. Que falta algo - espetó Ignacio.

-Oh, perdón.

Como pudo se arrodilló delante de los dos hombres y como toda zorra debe hacer, les lamió las pollas para dejarlas bien limpias.

Después la dejaron marchar.

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-Cree que será dentro de una semana o así - le dijo más tarde por teléfono Ignacio a su mujer.

-Lo deseas, ¿Verdad?

-Sí, la verdad es que sí. Pero si tú no quieres, no lo haremos.

-Uf, mi amor. Pero si tengo el coño chorreando sólo de pensarlo.

-Eso es porque no eres más que una zorra. ¿Sabes lo que acabo de hacer?

-No, dime.

-Me acabo de follar a la secretaria de Ramón. Bueno, nos la follamos los dos a la vez.

Fátima puso el manos libres. Una mano se metió por dentro de las bragas y la otra empezó a pellizcar sus duros pezones.

-Ummmm, ¿Sí? ¿Los dos a la vez?

-Sí, zorrita. Los dos a la vez. Yo por el coño y Ramón por el culo. Uf, esa putita tiene un culo precioso. No veas cómo se corría, pidiendo más polla.

-Eso es porque no tenía otra polla en la boca para tapársela.   -Jajajaja. Me estás dando ideas, zorra.

-Agggggg mi amor... Mi cabeza no para de tener fantasías. El saber que tantos hombres harán de mí lo que deseen me tiene loquita.

-¿Te están haciendo una paja, cochina?

-Ummm sí. Imaginándome como os follasteis a esa zorra. ¿Es guapa?

-Sí, mucho. Bueno, todas las zorras de la hermandad lo son.

-¿Estaré a la altura?

-¿Pero qué dices? Claro que lo estarás. Eres preciosa. Desde que te vio Ramón me está insistiendo para que entráramos.

-Sigue contándome como te follaste a la secretaria.

-Pues estuvimos un rato follándola los dos a la vez. y entonces quise cambiar.

-Ujummmm...

Dos dedos entraron en el coño de la excitada mujer. Apretó uno de los pezones hasta que sintió un agradable dolor.

-Pero el muy cabroncete de Ramón no quiso abandonar su culo.

-Qué malo. ¿Y qué hiciste?

-Insistí.

-Agggggg. ¿Y?

-Pues... que le metimos los dos a la vez la polla en el culo.

-Los...agggg.... ¿dos?

-Sí. Le dimos por el culo a la vez. Nos rozábamos las pollas el uno al otro dentro de su culo. Cuando Ramón se corrió me bañó la polla con su leche, y después yo mezclé la mía dentro del culo de la zorra.

Fátima no dijo nada. No podía. Se estaba corriendo en el sofá. Ignacio la oía respirar entrecortadamente.

-Eso es, zorra. Córrete como una perra imaginando como tu hombre le llenó el culo de leche a otra zorra.

-Aggggg sí...sí...síiiiii.

Ignacio esperó a que ella dejara de correrse.

-Tengo la polla dura otra vez. No sé. Quizás la llame para que me haga una buena mamada. ¿Tú qué dices?

-¿Me dejarás oír cómo te la mama?

-Podrías incluso verlo por skype. Verías a esa puta arrodillada debajo de mi mesa, mirando a la cámara mientras me come la polla. Y verías como me corro en su cara, como recojo mi leche con los dedos y se la llevo a la boca para que se lo trague todo.

-Hazlo. Quiero verlo. Quiero ver cómo te follas a otra mujer. Quiero ver tu polla clavada en su coño. Joder. me voy a correr otra vez.

Nuevos gemidos y quejidos de placer anunciaron el nuevo orgasmo de Fátima.

-Es una lástima, pero no puedo - dijo Ignacio.

-¿Por qué no?

-Aún no pertenezco a la hermandad. Sólo me puedo follar a las zorras que Ramón me permite. Pero dentro de un semana, ella y muchas más serán mías.

-Y yo de todos ellos.

-Así es zorra. Bueno, voy a seguir trabajando un poco. Ah, esta noche tenemos invitados a cenar. Dos personas.

-¿Quiénes son?

-Ramón y su mujer. No prepares nada muy pesado. El plato principal es...zorra.

-Ummmmmm

-Hasta luego.

-Chao, mi amor.

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El resto del día Fátima estuvo nerviosa. Se preguntaba que placeres le traería la noche. Quería quedar bien ante el jefe de su marido. Y ante su mujer. En todos los sentidos. Como su marido le dijo, preparó para cenar algo ligero, pero exquisito. No reparó en gastos.

Cuando Ignacio llegó a casa, le pidió que la ayudara a elegir un vestido. Él eligió un blanco, precioso, que resaltaba su bella figura.

-No te pongas bragas.

-Vale - respondió, sintiendo un estremecimiento. - ¿A qué hora vendrán?

-Sobre las nueve.

-Coño. Pero si aún tengo que ducharme y arreglarme.

-Estás preciosa.

-Calla - dijo saliendo corriendo en dirección al baño.

Ignacio se cambió de ropa y se fue al salón a tomarse una copa. Sobre las nueve menos cuarto apareció Fátima. Estaba preciosa.

-Wow, mi amor. Pero qué guapa estás.

-Gracias.

-Ven aquí.

Fátima se acercó e Ignacia la abrazó, besándola con pasión. Él llevó una mano por debajo del fino vestido y la llevó hasta el coño de su mujer. Como le había pedido, iba sin bragas. Le pasó un dedo a lo largo de la rajita.

-Estás mojadita. ¿Es por la ducha o porque estás cachonda?

-Ummm, por las dos cosas.

-Zorra.

Ella llevó una mano hasta la polla.

-Tú también estás cachondo - dijo, recorriendo la dureza con los dedos.

Se besaron y se metieron mano unos minutos. Ambos jadeaban de placer. El timbre de la puerta los hizo parar.

Fueron ambos a abrir. Tras la puerta, Ramón y su bella esposa sonreían.

-Buenas noches - saludó Ramón.

-Buenas noches, Ramón. Buenas noches, Alba. Pasen.

Ramón se dirigió a Fátima. Le cogió la mano y se la besó, galante.

-Estás preciosa, Fátima. ¿Recuerdas a mi mujer?

-Claro.

Fátima se acercó a Alba y le dio un beso en la mejilla, a modo de saludo.

-Encantada de volver a verte, Alba.

-Hey - dijo Ramón - Así no se besan las zorras. Alba, muéstrale como se besan las zorras.

Mirándola a los ojos, seria, Alba se acercó y la besó en la boca. Primero sólo juntando los labios, pero después abrió la boca y metió su lengua dentro. Fátima tardó en reaccionar, pero al final buscó con su lengua la lengua de la otra mujer. Sintió un agradable escalofrío recorrer sus espalda. Era la primera vez en su vida que besaba así a una mujer.

-Así está mejor - aprobó Ramón.

-Pasemos al salón. ¿Unas copas? - ofreció el anfitrión.

Los dos hombres pasaron primeros, seguidos de las dos mujeres. Alba le preguntó, en voz baja, algo a Fátima.

-Me ha dicho Ramón que vais a entrar en la hermandad.

-Sí.

-No te arrepentirás. Lo vas a pasar muy bien, sobre todo al principio. Todos los miembros querrán probar a la nueva zorra. Tu marido se pasará el tiempo follándose a todas las zorras que pueda y no tendrá fuerzas para ti, pero pollas no te van a faltar.

Ignacio sirvió unas copas para todos y empezaron a beber.

-Oye, Ignacio. ¿Está tu zorra lista? - preguntó Ramón.

-Compruébalo tú mismo - respondió Ignacio.

Ramón se acercó a Fátima y llevó su mano bajo el vestido. La subió hasta su coño y lo acarició.

-Sí, lista - dijo Ramón

-¿Y la tuya?

-La mía siempre está lista.

-¿A ver?

Ignacio se acercó a Alba y repitió con ella la operación que Ramón hizo con su mujer. Metió la mano por debajo de su traje y buscó su coño. No llevaba bragas. Empezó a acariciarlo. Ella le miraba a los ojos. Tenía el coño totalmente depilado.

-Sí, también está lista.

Empezaron los dos a masturbar a la mujer del otro. Frotaron sus clítoris y penetraron sus vaginas con los dedos. Los dos coños se mojaron con rapidez. Alba miraba fijamente a los ojos de Fátima, que gemía bajo las caricias de su marido.

Ramón sacó su mano. Sus dedos estaban húmedos. Hizo un gesto y Alba se acercó y los chupó. Mirando a los ojos de Fátima.

-Siéntate, Ignacio. Disfruta de la visión de dos zorras complaciendo a un miembro de la hermandad - dijo Ramón.

El gran jefe cogió a Fátima, la atrajo hacia él y empezó a besarla con pasión, comiéndole la boca. Alba, sin necesidad de que le dijeran nada, se arrodilló delante de su marido y llevó sus manos a la bragueta. La bajó, metió una mano y sacó la dura polla. Con la otra, sacó también los huevos. Acercó su boca y empezó a besar. A lamer. A mamar. Ignacio se acarició la polla sobre el pantalón mirando la escena.

-Ayuda a la zorra, putita - le ordenó Ramón a Fátima.

La mujer, obediente, se arrodilló junto a la otra. Se miraron. Alba se sacó la polla de la boca y se la ofreció a Fátima. Se acercó y se la metió en la boca. Alba recorrió el tronco de la polla hasta lo huevos de su marido.

Ignacio alucinaba con aquella soberbia mamada a dos bocas. La polla iba de una boca a la otra. Cuando una mamaba, la otra lamía. A veces las dos bocas coincidían en la punta y las dos lenguas luchaban por lamer la púrpura cabeza. Ramón, con las manos cruzadas a la espalda, disfrutaba mirando a las dos zorras.

-Ummm, Ignacio. Esto es lo que yo llamo una buena mamada. Mira como se pelean por mi polla las dos putitas.

-Uf, estoy que reviento, Ramón.

-Esto sólo puede ser superado de una manera, amigo.

-¿Cuál?

-Que una tercera zorrita te coma el culo a la vez. Pruébalo cuando seas miembro.

-Joder. Claro que lo probaré.

-Sácate la polla, hombre. Hasta una buena paja mirando a estas dos zorras comerse mi polla. Pero no te corras, cabroncete. Espera tu turno.

La intensidad de la doble mamada fue en aumento, así como los gemidos del afortunado macho.

-Agggg eso es, zorritas. No dejen de mamar. Estoy a punto de darles su premio.

Fátima tenía media polla en la boca y mamaba con fuerza. Alba chupaba los huevos. Se los metía uno a uno en la boca. Ramón empezó a tensarse. Su cuerpo se fue poniendo rígido señal de que se iba a correr. Entonces, con rapidez, Alba sacó la polla de la boca de Fátima y la metió en la suya. Ramón empezó a correrse a borbotones, llenando con chorro tras chorro de caliente y espero semen la boca de su mujer.

Alba no tragó. Retuvo toda la corrida en la boca. Cuando la polla dejó de soltar su leche, retiró la boca, apretando los labios para sacar hasta la última gota. Miró a su marido. Miró a Ignacio. Abrió la boca y les enseñó a todos lo llena de semen que la tenía.

-Ha sido una buena corrida, sí señor - dijo, triunfante Ramón.

Cogió por el pelo a Fátima y la hizo levantar la cabeza.

-Abre la boca, puta.

Fátima obedeció. Alba se acercó, puso su boca sobre la abierta boca de la otra mujer y abrió la suya. La corrida de su marido empezó a fluir, a caer dentro de la boca de Fátima

-No te lo tragues. Mantenlo dentro - ordenó Ramón.

Cuando la última gota cayó, Ramón giró la cabeza de Fátima hacia Ignacio, para que éste viera su boca llena de leche.

-Me encanta hacer jugar a las zorras. Ahora ya puedan compartirlo.

Alba se abalanzó sobre Fátima. La besó, con la boca abierta. Metió su lengua y busco con ahínco el semen que llenaba su boca. Las dos mujeres se besaron, compartieron el preciado néctar. Alba tragó parte. El resto, Fátima. Siguieron besándose, lamiéndose. El olor a semen las embriagaba. Ignacio ya no pudo seguir mirando sin participar. Se levantó y se acercó a aquellas dos preciosas zorras.

-No se peleen. Que aquí hay más - les dijo poniendo su polla al alcance de las dos bocas.

Ahora fue Ramón el que se deleitó con la doble mamada que recibía Ignacio. Éste acariciaba con aprobación el cabello de las dos mujeres y se afanaban en complacerlo. Si una boca de mujer puede hacer derretir a un hombre de placer, dos bocas expertas, a la vez, lo pueden llevar al edén.

Ignacio no pudo resistir tanto placer y se corrió abundantemente contra aquellas dos preciosas caras, que recibieron la descarga con los ojos cerrados, sumisas. Se quedó unos segundos mirándolas. Estaban preciosas. Preciosos vestidos. Maquilladas, enjoyadas. Y con las caras cubiertas de su leche. Su polla seguía dando golpecitos en el aire. Se la cogió y le dio un golpecito en la frente a su mujer.

-Bien hecho, zorrita.

Repitió lo mismo con la frente de Alba.

-Ahora, límpiense la carita.

Los dos hombres se sentaron en el sofá y disfrutaron del espectáculo de ver a las dos mujeres, arrodilladas, lamiéndose la una a la otra. Recogiendo de la cara de su compañera la leche y besándose para compartirla. En poco tiempo, quedaron sin rastro de semen.

Alba siguió besando a Fátima. Llevó sus manos a sus tetas y empezó a acariciarlas. Fátima se dejaba besar, acariciar. Estaba muy excitada. Aquellos besos, aquellas caricias tan especiales la tenían encendida.

-¿Tu zorrita alguna vez lo ha hecho con otra mujer? - preguntó Ramón.

-Creo que no.

Alba oyó lo que los hombres decían

-¿Es así? ¿Nunca lo has hecho con una mujer? - le preguntó a Fátima.

-No... nunca.

Alba se acercó a su oreja y le susurró.

-No sabes lo que es que te coman el coño hasta que no te lo come una mujer.

Alba se levantó y ayudó a levantar a Fátima. Se acercaron al sofá. Ramón que sabía lo que su mujer se proponía, le dijo a Ignacio que dejara hueco, rodándose hacia un lado. Ignacio se rodó hacia el otro, dejando entre ellos  un sitio en donde Alba hizo sentar a Fátima.

Entonces, Ramón le cogió a Fátima la pierna que estaba a su lado y la puso sobre sus propios muslos. Ignacio hizo lo mismo con la otra pierna, dejando a Fátima expuesta, abierta de piernas. El traje se le subió.

Sin apartar los ojos de Fátima, Alba se fue arrodillando. Puso sus manos en los muslos de la excitada mujer. Acarició su suave piel. Las fue bajando lentamente hasta llegar al precioso coño.

-Ummmmm que cosita más linda - susurró Alba acercando su boca.

Fátima se quedó sin respiración cuando vio como la lengua estaba a punto de lamerla. Y cuando por fin la sintió de abajo a arriba a lo largo de su coño, se estremeció sobre el sofá.

-Agggggggg - gimió, dejando escapar el aire de sus pulmones

Alba empezó a comerle el coño con exasperante lentitud. Sabía exactamente dónde y cuándo lamer. Cómo chupar, cómo sorber. Fátima se retorcía de placer.

Tanto Ignacio como Ramón miraban como la lengua de Alba recorría una y otra vez el coño de Fátima. Sus pollas seguían asomando por sus braguetas, y casi al unísono, cogieron cada uno una mano de Fátima y las llevaron a su pollas.

Ella las apretó con fuerza, empezando a pajearlas a la vez. No tardó en correrse contra la maravillosa boca de Alba. Los hombres vieron como los jugos de aquel coño mojaban la cara de la mamadora. Alba siguió lamiendo. Fátima seguía gozando.

-Dios..mío...que....placer...aggggggg

-¿Te gusta cómo te come el coño mi mujer, eh, zorrita?

-Sí...es...maravilloso.

Alba juntó dos dedos y mientras con sus labios sorbía el clítoris, los enterró en el coño de Fátima, que se arqueó sobre el sofá y volvió a correrse, gritando como posesa. Sus gritos fueron apagados por la boca de su marido.

Alba volvió a tragase los jugos de aquel rico coño. Pero no dejó de lamer hasta que a los pocos minutos un nuevo orgasmo atravesó el cuerpo de Fátima. Y dejó de lamer porque Ramón se lo dijo.

-Bueno, zorra. Deja ya de comerte ese coño. Déjanos ver que tal lame la otra putita.

Cuando Alba separó su cara del coño de Fátima, la tenía llena de jugos, brillante. Fátima la miraba con la mirada ida. No tenía fuerzas para moverse. En sus manos tenía aún las dos pollas.

-Venga zorra - dijo Ignacio - Quiero ver cómo le comes el coño.

Haciendo un gran esfuerzo, Fátima se levantó. Alba la ayudó a levantarse y la besó con pasión. La boca de Fátima se llenó se su propio sabor.

Alba se sentó en donde había estado la otra zorra. Ella misma subió las piernas sobre los dos hombres y ella misma llevó sus manos hacia las dos duras pollas. Fátima miraba aquel delicado coño, completamente depilado. Se lo veía mojado, con los labios hinchados, abiertos. Se arrodilló.

Acercó su boca.

Olió. Un fuerte olor a coño. Parecido y a la vez distinto al suyo.

Sacó la lengua. Lamió. Volvió a lamer. Y chupó, sorbió. Lo hizo como le gustaría a ella que se lo hicieran. Justo como lo había hecho Alba antes con ella. Y Alba empezó a gemir, a mecer las caderas, a pajear las pollas.

-¿Has visto, Ignacio? Tu zorrita parece que lleva toda la vida comiendo coños. Mira como hace gozar a mi zorra.

Alba gemía cada vez más fuerte. La lengua de Fátima recorría de arriba a abajo la raja de su coño. Se movía alrededor de su clítoris y después lo atrapaba entre los labios. Le daba toquecitos con la lengua.

No era la primera vez que Fátima probaba el sabor del sexo de una mujer. Desde jovencita, cuando se masturbaba, muchas veces llevada sus dedos a su boca y los chupaba. Más tarde, muchas veces su marido después de comerle el coño la besaba. Pero siempre había sido el sabor del suyo. Y diluido en sus dedos y en otras bocas. Ahora se estaba llenando del sabor de otro coño. De su olor. Y directamente de la fuente. Imitó a Alba y le empezó a follar con dos dedos al mismo tiempo que sorbía su prominente clítoris.

Cuando consiguió que Alba se corriera gritando contra su boca se sintió feliz. Le dio besitos en las ingles, tiernos. Y cuando vio como del coño salía un hilillo de flujo, lo recogió con su lengua.

-Oye Ramón. ¿Nos follamos a estas zorras ahora o cenamos primero?

-Coño, pues la verdad es que me muero de hambre.

-Pues vamos a cenar. Nos las follamos como postre.

-Jajaja. De acuerdo.

Se levantaron los cuatro y se fueron al comedor en donde la mesa estaba ya preparada. Los hombres tomaron asiento y Fátima fue a la cocina a buscar el primer plato.

-Te acompaño - dijo Alba.

Una vez en la cocina, Alba se acercó a Fátima y la besó.

-Me ha gustado mucho comerte el coño, Fátima.

-Uf. te aseguro que fue la mejor comida de coño de mi vida. A mí... también me gustó comértelo a ti.

Alba le sonrió y la volvió a besar.

-Vamos a cenar - dijo Fátima cogiendo una fuente que contenía humeante sopa.

Cuando volvieron al salón, los dos hombres las esperaban. Se habían quitado toda la ropa excepto las camisas. Estaban sentados a la mesa. Sus pollas apuntaban al techo. A los pies de cada uno de ellos, había un cojín.

Alba enseguida supo cual era su cometido. Se acercó hasta donde estaba sentado Ignacio, se arrodilló sobre el cojín, se agachó y se metió la polla en la boca.

-Sirve bien de sopa, zorra - le dijo Ignacio a su mujer - que es para dos.

Fátima, mirando cómo Alba le comía lentamente la polla a su marido, sirvió en el plato de éste una buena ración de sopa. Luego, hizo lo mismo en el plato de Ramón. Cuando iba a servir en el plato de Alba, Ramón la paró.

-No. A ella ya le darán. Ven, arrodíllate y chúpame la polla.

Obedeció. Se arrodilló sobre el cojín y empezó a chuparle la polla a Ramón. Tal como estaban colocadas, ambas podían ver como la otra le chupaba la polla a su marido. Fátima veía como Alba le enroscaba la lengua alrededor de la polla a Ignacio, como le chupaba la punta y como se trababa luego la verga. Lo hacía despacito. Ignacio, tomándose una cucharada de sopa, miraba también como le mamaban.

Fátima entendió el juego cuando su marido le dio a Alba la siguiente cucharada de sopa. Sacándose la polla de la boca, recibió el caliente líquido y lo tragó. Seguidamente, volvió a meterse la polla y siguió chupando.

-Agggggg joder, que rico. Tenías razón, Ramón. Con la boca caliente por la sopa de más gustito

-Te lo dije.

Ramón se tomó un par de cucharadas de sopa y después de dio una a Fátima. Ella, después de tragársela, se metió la polla en la boca otra vez.

-Ummmm sí - gimió el hombre de placer. - Y además la sopa está riquísima.

-Mi zorra es una cocinera de primera.

Cada hombre se tomaba un par de cucharadas de sopa mientras las mujeres chupan lenta y sensualmente. Después les deban a ellas un par de cucharadas antes de volver a meterles la polla en la boca. Sólo se oían risas y gemidos.

El primero en acabarse la sopa fue Ramón.

-Estupendo, Fátima. Te felicito por esta exquisita sopa.

-Gracias - agradeció la mujer sacándose la polla de la boca.

-Ven, zorra.

Le tendió una mano y la hizo levantar.

-Mira, Ignacio, le voy a meter la polla en el culito a tu mujer.

Fátima se estremeció. Se dejó guiar por Ramón, que le hizo dar la vuelta, poniéndola de cara hacia Ignacio y Alba. Le levantó la falda y la hizo sentar sobre él.

-Clávatela, putita.

Ella cogió la dura polla, la llevó hasta su ano, la apoyó y empezó a dejarse caer. Su cara reflejó una mueca de dolor cuando la polla venció la resistencia del esfínter y empezó a meterse en su apretado culito. Ramón la empujó hacia abajo por sus caderas y le enterró el resto de la polla.

-Agggggggggg gimió Fátima, cerrando los ojos y levantando la cabeza.

-Eso es, zorra. Siente tu culo lleno de polla. Díselo a tu marido. Dile que tienes el culo lleno de polla.

Fátima abrió los ojos y miró a Ignacio, que no les quitaba ojo de encima.

-Mi amor...Tengo..ummmm el culo lleno de polla. De la polla....agggg...de tu jefe.

-Zorra - gritó Ignacio - Te gusta que te den por el culo mientras yo miro, ¿Verdad?

-Sí, sí...soy...tan..zorra....me excita que me veas así...Siendo una..puta.

Ramón la cogió por las piernas y se las levantó. Ahora, tanto Ignacio como Alba pudieron ver el abierto coño de Fátima, mojado, hinchado, y un poco más abajo, la base de la polla de Ramón. El resto de la dura estaba dentro.

-Joder, Fátima. Pero si estás chorreando- dijo Ignacio. Tú, zorra, sécale el coño a mi zorra.

Alba se acercó a 4 patas hasta las abiertas piernas de Fátima. Sin más, acercó su boca al coño y empezó a comérselo. Fátima se tensó y apretó aún más la dura polla que tenía clavada.

Empezó a gemir, a retorcerse de placer. La sabia lengua, los hábiles labios de Alba, y la polla que dilataba su culo fueron demasiados estímulos para Fátima, que empezó a correrse. Los espasmos de su cuerpo, de sus músculos, los notaba Ramón alrededor de su polla.

Cuando Fátima terminó de correrse, Alba la siguió lamiendo despacito. También le chupó los huevos a su marido, que habían quedado llenos de los jugos de la mujer.

Tirando hacia arriba de ella, Ramón la hizo poner de pie. En cuando la polla salió de su culo, Alba se la metió en la boca y la lamió para dejarla limpia.

-Ignacio, no sabes cómo se estremecía tu zorra al correrse. Casi me hace correr a mí.

-Sí, cuando se corre tiembla de pies a cabeza. Ahora mira tú como le doy por el culo a tu zorra.

-Toda tuya, amigo.

Ignacio repitió la operación con Alba. La hizo sentar sobre él, cara a Fátima y Ramón y clavarse su polla. Pero no se limitó a dejársela clavada. Obligó a la mujer a subir y bajar sobre él, clavándole y desclavándole la polla bien a fondo en su culo.

Una de la veces, se la sacó.

-Chúpame la polla, Fátima.

Obedeciendo, su mujer se acercó , se arrodilló entre las piernas y le limpió la polla.

-Bien, así se hace, zorra. Ahora, clávasela a la zorra de mi jefe.

Alba se levantó un poco. Fátima cogió la polla con una mano, la dirigió hasta el ano de Alba y ésta se sentó, metiéndosela toda. Su gemido de placer fue largo.

Fátima acercó su boca al coño de Alba, y mientras ella cabalgaba sobre la polla de Ignacio, la empezó a lamer, a chupar.

Tampoco Alba pudo resistir tanto placer y se corrió, apretando los ojos, los puños. los dientes. Antes de correrse Ignacio, le sacó la polla y se la dio a su mujer para que la limpiara.

-Ramón, tu zorra también se corre a gusto cuando le dan por el culo, ¿Eh?

-Una buena zorra se corre cuando le dan polla, sea como sea.

-Jajaja. Tienes razón. Bueno, vayamos a por el segundo plato.

Alba volvió a acompañar a Fátima a la cocina a por el segundo plato. Había preparado pasta con atún y tomate. Esta vez, Fátima les sirvió a los hombres dos generosos platos y después se arrodilló y empezó a mamar la polla de Ramón. Alba hizo lo mismo con la Ignacio.

Y así comieron los cuatro la pasta. Ellos le daban a las mujeres con el tenedor y ellas, sacándose las pollas de las boca, los comían y después siguieron mamando. Ignacio hizo parar un par de veces a Alba cuando sintió que se iba a correr. No quería hacerlo aún.

Terminado el segundo plato, que también recibió alabanzas por lo gustoso que estaba, Fátima se levantó para ir a por el postre.

-No, zorra - dijo Ignacio - el postre lo ponemos nosotros. Sorbete de crema.

Levantaron a las mujeres y las llevaron al dormitorio.

-Haz los honores, Ramón.

-Gracias Ignacio.

Ramón cogió por el brazo a Fátima, la llevó a la cama y la tiró sobre ella. Se abalanzó sobre la mujer, le abrió las piernas y le metió la polla de un sólo golpe en el coño. Empezó a follarla salvajemente. Ahora no buscaba el placer de ella. Sólo el suyo propio. Le estuvo dando tremendos pollazos y no se retuvo cuando sintió como se empezaba a tensar. Cómo el placer nacía de lo más profundo de su ser y se concentraba en su polla. Arreció las embestidas hasta que estalló. Se corrió fuerte y abundantemente contra el fondo del coño de Fátima y , después del segundo chorro, sacó su polla hasta dejar sólo la punta dentro. Gimiendo, terminó de llenar aquel cálido lugar con una buena ración de leche caliente.

Agotado, se giró hacia un lado.

-Bueno, zorra - le dijo Ignacio a Alba - ahí tienes tu sorbete.

Alba se acercó a Fátima, se arrodilló entre sus piernas y empezó a comerle el coño. Coño que ahora rebosaba de leche de macho. Lo abrió con los dedos y vio como salía un reguerito de semen. Lo lamió y lo degustó. Fátima gimió de placer.

Fue una lenta comida de coño, que provocó dos intensos orgasmos a la mujer. Con cada uno de ellos, del coño salía una mezcla de semen y flujos vaginales que Alba devoraba con placer.

-Bien, veo que te gusta el postre, zorra. Ahora vamos a preparar el de mi mujer.

Alba se acostó al lado de Fátima. Abrió las piernas y en un instante, fue penetrada por Ignacio, que se la folló también con fuerza. Alba giró la cabeza hacia en donde estaba Fátima. Las dos mujeres se miraron a los ojos. Los de Fátima se entrecerraban con cada pollazo que recibía.

-Aggggg, Fátima. Le voy a llenar el coño a esta zorra de leche. Mira como me la follo. En tu cama. Mira como me follo a otra mujer en tu cama. Mira como...agggggggggg

Se corrió. Intensamente. Moviendo su polla dentro y fuera del caliente coño, repartiendo su leche. En la cama ya no cabía nadie más, así que se levantó, con la polla mojada y aún con pequeños espasmos del orgasmo.

-Tu postre, zorra - dijo, dirigiéndose a Fátima.

La mujer se acostó entre las piernas de Alba y dirigió su boca hasta el lindo y depilado coño. Empezó a comérselo. El nuevo sabor, mezcla del propio coño y del sabor del semen de su marido, le encantó. Lamió, chupó, sorbió, llenándose la boca de aquel rico manjar.

Alba le apretó la cabeza contra ella y se corrió con ganas, restregándole el coño por la cara, llenándosela de jugos, de leche. Y no la dejó marchar. Fátima siguió chupando y no dejó de hacerlo hasta que volvió a sentir contra su cara una nueva corrida de Alba.

Sólo entonces Alba le soltó la cabeza.

Los hombres se vistieron, dando por terminada la sesión de sexo. Fue entonces cuando Ignacio vio cómo Ramón trató a Alba como a su mujer, a su esposa, no como a una zorra. Volvieron al salón a charlar un rato y después se despidieron.

+++++

Un par de días después, por la mañana, Fátima oyó el timbre de su casa. Fue a abrir la puerta y se encontró con Alba.

-Buenos días, Fátima. ¿Puedo pasar?

-Claro. Pasa.

-Gracias.

La mujer entró y Fátima cerró la puerta. Alba se giró y miró a Fátima a los ojos. Fátima sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. Lentamente, Alba se acercó a ella y pegó su cuerpo al suyo. Sin apartar la mirada, sus labios buscaron los de Fátima.

La besó. Primero sólo juntando sus labios. Después, abriéndolos y metiendo su lengua en la boca de una sorprendida Fátima.

-La hermandad tiene reglas muy estrictas sobre las zorras. Son propiedad de los hombres. Están a su servicio. Cuando ellos quieran y con quien ellos quieran. No podemos follar con ningún hombre que no pertenezca a la hermandad a menos que un miembro lo quiera. Ni siquiera podemos ofrecernos a un miembro. Sólo ellos eligen cómo y cuándo.

Alba abrazó a Fátima. Llevó sus manos a lo largo de su espalda hasta llegar a su culo. Lo acarició y lo sobó, besándola con pasión. Las tetas de una presionadas contras la de la otra. Besó su cuello, lo lamió.

Fátima empezó a gemir. Empezó a mojarse.

-No hay reglas para lo que una zorra haga con otra zorra. En eso somos totalmente libres.

Le cogió una mano y la llevó al dormitorio de Fátima. Recordaba el camino del día anterior.

Allí la desnudó. Fue denudada y se abrazaron y besaron en la cama.

Fue una mañana llena de placer para las dos mujeres.

+++++

-Don Ignacio - sonó la voz de Leticia por el teléfono - Don Ramón desea verlo.

-Enseguida voy.

Subió por las escaleras y se presentó ante la guapa secretaria. Ella lo trató cortésmente.

-Buenos días, Don Ignacio. Don Ramón le espera - le dijo abriéndole la puerta

-Muchas gracias.

Entró, mirando a la hermosa mujer. En pocos días sería suya.

-Ah, hola Ignacio. Pasa.

-Buenos días, Don Ramón.

-Déjate de formalismo, que estamos solos. Bien. Ya tengo confirmados 22 miembros para el sábado por la noche, y uno pendiente de confirmar. La ceremonia será a las nueve de la noche.

-Wow. Estupendo. No veas las ganas que tengo de entrar en la hermandad.

-Jajaja. Tú de lo que te mueres de ganas es de hartarte de follar a todas nuestras zorras.

-Jajaja. También.

-Pues a partir del sábado serán todas tuyas. Y tu mujer nuestra.

-Lo sé.

-Al ser nueva, la principio va a estar muy solicitada. Todos los miembros se la querrán follar. Y la mayoría son tan o más viciosos que yo. Les encantará que mires como se la tiran delante de ti.

-Bueno, yo también me follaré a sus zorras delante de ellos.

-Jajajaja. Te va a encantar la hermandad, Ignacio. ¿Nos follamos a Leticia?

-Uf. desde luego. No veas cómo me ha puesto tu noticia.

Ramón pulsó su interfono.

-Ven zorra.

Leticia se levantó. Desde que Ramón había llamado a Ignacio estaba caliente, con el coño mojado. Sabía que esos dos no tardarían en llamarla para follársela. Cuando entró en el despacho, se los encontró a los dos sentados, con su pollas asomando por las abiertas braguetas. Duras. Listas.

Se arrodilló en el suelo, sobre la mullida moqueta y se acercó gateando sensualmente a los dos hombres. Se puso en medio de los dos y saludó las pollas con su boca. Las lamió y chupó.

-Ummm, eso es, zorra. Cómeme la polla. A partir del sábado serás mía putita. Te follaré cuando me dé la gana.

Leticia miró a los ojos al próximo miembro de la hermandad. Empezó a meterse la polla en la boca. Lentamente, hasta que la sintió llegar al fondo de su boca.

-¿Has visto, Ignacio? Mira como saluda la zorra al nuevo miembro. La muy puta se olvida de mí.

Ramón la cogió por el pelo, tirando de ella. Le sacó la polla de Ignacio de la boca y la llevó a la suya. Empujando hacia abajo, le metió la verga a fondo.

Ignacio aprovechó que Leticia mamaba la polla de Ramón para levantarse y arrodillarse detrás de ella. Le subió la falda, descubriendo el soberbio culo de la mujer. Iba sin bragas. Se escupió en los dedos, lubricó un poco el ano de la chica y le clavó, sin miramientos toda la polla en el culo.

Ella no pudo gritar. La polla que llenaba su boca se lo impidió. Pero todo su cuerpo se tensó al recibir la dura estocada. Sintió como el hombre agarraba sus caderas y empezaba a sodomizarla con ganas.

-Así, Ignacio. Enséñale a esta putita como folla un hombre de verdad.

-Joder, pero que culo tiene esta zorra. Que culo.

Ignacio aceleró aún más la enculada hasta que no pudo aguantar más y empezó  a correrse en lo más profundo de aquel tentador culo, clavando sus dedos en las caderas de la mujer, que también se corrió intensamente, gimiendo con la boca llena de polla. Resopló de placer. Ramón casi no la dejaba respirar, agarrándola por la cabeza y follándole la boca.

Ignacio sacó su polla del culo de Leticia y se levantó. En ese momento, el cuerpo de Ramón te tensaba. Vio como empujó a la mujer hacia abajo, metiéndole la polla todo lo que pudo en la garganta. Con los ojos cerrados y una expresión de placer reflejada en el rostro, Ramón se corrió.

-Traga puta...traga mi lecheeeeee

El sonido de la garganta al tragarse la copiosa corrida era claramente audible por Ignacio, que miraba como su próximo compañero de hermandad gozaba de la sabia boca de aquella zorra.

Cuando toda la leche descansaba en el estómago de la mujer, Ramón se levantó y se puso de pie junto a Ignacio.

-Ahora, zorra, a limpiar.

Delicadamente, Leticia limpió con su lengua las dos pollas. Luego las metió en los pantalones y subió las braguetas.

-Ya puedes volver a tu mesa.

Leticia se levantó y salió. Antes de sentarse, fue al baño a retocarse un poco el maquillaje. Se volvió a pintar los labios.

Regresó a su mesa y se sentó. Le encantaba la sensación de estar así, sentada en su mesa y con el culito lleno de semen.

+++++

Ignacio regresó a su despacho y lo primero que hizo fue llamar a su mujer.

-Hola zorrita.

-Hola mi amor...Aggggg

-¿Te estás haciendo una paja?

-No...no...ummmmm

-¿Entonces por qué gimes?   -Es que.... -Fátima miró hacia abajo, hacia la mujer que estaba entre sus piernas. - me están....ummmm comiendo el coñito

-¿Cómo? Pero serás puta. Aún no eres una zorra de la hermandad.

-Lo sé...Es Alba.

-Zorras.

-Mi amor... lo hace tan bien. No paro de correrme en su boca. Ella...agggggggggggggg no...paraaaa

Ignacio oyó como su mujer se corría, gimiendo de placer a través del teléfono. A pesar de haberse corrido hacía pocos minutos en el culo de Leticia, imaginar a su mujer corriéndose mientras Alba le comía el coño le puso la polla dura.

-Pues yo le acabo de dar por el culo a la secretaria de Ramón. No ves el precioso culito que tiene.

-Agggg ¿Le diste por el culo a una de las zorras de la hermandad?

-Sí, puta. Le di por el culo y se lo llené de leche mientras ella le comía la polla a Ramón.

-Ummm, que putita. Dos pollas para ella sola.

-Pues prepárate. El sábado por la noche te vas a comer tú solita 22 pollas.

-¿ 22 ? ¿ 22 pollas para mí?

-Sí, 22 pollas para ti. 22 pollas que mamar. 22 pollas que vaciar. 22 corridas que tragar. 23 con la mía.

A la mente de Fátima vinieron las imágenes de los vídeos que Ignacio le había enseñado. La imagen de Alba mamando todas aquellas pollas. Miró hacia abajo. En ese momento, Alba sorbía su clítoris y le daba golpecitos con la punta de la lengua. Iba a ser como ella. Iba a ser una zorra de la hermandad.

Su espalda se separó del sofá. Se arqueó. Cerró los ojos y se corrió tan fuerte, gritando tan alto, que Ignacio tuvo que tapar el auricular con la mano.

-Joder, como te has corrido, puta.

-Ummmm no sé si podré aguantar hasta el sábado. Aún quedan dos días.

-No te preocupes. Esta noche practicaremos.

-¿Qué?

-Ya lo sabrás. Hasta después. En cuanto llegue a casa te voy a encular. Me esperas a cuatro patas en el recibidor. ¿Entendido?

-Sí.

Colgó.

+++++

Ignacio salió del ascensor con la polla dura imaginando lo que había detrás de la puerta. La abrió y allí estaba Fátima. En el suelo, como una perra. Desnuda. El culo en pompa. Y el coño chorreando. Se hacía una lenta paja.

Sin mediar palabra, Ignacio se bajó la cremallera, se sacó la polla y se arrodilló detrás de su zorra. Le abrió el culo con las manos y apuntó con la polla. Empujó y se la metió lentamente a su mujer en su cálido culito, que, aunque no era quizás tan perfecto como el de Leticia, no dejaba de ser un precioso y apretado culito.

La sodomizó a placer, lentamente, metiéndole la polla a fondo y sacándola casi toda. Descargó su mano con fuerza en la nalga derecha.

-Agggggg

-¿Así que esta mañana Alba te comió el coño?

-Sí...me lo estuvo comiendo mucho rato.

La nalga izquierda recibió una nueva nalgada.

-Ummmmmmmmmm

-¿Y tú se lo comiste a ella?

-Sí, sí... Le comí el coño. Se corrió en mi cara, en mi boca. Varias veces. Incluso...

-¿Incluso qué?

-Le...chupé el culito. Se lo lamí mientras le hacía una paja hasta que se corrió.

-Zorra. Puta. Comiéndole el culo a esa zorra. Házmelo a mí.

Le sacó la polla del culo y se puso de pie. Fátima, arrodillada delante de él, le desabrochó los pantalones y se los bajó. Después, hizo lo mismo con los calzoncillos. Ignacio se dio la vuelta, poniéndole el culo delante de a cara.

Fátima besó las nalgas. Las lamió. Su lengua recorrió la raja que las separaba hasta llegar al ano. Con la punta lo tocó.

-Ummm que rico, coño. Sigue.

Ella intensificó la caricia. Lamió y chupó. Ignacio se echó un poco hacia adelante para facilitarle el acceso a su culito. La sensación de la húmeda y caliente lengua era maravillosa.

-Espera. Vamos al sofá.

Se dirigieron al salón. Allí, el se arrodilló en el sofá, con los pies por fuera y puso el culo en pompa. Fátima volvió a llevar su lengua. Ahora el acceso era total. Con una mano cogió la dura polla de su marido y lo pajeó mientras le comía el culo.

-Aggggg, uf...qué cosa más rica. Sigue, zorra, que me encanta.

Fátima intentaba meter la lengua dentro, pero no podía. Estaba demasiado cerrado. Pero lamía y chupaba y sentían a través de la polla el placer que su marido estaba sintiendo.

Placer que aumentaba cada vez más. Ignacio gozaba de aquella íntima caricia. Meneaba las caderas. Gemía de placer.

-A partir de hoy me mas a comer el culito a menudo, zorra. Que placer....Pero si me vas a hacer correr así...Agggggg

Ella, feliz de darle placer a su hombre, intensificó las caricias de la lengua y de la mano. A los pocos minutos los gemidos se hicieron más seguidos, más intensos, señal de la inminente corrida.

Cuando Ignacio notó que llegaba al punto sin retorno, rápidamente se dio la vuelta, se puso en pie, se cogió la polla con una mano y el pelo de Fátima con la otra. Le levantó la cara y se corrió sobre ella. La frente, las mejillas, la nariz y los labios recibieron trallazos de blanco y espeso semen, mientras él miraba embelesado como cubría el bello rostro con su placer.

Soltó la polla sobre los labios. Fátima abrió la boca y chupó la punta de la polla. Sentía en la cara el calor del semen de su marido.

-Que hermosa te ves así, zorra. Vamos a comer, pero no te limpies.

Y así se sentó a la mesa y comió. Con la cara decorada con la leche de su hombre. Fátima era feliz.

+++++

Esa misma noche, después de la cena, Ignacio le dijo a Fátima que se vistiera, que iban a salir.

-Ponte ropa ligera. No hace falta que te pongas bragas ni sujetador. Una faldita y una camisa de tirantes irán bien.

Cuando ella regresó, vestida, Ignacio la miró de arriba a abajo.

-Ummmm, hermosa. Y ya veo que estás cachonda sin saber que vamos a hacer.

Los pezones se le marcaban claramente bajo la camisa. Ignacio se acercó, metió la mano por debajo de la falda y recorrió con sus dedos la raja del coño. Mojado, caliente.

-¿Dónde vamos a ir? - preguntó la excitada mujer.

-A practicar.

No le dijo nada más. Salieron y fueron al garaje, se montaron en el coche y salieron.

Ignacio tenía claro a donde iban. Condujo hasta llegar a uno de los parques de la ciudad. A esas horas de la noche sabía que allí sólo había pandas de jóvenes que iban a beber, a fumar y a follar. Buscó un sitio discreto, solitario, y aparcó bajo una farola. Fátima miraba hacia la oscuridad del parque, sólo rota por alguna que otra farola.

-Espera aquí, zorrita. Voy a buscarte pollas.

A Ignacio no le costó mucho encontrarse con un grupo de jóvenes que estaban fumando. Había como 6 o 7 muchachos y 3 chicas.

-Buenas noches - les dijo.

-Ey, ¿Qué pasa, tío? Somos mayores de edad.  Date el piro.

-Tranquilos. No soy policía.

-¿Qué quieres entonces? No tenemos droga.

-No quiero comprar nada. Vengo a ofrecer.

-Tampoco queremos comprar nada.

Hablaba el que claramente era el líder del grupo. Los demás callaban y miraban.

-Ahí, en el coche, tengo a una preciosa zorra que está muy cachonda. Quiere chupar pollas y que la llenen de leche de macho.

-¿Queeee?

-Lo que has oído. Si vienen conmigo, ella les chupará las pollas a todos - Ignacio miró a una de las chicas - y si queréis, también les comerá el coño a las chicas.

-Tío, estás loco. Como sea una quedada te vamos a moler a palos y te vas a arrepentir.

Ignacio hizo un gesto y movió algo que tenía escondido en su chaqueta.

-Esto va en serio. Si queréis pasar un buen rato, venid conmigo. Pero el que se propase con ella se las verá conmigo.

Volvió a mover lo que tenía escondido. Era una pistola, aunque de plástico. Suficiente para amedrentar a aquellos jóvenes.

El muchacho se levantó. Sólo entonces los demás se pusieron también en pie.

-Joder, Juan, vamos a ver si es verdad. - dijo otro de los chicos.

Ignacio y Juan se miraron a los ojos unos segundos.

-Está bien. Vamos.

Todos empezaron a caminar, excepto un chico y una chica.

-¿Y vosotros no venís?

-Paso tío. No quiero líos.

-Tú te lo pierdes - respondió Ignacio.

Seguido por 6 chicos y dos chicas, Ignacio se dirigió hasta donde estaba Fátima esperando. Ella los vio llegar y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

-Sal del coche, zorra.

Fátima salió del coche y quedó en pie ante aquellos jóvenes. Sintió como la devoraban con los ojos. El coño le latía.

-Como ven, les dije la verdad - dijo Ignacio - Esta hermosa zorra está deseosa de polla. ¿Quién será el primero en dársela?

El muchacho que le había dicho a Juan que viniesen a ver si era verdad se adelantó, sobándose la polla sobre el pantalón.

-Joder, yo. Qué buena está la muy puta - dijo.

-Ey, Rodolfito. Tate quieto. Primero yo - espetó Juan, parándolo

Rodolfo se paró y dejó que Juan se acercara a Fátima. Se encaró con ella.

-Así que quieres chuparnos la polla a todos, ¿Eh, zorra?

-Sí - respondió Fátima.

-Pues empieza.

Ante la asombrada mirada del grupo, Fátima se arrodilló delante del chico, le bajó la bragueta y le sacó la polla. No estaba muy limpia, y olía a sudor. Aún así, Fátima abrió la boca y empezó una sensual mamada mirando fijamente a los ojos de afortunado joven.

-Aggggg joder, que boca tiene la cabrona.

-Dale polla a la puta, Juan - coreó otro compañero.

-Sí, dale una lección a la zorra - añadió otro.

Ignacio observó la escena. Los demás se tocaban sobre el pantalón y dos de ellos se habían sacado ya sus pollas y se pajeaban mirando como su amigo recibía aquella soberbia mamada por parte de la bella mujer. Una de las chicas, agarrada a la cintura de uno de ellos, también animaba.

-Así puta. Sácale toda la leche a Juan. Ya verás que rica.

Juan agarró a Fátima por la cabeza con las dos manos y empezó a follarla, con fuerza, con ganas.

-Agggg le voy a llenar la boca a esta puta...aggg que...mamada...joder....agggg aggggg

Se hizo el silencio cuando Juan empezó a correrse. Chorro tras chorro de caliente leche salió disparado de su polla y se estrelló contra la lengua y el paladar de Fátima. Ella retuvo toda la corrida en la boca, y cuando el chico sacó la polla, le enseñó el resultado al expectante público. Tenía una buena ración se semen en la boca. Movía la lengua, removiendo el amargo y salado contenido bucal. Cerró la boca y tragó.

Volvió a abrir la boca, ahora vacía.

-Ummm más leche. Quiero más leche.

Rodolfo ya se acercaba con la polla en la mano. Se la metió en la boca y se la empezó a follar. En menos de diez segundos ya se estaba corriendo, entre espasmos de placer.

-Jajajaja - rio la chica de antes - No aguantas nada, Rodolfito. Venga, que le dé polla el siguiente

Avergonzado, Rodolfo retiró su polla de la boca de Fátima, que como hiciera con Juan, se tragó hasta la última gota.

El tercer muchacho se puso en su lugar y Fátima se tragó su polla. Ignacio disfrutaba de ver a su zorra comiéndose todas aquellas pollas. De ver la expresión en las caras de los jóvenes. Entonces se fijó en la otra chica, la que no había hablado hasta el momento.

Era una chica algo rellenita. Guapa de cara. Vestía una traje y no quitaba ojo de cómo Fátima chupaba aquellas pollas. Se mordía el labio inferior, y tenía las mejillas sonrosadas. Ignacio se acercó a ella.

-Es una buena zorra, ¿Eh? - le dijo.

-Sí... respondió sin apartar la vista.

-Hace todo lo que yo le digo, cuando se lo digo y con quien yo digo.

La chica miró un segundo a Ignacio y volvió la mirada hacia Fátima, que en ese momento recibía en la boca la tercera corrida.

-¿Te gustaría ser como ella?

-¿Qué?

Ignacio llevó una mano hasta el culo de la chica y se empezó a acariciar.

-Que si te gustaría ser una zorra como ella.

-No..no..claro que no.

-¿Seguro?

Metió la mano por debajo de la falda. La chica lo miró, asustada, pero no hizo nada. La mano acarició sus muslos y subió hasta las bragas. Estaban empapabas

-Pues estás chorreando. A mí me parece que eres una zorra como ella.

Apartó las bragas y empezó a pasarle los dedos a lo largo de la raja del coño. La chica entrecerró los ojos y gimió. Los demás estaban tan absortos mirando a Fátima que no se daban cuenta de lo que pasaba entre Ignacio y la chica.

El cuarto chico se acercó y Fátima se metió la polla en la boca.

-Mira como chupa mi zorra - le susurró al oído a la chica mientras la masturbaba - Le encanta comer pollas. Que se la claven en el coño y en el culo.

-Ummmmmm

-Estoy seguro de que a ti te encantaría estar ahora arrodillada chupando todas esas pollas. A que sí.

-Aggg..no no....

-Eres una puta.

-Aggggg

-Una zorra - le dijo al tiempo que le metía un dedo en el culito.

La sintió temblar, estremecerse de pies a cabeza mientras se corría intensamente, intentando no gritar. La agarró por la cintura para que no se callera.

Los dos últimos chicos empezaron a discutir por quien sería el siguiente. Fátima les cogió a los dos las pollas. Se callaron en seguida cuando las juntó y empezó a mamarlas, pasando de una a otra.

-Mirad, la muy zorra se las come a pares. Pero que zorrón - gritó la otra chica.

Fátima sonreía con las dos pollas en la cara. Chupaba una y pajeaba la otra. Los dos muchachos gemían de placer, hasta que uno de ellos empezó a correrse en la cara de Fátima, que rápidamente se metió la polla en la boca para no perderse más leche.

El otro, al ver aquello, no pudo más y también se empezó a correr. Toda su corrida fue a parar a la cara de Fátima, ocupada en tragarse la leche del otro.

Cuando se separaron, Fátima estaba preciosa, con la cara llena de semen a la luz de la farola.

-Bien, chicos. La habéis dejado preciosa, Jajaja - rio Ignacio - ¿Quieres que te coma a ti el coño? - le preguntó a la chica que hablaba.

-Paso de mujeres, tío.

-Tú misma.

Ignacio llevó una mano hacia el bulto que la pistola formaba en su chaqueta.

-Bien. Ya os habéis divertido. He cumplido mi parte. Ahora, sean buenos y váyanse.

-Vale tío . dijo Juan - Tienes una buena zorra aquí. Ya sabes dónde estamos. Cada vez que quiera polla, aquí nos tienes. Vámonos muchachos.

Empezaron a marcharse. La chica que estaba al lado de Ignacio empezó también a caminar, pero Ignacio la agarró por un brazo.

-Tú espera.

Ella lo miró, asustada. Miró a sus amigos. Pero éstos ni se dieron cuenta de que ella no los seguía y al poco desaparecieron en la oscuridad.

-Vaya panda de amigos que tienes, que ni se dan cuenta de que no estás.

En todo grupo siempre hay uno o una que pasa desapercibido. El invisible. Ella era la invisible del grupo.

Tirando de ella por el brazo, la acercó a donde seguía arrodillada Fátima.

-Ponte de pie, zorra.

Fátima obedeció. Una gota se semen cayó de su cara sobre su escote.

-A que está guapa mi zorra así.

La chica la miró, pero no dijo nada. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su acelerada respiración.

-¿Has chupado muchas pollas?

-No no...yo no...

-¿No? ¿Cuántas?

Se puso roja. Le daba vergüenza.

-¿Cuántas pollas te has comido, zorra?

-Ninguna - respondió, bajando la mirada.

-¿Ninguna? ¿Pero qué clase de zorra eres? ¿Entonces no sabrás a que sabe la leche de mancho, no?

-No.

-Pues límpiale la cara a mi zorra con la boca. Así lo sabrás.

-No..no puedo hacer eso.

-Jajajaja. Claro que puedes

La cogió por el pelo y la llevó hasta la cara de Fátima. La dejó a pocos centímetros. Ella no opuso mucha resistencia. Las dos mujeres se miraban a los ojos.

-Huele. Aspira el aroma - le dijo Ignacio, acercándola aún más, hasta casi rozar su cara con la de Fátima.

La chica obedeció. Aspiró y el suave aroma del semen del chico llenó sus fosas nasales. Llegó a su cerebro. Ignacio empujó más y la boca de la joven hizo contacto con la piel de Fátima.

-Prueba. Ya verás que rica.

Tímidamente, ella sacó a lengua y lamió. Recogió un poco de leche y la probó. Apenas sabía a nada. Era algo salado y un poco amargo. Pero tenía algo que la excitó aún más de los que estaba. Sin que Ignacio le dijera nada, empezó a lamer toda la cara de Fátima, recogiendo con la lengua los trazos de la corrida y tragándolos. Incluso lamió los labios de Fátima.

-Mira que zorra. Si ya lo sabía yo en cuando la vi.

Cuando terminó y dejó la cara bien limpia, se separó y miró al suelo, avergonzada por lo que había hecho. Sus bragas nunca habían estado tan mojadas.

-Bien, muy bien. Ahora la vas a probar una polla de verdad. Zorra - dijo, dirigiéndose a Fátima - enséñale a esta putita como se mama una polla.

Fátima la agarró por una mano y la hizo arrodillar. Ella también se arrodilló. Delante de sus caras quedó el bulto que formaba la dura polla de Ignacio. Fátima le llevó la mano a la chica hasta allí.

La muchacha se estremeció cuando notó la dureza de aquella polla. La recorrió con la mano. Miraba de vez en cuando a Fátima.

-Sácasela. Ya verás que linda polla tiene.

Con cuidado, bajó la cremallera. Miró otra vez a Fátima.

-Venga, puta. Mete la mano y sácale polla.

Le temblaba el pulso cuando metió la mano por la abertura. Tocó el calzoncillo. Ahora se notaba mejor la dureza de la polla. Bajó la prenda y sus dedos tocaron la piel. Caliente, suave y dura al mismo tiempo. Tiró de aquella barra y la sacó. Sus ojos quedaron clavados en la primera polla que veía tan de cerca. Le pareció una cosa enorme. Le pareció la cosa más hermosa que había visto en su vida. La agarró, como temiendo que se escapara y por primera vez, levantó la vista y miró a Ignacio.

-¿Te gusta mi polla?

Ella asintió con la cabeza.

-Dilo.

-Me... gusta tu polla.

-Soy una zorra.

-Soy... una...zorra.

-Jajajaja. Vas a ser una buena zorra. De eso no hay duda.

Fátima se acercó más y le quitó la polla de la mano.

-Mira como se chupa una polla.

Empezó una lenta manada. La chica no quitaba ojo del espectáculo que Fátima le daba. Su cuerpo temblaba de excitación. Veía la polla entrar y salir de la boca, brillante por la saliva. Miró como Fátima pasaba la lengua a lo largo de todo el grueso tallo, de arriba a abajo y vuelta a subir. La boca se le hacía agua.

-Ahora prueba tú - dijo Fátima sacándose la polla de la boca y ofreciéndosela a la chica.

Abrió la boca. La polla le rozó los labios. La lamió con la lengua. Cerró la boca y empezó a mamar.

Le encantó. Era su primera polla. Pero pensó que no iba a ser la última. Estar así, arrodillada delante de aquel desconocido, con su polla en la boca la tenía al borde del orgasmo.

Ignacio la miraba, complacido. Aquella zorrita aprendía rápido. Le estaba dando mucho placer. Más cuando Fátima empezó a ayudarla. Sentir aquellas dos bocas era maravilloso.

Fátima llevó una mano a una de las rodillas de la chica. Empezó a subir a lo largo del muslo hasta llegar a las bragas.

-Joder, mi amor. Esta putita tiene el coño chorreando. Las bragas parecen recién sacadas de una piscina.

-Lo sé. Se corrió como una cerda mirando cómo te comías las pollas de sus amigos.

-¿Sí? ¿Eso hiciste, putita? - le preguntó Fátima metiéndole un dedo en el coño.

La chica sólo asintió. La polla que tenía en la boca le impedía hablar.

-¿Te han metido muchas pollas por aquí? - le susurró al oído Fátima mientras le metía otro dedo en el coño. Era caliente y apretado.

La joven asintió. Pero era mentira. Seguía siendo virgen. Le daba vergüenza confesarlo. Era muy tímida.

-Y... ¿Por aquí?

Al susurrar eso, Fátima sacó los dedos llenos de flujo del coño y metió uno en su culo. Resbaló fácilmente. La chica se estremeció y negó con la cabeza.

Fátima se levantó y besó a su marido. Luego, acercándose a su oreja, le dijo.

-A la zorrita nunca le han dado por el culo. Rómpeselo. Llénaselo de polla. Uf. Quiero ver su cara de dolor cuando le entierres toda la polla en su culo.

La idea le encantó a Ignacio. El culo de la chica era redondo y bien puesto, gordito. Le sacó la polla de la boca y la hizo levantar.

-Mi zorra quiere que te dé por el culo.

La chica abrió los ojos, asustada y trató de huir, pero Ignacio la agarró.

-Shhhh, quieta. Ya verás cómo te gusta.

La llevó hasta el capó del coche y la hizo ponerse sobre éste, de espaldas. El calor del motor era agradable.

-Quítale las bragas y ábrela de piernas - ordenó.

Fátima se las quitó. La chica no opuso resistencia, resignada a lo que le iba a pasar. Resignada y deseosa de sentir por fin una polla dentro de ella.

A la luz de la farola el coño de la joven brillaba. Era un coño salvaje, sin depilar ni arreglar. Fátima se lo abrió y los labios aparecieron hinchados, mojados.

-Fóllatela.

Ignacio se acercó y se puso entre las piernas de la mujer. Se cogió la polla con la mano y la empezó a pasar sobre el vello púbico. Bajó un poco hasta presionar sobre el clítoris.

La joven empezó a gemir.

-Agggg

La polla bajó lentamente por la raja, hasta llegar a la entrada de la vagina. Ella se tensó. Si aquel hombre empujaba y se la metía en el coño rompería su himen y la haría mujer. Sería desvirgada por un completo desconocido, por la noche, en un parque, sobre el capó de un coche. Como una vulgar zorra.

Casi le grita que se la follara. Que le metiera la polla en el coño y no parase de follarla nunca. Pero sólo se mordió con fuerza el labio inferior y gimió. La polla siguió bajando, hasta que la sintió apoyarse contra la entrada de su culito.

-Te voy a clavar la polla en el culo.

-Ummmmmm

-Te lo voy a llenar de verga.

-Aggggggg

-Pero tendrás que pedirlo bien.

La chica lo miró. No sabía que decir.

-Métemela - dijo, tímidamente.

-Ummm nop. Así no.

-Por favor...méteme la polla en el culo.

-Algo mejor. Pero no.

Fátima se agachó y empezó a susurrarle al oído.

-Dile que eres una zorra.

-Soy..una zorra.

-Dile que eres una puta y que necesitas que te dé por el culo.

-Agggggg soy una puta...por favor..lo necesito. Dame por el culo...

-Vas mejorando - dijo Ignacio, complacido.

Ya no hizo falta que Fátima le dijera nada más. Ella sola siguió.

-Sí, una sucia perra. Dame por el culo, por favor. Clávame tu dura polla y destrózame el culo a pollazos. Llénamelo de tu leche caliente...por..fa..

No pudo seguir hablando. Sintió una punzada de inmenso dolor cuando Ignacio apretó y empezó a clavarle la polla en el culo. Empezó a gritar y rápidamente Fátima le tapó la boca con una mano.

-No grites, putita. ¿No querías polla? Pues ahí tienes polla.

Ignacio no dejó de empujar hasta que toda su polla estuvo dentro del culo de la muchacha. Era el culito más apretado que se había follado jamás.

Una vez que la tenía toda dentro, se quedó quieto, a la espera que ella se calmase. A Los pocos segundos Fátima le quitó la mano de la boca. Ya no gritaba. Apenas se movía.

Empezó la enculada. Lentamente, se retiró para volver a clavársela. Aumentando el ritmo cada vez más. La chica sentía dolor, pero el placer doblaba al dolor. Placer que aumentaba al mismo ritmo que la velocidad con que la polla entraba y salía de su culo.

-Agggg...Agggggggg...ummmmmmm

-A la zorra le gusta que la enculen - dijo Fátima

-Ya lo creo.

Al poco, la follada era tremenda. Todo el coche se movía al ritmo de los pollazos. De repente, la espalda de la mujer se arqueó sobre el capó y la chica se corrió con tal intensidad que Ignacio creyó que sus músculos estallarían. Se mantuvo más de diez segundos en tensión, agitada, temblando, sin respirar.

Después cayó sobre el capó, fláccida. Parecía como muerta, pero una débil sonrisa se dibujaba en sus labios. Ignacio arreció sus movimientos sintiendo próxima su propia corrida, y cuando llegó a punto sin retorno, le sacó la polla del culo y se empezó a correr sobre el coño.

El pubis recibió un par de chorros, pero la mayor parte del semen se estrelló contra el coño, su culo y el capó. Fátima miraba embelesada como su marido se corría sobre aquella chica.

-Límpiala, zorra.

Fátima se arrodilló entre las piernas de la chica, acercó su boca al coño y se lo comió. Lamió y chupó, recogiendo en su boca toda la copiosa corrida. Incluso chupó el vello púbico buscando hasta el más mínimo rastro de semen.

La chica no se movió.

-Ahora mi polla.

Cuando la dejó limpita, la guardó dentro del pantalón y subió la cremallera. Se levantó y se besaron con pasión. Se dieron cuenta de que la chica los miraba.

Ignacio la ayudó a bajarse del coche. Una vez ella estaba de pie, bajó su cabeza y la besó en la boca. Ella tembló.

-Si quieres te llevamos a tu casa.

-No..no..vivo aquí cerca.

-Como quieras.

-Adiós.

-Adiós...zorra.

Ella sonrió. Se dio la vuelta y empezó a alejarse. En su cabeza sólo había una imagen. La imagen de Rodolfo, de quien estaba secretamente enamorada desde siempre. Siempre quiso ser su chica, su novia. Ahora, quería ser su puta. No sabía cómo lo iba a conseguir, pero estaba decidida.

Ignacio y Fátima la vieron desaparecer en la oscuridad. Después, volvieron a casa.

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(CONTINUARÁ, por fin, con la ceremonia de Iniciación de la nueva zorra)