La hermandad
Yo era una joven universitaria que iba a empezar la carrera de derecho en la prestigiosa universidad de Clemson, famosa porque todos los que estudiaban allí tenían una carrera brillante, pasando a ocupar altos puestos en la sociedad civil. Era una chica tímida de un pequeño pueblo agrícola, rubia, bastante menudita pero con muy buen cuerpo, moldeado a la perfección tras pasarme varias horas diarias en el gimnasio.
Yo era una joven universitaria que iba a empezar la carrera de derecho en la prestigiosa universidad de Clemson, famosa porque todos los que estudiaban allí tenían una carrera brillante, pasando a ocupar altos puestos en la sociedad civil. Era una chica tímida de un pequeño pueblo agrícola, rubia, bastante menudita pero con muy buen cuerpo, moldeado a la perfección tras pasarme varias horas diarias en el gimnasio (y haciendo "gimnasia" con mi novio Peter).Cuando iba a comenzar el curso estaba bastante nerviosa. Me habían comentado que para poder ser alguien y poder sobrevivir en esta Universidad, me tenía que granjear las amistades de las super reinas de las hermandades. Yo había conseguido que me hicieran una entrevista para poder pertenecer a una de estas hermandades. La de más prestigio e influencia, la de las diosas de la justicia. Lo conseguí a través de una amiga de mi hermana. Mi hermana perteneció a esta universidad, pero no consiguió terminar la carrera, dejándolo en el primer curso por causas que nunca comentó.
Llegó el gran día. Tenía la entrevista en la casa de la hermandad, un edificio apartado unos metros del campus, bastante grande y lujosa.
Me recibió Cindy, mi contacto. Me estuvo comentando el funcionamiento de la hermandad, y me dijo que para poder formar parte de su grupo debía pasar unas pruebas que durarían todo el año. Es lo que llaman periodo de Rookie, donde tienes que obedecer a todo lo que te ordenen las hermanas superiores. Me presentó al resto del grupo.
Para empezar debes ir esta noche a coger un bate de béisbol y una cuerda que hay en el trastero del gimnasio.- me dijeron.
Bueno eso no es difícil, pensé.
A lo que añadieron, - por cierto, tendrás que ir completamente desnuda.-
Me quedé atónita, aunque ya venía avisada de que se solía pedir este tipo de pruebas. Yo quería entrar en la hermandad, así que me desnudé y pregunté por el gimnasio. Salí a buscarlo y lo primero que noté es que por las noches bajaba bastante la temperatura, así que instintivamente empecé a correr en dirección al gimnasio. Toda mi piel estaba erizada. Sin embargo conseguí entrar puesto que no había llave, cogí el bate y la cuerda y volví corriendo. Llegué a la puerta que estaba entreabierta, así que empujé esperando entrar en calor. Pero al entrar me cayó un cubo de agua congelada que hice que me paralizara. Que shok, que casi sin verlo me tiraron sobre una cama y empezaron a atarme. No podía reaccionar. Estaba temblado y con las piernas abiertas. Me empezaron a masturbar. Un dedo, luego dos. Acariciaban mi clítoris que rápidamente reaccionó.
Empecé a gemir. Una de las chicas llevaba una cámara con la que gravaba todo. Me corrí al notar la piel caliente sobre mi coño congelado. Había llegado a un punto que me daba todo igual puesto que estaba excitadísima. De repente todo se puso en silencio, y sonaba una música de tambores de fondo así como el alboroto de las chicas.¿qué sería? Lo averigüé pronto. Empezaron a untarme el coño con un líquido, que se parecía a la vaselina. Me abrieron los labios del coño y empezaron a meterme algo. Era muy gordo, lo que hacía que me estremeciera de dolor, qué era eso¿. En seguida me di cuenta que era el bate de béisbol que entraba y salía, que grande, que dolor, que sensación .Hasta que no pude más me corrí soltando un chorro que nunca había soltado (eyaculación femenina) y mi cuerpo empezó a convulsionarse. Me quedé exhausta pero pude oír a Cindy que riendo decía, - vaya filón hemos encontrado -.
Si os gusta continúo.